Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Salvar al planeta al estilo americano: una revisión crítica y algunos pensamientos e ideas

Saral Sarkar

El planeta Tierra, nuestro hábitat, está en graves aprietos. Y nuestro mundo está sufriendo por varias crisis, conflictos y problemas. No hay prácticamente ningún signo de que se esté haciendo algo serio para resolver estos problemas.

Unos estadounidenses -no funcionarios gubernamentales, no peces gordos de la empresa sino activistas de la sociedad civil- han dado ahora un paso al frente para salvar la Tierra y, junto con ella, al mundo. Solo este país, parecen suponer, puede hacer algo realmente para llevar a cabo esta tarea -gracias a su enorme poder militar y económico-. No solo han hablado en general de soluciones, también han elaborado planes de acción más o menos detallados y aparentemente bien fundados. Los planes están siendo ahora discutidos con seriedad y amplitud. Proceden de la sociedad civil. También se les puede llamar grupos desde la base, aunque son tan grandes y tienen tantos recursos que podrían ser comparados con grandes organizaciones de cabildeo (lobbies) que tienen acceso a los poderes realmente existentes, esto es, no se puede sospechar que tengan una agenda oculta. Acabo de leer dos de estos planes y dos papeles de trabajo1,2,3,4. Uno de los planes, titulado Un mundo en guerra, procede de Bill McKibben,1 fundador del grupo 350.org, que fue el organizador principal de la enorme manifestación en Nueva York de septiembre de 2014. McKibben fue uno de los miembros del comité que propuso (siendo adaptada más tarde) la plataforma del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de este año en los EEUU. Discutiré primero este plan puesto que toda la discusión empezó con él. La Movilización Por el Clima (abreviado TCM por sus siglas en inglés, The Climate Mobilization)2, para la que Ezra Silk preparó un primer borrador de una acción detallada, sigue en líneas generales la idea principal de McKibben.

Análisis erróneo / Etiología errónea

McKibben compara todo el esfuerzo que él pide con un esfuerzo de «guerra», con la enorme movilización militar e industrial estadounidense durante la IIª Guerra Mundial. ¡Pero no puedes luchar una guerra sin conocer a tu enemigo! Aquí comete McKibben el gran error inicial en el análisis, aunque «guerra» es aquí solo una metáfora. El enemigo, piensa él, es el cambio climático. Se imagina a este enemigo cometiendo una enorme agresión contra nosotros, el mundo, como si tuviese algún tipo de voluntad satánica. Una vez lo define como un «enemigo tan poderoso e inexorable como las leyes de la física».

Nada puede ser más absurdo que este análisis de la situación. Cualquier persona con un poco de sentido común, incluido McKibben, sabe que el cambio climático es simplemente el resultado de algo más. Por supuesto, los acontecimientos climáticos extremos que están sucediendo con tanta frecuencia están causados principalmente por el cambio climático, que a su vez está siendo causado por el calentamiento global. Pero incluso el calentamiento global no es el «enemigo» definitivo. Sabemos hoy que es producido por el hombre. Durante un momento McKibben también reconoció su error. Él mismo menciona en una media frase «nuestros insaciables deseos como consumidores», pero no consigue dejarlo claro como diagnóstico correcto de la enfermedad.

Todo esto no debería en realidad sorprendernos. Ya en el siglo XIX Friederich Engels cometió un error parecido. Escribió: «… nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Por cada victoria, la naturaleza se toma venganza sobre nosotros»5, como si la naturaleza fuese un ser vivo con el rasgo de carácter antropomórfico de enfadarse y tomar venganza cuando es herida por algún enemigo. James Lovelock, en cambio, quien comparaba la naturaleza con la antigua diosa griega Gaia, escribió: «Puede que este sarpullido ardiente de nuestra tecnología se probará finalmente destructivo y doloroso para nuestra propia especie, pero las pruebas para aceptar que las actividades industriales incluso en su nivel actual o en el inmediato futuro puedan poner en peligro la vida en Gaia como totalidad son en realidad muy débiles»6. En otras palabras, la teoría de Lovelock dice que a Gaia le preocupa solo la existencia continuada de la vida sobre la Tierra. Se asegurará de ello. Pero si en la futura biosfera los humanos todavía tendrán un lugar o no, no es de su incumbencia. Su indiferencia con nuestro destino nos puede entristecer, pero no hay una buena razón para pensar en nuestra respuesta al cambio climático en términos de una Tercera Guerra Mundial como hace McKibben.

