Un punto de encuentro para las alternativas sociales

65 horas, 125º aniversario

Salvador López Arnal

Está muerto, trasnochado, ya no sirve, es pasto y base de autoritarismos, su filosofía es esencialmente, como apuntaba (y acaso quería) Heidegger, una teoría inservible del trabajo que niega la libertad defendiendo un igualitarismo negador y contradictorio con nuestro ser onto-antropológico. Será eso. ¿O no es eso realmente?

Un admirable amigo, Francesc Xavier Pardo, profesor, militante del PSUC, combatiente antifranquista, activista, republicano y, por qué no, seguidor del Español de Barcelona, me ha regalado esta cita en su hermoso catalán:

EL TIEMPO ES EL ELEMENTO EN EL QUE SE DESPLIEGAN LAS DOTES HUMANAS. LA AUTÉNTICA RIQUEZA, LA RIQUEZA REAL, CONSISTE EN EL TIEMPO LIBRE, EN EL TIEMPO QUE LOS SERES HUMANOS DISPONEN PARA GOZAR DE SUS PRODUCTOS O PARA DESARROLLAR LIBREMENTE SUS CAPACIDADES

Apunta F. Xavier Pardo que su autor es un apasionado barbudo nacido en Tréveris. Un apátrida descreído que soñaba un mundo sin tribunos en el que las gentes no tuvieran otra patria que la Internacional.

Aspiro a compartir el regalo: léanlo y, si les gusta, pásenlo.

Por cierto: la noción de tiempo, y de vida que aquí subyace, fue la forma en que Gramsci (y en mi opinión Manuel Sacristán) también lo entendió. No leyeron mal al barbudo descreído.

Por cierto también: sonará a paleomarxismo, pero en plena guerra fría, existiendo a URSS, con sus incontables de defectos, ¿se hubiera legislado en la Europa del Capital (y del mal y del tal) una contrarreforma laboral de este alcance? ¿Era o no era la URSS un contrapeso en la geopolítica internacional? ¿Estaba o no estaba (sin ser vista o sin ser citada) en la mesa de negociaciones de los convenios obreros con las grandes corporaciones? ¿Hubieran hablado, como sigue hablando sin pudor, de conciliar la vida laboral, la vida familiar y las 65 horas? ¿Seguirían insistiendo en la libertad de elegir entre innumerables cachivaches inútiles, sin sombra de aquella libertad de decisión de la que tanto y tanto hemos hablado y por la que tantos y tantas han combatido?

Será seguramente una inferencia sin base muy sólida –sé que no es un argumento deductivamente válido ni siquiera muy plausible- pero tal como están las cosas, admitiendo que no aspiramos a formar parte de eso que en tiempos llamábamos clases dominantes expropiadoras, ¿se puede ser racional, solidario, entiendan como entiendan el concepto, defender una noción consistente de justicia, la que sea, decidan la que les guste más, y arrojar la tradición marxista y su sin duda complejo legado al archivo de lo inútil, de lo inservible, de lo superado? ¿Están seguros? ¿Estamos seguros?

Les recuerdo por si acaso, y para pensar en sentido contrario, un fragmento de un autor que vino como una ola y pasó como una moda, dejando huella eso sí, en ambientes de izquierda. Se llamaba (se llama) Bernard-Henry Lévy y la fecha de su entrevista con Le Matin es 1977:

Cada uno sabe hoy que el racionalismo ha sido uno de los medios, uno de los ojos de aguja por donde se ha deslizado la tentativa totalitaria. El fascismo no se originó en la oscuridad sino en la luz. Los hombres de la sombra son los que resisten… Es la GESTAPO la que blande la antorcha. La razón es el totalitarismo. El totalitarismo se ha revestido siempre con el prestigio de la antorcha del policía. He aquí “la barbarie con rostro humano” que amenaza al mundo hoy.

¿La razón es la amenaza? ¿El racionalismo es un medio por donde se ha deslizado la tentativa totalitarista? ¡Qué risa, tía Felisa!

Curiosamente, el barbudo apátrida que hablaba del tiempo como elemento en el que se despliegan las dotes humanas vivió 65 años, y curiosamente también, 65, como ya sabían los pitagóricos, es un número defectuoso.

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