Dossier de Izquierda web sobre El movimiento dialéctico de Rubén Dri
Socialismo o barbarie
En mayo de 2020 el sitio web argentino Izquierda web de la revista Socialismo o barbarie, con motivo de la aparición de El movimiento dialéctico. De la Fenomenologia del Espítitu de Hegel a los Grundrisse de Marx de R. Dri publicó un pequeño dossier sobre el libro. El primero artículo es una entrevista al propio Dri, y el segundo una reseña del libro del profesor Guillermo Pessoa. Ofrecemos a continuación ambos textos en una única entrada.
Filosofía: El movimiento dialéctico o el movimiento mismo de la realidad
Entrevista a Rubén Dri
– Ante todo, muchas gracias Rubén por recibir a la revista Socialismo o Barbarie y prestarte a esta entrevista. Quisiera que nos contaras un poco el porqué de este trabajo tuyo recién aparecido.
– Este libro como todos los libros tiene su historia, de hecho este trabajo resume un poco mi concepción de la dialéctica, lo cual significa que debo enfrentar una dificultad que es lógica: sintetizar lo que ésta es como expresión de una realidad muy compleja. Ese fue uno de los motivos por los cuales retrasé la publicación del libro. Fundamentalmente en el capítulo 1 al puse mucho esmero en intentar explicar eso, ya que sabemos que muchas veces los conceptos (de la dialéctica hegeliana) son un poco oscuros. La dialéctica tiene varios momentos, pero fundamentalmente se pueden presentar tres momentos, en donde hallamos la sustancia de la misma. La dialéctica es una dialéctica de los sujetos no es de los objetos, ése es un primer concepto fundamental. Objetos sin sujetos no son dialécticos de ninguna manera, son dialécticos en la medida que forman parte del mundo subjetual, del mundo del sujeto.
A ver, para ser didácticos, tomemos el sujeto que somos cada uno de nosotros. El ser humano como sujeto tiene un primer momento que es cuando sale del vientre materno, ahí ya está todo el sujeto, todo lo que va a ser ese sujeto está ahí, pero lo que pasa es que Hegel dice: “no está puesto”, o sea, no se ha realizado, se va a realizar, por eso dicho momento es un universal abstracto ya que no se concretizó. El segundo momento es cuando va a concretizarse, por eso niega a este primer momento al afirmarse como particular frente a aquel que vimos era el universal (abstracto). Por ejemplo, al decir Guillermo digo todo lo que es él (primer momento), en el segundo momento digo “no, Guillermo es filósofo, allí estoy hablando de una particularidad de él, y se van a sumar más particularidades que son negación de una universalidad, conformando así la primera negación”; pero naturalmente para que se realice el sujeto, esta primera negación debe ser negada a su vez para poder reconquistar el universal que habíamos perdido, por eso viene la negación de la negación que es la afirmación del sujeto, ahora como sujeto concreto no ya como sujeto abstracto, pues este sujeto ha incorporado todas las determinaciones del segundo momento y las ha incorporado como negación en este tercer momento. Todo eso se realiza en un mismo momento, pero didácticamente tengo la necesidad de plantear esos momentos como separados.
Hegel dice “para poder entender esto hay que comprender que el movimiento del conocimiento consta de dos momentos fundamentales: un primer momento de las abstracciones, del entendimiento y el segundo momento que es el de la razón”. Como el sujeto es un movimiento continuo yo no lo puedo captar directamente, por ejemplo, vos sos distinto desde que entraste acá, pero yo no veo que seas distinto, pero sí seguro que hay algo que te hace distinto al momento que entraste. Eso no lo puedo captar directamente, entonces ¿qué es lo que hago? Hago una pausa y detengo tu movimiento, el entendimiento que para ese movimiento dice: “Ojo, aquí pasó esto, esto y esto”, ahora una vez que entendí eso, el otro movimiento del conocimiento, la razón, es la que los junta y dice: “ah, esto se movió”. Eso que parece abstracto, lo “veremos” mejor si lo tomamos como etapas del sujeto: la infancia, la adolescencia, la madurez. En la infancia, en el bebé, todo el sujeto está ahí, lo que no está ahí, no va a estar nunca, pero no está puesto aún. Esto significa que se irá poniendo en la medida que van apareciendo las particularidades y luego el tercer momento (negación de la negación) en donde ya tengo el sujeto completo. ¿Logro ser claro o no? Por eso como dije antes, retrasé mucho la publicación porque quería que esto sea claro pero a la vez una vez escrito temo que sea superficial.
– Superficial, para nada, y didácticamente muy logrado.
– Me reconforta escuchar eso, porque lo escribí con esa intención.
