Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Hacia el año dos mil: Orwell, el ordenador, el futuro de la democracia

Enrico Berlinguer

El texto que publicamos hoy es la última entrevista importante a Berlinguer que publicó la prensa italiana, en esta ocasión el diario del PCI; medio año más tarde murió, de manera inesperada, sin poder llevar a término la propuesta de la «alternativa democrática» que había llevado al XVI congreso del PCI, en marzo de 1983 y que éste aprobó. La entrevista tuvo como argumento primero el debate sobre el impacto de la nueva tecnología, del uso masivo del ordenador y los medios de comunicación visual, antes de la expansión de las redes de internet. No obstante, al final de la entrevista Berlinguer entró en la cuestión política más preocupante del momento, la de la nueva escalada de la producción e instalación de misiles con el consiguiente recrudecimiento del peligro de confrontación nuclear. Sus palabras resuenan hoy con toda validez, tanto más cuanto que su propuesta, su esperanza, de una desescalada nuclear hasta la plena prohibición está hoy más lejos de cumplirse que en 1983. Suenan de nuevo las voces de los irresponsables que creen posible una guerra nuclear limitada, una guerra nuclear victoriosa. En la entrevista Berlinguer propone no solo la desescalada, sino «la congelación, la reducción progresiva hasta la prohibición completa de las armas nucleares, de las biológicas, químicas», todo el abanico de las armas de destrucción masiva. El uso de esos términos precisos, desescalada, congelación, prohibición, no debió ser accidental. La cuestión de la congelación había sido propuesta por Andropov, ante el despliegue norteamericano de nuevos misiles, también en Italia donde la Cámara de diputados había probado el 16 de noviembre su instalación en la base estadounidense de Comiso. EEUU rechazó el concepto afirmando que esa congelación favorecería a la URSS. El intercambio entre ambas potencias suscitó un nuevo desencuentro entre la dirección soviética y la del PCI, cuando Berlinguer propuso en el Comité Central del 24 de noviembre un comportamiento recíproco de ambas potencias: que EEUU aplazasen en despliegue de los nuevos misiles y que la URSS llevara a cabo «actos significativos» de desmantelamiento de misiles nucleares. Obviamente, Berlinguer no estaba proponiendo la solución sino un paso adelante, es decir un paso atrás, por ambas partes para poder encarar la solución que no podía –no puede– ser otra que la prohibición generalizada. Pero la propuesta del secretario general del PCI causó malestar en ámbitos soviéticos. Luciano Barca[1] anotó en su dietario el resultado del encuentro en Moscú de una delegación del PCI y los responsables del Departamento Internacional del Comité Central del PCUS, en el transcurso del cual Vladimir Zagladin comunicó a los italianos, fuera de la reunión formal, que su propuesta podría ser útil si se añadían propuestas generales como podría ser la del retorno a la situación de despliegue nuclear anterior a 1976. Los italianos dieron por supuesto que no podía ser una simple opinión personal de Zagladin y que Andropov estaba al tanto de dicho comentario. La delegación italiana informó de todo ello a la dirección del PCI el 15 de diciembre y, sean los que fueren los motivos de Zagladin, parece que se debió aceptar la impresión sobre el pensamiento de Andropov. El hecho fue que, en la entrevista publicada el 18, Berlinguer recuperó el concepto de la «congelación», acompañándolo al de la reducción progresiva. Ni Andropov, fallecido en abril, ni Berlinguer, que lo fue en junio, pudieron ver como esa perspectiva se alejaba; ni como, ni tan siquiera el fin de la URSS, ponía no ya el fin sino al menos el principio del camino hacia la otra solución final: la de la prohibición absoluta y general de las armas nucleares.

 

Entrevista realizada por Ferdinando Adornato y publicada en l’Unità el 18 de diciembre de 1983

¿Cuándo leíste 1984 qué reacciones te suscitó?

Lo leí en 1950, recién publicado en edición italiana. Y la reacción que tuve, en ese momento, estuvo probablemente muy influenciada por el uso que del libro se hizo durante la Guerra Fría: antisoviético y anticomunista. Todos vieron de hecho en el Estado descrito por Orwell una metáfora de la Unión Soviética. Ese ya no es el caso hoy. Hoy en día se puede releer con mayor desapego y también apreciar algunas de sus ideas. Sin embargo, me parece que esa novela contiene un defecto decisivo: está impregnado por la obsesión dela inevitabilidad del fin del individuo y sus expresiones que condicionan todo el planteamiento. Y también lo condiciona su «profecía». Orwell lo escribió en 1948. Bueno, ¿qué ha sucedido en el mundo desde entonces? Ciertamente, hemos sido testigos del fortalecimiento de las tendencias autoritarias y despóticas, pero el signo de fondo de los procesos históricos mundiales ha sido otro: piensa en el grandioso proceso de liberación constituido por el colapso de los imperios coloniales y por lo tanto por el despertar de pueblos enteros previamente brutalizados (y, ciertamente, no brutalizados por el uso de computadoras); piensa en los nuevos objetivos alcanzados en la redención de las masas proletarias y pobres de los países industrializados; piensa en el proceso de liberación de la mujer. Todos estos datos, vistos en su conjunto, ¿qué otra cosa son sino indicadores de un proceso mundial general de elevación cultural de la humanidad? No, si miramos la historia del segundo período de posguerra nos damos cuenta que el mundo ha traicionado la «profecía» de Orwell. El mundo ha ido en otra dirección.

