Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Los Clinton son como una asociación mafiosa más que hacía una campaña presidencial

James Petras

Ayer una persona, parce que un terrorista, trató de entrar a la embajada de Ecuador en Londres, donde está asilado Julian Assange el titular de WikiLeaks, y él acusa del intento de asesinato a un agente de (Hillary) Clinton. Dice que lo quiere eliminar porque tiene más documentación para revelar sobre las mentiras y falsificaciones de Hillary en el período de cuando era Canciller.

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Entrevista a Luciano Vasapollo: El triunfo del sí derrotó a la derecha agresiva en Venezuela

Modaira Rubio

Entrevista a Luciano Vasapollo:

El triunfo del sí derrotó a la derecha agresiva en Venezuela

El economista italiano, Luciano Vasapollo, profesor de la Università degli Studi di Roma La Sapienza y miembro de la coordinación de la Rete dei Comunista italiana estuvo en nuestro país como observador internacional en el proceso del 15 de Febrero. Tribuna Popular y Debate Abierto conversaron en exclusiva con él sobre los resultados electorales y la etapa posterior a la victoria del Sí.

http://www.tribuna-popular.org

TRIBUNA POPULAR

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Entrevista con Eloy Pardo: “… que ¡viva el pueblo de Venezuela, carajo!”

Salvador López Arnal

Entrevista con Eloy Pardo: “Salir de Europa es darse cuenta del tedio en que nos tienen sumidos para que no pensemos de manera crítica, dejemos la cultura en manos de una élite y no nos apasionemos por nada ni por nadie. Así que ¡viva el pueblo de Venezuela, carajo!”

Eloy Pardo es periodista y trabaja en El Debat. Según cuenta, no siempre ejerce el periodismo idealista que quisiera practicar pero trata de sobrevivir dignamente en un mundo adverso. No es poca cosa ni es un objetivo marginal. Y creo, por lo que sé, que lo hace muy bien. Como a los buenos intelectuales comprometidos, le interesa la economía y forma parte de la Comisión de Ética Profesional del Col.legi de Periodistes de Catalunya.

Pardo estuvo en Venezuela en el verano de 2008. Allí impartió una conferencia sobre economía española y la situación de varios asuntos relacionados en un Ministerio venezolano. Participó igualmente en un coloquio de Vía Campesina y en unas jornadas sobre Simón Bolívar y José Martí en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Además, y con sus propias palabras, “viajé por el país: subí a pie el Roraima y me bañé en la bella Adícora. Venezuela no resulta tan peligrosa como se suele decir”.

Ni que decir tiene que Eloy Pardo piensa (críticamente) con su propia cabeza. La entrevista es prueba de ello. Curiosamente (o no tan curiosamente), uno de los nombres de guerra de Francisco Fernández Buey, uno de los más admirados luchadores antifranquistas comunistas catalanes, fue “Eloy”.

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Proceso electoral del 23-N fue transparente

Modaira Rubio

“La derecha europea ya no puede decir que hay dictadura en Venezuela”

“El PSUV debe enfrentarse a la lucha de clases en su interior”

“El Estado debe controlar la inversión productiva con interés social”

El economista italiano, Luciano Vasapollo, profesor de la Università degli Studi di Roma La Sapienza, estuvo en nuestro país como observador internacional en el proceso del 23-N. Tribuna Popular y Debate Abierto conversaron en exclusiva con él sobre los resultados electorales y la coyuntura actual del proceso revolucionario venezolano.

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De Bolívar a Chávez

Miquel Izard

                                     

1. Etapa colonial

La futura Venezuela se consolidó a finales del siglo 17 sobre un nimio territorio en relación con el actual (Occidente, hasta entrado el siglo 19, sólo controló un 15% de América). Colonia atípica -ninguna concuerda con el modelo falaz inventado por la Historia Sagrada- ausencia de plata, metal que enloquecía a los europeos, clima, feracidad del suelo y costa en el Caribe, provocaron que la oligarquía organizara la salida lógica en el sistema indiano, enorme plantación produciendo coloniales (azúcar, algodón, cacao o tabaco) para el mercado exterior, con esclavos africanos, pues la mayoría de aborígenes habían sido capturados para explotarlos en las Antillas, en una primera etapa de malversación.