– Pensábamos en el contexto en el que aparece el libro con protestas anticapitalistas fuertes: Ecuador, Chile, Líbano… la juventud y su crítica al cambio climático y la responsabilidad de los gobiernos, el fin del ciclo macrista aquí. Tu libro se abre y se cierra con visiones políticas: Lenin en Zurich en 1914 leyendo a Hegel y el final en donde afirmás que el capitalismo no está bien pero jamás se caerá solo, si no es por medio de la acción de un sujeto que lo derribe. ¿Casualidad o causalidad?
– Correcto. Para mí fue impresionante descubrir lo de Lenin. Él re descubre la dialéctica. Naturalmente que Lenin es uno de esos sujetos excepcionales pero no fuera de lo humano, no es que comprendía todo desde el lecho materno. De la dialéctica incluso entendía poco, pero en un momento determinado, por la acción política dice “pucha, qué es lo que nos pasó”, cuando tiene ya en su cabeza la revolución, se encuentra que el sujeto de la revolución que es el proletariado se encuentra (Primera Guerra Mundial), sirviendo y defendiendo a la burguesía. No es que tuvo miedo o algo así, no, dice “acá hubo algo en cuanto a la conceptualización, nos hemos equivocado en algo grave”, y es ahí cuando comienza a leer la Ciencia de la Lógica y entonces señala esa famosa frase “El capital no se puede entender sin la Lógica de Hegel” y de ahí se convierte en el gran líder político que interpreta dialécticamente el proceso que lo lleva a intervenir en un momento especial y el resultado, evidentemente, le da la razón. Porque captó el momento en su desarrollo dialéctico pudo hegemonizar (dirigir) el proceso revolucionario.
-A tu habitual minuciosidad y divulgación de las obras de Hegel, se agregan ahora textos de Marx (del joven y del viejo) como los Manuscritos, las Tesis sobre Feuerbach y los Grundrisse, enhebrando un hilo conductor o para mejor decir, un círculo espiralado. Un lector que se acerca a la filosofía a través de tu libro, encontrará entonces a un Hegel no idealista como lo presenta un manual de secundaria y un Marx no materialista tosco, como cierta vulgata lo ha divulgado. Algo que lo dejás ver claro en los capítulos dedicados a las Tesis sobre Feuerbach y al de la Idea absoluto en la Ciencia de la Lógica.
Sí, yo insistiría mucho que se detengan en la primera tesis sobre Feuerbach en donde Marx critica al materialismo y al idealismo, a la vez que recupera al materialismo porque ve lo concreto y también recupera al idealismo porque observa el rol activo del sujeto pensante, porque logra captar las contradicciones de aquello concreto que se expresa a través de las ideas. Materialismo no como la materia, que es también hablar de una idea, sino de la materia como de lo concreto que se mueve y a ello lo sustancializamos a través de las ideas, pero (los idealistas) pierden la realidad concreta.
– No soy un experto en el tema, pero retomando un poco lo que señalabas al principio, esto de la dialéctica de los sujetos, hay biólogos que afirman que existe la dialéctica en el mundo natural. Creo que no sos muy proclive a esta afirmación, en uno de tus textos hablás de una “dialéctica más trabada en la naturaleza”. Sin extenderte en demasía, cómo te plantás en esa discusión.
– La dialéctica como la trabaja Marx, fundamentalmente, es dialéctica de los sujetos. El momento material es un momento del sujeto, o sea el objeto no es sólo objeto es sujeto-objeto. ¿Qué es el movimiento material? ¿Dónde está la superación allí? No hay superación. Para que haya superación tiene que estar ese momento “ideal”, el momento propiamente del sujeto. Por ejemplo, esto que es materia no es dialéctico (toca una parte de la mesa) pero es dialéctico en la medida que entra en relación conmigo, esto se va a transformar también y yo (sujeto) puedo estudiar ese proceso de transformación. Por otra parte si hay dialéctica de la naturaleza es como que está afuera de nosotros, si bien el sujeto forma parte de la naturaleza. Si hay dialéctica en la naturaleza no interviene el sujeto, éste en tal caso contribuiría en algo pero no sería él su hacedor.