Estrategia errónea / Errónea prescripción

Podemos permitir a McKibben su metáfora de la guerra como una licencia poética. Pero si un general hace un análisis equivocado de la situación de la guerra o, dicho en la jerga de la ciencia médica aplicada, si el diagnóstico está equivocado, la estrategia de la medicina recetada puede hacer más daño que bien. La receta de McKibben, la dosis enorme de la medicina equivocada, una enorme movilización para la «Tercera Guerra Mundial» en la que el cambio climático está supuestamente entrando con nosotros, es en realidad injustificada. McKibben hubiera podido recetar una medicina mucho más suave y más efectiva (una estrategia más simple) para curar el «sarpullido ardiente», esto es, el calentamiento global, si hubiese basado su receta en su análisis más correcto (o diagnóstico), es decir, en su propia media frase «nuestros insaciables deseos como consumidores».

Cualquier izquierdista de cualquier tipo hablaría del deseo insaciable de los capitalistas por el beneficio y la acumulación de capital como la causa principal de nuestros problemas. Nos llamaría a entrar en lucha de clases. El diagnóstico de Engels, sin embargo, era mucho mejor, más completo. Él hablaba de «nosotros» y «nuestras victorias humanas [tecnológicas] sobre la naturaleza» como la causa que provocaba la venganza de la naturaleza. Pero este sabio del siglo XIX, un siglo ansioso de optimismo científico y tecnológico, no podía sino pensar en otra medicina que el mismo veneno que causaba la enfermedad en primer lugar. Escribió:

«todo nuestro dominio [sobre la naturaleza] consiste en que tenemos la ventaja sobre todas las demás criaturas de poder aprender sus leyes y aplicarlas correctamente. Y, de hecho,… tras los poderosos avances hechos por las ciencias naturales en el presente siglo, estamos más que nunca en posición de comprender y por lo tanto controlar incluso las consecuencias naturales más remotas de nuestras actividades productivas diarias.»5

McKibben forma parte del campo de Bernie Sanders, quien con valentía y abiertamente se autodenominó socialista democrático. Pero él, como Sanders, no quiere condenar, y mucho menos luchar abiertamente contra el capitalismo, como hizo Engels. Él sin embargo acepta la otra idea de Engels citada aquí y lucha solamente contra el cambio climático mediante medios tecnológicos. Cegados por el optimismo, esta gente cree que una transición del 100 por cien a energías renovables es posible. Dicen que necesitamos más tecnología, no menos; afirman que podemos superar todas las crisis y problemas de la humanidad mediante la tecnología. Yo ya oí en 1984 que el problema de la intermitencia y almacenamiento de las energías renovables se había solucionado, en concreto mediante el hidrógeno líquido.

Viabilidad y factibilidad

Basándose en cálculos de algunos científicos e ingenieros estadounidenses, McKibben muestra que sería necesario un enorme esfuerzo para cumplir una transición energética completa en los EEUU para 2050. Sería parecida a toda la movilización industrial en los EEUU que fue necesaria para ganar la IIª Guerra Mundial. Escribe: «…necesitaríamos construir una burrada de fábricas para terminar miles de hectáreas de paneles solares, y turbinas eólicas del tamaño de campos de fútbol, y millones y millones de coches y autobuses eléctricos. Daivd Roberts3 lo expresa brillantemente:

«Bueno, echemos un vistazo a la gigafábrica de Solar City,… Será la mayor instalación fabril solar… cubriendo 27 acres, capaz de producir en serie 10.000 paneles solares al día -equivalentes a un gigawatt al año-. En la cúspide de su transición a AAS [aire, agua, solar], los EEUU tendrían que construir unas 30 gigafábricas al año dedicadas a paneles solares y otras 15 al año para turbinas eólicas. Eso es, 45 de las mayores fábricas nunca construidas, cada año. Esto es [incluso para un estadounidense] un ritmo alucinante de construcción…»