La máxima aspiración de los morenos era recuperar la libertad, lo que conseguían de llegar al Llano, enorme territorio al sur, donde con nativos y blancos, que también huían de la represión, organizaron ámbitos cimarrones.

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El socialismo no se construye con leyes, se construye con prácticas

El socialismo no se construye con leyes, se construye con prácticas

Algunos dicen que matemáticamente seguimos ganando. Esto puede ser cierto a simple vista y tal vez nos sirva de algún consuelo. Algunos dicen que los que estaban contra la reforma no superaron sustancialmente la pasada votación para la presidencia de la República, y que se abstuvieron casi 3 millones de "chavistas" que no comprendieron o no aceptaron que votar por el NO, significaba votar contra Chávez. Esto puede ser un superficial ejercicio de aritmética, más que de matemáticas modernas, porque la teoría de conjuntos nos puede decir que hay un conjunto intersección formado por personas que estaban del lado del SI pero votaron por el NO. Es decir, que tal vez el NO tuvo un voto decisivo de probables "chavistas". Y tal vez, lo más doloroso para un proceso "revolucionario" , que los estratos pobres alimentaron significativamente la votación por el NO.

Al menos en la zona donde vivo, fuertemente escuálida, no llegué a observar a los partidarios naturales de la contra revolución movilizándose a votar masivamente. La ciudad mostraba una abstención distribuida. Esto lo constaté cuando presencié que, a las 2 de la tarde, cómo las bandas de Primero Justicia recorrían impunemente las calles de Los Palos Grandes llamando a la gente a votar de una forma bien insultante, (o dependiendo como se vea, de una forma "sincera") al gritarle a la gente que "! Dejara el control remoto de su televisor y saliera para apretar el control remoto del voto!".

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Transformar el fracaso del 2 de diciembre de 2007 en una potente palanca para impulsar el proceso en curso en la Venezuela de Hugo Chávez

Éric Toussaint

Transformar el fracaso del 2 de diciembre de 2007 en una potente palanca para impulsar el proceso en curso en la Venezuela de Hugo Chávez

Éric Toussaint

El No en el referéndum constitucional promovido por Hugo Chávez el 2 de diciembre de 2007 recogió el 51 % de los votos contra el 49 % del Sí. Este fracaso se puede transformar en una oportunidad para el proceso revolucionario en curso en Venezuela. En efecto, constituye un poderoso estímulo para corregir los errores y los fallos del régimen chavista. ¿Se aprovechará la ocasión?

Algunas horas después del cierre de las últimas mesas de votación, cuando se había escrutado el 92 % de los sufragios, Hugo Chávez reconoció la derrota sin esperar el resultado definitivo, felicitando a la vez a los votantes del No y a sus propios partidarios. Se congratuló de la adhesión de los partidarios del No a la Constitución de 1999, aprobada a comienzos de su primer mandato y que fue denunciada con virulencia por la oposición, al menos hasta el año 2004, cuando ésta recurrió a la misma para intentar la revocación del mandato presidencial. Inmediatamente después del discurso del presidente, la mayoría de los dirigentes de la campaña por el No, por boca de Manuel Rosales, derrotado en la elección presidencial de diciembre de 2006, saludaron la actitud de Chávez, llamaron a la reconciliación, afirmaron que Chávez seguía siendo el presidente en ejercicio hasta el año 2012 y propusieron que ciertas disposiciones de la Constitución rechazada sean objeto de leyes que apruebe la Asamblea con su apoyo. Por ejemplo, la creación de un fondo de seguridad social para los trabajadores del sector informal, así como la reducción de la semana laboral. Este último punto es muy significativo: el propio líder de la derecha propone esta reducción. Esto indica hasta qué punto la balanza se inclina francamente a la izquierda. La Constitución sometida a votación preveía recortar la semana laboral de 44 a 36 horas, y el gobierno anunció que tomaría medidas para una contratación compensatoria cifrada en más de 100.000 empleos.

