Los GAL y las declaraciones de una consejera tránsfuga.
Salvador López Arnal
La señora Rosa Aguilar, la ex dirigente del PCE, la ex líder de IU, la ex alcaldesa de Córdoba, la última tránsfuga conocida de la política española y actual consejera andaluza de Fomento, ha declarado recientemente: “Pediré disculpas a Felipe González por relacionarle con los GAL”.
Los GAL fueron, lo recuerdo para los más jóvenes o para personas que siguen de lejos la política española, los Grupos Armados de Liberación (¡Liberación, sic-supersic!) Básicamente: cloacas policiales del Estado, alimentadas esencialmente por el lado oscuro de la Fuerza impía.
El señor Felipe González, al que se ha referido la señora consejera, es actualmente asesor político-financiero de uno de los grandes potentados del mundo, el ciudadano mexicano Carlos Slim. FG sigue siendo dirigente del PSOE y una voz, según dicen, muy oída y respetada en su organización, la que dirige o parece dirigir los asuntos del gobierno. Anteriormente fue, durante más de una década decisiva sin duda en nuestra historia reciente, presidente de gobierno del Reino de España y amigo íntimo de políticos de la altura política y la catadura moral del señor Carlos Andrés Pérez. ¿Le suena? Retrocedamos un cuarto de siglo.
Octubre de 1982. Tras el intento de golpe militar, frustrado y exitoso a un tiempo, del 23 de febrero de 1981, el PSOE arrasa en las elecciones legislativas. Con estudiadas promesas al aire y con varios compromisos falsarios. Entre ellos, convocar un referéndum, planificado con todo detalle y con todo lujo de mentiras años más tarde, para solicitar a la ciudadanía su apoyo para salir de la OTAN. Unos tres años después el NO a la permanencia (“De entrada, no”. ¿Le suena?) se convertía en un SÍ entusiasta a una organización, no agresiva se dijo, que debía protegernos del belicista (y paleolítico) oso soviético y hacernos europeos definitivamente. La actuación de algunos ministros, el señor Narcís Serra fue un ejemplo destacado, fue inolvidable, sigue siendo inolvidable: si gana el NO, afirmaba con rotundidad el señor Serra, España volverá a los años de posguerra: aislamiento, hambre, falta de progreso.
Por aquellas fechas hubo otras declaraciones inolvidables. Con alguna imprecisión por mi parte, muy marginal, les recuerdo el enriqueceos del señor González, el España en un buen país para hacer negocios millonarios del señor Solchaga y la guinda del compañero Felipe: “Prefiero morir en libertad en el metro de Nueva York que muerto de aburrimiento (y de control) en la Plaza Roja” Acaso fuera peor su reflexión, no la recuerdo con exactitud.
No sólo fue la OTAN y el referéndum. Reconversión industrial salvaje, auge y cultivo del neoliberalismo cultural arropado con falsos abrigos de modernidad y la irrupción-continuación de los GAL. Un grupo armado formado por policías en activo, ex policías, mercenarios y gente afín que atentó, al margen de toda normativa legal, contra ciudadanos supuestamente vinculados a ETA. Secuestros de Estado, detenciones, torturas, asesinatos. En algún caso, creo recordar que fue el de Segundo Marey, el comando se dio cuenta del error del secuestro y llamó al Ministro del Interior. El señor ministro, un dirigente socialista madrileño, ordenó, sin pestañear, seguir con la operación. La detención ilegal siguió unos días más; la salud del secuestrado quedó gravemente afectada.
Sin negar posibles vinculaciones con el Batallón vasco español, está fuera de toda duda –política , periodística, histórica- que los GAL se alimentaron y fueron cuidados con mimo durante las primeras legislaturas socialistas. Pensar que un grupo así, con actuaciones conocidas y ventiladas urbi et orbe, pudiera actuar al margen de las instituciones y sin que el presidente del Gobierno (o incluso otros poderes del Estado) supieran de qué iba el partido que se celebraba en el patio cercano parece una historia contada para ciudadanos adormecidos y en estado poco vigilante. La peor historia jamás contada en un país donde se han generado casi todos los cuentos conocidos con finalidades idiotizantes.
