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La memoria “tuerta” de las clases dirigentes italianas

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26 de enero de 2007

De nuevo, la retórica ensordece. Se acerca el “Día de la memoria” y ministros, periodistas, políticos se agolpan en iniciativas circunstanciales que recuerdan la inmensa masacre que se produjo durante la segunda guerra mundial. La iniciativa debería servir, de creer las intenciones de los promotores, para recordar a las jóvenes generaciones el exterminio de millones de vidas en nombre de una absurda teoría racista propagada por los dirigentes nazis. Se suele declamar que quien no tiene memoria no tiene futuro. Recordar para no repetir. Verdades sacrosantas. Lástima que los promotores de esta jornada también contribuyan a remover y a manipular la historia.

Tiene razón Moni Ovadia cuando afirma: “Es urgente vivificar el sentido ultimo de la Shoà en la batalla contra cualquier forma de racismo, de opresión, de ofensa a la dignidad y a los derechos de los hombres. Solo la relación con las grandes batallas por la igualdad, la paz, la justicia social mantiene viva aquella memoria y la relanza éticamente contra la aridez conmemorativa y la esterilidad de las formas museísticas que la transforman en una cómoda cobertura para falsas consciencias.”

Sin embargo, se utilizan trozos de historia para ofuscar otros: de ese modo, la masacre de un millón y medio de armenios por parte del régimen occidental turco desaparece las conmemoraciones, del mismo modo que el exterminio de los homosexuales, de los gitanos, de los minusválidos, de los enfermos mentales de los antifascistas. Para no hablar de la masacre de millones di indígenas de América del Norte y del Sud, o de los habitantes originarios de Australia. Hasta llegar a la negación bipartidista de las responsabilidades europeas e italianas en la colonización del continente africano.

Si por una parte, il gobierno italiano lanza una ley que castiga con la cárcel a quien haga propaganda de ideas racistas y discriminatorias, por otra, el presidente de la república Giorgio Napolitano recoge la pelota en el aire y durante un discurso justifica, en nombre de la memoria de las masacres de ayer, otras masacres. En este caso, las perpetradas por el estado de Israel contra palestinos y libaneses, solo para referirnos a la actualidad.

Napolitano realiza esta operación dirigiendo sus dardos contra quien se opone a la política militarista y criminal de Israel, con la excusa de que el antisionismo sería, según él, una forma enmascarada de antisemitismo. Por tanto, para el presidente de la república quien denuncia la ideología racista de Israel, sus continuas agresiones militares contra los pueblos del Oriente Medio, la construcción del muro del apartheid, la política científica de colonización i de limpieza étnica en los territorios palestinos ocupados, debería ser equiparado a quien niega la Shoà. Un enésimo regalo a Israel por parte de uno de los exponentes destacados de aquella izquierda italiana que en los últimos años se ha transformado en el mejor aliado de los dirigentes de Tel Aviv. Una declaración, la de Napolitano, que se parece tanto, demasiado, a la proferida hace unos días por José Maria Aznar. El líder del partido popular español, heredero orgulloso de la dictadura de Franco, nos ha llamado a recordar que »Para Europa es muy importante defender Israel. Porque, a pesar de encontrarse en Oriente Medio, es una nación plenamente occidental y su desaparición significaría la pérdida de nuestra posición en aquella área del mundo».

Que la derecha heredera de las feroces dictaduras que fueron cómplices del exterminio de los judíos y de tantas otras categorías de seres humanos utilice instrumentalmente la Shoà para apoyar nuevas políticas de genocidio contra otros “pueblos sobrantes” es la bofetada más grande a la Memoria. Así como el posicionamiento subalterno de la izquierda italiana es una bofetada en la cara al sacrificio de millones de hombres y de mujeres que pusieron en juego la propia vida en la Resistencia contra el fascismo y contra el nazismo.

Una nueva ley, la presentada por el ministro Mastella, castigará el negacionismo de quien pretenda negar el exterminio de los judíos durante la segunda guerra mundial. No esperamos, dada la actual composición de la clase dirigente italiana, un ley contra quien sea cómplice de las políticas criminales de Israel y de los Estados Unidos. ¿Pero es tanto pedir, solicitar un poco de dignidad a los sectores más coherentes de la izquierda italiana, a partir de una denuncia de las absurdas posiciones expresadas por Napolitano? Sería absurdo que la condena del negacionismo sobre el pasado estuviera acompañada por el apoyo del negacionismo sobre la actualidad.

Traducción: Joan Tafalla

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