Democracia participativa en Brasil
Joan Tafalla
El proceso de constitución del nuevo proletariado surgido del boom económico del llamado “milagro brasileño” en clase autónoma, con proyecto político propio y con la creación del “Partido dos Trabalhadores” (PT), en 1979, la Central Única dos Trabalhadores (CUT), en 1983, y, también en la misma onda, del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST), en 1985, coincidiendo com el “proceso de liberalización política” (“transição à brasileira”), es el marco político en que se desarrolló una concepción de la democracia en la izquierda brasileña que, desde aquellos años, ha ido desarrollándose de forma original y muy contextualizada. A pesar de la irreductibilidad de un fenómeno tan complejo y de la dificultad de su exportación mecánica, esta experiencia democrática merece ser conocida para extraer de ella criterios y filosofia política válidos más allá del contexto brasileño. No podemos entrar a resumir aquí los hitos que marcaron el camino de esta constitución de clase por razones de espacio, aunque sería de interés si queremos realmente contextualizar este proceso, analizar las condiciones de posibilidad de un fenómeno social y de masas tan amplio como la democracia popular brasileña. Aquí a duras penas podremos entrar en algunos de los elementos centrales del debate político.Centramos la atención en este artículo y en el conjunto del dossier,en las experiencias institucionales que no resumen ni agotan la totalidad del proceso democrático brasileño ya sea en el movimiento sindical, en el MST o en otros movimientos sociales[1].
El PT y la democracia
Las condiciones de nacimiento del PT no pueden ser más sorprendentes a los ojos de un europeo. Entre otras cosas se puede resaltar la siguiente:el PT fue legalizado cuando aún existía la dictadura militar, aprovechando las grietas legales. Tenemos pues, un partido con la estructura quizás más democrática y plural de América Latina, naciendo en un contexto de dictadura. Una dictadura en crisis pero dictadura al fin y al cabo.
En la “Carta de principios del PT”, publicada el 1 de mayo de 1979 podemos leer: “El PT afirma su compromiso con la democracia plena ejercida directamente por las masas, pues no hay socialismo sin democracia ni democracia sin socialismo”[2]. Esta idea se desarrolla en el Manifiesto del PT de 10 de febrero de 1980, que en su apartado “Por la participación política de los trabajadores”, afirma: “El PT pretende que el pueblo decida qué hacer con la riqueza producida y con los recursos naturales del país. Las riquezas naturales sólo han servido hasta hoy a los intereses del gran capital nacional e internacional, deberán ser puestas al servicio del bienestar colectivo. Para esto es necesario que las decisiones sobre la economía sean sometidas a los intereses populares. Pero estos intereses no prevalecerán mientras el poder político no exprese una real representación popular, asentada en las organizaciones de base, para que se haga efectivo el poder de decisión de los trabajadores sobre la economía y los demás niveles de la sociedad”[3].
El proyecto petista de sociedad, que va más allá de la afirmación de la democracia representativa y inicia una reflexión sobre la democracia directa, no es un elemento voluntarista de algún teórico aislado de la realidad sino que surge de uno de los procesos de movilización social más amplios, duros y masivos que se conocen en los últimos treinta años a nivel mundial. La intensa movilización obrera y popular en Brasil, especialmente en la década de los años 70 y primera mitad de los 80, a partir de y dando lugar a numerosas organizaciones sociales en defensa de habitación, salud, educación, transporte, de los derechos de la mujer, la infancia, negros, indios, homosexuales, dá lugar a creaciones tan potentes como el proprio PT, la CUT y el MST. Es precsio resaltar aquí la importancia de la Teologia de laLiberación y de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y de las Pastorales Sociales en este proceso. Una parte muy importante de los dirigentes del PT, de la CUT y, posiblemente más aún, del MST, vienen de esta experiencia de organización y de mobilización. Según Frei Betto, en una entrevista que nos concedió: “no hay lideres nacionales expresivos que no hubieran pasado per las CEBs”. Quizás exagerado, pero lo cierto es que si no formaven parte deesemovimiento, no estaban muy lejos del mismo. Un partido que hunde sus raíces en un suelo nutricio tan movilizado y autoorganizado, no podía crecer con una concepción dirigista o sustituista de las energías populares. Dificilmente podía adoptar una concepción de la democracia formal y representativa, como han hecho diversas fuerzas de la izquierda europea, pasando en muchos casos de los dogmas del marxismo-leninismo al acatamiento de las fórmulas y procedimientos de la democracia representativa sin más preocupaciones.