Roberts comenta: «Significaría construir una enorme cantidad de mierda». Estoy de acuerdo, de hecho, también tendría como resultado producir una cantidad enorme de mierda cada día. Piénsese en el impacto ecológico de todo ello. Y como McKibben, supongo, es un internacionalista, un tipo de transición similar a una «energía limpia» 100 por cien debería tener lugar también al menos en todos los países del G20. Esto es una obligación, porque una transición solo en los EEUU no sería suficiente para ganar la «guerra» contra el cambio climático.

Pensemos ahora en la cantidad de recursos materiales no renovables que habría que extraer de la tierra para llevar a cabo esta movilización, además de la cantidad que ya se ha extraído, quemado y gastado. Pensemos en las heridas sin árboles en la superficie de la tierra y los agujeros que las actividades mineras dejarían atrás, además de las que el planeta ya tiene. Pensemos también en la cantidad de producción de desechos colateral, además de los que ya se han producido. ¡Y pensemos en el número y áreas adicionales de vertederos a los que enviarlos! ¿No se convertiría más bien en el infierno en la Tierra?

Recordemos que todas las máquinas y todos los productos se desgastan y tienen una vida útil limitada. Es igualmente cierto para los paneles, las turbinas eólicas y las máquinas con las que los hacemos. Tienen que ser reemplazados, más pronto o más tarde, hasta los edificios fabriles. Recordemos también que los materiales inorgánicos no renovables no se pueden reciclar completamente, porque la ley de la entropía se aplica también a estos materiales. Como muchos en el movimiento ecologista han estado diciendo desde hace ya bastantes años, si esto fuese así, los humanos necesitaríamos pronto al menos dos planetas más -uno como nuestra base de recursos y el otro como nuestro vertedero-. Bromas aparte, una economía industrial como la que ve McKibben, incluso si de alguna manera pudiese llegar a existir, no sería viable. Pronto colapsaría.

Me pregunto por qué McKibben no pudo pensar en todo esto mientras lanzaba su llamamiento a una movilización industrial parecida a la de la IIª Guerra Mundial. Después de todo, es seguro que sabe lo suficiente sobre el verdadero proceso de producción en la era industrial, que no es un proceso cíclico sino linear continuo, que empieza con la extracción de recursos y termina con desechos en vertederos o en la atmósfera o las aguas, mientras que entre medio (si tenemos suerte) nos da a los consumidores alguna satisfacción y cubre alguna de nuestras necesidades básicas y no básicas materiales e inmateriales. Después de todo, él es el autor de un libro famoso que leí en los 80, El fin de la naturaleza,7 en el que toma una posición contra el antropocentrismo, que consideraba ser la raíz de todos los males. Pero en este ensayo muestra un pensamiento antropocéntrico -peor, EEUUcéntrico-. Porque lo que puede ser posible en los enormes EEUU, el poder económico y militar más fuerte del mundo hoy, simplemente no es posible en, digamos, India con sus 1.250 millones de personas apretados en un área que es un tercio de la de los EEUU.

TRE / Energía neta

Hay tres razones más por las que creo que una economía industrial como la de los EEUU de hoy impulsada únicamente por las llamadas energías limpias renovables -si la idea puede materializarse en absoluto- no estaría ni libre de emisiones de CO2, ni libre de contaminación en general, ni sería sostenible. He publicado en el pasado varios textos presentando mis razones para pensar así.8 Por tanto no hace falta repetirlos completamente. He aquí solo unos muy breves puntos esenciales de mi argumentación:

(1) Las «energías limpias» (principalmente electricidad, pero también biocombustibles) pueden ser un poco más limpias que la energía procedente de fuentes combustibles fósiles, pero no son un 100 por cien libres de emisiones y contaminación. Porque todos los equipamientos -paneles solares, turbinas eólicas, cables, etc., etc.- usados en cualquier etapa del proceso de generación y distribución de «energías limpias», de hecho de cualquier tipo de energía, se fabrican mediante máquinas y fábricas que funcionan principalmente (aunque no únicamente) con energía basada en el carbón o energía nuclear, que emiten CO2 y partículas radioactivas respectivamente.

