Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Un puente entre fiestas turbulentas

Salvador López Arnal

Celebramos el próximo 6 de diciembre el día de la Constitución. Ese mismo día de 1978 la ciudadanía española aprobó en referéndum el texto constitucional elaborado por un Congreso que no había sido elegido con carácter constituyente. El articulado reflejaba, como no podía ser de otro modo, las presiones del momento y, sobre todo, la fuerte tutela del espadón, sin olvidar el carácter sagrado e intocable de una institución no democrática como la Monarquía borbónica impuesta por el dictador golpista y sus Cortes serviles. Huellas de todo ello están muy presentes en el producto resultante. Algunos ejemplos: se consagra constitucionalmente la economía de mercado, el ejército es garante de la unidad de España, el rey Borbón está nietzschenamente situado más allá del bien y del mal y el mecanismo constitucional que permite su propia modificación está precisamente diseñado para impedirlo, a no ser que los grandes poderes estimen adecuado cambiar tal o cual artículo sin taquígrafos y con nocturnidad

Todo ello era sabido en aquellos años de la transacción política. No sólo es que la extrema izquierda y grupos ciudadanos críticos postularan la abstención, sino que el mismo PCE-PSUC argumentó su voto favorable señalando que ese era el único camino pragmáticamente transitable dada la correlación de fuerzas existentes, pero que vendrían tiempos mejores y, sin duda alguna, algunos temas debían ser alterados de arriba a abajo y de derecha a izquierda.

No es ésta la finalidad básica de esta nota. Queda el otro engarce, la fiesta del 8 de diciembre.

Sin pérdida de tiempo. ¿Qué celebra el 8 de diciembre la ciudadanía de un Estado que se dice no confesional pero que tiene en su calendario como fiestas de guardar días como el 6 de enero, la Semana Santa, la Ascensión de María, el día de todos los fallecidos, el día de Navidad, San Esteban y la Pascua en algunos lugares, etc, etc? Lo siguiente:

En los primeros siglos del cristianismo, la Iglesia no se planteó el problema de la concepción de María. Pero la doctrina sobre, digamos, el probable privilegio de María estaba contenida en las enseñanzas de los Padres eclesiásticos. La contraposición contradictoria de la figura de María con la de Eva en relación con la caída y reparación del género humano asomaba su rostro: Eva, virgen e inocente, era y es causa de la ruina del género humano; María, también virgen e inocente, era y es causa de su salvación.

Juliano, un discípulo de Pelagio, puso el debate en sus justos términos. En ese marco se ha debatido. Dirigiéndose a Agustín, el obispo de Hipona, escribió: “Tú entregas a María al diablo por razón del nacimiento”. Si se afirma que el pecado original se trasmite por generación natural, punto esencial de la doctrina, María fue entonces también, como todos nosotros, “súbdita del diablo”. De ese modo, no es posible concebir en principio otra alternativa, fue concebida por sus padres. Agustín respondió con enigmáticas palabras: “La condición del nacimiento se destruye por la gracia del renacimiento”. ¿Admitió con estas palabras la Inmaculada Concepción de María? Asunto abierto. Para nosotros, pelillos historiográficos a la mar.

Mucho tiempo después, a mediados del siglo XIX, Pío IX se decidió a dar el paso decisivo para la exaltación de María, definiendo el dogma de su inmaculada concepción [1].

El día 8 de diciembre de 1854, rodeado de 92 obispos, 54 arzobispos y 43 cardenales (digamos, en broma respetuosa, de unos 200 figurantes), Pío IX definía como dogma de fe el privilegio de María, la madre del salvador:

La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles [2]

Así, pues, el dogma de la Inmaculada Concepción es un artículo de fe del catolicismo: sostiene que María, madre de Jesús, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado [3].

Este es el dogma proclamado por Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula “Ineffabilis Deus” [4]. Al ser María madre de Jesús de Nazaret, Dios la preservó libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original (“llena eres de gracia”) que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva.

La definición contenida en la bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854, cuyo tono enérgico y amenazante no debería pasar desapercibido, es literalmente la siguiente [5]:

Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho. [el énfasis es mío].