– Ya que hablamos de naturaleza, vos citás de los Manuscritos de Marx esto de la “naturaleza como cuerpo inorgánico del hombre”, mientras lo leía estaba ocurriendo lo de la deforestación de la Amazonia, y como vos decís en el libro, el capital es el sujeto, pero como éste se mueve por su sed de lucro, destruye la naturaleza y entonces (retomando lo del comienzo) tenemos que sacarnos de encima el capitalismo…
– Sí, no tengas dudas, hay que sacarse de encima el capitalismo para la realización del ser humano, de la humanidad, hay que terminar con el capitalismo. Ése es el gran problema que tenemos. Ahora, no está escrito que va a suceder. A lo mejor en determinado momento nos meten una bomba atómica o se agudiza lo del cambio climático y desaparecemos. Por eso (y este es un concepto fundamental) la dialéctica no es determinista, en el sentido de que sucede necesariamente. Eso depende de la intervención del sujeto, algo que entendió perfectamente Lenin. Con la conducción de Lenin puedo pensar que el proceso que se dio en Rusia si también hubiese ocurrido en el resto del mundo ya estaríamos nosotros en una etapa superior de organización. Pero eso no pasó y la desaparición de Lenin es la desaparición de la conducción política que veía el proceso. Yo creo que con la dirección de Stalin se pierde ese proceso. No quiero decir con esto que con Lenin ya estaríamos en el comunismo, sino que digo que pienso que con él hubiéramos avanzado mucho más…
– Precisamente, nuestra revista y nuestra corriente se llaman Socialismo o Barbarie, reafirmando eso de que si el proletariado no se pone como sujeto puede venir la barbarie. Sin explayarnos ahora, creemos que la Oposición de Izquierda en la URSS como Rosa Luxemburgo, son también expresiones que confluyen con el quehacer de Lenin. Allí hay una continuidad, nos parece…
– Sí, más allá de las desviaciones, hay una serie de autores que han trabajado la dialéctica marxista. Con sus errores (que todos hemos cometido), imposible obviar a Trotsky aunque el trotskismo no es Trotsky. Como Marx no es todo el marxismo, ni Lenin el leninismo, ni Jesús el cristianismo (sonrisas aprobatorias). Por ejemplo, Raya Dunayevskaya, me quedé impresionado con ella, ahora se está revalorizando a Rosa, desde ya a Gramsci, la llamada ultra izquierda: Korsch, el primer Lukács que tiene cosas formidables. No hay un autor que tenga toda la razón, hay que leer críticamente a los autores y a la vez, ver las contradicciones que nos van mostrando los nuevos procesos económicos, sociales y políticos; por dónde tenemos que empujar, analizar qué aportes podemos realizar. Por eso para mí, era importante este libro en el sentido de la necesidad de recuperar la dialéctica, que la dialéctica no es una cosa que se le ocurrió a Hegel y luego la tomó Marx y ya se terminó. Fijate autores como Della Volpe, Colletti, que son autores muy inteligentes, pero Colletti termina diciendo “Marx confundió todo: política, ideología…”
– Sólo basta recordar dónde terminó Colletti: en el neoliberalismo y el posmodernismo.
– Tal cual. Lo que no quiere decir que en ese proceso no haya realizado algún aporte.
– Esto que señalás es bien hegeliano-marxista: no es que los que nos precedieron se equivocaron en todo, hay un momento de verdad en sus afirmaciones, el tema es que eran unilaterales y no eran capaces de ver la totalidad.
– Efectivamente es así.
– Sé que no es tu estilo, pero si tuvieses que decirle a las nuevas generaciones (y no sólo a ellas) por qué tienen que leer este libro, ¿qué les dirías?
– Yo diría, precisamente, hay que leerlo para que se rompan las concepciones unilaterales, como aquello de “Hegel es el idealista, Marx el materialista”, que se recupere la dialéctica. No es que con la llegada de la tecnología, la robótica ya no hay más dialéctica. Me parece fundamental captar el núcleo de la dialéctica y por eso es clave ese primer capítulo que mencioné. Cuando explico eso digo que entender la dialéctica es como bailar el tango, yo fui a clases de tango, me enseñaron los primeros pasos pero cuando comenzás a bailar, decís “dónde p… están esos primeros pasos” (risas). Si vale la analogía ese baile es como la dialéctica, como meterse en una selva, es saber luego cómo te orientás. Te metés en la lógica de Hegel, parece que te perdés, pero verás que hay una macro dialéctica que te presenta la salida.
– Para finalizar: ¿y al mundo como lo ves? Este sujeto del que hablaba Marx, el proletariado ¿logrará ponerse como sujeto?
– Yo creo que estamos en una gran crisis. Los momentos de realización del sujeto tienen también sus altas y sus bajas. La apuesta, naturalmente es superar este momento, ya que no está escrito que va a ser así, podemos desaparecer también y sería la derrota final. Pero la apuesta tiene que ser la transformación de este momento histórico, dibujando también un horizonte. Esbozar hacia dónde queremos ir y observar hacia dónde el proceso dialéctico nos puede conducir. Somos responsables de este momento histórico que nos toca y de su transformación. Aportar a dicha transformación es la gran tarea entonces.
Fuente: http://izquierdaweb.com/filosofia-el-movimiento-dialectico-o-el-movimiento-mismo-de-la-realidad/
El movimiento dialéctico o el movimiento mismo de la realidad II
Guillermo Pessoa
Profesor universitario. Columnista de Izquierda web.
La corriente Socialismo o Barbarie reivindica, sin dejar de distinguir las disrupciones y superaciones que existen, la relación Hegel Marx como nodal para bucear en la génesis del socialismo revolucionario. Nuestros clásicos así lo entendieron. Por eso siempre saludamos y leemos con atención trabajos que abordan dicha relación. Siendo conscientes de las limitaciones propias de hallarnos de “este lado del mundo” para conocer todo el material que sobre el tema se produce.
