Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La recepción de Otto Neurath en Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey

José Sarrión, Jordi Mir

1. Introducción

Manuel Sacristán y su discípulo y continuador de su obra, Francisco Fernández Buey, han sido autores de gran interés para la tradición filosófica hispánica, entre otros motivos, por su persistente búsqueda de un equilibrio entre una epistemología sólida­mente fundamentada —sin pretensiones sustitutivas por parte de la tradición especu­lativa ni de supuestos marxismos cientificistas— y un compromiso socio-político, frente a la pretendida neutralidad del complejo científico-técnico, que no encuentra parangón en el pensamiento de nuestro país.

Esta doble disposición, tanto de Sacristán como de Fernández Buey, parece situarles en una situación privilegiada para la recepción de Otto Neurath en el territorio espa­ñol. A pesar de que ninguno de ambos autores nos legó un texto única y exclusiva­mente sobre su obra, lo cierto es que es posible encontrar referencias e influencias en sus respectivas obras. Así, el propósito de este trabajo es examinar la presencia de Neurath en la obra de Sacristán y Fernández Buey.

2. Otto Neurath en el pensamiento de Manuel Sacristán

2.1. Testimonios de Francisco Fernández Buey: un racionalismo atemperado

La presencia de Neurath en el pensamiento de Sacristán ha sido indicada por su dis­cípulo Fernández Buey en varias ocasiones. Tal vez podamos considerar como la refe­rencia más sustancial la que realizó en la conferencia que Fernández Buey ofreció en 2005 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid bajo el título «Sobre el racionalismo atemperado de Manuel Sacristán» (Fernández Buey, 2005a)[1]. En dicha conferencia,Fernández Buey toma como punto de partida una afirmación de Juan Carlos García-Borrón. Este filósofo, amigo de juventud de Sacristán y compañero en la revista Laye, afirmó a mediados de los años setenta en una conversación privada —cita Fernández Buey— que Sacristán era «ante todo un filósofo irracionalista», afirmación sustentada por García-Borrón en anécdotas de los años cincuenta y otras de los setenta. Cabe añadir que esta afirmación es, para cualquier conocedor de la obra de Sacristán, sor­prendente, como el propio Fernández Buey reconoce en su conferencia.

Desde este punto de partida, Fernández Buey desarrolla la idea de que Manuel Sacristán fue, al menos desde el 1957-1958 y hasta el fin de su vida, un racionalista, pero que fue construyendo un “racionalismo atemperado”. El racionalismo sacrista­niano aceptaba tesis centrales de la filosofía clásica, de inspiración aristotélica y lei­bniziana, que asumía tesis básicas de la filosofía de la lógica postruselliana (esencialmente Quine), con importante orientación analítica, que simpatizaba con la considera­ción teórica de la ciencia no tanto de los filósofos de la ciencia como de los científicos que reflexionan sobre su propio trabajo, y, finalmente, apreciaba por el pensamiento dialéctico de “vocación científica” (subrayando “de vocación” y poniendo “científica”entre comillas, afirma Fernández Buey). Pero este racionalismo va convirtiéndose en un “racionalismo atemperado” a partir de los años setenta, cuando Sacristán empieza a situar su interés en el estudio de las mediaciones entre teoría y decisión. Fernández Buey señala que Sacristán fuera esencialmente un filósofo de la práctica, gramsciano políticamente aunque no epistemológicamente. En este último campo, Sacristán estaba más cerca del pensamiento analítico que del marxismo y otras filosofías de la época. Sin embargo, Sacristán está lejos de considerar que las relaciones de los humanos se vertebran en torno a la teoría que se construye, sino que más bien hay una serie de mediaciones entre la teoría y la práctica. En este aspecto Fernández Buey considera que el racionalismo de Sacristán se va atemperando a partir de mediados de los 70, llegando a lo que Fernández Buey califica como una «teoría de la argumenta­ción plausible», que sería «aquel tipo de argumentación no exactificable, no formaliza­ble, no apodíctica, pero que tiene directamente que ver con las decisiones y con la vida práctica de las personas». Y en ese atemperamiento de su racionalismo, Fernán­dez Buey aún observa otro aspecto: en la relación ciencia-tecnología hay un cambio entre lo que sostiene en los años cincuenta y lo que llegó a pensar en los ochenta, que Fernández Buey resume mediante la afirmación de Russell «necesitamos la ciencia para salvarnos de la ciencia». Llegados a este punto de atemperamiento del racionalismo sacristaniano, Fernández Buey saca a Otto Neurath a colación. Reproducimos el párrafo exacto de la conferen­cia:

«Eso es el que hace que, por ejemplo, entre los científicos y pensadores del conocimiento científico, en sus últimos años Manolo Sacristán apreciara especialmente a uno que es un marxista —todavía en la época de Sacristán y aún ahora— muy poco citado, muy poco leído, muy poco estudiado entre nosotros: Otto Neurath. Un marxista muy atípico. Tan atípico como creo que se puede decir que fue el marxismo y el comunismo que representaba Manolo Sacristán ya desde finales de los 60 y mucho más característicamente en los 70 y en los 80. Si hubiera que comparar el marxismo de Sacristán en esa época con otros marxismos, con otras corrientes marxistas contemporáneas, yo diría que la característica principal es el grado de fusión que hay en su pensamiento entre conocimiento científico e intencionalidad ético-política. Y es muy característico que, en los marxismos de la época contemporánea a Sacris­tán, o bien predominaba la acentuación del aspecto ético-político para poner el acento en el activismo, o bien predominaba la acentuación del aspecto estrictamente científico para caer la mayor parte de las veces en el cientificismo. Y Manolo Sacristán consiguió, me parece, una complementación en ese ámbito, que es lo que permite hablar del atemperamiento de su ra­cionalismo marxista.» (Fernández Buey, 2005a: minuto 26:57 a 28:43).

