Para que este mundo deje de ser un cambalache
Àngel Duarte Montserrat
En algún momento de nuestra historia reciente la exigencia de democracia y justicia, contenida esta última en la exigencia de amnistía para con los perseguidos por el régimen, reivindicación que se generalizó en el tardofranquismo, se desagregó. El malentendido consistió en considerar que entrar todos juntos en un marco de libertades políticas y construir, con todos los peros que se quiera, un cierto estado del bienestar implicaba determinadas renuncias. Entre muchas otras, ésta: ni reparación, ni memoria. Borrón y cuenta nueva.
El problema llegado a este punto es doble. Por un lado, con este tipo de materiales culturales resulta complicado, por no decir imposible, erigir una actividad política digna de este nombre. En esa renuncia germina la liquidación de posibilidad de una ciudadanía crítica, responsable con el bien común, atenta a lo que ha pasado, a lo que ocurre y a lo que, si no participa, puede llegar a ocurrir sin su consentimiento. Sin conciencia ciudadana no hay posibilidad de vida republicana.
Por el otro, este género de renuncias son siempre inútiles. Al cabo siempre hay alguien que pregunta. Un hijo o un nieto. La amiga de una hija o de una nieta. Un estudiante inquieto. Y con la pregunta se evoca, en suma, a los fantasmas de un ayer que dimos, absurdamente, por cerrado bajo siete llaves.
En Cataluña y en España llevamos años combatiendo el olvido. No todo el mundo está por la labor. Sin duda se ha convertido en espacio específico de participación y se ha arrastrado a algunas administraciones, en algunas épocas, a tener entre sus objetivos el resarcimiento de tanto dolor. Pero no todo el mundo entiende, ni quiere, que el proceso avance. Acaso en ello radique en gran parte la lentitud y la ineficacia de los mecanismos de justicia. En esas nos han llegado noticias sorprendentes, alentadoras. La Interpol Argentina, a requerimiento de la justicia de la república rioplatense, transmite al gobierno español la solicitud de que ponga a disposición de la misma a una serie de personalidades del antiguo régimen. Entre ellas un par de ex ministros.
Los comunistas catalanes estamos al lado de quienes instan al ejecutivo de Rajoy a cumplir con su obligación y atender a los requerimientos indicados. Ese es el dato del momento. ¿El de fondo? Que, habiendo aprendido de la historia, exigimos que democracia y justicia vuelvan a ser un único objeto de combate político. Y por político, económico, social y cultural. Para que algún día no sean ya más ciertos los versos de Discépolo:
“Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley…”