Dos pesos dos medidas para la prensa nacional e internacional

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La victoria escondida del Presidente Chávez

Juan Carlos Monedero

La victoria escondida del Presidente Chávez Juan Carlos Monedero "Tan doloso es poner una revolución democrática en peligro por exquisiteces puristas como dejar a esa revolución consumirse por un silencio falsamente revolucionario" Ernesto Müntzer La complicación de una promesa Que Venezuela iba a enrumbarse al socialismo fue la promesa electoral que llevó al Presidente Chávez al triunfo espectacular de diciembre de 2006. De ahí que, de entrada, que se cumpliera esa promesa no era sino una cuestión de honestidad política. Que la fórmula fuera una reforma constitucional abría más interrogantes. Es indudable que una Asamblea Constituyente obligaba a un debate más en profundidad, con sus indudables ventajas, pero también se acompañaba de dos inconvenientes: implicaba disolver la Asamblea –con mayoría absoluta chavista tras la retirada de la oposición- y significaba un cambio de modelo cuya profundidad no podía decretarse sino que tenía que estar primero asentada en la ciudadanía. Reforzar la idea de que se camina hacia un nuevo contrato social tiene siempre interés, y aún más cuando se pretende construir ese nuevo consenso a través de la legalidad y la legitimidad constitucionales. La decisión final, políticamente correcta, fue dar pasos graduales a través de una reforma. El socialismo se hace al andar. Sin embargo, y como pudo comprobarse durante los tres meses de debate, era evidente que esa reforma era complicada en la forma y confusa en el fondo. Pese a que el mismo Presidente reconoció haber recibido informes cuestionando algunos aspectos e, incluso, la conveniencia de la misma, el proyecto llegó finalmente a una Cámara entregada que hizo bien poco por que el pueblo se enamorara de la propuesta.