No es esta la única ocasión en la que Fernández Buey se refiere a la presencia de Neurath en el pensamiento de Sacristán. En un artículo de 1988, Fernández Buey rea­lizó una interpretación muy interesante acerca del opúsculo de Sacristán «Tres leccio­nes sobre la universidad y la división del trabajo», afirmando que el punto de vista metodológico de Sacristán está cerca del último Neurath (Fernández Buey, [1988] 2015). La reflexión es del siguiente tenor: al inicio de este conocido ensayo, Sacristán enuncia el carácter comunista de su orientación política, dando por supuestos algunos principios metodológicos y prácticos sobre la actividad del científico social, quizás —considera Fernández Buey— porque dichos principios gozaban de amplio consenso en el momento de la publicación del texto. Fernández Buey, sin embargo procura resu­mirlos: Sacristán defendía al mismo tiempo[2] el carácter anti-ideológico de la ciencia social y la defensa de los valores inspiradores de dicha actividad. Frente a la concep­ción weberiana de la desvinculación ideológica, el análisis social no está exento de jui­cios de valor. La neutralidad valorativa es una ilusión, que suele esconder la ideología dominante en una época dada. Sin embargo, esto no debe conducirnos a despreciar el principio weberiano completamente: el propio Marx apostaba por la lucha contra la ideología en la ciencia. Por tanto, es posible distinguir la función social irrenunciable de la transmisión de tradiciones y valores, de lo que sería presentar los propios valo­res como si fueran verdades objetivas. De lo que se trataría es de hacer explícitas las preferencias o valoraciones subjetivas de cada científico social, frente al enmascaramiento de las mismas bajo una falsa neutralidad, dado que la objetividad sólo puede referirse al método. En suma: declarar o reconocer las preferencias y valoraciones de uno (de tal modo que no se renuncia a la pasión en la investigación científico-social, ni en el momento de declarar las valoraciones, ni en su arranque y desarrollo).

En este punto, Fernández Buey realiza la comparación de Sacristán con Otto Neurath, que reproducimos textualmente:

«En suma, el punto de vista no explicitado en La Universidad y la división del trabajo estaba más cerca del wishful thinking-thinkful wishing del último Otto Neurath que de la weberiana desvinculación axiológica. Se trata de un conocer apasionado que se propone reunir en el análisis mismo la posición valorativa y la actitud crítica. Pues tiene, por una parte, la convic­ción de que la pasión intelectual y moral ayuda a la hora de ver caminos y cabos sueltos que otros no ven, y trabaja, por otra parte, con la idea de que siempre es estrictamente neces­aria la crítica de los resultados propios, el control de los pasos que han sido dados para esta­blecer hipótesis y teorías. Tanto más cuanto que esta razón apasionada-pasión razonada (“pensamiento idealmente orientado y teóricamente mantenible”, se podría traducir el difícil­mente traducible juego de palabras de Otto Neurath) conoce múltiples mediaciones entre teoría y decisión y afirma, además, que la jerarquía de valores propia de una concepción del mundo inmanentista no admite otra relación con los resultados de las ciencias positivas que no sea la relación de plausibilidad.»(Fernández Buey, [1988] (2015): 89-90).

Hay algunas otras referencias de Fernández Buey a la presencia de Neurath en el pensamiento de Sacristán, que básicamente nos permiten confirmar el interés de Sacristán en la obra del filósofo vienés. Así, en su artículo de 1998 «Para la revisión del lugar de la filosofía en los estudios superiores», Fernández Buey recuerda un elenco de autores que el Sacristán de 1968 citaba como influyentes en la cultura, y añade: «estoy seguro de que unos años después Sacristán […] habría variado un poco esa lista. Donde dice Althusser habría puesto probablemente Karl Korsch u Otto Neurath […]» (Fernández Buey, [1998] 2015: 308). En una entrevista inédita del año 2004, Fernández Buey volvía a indicar: «en los últimos años de su vida a Sacristán le intere­saban sobre todo las ciencias y el pensamiento científico […]; y, ya en otro ámbito, le interesaban las obras de Walter Benjamin, de Otto Neurath y lo que estaban haciendo algunos de los entonces llamados marxistas analíticos». (Fernández Buey, [2004]2015: 325). Y de nuevo, en una entrevista para El viejo topo de 2005, preguntado Fernández Buey por los autores marxistas que más consideró Sacristán en sus últimos años, responde, tras citar a otros autores como Engels, Lenin, Gramsci y Togliatti: «al final leyó y estudió mucho a Karl Korsch y a Otto Neurath; a estos por motivos más bien epistemológicos y metodológicos, por lo que habían escrito sobre marxismo y ciencia». (Fernández Buey, [2005c] 2015: 387).

Por último, hay otra referencia en la entrevista de 1983 a Manuel Sacristán de Gabriel Vargas Lozano para la revista Dialéctica de la Universidad de Puebla, donde el primero afirma: «nunca me gustó la epistemología predominante en la tradición mar­xista. Siempre me pareció que en ese campo eran mejores las escuelas marxistas minoritarias». (Sacristán, [1983a] 1984: 101); Fernández Buey considera que «en ese contexto aludía, entre otros, a Otto Neurath y Karl Korsch.» (Fernández Buey, [2007]2015: 342).

Parece evidente, por lo tanto, que Neurath estuvo muy presente en las lecturas e ideas de Manuel Sacristán, como atestigua su discípulo en los diferentes momentos que hemos repasado. Ahora bien, ¿cuánto de dicha influencia quedó plasmada en su obra escrita? En el siguiente apartado trataremos de rastrear las referencias a Neurath en la obra directa de Sacristán.