El PT sostiene una visión de la política , de la democracia y de la transformación social basada en la democracia participativa, asentada en la tradición de la democracia directa. Es una propuesta que se basa en la propia experiencia de constitución del partido, previamente en un vasto movimiento asambleario y participativo, en sindicatos, barrios y, como ya se ha dicho, en grupos cristianos de base y, también, de experiencias partidistas alternativas a las clásicas de la ortodoxia moscovita, pekinesa o albana; y también directamente en la forma misma de constitución del PT, a partir de grupos y debates abiertos sobre y desde el trabajo y la lucha. Ese era el mandato de la sociedad civil alternativa que reclamaba la formación de una representación política que articulase en proyecto nacional las aspiraciones de clase.
Diversos son los aspectos que una concepción de este estilo y con ese origen condicionarán el desarrollo del PT. Desde el respeto a la autoorganización de los sectores explotados, hasta el respeto a la democracia interna de partido, que encuentra natural y hasta necesario que las diversas tendencias y corrientes puedan contribuir al proyecto común desde su propia especificidad. Naturalmente, la diversidad interna del PT y la inmensidad del territorio brasileño, así como las diferentes situaciones sociales de los diversos Estados (la Unión federativa de Brasil está formada por 26 Estados y un Distrito Federal, en un territorio aproximado al de 16 veces el del Estado español) marcan diferencias y matices en las formas diversas de comprender la democracia participativa y el OP.
En el IV Encontro Nacional del PT, ( celebrado en Sao Paulo los días 30 de mayo a 1 de junio de 1986) se precisa aún más la relación de la democracia-socialismo, vinculándola con la construcción de un poder nuevo, el de los de abajo: “… Resistencias mayores o menores de la burguesía pueden conducir a procesos de centralización que retarden o perturben la consolidación de una plena democracia. Pero, incluso con todo eso, debe ser reafirmada la relación indisoluble entre democracia e socialismo. Formas de control popular y obrero, que precisan ser incentivadas desde el inicio, como los consejos populares y las comisiones de fábrica, por ejemplo, así como las variadas formas de poder de base, son fundamentales para el proyecto futuro -en la medida en que evolucionen como medios, efectivos y eficaces, para la determinación de la correlación de fuerzas pro democracia en la sociedad. En ese sentido, hay que recordar que el poder, para el socialismo, no solamente se toma, sino que se construye en la lucha concreta del día a día, desde ya”[4] .
Las resoluciones del V Encontro Nacional (Brasilia, 1987) se esfuerzan en profundizar esta concepción procesual de la conquista del socialismo. Significan una superación del carácter etapista diseñado de la estrategia tradicional en la 3ª internacional y al mismo tiempo, significan una crítica concreta de “la concepción burocrática del socialismo” ( párrafo 49) superando la concepción de partido único, pero ligando siempre la concepción de la democracia al “libre derecho de organización de los trabajadores”. Justamente aquí es donde Carlos Nelson Coutinho en 1989, intenta hacer avanzar la elaboración petista sobre la relación entre democracia y socialismo ligándola a la relación entre reforma y revolución. Dice Coutinho que la resolución del V Encontro “…deja una cuestión abierta: ¿el socialismo por el que lucha el PT concederá libertad de organización a los no-trabajadores? ¿Cuáles son los límites del pluralismo propuesto? Y más: ¿el PT acepta o no la regla democrática de la alternancia del poder? También es ambigua la afirmación de que es necesario “transformar las libertades políticas y la democracia formales propias del capitalismo en las libertades y la democracia real que deben ser propias del socialismo”. En la medida en que no se especifica lo que se entiende aquí por “transformación”, esa formulación parece retomar la falsa antinomia entre “democracia burguesa” ( o formal) y “democracia proletaria” (o substantiva ), con la posible y lamentable conclusión de que deberían ser eliminados, en el socialismo, procedimientos formales de creación de la voluntad política que, aunque surgidos del capitalismo, adquirieron la dimensión de lo que ya se convino en designar ( en un sentido que explicitaré más adelante) de “valor universal”[5] .
Coutinho señala a continuación el “valor universal” de la democracia, acogiéndose a la distinción hecha por Marx entre génesis y validez de cualquier proceso social, a la definición de Heller de valor, y viendo la democracia como proceso y no como estado, recogiendo de Luckács el término “democratización”.
