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Ellen Meiksins Wood: su fallecimiento

Atilio Boron

En estos tiempos de oscuridad pocas noticias podrían haber sido peores que el fallecimiento, el 14 de este mes de Enero de 2016, de Ellen Meiksins Wood. Nacida en Nueva York, el 12 de Abril de 1942, hija de un matrimonio de judíos marxistas que huyeron de la ocupada Letonia para refugiarse en esa ciudad, Ellen se convirtió con el paso del tiempo en una de las figuras más deslumbrantes del marxismo contemporáneo. Inició sus estudios en la Universidad de California/Berkeley, donde obtuvo su bachillerato con orientación en Lenguas Eslavas. Poco después iniciaría sus estudios graduados en la misma universidad, pero en la sede de Los Ángeles, de donde egresaría con su doctorado en ciencia política en el año 1970. Durante unos treinta años fue profesora de Teoría Política en la Universidad de York, en Toronto, Canadá. Formó innumerables discípulos e incursionó en los más diversos campos de las ciencias sociales. Como buena marxista no reconocía las fronteras disciplinarias propias del pensamiento burgués, que dividen la economía, la sociología, la ciencia política, la historia y la cultura como áreas de conocimiento compartimentalizadas que reproducen la fragmentación propia del sentido común de la burguesía. En su obra, historia y presente; economía y política; sociedad y cultura están indisolublemente entrelazadas, y sólo a los efectos analíticos podían, en un primer paso del conocimiento, ser separadas para luego, en un segundo momento, ser nuevamente integradas en una totalidad dialéctica en permanente movimiento. Fue una de las más aguda críticas del posmodernismo y el posmarxismo, denunciando el carácter insanablemente conservador de esas modas intelectuales que tanto daño han hecho, siempre complacientes con el capitalismo, con la pseudo democracia burguesa y el imperialismo. Sus críticas al nuevo revisionismo, ese marxismo descafeinado sin lucha de clases y sin imperialismo, son un fecundo modelo de trabajo intelectual por su rigurosidad y también por su rara capacidad para realizarlo sin apelar al lenguaje esotérico y rebuscado que, desgraciadamente, aún se encuentra en muchos pensadores de izquierda. Sus escritos sobre la filosofía política y la formación del pensamiento burgués son pequeñas joyas, al igual que sus reflexiones sobre el imperialismo y la democracia. El suyo era un pensamiento profundo, incisivo como pocos, invariablemente situado en las polémicas de nuestro tiempo y dicho en un lenguaje terso y llano. No escribía para polemizar con los extravíos de algunos colegas ni perdía su tiempo en estériles debates escolásticos sino que lo hacía sino para ayudar a los oprimidos y explotados a comprender como era el mundo, y cómo se lo podía cambiar. No era una “marxóloga” que se regodeaba en el sutil manejo de las categorías teóricas de Marx desde el encierro de una torre de marfil, sino una marxista militante, sin respiro, que escribía sin cesar, creaba o participaba en proyectos culturales (como la Monthly Review, por ejemplo) y colaboraba permanentemente con las fuerzas de izquierda en Canadá, Estados Unidos y en Europa, donde estuviera. Su inmensa estatura intelectual –plasmada en los brillantes libros y ensayos que nos legara- se agigantaba por su don de gentes, su modestia y la sencillez de su trato, en las antípodas de tantos intelectuales que por comparación con Ellen son insignes pigmeos pero que transitan por el mundo con aires de perdonavidas y haciendo gala de una insoportable arrogancia. Tuve la inmensa fortuna de ser su amigo, de visitarla en Nueva York y Londres, y de que aceptara una invitación a visitar la Argentina, a comienzos de siglo, ocasión en que pronunció varias conferencias públicas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y en CLACSO. También de que colaborara con un artículo para una compilación que junto con Javier Amadeo y Sabrina González hiciéramos hace ya diez años: La Teoría Marxista Hoy. Ellen se avino a participar en ese emprendimiento cuyo objetivo era relevar la situación de la teoría marxista en sus distintas manifestaciones y especialidades. (El libro puede ser descargado gratuitamente desde este blog). A modo de homenaje a esta enorme intelectual marxista, ganadora del Premio Isaac Deutscher y autora de textos tan brillantes como necesarios para nuestra lucha es que reproduzco a continuación el artículo que escribiera para la obra colectiva arriba mencionada, en donde anuda algunas de sus tesis centrales sobre la incompatibilidad de la democracia con el capitalismo en el marco del imperialismo contemporáneo. ¡Gracias Ellen, por todo lo que nos has dado, por el conocimiento que nos has aportado y por haber sido como fuiste!

 

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