2.2. Neurath en la obra directa de Sacristán

A pesar de que los testimonios de Fernández Buey vistos más arriba parecen demos­trar la importancia de Neurath en el pensamiento de Sacristán, especialmente a partir de los años setenta, no existe ningún texto específico acerca de este autor.

Es preciso, por tanto, hacer una labor arqueológica para reconstruir las referencias de Neurath en la obra de Sacristán, las cuales pueden ser encontradas de manera lateral a lo largo de diferentes trabajos.

Ya en su trabajo juvenil de 1953 para la revista Laye «Verdad: desvelación y ley» (Sacristán, 1953), podemos comprobar una referencia menor a Neurath, si bien se limita a caracterizarlo como un representante del positivismo lógico «en sus versiones extremas», destacando que «se presenta muy completo sistemáticamente». (ibid: 50).

En su texto «La filosofía desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial hasta 1958» (Sacristán: [1958] 1984), publicado en el Suplemento de 1957-58 de la Enci­clopedia Espasa en el año 1961, hay un párrafo dedicado al fisicalismo y al movi­miento de la Ciencia Unificada, si bien la exposición se centra principalmente en el pri­mero de los dos pensamientos citados, a través de Carnap. Sólo se referencia a Neu­rath y al movimiento de la ciencia unificada en un párrafo al final de dicho apartado,donde dice: «El parentesco entre la tendencia fisicalista y la tarea de “fundar la unidad de la ciencia” no necesita aclaración. Pero la relación entre ambas manifestaciones es también externa: Neurath y Carnap, los dos principales promotores del fisicalismo, lo son también de la Encyclopedia of Unified Science, cuya publicación empezó durante la guerra. Las bases teóricas del movimiento quedan vistas en los anteriores epígra­fes. Los dos primeros volúmenes de la enciclopedia las desarrollan bajo el título de Foundations of the Unity of Science». (ibid.: 138).

Diez años después y de nuevo para una enciclopedia, en este caso para el Suple­mento de la Enciclopedia Labor de 1968, vuelve a aparecer una referencia menor sobre Neurath, esta vez destacando que, a pesar de pertenecer al Círculo de Viena, dicho autor se encontraba influido por el marxismo. Así, en un apartado titulado «Ten­dencias filosóficas de influencia difusa», Sacristán dice: «[…] sin duda más persistente y profundo (menos sujeto a modas) es el caso del pensamiento marxista. La influencia no-escolar (por así decirlo) del marxismo se ejerce en varios campos de la cultura. En primer lugar, es influencia de su comprensión de la realidad económico-social; […]este tipo de influencia puede apreciarse incluso entre miembros del Círculo de Viena, como Otto Neurath.» (Sacristán, [1968] 1984: 400).

Otro espacio donde pueden encontrarse referencias menores a Neurath por Sacristán es en los apuntes de sus clases de Metodología de las ciencias sociales, que podemos disfrutar gracias a las transcripciones de Salvador López Arnal y Joan Benach.

Así, en los apuntes del curso 81-82, transcritos por López Arnal, encontramos dos referencias a la conocida metáfora del barco de Otto Neurath. La primera de ellas se produce en el coloquio con los estudiantes al final de la exposición del primer tema, cuando Sacristán explica que la crisis de fundamentos de la ciencia típica de principios del siglo XIX dejó de estar en el centro, en torno a los años cuarenta, cuando se entendió que no se podía entender dicha crisis de fundamentos como un acontecimiento, sino que los fundamentos siempre están en crisis, en el sentido de que nunca es posible una fundamentación teórica absoluta del conocimiento. De este modo, el problema de los fundamentos pasó a ser sustituido durante unos veinte años por el “problema de la línea de demarcación”, es decir, distinguir entre qué tipo de proposi­ción es científica y qué tipo proposición no lo es. Y, finalmente, afirma Sacristán, los problemas de estimación de la ciencia de su momento presente (los años 80 del siglo XX) no son ya problemas teóricos, como los enunciados hasta ahora, debido a que ya se ha asumido que no es posible una fundamentación absoluta del conocimiento. Para ilustrar esta idea del conocimiento como una aventura, Sacristán trae a Neurath a colación:

«Para economistas podría ser bueno citar aquella divertida metáfora de Otto Neurath. Otto Neurath tiene la siguiente graciosa metáfora, sobre esto de la crisis de fundamentos para lla­mar la atención sobre el hecho de que hay que dejar de ocuparse, de si hay una fundamen­tación absoluta o no la hay. Dice: en la ciencia somos como los tripulantes de un barco del que no se sabe si alguna vez salió de un puerto, porque nadie lo recuerda si ha salido de un puerto. Está en alta mar, nadie sabe si va hacia algún puerto. No se ve ninguna tierra. Cuan­do hay una avería hay que repararla con los mismos materiales que tiene el barco y por lo único que estamos seguros, porque lo medimos con las estrellas, es de que ese curioso barco navega sin cesar. Pues esto es la ciencia. Ni tiene la seguridad de dónde ha salido, ni tiene la seguridad de que vaya a ningún sitio, pero lo que parece evidente es que va avanzando. Es una metáfora bastante graciosa para expresar esta idea de una actividad cuya acumulación y cuyo progreso parecen innegables sin que, en cambio, se pueda establecer una fundamenta­ción segura de esa navegación, ni menos todavía una perspectiva de ruta con objetivo final, el conocimiento absoluto o la sabiduría integral». (Sacristán, 1982: 26-27).

La idea aparece repetida en el mismo curso un poco más adelante: «yo creo que sí que conté la metáfora aquella de Otto Neurath acerca de cómo hay que entender una ciencia, como un barco que se va construyendo y reconstruyendo mientras navega. Eso es mucho más realista, mucho más realista que la idea de una fundamentación absoluta sobre roca firme para cualquier ciencia.» (Sacristán, 1982: 101).

