¡Ay democracia!
Marcos Sedano
¿Recuerdan ustedes aquella canción de Javier Krahe que empezaba diciendo “Me gustas democracia porque estás como ausente”? Sería por ser el mejor análisis político con música… ¡hey…chachachá! de una democracia secuestrada.
La constitución de 1978 blindaba la vida política a los partidos, excluyendo del poder legislativo al ciudadano, al pueblo, que es el único soberano.
Aquél pacto constitucional firmado sobre una caja de pino, ruido de sables y una ronda de café para todos y todas, sentaba las bases de lo que treinta y seis años después son unas castas políticas en descomposición.
La Segunda Transición Borbónica que estamos viviendo se ha llevado por delante al Jefe del Estado y, sin duda alguna, también se llevará a sus cortesanos y cortesanas. Las castas Juancarlistas, virreyes en las empresas multinacionales que ellos mismos privatizaron, son percibidas por la ciudadanía como los responsables de la crisis, la corrupción y la injusticia social.
El régimen Juancarlista ha cambiando a lo largo de los años aquel lema de los cuarteles de “¡TODO POR LA PATRIA!” por el de “¡TODO POR LA PASTA!”. Los mercados mandan, y no hay soberanía que se les resista si la población de los estados son meros consumidores de productos manufacturados y papeletas electorales.
Felipe VI rey de España, Jefe del Estado y del mando supremo de las Fuerzas Armadas, podría pasar a la historia con el sobrenombre de “Felipe el Breve” si su reinado lo tienen que legitimar unas castas políticas y económicas que le niegan a sectores muy importante de la población temas tan fundamentales para la vida como la vivienda, el pan, el techo, la sanidad, y convierten la educación de calidad en un producto de lujo para los hijos e hijas de las élites. Sin olvidar que a las pequeñas y medianas empresas se les niega el pan y la sal de su desarrollo.
En este proceso histórico de amores, desengaños y traiciones, nos han quitado tanto que nos han quitado hasta el miedo. Por eso los ciudadanos y las ciudadanas han decidido no esperar, y han optado por una Revolución Democrática. Esa Regeneración Democrática la tiene que parir la ciudadanía, y el municipalismo es un buen terreno de juego para jugar esta partida. Después seguro que vendrán otros retos.
El peligro fundamental del proceso de democratización de nuestra sociedad, es posible que venga, más que desde las resistencias de los viejos actores políticos, de los sectores emergentes políticamente a los que el pragmatismo puede engullir. Y aquí entraría aquella otra canción de Krahe “Cuervo ingenuo”. (¡KRAHE PRESIDENTE, KRAHE PRESIDENTE!)
Pero esos miedos que son reales y objetivos, no pueden paralizar los procesos de convergencia social que están en marcha, que dicho sea de paso, no deben tener como objetivo estratégico la presentación de candidaturas electorales. No olvidemos que no queremos nuevas castas, sino el EMPODERAMIENTO DE LOS Y LAS CIUDADANAS. Ese debe ser el objetivo principal de los movimientos sociales y de la ciudadanía.