La actitud tradicional de la oposición de intentar tumbar el proceso bolivariano apoyándose en cualquier excusa –apoyada por una iglesia tan lejos de dios como cerca de los Estados Unidos- forzó, como en otras ocasiones, a que se simplificaran las posiciones. La proliferación en Venezuela de iracundos y acríticos altavoces de la última afirmación del Presidente, caracterizados por tomar al pie de la letra cualquier intervención presidencial y convertirla en artículo de fe, terminaba de enturbiar la serenidad del debate. Una vez más se perdía la posibilidad de abrir una discusión desde dentro de la revolución que permitiera un compromiso ciudadano a la altura de los momentos más críticos vividos durante el debate constitucional (1999) o con ocasión del golpe o del revocatorio presidencial. Aunque ya en un inicio hubiera parecido sensato optar por un ejercicio de simplificación del texto constitucional, se optó por insistir en la Flutgesetz (la marea legislativa tan propia de la época), con el resultado de que los finalmente muchos artículos reformados, así como la complicada redacción de buena parte de ellos sembraron el fárrago y el oscurantismo. El apresuramiento que demostraban algunas redacciones, el escaso cuidado con la técnica constitucional, el endurecimiento de los requisitos para la participación, la falta de concreción de la nueva geometría política (postergada a desarrollos legislativos posteriores), el refuerzo del Ejecutivo o la superación de la descentralización tradicional eran elementos que reclamaban mayor explicación y quizá, como se argumentó desde dentro del chavismo, una asamblea constituyente. El argumento de que la reforma debía apoyarse en bloque no ayudaba a abrazar la propuesta, pues conforme iba creciendo en volumen la reforma, más difícil se tornaba encontrar una lógica común a todos ellos. Es indudable que la reforma vigorizaba al Presidente de la República. Pero en vez de explicar este hecho como algo necesario y paralelo al empoderamiento popular (sentar a Gramsci en la mesa de Montesquieu), se distraía el debate con otros asuntos que parecía excusas y que no daban argumentos para contrarrestar las alertas catastrofistas de la oposición. La tarea de enmascaramiento puesta en marcha por los adversarios del proceso bolivarano terminó de confundir a quien se adentrase en las entrañas de la reforma, aún fuera cargados de paciencia y conocimiento. Las tardías y malhumoradas explicaciones no podían, en la recta final, competir con las simplificaciones oportunistas de la oposición. De Asambleas y plazos Por si fuera poco, en el trámite parlamentario, los 33 artículos iniciales se convirtieron en 69. Un Parlamento que había necesitado poner en marcha el parlamentarismo de calle para legitimarse (apenas lo apoyaban dos venezolanos de cada diez), se colgaba de la propuesta presidencial para reinventarse la reforma. Pronto llegaron los recursos que hicieron del Tribunal Supremo un actor muy presente en esta historia. Como además el calendario de aprobación estaba absurdamente urgido por las fechas navideñas, los plazos de discusión popular se hacían aún más escasos, complicando la posibilidad de un debate sosegado que pudiera repetir la experiencia de 1999 y, al tiempo, desmontar las falsedades difundidas en los medios. Pretender que la apelación al Presidente bastaba en última instancia para superar estas deficiencias es no entender el éxito en la politización lograda por el propio proceso bolivariano. Tres millones de chavistas han hecho valer su discrepancia no apoyando la reforma sin que eso implique abandonar su apoyo al Presidente, prueba de que estamos ante una revolución que es bonita porque ha politizado y no adoctrinado. El momento en que fue convocada la reforma es igualmente algo que no permite fáciles análisis ¿Era ahora el momento idóneo, sin haberse siquiera alcanzado el ecuador de la Presidencia? ¿No cargaba aún la ciudadanía el esfuerzo descomunal de diciembre, donde se rompieron barreras de participación y el Presidente Chávez conquistó siete millones de votos? ¿Era real pretender acercar siquiera ese resultado a través de un referéndum, tradicionalmente menos atendidos por la ciudadanía? ¿No era un trágala incorporar la palabra socialismo en la reforma cuando no se ofrecía una definición de qué quería significarse con esta palabra? ¿No era precipitado avanzar constitucionalmente lo que no era visto como una necesidad en la calle? Un exceso de complacencia sobrevolaba el ambiente. Al final, y en ausencia de una clara conceptualización del socialismo, la oposición tenía abonado el terreno para difundir su tramposa tesis sobre lo que debía significar esa propuesta: eliminación de la propiedad privada, ausencia de pluralismo político, perpetuación del líder en el poder o pérdida de la patria potestad sobre los hijos. La confusión reinaba por doquier, y en las filas del chavismo no estaban listos los argumentos para defender la reforma. El más sencillo era simplemente erróneo: con la reforma se construía el socialismo. Si eso era así, ¿no implicaba la exigencia de una asamblea constituyente en vez de una reforma? Por el contrario, si no se trataba de traer el socialismo sino de dar algunos pasos en esa dirección –lectura correcta-, ¿no era importante dejar de decir lo contrario para no abonar la confusión? Escuchando los argumentos de muchos partidarios del sí, puede afirmarse que solamente el Presidente sabía a ciencia cierta en qué consistía la reforma. Inconsistencias con la democracia participativa y protagónica Algunos asuntos de diferente calado fueron construyendo el alud de suspicacias. La mala composición acerca del método tenía que abundar necesariamente en la perplejidad. Cuando la propuesta arrancaba, la democracia participativa se relegó, entregando la responsabilidad del proyecto de reforma a una comisión elegida a dedo y sometida a la estricta confidencialidad. El secreto no suele ser buen método para generar adhesiones. Algún miembro de esa comisión había defendido con vehemencia la opción de la Asamblea Constituyente, de manera que no siempre parecía convincente en la defensa ahora, igualmente vehemente, de la opción por la reforma. Otrosí ocurría con la inesperada multiplicación de artículos reformados en la Asamblea, que se veían tan duplicados como poco justificados. Y algo de no menor relevancia: fue el Presidente quien enfáticamente planteó inicialmente que no se cambiaba "ni una coma" del proyecto –idea repetida por el eco gubernamental, advirtiendo en contrario de un delito de lesa revolución-. Sin embargo, más temprano que tarde empezaron a modificarse aspectos sustantivos -Guardia Nacional, jornada laboral, derechos de propiedad-, lo que daba la sensación tanto de apresuramiento como de que todo dependía, fuera o no cierto, de la decisión de una sola persona.