(2) Todos los protagonistas del 100 por 100 «energía limpia» asumen simplemente que las plantas de energía solar y energía eólica proporcionan una cantidad de energía neta -es decir, un excedente sobre la cantidad total de energía que fue consumida para fabricarlas y construirlas- que justifica su despliegue comercial. En otras palabras, su TRE (Tasa de Retorno Energético) es lo suficientemente positiva. Pero hay dudas considerables sobre eso. Volveré sobre este punto una vez más abajo.

(3) Simplemente ignoran la diferencia, señalada por primera vez en 1978 por Nicholas Georgescu-Roegen9, entre factibilidad y viabilidad. Él mantuvo hasta 1994, el año en que falleció, que la tecnología solar-electricidad era por supuesto factible, pero no viable. También el Plan de la Victoria de la TCM, a pesar de sus otros méritos, contiene estos dos últimos errores. Volveré sobre este punto más abajo.

Méritos y debilidades del Plan de la Victora del TCM

El plan de acción de McKibben parece perseguir solamente un objetivo, reemplazar, de alguna manera y tan pronto como sea posible, los combustibles fósiles con renovables. Parece pensar que una vez conseguido este objetivo todos los otros grandes problemas de la Tierra y el mundo (crisis económica, desempleo, contaminación, etc.) desaparecerían casi automáticamente, aunque gradualmente. Al mismo tiempo, la TCM ha comprendido que eso no sería suficiente. Quiere por tanto, adicionalmente, perseguir un amplio rango de otros objetivos concretos, igualmente importantes: por ejemplo, eliminar gradualmente coches y camiones y reemplazarlos con un sistema de transporte público, restringir la aviación, disminuir la pesca comercial, cortar la producción y consumo de carne y productos lácteos, etc.

El de McKibben es de hecho un enorme plan keynesiano que no solo ganaría la «guerra» contra el cambio climático sino que también, adicionalmente, funcionaría como una enorme máquina creadora de crecimiento, trabajos e ingresos. Tales ideas habían sido anteriormente presentadas por otros bajo nombres como ecokeynesianismo, ecocapitalismo, crecimiento verde, New Deal verde y economía verde.10 Como oponiéndose a eso, la TCM parece haber comprendido el enorme montón de mierda que produciría un plan así. Su Plan de la Victoria es en realidad uno de bajada de la producción en general, de «decrecimiento» por así decir y detención y marcha atrás del crecimiento de la población que termina pidiendo que la mitad de la tierra/EEUU fuese reservada para objetivos de conservación.

Tanto McKibben como la TCM piden que el estado intervenga en la economía para motivar o forzar a los actores económicos (especialmente las empresas) a hacer lo que sea necesario para salvar el planeta. El ecokeynesianismo del plan de acción de McKibben no necesita cuestionar el capitalismo. Pero me pregunto cómo el plan de la TCM, que es de hecho equivalente a imponer una recesión a nivel mundial, puede ser compatible con el capitalismo con su compulsión hacia el crecimiento. El plan hasta se plantea el racionamiento de todos los productos y servicios que emitan gases de efecto invernadero para asegurar mayor igualdad. Esto no está lejos de la planificación. ¿Por qué no llama este grupo a su plan uno a favor del ecosocialismo en los Estados Unidos? Por supuesto, sé que es muy difícil decir esto en los Estados Unidos.

Los lectores de mis escritos adivinarán seguramente que simpatizo mucho con el plan de la TCM. Esta es también la razón por la que mi amigo ecosocialista Kamran Nayeri simpatiza con él y lo llama un «logro» en el movimiento para salvar el planeta.4 Sin embargo, hay dos debilidades en el Plan de la Victoria de la TCM. Una es la que acabo de mencionar arriba, concretamente que no se puede llevar a cabo sin abandonar el capitalismo, un llamamiento que no he visto en las 110 páginas (¿o lo he pasado por alto, o está solo insinuado?). La otra es que todo el plan, como el de McKibben, está basado en el supuesto de que hacer funcionar toda la economía americano-estadounidense usando solo «energías renovables» «limpias» es no solo factible sino viable.