En el curso 83-84 conocemos, gracias a los apuntes de Joan Benach, que se repite la referencia a la metáfora del barco de Neurath, y además también un comentario acerca del talante no conservador de los miembros del Círculo de Viena como Carnap, Neurath o Schlick:

«La cuestión de la “línea de demarcación” tenía bastante historia, es la versión por Popper de un problema algo más antiguo, que venía del primer neopositivismo o “positivismo lógico” o“empirismo lógico”, como se llama una escuela filosófica que floreció a finales de los años 20 en Praga y Berlín, Viena, con figuras como Carnap, Moritz Schlick, Otto Neurath, y bastantes otros, pero éstos son quizás los más conocidos e importantes (Carnap fue sobre todo un lógi­co de mucha influencia en lógica formal clásica y también en investigación sobre los funda­mentos de la lógica de las probablidades); Schlick y Neurath fueron importantes como cientí­ficos sociales dentro del Círculo de Viena, o “positivismo lógico” o “neopositivismo”, o “empi­rismo lógico”. Esta fue una escuela prácticamente desintegrada muy poco después de su mo­mento de mayor florecimiento, los años 29-30, por la doble concurrencia de una autocrítica interna de ellos mismos, y de una persecución bastante implacable por parte del nazismo (los neopositivistas tienen fama entre los filósofos de izquierda —marxistas corrientes, etc— de pensadores de derecha y de conservadores, pero la verdad está muy lejos de eso; había de todo como es obvio en esa escuela. Schlick fue asesinado por los nazis, y tanto Carnap como Neurath eran en su pensamiento social gente más bien de izquierda, por usar las pala­bras tradicionales.» (Sacristán, [1953] 1984: 24-25).

En el programa de la misma asignatura del curso 1984-85, depositado en el Fondo Manuel Sacristán del CRAI Biblioteca de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona y recuperado por Salvador López Arnal, también se anuncia un tema sobre Neurath, del cual solo disponemos del índice:

«Curso de Metodología de las ciencias sociales, Universidad de Barcelona [1984-1985]
2.4. Neurath

2.4.1. Justificación de su inclusión en un curso como éste.

2.4.2. La orientación “para-dialéctica” o “para-historicista”, que reúne algunos rasgos típicos de la tradición dialéctica, particularmente en ciencias sociales.

2.4.2.1. La globalización metodológica.
2.4.2.2. Mach y Marx: complementarios.
2.4.2.3. Con rechazo de la lógica dialéctica.

2.4.3. Rechazo del falsacionismo.

2.4.4. Las tesis son a fortiori verdaderas paras las ciencias sociales.

2.4.4.1. Rechazo del falsacionismo.
2.4.4.2. En las ciencias sociales no hacen falta hoy “técnicas refinadas”.
2.4.4.3. Licitud de la indistinción en historia y ciencias sociales.

2.4.5. La orientación “para-dialéctica” es como el programa teórico de la dialéctica del viejo Engels (incorporación a la ciencia y realización en ella de los criterios dialécticos + lógica), pero sin la lógica.»

Fuente: Sacristán, 1985.

Neurath también estuvo presente en el seminario de posgrado sobre «Inducción y dialéctica» que Manuel Sacristán impartió en la Universidad Nacional Autónoma de México, en el curso académico 1982-83. De dicho seminario se conservan los guiones que el propio Sacristán empleaba para sus clases, depositados en el mismo fondo y también recuperados por López Arnal. Los guiones de las clases de Sacristán contie­nen, junto a los títulos de los apartados y subapartados de la exposición, algunos fragmentos del libro de Neurath Fundamentos de las ciencias sociales ([1944] 1973). Reproducimos el guion del apartado de Neurath, tal y como puede leerse en los guio­nes de Sacristán:

«Curso de posgrado “Inducción y dialéctica”, Universidad Nacional Autónoma de México [1982-83]

2.4. Neurath

2.4.1. Justificación de su inclusión en un curso como éste.

2.4.2. La orientación “para-dialéctica” o “para-historicista”, que reúnealgunos rasgos típicos de la tradición dialéctica, particularmente enciencias sociales.

2.4.2.1. La globalización metodológica.

“[…] La contrastación de enunciados sobre tribus o sobre palancas implica la contrastación del comportamiento de nuestro conglomerado cósmico. No podemos remover esta agregación, cosa que debemos tener en cuenta, por lo menos en principio, puesto que, por una parte,una forma de argumentación que esté en armonía con ciertos argumentos de Mach debe estar, por la otra, también en armonía conciertos argumentos de Marx” (p. 68).
Nota: “Me inclinaría porque tal sociología se designase como sociología marxista, ya que Marx y Engels eran más pluralistas que otros y comenzaron con un enfoque científico fisicista; pero un número creciente de científicos consideran el marxismo como una doctrina que se basa en “la unidad de opuestos; cualidades que se niegan a sí mismas y, a través de la negación, conducen a la síntesis; mientras que la cantidad se convierte en calidad”. Estas y frases similares no parecen transformables en expresiones empíricas” (Neurath, [1944] 1973: 68-69).

Tiene: a) el programa; b) el rechazo de la dialéctica; no es apología lo que dice de Marx y Engels, dado su sentido de “fisicista”.

2.4.2.2. Mach y Marx: complementarios [ficha apartado anterior].

2.4.2.3. Con rechazo de la lógica dialéctica.

A. Ficha apartado 2.4.2.1.
B. “( …) Es posible que las penetrantes doctrinas que tratan de las“férreas leyes de la historía” y de la ”evidencia que dicta que existen tentativas que desde su mismo comienzo están condenadas al fracaso”, pertenezcan a esa familia del augurio y de la quiromancia” (Ibídem, p.145).