En mitad de ese viaje, la oposición volvió por sus fueros y buscó en la reforma una nueva bandera para intentar tumbar la V República. Identificó las debilidades, construyó un nuevo sujeto cuyas naves no estuvieran aún quemadas –los estudiantes- y mordió como perro de presa con un discurso falaz y simple pero muy eficaz. El chavismo, por jactancia o por incapacidad, se dio el lujo de no debatir con la oposición y perdió así la posibilidad de entender cuáles eran sus propios puntos débiles y de poder contrarrestar el discurso opositor. Una vez más se hace cierto que cuando los dioses quieren perder a alguien antes lo ciegan. Desde las filas bolivarianas se equiparó la crítica interna con la crítica opositora, perdiéndose la capacidad de ajuste interno. Como pude decir en otro sitio, se trataba de la primera batalla ganada por la oposición. Con esa actitud, todas las alertas acerca de los problemas que traía consigo la reforma fueron rechazados como si vinieran de enemigos declarados del proceso. En definitiva, una parte importante de la derrota deben atribuírsela todos aquellos que han presentado la discrepancia como abandono de la revolución, traición o debilidad. Complétese el escenario con un creciente descontento ante la deriva burocrática de la revolución bolivariana, con sus correlatos de autoritarismo, corrupción, clientelismo e ineficiencia económica y administrativa. Un exceso de cuartarepublicanismo enmascarado bajo boina roja ha venido utilizando espacios de poder –en el Gobierno, en la administración, en el PSUV, en empresas públicas o cobijadas políticamente- para repetir los abusos que llevaron a Chávez al poder en 1998 y cuya promesa de erradicación forma parte aún del fuerte apoyo que posee. Quizá, con todos estos impedimentos, lo que sorprenda es que cuatro millones de venezolanos hayan apostado con firmeza por una vía al socialismo. No hay mal que por bien no venga Pero más allá de todo esto, Chávez trae con su derrota la posibilidad de una victoria de largo aliento. Tanto el 50% de electores que han apostado por un futuro socialista como los abstencionistas, que ni por asomo han pensado en apoyar a la oposición –esto es, votar No-, alientan en esa dirección. Conviene notar que el error de la convocatoria a una reforma constitucional en este momento, reconocido con urgencia por el propio Presidente Chávez, ha servido para ver lo mucho que ha crecido la conciencia política en Venezuela. La nueva cultura política ha venido para quedarse. Pero no se agotan ahí los elementos positivos. Tantos que puede hablarse sin abuso de una victoria escondida del Presidente Chávez. Por un lado, puede considerarse una victoria que la oposición haya ganado sólo aferrándose a la Constitución de 1999, esto es, a la Constitución impulsada por Chávez y a la que siempre adversó. Es a partir de ahora, con el reconocimiento opositor de la V República, que empieza la posibilidad de una normalización democrática. Si la oposición, por el contrario, ha aceptado la Constitución bolivariana solamente como una estrategia electoral, demostrará una vez más que no han entendido nada de lo que está pasando en este país. Igualmente, el resultado cuenta a Venezuela, a América Latina y al mundo cómo ese pueblo, ayer invisible, reclama hoy que se cuente con lo que piensa. En otras palabras, es capaz de seguir apoyando a Chávez (entre el 60% y el 70%), y decirle al tiempo un No contundente cuando algo no lo comparte o no lo entiende. Chávez es un líder que acierta como nadie cuando manda obedeciendo. En otras palabras, cuando al tiempo que habla el mismo lenguaje de su pueblo no ordena que se cumpla otra cosa que aquello que el pueblo quiere realmente hacer. Por el contrario, se equivoca como todos cuando guiado por la improvisación, por una deficiente información o a través de una mala reflexión –todos problemas ligados a un mal trabajo de equipo- decide al margen del pueblo. Es, por un lado, lo que ha ocurrido en importantes procesos electorales donde el apoyo a Chávez ha roto barreras y escenarios. Aún más, cuando el pueblo recuperó a su Presidente secuestrado por una parte de los que hoy festejan la victoria del No. Pero, por otro, también fue lo que ocurrió en las últimas elecciones a la Asamblea (que generó una abstención inaceptable del 75%) y es lo que ha ocurrido ahora con el referéndum constitucional, donde tres millones de la base chavista no han visto razones suficientes para acudir a las urnas.