En el Plan de la Victoria de la TCM, este supuesto se basa en el último libro de Richard Heinberg, escrito conjuntamente con David Fridley,11 en el que los dos autores aseguran que han sacado sus conclusiones tras estudiar un gran número de los últimos estudios sobre la materia. Yo había aprendido el término TRE de uno de los primeros libros de Heinberg, La fiesta ha terminado (2003)12. En ese libro citaba él dos tablas que mostraban diferentes estimaciones de TREs de varias fuentes de energía en conexión con las respectivas tecnologías. En su último libro, Heinberg y Fridley escriben:

«Desgraciadamente, la literatura sobre energía neta o TRE es contradictoria porque los investigadores no han sido capaces hasta ahora de ponerse de acuerdo en un conjunto común de límites de sistema. Por lo tanto dos analistas podrían calcular tasas muy diferentes de TRE para la misma fuente de energía. Esto no anula totalmente la utilidad del AEN [análisis de energía neta]. Simplemente nos obliga a usarlo con precaución al comparar los descubrimientos de diferentes estudios.»11

Esto significa aún hoy que uno no puede citar una determinada cifra y asegurar con algún grado de certeza que esta es ahora la TRE de la energía solar.

También Ugo Bardi13, (no estadounidense sino) un científico europeo y miembro del Club de Roma, muestra en su artículo publicado en mayo de 2016 cuánta incertidumbre existe todavía sobre esta materia. Bardi, un protagonista de la energía solar fotovoltáica, usaba una pregunta en lugar de una oración como título de su artículo: ¿»Pero cuál es el retorno REAL de energía de la energía fotovoltáica?». Pido a mis lectores que lean especialmente los comentarios y respuestas a su artículo que principalmente (pero no solo) proceden de investigadores trabajando sobre esta cuestión. Los lectores verán entonces cuántos de ellos mantienen el punto de vista de que es negativa.

En su libro de 2003, Heinberg (2003: 152f) citaba dos estudios. Uno del año 1984 en el que Cleveland et al. estimaban la TRE de las fotovoltáicas entre 1,7 y 10.0. Doce años más tarde, en 1996, Howard Odum estimaba que era solo 0,41, esto es, negativa. Heinberg escribía en relación a esto: «El tiempo es relevante en los estudios de la TRE porque el rendimiento de energía neta para una fuente de energía dada puede cambiar con la introducción de mejoras tecnológicas o el agotamiento de un recurso base» (ibid.). En el caso de la energía solar, su recurso base, es decir la radiación solar, no ha sufrido ningún agotamiento en los dichos 12 años. Y presumiblemente ambos estudios se hicieron en la parte continental de los EEUU, en localizaciones medias (no una en el Valle de la Muerte y la otra en la Vertiente Norte de Alaska). Luego, si podemos suponer lógicamente que en esos doce años la tecnología fotovoltáica ha sufrido algunas mejoras tecnológicas, entonces la TRE de la tecnología fotovoltáica deberá en realidad haber mejorado en lugar de haberse deteriorado durante ese periodo (como muestra la cifra de Odum). Sea como sea, el punto que quiero señalar es que ha sido muy imprudente por parte de McKibben, la TCM y Heinberg mismo basar sus planes para salvar el planeta en datos inciertos de literatura «contradictoria». Para terminar, creo que sencillamente no es posible responder directamente a esta cuestión recabando datos. Uno tiene que recurrir al razonamiento indirecto, como he hecho en mis escritos sobre este tema.14 Yo por mi parte creo que las TREs de las tecnologías de energías renovables, excepto las centrales hidroeléctricas, son negativas y en general se están haciendo aún más negativas porque todos los recursos necesarios para fabricar y/o construir todos los equipamientos y plantas necesarios o relevantes para estas tecnologías no son renovables y están siendo agotados de forma continua o han de ser extraídos de terrenos (minas) cada vez más remotos y cada vez más difíciles, lo que supone cada vez mayor inversión de energía.

