Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La especificidad de György Lukács

Vincent Charbonnier

Université de Nice-Sophia Antipolis

Actuel Marx en Ligne   nº 12 (13/10/2002)

Desaparecido desde hace algo más de treinta años, Lukács es un ilustre desconocido del marxismo del s. XX[i]. Es conocido sobretodo por sus primeros textos pero demasiado frecuentemente reducido a ellos  y su obra posterior es todavía hoy poco conocida aunque ella representa un esfuerzo real para intentar una renovación del marxismo. Este esfuerzo que merece una verdadera atención ha de ser evaluado y confrontado con nuestra propia modernidad, ya que estamos doblemente enfrentados a una mundialización del capitalismo cada vez más salvaje y a la necesidad de reconstruir una teoría crítica a la altura de las circunstancias actuales.

Hace algo más de treinta años,  exactamente el 4 de junio de 1971, desaparecía la edad de 86 años, el filósofo y teórico de la estética de nacionalidad húngara, también militante comunista, György Lukács, al termino de una vida intelectual y pública tan rica como movida. Nadie como él seguramente ha a reflejado con tanta intensidad y con tanta problematicidad los tumultos de un siglo atormentado. Reflejar y no aceptar. Pues no ha sido exclusivamente el fogoso marxista “heterodoxo” que publica “Historia y conciencia de clase” en 1923, ni el “estalinista”,  librándose a autocríticas tácticas, ni en fin el viejo filósofo que, comprometiéndose en una especie de “arrepentimiento” emprendió lo que sería la última obra de su vida “Ontología del ser social”, que revindicaba la pretensión, aparentemente exorbitante pero sincera, de renovar el marxismo. No, él  no se resume en ninguna de sus figuras. Él es todas, o incluso, él es la dialéctica coalescente, suscribiendo plenamente la bella máxima de Pascal según la cual “únicamente se puede realizar una buena fisonomía si se concuerdan todos nuestros contrarios,  y no es suficiente seguir una serie de cualidades coincidentes sin unir las contrarias. Para entender el sentido de un autor, es necesario hacer tener en cuenta todos los pasajes contrarios “(Pensées, 684-257). Fue, para perfilar la metáfora, un espejo viviente, de este “corto” siglo XX, de sus entusiasmos, de sus esperanzas, de sus indignidades, de sus equivocaciones…[ii]

No importa. La problematicidad inmanente de su obra, de sus meandros de los que queda tanto a (re)descubrir, la ha condenado a una muda glaciación. Lukács, ha sido y es aún el “marxismo herético” de  Historia y conciencia de clase, es eternamente el envilecimiento estalinista de “la razón al servicio del dogma” (Kolakowski) de La destrucción de la razón, es siempre el “realismo crítico” autista en lo que concierne a la “modernidad” literaria (Beckett, Musil, Joyce…), por otra parte es a este Lukács que deberíamos interrogar. En este sentido, la dispersión editorial de su traducción en lengua francesa, testimonia la apropiación contradictoria de la que sus trabajos fueron objeto, una dispersión a la que se puede oponer de manera significativa  la recepción más unitaria y seguramente más valorada de su gran adversario, Adorno[iii], cuya Teoría estética,  por ejemplo, se ha beneficiado de una segunda y nueva traducción (1995), o más aún la de Habermas[iv], cuyos trabajos disfrutan del raro privilegio de ser casi inmediatamente traducidos y por tanto comentados. Como contrapunto de la singular indulgencia dada a estos últimos, hay que rendir homenaje aquí a la tenacidad y al coraje de los que, poco numerosos, Nicolás Tertulian y Andrés Tosel  especialmente, a contracorriente de las modas intelectuales y en  medio de una relativa y culpable indiferencia , han trabajado concretamente en el reconocimiento de sus últimos e importantes trabajos, que han contestado al enterramiento de la obra de Luckács  bajo el lienzo de un duro silencio, que parece que tiene que perdurar.