Pero quizá la mayor victoria del chavismo tenga que ver precisamente con la reflexión a la que obliga la derrota. En los últimos años ha brillado por su ausencia la autocrítica. Al contrario, ha obrado una auto complacencia ingenua o dolosa. Las estructuras de información han sido peor que pésimas –especialmente en el exterior-, sin contar con la frivolidad de olvidar que los problemas de Venezuela se convierten en problemas para toda la izquierda continental. Castigar la mentira es una de las principales señales de salud democrática. Como ha demostrado el referéndum, demasiadas personas han mentido al Presidente Chávez.

En esta dirección, es momento de preguntarnos: ¿Cómo es posible que haya más aspirantes al PSUV que gente comprometida con la reforma? ¿No había responsables de chequear este compromiso? ¿No se estarán repitiendo los comportamientos del rey del cuento, desnudo a los ojos de los niños y vestido con caros ropajes a ojos de la corte? En un reciente Aló Presidente, Chávez confrontó duramente a un ciudadano que le argumentaba que quizá estuviera mal informado. Algo que, sin embargo, piensa mucha gente en Venezuela (dicho de otra manera: no piensan que el Presidente sea consciente de determinadas cosas que ocurren en el país). Pero ese crédito puede terminar agotándose de persistir los mismos errores. De ahí que alguien, más temprano que tarde, debiera explicar por qué la reforma, un paso concreto hacia el socialismo, tiene menos votos que aspirantes al Partido Socialista Unido de Venezuela, un instrumento esencial para el proceso de cambio y que a día de hoy es mera carcasa donde aún no hay estatutos o ideología pero sí una eficiente comisión de conflictos. No hubiera sido mala idea que la reforma constitucional hubiera nacido como propuesta del naciente PSUV –y aún mejor, como propuesta participada popularmente-, y no como una oferta del Ejecutivo sobre la base de una comisión restringida y poco empoderada. No debiera olvidarse que cuando la gente colabora en las propuestas cree más en ellas. Pero el horizonte, pese a la depresión que algunos han manifestado inicialmente, invita al optimismo. No es extraño pensar que este revés pueda ayudar a una necesaria autocrítica que haga ver al Presidente Chávez que antes de la ampliación del socialismo, conviene avanzar en la corrección de errores y en el asentamiento de bases culturales para construir su proyecto. Hay que insistir en esta idea: no puede haber socialismo sin socialistas, o, como venimos repitiendo, el hombre nuevo es el hombre viejo en nuevas circunstancias. Como enseñan los clásicos, en la medida de lo posible conviene no saltarse etapas. Donde no existe una conciencia de lo público no puede pensarse en esa fase superior que implica una sociedad socialista. La propuesta de ahondamiento de la democracia que implica el socialismo no puede tener lugar sin antes haber solventado los cuellos de botella de la ineficacia y la corrupción, de la comprensión de lo de todos como lo de nadie, de la falta de previsibilidad institucional que otorga un cuerpo burocrático cambiante y poco profesional. De la misma manera, la respuesta a estas lacras no puede ser que el Presidente termine comprobando hasta las facturas de las escobas o la electricidad de Palacio. Utilizando la expresión de Gramsci, una metástasis de cesarismo, pese a que sea democrático, crean más problemas que soluciones. Los tiempos del todo para el pueblo sin el pueblo no se corresponden con la época y, mucho menos, con las expectativas de una ciudadanía que le han aceptado al Presidente Chávez que ellos son el poder constituyente.

