Honneth contra Sloterdijk, la pelea de los filósofos alemanes
Rafael Poch
Tras las elecciones del domingo, el combate de los filósofos alemanes: el director de la Escuela de Francfort, Axel Honneth, arremete contra la estrella de la ‘filosofía de amplio consumo’ nacional, Peter Sloterdijk
La obra de Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 1947) está en todas las librerías, sus artículos frecuentan los suplementos culturales de los diarios y él mismo anima un popular programa en el segundo canal de televisión ZDF. El filósofo es una de los artículos de exportación de la actual filosofía alemana en todo el mundo, con una veintena de libros traducidos al español en veinte años. Por eso, que el director de la legendaria Escuela de Francfort, Axel Honneth, uno de los filósofos sociales más reputados del país, publique un artículo en el semanario Die Zeit, denunciando a Sloterdijk como un vulgar charlatán neoliberal, al que la derecha está potenciando en todos los foros mediáticos y premiando con honores, premios y cargos, ha tenido considerable impacto.
Honneth (Essen, 1949) es el ‘segundo discípulo’, tras Jürgen Habermas, de la neomarxista Escuela de Francfort de Max Horkheimer y Theodor Adorno, cuyo Instituto, el Instituto de Investigación social de la Universidad Goethe de Francfort, dirige desde 2001. Su último libro en español es de 1997, La lucha por el reconocimiento: por una gramática moral de los conflictos sociales. El motivo de su enfado es el artículo que Sloterdijk publicó en el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitungel pasado 10 de junio ‘La revolución de la dadivosa mano'(Die Revolution der gebenden Hand) en el que calificaba al Estado social alemán de, ‘cleptocracia institucionalizada’ y proponía la abolición del IRPF a través de una ‘revolución de la mano dadivosa’ del Estado. Su propuesta se parecía mucho a la ‘traducción filosófico-mediática’ del eslogan electoral delPartido Liberal (FDP) que ha conocido un espectacular avance en las últimas elecciones y que le llevará al gobierno tras once años en coalición con Angela Merkel y sus democristianos: ‘más libertad y menos Estado para los acomodados’.
El filósofo de Karlsruhe afirma que fueron, ‘los valores morales que los fanáticos de la igualdad de diverso color escribieron en sus banderas’ los que condujeron a la masa al ataque contra el orden establecido en las catástrofes del siglo XX, a cargo de ‘movimientos nacionalistas e internacionalistas’. Sloterdijk recupera para el postmodernismo lo que era una concepción clásica de la derecha alemana de posguerra, y que hoy es ampliamente aceptada hasta en el Parlamento Europeo; la equiparación de fascismo y socialismo. Aquella idea fue principio atenuante de los padres fundadores de la República de Bonn, algunos de ellos con historiales en el Estado nazi, para disolver aquel pasado en los presentes de la guerra fría de posguerra que precisaban de discursos anticomunistas sólidos y decididos.
Honneth afirma en su diatriba la justicia social y el papel del Estado en ella, mediante la redistribución. Critica la ‘demonización del movimiento de 1968‘ practicada por Sloterdijk, un aspecto que también es seña de identidad de Guido Westerwelle el líder liberal y probable futuro ministro de exteriores en el nuevo gobierno.
En una breve respuesta publicada el jueves en el Frankfurter Allgemeine Zeitung Sloterdijk ve, ‘más torpeza que agudez’ en el ataque de Honneth, al que llama ‘desafortunado profesor de filosofía’ ‘Seguramente conoce usted menos del diez por ciento de mis publicaciones’, le dice, sin entrar en debate.
Sloterdijk es actualmente rector de la Escuela de Arte de Karlsruhe (Hochschule für Gestaltung), un centro interdisciplinario creado en 1992 donde se enseña diseño, arte y comunicación. Su último libro en alemán es Tienes que cambiar tu vida; sobre la antropotécnia. Sloterdijk propone ahí una ‘revolución ética’ que derogue la ‘frivolidad de masas’ y el egoísmo, para afirmar un ‘cambio individual’. ‘Desde la Revolución Francesa el impulso de cambiar el mundo prima sobre el cambio individual, pero ese esquema ya no funciona’, dice. ‘La actitud enfocada al bienestar social es inverosímil’, afirma.
El filósofo de Karlsruhe apareció en la escena intelectual germana en 1983 con un best seller titulado Critica de la razón cínica que había escrito tras pasar una temporada en India bajo la influencia de Bhagwan Rajneesh (Osho) un gurú fallecido en 1990 que profetizó la tercera guerra mundial ‘entre 1993 y 1999’, antes de ser detenido en un aeropuerto con medio millón de dólares en el bolsillo. El libro fue discretamente saludado por Jürgen Habermas, el gran filósofo alemán cuyos críticos de izquierda dicen que se escoró hacia la derecha con su obra de mediados de los ochenta, El Discurso filosófico de la modernidad.
El apoyo de Habermas a la OTAN en Kosovo y el giro de éste sólido autor hacia temas de religión expresó en el campo filosófico, la general tendencia hacia la derechización cultural que se vive en la Alemania postreunificación. En el marco de la ofensiva neoliberal contra el pacto social que se vive desde entonces, muchos sesentayochistas mutaron. Entre otros, Joschka Fischer, el rebelde ex líder verde, hoy asesor de BMW, adquirió la respetabilidad institucional apoyando la participación en la campaña de Kosovo cuando fue ministro de exteriores de la coalición de gobierno SPD-verdes (1998-2005), que dio alas al recorte social, Daniel Cohn Bendit aplaudió la ‘guerra humanitaria’ de la Otan y Bernd Rabehl, compañero del líder estudiantil Rudi Dutschke, clamó ante el peligro de la invasión de extranjeros que vive Alemania desde su cátedra en la Universidad Libre de Berlín.
Ese fue el contexto general de la obra de Sloterdijk, que en los últimos veinte años tocó todos los problemas actuales, desde el calentamiento global y la globalización, hasta la ingeniería genética, el papel de la ONU o la religión, alcanzando gran popularidad en los medios de comunicación, con artículos y tertulias televisivas. Según el historiador británico Perry Anderson, otro neomarxista, Sloterdijk se ha convertido en, ‘una versión teutona de Bernard Henri Lévy, más caprichosa y con aspecto de oso’. ‘Hacia tiempo que no se discutía sobre cuestiones políticas con tanto peso’, constata el diario Frankfurter Rundschau.