Otra pregunta que los protagonistas de la energía solar (en general, de las energías renovables) evitan hacer es la cuestión de la viabilidad de estas tecnologías energéticas. Esta pregunta, como se ha citado arriba, fue planteada por primera vez por Georgescu-Roegen en su texto de 1978 citado más arriba.9 En 2016, 38 años más tarde, sigue sin ser respondida. Pero no ha sido olvidada. En la discusión que siguió al artículo de Ugo Bardi citado más arriba uno de los participantes, usando el seudónimo «foodstuff» planteó de forma impaciente la misma cuestión con un lenguaje mucho más simple:

«Todavía quiero saber si lo siguiente se puede hacer y la TRE citada lo incluye todo (mas demandas extra de energía en las que no he pensado):

1. Extraer de las minas las materias primas usando equipamiento que funcione con paneles solares.

2. Transportar y convertir menas de metal, por ejemplo bauxita-aluminio, usando equipamiento que funcione con paneles solares y en una fábrica construida usando la energía de paneles solares.

3. Hacer los paneles finalizados en una fábrica que funcione con paneles solares, incluyendo la construcción y mantenimiento de la fábrica.

4. Transportar, instalar y mantener los paneles solares usando equipamiento que funcione con paneles solares.

Todo esto se hace actualmente [principalmente] con la energía de combustibles fósiles. ¿Cómo se hará cuando ya no estén?»

Pido a McKibben, TCM, Heinberg y Friedley que contesten por favor estas preguntas. Mi respuesta es No. Si no pueden responder Sí, esto significaría que su visión de una sociedad industrial basada en un «100 por cien de energía limpia renovable» es un 100 por cien ilusión, incluso en la sociedad industrial a escala reducida de la TCM.

Creo que el Plan de la Victoria de la TCM tiene otra debilidad: envía mensajes mezclados o contradictorios. De otra forma, ¿cómo podría Paul Gilding15, antiguo director ejecutivo de Green Peace Internacional, escribir en su prólogo al Plan de la Victoria de Ezra Silk?:

«[En una situación de] crisis económica y social [y]… desesperación, una movilización climática de este tipo podría dar como resultado [entre otras cosas]… enormes beneficios económicos… innovación, tecnología y una masiva creación de empleo … mucha mejor calidad de vida … oportunidades de negocio [etc.]….

Haría que nuestros costes energéticos fuesen más bajos y el suministro más seguro… más gente empleada. [En una situación en la que] la economía global está en profundos y graves problemas [en la que] el crecimiento… se está parando en seco, [en la que] la desigualdad y la falta de progresos de la clase media occidental ha creado las bases para el extremismo político, la xenofobia y el aislacionismo… traído fenómenos como Trump, Brexit… movimientos que amenazan aún más la economía global, [podría ser una] movilización para salvar la economía». [Esta cita ha sido reconstruida parcialmente por mí. Mis inserciones van entre corchetes].

Conclusiones:

El otro «Plan» y el otro camino

¿Es posible cualquier otro plan para salvar el planeta?, se podría preguntar uno. Es posible, pero seguramente no sería muy popular entre los estadounidenses de hoy. Es posible si aceptamos el otro diagnóstico de McKibben, es decir, que «nuestros insaciables deseos como consumidores» son la causa del cambio climático y si aceptamos este axioma, como lo he formulado en un blog anterior16, que las causas reales y profundas de muchos de nuestros males son las «necesidades», aspiraciones y ambiciones en continuo crecimiento de una población mundial en continuo crecimiento, mientras nuestra base de recursos está en continua disminución y la capacidad de la naturaleza de absorber la contaminación creada por el hombre está en continua disminución – en resumen, la idea loca de que en un mundo infinito el crecimiento infinito es posible.

