La Nueva Babilonia, la Comuna de París vista por el cine soviético
Hoy se celebra el 150 aniversario del inicio de la Comuna de París. Como pequeño homenaje, hemos pensado en reproducir La Nueva Babilonia (Новый Вавилон), película dirigida por Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg en 1929, un clásico del cine soviético:
Kozintsev y Trauberg, junto con otros jóvenes intelectuales, publicaron en 1922 un Manifiesto Excéntrico, creando ese mismo año la FEKS [ФЭКС], Fábrica de Excentricidad o Fábrica del Actor Excéntrico. Similar a otros movimientos artísticos de vanguardia de la Rusia soviética, como el futurismo, el constructivismo, las propuestas de Mayakovski y Meyerhold, su objetivo inicial era la reformulación de las artes escénicas, y más tarde el cine, mediante la fusión de varias artes consideradas menores: circo, mimo, acrobacia, music hall, etc. Tenemos un ejemplo similar en esa misma época en obras teatrales de Eisenstein como Hasta el mejor escribano echa un borrón, en la que aparece una pequeña grabación conocida como El diario de Glumov a la que ya dedicamos una entrada en otro lugar. Tras su trabajo en el teatro con la obra Matrimonio de Gogol, la primera inmersión en el cine del equipo de FEKS será en el cortometraje Las aventuras de Octiabrina [Похождения Октябрины, Pokhozhdenia Oktiabriny] en 1924, a la que siguieron, junto a un par de cortometrajes más, El capote [Шинель, Shinel] en 1926, de nuevo una adaptación de Gogol -disponible aquí con intertítulos en ruso-, S.V.D., La unión del gran asunto (С. В. Д., Союз великого дела S.V.D., Soiuz velikogo dela), sobre los decembristas rusos, en 1927, -disponible aquí también con intertítulos en ruso- y a continuación la obra que ahora nos ocupa.
Los dos primeros títulos provisionales fueron rechazados por las autoridades soviéticas de la productora de Leningrado. Como comentaban los directores con humor en un artículo de 1928, «Antes se llamaba Asalto a los cielos (Штурм неба, Shturm nieba). Por desgracia, fue rechazado por indefinido y poco convincente. Ahora nos gustaría titularlo La canaille (Каналья, Kanalia). Desafortunadamente, será rechazado por ser demasiado definido y demasiado convincente.»
De nuevo de manera similar a Eisenstein, en el marco de la discusión de un sector de la vanguardia soviética de la época que se oponía al cine de ficción, los personajes son más bien arquetipos, representantes de los diferentes sectores y clases sociales enfrentadas, y su peripecia vital individual no importa demasiado. Recordemos obras de Einsenstein como La huelga, El acorazado Potemkin y, sobre todo, Octubre, para entender el marco ideológico. Como reconocía años más tarde el propio Trauberg, para entender la película había que tener conocimientos previos de los acontecimientos históricos que refleja. El campesinado en el ejército, literalmente, cavando la tumba de los trabajadores de París.
El carácter arquetípico de los personajes se refleja también en la banda sonora, compuesta especialmente para la película por Dmitri Shostakovich. Mientras se utilizan canciones como Ça ira, La Carmagnole cuando aparece el pueblo, para la burguesía reaccionaria se utilizan piezas de opereta como el famoso can-can de Orfeo en los infiernos de Offenbach. El uso de La marsellesa, por cierto, es curioso, porque más que como himno revolucionario aparece como una forma de enardecer a los soldados en contra de la Comuna. Cuando un oficial hace un último intento para que se rindan les apela llamándolos «¡Franceses!» Su respuesta: «No somos franceses, somos comuneros».