Por qué es fallida Historia y Consciencia de Clase, del «joven» Lukács
Joaquín Miras Albarrán
Por qué creo que es fallido Historia y Consciencia de clase. El problema del libro es que, en realidad, la consciencia, elemento cuya denominación está en el título de la obra, es deshistorizada y separada y enfrentada respecto del objeto social hacer práxico que genera el mundo social. El autor crea intelectualmente una «consciencia» de los obreros. De los obreros modernos producto del capital, desde luego, sí, y esta clase social es histórica, como lo es este modo de producción. Pero a partir de ahí, esos obreros ya no son historizados según sus características.. Y sobre todo, sobre todo y en primer lugar, no son historizados, no se tiene en cuenta su praxis o actividad y el ethos o saber hacer que con ella se crea y mediante cuya puesta en obra y reproducción, ella se autogenera como sujeto real y concreto. No se tiene en cuenta su dominio concreto, sobre el proceso productivo y sobre su cultura material de vida, em constante cambio, que son los que crean la historia. No se tiene en cuenta su actividad, mediante la que objetiva su mundo y, en el límite, objetiva un mundo alternativo, y mediante la cual -y solo mediante esa praxis- se constituye como Sujeto, crea su antropología, sus necesidades, etc. Ambas características son las fundamentales, fundamentadoras de lo que Hegel denomina «Espíritu», que es esa fuerza creadora o productora de mundo que…«surge» desde abajo, de la «iglesia« o religio, de la εκκλεσια o asamblea, de la Comunidad intersubjetiva real, organizada y puesta en acción. Ese hacer concreto, cambiante, que, como digo, es lo que genera un Sujeto, y a la vez , es lo que modifica la realidad social, o produce el Objeto -mundo humano, y que no es sino el hacer de la totalidad de la actividad generada intersubjetivamente. Porque todo verdadero modelo hermenéutico que se fundamenta en Hegel -el de Marx, que, con todos sus ires y venires respecto de Hegel, siempre y en todo momento sostiene este fundamento ontológico-filosófico- ha de partir de esa identidad-e-historicidad de Sujeto y Objeto, resultantes de una misma, nueva praxis histórica
O sea, Lukács en HCC, parte de un esquema estructural en el que unos obreros aparecen como los explotados por otra clase. Una clase que es contrapunto intelectual de la otra. Y que, solo por el hecho de «estar frente a» y «ser explotada por», se convierte, o «está constituida como» clase, y está dotada de una capacidad intelectual cognoscitiva, la consciencia, que le posibilita conocer el mundo social tal cual es y comprender su posición subjetiva dentro de esa objetividad histórica. Aquí el Sujeto, allí el Objeto, sin hacer referencia ninguna a que un sujeto solo surge cuando surge su praxis y se comienza a organizar para ello. Llámese bloque histórico o lo que se quiera. Y que las figuras de consciencia hegelianas, la consciencia, partir de las cuales, elabora Lukács la reflexión sobre la consciencia obrera, solo surgen en positivo como inherencia a la experiencia de la nueva acción.
Que su origen en tanto simple condición de posibilidad, es simplemente la negatividad, cierto. Negatividad esto es, saberse por experiencia aniquilados por el mundo en el que hemos sido originados, constituidos. Que nos ha generado, y nos dota de las necesidades históricas, de la antropología histórica concreta, las necesidades históricas y las expectativas vitales históricas, concretas, que son inmanentes, siempre, a todo mundo social histórico. Mundo histórico concreto, singular específico de un periodo, que además está en perpetua autotransformación hacia su agotamiento, y es tan singular y específico de un periodo como los son sus diversos grupos sociales, y la experiencia respectiva. Pero negatividad solo implica eso, desdoblamiento experiencial, histórico y concreto también, respecto del mundo que hay y nos crea-y-destruye, y nada: nada más. No da proyecto.