Si no pareciera ilegítimo, ni fundamentalmente inconcebible que cada pensador de época debiera permanecer en el purgatorio algún tiempo después de su desaparición- pensemos en Sartre-, parece sin embargo que existe un purgatorio específicamente reservado a Lukács , confinado en este momento a la miseria intelectual más indigna como revancha. Ciertamente, se observan ligeros murmullos con las recientes reediciones de Balzac y el realismo francés (La Découverte 2000) y de la Novela histórica (Payot,2001), o bien con las publicaciones hechas con coraje  de un texto inédito de 1925 defendiendo Historia y conciencia de clase[v] y  de un texto importante sobre la evolución filosófica del joven Marx. Permanecen de todas formas ocultas, las obras comprendidas  en “la época de la madurez”, La particularidad de la estética, publicada en 1963 y la Contribución a la ontología del ser social-  que ocupó lo que fueron los últimos siete últimos siete años de su existencia (1964-1971)  sin que él pudiera poner el punto y final de su imprimatur – lo que es realmente extraño en el campo del marxismo y particularmente en Francia. Estas grandes obras han de ser rehabilitadas. La primera exigencia es que sean traducidas y posteriormente que sean debatidas.

Pues los días siguientes de liberalismo triunfante empiezan ya a sonar a falso. Con una exagerada desmesura, la malla del capitalismo-liberal no cesa de reticularse oprimiendo y volviendo a oprimir autoritariamente al planeta en su totalidad,  alcanzando a sus regiones voluntariamente desfavorecidas (África), en el círculo opresivo de una razón instrumentalizada al servicio de la autovalorización del capital, una razón estigmatizada en esta última característica, totalmente reificada en una funesta racionalidad “económica”. La reificación justamente, denunciada anteriormente por Lukács con mucho vigor y precisión, alcanza incontestablemente su paroxismo, también dan testimonio de ello, cada una por su parte, las emisiones de televisión que se denominan a ellas mismas “ficciones reales” – término que habría interesado a ese gran admirador de Thomás Mann-, en las que la “conservación de uno mismo” está valorizada en exagerado detrimento del otro, igualmente  las guerras “grandes y bellas” – “éticas”- del imperialismo occidental contra una barbarie que le es tributaria, la actualidad de Lukács se hace todavía más imperiosa. Estas últimas obras de interesantes pasan a ser imprescindibles.

De esta manera la Contribución a la ontología del ser social es en principio una tentativa , intempestiva en estos tiempos recapitulativos, una sincera ambición sin duda alguna, de proponer nada menos que una reconstrucción del marxismo desde el interior, tomando muy evidentemente en consideración la hipoteca del estalinismo, sin, de todas formas, pasarla a la cuenta del malvado negativo. Que se quiera o no, el estalinismo es una época del marxismo que hay que pensar y no repudiar inadecuadamente como un Momento (negativo) de la Idea comunista. Esta tentativa de refundación, en interioridad, se mide y se opone a la masiva obra de “reconstrucción” del marxismo iniciada por Habermas[vi], que procede de hecho a una reformulación del pensamiento marxista en otro  léxico, que la desformaliza para inscribirla en una vasta y ambiciosa teoría unitaria del hombre y de la sociedad, debida sobretodo a los trabajos de Piaget  y que aunque parece asemejarse a un cierto marxismo en el fondo este parecido es incierto.

Impenitente,  Lukács en cuanto a él permanece fiel  al (a los) concepto (conceptos) marxistas, particularmente a aquel, central según él, de “género humano”. La Ontología del ser social, consiste efectivamente en una genética del ser social, y más exactamente en una verdadera filosofía del sujeto, puesto que se trata de pensar la “cogenèse” de la subjetividad y de la sociedad humana, sin que éstas sean circularmente y especularmente deducidas la una de la otra, ni polarmente opuestas como dos entidades ontológicamente (radicalmente) diferentes. El hombre es de esta manera indisolublemente unitario un ser biológico-social y reciprocamente. Coincide de  nuevo en este punto nodal con la trayectoria de otro pensamiento igualmente fuerte, el de Lev S. Vygostsky (1895-1937), psicólogo ruso, sobre el que  se continua  (re)descubriendo y discutiendo hoy en día, con benevolencia, la importancia y la influencia de sus trabajos, igualmente enterrados por el olvido, y que deberían ser confrontados con provecho, a este Lukács desconocido[vii].