La nota es un intento de resumen somero del recientemente publicado El movimiento dialéctico. De la Fenomenología del Espíritu de Hegel a los Grundrisse de Marx.( Ed. Biblos. Setiembre 2019) del doctor en Filosofía, Profesor Titular de la UBA y militante político Rubén Dri 1 y sirve como contexto al reportaje que le hiciéramos al autor en noviembre del año anterior y que Izquierda Web acaba de publicar.
Hoja de ruta
El libro cuenta con un prólogo del autor y 12 capítulos, tres de ellos sobre Hegel y el resto referidos a Marx. Los dedicados al primero, comprenden una gran sinopsis de la dialéctica, un recorrido por los cinco primeros capítulos de La Fenomenología del Espíritu y por último el capítulo final de la Gran Lógica, aquel de la Idea absoluta. En cuanto a Marx, dos apartados corresponden a las Tesis sobre Feuerbach y parte de los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844 y los restantes versan sobre los Grundrisse.
Es sugestivo el prefacio pues de alguna manera aleja al texto de todo academicismo y lo sitúa dentro de lo que podríamos denominar praxis política. Comprobemoslo: Cuando en los inicios de la segunda década del siglo XX las burguesías imperialistas se decidieron a disputar por las armas el reparto del mercado mundial, los partidos que representaban a los trabajadores de las diversas potencias mundiales se declararon de parte de sus respectivas burguesías nacionales. Ello significaba la derrota de la Segunda Internacional. ¿Cómo fue posible que dichos partidos decidiesen seguir a las respectivas burguesías imperiales? ¿Dónde residía el error de la Segunda Internacional, que debía responder a los intereses del proletariado mundial y terminaba respondiendo a los de sus explotadores? En esos momentos Lenin se encontraba exiliado en Suiza y pronto entró a sospechar que en la teoría de la Segunda Internacional debía residir el error o los errores buscados. ¿Qué hacer?¿Cómo lograr descubrir dónde se encontraban esos errores? Su sospecha lo llevó a Hegel, el maestro de Marx, y, con la voracidad propia de un milagro revolucionario que al mismo tiempo era un intelectual, se arrojó alma y vida a la obra fundamental de Hegel, la Ciencia de la Lógica, y no se equivocó.
No creemos que “la gran traición que la convirtió en un cadáver hediondo” a la socialdemocracia alemana, al decir de Rosa Luxemburgo, se deba solamente (y pensamos que Dri tampoco) a la negación e incomprensión de la dialéctica. La burocratización acelerada del partido, su aparatismo, la cooptación por el parlamentarismo y las prebendas materiales, conforman uno de los principales elementos para comprender tamaña infamia política 2. Sin embargo el abandono y hasta la repulsa de dos de sus dirigentes principales (Kautsky y Bernstein) para con la dialéctica hegeliana, ocupa un lugar importante en la explicación de ese accionar político y su deriva reformista.
Señalemos también que un correcto manejo de la dialéctica (no la sofistería que en nombre de ésta, vulgarizó el estalinismo y sus variantes) tampoco es garantía segura de un abordaje político adecuado y principista. Admitamos sí, que contando con dicha herramienta, la probabilidad (sólo la probabilidad) de no cometer errores es notablemente menor. En Lenin se combinaron una serie de facultades (“momentos” preferiría decir Hegel) como una sagacidad y clarividencia políticas únicas con un esfuerzo envidiable por aprehender los avances de la ciencia y la filosofía toda, dentro de lo que su actividad militante le permitía. Incluso ya con los bolchevique en el poder, impulsó la creación de un Club de Amigos de la Dialéctica Materialista como una tarea importante para la construcción de la conciencia socialista. 3
Recorriendo el movimiento dialéctico: Hegel
Dri confiesa (ver entrevista arriba) que el primer capítulo fue el que más tiempo le llevó realizar y al que considera fundamental: La dialéctica no es un método si por esto se entiende una especie de rejilla que se pone para encuadrar la realidad. Es, por el contrario, el movimiento mismo de la realidad. En su visión la dialéctica es en el plano de los sujetos, aunque como el objeto es en verdad sujeto/objeto, ésta existe allí también pero sin el grado de conciencia que posee en el primer ámbito mencionado.
El capítulo se abre con las categorías centrales de la dialéctica hegeliana, a saber: el universal abstracto, el particular y el universal concreto o singular. Empecemos por algo que debería ser obvio: “todo” es un universal concreto: nosotros, una determinada clase social, la guerra del Peloponeso, la vía láctea, etc.