2.4.3. Rechazo del falsacionismo.

“[…] A veces los sociólogos piensan en la física y la astronomía como el Dorado de la exactitud y de lo definido, suponiendo con frecuencia que en este campo cualquier tipo de contradicción es fatal para las hipótesis. Por supuesto, sea cual fuere la ciencia de que se trate, los científicos intentan siempre encuadrar sus hipótesis en un conglomerado de otras hipótesis, datos de observación y otros datos aceptados. Pero ciertos efectos, como, por ejemplo, las contradicciones bien descritas, no siempre inducen a los científicos a descartar una hipótesis. Pueden sostener que a menudo dicha hipótesis resulta útil, y que no existe otra hipótesis más atrayente <MSL: Kuhn>. Los “ejemplos positivos”desempeñan un gran papel y no sólo los ejemplos negativos, como en el esquema asimétrico de refutación-verificación <MSL: Popper>. La hipótesis de Newton sobre la gravitación ha sido utilizada a pesar del hecho de que, por espacio de unos ciento cincuenta años, los científicos estuvieron sospechando una y otra vez que en la hipótesis de Newton, había elementos contradictorios y ambiguos; con todo, se revelaba tan acertada para el análisis de los movimientos de los cuerpos que sólo unos cuantos científicos criticaron realmente los defectos de la hipótesis” (Ibídem, pp. 86-87).El paso tiene varias funciones: abrir camino la diferencia entre las ciencias sociales y la “física y la astronomía”; suplir la dialéctica aceptando claroscuro, “indistinción”, método de “siluetas”.

2.4.4. Las tesis son a fortiori verdaderas paras las ciencias sociales.

2.4.4.1. Rechazo del falsacionismo.

“[…] En las ciencias sociales, los resultados positivos constituyen la piedra angular del éxito” (Ibídem, p. 87).

2.4.4.2. En las ciencias sociales no hacen falta hoy “técnicas refinadas”.

“[…] En las ciencias sociales no sabemos mucho acerca de tan complicados detalles; por consiguiente, de acuerdo con el estado actual del análisis científico, a nuestra argumentación parece cuadrarle mejor cierta robustez que las técnicas refinadas, cuando éstas han de aplicarse a un material intrincado, compuesto de conglomerados” (Ibídem, p.115).

2.4.4.3. Licitud de la indistinción en historia y ciencias sociales.

“[…] mientras no descubramos el modo de sustituir esos datos asertivos indistintos1, pero basados en procedimientos científicos, por otros más adecuados, hemos de conceder que la indistinción de que adolecen los historiadores ( …) y otros expertos en ciencias sociales no deja de tener alguna utilidad. En cuanto empirista lógico, estaría dispuesto a adoptar tal procedimiento nuevo2; con todo,no pienso que nos sirviera de ayuda el establecer unas marcas convencionales de los items sin una base específica. La razón de esto estriba en que un lector que no adopte el citado procedimiento de computación no puede usar los resultados de dicha computación, sino que preferiría conocer los items individuales de la silueta, ya que éstos serían en todo caso importantes. Pero el hecho de que evitemos esta supermatematización no debe conducirnos a oponernos a la matematización en cuanto tal, oposición que con frecuencia se practica desde el trasfondo de un punto de vista metafísico” (Ibídem, p. 114).

1) Sin cuantificar ni definir bien.
2) Cuantificación convencional a partir de ordenaciones, Sorokin.
El claroscuro.

2.4.5. La orientación “para-dialéctica” es como el programa teórico de la dialéctica del viejo Engels (incorporación a la ciencia y realización en ella de los criterios dialécticos + lógica), pero sin la lógica.»

Fuente: Sacristán, 1983b.

En el Fondo depositado en la Biblioteca de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona también se encuentran unas fichas de lectura de Manuel Sacristán en torno a Fundamentos de las ciencias sociales (Neurath, [1944] 1973), descubiertas y transcritas por el investigador Salvador López Arnal. No parece que existan más papeles en torno a Neurath en dicho Fondo. En dichas fichas de lectura, Sacristán selecciona 23 pasos del mencionado libro. Estas fichas no aparecen fecha­das, si bien a juicio de Salvador López Arnal podrían datarse de mediados de los 70, probablemente 1974 o 1975. Esta estimación de López Arnal nos parece congruente con el aumento del interés de Sacristán hacia Neurath que Fernández Buey fechaba también en torno esta época, tal y como hemos expuesto en el apartado anterior. Tan solo dos de los 23 fragmentos de Neurath seleccionados por Sacristán presentan bre­ves comentarios. Ambos tienen el carácter críptico esperable de una anotación perso­nal e íntima, no dirigida a ningún lector más que a sí mismo.

No parecen encontrarse más referencias a Otto Neurath en la obra de Sacristán.

3. Otto Neurath en la obra de Fernández Buey

A diferencia de lo que sucede en la obra de su maestro Manuel Sacristán, Francisco Fernández Buey sí que nos ha legado referencias más explícitas a Otto Neurath. Parece evidente que el interés de Sacristán hacia el pensador austríaco, detectado con finura por Fernández Buey, ha sido desarrollado en cierta medida en su propia obra.

Tanto es así que Fernández Buey llegó a redactar un Proyecto de Investigación entorno a Neurath, proyecto que, salvo error nuestro, no llegó a desarrollarse, si bien los planteamientos en él bosquejados pudieron tener influencia en su obra de 1991 La ilu­sión del método. El proyecto se encuentra depositado en la Biblioteca de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Aunque no está fechado, el investigador Salvador López Arnal, descubridor y trans­criptor de este texto, considera que este Proyecto podría datarse a mediados de los años 80, durante la etapa de Fernández Buey en Valladolid. Su título es el siguiente: Supuestos filosóficos del concepto de ‘método’ en las tres sociologías. Estudio compa­rativo de los textos metodológicos de Marx, Durkheim y Weber en la línea de unifica­ción del léxico sociológico propuesta por Otto Neurath. Debido a su brevedad e inte­rés, reproducimos íntegramente dicho Proyecto:

«Supuestos filosóficos del concepto de ‘método’ en las tres sociologías

Históricamente la cuestión del método, el debate sobre el método de las ciencias sociales, ha estado relacionado con una de estas tres cosas:

1) la afirmación del programa, el punto de vista o la concepción del mundo en cuyo marco hacer ciencia;
2) la institucionalización de la sociología y su diferenciación académica respecto de otras disciplinas próximas (en particular la economía, la psicología y la historia);
3) la preocupación por la objetividad, la neutralidad, la responsabilidad moral y la libertad de los científicos sociales.