Evocar una filosofía del sujeto solamente parecerá incongruente si se ha interpretado mal Historia y conciencia de clase,  en la que ya se vislumbraban, a pesar de su mesianismo exaltado, algunos aspectos esenciales,– confirmados por el texto de 1925-, o si uno se ha detenido demasiado rápidamente en las abruptas aunque comprensibles fórmulas de La destrucción de la razón. Se puede así afirmar, según la feliz expresión de N. Tertulian, que en el fondo la empresa de Lukács desde su recopilación de ensayos estéticos El alma y las forma (1911) hasta la Ontología del ser social siguió el objetivo de “circunscribir la verdadera subjetividad del sujeto”. En esta perspectiva, la Ontología promete  igualmente una mirada renovada de la totalidad.  No sólo una “forclusión” de lo real por la demiurgia de una clase “Sujeto-Objeto” de la historia ( el proletariado ), sino la voluntad tenaz y argumentada de alcanzar y de pensar el proceso unitario de humanización del hombre, de “socialización de la sociedad”, todo ello manteniendo la autonomía ontológica de los diferentes niveles de lo real. Finalmente ella es la ambición, intacta en sus intenciones y bien fundamentada en sus principios, de pensar la unidad del género humano en la diversidad de sus individualidades y recíprocamente, de pensar la diversidad de esta unidad, poniendo los fundamentos de una Ética materialista, de la que la Ontología debía constituir, según el mismo proyecto de Lukács, los prolegómenos[viii].

Una ética que hace del hombre, en su irreducible particularidad, el sujeto de la historia, en la intersección de sus determinaciones “naturales” y de los obstáculos culturales e histórico-sociales que se le oponen y que el mismo crea por su actuar .  Una ética que preserva la complejidad de las situaciones concretas, una ética “de cresta” en suma, que se bate dialécticamente entre la apología de una mala pragmática (el fin justifica todos los medios) y el formalismo irresponsable de mandatos morales rígidos y abstractos, deshistorizados. Frente a la manipulabilidad generalizada de lo real a partir de ahora hecha dinero, de la que cada día aprendemos un poco más en cuanto a la degradación que ella entraña, su Contribución a la ontología del ser social puede aportar una reviviscencia del pensamiento crítico. Frente al pensamiento filosófico en particular, que, de deconstrucción en deconstrucción de la deconstrucción, demasiado abundante hoy en día, se aburre, y  nosotros con él; frente a un pensamiento crítico alternativo un poco osificado por la reducción sufrida en sus ambiciones, y a la espera de una redinamización, que podría sustraerla a los riesgos y confusiones de una deconstrucción abismal. Si Lukács ha desaparecido, demasiado fácilmente apartado de muchas memorias, su tentativa queda viva y soberanamente vivificante, humana…

(*) En memoria de Lukács, en el treinta aniversario de su muerte.(1971-2001)

NOTAS:

[i] En el sentido del cáustico epígrafe que abre el libro de G. Labica, El marxismo-leninismo. Paris: B. Huisman, 1984: “yo era un estalinista” Anónimo del s.XX.

[ii] “Mi vida está formada de un camino lógico. Creo que no hay ningún elemento inorgánico en mi evolución”. In G. Lukács, Pensamientos vividos, memorias habladas (1971). Paris: L’ Arche, 1986, p.17.

[iii] La violentísima diatriba de Adorno contra Lukács en su artículo “Una reconciliación forzada” ( En Notas sobre la literatura. París: Flammarion, 1999, p. 169-199) es, en su exceso, justamente ejemplar.

[v] G. Lukács,  Dialéctica y espontaneidad: en defensa de Historia y conciencia de clase & El joven Marx: su evolución filosófica de 1840 a 1844. Paris: Ed. De la Pasión, 2001 y 2002.

[vi] Jürgen Habermas, Zur Rekonstruktion des Historischen Materialismos. Frankfurt-am-Main: Surkham, 1976, sintomáticamente traducido bajo el título Después de Marx. Paris: Fayard, 1985

[vii] Nosotros preparamos actualmente, en el marco de una tesis de doctorado, un trabajo de confrontación entre la Ontología del ser social, en particular los capítulos “Los principios ontológicos fundamentales de Marx” y “El trabajo”, con Pensamiento &lenguaje de Vygotski y  también con los trabajos de Trân Dúc Tháo sobre “La formación del hombre”.

[viii] Nicolas Tertulian, “Avatares de la filosofía marxista: a propósito de un texto inédito de Georg Lukács”. Marx actual,  2000, nº 28, p. 153-170, y G. Lukács, Dialéctica y espontaneidad.  Ver igualmente el artículo de Guido Oldrini, “La noción del individualismo en la perspectiva marxista”. Actual Marx, 1997, nº 21, p. 177-186.

 

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