Sin embargo, esto no es comprendido inmediatamente. Para aprehenderlo con mayor precisión (sabiendo que cada uno de ellos tiene una lógica propia) debemos entender que en ella (en esa totalidad concreta) se superaron y/o recobraron en otro nivel, el universal abstracto y las distintas particularizaciones (o negaciones) que la precedieron. El primer momento semeja algo caótico a simple vista (o sea por medio de la sensibilidad, la primera facultad del sujeto según el antecesor de Hegel: Immanuel Kant) y requiere de un orden que sólo podrá brindar el intelecto (no sólo los sentidos) y dando cuenta de cómo ese estadio se afirmó negando una serie de posibilidades, que para comprenderlas debemos “fijarlas, detenerlas” por un instante para su análisis (analizar es separar), algo que lleva a cabo el entendimiento y finalmente debemos reinsertarla en el todo, proceso que lleva a cabo la razón que es la que “sabe” de ese permanente movimiento que se desarrolla a través de contradicciones, las cuales le permiten avanzar.4
Culmina señalando que existen niveles en la dialéctica: el lógico ontológico, el psicológico existencial, el político, el económico social y hasta el religioso en donde el movimiento dialéctico conlleva dicho recorrido expresado en las categorías anteriormente citadas, atendiendo a sus respectivas especificidades, según sea el nivel o el ámbito en el que nos hallemos. En la realidad conviven entonces distintas determinaciones que sólo adquieren real sentido dentro de la totalidad a la cual pertenecen. Absolutizar una de ellas lleva a unilateralidades que conducen al error, tanto en la vida cotidiana como en el estudio de una coyuntura o proceso político social determinado. En dicha totalidad anidan también tendencias que la acción del sujeto realizará o descartará. Dichas posibilidades están pre supuestas y no puestas aún. Esa totalidad es objetiva/ subjetiva y los hombres de hoy la encontraron ya conformada por las generaciones anteriores: es que las circunstancias hacen al hombre como el hombre hace a las circunstancias, como escribirá Marx (y citará Dri, más adelante).
Esto nos conduce al capítulo 2 en donde hallamos una sinopsis de los cinco primeros capítulos (tiene ocho) de la Fenomenología del Espíritu de Hegel. “Ciencia de la experiencia de la conciencia” es el sub título de la obra. En verdad es la experiencia del sujeto, que en su primer momento es mera conciencia o conciencia objetual (cree que los objetos, la realidad, la economía, están fuera de su alcance, no son producto de su quehacer), luego deviene autoconciencia (es sujeto en la medida que es reconocido por otro sujeto en una lucha a muerte por el reconocimiento) y finalmente razón, que como dice Hegel, sólo se da en un “pueblo libre”, en una comunidad, en otro tipo de sociedad (socialista, diríamos nosotros).
Este tránsito en el texto hegeliano (y Dri que viene trabajando esto hace décadas, lo explica magistralmente) tiene al menos dos instancias: la de la conciencia o el sujeto que aún no se puso como sujeto y va avanzando a través de contradicciones que le hacen “ver” sus limitaciones y la del propio filósofo que lo acompaña y lo guía en ese recorrido. Esa pentalogía conforma lo que el alemán denominó Espírítu Subjetivo que tendrá otra instancia más que es la que precisamente le lleva a comprender que lo que él como sujeto lleva a cabo es patrimonio de la historia humana toda, desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad (la de Hegel y la nuestra) que conforma lo que se llama Espíritu Objetivo y se plasma en diversas instituciones, como el Estado fundamentalmente y por último el (¿pomposamente?) denominado Espíritu Absoluto que reúne a los anteriores, mediante el arte (momento sensible), la religión (lo sensible y las representaciones brindadas por el intelecto) y la filosofía, la forma más alta de aprehender lo que existe que tiene como herramienta al concepto.
Mirá también: Las revoluciones de posguerra y el movimiento trotskista
Retomamos. El libro de Rubén se introduce en la primera de esas macro dialécticas, como ya adelantamos. Y allí también la claridad de la exposición facilita su comprensión. El sujeto que se va haciendo (“su autocreación” como señalaba el joven Marx “donde estaba la grandeza del texto” según el autor de El Capital) pasa por la certeza sensible, la percepción y el entendimiento, para luego de transitar por distintas figuras de la autoconciencia arriba a la razón, que como también dijimos, sólo es posible intersubjetivamente. No es extraño entonces que este texto de 1807, como Dri escribe, haya sido visto como una “novela de formación” del sujeto y de la realidad que éste (éstos) producen.
El último capítulo en el que se aborda a Hegel es aquel con que el autor alemán cierra su Gran Lógica una vez que había arribado a la filosofía en esa epopeya que el sujeto realiza. Como señalamos en nuestra Introducción, Dri recuerda que es la obra en la cual Lenin se detiene en 1914 para “afinar” su dialéctica heredada de Plejanov y para aprehender mejor la realidad a la que se propone transformar.