De ahí se sigue que el espíritu del otro plan que podría quizá salvar al planeta debe ser lo completamente opuesto al gigantismo y optimismo tecnológico ilimitado de McKibben y Co, esto es, la creencia de que todo es factible, de que también podemos construir una colonia en la Luna, etc. que son ellas mismas enfermedades, no remedios.

La TCM (con Heinberg y Fridley) han descartado planes gigantescos para parar el cambio climático. Pero también ha ofrecido solo media solución. Sigue buscando una solución de alta tecnología al problema energético, concretamente las «energías limpias renovables». Necesitamos por tanto primero un antídoto a estas típicas enfermedades estadounidenses que fue ofrecido hace mucho tiempo por Fritz Schumacher con su eslogan «lo pequeño es hermoso». Escribió: «Cualquier loco inteligente puede hacer cosas mayores, más complejas y más violentas. Hace falta un toque de genio y mucho valor para moverse en la dirección opuesta.»17 Sin embargo, lo último que he leído de Heinberg apunta en la dirección correcta. Parece haber vuelto a su antiguo sano escepticismo. En un artículo publicado en septiembre de 201618, escribe:

«Hemos llegado a la conclusión de que, mientras en teoría puede ser posible construir suficiente capacidad de suministro solar y eólico para sustituir las actuales fuentes de energía fósiles, buena parte de la actual infraestructura de uso (para transporte, agricultura y procesos industriales) será difícil y caro adaptarla usando electricidad renovable. Frente a estos y otros retos relacionados, sugerimos que probablemente no será posible mantener una economía de crecimiento orientada al consumo en el futuro post-fósil y que sería mejor que todos tuviésemos como objetivo la transición a una economía conservadora más sencilla y más localizada«.

Para una transición así una movilización del tipo de la de la Segunda Guerra Mundial à la McKibben no es necesaria. En realidad no estamos en absoluto en guerra. Y si no podemos sino utilizar la metáfora de la guerra, entonces somos nosotros los agresores, nosotros somos el enemigo de la naturaleza. Por tanto la primera tarea en el camino a esta transición es terminar con nuestra agresión. Necesitamos entonces solamente retirarnos y no seguir la agresión con otras armas.19 No necesitamos por tanto construir mucho, pero necesitamos desmantelar mucho. Por encima de todo, particularmente los estadounidenses y sus fans e imitadores en el resto del mundo necesitan desmantelar su modo de vida estadounidense.

Antes de que la sociedad, el estado, los poderes realmente existentes den el primer paso hacia atrás nosotros, los activistas ecológicos-políticos tendremos que hacer mucho trabajo, principalmente educativo. En el presente al menos, no podemos obligar a nadie a hacer nada. Pero tampoco hay obstáculos al trabajo educativo. Todo lo demás -electoralismo, manifestaciones, cabildeo, trabajo de partido, establecer ejemplos personales, escribir, dar charlas, etc.- se puede usar para convencer y persuadir a la gente y los poderes realmente existentes.

Uno de los objetivos del Plan de la Victoria de la TCM es detener y dar marcha atrás al crecimiento de la población mundial. Este debería ser el primer punto por el que debería empezar la transición. Porque, como escribió Paul Ehrlich para señalar su vital importancia, «Cualquiera que sea tu causa, es una causa perdida a menos que controlemos [el crecimiento de] la población».20 Todos los problemas que tiene la naturaleza con nosotros, así como todos los problemas de nuestra propia sociedad humana se agravan a medida que la población crece. Hay también dos ventajas en empezar por este punto: es fácil persuadir a los poderes realmente existentes en hacer algo a este respecto. Y es fácil persuadir a la gente en los grupos con menores ingresos que sus condiciones de vida mejorarían inmediatamente si limitan el número de hijos a dos.21 Además, habría aquí menos resistencia de las clases dirigentes y de los países imperialistas. Así que aquí podemos conseguir nuestros primeros éxitos.

Creo que en este momento «otro plan» elaborado y detallado como el de la TCM no es posible ni necesario. Podemos sin embargo empezar con lo que es inmediatamente posible.