Pocas fuerzas políticas, muy pocas organizaciones ciudadanas, escasísimas “personalidades” elevaron su voz crítica. Miraban hacia otro lado, u observaban complicados, aupados a una sacrosanta razón de Estada, la total degradación del Estado de Derecho. Izquierda Unida no, IU y, otras pocas fuerzas más, alzaron su voz crítica. No fueron voces serviles, fueron voces rebeldes.
No era fácil, no fue fácil. En absoluto. Los ataques y descalificaciones se agolpaban en diarios y en medios de comunicación. Un día sí y otro también. Se era culpable de afinidad con grupos terroristas por criticar las actividades terroristas del Estado.
Rosa Aguilar, dirigente del PCE, dirigente también de IU en aquellos años, denunció aquel atropello. Lo haría brillantemente. Es, era ya entonces, una gran mitinera. Sólo la he escuchado una vez en mi vida. Hace cuatro o cinco años. No diré que fuera Dolores Ibárruri pero no andaba lejos. Estaba muy cerca de otros grandes parlamentarios populares hispánicos.
Ahora, después de su nombramiento como consejera, después de aceptar la oferta de un PSOE que juega con armas poco nobles (pero que, desde luego, ha convencido a quien ha querido ser convencida), dice que va a pedir disculpas al señor Felipe González por haberle vinculado con los GAL. ¿Disculpas? ¿Por qué? ¿Acaso no es verdadera la vinculación de los gobiernos del señor González con aquellos grupos de las cloacas estatales? ¿Acaso no existieron los GAL? ¿Rosa Aguilar ha descubierto algún documento inédito que confirma otra conjetura y apunta a otros senderos? ¿Cree la actual consejera andaluza que los GAL surgieron desde la nada, creatio ex nihilo? ¿Que desaparecieron, años más tarde, por fallecimiento de sus miembros, o por puro encantamiento? ¿Niega entonces la señora consejera que hubiera terrorismo de Estado en nuestro Estado? ¿O acaso es que se produjo pero el señor González no pasaba por allí y, por tanto, pudo resistirlo? ¿Tenía otras tareas, no prestó atención, sus ambigüedades políticas, minuciosamente estudiadas, no fueron calculadas?
¿O acaso es que desde la atalaya del poder que ahora ostenta la señora consejera aquellos crímenes no son tan criminales, aquellos secuestros no son tales, aquellas torturas no existieron y la razón de Estado y la admiración al Jefe máximo cuentan en primera y última instancia, como cuentan los resultados crematísticos en las grandes corporaciones? O más llanamente, ¿se trata de jalear los oídos del amo?
El despropósito es tal que las preguntas se amontonan. La esencial: ¿cuándo ha caído la señora Aguilar de su caballo? ¿Qué peaje le está haciendo pagar el PSOE? ¿Qué peaje está dispuesto a abonr? ¿Su predisposición es ilimitada?
Queda, desde luego, lo esencial: qué pensaran los ciudadanos y ciudadanas que en su día la escucharon, la ciudadanía que en su día admiró su coraje político para no transigir con la barbarie, con los crímenes de Estado, con el servilismo político más vil y ratero, por oponerse al franquismo y a su continuación disfrazada. Seguramente, espero que sea así, los ciudadanos y ciudadanas se pondrán históricos por segundos. recordarán nuestras hermosas liturgias, que también existen, y tararearán la letra de la Internacional: ni dioses ni reyes NI TRIBUNOS. O dicho de forma menos operística: o los gritos de denuncia antes las injusticias surgen desde la ciudadanía popular o todo está y seguirá estando por hacer.
Por lo demás, parece evidente, es evidente, que la Rosa Aguilar que denunciaba aquellos crímenes decía verdad y la que ahora quiere pedir disculpas al señor ex primer ministro, y lo anuncia públicamente para que se conozca y reconozca su fidelidad al nuevo señor, juega a otro juego, no al juego de la verdad sino al cálculo interesado por figurar en ventajosas posiciones de salida. Sir Karl Popper, consejero áulico de la señora Margaret Thatcher, ya advirtió que el futuro estaba abierto.
Lo diría Agamenón y, en este caso, si no ando muy errado, lo confirmaría el porquero.