Nos damos cuenta que los términos allí empleados difieren de los que utilizamos en nuestro común vivir (concepto, juicio, idea). La Lógica, como no puede ser de otra manera, también cuenta con tres momentos: el ser, la esencia y el concepto. Aquí es donde pareciera que las “mistificaciones” abundasen y que lo que se “mueve” es este último, no el hombre mismo. Es la “idea” como se le achaca a Hegel. Sin embargo, Dri advierte:
La idea absoluta es el ser del comienzo que luego de su inmersión en la esencia se fue recuperando a través de la subjetividad, la objetividad y la idea. En otras palabras es el todo que, como sabemos, es intersujeto, es sociedad civil y Estado, es arte y religión. Dice Hegel: “La idea absoluta es la identidad de la idea teórica y de la práctica, cada una de las cuales, todavía unilateral de por sí, tiene en sí la idea misma solo como un más allá buscado y como un fin no alcanzado”. (p.75)
Magníficamente dicho. Mucho más “materialista” que algunos que decían serlo y eran bastante más abstractos que Hegel, como reconoce Lenin. Es un “canto” a la potencialidad del hombre, lo que realizó y lo que es capaz de llevar a cabo. Es el trabajo de interpretar y estudiar para luego transformar y revolucionar, como dirá Marx después. Capítulo que es preciso leer con detenimiento para vislumbrar esos destellos de materialismo que el “idealista” Hegel parecía no tener en cuenta.
Recorriendo el movimiento dialéctico: Marx
Hasta donde sabemos, Dri nunca antes le había dedicado tanta producción escrita a Marx como en esta ocasión. Parte de los Manuscritos de 1844 y hace una exégesis de la alienación, tal cual el autor la trabaja en la tercera parte de dicho texto.
El trabajador en el capitalismo (y no sólo éste) sufre la alienación respecto del objeto del trabajo el cual se le presenta ajeno, respecto de la actividad laboral misma, el trabajo como un castigo (algo que cualquier obrero sabe y siente), respecto de la vida genérica, trabajando no siente que “eso” sea la esencia de su especie y existe un divorcio con la naturaleza también (ya volveremos sobre esto) y por último, en relación a los otros hombres: el semejante como un enemigo. Las relaciones entre los hombres se hallan “cosificadas”, algo que el alemán desarrollará dos décadas más tarde en el famoso capítulo “Fetichismo de la mercancía”, de su obra mayor.
La época actual, de cambio climático, deforestaciones y calamidades varias que produce el capitalismo, le permite a nuestro autor relacionar a Hegel y Marx, cuando afirma:
La naturaleza, cuerpo inorgánico del hombre, para el capitalismo no es otra cosa que capital en potencia, capital “no puesto”, diría Hegel. Es necesario “ponerlo”, efectivizarlo. Mediante el trabajo alienado la naturaleza se va convirtiendo en capital, sujeto que domina a su creador, su propiedad privada. “Cuerpo inorgánico del hombre” afirma Marx, parte componente fundamental del hábitat humano, o del ethos o ámbito ético en el que es posible la vida humana. (p. 48)
Capítulo agudo que nos estimula a meternos de lleno con ese texto temprano de Marx que recién vio la luz en la cuarta década del siglo pasado. El capitalismo que fue capaz de “ser lo mejor y lo peor que le pasó a la humanidad”, al decir de Jameson, ahora nos envía nuevamente a la caverna, caverna civilizada pero que, sin embargo, nos vuelve más precarios y pobres como dicen los Manuscritos. El capitalismo termina degradando al ser humano, culmina su sentencia Dri.
Cuando trata las Tesis sobre Feuerbach, “un pliego que logramos rescatar del paciente trabajo de los roedores”, como decía Engels quien lo exhumó en 1888, contiene, también al decir del compañero de Marx, el germen de la genial doctrina. Dri, acertadamente, se detiene en la Tesis Primera. Es la que seguramente motivó, primero a Labriola y luego a Gramsci, a llamar filosofía de la praxis al materialismo marxiano, ya que el hilo conductor es el hombre activo que produce conocimientos y realidades con su quehacer, que nunca es acción irreflexiva sino que es acción mediada por la reflexión.
Marx, y Dri lo dice muy bien, realiza un ajuste de cuentas con su propia posición filosófica (estamos en 1846 y está rompiendo con el filósofo que da nombre a las Tesis): el nuevo materialismo es una superación del precedente como así también del idealismo. Si bien fue este último quien “desarrolló el lado activo del sujeto” lo hizo, claro está, ignorando la actividad humano sensorial (el idealismo sólo concibe la actividad conceptual). Profunda y hermosa síntesis.
En el apartado sexto, Dri vuelve sus pasos hacia la introducción de los Grundrisse (1857/8) en donde Marx retorna a la lectura (como hará Lenin más de medio siglo después) de la Lógica de Hegel y es lo que le permite “asirla” mejor y convertirla en una guía irremplazable para la redacción de la Introducción a esos borradores. La economía, economía política para decirlo mejor, cuenta con cuatro momentos que interactúan entre sí (producción, circulación, distribución y consumo) pero que tiene un centro gravitatorio, “la iluminación general en la que se bañan todos los colores y que modifica las particularidades de éstos”, que no es otro que las relaciones de producción. Por momentos el capítulo parece, en la necesidad de resumir, un tanto esquemático y menos logrado que los anteriores. 5 Será el próximo en el que el desarrollo luzca más agudo y armonioso.