Estos tres enfoques de la cuestión del método coinciden con los tres principales paradigmas de la sociología: el de Marx, el de Durkheim y el de Weber. Tienen en común la aspiración a la cientificidad en el tratamiento de los procesos y acontecimientos sociales. En cierto modo este rasgo común puede considerarse como la herencia positiva del primer positivismo, del positivismo del siglo XIX. La primacía concedida a la observación reflexiva, a la contemplación analítica o al análisis desapasionado de la realidad social sobre las necesidades de la práctica es una de las características compartidas por los tres grandes paradigmas de las ciencias sociales. Marx, Durkheim y Weber estarían de acuerdo en la afirmación de tal primacía por lo menos en este sentido: alejarse de las ideologías. A pesar de entender por ‘ideología’ cosas distintas, los tres ven en ellas concreciones precientíficas o pseudocientíficas siempre negativas para la captación objetiva del mundo social. “Decir lo que hay”, “atenerse a los hechos sociales” y “compartir la realidad social”, son expresiones de una misma intencionalidad científica.

El estudio comparativo de las diferencias entre los conceptos de ‘método’ en Marx, Durkheim y Weber enlaza con lo expuesto en la Introducción (págs. XI-XXIV) a Ideas nuevas y cabos sueltos en la consideración teórica de la ciencia. La investigación aspira a obtener resultados prácticos para la unificación del léxico metodológico en sociología, una vez reconocidas las diferencias existentes entre los tres enfoques. Se basa para ello en el punto de vista de Otto Neurath expuesto en los apartados 13.1. y 13.2. de la memoria académica “Filosofía y metodología de las ciencias sociales”. La investigación se divide en los siguientes puntos:

I. Marx

Principales usos del término ‘método’ en los fragmentos metodológicos de Karl Marx.
Origen polémico del concepto marxiano de método.
Relación del concepto de ‘método’ con las nociones de ‘ciencia’.
Método lógico y método histórico.
Método de investigación y método de exposición.
Explicación del concepto de dialéctica a partir de la comprensión de los límites del análisis reductivo y como explicitación del punto de vista en el análisis social.

II. Durkheim

Oscilaciones del concepto de método en la obra de Durkheim.
De la teoría general del método a la metodología especial de la sociología.
El debate sobre el método en la institucionalización de la sociología.
Justificación metodológica de la diferencia entre sociología y economía política.
Justificación metodológica de la diferencia entre sociología y psicología.
Justificación metodológica de la diferencia entre sociología e historia.

III. Weber

Oscilación de los conceptos de ‘lógica’, ‘método’ en los escritos metodológicos.
El lugar de la metodología en la sociología comparativa.
Contextualización del debate sobre el método lógico y el método histórico.
Superación del positivismo y el historicismo.
El problema de la sociología alemana en el debate sobre el método entre economistas, historiadores y sociólogos.
Connotaciones filosóficas de la metodología weberiana.
Hechos, valores cognitivos y valores morales. El problema de la desvinculación axiológica.»

Fuente: Fernández Buey, s.f..

Por lo que sabemos, este proyecto no llegó a desarrollarse formalmente como tal. Sin embargo, es evidente que los temas del mismo fueron madurando en Fernández Buey a lo largo de los años. Lo veremos, por ejemplo, al llegar a su trabajo publicado en La ilusión del método (1991).

A finales de 1990 Francisco Fernández Buey escribe un texto, fechado en 21 de octubre, que se publicará en el número 43 de la revista mientras tanto. Lleva por título «Como marineros que han de reparar su nave en alta mar», toda una declaración de intenciones en su referencia a Neurath. Se trata de un texto de gran vigencia, más allá o más acá de Neurath. Una reflexión sobre la conciencia ecologista, el movimiento ecologista, y su relación con la ciencia. Una reflexión que nos ayuda a entender y pensar la evolución del movimiento ecologista desde sus orígenes, siendo criticado, estigmatizado y desprestigiado, hasta un momento, finales de 1990, cuando la conciencia empieza a crecer más allá de los espacios de la gente convencida y las administraciones apuntan legislaciones que siguen algunas de las propuestas del movimiento. Pero Fernández Buey ya nos avisa de algo que valía para entonces y continúa valiendo hoy: «Lo verde vende, dice don Mercado». Y la referencia a Neurath es otro de los avisos de Fernández Buey que valía para entonces y continúa valiendo hoy: el ecologismo no puede avanzar en contra de la ciencia. Así se expresa:

«En la tarea de complementar ciencia y conciencia en análisis de los problemas medioambien­tales, y en su resolución, adquiere nueva actualidad la protesta formulada hace tiempo por Otto Neurath contra la compartimentación de los saberes, contra pseudocientíficos y metafí­sicos que se comportan como los señores feudales de San Gimignano, quienes, encerrados en sus torres y aislados en la noche, trataban de defenderse los unos de los otros elevando más y más la propia torre en la oscuridad. Tan actual como la protesta de Neurath es quizá su mensaje alternativo acerca de la forma de comportarnos en los asuntos de las ciencias. Es obvio que no podemos volver a empezar desde el principio, porque no somos supermanes. También lo es que el análisis de las catástrofes ecológicas obliga a un debate público y a una reconsideración de las políticas tecnocientíficas. Pero seguramente tenemos que reconstruir la nave de la ciencia como marineros que han sufrido una calamidad en alta mar: con los restos del naufragio, sin poder tocar puerto ni entrar en dique seco.» (Fernández Buey, 1990:17).