Creo que una vez expuesto esto se puede ver cómo se caracteriza la consciencia de Lukács. Como algo inherente a un elemento colectivo. Un elemento social colectivo, que surge en un momento histórico, pero que, una vez ya surgido, pasa a poseer características fijas inherentes. O sea se convierte en un TRANSCENDENTAL INTELECTUAL, en un elemento constituido, no por una acción, por una praxis, por un nuevo ethos en ciernes, praxis nueva que genera a su vez, nuevo saber hacer, sino que está articulado por su posición estructural y esa posición, es, no práxica, sino gnoseológica y genera una EPISTEME, una nueva forma de percibir y entender y explicar el mundo. Una nueva forma de consciencia fija e inherente que es epistémica. Pero acabamos de abandonar el modelo hegeliano, para pasar a adoptar el kantiano, el de un sujeto transcendental, caracterizado por una forma de conocer y percibir el objeto social, que es activa, y fija, propia, de ese sujeto trascendental. Porque esto, este tipo de concepción según la cual el pensamiento tenido en cuenta es, episteme, no saber hacer, y es además, pensamiento que es superior o trasciende a todo momento concreto, que preexiste a todo hacer, y que prefigura todo hacer, ese pensamiento que es percepción, que solo es activo en cuento elaborador de percepción, de conocimiento, que trasciende y es previo a todo momento concreto, que es, por tanto, el constituyente de la subjetividad a priori, que es un trascendental, es Kant. Son los trascendentales subjetivos apriorísticos fijos, comunes a todo estadio de la humanidad. (Es Fichte y su subjetividad trascendental a priori; un filósofo que sí es capaz de comprender que los esquemas gnoseológicos a priori no son posibles, que pone el comienzo de todo una subjetividad ya no dotada de esquemas gnoseológico- epistemológicos fijos ahistóricos, pero que sigue poniendo a priori una subjetividad fija, no histórica, de la que parte siempre una praxis que se confronta con un objeto, y no es capaz de historizar la subjetividad, pero que no supera este kantismo; pero aquí no toca tratar de Fichte).
El del joven Lukács, es un Kant reconsiderado por los neokantianos, que saben insostenible la teoría de los trascendentales ahistóricos innatos por naturaleza, pero siguen asumiendo el esquema antinómico de Sujeto preconstituido frente al Objeto.
Además, esa consciencia subjetiva de la clase, según aparece en HCC, debe ser reforzada. O, como dice el libro, es consciencia de clase «atribuible». Mediante el trabajo intelectual de Marx. Cuyo origen orgánico queda oscuro. Debió de haber existido una periodo en que la clase, por el hecho de serlo, por el hecho de ser explotada, sí fue consciente de ser un sujeto revolucionario, y sí desarrolló autónomamente una consciencia revolucionaria, y eso explicaría cómo Marx pudo llegar a concebir su proyecto intelectual…la otra, sería que Marx descubriese por sus estudios estructurales del mundo del capital que los explotados sí iban a ser revolucionarios. Esto queda oscuro.
Es decir, y como resumen, como todo neokantiano, este joven Lukács sabe que el punto débil de la teoría kantiana es la creación de unos universales intelectuales, gnoseológicos, fijos, que se corresponderían con una concepción filosófica naturalista del ser humano, cuya naturaleza sería innata externa y previa a la historia, y por tanto ahistórica, o trascendental, , siempre presente y siempre la misma. Y este sería el problema que el neokantismo, a la luz de las críticas de Hegel etc. debería resolver. Una vez resuelta, o encontrada una explicación alternativa que diese cuenta de la génesis del pensamiento, entendido como episteme, nuevamente, el pensamiento y el sujeto portador del mismo, quedaría frente al objeto. Sería nuevamente un pensamiento fijo, intelectivo, no práxico, desde el que un sujeto preconstituido por esa forma de entender, y no por una praxis autocreadora, comprendería intelectualmente el objeto. En unos casos, sería la ciencia, en otros, la consciencia. En la actualidad, el «Relato», que aparece como neokantismo que recuerda la tesis de la incognoscibilidad del noúmeno. Y quedaría pendiente por tanto, y en debate, según versiones, si el objeto pasa a ser cognoscible o sigue siendo ese noúmeno incognoscible, sobre el que la consciencia trascendental elabora.