Le corresponde a una nueva generación de políticos y cuadros armar una nueva ética pública que se caracterice por el compromiso político y la alta capacitación en la administración del Estado. La existencia de esos nuevos cuadros será el antídoto más eficaz contra lo que ya se conoce como boliburguesía, es decir, esa nomenklatura que no ha necesitado más que cinco años para apropiarse de espacios enormes de riqueza y alcanzar una unánime reprobación popular. Una voracidad obscena –hummer, whisky, viviendas lujosas, control de empresas- y a veces es tan extrema –urgida por su culpable incompatibilidad con el discurso revolucionario- que hace palidecer en ocasiones el robo institucionalizado durante la Cuarta República. Conclusión: que error con error se paga La atribución de toda crítica a un ánimo contrarrevolucionario ha impedido, como se ha afirmado, el ajuste interno del proceso. Por supuesto que es cierto que hay acaparadores que tienen responsabilidad en las estrecheces de abastecimiento cuando están aumentando las importaciones gubernamentales; por supuesto que es cierto que hay alcaldes y gobernadores que no esta vez tampoco han hecho campaña; por supuesto que los medios, la iglesia, las universidades privadas o privatizadas han sembrado en el país las dudas; por supuesto que la hegemonía neoliberal internacional, tanto en Estados Unidos como en Europa o determinados países latinoamericanos, ha hecho sus deberes demonizadotes de la reforma y del Presidente Chávez. Pero también lo han hecho en situaciones anteriores y han fracasado en su intento. Es momento por tanto de ver las responsabilidades propias.

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Reflexiones de un cualquiera a cualquier otr@

Roland Denis

Reflexiones de un cualquiera a cualquier otr@

(Comenzando la rebelión antiburócratica también se siente el nacimiento de Otra Política)

Roland Denis

jansamcar@gmail.com

A lo mejor faltan hechos por darse que nos permitan situarnos con certeza en las dimensiones de los que estamos viviendo. Es evidente que el hecho de morir y renacer no es simplemente una jugada psicológica interior, es realmente una ruptura con el tiempo que muere y una apertura al que puede nacer y que aún en esta joven historia de lo que hemos llamado revolución ya tiene pesadas cargas que echar al borde. De todas formas los mensajes están sobre la mesa: la quebrada burocracia que fue derrotada el 2D revolotea por perdurar sin encontrar argumentos que la justifiquen. Por su lado el movimiento popular que se hizo –o nos hicimos- chavistas, sigue en su rabia sin saber exactamente para dónde ir y qué hacer. Van y vienen balances de lo acontecido pero si no todos, al menos muchos, llevan en su lenguaje un anhelo desesperado por que opere una “limpieza”-“recticación”-“resurgir”, de lo mismo. Se acusa de esta forma, además de las fallas específicas de campaña, al burocratismo, al nepotismo, a la corrupción, aspirando que lo mismo al fin se depure de las gangrenas del pasado. En otras palabras, se niega a morir anhelando que al fin se haga realidad lo que está escondido en nuestra fantasía: un “proceso” con una burocracia al menos medianamente honesta y trabajadora, comprometida con las causas revolucionarias y un pueblo abriendo caminos en una relación diáfana de ayuda mutua consigo mismo, trabajando palmo a palmo con esa burocracia en una relación de respeto, del oírse, de diversidades construyendo esa sociedad que aún no existe donde la voz de mando del pueblo organizado se imponga cada vez mas. Y un líder atento y consecuente con esta ley.

No sé ni siquiera si tenga mucha moral para decir esto, pero en fin, si algún valor tiene el pensar descarnadamente dentro de las circunstancias que hoy vivimos, pues entonces que valga. Esa “salvación depurada” de lo mismo no parece ser otra cosa que el cuento de hadas final de un moribundo que se niega a morir y anhela perdurar. Un conservadurismo radical imposible de sacar de nuestras almas al menos que de verdad nos dispongamos a morir; o dicho de otra forma: es el terror del que no se dispone a matar lo que hemos sido para dar paso a otra cosa que aún no somos, que no es para nada ese mismo que quiere sobrevivir, pero que también grita por su derecho a nacer.

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