La obra de Fernández Buey se crea a lo largo de toda una vida. Su última obra, pós­tuma, Sobre la tercera cultura (Fernández Buey, 2013) es una obra empezada muchas décadas antes, igual que sus libros sobre Marx, Gramsci, la utopía, los movimientos sociales, la universidad o la filosofía moral y política. Sobre la tercera cultura habría sido muy diferente si la hubiera podido acabar, no cabe duda. Tenemos una parte. Seguramente allí habría vuelto a tener una presencia importante Neurath, como la tiene en La ilusión del método, un libro que a ojos de muchas personas, que sólo conozcan alguna de las facetas de este sabio contemporáneo, puede sorprender. Pero a quien haya leído hasta aquí, no hará falta decirle mucho más sobre las preocupacio­nes que le llevan a esos territorios. Lo mismo que Fernández Buey de la mano de Neurath reclamaba para el ecologismo en el texto de mientras tanto de 1990, es lo que propone en esta obra de 1991: un racionalismo temperado. La ciencia y la conciencia ecologista se necesitan. Pero como se decía más arriba, Neurath no es una lectura del momento. Casi nunca en Fernán­dez Buey hay lecturas del momento. El subtítulo de La ilusión del método es Ideas para un racionalismo bien temperado. En el fondo, se trata de la idea de ciencia con conciencia de la que tanto nos habló, y que dio título a su obra sobre Einstein: Albert Einstein. Ciencia y conciencia.

Este recorrido por las presencias de Neurath en la obra de Fernández Buey encuentra su punto final aquí en el último capítulo de La ilusión del método. Allí su presencia es diversa y profunda. A todo lo ya dicho aquí se podría añadir la atención a la relación que presta Neurath entre hechos y valores; en palabras de Fernández Buey, el «gran asunto de la filosofía de la ciencia social» (Fernández Buey, 1991: 240).

Para Fernández Buey, Neurath, leyendo a Weber, argumenta la necesidad, por parte de la persona que hace ciencia social de superar todo partidismo ideológico. Pero esa necesidad no puede ser entendida como la existencia de una absoluta neutralidad. Y Fernández Buey cita a Marx, que también en esto tenía algo que decir: «Llamo canalla a aquel que trata de acomodar las verdades de la ciencia a los propios intereses políti­cos». Fernández Buey no solo se sabía esta lección, la vivía en su cotidianidad, aunque pudiera eso significar no decir lo que determinados sectores podrían esperar. Y eso nos podría hacer volver al texto sobre el ecologismo. Nunca se cansó de explicar y contestar las críticas procedentes de amplios sectores que se podrían considerar de izquierdas, compañeros y compañeras de luchas, contra las posiciones ecologistas en los años setenta, ochenta o noventa, al considerar que los informes que exponían la crisis ecológica eran una operación del capital en contra de la posibilidad de las clases populares, o de los países “no occidentales” de llegar al estatus logrado por las clases y los países dominantes desde la depredación del planeta.

En este diálogo entre Neurath y Weber, Fernández Buey opta por Neurath en la línea de lo planteado también por Marx. Los valores, las valoraciones, las preferencias sub­jetivas, de las personas que se dedican a la ciencia existen y deben ser reconocidas. Si no existe el reconocimiento de los valores tenemos un grave problema para el conocimiento, se confundirán valores y hechos. Los valores no son hechos, no son objetivos, no son neutrales, normales… Pero eso no puede llevarnos a pensar que los valores no son útiles, necesarios incluso. De entrada, existen. Además, pueden ser positivos en la tarea de las personas dedicadas a la ciencia:

«La crítica weberiana de los prejuicios ideológicos que intervienen en la investigación científica y la contaminan sin que los propios científicos sean conscientes de ello es pertinente, en opi­nión de Neurath; pero al mismo tiempo no debe olvidarse que la pasión del investigador en­seña a ver cosas que otros no ven, sugiere perspectivas de aproximación a los problemas, sin que esto impida operar con instrumentos rigurosamente científicos. Con ello está apun­tando Neurath a una nueva versión de la razón apasionada como modelo de comportamiento del científico social.» (Fernández Buey, 1991: 240).

Esta necesaria distinción entre hechos y valores, esta necesaria reivindicación de hechos y valores, en la que Fernández Buey sigue a Neurath, le lleva a una reivindica­ción de un determinado tipo de ciencia, de investigación. La persona que se dedica a la ciencia, a la investigación, no debe renunciar a sus propias intenciones. Debe com­prometerse consigo misma, con las demás, con la comunidad científica, con la socie­dad, a someter a reflexión, a diálogo, sus intenciones, sus presupuestos, sus valores, para evitar que sean un impedimento en su tarea: «El conocimiento científico social aparece así como investigación y como diálogo, como análisis reductivo y estimación compartida de hipótesis, conjeturas, resultados y presupuestos en el marco de una comunidad que se supone plural.» (Fernández Buey, 1991: 241).