Volvamos a Historia y Consciencia de Clase. El problema de fondo está incluso en el título de la obra de Lukács. Porque la historia lo es de la totalidad ontológica humana, no solo de una parte, esto es, no solo de su «consciencia», entendida ésta, no como el ámbito intelectual en el que albergamos el saber hacer que ponemos en obra mediante nuestra actividad. Sino como auto precepción, como autopercibirse; es decir, como lo que Hegel denomina «autoconsciencia» . Porque consciencia queda aquí remitido, no al ámbito intelectual humano que abarca y pone en obra el saber hacer mediante el que nos objetivamos y creamos el mundo. Sino al autopercibirnos, al conocernos una vez nos convertimos en objeto, en objeto de autoconocimiento para nosotros mismos. Queda remitido, reducido a la episteme, repito, a partir de cuya constitución, en estos modelos, se considera que se generarán las praxis como ingeniería a partir del conocimiento del objeto.
Qué tipo de actividad política puede concebirse a la luz de este esquema. La de la «lucha ideológica», la propaganda, la construcción de discurso, de ideología. Este tipo de actividad, que es impulsada por elites minoritarias, intelectualmente dotadas -se supone- del saber teórico adecuado, elaboran ideología, agitación y propaganda, más o menos refinada, cuya finalidad es despertar teóricamente a los explotados y hacerles conocer y comprender su posición como sujeto en ese mundo objetivo. La tarea es ideológica, es decir, epistemológica, de elaboración y difusión de conocimiento. Y corre a cargo de una élite que se supone dotada de ese conocimiento y que lo propaga y propone formas de lucha, etc.
Y desde luego, y muy en primerísimo lugar, una teoría que reduce el saber e la consciencia a conocimiento, solo puede pensar la actividad política como ocupación del Estado, como actividad d e ingeniería a través de las instancias burocráticas, político administrativas, sobre la sociedad, ejecutada por parte de la elite que ocupa las instituciones de gobierno. No tiene capacidad intelectual de pensar la sociedad como consecuencia de la actividad de la totalidad de personas, generada o reproducida a partir del ethos o saber hacer y vivir, que está repartido en la consciencia de todos los miembros, y que es creación de esa comunidad. Y que en consecuencia, se abre la posibilidad de crear una alternativa de vida desde la propia sociedad civil, desde los microfundamentos de la misma, en la vida cotidiana de las personas, creando una nueva eticidad o sittlichkeit -Hegel-. No existe la posibilidad de entender que somos autocreación, una vez se comparte un modelo filosófico que borra de la consciencia su capacidad de creación de praxis, porque se excluye de ella todo lo que no sea conocer -aquí, la consciencia, subjetiva, que es buena, allá, la estructura social, objetiva-. Pero eso que es pensado como «estructura», no es sino la objetivación de nuestra praxis intersubjetiva en común, a partir del saber hacer que hemos creado y que dominamos y ponemos en obra. «Eso Enorme», que parece Levyatán, no es sino nosotros mismos organizados y nuestro hacer, a partir el saber hacer de que disponemos, el que hemos creado, y que podemos abandonar, creando otro mediante la nueva praxis intersubjetiva.
La historia humana es la de la totalidad de nuestro ser, de nuestro onton, que es primordialmente actividad, no solo conocimiento, no solo episteme, no solo consciencia; actividad que cambia en el tiempo. Aquí, el puntazo lo da Heidegger: Ser y tiempo, -u orden y tiempo, orden interno de un ser, devenido tal como consecuencia de su hacer histórico, concreto, inmanente autoorganizado- totalidad ontológica, práxica en su devenir inmanente en el tiempo, y no solo consciencia y tiempo; no, consciencia como autoconsciencia. Otro poco de defensa a la ontología, claro.
Historia y consciencia de clase es un libro fundamentalmente kantiano, neokantiano. En el que Hegel es tenido en cuenta como crítico de los trascendentales, pero no como alternativa de modelo. Porque Lukács es un hombre formado en la universidad de Heidelberg. Que junto con Marburgo -y otros lugares, donde entraría decir, la Ginebra del lingüista Ferdinand de Saussure- es una escuela neokantiana. Escuelas que tienen en cuenta críticas de Hegel a Kant, la inconsistencia de esa subjetividad trascendental a priori, la necesidad de explicar los fundamentos que crean esa subjetividad. Pero que siguen poniendo siempre una subjetividad frente a una objetividad, y que relacionan la primera con la segunda simplemente mediante la episteme, en primer lugar. Y a partir de ahí son capaces de pensar una actividad de cambio social guiada por ese saber teórico que analiza e interpreta la realidad y que funciona como instrumento que permite generar ingenierías sobre el objeto. Crean una forma de consciencia, una Gestalt que es en principio histórica pero que, una vez explicada y constituida, está ya fijada y alberga ya en su seno todos los recursos para ejecutar su tarea.