Consiguientemente: lo que la ciudadanía española celebra el 8 de diciembre es la fecha de edición de la bula “Ineffabilis Deus, de un acuerdo, por dogmática papal, que disuelve un asunto objeto de discusión, durante unos quince siglos, entre miembros y teólogos de la Iglesia católica. Ni más ni menos. Todo un país celebra, pues, la fecha de la publicación de un escrito donde se disuelve un debate teológico sobre la transmisión del pecado original a la madre virginal de Jesús.

Hace pocos días, el pasado 24 de noviembre, hemos recordado el 150 aniversario de la publicación de El Origen de la especies. No sé la fecha exacta pero supongamos que la primera edición de El Capital se editara el 5 de mayo de 1867. Pensemos en un país amante del saber natural y en lucha contra la explotación y opresión de pueblos, clases y ciudadanos. No sé… Venezuela, Ecuador, Cuba, Bolivia, Brasil, la España republicana si me apuran. Supongamos que a algún ciudadano, o incluso a la ministra de cultura de alguno de estos países, se le ocurriera proponer como fecha de recuerdo y celebración el 24 de noviembre o el 5 mayo, el supuesto día de edición del clásico marxiano. ¿Se imaginan la reacción de los poderosos, de los descreadores y liquidadores del mundo? ¡Ateísmo, cientificismo, anticlericalismo, laicismo radical, darwinismo enrojecido, estalinismo devoto! La lista es solo una pobre muestra.

Pero, por comparación, sin preconcepciones iniciales, sin que ni siquiera anide en nosotros esa propuesta, ¿no estaría acaso más justificado? ¿No han hecho mucho más por la humanidad, por el saber, por la justicia, por la comprensión de nuestra naturaleza y de la misma naturaleza y de las estructuras que mueven y empujan hacía el abismo nuestras sociedades, los clásicos de Darwin y Marx que una bula que disuelve por dogma una cuestión teológica, de interés estrictamente doctrinal, para salvar posibles inconsistencias?

Tanto da. Las fechas no se tocan, son sagradas. Ya se insinuó hace años, con perspectiva empresarial de ganancia y fiestas en exceso, con nulo resultado. Si no somos capaces de sacar crucifijos de las aulas a pesar de la resolución del tribunal europeo, si hasta el mismo presidente Zapatero ha declarado que el tema de los símbolos religiosos no está en la agenda de su gobierno y que todo se hará, cuando llegue el día, con acuerdos y diálogo con la parte interesada, ¿cómo pensar, cómo soñar incluso, que podemos disolver un disparate como el que presenta la celebración ciudadana del día en que se publicó hace 155 años un bula sobre la inmaculada concepción virginal?

Impensable, literalmente impensable.

[1] La Iglesia cuenta una historia sobre el tema: en las tristes circunstancias por las que atravesaba la Iglesia a mediados del XIX, un día, estando muy abatido, Pío IX dijo al Cardenal Lambruschini: “No le encuentro solución humana a esta situación”». El cardenal le respondió sin pensarlo dos veces: “Pues busquemos una solución divina. Defina S. S. el dogma de la Inmaculada Concepción”. Esa fue la solución.

[2] Pascual Rambla, O.F.M., Tratado popular sobre la Santísima Virgen. (parte III, cap. V: “Historia del dogma de la Inmaculada Concepción”). Barcelona, Ed. Vilamala, 1954, pp. 192-21. Tomado de http://www.churchforum.org/inmaculada-concepcion.htm

[3] No debe confundirse la doctrina de la I.C. con la conjetura sobre la maternidad de María. Esta sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón alguno; María permaneció inmaculada, no en su concepción, éste es otro tema, sino antes, durante y después del embarazo, antes, durante y después de la concepción de Jesús.

[4] Otra historia eclesiástica para la ocasión: en el momento en que Pío IX pronunció esas palabras: “las campanas de las 300 torres de Roma se echaron a vuelo. Palomas mensajeras salieron en todas las direcciones llevando la gran noticia, y en los 400.000 templos católicos del mundo se celebraron grandes fiestas en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María”. No parece conciliable el envío de palomas, y las distancias que debían superar, con la inmediata y simultánea celebración de fiestas inmaculadas.

[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Inmaculada_Concepci%C3%B3n

Espai Marx ha publicado este artículo a petición expresa del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/

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