A partir de estas premisas, Countinho afirma: “Ciertamente, incluso desde el punto de vista estrictamente político-institucional, la democracia socialista no es la continuación directa de la democracia liberal: impulsado por condiciones económico-sociales más favorables, el proceso de democratización puede alcanzar nuevos estadios en el socialismo… Pero sería una equivocación suponer que ese nuevo estadio del proceso de democratización sólo pueda manifestarse, en todos sus aspectos después de la conquista del poder por los trabajadores. Así como las fuerzas productivas necesarias para la creación de un nuevo orden económico-social ya empiezan a desenvolverse en el interior de la sociedad capitalista, tambiém esos elementos de una nueva democracia- de una democracia de masas- ya se esbozan y toman cuerpo, en oposición a los intereses burgueses y a los presupuestos teóricos del liberalismo clásico, en el seno de los regimes políticos democráticos aún bajo hegemonia burguesa… En el primer caso, se trata de suprimir las relaciones de produción capitalistas para permitir que las fuerzas productivas puedan desarrollarse de modo adecuado para la emancipación humana; en el segundo, se trata de suprimir la dominación burguesa sobre el Estado a fin de permitir que esos institutos políticos democráticos puedan alcanzar pleno florecimento y, de ese modo, servir integralmente a la liberación de la humanidad”[6] .
Esta posición de Coutinho permitió dinamizar un debate más profundo sobre la democracia de masas, y avanzar en la elaboración política del petista. No olvidemos el marco en que se produce todo este desarrollo político del PT: la caída de los países socialistas y por tanto, del modelo burocrático de socialismo, la apertura del proceso que hoy denominamos globalización y de la ofensiva neoliberal, que en el momento de realización de este debate estaba sólo en sus inicios. Countiho, que se situaría a nivel internacional en posiciones próximas a las del PCI de la época y concretamente cerca de las ideas de Ingrao.
La idea de Coutinho de construir mecanismos de democracia de masas desde el mismo interior de la sociedad capitalista, la de desarrollar la sociedad civil alternativa, así como la propuesta de un reformismo revolucionario y el carácter procesual de la transformación social son de extraordinario interés, sobretodo si se tiene en cuenta el marco político nacional e internacional que señalamos más arriba.
Sin embargo, los planteamientos de Coutinho no dejaban de mostrar algunas insuficiencias que fueron señaladas en el mismo debate por Tarso Genro (alcalde de Porto Alegre durante el segundo mandato del PT y, según todas las evidencias, nuevamente alcalde al ser elegido en las elecciones de octubre de 2000, celebrándose en estos mismos momentos). Genro, distanciándose de otras corrientes del PT, empezaba su intervención señalando las dificultades encontradas para poner en marcha la propuesta consejista (que fue derrotada por la burocracia y los aparatos partidarios en los países del socialismo real y que, por otro lado, sería incapaz de desbordar por sí misma el instrumento de mediación política surgido de las revoluciones burguesas: el parlamento). Consecuentemente con esa idea y atendiendo a la creciente complejidad de la sociedad actual, Genro señalaba que : “La simple propuesta de ‘reactivación de los Consejos’ al estilo Comuna de París, en una sociedad moderna y compleja, que gesta una serie enorme de demandas espirituales y materiales, individuales y colectivas, no resiste siquiera la crítica del simple sentido común” [7].
Sin embargo, estas consideraciones no llevan a Genro a la aceptación de la democracia participativa “complementada” por los movimientos sociales como se desprendre de las posiciones de Coutinho y de las del PCI de la época. Ello significa que aunque : “Los consejos son un proyecto de forma histórica , de aquello que los clásicos denfendían como contenido, a saber: la democracia directa, inspirada en la experiencia griega, y modernizada por la universalidad de las propuestas de la clase obrera, universalidad ésta que rompería con los particularismos y egoismos de la cidadania burguesa clásica”[8].
Ello le lleva a polemizar con la concepción de Countinho de la democracia como valor universal diciendo. “Si yo digo que la democracia tiene valor universal y uso el término democracia como término que se refiere a la forma histórica que adquirió la revolución burguesa, estoy proponiendo un punto final en el proceso democrático que acompaña la lucha por la humanización del hombre; si uso el término democracia como el propio proceso de autocreación y universalización del hombre, estoy diciendo simplemente que la democracia debe acompañar la evolución del género humano, lo que no aporta nada a la solución del problema, a saber, la forma histórica que debe tomar la democracia en el sistema socialista”[9] .
Avanzando en ese proceso de definición de la democracia participativa, que a esas alturas aún era larvaria, Genro adelanta algunos criterios. En primer lugar que “…la estructura del nuevo Estado democrático revolucionario y socialista no puede ser apenas una ‘invención’ de la ruptura, sino que debe ser una construcción que se realice, desde ya, en cada acto de la lucha política, en dirección a la ruptura”[10]. Señala también el criterio de la “permeabilidad de la legalidad burguesa e incluso la universalidad de determinadas funciones del Estado burgués”. Con el fin de evitar que los defensores del socialismo se encuentren colocados como “…‘ gerentes’ de una nueva hegemonía pasiva…”, señala que se trata de reducir la “…inmensa distancia que separa del punto de vista ideológico, dirigentes y dirigidos” y que se trata de una tarea previa a la institucionalización del socialismo. Finalmente cierra su planteamiento con la siguiente idea: “Sin decir que los Consejos no bastan y que el parlamento es apariencia y no esencia de la universalidad, difícilmente iremos adelante”[11].
