Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Contra el (hispánico) revisionismo histórico

Salvador López Arnal

Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país (BIDI). Vicenç Navarro

Anagrama, Barcelona, 2002, 216 páginas.

 

Vicenç Navarro, catedrático de ciencias políticas en la Universidad Pompeu Fabra, ha tenido la gentileza de dedicar este XXX Premio Anagrama de Ensayo “A todos aquellos que tuvieran que exiliarse de Cataluña  y España debido a su lucha por la libertad y por la democracia, y que hoy permanecen olvidados en nuestro país”.  Esta es la principal virtud moral-política del libro que comentamos: ayudar a evitar que habite el olvido en las ámbitos donde debería reinar el más sincero y entusiasta reconocimiento, el combate contra la deleznable tergiversación histórica a la que seguimos sometidos, la lucha contra la falsedad y la falsificación permanente de datos y argumentos que esconden políticas interesadas de defensa de los más favorecidos y de permanente ataque a los más desposeídos. En fin, que es amarga la verdad y hay que tener coraje -en ocasiones, en frecuentes ocasiones- para echarla de la boca.

Navarro la tiene. Una muestra como aperitivo para una lectura recomendable y acaso obligada:

“El lector recordará que, hace unos años, un obrero de la UGT que tuvo que exiliarse después de la guerra civil debido a su participación en la lucha antifascista, quiso volver a España para morirse en su país, cuando estaba ya en los últimos días de su vida, debido a un cáncer terminal. La compañía española Iberia no quiso acogerle y tuvo que volar en una compañía holandesa. Al leer esa noticia no lloré porque ya he olvidado cómo se llora. Pero me indignó enormemente ese hecho, que tipificaba lo que estaba ocurriendo en nuestro país. En un país con tradición democrática, el jefe de Estado habría enviado su avión particular para recogerlo, y al ir a recibirlo al aeropuerto le habría agradecido su lucha por la democracia. Es precisamente a este obrero y a miles como él a quienes dedico este libro” (p. 27).

BIDI  está dividido de cuatro partes. En la primera (“¿Qué es lo que le importa a la gente? Análisis crítico del estado del bienestar en Cataluña y en España”), Navarro muestra la distancia acrecentada entre los discursos oficiales sobre el buen funcionamiento de España y Cataluña y la situación real de gran parte de la ciudadanía, en la segunda (“El porqué de las deficiencias del estado del bienestar”) se argumenta críticamente contra la creencia de que la creciente disminución del gasto social en España (y en Cataluña) sea debido a la globalización o integración económicas; en la tercera (“Las causas políticas de  nuestro subdesarrollo social”), el autor analiza críticamente algunas tesis en torno a la derechización del país como causa del triunfo de la derecha política no siempre civilizada, “así como la situación de la socialdemocracia española, que en algunas políticas públicas ha seguido la tradición socialdemócrata de apoyo al Estado del bienestar pero en muchas otras ha sido atípica dentro de la socialdemocracia” (p. 23) y en la cuarta parte (“Las raíces de nuestro déficit democrático y social”) Navarro lanza su mirada crítica y certera sobre la forma en que se produjo en nuestro país la transición de la dictadura a la democracia, arrojando dudas muy razonables sobre la ejemplaridad de esa transición, sobre todo, y especialmente, si se mira con las ojos de las fuerzas de la izquierda real o de los sectores más empobrecidos de la población, estableciendo así la tesis central del volumen: nuestra democracia y nuestro Estado del bienestar tienen deficiencias muy notables que están netamente relacionadas entre sí. Las insuficiencias del Estado del bienestar, tanto en España como en Cataluña, tienen su origen en las insuficiencias de la democracia derivadas ambas a su vez del gran dominio de las fuerzas conservadoras en nuestra democracia, “dominio que aparece tanto en la cultura política como en la mediática” (p.24).

Se me permitirá que destaque dos asuntos laterales en la argumentación de Navarro. El primero, sobre la correcta insistencia en llamar a las cosas por su nombre adecuado. El régimen de Franco fue un régimen fascista y Navarro aporta análisis y datos que avalan la animación y, consiguientemente, todo cambio nominal es una forma, más o menos encubierta y consciente, de embellecerlo. La segunda cuestión en la que insiste el autor es el escándalo democrático que representa que en nuestro país haya instituciones blindadas, esto es, ajenas a toda crítica. Me refiero, obviamente, a la institución monárquica. Navarro señala escandalizado, y con excelentes razones, que el código español penaliza a quien utilice “la imagen del Rey de forma que pueda dañar el prestigio de la Corona” (p. 168), apuntando, en una lectura acaso discutible de la propia Constitución, que ésta no permite ni el blindaje acrítico en el ámbito mediático de la monarquía ni la atribución a esta institución de funciones de intervención política.

El lector tal vez observe una cierta repetición en algunos pasajes del volumen, probablemente debidos al origen periodístico de algunas de sus secciones; es probable que no se comporta la misma devoción que el autor parece tener por todos los aspectos de la socialdemocracia nórdica ni acabe de entender la afirmación de que la socialdemocracia hispánica sea tan distinta de otras fuerzas de esta tradición; es sin duda signo de salud política que el lector hispánico, tal vez no el usamericano, no sienta la misma admiración ante el hecho de que el autor  haya sido asesor de Allende o del “gobierno cubano presidido por Fidel Castro, que también me pidió mi colaboración en el desarrollo de sus servicios sanitarios, uno de los mejores en el mundo del subdesarrollo” (p. 17) que por haberlo sido de Hillary Clinton; es probable que a algún lector le pueda parecer un pelín injusto que Navarro ponga tanto énfasis en la izquierda socialdemócrata auténtica del PSOE, representada aquí por Josep Borrell, y olvide los tiempos en que “el ex-candidato” fue miembro no crítico de diversos gobiernos de Felipe González y no acabe de entender (o acaso sí) el silencio por fuerzas políticas, como IU, EuiA o ICV, que, sin duda, comparten el 99,9% de los planteamientos aquí expuestos por Navarro en torno al Estado del bienestar y a la democracia hispánica demediada; es posible que algunos lectores sientan algún rubor ante tanta presencia insistente de un Yo no siempre limitado, pero tal vez todo ello no importe en demasía.

Las páginas finales dedicadas al “Franquismo y la transición incompleta” (págs. 179-214) -en clara consonancia con otros trabajos del autor como su no olvidado artículo “¿Existe fascismo en España?” (El País, 1.VII.2002)-, hacen que cualquier ciudadano de las izquierdas alternativas o plurales de nuestro país, o que simplemente crea que la verdad es la verdad y que ésta debe ser dicha no sólo por el porquero sino también, si se atreviera, por el propio Agamenón, deba agradecer la valentía y coraje de Vicenç Navarro por decir algo tan simple, y tan complejo, como que la transición fue, en muchos aspectos, una estafa (¡y qué estafa!) que lanzó toneladas de mentiras o medias verdades sobre ciudadanos que creyeron que la libertad, la fraternidad real y la igualdad social (o su máxima concreción) debían ser nuestros valores más preciados. Por eso no será exagerado recordar aquí, poco después del centenario de Cernuda, los versos finales que el autor de La realidad y el deseo, dedicó a aquel amigo brigadista que conoció en 1961 y al que dedicó su poema “1936”: “Gracias, Compañero, gracias / Por el ejemplo.  Gracias porque me dices / Que el hombre es noble / Nada importa que tan pocos lo sean: / Uno, uno tan sólo basta/ Como testigo irrefutable/ De toda la nobleza humana”.

Nota: Esta reseña se publicó en la revista El Viejo Topo, 2004.

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