O nos oponemos al euro o el euro se volverá contra nosotros
Frank Futselaar
En nombre del Partido Socialista deseo expresar mi agradecimiento por la invitación a esta importante conferencia. Es de una gran significación, ya que el euro y la y los problemas vinculados a la política actual de la UE afectan a todos los países. Por esta razón deben confluir los partidos de izquierda europeos, para buscar alternativas comunes a la actual crisis monetaria. En Los Países Bajos tendrán lugar en marzo las elecciones generales. Por eso el futuro del euro es un tema importantísimo para la política holandesa.
El Partido Socialista opina que el euro, en su forma actual no puede sostenerse. Esto nos deja, por una parte, a merced de la inacabable crisis de la deuda, pero también con la enorme desigualdad de la Eurozona. Desde nuestra perspectiva debemos decidirnos por una supresión controlada del euro o por su colapso incontrolado.
La concepción de la insostenibilidad del euro no es nueva ni original: algunos economistas representan esta opinión desde el inicio del euro. Recientemente se ha manifestado en este sentido el Premio Nobel Joseph Stiglitz. Nuevamente experimentamos como los bancos funcionan en medio de dificultades: no sólo la Banca Monte dei Paschi de Siena, también el tan orgulloso Deutsche Bank amenazan de nuevo con precipitar en el abismo a nuestro sistema económico; y sabemos que hay que hacer algo.
Casi todo lo que se ha hecho, sólo ha exacerbado el daño. Hasta ahora los bancos europeos han sido siempre rescatados – con enormes costes para la deuda pública. Debido a la ideología austeritaria dominante en Europa los costes los han tenido que soportar sus ciudadanos. Esto tiene consecuencias devastadoras para la economía de los estados miembro y, peor todavía, grandes dificultades para los pueblos. Podemos observar esa situación en muchos países de la UE, sobre todo, por supuesto, en Grecia, donde las exigencias de la Troika han obligado a un número increíble de recortes de servicios básicos estatales.
¿Cómo enfrentamos esta miseria? Entretanto la deuda pública griega asciende a casi el 180% del PIB. Creo que nadie en pleno goce de sus facultades espera que esa deuda pueda llegar alguna vez a pagarse. Hace años que tendríamos que haber comenzado a tratar la cuestión del desendeudamiento. Pero los gobiernos europeos, especialmente el alemán y el holandés, se mantienen firmes en la mentira de que Grecia pagará sus deudas –en función de cínicas razones de política interna.
Sin embargo, el problema central del euro es el del superávit y déficit comercial. El superávit comercial de los países del norte de Europa frente a los países del sur es gigantesco. Expresado simplemente: el valor del euro es tan elevado que las economías nacionales sureñas no pueden competir. Eso significa que las empresas exportadoras del norte de Europa se enriquecen mientras las economías del sur de Europa se resienten y sus gobiernos se endeudan continuamente.
El superávit comercial de los Países Bajos respecto a Italia asciende a 11,4 mil millones de euros, respecto a España es de 8,5 mil millones. Entretanto se exporta mozzarella desde el norte de Europa a Italia. Se puede pensar: ¡mozzarella a Italia! ¡es absurdo! Estamos apresados en un círculo vicioso de superávit comercial del norte y déficit comercial del sur, el que es compensado con “préstamos” y con la posiblemente ilegal adquisición de deuda pública por el BCE. Y así sigue.
¿Qué podemos hacer? ¿Cómo romper ese círculo vicioso? De hecho, hay varios escenarios posibles. Un paso drástico seria que todos los países de Europa se retornaran a sus monedas. Pero no creo que fuera posible o deseable en la actualidad. Alternativamente podrían algunos países abandonar la Eurozona, voluntaria o involuntariamente. Una salida regulada debería ser por lo menos posible, pero sería deseable sólo con el acuerdo del país afectado, ya que de otro modo podría quedar en una difícil situación respecto a los demás países. Otra opción podría ser la separación de varios países constituyendo dos bloques europeos, uno del norte y otro del sur. Esto daría a los países del sur de Europa al menos la posibilidad de devaluar una nueva moneda para poder competir con los países del norte.
Sin embargo, ninguno de estos escenarios funcionará sino impulsamos cambios radicales en la política de la Eurozona. Ante todo, debe haber una anulación de la deuda para Grecia, pero eventualmente para otros países. En segundo lugar, debe acabar la política de austeridad para permitir inversiones en la economía real, pues tales cambios son mucho más fáciles de implementar en los momentos de crecimiento económico. Para ello el BCE debe estar obligado a rendir cuentas ante los organismos políticos de control. También proporcionaría una mayor autonomía fiscal a los países europeos el cierre de los paraísos fiscales que que actualmente están siendo utilizadas por grupos multinacionales en Europa paraísos que se encuentran en el centro de la UE, y me da vergüenza decir esto, son los Países Bajos y Luxemburgo. Sin embargo y ante todo debemos romper con un principio central de la UE, la libre circulación de capitales. En cuanto un país modificara su estatus en la eurozona, aunque sólo fueran rumores, experimentaría una masiva fuga de capitales hacia otros países de la UE.
Amigos, no tengo ningún proyecto para la estabilización del euro. Muchas de las decisiones que adoptamos dependen de la voluntad de los ciudadanos en los diferentes países de la UE. Pero podemos y debemos, por lo menos, crear las condiciones bajo las cuales sea posible una modificación ordenada y relativamente indolora de estatus respecto a la zona euro. Si no hacemos nada, no tendremos ninguna alternativa. O nos oponemos al euro o el euro se volverá contra nosotros.
Publicada en http://www.antikapitalistische-linke.de/?p=1840 (6/2/2017)