El avance hacia la democracia participativa
La concepción de democracia que sostienen los fundadores del PT dará frutos tan interesantes como la experiencia de los Presupuestos Participativos ( a partir de ahora OP, del portugés Orçamento Participativo), a parte de los Conselhos Municipais, que son elementos emblemáticos de la acción municipal de los petistas. Desde hace doce años el OP se viene desarrollando en Porto Alegre y desde hace dos años se está aplicando, más allá de la gestión municipal, a nivel del estado de Rio Grande do Sul, con una extensión aproximada a la mitad del Estado español, y cuya población puede ser comparada en número a la de Andalucia ( 10 millones de habitantes).
La experiencia se inició con el acceso de Olivio Dutra (un marxista cristiano, líder sindical, que se encuentra entre los fundadores del PT y de la CUT) a la alcaldía de Porto Alegre en 1989. Recordemos que el importante debate sobre democracia y socialismo que hemos resumido brevemente más arriba se inicia tambien este año. Los debates teóricos en el PT a parte de poseer de una relevancia intrínseca, tienen la virtud de estar enraizados en los problemas prácticos del movimiento. Algo que los europeos podríamos tratar de aprender.
La estructura jurídica municipal del Brasil comporta la posibilidad de que el alcalde (elección directa, al igual que los gobernadores de los Estados y el presidente de la Federación) de una ciudad sea de una fuerza política en minoría en la Cámara de “Vereadores” (Pleno Municipal). Ello no impide que el alcalde forme gobierno propio, con separación clara entre el poder ejecutivo y el legislativo, y que pueda gobernar. Obviamente, si tiene minoria en la Cámara, tendrá grandes dificultades para poder aprobar leyes, entre ellas, singularmente, la del Presupuesto.
Cuando Dutra llegó a la “Prefeitura” (Alcaldía) se encontró en minoría en la Cámara de Vereadores lo que llevó a los petistas a buscar el mecanismo para desbordarla apelando a la participación directa de los ciudadanos a través del mecanismo del Presupuesto Participativo. Encontramos así una feliz conjunción entre la necesidad política de dar soporte popular a la gestión municipal transformadora y las concepciones de fondo del PT sobre una democracia que desborde los estrictos límites de la democracia representativa.
Este planteamiento chocó en principio con muchos inconvenientes. Los ciudadanos, acostumbrados a ser tratados como menores de edad y a tener relaciones clientelares con los políticos, inicialmente no participaban en gran número. La prensa local, en manos de la derecha, no daba ni da ningún soporte informativo, “ninguneaba” el proceso del OP. Las únicas noticias sobre el mismo aparecían y aparecen cuando eran pagadas por la alcaldia. Las redes clientelares de los partidos, al mismo tiempo, reaccionaban en contra de un procedimiento democrático que segaba la hierba bajo sus pies y por tanto bajo los pies de un sistema político intrínsecamente corrupto. Sin embargo, la realidad de que las decisiones de los vecinos eran respetadas y aplicadas por la alcadía petista, o sea cuando se empezaron a ver las obras y realizaciones, hizo crecer paulatinamente la participación vecinal y comenzó a romper la apatía y el clientelismo. Facilitamos aquí algunas cifras sobre crecimiento de la participación en el OP entre 1989 y 1995.
Participación de la comunidad en el Presupuesto Participativo de Porto Alegre[12]
Año | Participantes |
1989 | 403 |
1990 | 976 |
1991 | 3.694 |
1992 | 7.610 |
1993 | 10.735 |
1994 | 11.197 |
1995 | 14.258 |
Las cifras posteriores han ido aumentando hasta alcanzar los 20.000 participantes en 1998 [13]. Se podria afirmar, tomando en consideración los números fríos, que ante una población como la de Porto Alegre que suma 1’2 millones de habitantes, el nivel de participación o lo que es lo mismo, de socialización de la política no es muy alto. Pero, hay que tener en cuenta que la participación en las asambleas del OP se articula a partir de las asambleas y reuniones, primero, de las asociaciones de moradores (vecinos), sindicatos, organizaciones sociales de diverso tipo y que los participantes son, en muchos casos, dirigentes. Se da también el caso de que no son siempre las mismas personas las que participan; o sea, hay una rotación de éstas, de acuerdo con el interés particular o colectivo y otras circunstancias.