Traducción: Carlos Valmaseda

Fuente: http://eco-socialist.blogspot.com.es/2016/10/saving-planet-american-style-critical_7.html

Referencias:

1. McKibben, Bill (2016): A World at War http://forhumanliberation.blogspot.de/2016/08/2418-bill-mckibben-world-at-war.html

2. Salomon, Margaret Klein (2016): The Climate Mobilization Action Program: Victory Plan (Esto es solo un prefacio. El vínculo al documento de 110 páginas escrito por Ezra Silk se da al final de este texto) http://forhumanliberation.blogspot.de/2016/08/2417-climate-mobilization-action.html

3. Roberts, David (2016): Climate Justice Policy and the Metaphor of War http://forhumanliberation.blogspot.de/2016/08/2419-climate-justice-policy-and.html

4. Nayeri Kamran (2016):»Making Progress: A Critical Assessment of Climate Action Plans by Bill McKibben and The Climate Mobilization». http://forhumanliberation.blogspot.de/2016/09/2431-making-progress-critical.html

5. Marx, Karl & Engels, Friedrich (1976) Selected Works (in 3 volumes) Vol. 3, Moscow. P. 36.

6. Lovelock, James (1987) Gaia –A New Look at Life on Earth, Oxford and New York. P. 10.

7. McKibben, Bill (2006) End of Nature. USA (?): Random House.

8. Artículos de Sarkar: (a) Capítulo 4 de: Saral Sarkar (1999) Eco-Socialism or Eco-Capitalism?. London: Zed. (b) http://eco-socialist.blogspot.de/2014/04/krugmans-illusion-we-becoming-richer.html (c) http://eco-socialist.blogspot.de/2016/06/once-more-on-viability-of-renewable_11.html

9. Georgescu-Roegen, Nicholas (1978): «Technology Assessment. The Case of the Direct Use of Solar Energy»; http://www.peakoilindia.org/wp-content/uploads/2013/10/Georgescu-Roegen-The-Case-of-the-Direct-Use-of-Solar-Energy.pdf

10. Para una crítica de estas ideas véase Sarkar (1999) Eco-Socialism or Eco-Capitalism?. London: Zed Books.

11. Heinberg, Richard and Fridley, David (2016) Our Renewable Future http://ourrenewablefuture.org/

12. Heinberg, Richard (2003) The Party’s Over – Oil, War and the Fate of Industrial Societies. Forest Row: Clairview.

13. Bardi, Ugo (2016)»But what’s the REAL energy return of photovoltaic energy?» in Cassandra’s Legacy (online). http://cassandralegacy.blogspot.de/2016/05/but-whats-real-energy-return-of.html

14. Escritos de Sarkar sobre la TRE (véase nota 8)

15. Gilding, Paul (2016) Prólogo a Silk, Ezra (2016) The Climate Mobilization Action Program: Victory Plan (vease nota 2)

16. Sarkar, Saral (2016): «A Historic Event or a Fraud?» http://eco-socialist.blogspot.de/2016/01/a-historic-event-or-fraud-critical.html

17. Schumacher, E.F. (August 1973)»Small is Beautiful», an essay, in The Radical Humanist, Vol. 37, No. 5, p. 22

18. Heinberg, Richard (2016) «Exploring the Gap Between Business-As-Usual and Utter Doom». http://www.countercurrents.org/2016/09/21/exploring-the-gap-between-business-as-usual-and-utter-doom/

19. Sunzi fue un antiguo autor chino (2500 A.C.) sobre estrategias militares. Escribió entre otras cosas: «Verdaderamente, gana quien no lucha», (cita de Wikiquotes)

20. Ehrlich, Paul (citado en Weissman). Weissman, Steve (1971) «Forward» (en Meek 1971). Meek, Ronald. L (1971) Marx and Engels on the Population Bomb, Berkeley.

21. Sarkar, Saral (1993) «Polemics is Useless – A Proposal for an Eco-Socialist Synthesis in the Overpopulation Dispute». http://eco-socialist.blogspot.de/2012/08/polemics-is-useless-proposal-for-eco.html

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