1 También Ferdinand de Saussure es un neokantiano. Y por ello, su tesis lingüística – Curso de lingüística general – es «la lengua como Sistema». Que la lengua es un sistema interrelacionado de elementos de diversos planos lingüísticos, cuyo carácter significativo surge como consecuencia de la relación estructural entre los mismos, es inmanente a sus relaciones internas, estructurales. O sea, y nuevamente, la lengua como estructurador de la significación, o como estructurador del conocimiento de lo real. Según su propio ejemplo, el sistema lingüístico de los esquimales posee seis palabras para denominar el blanco. En consecuencia, ellos, que viven en la nieve, ven seis colores distintos donde otros, dotados de un solo término, vemos un solo color blanco. Algo que es generado por el lenguaje, y que no tiene nada que ver con algo que sea externo al mismo, por ejemplo, con culturas práxicas de vida que se desarrollan en medios nevados, con la acción en esos mundos.
Es el lenguaje, son sus significantes, los que constituyen la realidad. Y es el lenguaje el que puede constituir nuevos significantes, vacíos al comienzo, que puedan concitar y organizar y dar sentido a experiencias humanas. No la praxis generada por la totalidad de la comunidad como acción para automodificarse. Y en la medida en que la consciencia lingüística de todo esto solo es poseída por una elite estudiosa, élite epistémico- gnoseológica, la que sea, es ésta la que puede impulsar la ingeniería de cambio del mundo, al impulsar la actividad de un sujeto social respecto de la totalidad del objeto social
Por el contrario, en la teoría hegeliana de la intersubjetividad práxica como autogeneradora de la actividad y por tanto del mundo objetivo y a la par, del mundo subjetivo humano -identidad de objeto y sujeto, producidos ambos por la praxis intersubjetiva- el lenguaje es una praxis que surge de la interacción intersubjetiva de la comunidad intersubjetiva, a la par, y como consecuencia histórica de su esfuerzo por comunicar y ponerse de acuerdo para crear un hacer, y un saber hacer. El lenguaje se crea así, como consecuencia del esfuerzo intersubjetivo de comunicación concreta, y el lenguaje, al ser generado en intersubjetividad activa, comunicativa, co-crea consigo, en sí, ese saber hacer, que solo surge como posibilidad generada por el hecho de que hay una comunidad que lo va a aplicar. El lenguaje es el material del Espíritu dice Hegel. Y el Espíritu es la denominación del saber hacer intersubjetivo mediante cuya puesta en obra, mediante cuya actividad o praxis, se constituye, a la par, el objeto o mundo social humano, y el sujeto, o antropología social y sus Figuras de Consciencia. El lenguaje como comunicación para la Creación del nuevo hacer, que genera la creación de un nuevo Sujeto y un Nuevo objeto. Lenguaje como actividad -de comunicación- que genera inherentemente la actividad creadora de mundo-objeto y de sujeto, la praxis. No como creación de interpretación y conocimiento, en primer lugar. Creo que quedan definidos los dos modelos en oposición, el Neo kantiano y el hegeliano.
Se hace muy conveniente señalar esto, el neokantismo del modelo lingüístico de Saussure, porque ésta es la teoría lingüística que fundamenta el particular giro lingüístico de Ernesto Laclau -al menos en su fundamento y origen, si luego se va a Inglaterra puede conocer allí, seguramente, también, las teorías girolingüísticas de John Austin -.
Esta es la teoría que fundamenta el pensamiento de los Podemitas, cuya teoría de los significantes flotantes, creados por quienes poseen conocimiento, es la base intelectual legitimadora. Que legitima a la nueva elite constituida por quienes poseen este conocimiento y organizan los instrumentos lingüísticos mediante los que se moviliza a la gente para que los adopte como medio de expresión, los vote etc. A partir de aquí, volvemos a la teoría de elites, positivista, la de los leninismos, la socialdemocracia ,etc. Nada nuevo bajo el sol. Y se cae en las mismas trampas y vicios. Las bolas de billar, parecen salir de la mesa por troneras, por agujeros, diferentes a los habituales, pero acaban siempre en el mismo cajón secreto, oculto bajo la mesa.