Otro elemento a tener en cuenta es que, el proceso de participación no se consume en las asambleas del OP. Otros mecanismos de participación activa y directa alimentan la democracia participativa. A destacar el Congreso de la Ciudad, asambleas para definición de rumbos estratégicos para la construcción de la ciudad y la ciudadanía, que cuentan con la participación de todos los sectores y clases sociales. Y también los consejos municipales, sectoriales y principalmente consultivos aunque también con poder de intervención en sus respectivas áreas.
En conjunto, nos encontramos ante un nivel de socialización de la política muy elevado numérica y cualitativamente, sobretodo si tenemos en cuenta que hasta la instauración del Presupuesto Partricipativo, el presupuesto Municipal era decidido exclusivamente por la Cámara de Vereadores.
Otra realidad que la experiencia del OP ha puesto nítidamente en evidencia es que con la participación directa y protagonista de los ciudadanos en la definición y orientaciones del presupuesto y las políticas municipales, en definitiva, no sólo se gana, evidentemente, en calidad democrática de los procesos, transparencia informativa por citar un momento importante; sino que, además, la gestión es notoriamente más económica, efectiva y los resultados sensiblemente mayores. Simplificando, se construye muchísimo más y mejor con gastos sensiblemente menores. En definitiva, el “pueblo” gobierna más y mejor.
Finalmente (y consecuentemente), el fruto tambien fue electoral. Elección tras elección el PT ha conseguido renovar la alcaldía de Porto Alegre, mejorando sus resultados electorales, aunque aún no ha logrado obtener la mayoría en la Cámara de Vereadores. Así, se han sucedido Olivio Dutra (elegido en 1988 y actual gobernador del estado de Río Grande), Tarso Genro ( en 1992), Raul Pont ( 1996). Ahora, en las elecciones del 1 de octubre del 2000 se volverá a presentar Tarso Genro, con grandes probabilidades de ser reelegido. Este turno entre dirigentes como primeros candidatos a la alcaldía dice mucho tambien del carácter democrático del PT, lejos de las figuras-padre de los alcaldes todopoderosos e imprescindibles de la izquierda española. Hay, con todo, que señalar que la ley brasileña, hasta la pasada elección presidencial, en 1998, no permitía la reelección del presidente, gobernador o prefeito. Cuando la ley, modificada en interés de la reelección de Fernando Henrique Cardoso, lo permitió han sido muchos los alcaldes del PT que se han presentado a la reelección, contrariando en muchos casos discursos y teorías anteriores. No es una tendencia que marque hoy un punto de inflexión en la trayectoria democrática del PT pero, sí, señala tendencias negativas que tampoco este partido ha conseguido exorcisar.
Vale la pena señalar también que no todas las experiencias municipales del PT han sido tan exitosas como la de Porto Alegre ni han conseguido mantenerse en el gobierno siempre. No es ahora momento de entrar en un análisis profundo, pero sí de señalar que entre las causas del mayor o menor fracaso, en un número de casos que supera la centena, se cuentan, a groso modo: la propia incapacidad de gestión; algunas veces el, habiendo hecho una buena gestión, no haber sido capaces de responder al nivel de expectativas; no haber podido resistir la presión de las elites, sea mediante presión económica, mediática u otras; luchas internas más o menos justificadas; insuficiente nivel de articulación de la base social; errores en la definición de la política de alianzas.
La experiencia del Presupuesto Participativo de Porto Alegre tiene como características el ser de carácter contínuo (año tras año), concatenadas (la discusión del presupuesto empieza por el balance y la liquidación del anterior presupuesto, con el rendimiento de cuentas por parte de los elegidos ante los vecinos en general), de carácter universal, es decir con la participación de todos aquellos que quieren participar en el debate y autoreguladas (el reglamento del presupuesto participativo no es un reglamento otorgado sino que es fruto del debate popular y año tras año se evalúa para mejorarlo).
Pero el OP no es simplemente un técnica de gestión municipal, ni un simple instrumento de acumulación de fuerzas electorales. Para Jorge Almeida : “…tiene la izquierda una asignatura teórico-estratégica pendiente sobre lo que significa concretamente hablar de trasnformación, deconstrucción o ruptura con el Estado burgués y de cómo se puede desarrollar una transición en el sentido de que eso sea la organización del bloque revolucionario emergente, y no una nueva burocracia apartada del pueblo. Definir cómo, en una sociedad, cada vez más compleja, se podría viabilizar una democracia directa, participativa y representativa. Por un lado, como la organización de nuevas esferas públicas, como los consejos del presupuesto participativo y otros más avanzados que lleguen a ser construidos en diversos gobiernos locales puedan servir no sólo como medios de administrar la pobreza de recursos, sino ser efectivos canales para la construción de un nuevo Estado, en la medida en que las fuerzas populares alteren la correlación de fuerzas más globalmente”[14].