4. Conclusión

Fernández Buey, en una sociedad en la que cada vez era más presente la crítica, incluso la negativa, a la verdad, entendida como correspondencia con la realidad, y al posible conocimiento objetivo, siempre defendió la necesaria distinción entre hechos y valores. Le preocupaba sobremanera que en una clase hubiera más personas a favor del poema convertido en dicho: «Nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira», que de este otro: «La verdad es la verdad, la diga Agame­nón o su porquero», escrito por Antonio Machado, para su Juan de Mairena. Fernández Buey defiende una distinción entre hechos y valores, que ponga de manifiesto lo que ambos ofrecen, como nos dice Neurath, y que muestre que los valores no acaban con los hechos. Existe una conexión entre hechos y valores, que puede ser muy fructífera. Necesitamos tener consciencia de nuestras influencias, nuestros prejuicios, nuestras intenciones. Necesitamos recurrir constantemente a la polémica (palabra de sentido positivo aunque hoy pueda no parecerlo) y a la crítica abierta de las teorías, que son siempre conjeturas o hipótesis en construcción. Necesitamos también asumir que cuando no es posible la objetividad de los hechos, la intersubjetividad es imprescindi­ble para poder debatir y acordar sobre aquello que, siendo tan importante o más que los hechos, no se puede resolver desde la verdad, en el sentido de verdad como obje­tividad. En este aspecto, parece evidente que Fernández Buey recepcionó y pudo desarrollar el interés de su maestro Sacristán en las tesis de Neurath.

Cabría, por último, preguntarse por qué ni Fernández Buey ni Sacristán publicaron una investigación sistemática, más allá de las referencias de las que damos cuenta en este artículo. Dicha indagación ha sido desarrollada excelentemente en el artículo de Enric Tello (2020) que acompaña a este número monográfico de Encrucijadas.

5. Referencias bibliográficas

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-Fernández Buey, Francisco [1988] (2015). «Sobre la Universidad, desde Ortega y Sa­cristán». En S. López Arnal y J. Mir (eds.), Sobre Manuel Sacristán (pp. 71-96). El ViejoTopo.
-Fernández Buey, Francisco (1990). «Como marineros que han de reparar su nave en alta mar», mientras tanto, 43, 12-17. [En M. Sacristán y F. Fernández Buey (2019) Bar­barie y resistencias. Sobre movimientos sociales críticos y alternativos (pp. 265-272).El Viejo Topo].
-Fernández Buey, Francisco (1991). La ilusión del método. Ideas para un racionalismo bien temperado. Crítica.
-Fernández Buey, Francisco [1998] (2015). «Para la revisión de lugar de la filosofía en los estudios superiores». En S. López Arnal y J. Mir (eds.), Sobre Manuel Sacristán (pp.301-322). El Viejo Topo.
-Fernández Buey, Francisco [2004] (2015). «Una entrevista inédita». En S. López Arnal yJ. Mir (eds.), Sobre Manuel Sacristán (pp. 323-328). El Viejo Topo.
-Fernández Buey, Francisco (2005a). «Sobre el racionalismo atemperado de Manuel Sa­cristán». En Homenaje a Manuel Sacristán, 13 y 14 de diciembre, Círculo de Bellas Ar­tes, Madrid. Enlace (https://youtu.be/YUTu5_ZS4tE?t=600)
-Fernández Buey, Francisco [2005b] (2015). «Sobre el racionalismo atemperado de Ma­nuel Sacristán». En S. López Arnal y J. Mir (eds.), Sobre Manuel Sacristán (pp. 405-414). El Viejo Topo.
-Fernández Buey, Francisco [2005c] (2015). «Tiza blanca en pizarra negra». En F. Fernán­dez Buey (2015), Sobre Manuel Sacristán, editado por Salvador López Arnal y JordiMir García (pp. 381-390). El Viejo Topo.
-Fernández Buey, Francisco [2007] (2015). «Manuel Sacristán en la historia de las ideas». En S. López Arnal y J. Mir (eds.), Sobre Manuel Sacristán (pp. 335-350). El ViejoTopo.
-Fernández Buey, Francisco (2013). Para la tercera cultura. Ensayos sobre ciencias y humanidades. Libro póstumo editado por S. López Arnal y J. Mir Garcia. El Viejo Topo.
-Neurath, Otto [1944] (1973). Fundamentos de las ciencias sociales. Taller de Edicio­nes Josefina Betancor.
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-Sacristán, Manuel [1958] (1984). «La filosofía desde la terminación de la Segunda Gue­rra Mundial hasta 1958». En M. Sacristán, Papeles de filosofía. Panfletos y materiales II (pp. 90-219). Icaria.
-Sacristán, Manuel [1968] (1984). «Corrientes principales del pensamiento filosófico». En M. Sacristán, Papeles de filosofía. Panfletos y materiales II (pp. 381-410). Icaria.
-Sacristán, Manuel (s.f.). Fichas de lectura sobre “Otto Neurath, Fundamentos de las ciencias sociales, Madrid, Taller de Ediciones Josefina Betancor, 1973”, transcripción por Salvador López Arnal. Inédito.
-Sacristán, Manuel (1982). Apuntes de metodología de las ciencias sociales, curso 1982-83. Transcripción de Salvador López Arnal. Manuscrito inédito.
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-Sacristán, Manuel (1984). Apuntes de metodología de las ciencias sociales, curso 1982-83, transcripción de Joan Benach. Manuscrito inédito.
-Sacristán, Manuel (1985). Programa de la asignatura de metodología de las ciencias sociales, curso 1984-85. Manuscrito inédito.
-Tello, Enric (2020). «Sobre la recepción de Otto Neurath: Manuel Sacristán, Francisco Fernández Buey y la ciencia de la sostenibilidad». Encrucijadas, Revista Crítica de Cien­cias Sociales, 20, r2003.

Notas

[1] La conferencia fue publicada, con algunos cambios, en Fernández Buey ([2005b] 2015). Sin embargo, en el texto final no aparecen estas referencias a Neurath. Citamos aquí la conferencia original, disponible en YouTube (enlace).

[2] La cursiva es del propio Fernández Buey.

 

Fuente: ENCRUCIJADAS Vol. 20, 2020, a2005 (https://recyt.fecyt.es/index.php/encrucijadas/article/view/86974)

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