El propio autor considera a dicho capítulo séptimo, central, pues siguiendo a Marx confirma que cuando el capitalismo logra desplegarse (siglos XVI al XIX aproximadamente) el capital se pone como el verdadero sujeto de la modernidad, mientras como vimos, el trabajador está “cosificado”, producto no de cierta educación (que refuerza ésta, es cierto) pero que responde a un hecho objetivo, material: las relaciones sociales capitalistas. Ellas son asimétricas ya que lo que las constituye es la explotación (ya existente en toda sociedad de clases), pero que ahora se le suma un velado fetichismo, en donde las relaciones humanas se presentan como relaciones entre cosas y el dinero se enseñorea sobre los mortales que giran bajo su órbita sin entender el por qué de lo que ocurre, aunque sintiéndolo en sus cuerpos y músculos.
El capital como sujeto que es domina las diversas fases de su movimiento. Ello significa que en ningún momento crece para servir a otros, sino para sí mismo. Si no lo hace, muere como capital. Cuando se pretende que mediante el capital se sirva al bien común, se le está pidiendo al capital que acepte morir como tal. El capital es sujeto y como tal, circular, gira siempre alrededor de sí mismo. Se expande como una espiral que nunca mira hacia el exterior. No se puede esperar que de su desarrollo resulte el bienestar social. (pp. 124/5).
Mirá también: Productividad, inversión y empleo: la polarización laboral
La filosofía, la dialéctica (recordemos el movimiento mismo de lo real) es lo que le permitió a Marx superar la ley del valor ricardiana y dar con el fundamento de la sociedad capitalista, algo que para la economía neo clásica (ni hablar de la economía vulgar) y aún para la heterodoxa en todas sus variantes, es pura “metafísica” . 6 Es que a eso se reduce la dialéctica para estos críticos del marxismo. No era el objetivo del libro ahondar en ello pero en sus últimos capítulos se llega a caracterizaciones precisas como la anteriormente citada y deja entrever una tarea para brindarle una salida a “los de abajo”. Oigamos:
Por este motivo no puede hablarse de “humanización del capital”, de “capitalismo bueno”, de “alianza entre el capital y el trabajo”, de “bien común” en una sociedad capitalista. El capital es un movimiento que retorna a sí mismo. Su crecimiento es autocrecimiento, no es crecimiento para otros. Cuando se dice que la economía debe crecer y que con ello se solucionará el problema del hambre, se nos está diciendo una gran mentira (…) Los individuos están subordinados a la producción social que pesa sobre ellos como una fatalidad; pero la producción social no está subordinada a los individuos y controlada por ellos como un patrimonio común. (p. 127)
Y esto, como también advierte tangencialmente el texto, ocurre (con sus especificidades, claro está) en el capitalismo neoliberal, en el keynesiano, y aún en aquellas sociedades en donde el capital fue expropiado como en la ex URSS y demás estados burocráticos. Los trabajadores no controlan efectivamente la producción social creada por ellos, se la apropian otros y “viven” esta situación como una fatalidad. Se desprende según la cita, que si esto no ocurriese y fuese efectivamente controlada como un patrimonio común, la alienación y la verdadera libertad podrían estar al alcance de la mano. Pero para eso, los trabajadores y el pueblo deben “ponerse” como sujetos (y eso “requiere de una larga preparación” sugiere Dri) y acabar con el orden existente. Para retomar lo del comienzo: es lo que entendió Lenin munido del arsenal teórico adecuado, según también advierte la admonición final del libro.
Hegel, Marx y Lenin revisitados hoy, dialécticamente
Reiteremos a riesgo de ser fatigosos: la dialéctica expresa con mayor grado de verdad lo que existe, porque lo que existe es dialéctico. Valga la aparente tautología. La filosofía alimenta la política y ésta a su vez nutre y enriquece a la primera. Como Marx hizo con Hegel y el libro lo expone con meridiana claridad.
En una de las conclusiones que nuestra corriente realizó como cierre a un curso sobre el tema a obreros y público en general, se afirma:
El punto de vista del fundador del socialismo científico es tan dinámico y atado a la historia como el de su genial precursor. Pero, a diferencia de Hegel, Marx no limita ese automovimiento del sujeto histórico: ni en el tiempo (no se detiene en el presente, como en Hegel, sino que es prospectivo, apunta al futuro) ni en el plano de su realización, que excede la mera consciencia para abarcar toda la materialidad de la vida social. Y esto sucede porque el sujeto de Marx no es un vaporoso “espíritu”, sino una fuerza social material, la clase trabajadora, cuyo horizonte de transformación excede los límites del capitalismo. 7
Y tiene una correspondencia evidente con el texto que brevemente intentamos reseñar. Insistamos una vez más: que esa fuerza material se “ponga” como sujeto a riesgo que si esto no ocurre “se la lleven puesta” como en más de una ocasión señala casi burlonamente Rubén. Lenin, como otros revolucionarios (no olvidemos a Engels, Rosa, Trotsky, Gramsci) comprendieron esto y se abocaron a esa paciente, pero humana y reconfortante tarea.