.
Democracia representativa versus democracia participativa
Una reflexión europea sobre el OP nos retorna al debate sobre los límites de la democracia representativa y las vías hacia una democracia participativa, que dé protagonsimo a los ciudadanos, que permita la participación permanente, autoorganizada y no tumultuosa de la participación asamblearia primitiva. Muestra que es posible abrir espacios para la socialización de la política, para evitar el secuestro de la soberania popular por parte de los políticos profesionales.
Este es un debate antiguo que se remonta a los propios orígenes de la democracia. Podemos encontrarlo en Grecia. Y conviene aquí recordar que la génesis de la democracia griega no debe ser confundida con la validez universal de algunas de sus propuestas, más allá de la forma histórica que adoptaran. Refiriéndose al arte de los griegos dijo Marx: “pero la dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la epopeya están ligados a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad consiste en comprender que puedan aún proporcionarnos goces artísticos y sean considerados en ciertos aspectos como una norma y un modelo inaccesible”[15]. Así, pues dos mil quiniestos años después de la creación de la democracia griega, lo importante no es pensar cómo se podrían reproducir unas condiciones sociales que dieron lugar a unas formas históricas concretas de la democracia, cosa que además de ucrónica sería seguramente indeseable, sino en qué formas y maneras actuales podrían ser aplicados algunos de los criterios y contenidos de esa democracia que permenecen como valores universales en el avance hacia la socialización y la genericidad humanas.
A pesar de la exclusión de las mujeres, de los esclavos y de los metecos, los criterios y los métodos de la democracia griega, continuan siendo un buen modelo regulador para un proyecto democrático popular en la actualidad. Si queremos pensar el contenido de la democracia griega, deberemos recordar la concepción de Aristóteles sobre la democracia como gobierno de los pobres[16]. Deberemos recordar que los cargos políticos eran considerados una molestia que se trataba de evitar y que para ello muchos de estos cargos eran elegidos por sorteo o eran ejercidos rotativamente. Recordar también la prevención de la ciudadania griega contra el liderismo carismático que se plasmó en la institución del ostracismo [17].
La tradición de la democracia griega o del republicanismo romano encarnó, tras un largo eclipse histórico en la democracia jacobina, que debe ser entendida como proceso que va de bajo a arriba y no al revés, com se ha querido deformar por parte de los historiadores bonapartistas y burgueses. La centralización y el flujo de arriba a bajo es obra de la reacción antidemocrática de Bonaparte y posteriormente del liberalismo, no es una característica del jacobinismo.
Una manipulación similar sufrieron los planteamientos democráticos del Marx de la “Nueva Gazeta Renana”, de la ‘Guerra Civil en Francia’, o del Lenin de “El estado y la revolución” en manos del estalinismo que, con esa manipulación, trató de dotar de cobertura ideológica a la usurpación del poder de los soviets por parte de una burocracia apartada del pueblo.
Retornar a las concepciones de la democracia en Marx, implica, además de acceptar que la complexidad de la gestión de los problemas sociales y políticos actuales implica la necesidad de mediaciones jurídicas, separacion de poderes, instancias globales a nivel estatal e incluso del gobierno mundial de determinados problemas, la necesidad de no olvidar los contenidos, la substáncia de la democracia y la necessidad de anclar la democracia representativa en el terreno real de las necessidades humanas, en base a la reforma y a la socialización de la política y en base a la creación y mantenimiento de una red capilar de mecanismos de democracia directa.
Por su parte, los liberales consideran que la complejidad del estado actual imposibilita la democracia directa. Bobbio ha criticado los referendums y ha señalado la imposibilidad de que las asambleas populares puedan regir los intereses de naciones-estado de millones de miembros. Ha criticado la facilidad con que estas asambleas pueden ser fácil presa de la demagogia y de las personalidades carismáticas. Critica también la revocabilidad de los mandatos por que, dice, es instrumento fácil en manos de los déspotas. También critica el mandato imperativo, con el argumento de que los parlamentarios son representantes de intereses generales y no de intereses sectoriales [18].
