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La Unión Europea: ¿Hacia el estado de excepción?

Europarlamentarios, miembros de la Comisión de Libertades, Derechos de los Ciudadanos, Justicia y Asuntos Interiores

 En unos momentos de insoportable choque, Bin Laden ha conseguido no solo aterrorizar a las multinacionales o a los defensores del orden neo-liberal sino también a la gente en general. O pero aún, ha dado un pretexto a los gobiernos, a los poderes públicos, a la patronal para hacer aprobar un arsenal represivo sin precedentes y acabar con miles de puestos de trabajo.

El Parlamento Europeo también ha contribuido a esta ofensiva para reforzar el orden moral y policial. En pocas horas se le ha pedido que vote la congelación de las cuentas financieras de veintisiete organizaciones catalogadas como «terroristas» por la CIA, sin otra prueba ni justificación que la confianza absoluta que sin duda merece esta institución. Solo cuarenta y cuatro diputados han rechazado dar semejante voto de confianza a una agencia que tiene una definición muy particular de «terrorismo». Porque, ¿no es la CIA la que ha cambiado en los formularios de visado de EE UU la famosa pregunta «¿Es usted comunista?» por la de «¿Es usted terrorista?». Sin duda, un mero cambio de sinónimos…..

Se han dado prisa, cuando jamás el Parlamento Europeo se ha dignado a ocuparse de la cuestión clave del secreto bancario o de los paraisos fiscales. Demasiadas prisas, porque el Consejo, pocos días después, decidía que a fin de cuentas era más presentable utilizar la lista confeccionada por Naciones Unidas que la de la CIA.

A penas acabado el recuento de votos, la Comisión de Libertades fue reunida para discutir y enmendar un «proyecto marco» de la Comisión Europea proponiendo una definición comunitaria de «terrorismo», de sus diferentes manifestaciones y delitos y de las penas previstas. Si este documento es aprobado por el Parlamento Europeo en su sesión plenaria del 29 de noviembre, La Unión Europea entrará en un estado de excepción permanente. El próximo jueves 29, corremos el peligro de convertirnos todos en «terroristas».

Elemento esencial del proyecto, el primer párrafo del artículo 3: «Cada estado miembro tomará las medidas necesarias para que los delitos siguientes, definidos de acuerdo con su legislación nacional, cometidos intencionalmente por un individuo o grupo contra uno o varios países, sus instituciones o su población con el objetivo de amenazarlos, dañar gravemente o destruir las estructuras políticas, económicas o sociales de un pais, sean sancionadas como infracciones terroristas«.

No exageramos. Como anticapitalistas, siempre hemos estado contra las «estructuras políticas, económicas o sociales de nuestros paises e intentamos acabar con ellas mediante la acción colectiva de «grupo«. Si, somos culpables de haber participado en las grandes movilizaciones que han socavado los poderes establecidos, como en Francia en 1995. Y hace poco en Niza, en Genova, hemos «amenazado» las «estructuras económicas y sociales«: OMC, FMI, Banco Mundial.

Peor aún, hemos participado en la «ocupación ilícita de instalaciones públicas o gubernamentales, de medios de transporte públicos, infraestructuras, lugares públicos…» (art. 3, parrafo f); con los emigrantes sin papeles de Saine-Saint Denis hemos ocupado la antigua comisaria de policia de Saint denis después de haber ayudado a los trabajadores de Moulinex a ocupar su fábrica para evitar su desmantelamiento…. Aún más grave, hemos bloqueado aeropuertos para impedir la expulsión de los emigrantes sin papeles, ocupado centros de retención e incluso casas vacias para realjar a los sin techo.

Nuestro caso se ve agravado por la «puesta en peligro de personas, bienes, animales y el medio ambiente» (art.3 parrafo h). Reconocemos que hemos ayudado a los militantes de la Confederación Campesina a destruir los campos plantados con OGM, asustando seriamente a los dos perros guardianes que nos amenazaban. Unas semanas más tarde, nuestro caso todavía empeoraba con un delíto adicional de terrorismo: hemos ayudado a los trabajadores de EDF, amenazados por las privatizaciones europeas en curso, a parar el trabajo, es decir a hacer huelga, o , como señala el parrafo i del mismo artículo, a participar en «la perturbación o la interrupción del aprovisionamiento de agua, electricidad y otros recursos esenciales«.

Pero como somos ante todo militantes, tenemos la intención de seguir haciendolo. Sumamos así a nuestro caso un nuevo delito (parrafo k del mismo artículo, que define como acción terrorista «la amenaza de cometer uno de los delítos aquí enumerados«). Y como somos más de dos en nuestras respectivas organizaciones «terroristas», caemos eb la previsión del parrafo 2, que dice: «Se entiende por grupo terrorista una asociación estructurada de mas de dos personas que actuan en un periódo de tiempo y de manera concertada para cometer los delitos terroristas señalados«.

Por todo ello, nos pueden caer de dos a veinte años de carcel. A menos que, naturalmente, aceptamos colaborar y denunciar a nuestros camaradas, es decir «se renuncie a las actividades terroristas y se proporcione a las autoridades administrativas y judiciales información que pueda ayudarlas» (artículo 7, parrafo a y b)

Bin Laden y sus amigos no tienen de que preocuparse: todo este dispositivo no les afecta. Como tampoco las nuevas medidas adoptadas en EE UU o en Gran Bretaña, que permiten encarcelar sin juicio previo e inmediatamente a extranjeros que puedan ser potenciales terroristas. Ni el Plan Vigipirate en Francia y sus nuevas disposiciones de seguridad, que ya han permitido aumentar un 30% la población inmigrante en los centros de retención. Ni Bin Laden ni sus amigos acostumbran pasearse por ahí sin papeles con una bomba en los bolsillos; ni ocupan fábricas ni bancos. Más bien los dirigen.

Por el contrario, los gobiernos de la Unión Europea se dotan así de los medios de criminalizar los movimientos sociales, dando un contenido más preciso a la Europa de Maastricht. Después de Génova, Berlusconi calificó a los manifestantes de «aprendices de terroristas«. El 29 de noviembre, en Bruselas, pueden tener su victoria. Pero todavia estamos a tiempo de reaccionar.

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