No se crea así, un nuevo ethos, tarea que es la única que posibilita el cambio de mundo y la génesis de una nueva subjetividad, tarea que exige la participación activa y protagonista por parte de la gente en su vida cotidiana. No la reducción de la política a conocimiento y delegación por parte de los subalternos en la minoría que conoce y dirige la gestión desde las instituciones.
2 Costanzo Preve, en su Una nuova storia alternativa della filosofía, considera que Historia y Conciencia de clase es un libro suntuoso pero infecundo políticamente. Y se pronuncia -es la tesis de la obra, en la que insiste a lo largo de las casi 600 páginas de la misma, y a la que dedica sus dos últimos capítulos- por reconstruir el marxismo a partir de la obra final del viejo Lukács, de su ontología. Sin embargo, no queda clara cuál es, según Preve, la diferencia entre ambos Lukács. Es decir, en la obra de Preve, no queda explicitada cuál es la fundamentación intelectual de HCC., que la hace estéril. Creo que esto se debe a que la crítica a HCC se hace desde la experiencia de los grupos izquierdistas que trataron de inspirarse en la obra y de su infertilidad política. Pero no desde el análisis interno. Por qué; porque Preve, como Diego Fusaro, discípulo de aquel, parte de un intento de recuperar la filosofía de Fichte como modelo para leer y reinterpretar a Marx, el marxismo. Algo que es contradictorio con la propuesta de partir del viejo Lukács, un hegeliano. Porque Fichte es un neokantiano -suDoctrina de la ciencia….– que sí es capaz de percibir la falta de base de la postulación de unos trascendentales intelectuales fijos constitutivos de una subjetividad trascendental, a priori, ahistórica, humana. Pero lo que retira del modelo es solo esa primera parte, la de unos trascendentales que fijan un conocimiento a priori. Pero sigue sosteniendo la existencia de un Yo, autoconsciente de sí, ahistórico, no condicionado, que es el que siempre genera una actividad y unos fines, mediante los que se enfrenta al objeto. Fines que, como en todo kantismo, son ahistóricos, por extrahistóricos, en primer lugar, y no logran ser realizados plenamente, porque toda síntesis entre unos fines ahistóricos y una realidad concreta solo puede ser asintótica, los fines solo pueden ser regulativos, orientativos: la realización de la libertad de autoelección suma y plena del sujeto Yo preexistente. El modelo Fichte es muy ultraizquierdista muy voluntarista, muy voluntarista y espontaneísta, muy vital y jovial. De hecho, daría para reelaborar versiones nuevas de activismo de minorías. Pero es infértil, y desde luego, no es compatible con el modelo hegeliano de espíritu absoluto de Hegel Lukács. No puedo excluir que el joven Marx no esté tocado en ocasiones de esto. Ese joven Marx que en 1847, cita la teoría dialéctica de Fichte, Tesis, antítesis, síntesis. Y que, en 1844, etc. parte también de ese otro retroceso hacia Kant, respecto de Hegel, que es Feuerbach quien presupone la existencia de una sustancia humana que nos prefigura innatamente, y por tanto, nos dota de un proyecto predefinido. Un retroceso respecto de Hegel, en la línea de vuelta a un algo extrahistórico preexistente.
Por supuesto, a Preve y a Fusaro, hay que leerlos con atención y respeto; son de los nuestros. Hay que estudiarlos, hay que aprender todo lo valioso que saben y que enseñan; y, además, hay que debatir con ellos -con su obra, en el caso de Preve- , hacerlo desde la teoría, con argumentos intelectuales, filosóficos, lo que es lo propio -debería serlo- de los marxistas.
Por desgracia, y por el contrario, nunca nos faltan patriarcas Cirilos de Alejandría, que con untuosa humildad, y ahorrándose el tener que estudiar para debatir, proclaman que hay que asesinar a la sabia alejandrina, Hipatia, porque… es «rojiparda» y «facista». Así tienen más tiempo libre para predicar desde el púlpito y convencer a la feligresía , cada vez más reducida, de que ellos son los que saben y guían.
Bueno, creo que queda explicado el asunto.