Tanto Rousseau como Robespierre y Jefferson habían ya propuesto soluciones que pemitían conjugar ambas formas de democracia. Claro que los tres autores ( demócratas convencidos) estaban a a favor de los intereses de los de abajo. Lejos del despotismo ilustrado ( “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”) estaban por la participación directa del pueblo en la gestión de sus intereses. Por el contrario, tanto Sièyes, como Benjamin Constant, apadrinadores de la democracia representativa, estaban a favor de los de arriba y, lógicamente, defendían formas recortadas de democracia, con el fin de que los de abajo o bien no pudieran participar en la formación de la opinión pública (sufragio censitario) o bien solo pudieran hacerlo en el momento de las elecciones.
La democracia representativa, la delegación del poder, dejada a su desarrollo espontáneo, sin control popular, sin información permanente (la información es el poder), sin intervención y decisión por parte de los ciudadanos, deja progresivamente de ser democracia [recordemos: demos (pueblo), kratos (poder): poder popular]. Se desliza progresivamente hacia el gobierno de una minoría [recordemos: oligo (pocos, pequeño) arjé ( orden)] o sea oligarquía. Este modelo de democracia representativa es el que ha dominado la mayor parte de la modernidad, y ha excluido a la mayoría de la toma de las decisiones.
La experiencia del OP anuncia soluciones concretas y actuales a algunos de estos problemas. Tarso Genro y Ubiratán de Souza, en su libro sobre la experiencia de Porto Alegre, han afirmado: “La experiencia de la ciudad de Porto Alegre con el Presupuesto Participativo es un caso fuera de lo común. No se trató simplemente de ‘incentivar’ la participación popular de forma espontánea, ‘hacer obras’ o simplemente ‘aceitar’ los mecanismos de democracia formal. En realidad, se creó un nuevo centro de decisiones que, junto a los poderes Ejecutivo y Legislativo, democratizaron efectivamente la acción política e integraron a los ciudadanos comunes a un nuevo ‘espacio público’. Este nuevo centro de decisiones, que incidió directamente sobre el tipo y la pertinencia de las inversiones públicas, fue fundamental para generar una distribución de los recursos y contribuir a la socialización de la política. Distribuir los recursos sin socializar la política no representa gran cosa y puede abrir paso a cierto tipo de paternalismo, nocivo para la afirmación de la autonomía de los individuos y de las organizaciones de base de la sociedad. Socializar la política sin tocar los recursos lleva al desaliento sobre la eficacia de la lucha política y al repliegue de la gente al ámbito cada vez más aislado de su vida privada” [19].
Cornelius Castoriadis, cuestionándose el sentido real de la democracia representativa y la ausencia de fundamentos reales de la misma se pregunta: “¿Qué misterio teológico, qué operación alquímica hace que, un domingo cada cinco o siete años, vuestra soberanía se convierta en una fuerza que recorre el país, atraviesa las urnas y sale de ellas entrada la tarde para manifestarse en las pantallas de televisión con el rostro de los ‘representantes del pueblo’ o del representante del pueblo, ese monarca nombrado ‘presidente’ ?” [20]. Efectivamente, la libertad formal, la democracia representativa no és la única expresión posible y necesaria de la democracia. Es preciso complementarla, es preciso que la cogestión permita la participación real, organizada y efectiva de los ciudadanos. Tarso Genro ha señalado al respecto: “El presupuesto participativo hace una crítica práctica de la libertad meramente formal, según la cual el ciudadano vota y vuelve a su casa. Por medio de él los ciudadanos pueden, directa y concretamente, luchar por sus derechos combinando la decisión individual (querer participar) con la participación colectiva (que genera decisiones públicas) ”[21].
Por otro lado, como señala el actual alcalde de Belém do Pará y candidato a la reelección en las elecciones, el 1 de octubre de 2000, Edmilson Rodrigues, el proceso de Presupuesto Participativo, en el caso de Belém, conlleva formas permanentes de control que dan poder efectivo a la población: “De modo que la población está construyendo una forma de control social muy importante y eso es construcción de poder popular, y esto da posibilidades para que el pueblo consciente de su papel como sujeto, rompa con la cultura política de la manipulación, del clientelismo, del asistencialismo…”[22]. Una de las consecuencias importantes y casi inmediatas de la experiencia de democracia participativa, asimismo, añade Edmilson Rodrigues, “es el progresivo aumento de la autoestima de las personas en general y, especialmente, entre las clases sociales más castigadas que van autoreconociéndose como sujetos y protagonistas de la gestión municipal y dueños de su propio futuro”[23].
¿Es posible la democracia participativa en Europa?