En medio de cierta “anomia” intelectual, de tanto “posibilismo ambiente” reinante y de temas que se consideraron “saldados”, la aparición de un trabajo que pone en el centro del debate a la dialéctica y a tres de sus mejores cultores, es más que una bocanada de aire fresco, y especialmente en lo que a la hermenéutica de Hegel refiere, permite coronar más de tres décadas de trabajo fecundo y de divulgación (no vulgarización) de la obra hegeliana, que si bien no es inaprensible, nunca resulta de comprensión inmediata y necesita muchas veces saber correr cierta “maleza” que hay en su exposición.
Antes de pasar al reportaje, finalizamos con otro de los párrafos del libro, que confirma lo que venimos sosteniendo. Que es además, algo que debemos tener permanentemente presente y que en los días que corren, pandemia universal mediante, parece que también empieza a formar parte de cierto “sentido común” de cientos de miles de jóvenes y mujeres trabajadores de gran parte del mundo:
El capital como “contradicción viva” es la última palabra. ¿Significa ello que finalmente el capitalismo se derrumba bajo el peso de sus contradicciones? De ninguna manera. Puede reciclarse como de hecho ha mostrado que puede hacerlo, y prolongar su duración por tiempo indefinido. Puede durar mucho tiempo, no sabemos cuánto, pero no tiene inscripto en la frente el decreto de su existencia eterna. (Resaltado nuestro)
Notas:
1 Rubén Dri nació en Entre Ríos en 1929. Se ordenó sacerdote salesiano siguiendo los deseos de su madre. Estudió teología en Turín, Italia. Hizo estudios de filosofía y ciencias sociales en Francia y México. En los años 60 comenzó a militar en el Peronismo de Base y participó en la fundación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Después del golpe militar de 1976 tuvo que exiliarse en México. Conocedor del alemán, leyó a Hegel en su lengua original y trabajó sus grandes obras durante décadas, dando vida así a una sesuda y didáctica puesta a punto de esos textos en más de una decena de libros. El que estamos comentando se suma a esa importante bibliografía.
2 Para un buen acercamiento a este tema, consultar El Partido Socialdemócrata de Alemania: nacimiento, auge y deriva reformista (1875-1914). Alejandro Kurlat. Socialismo o Barbarie, Febrero 2019, edición digital.
3 Un más que sugestivo análisis del trayecto filosófico de Lenin, es el de John Rees: Lenin y la filosofía en Revista Socialismo o Barbarie 21, 2007. Para la que consideramos plena actualidad de la política leninista, ver Roberto Sáenz: Lenin en el siglo XXI. Revista Socialismo o Barbarie 23/24, 2009.
4 Un intento para aproximarse más a esto es nuestro Apuntes sobre Hegel y el marxismo. Revista Socialismo o Barbarie Nro 20, 2006.
5 Uno de los mejores trabajos sobre la Introducción y elaboración de los Grundrisse es el de Enrique Dussel: La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. Siglo XXI. 1985
6 Una educativa nota sobre las corrientes que reniegan de la teoría del valor es la de Federico Dertaube: La absurda teoría liberal austríaca de valores y precios. Izquierda Web, 20/10/19. Quienes también desarrollaron estos temas son autores marxistas como Néstor Kohan y Rolando Astarita. Todos con un denominador común: sin la dialéctica jamás se hubiera llegado a desentrañar y superar la ley del valor enunciada por David Ricardo y la economía política clásica.
7 Marcelo Yunes: El marxismo y la herencia de Hegel. Socialismo o Barbarie 272, 2016
8 Antonio Gramsci , Karl Korsch y el joven Lukács conforman lo que el marxista pero anti hegeliano Louis Althusser denominó “la ultra izquierda” pues reivindicaban la continuidad del autor de la Fenomenología con Marx.
La ucraniana luego radicada en EEUU Raya Dunayevskaya, que fue durante un tiempo secretaria de Trotsky durante su exilio en México, expresa una “ultrahegelianización” del marxismo y presenta a ambos pensadores casi como una unidad homogénea y sin matices. Por último, los italianos Galvano Della Volpe y su discípulo Lucio Coletti, en línea con el citado Althusser, criticaban a los que veían a un Marx con una fuerte impronta de Hegel, a quien criticaban por idealista extremo y mandaban al cesto de la basura porque consideración que ignoraba el momento empírico del conocimiento y toda referencia fáctica.
Fuente: http://izquierdaweb.com/el-movimiento-dialectico-o-el-movimiento-mismo-de-la-realidad-ii/