Después de estudiar el Reglamento Interno y los criterios y calendarios del Presupuesto Partipativo de Porto Alegre , así como el de Belem do Pará, creemos que se trata de experiencias plenamente aplicables en cualquier municipio de los entornos metropolitanos europeos. No se trata, de copiar mecánicamente nada que provenga de realidades políticas, sociales y culturales diferentes de las nuestras. Seguramente, hacer esto sería abocar al fracaso cualquier experiencia de participación.
Pero los criterios internos y la filosofia que informan estas experiencias si que són plenamente compartibles y aplicables. Naturalmente, en nuestro caso se trata de elaborar un planteamiento adecuado a nuestras ciudades. Y se trata de hacerlo sin prisas pero sin pausas. La realidad económica y social de las áreas metropolitanas europeas, su futuro como ciudades en el contexto de la mundialización, no podrá ser gestionado por los “políticos” sin participación popular, sin democracia directa. Mecanismos como el Presupuesto Participativo serán capaces de conseguir una socialización de la política capaz de articular un proyecto de transformación social.
(*) Joan Tafalla es portavoz del grupo de l’ Esquerra Alternativa ( AEB, EUIA y El Verds) en el ayuntamiento de Badia. José Valenzuela es periodista y colaborador en el ámbito de Relaciones Internacionales con el gabinete del Prefeito de Belem do Parà en el Brasil; trabaja en la entidad “Informações, Intercâmbios, Estudos e Pesquisas” (IIEP), de São Paulo, que asesora sobre Relaciones Internacionales al Gobierno Democrático y Popular de Río Grande del Sur, entre otras instituciones y organizaciones.
[1] Para una historia del PT se puede consultar, entre un vastísimo elenco de posibilidades, los siguientes materiales: Marta Harnecker “El sueño era posible”, Editorial Cultura Popular, La Habana, 1994; Moacir Gadotti, Otaviano Pereira “Para que PT. Origem, projeto e consolidaçao do Partido dos Trabalhadores”, Cortez Editora, Sao Paulo, 1989.
[2]“Resoluçoes de Encontros e Congresos. 1979-1998. Partido dos trabalhadores”. Editora Fundaçao Perseu Abramo, Sao Paulo, 1998. Pag. 54.
[3] Libro citado, pags. 66 y 67.
[5] “PT.Um projeto para o Brasil. Seminario realizado em Saò Paulo nos dias 15 e 16 de abril de 1989”, Editoria brasiliense, Sào Paulo, 1989. Pag. 11.
[6] Libro citado, pag. 15
[7] Tarso Genro: Abogado y miembro del Directorio Nacional del PT. Fue prefeito de Porto Alegre entre 1993 y 1996, diputado federal entre 1989 y 1990 y viceprefeito de Porto Alegre entre 1989 y 1992. Libro citado, pag. 48.
[8] Libro citado, pag. 49.
[9] Libro citado, pag. 54.
[10] Libro citado, pag.54.
[11] Libro citado pag. 55.
[12] Cifras extraidas de Javier Goldin. “Presupuesto participativo, la experiencia de Porto Alegre. Cuaderno de trabajo nº 11. Instituto bonaerense de análisis y proyectos. Documento fotocopiado.
[13] Bernard Cassen, “Anatomie d’un pouvoir populaire”. Manière de voir. Le Monde Diplomatique, agosto de 1998.
[14] Jorge Almeida, “O Manifesto e o debate estratégico atual” en “150 anos de Manifesto Comunista”, Jorge Almeida e Vitoria Cancelli, organizadores. Secretaria nacional de Formaçao Política do Partido dos Trabalhadores, Xamà Editora, Sao Paulo, 1989.
[15] Carlos Marx. Introducción general a la crítica de la economía Política (1857). Miguel Castellote editor, Madrid, 1976.
[16] Aristóteles, Política, Libro Tercero, Capítulos VII y VIII. Alianza Editorial, Madrid, 1993. Pags.120 a 122.
[17] Aristóteles Constitución de los atenienses. Editorial Gredos, Madrid 1984.
[18] Perry Anderson “Norberto Bobbio e il socialismo liberale” en AAVV. “Il socialismo liberale” l’Unità, 1989, p.40 y 41.
[19] Tarso Genro y Ubiratán de Souza, en “Prespuesto Participativo. La experiencia de Porto Alegre”. Ed. Trilce, Montevideo, 1999.
[20] Cornelius Castoriadis, “El ascenso de la insignificancia”. Frónesis, Ediciones Cátedra, Universitat de València. Madrid, 1998.
[21] Libro citado, pag. 256.
[22] Entrevista con Edmilson Rodrigues, por Pep valenzuela, en Mundo Obrero, número especial elecciones 12 de marzo, 1999
[23] Entrevista citada.
©EspaiMarx 2000 Artículo incorporado el 12 Noviembre, 2000