Sí, pero la revolución electrónica apenas comienza. Sus desarrollos no son todavía imaginables. ¿Cómo ves el futuro de esta tercera revolución industrial: como un futuro de libertad o como un futuro de autoritarismo? Te señalo un dato curioso: entonces se interpretó el libro como metáfora del despotismo soviético. Hoy un historiador de aquel país como Medvedev argumenta que las computadoras abrirán un proceso de liberalización. En cambio, en Estados Unidos, justo allí donde la electrónica eta más avanzada, está surgiendo un gran miedo.

Creo que la actitud más correcta hacia las nuevas revoluciones es considerarlas en principio como «neutrales». El resultado de esta revolución, de hecho, como siempre ha sucedido en el pasado, no depende del instrumento en sí, sino de la forma en que los hombres decidan usarlo. Para ser más claros hoy veo la posibilidad de dos procesos contemporáneos: por un lado, el uso de la microelectrónica para fortalecer el poder de los grupos económicos dominantes, el poder de lo que, en una palabra, se llama complejo industrial militar. Por otro lado, empero, veo una gran difusión de nuevos conocimientos que pueden conducir a una enriquecimiento de toda la civilización.

¿Y por lo que se refiere a la Unión Soviética y los Estados Unidos?

Los datos que me dijiste son interesantes. Sin embargo, no me apetece hacer una profecía en cualquier sentido. Yo no diría que en la Unión Soviética los ordenadores conducirán sin duda a una liberalización y que en cambio en los Estados Unidos, se irá hacia una involución. Dejemos las profecías a Orwell. Incluso si se equivocó.

En esencia, dices: se está abriendo una lucha por el «control» de esta revolución; sin embargo, Carlo Bernardini señala que tanto la URSS como los Estados Unidos se confía en la pasividad de los sujetos. Ahora bien, esa pasividad es un obstáculo en la lucha por el «control» de las nuevas tecnologías…

No limitaría la observación de Bernardini solo a las dos máximas potencias. Los gobiernos de casi todos los países del mundo confían en la pasividad de sus súbditos, aunque de diferentes maneras y con diferentes grados de opresión. Sólo en períodos limitados, generalmente en períodos revolucionarios o posrevolucionarios, o, en cualquier caso, en períodos en los que se haya sentido la necesidad y se ha sabido abrir nuevas fases en la vida de los pueblos, ha habido gobiernos que contaban con la iniciativa de las masas.

Pero si miras el mundo de este 1984 que está a punto de iniciarse ¿dónde pones el énfasis: en la pasividad o en nuevos escenarios de iniciativa y creatividad?

Depende. Puede cambiar el juicio en función de las cuestiones o países de los que se está discutiendo. Pero veo el movimiento por la paz como una cuestión de gran importancia en todas nuestras épocas y destinado a tantas novedades importantes. Y no sólo porque es un movimiento dirigido a oponerse y evitar el peligro supremo de una guerra atómica, sino también porque es un movimiento que, en sus diversas expresiones internacionales, parte de una toma de conciencia que involucra todos los aspectos de la vida de nuestra civilización. Manifiesta la voluntad de millones de hombres de no dejar que las cuestiones fundamentales de sus vidas, su futuro, sean decididas por otros: desde los gobiernos, los los aparatos, los complejos militar-industriales.

No, no solo veo el peligro de la pasividad. Prefiero señalar el peligro de nuevas expresiones de fanatismo ideológico o religioso que, en algunos países, pueden tomar el relevo.

¿Incluso en Occidente?

Sí. No me refiero sólo a Jomeini. No pide, la propia política de Reagan, a los estadounidenses elementos de fuerte adhesión ideológica a sus «principios» Y Reagan, para definir la URSS, no usó acaso una expresión medieval como la del «Imperio del Mal»? Es más: ¿no se ha difundido, en los últimos años, en más de un Estado una fuerte ola de nacionalismo?

¿Estás hablando del conflicto anglo-argentino sobre las Falkland? [2]

También. Los generales argentinos dieron el «golpe» esgrimiendo una reivindicación que podría incluso ser justa porque significaba en sustancia el fin de un residuo colonial: pero lo hicieron con el único propósito de recuperar de esa manera una crisis de consenso interno que se estaba convirtiendo en inquietante. Y por lo demás, hasta la derrota, su operación «popular» lo había conseguido. Y en Inglaterra se ha hecho lo mismo. Se ha aprovechado el orgullo herido. E incluso en su reacción, la Sra. Thatcher ha podido contar con un amplio apoyo público. Pero no sólo ha sido el de las Falkland. Lo mismo ocurrió con Reagan en Granada. Y también con Francia en el Líbano. Me preocupó mucho leer los porcentajes de adhesión que las encuestas francesas asignaron a represalias militares. Me ha preocupado porque incluso un gobierno de izquierda ha dado la impresión de querer contar con los sentimientos imperialistas.

Pero el nacionalismo es una tradición francesa por excelencia. No has dicho siempre que un gobierno de izquierda no puede oponerse a las tradiciones de su propio país?

No puede ni debe oponerse a las buenas tradiciones, pero debe oponerse a las regresivas.

Tocamos el tema de la izquierda. Profundicemos por un momento. Muchas intervenciones señalan, con gran alarma para el futuro, el retraso cultural político de la izquierda ante los temas de la revolución electrónica. ¿Ese es también tu juicio?

En primer lugar, hay que decir que en Italia los gobiernos no han tenido y no tienen ni la más mínima conciencia de la existencia de estos problemas. Eso se demuestra por el estado de la investigación. Como partido hemos comenzado a abordar estos problemas en diferentes lugares. Pero, por supuesto, hay un retraso. Y eso a pesar de que intelectuales y estudiosos de la izquierda ya han elaborado análisis importantes sobre estos temas. Yo diría que el retraso es sobre todo en la conciencia general del Partido y del pueblo sobre la importancia de estos temas. De hecho Italia se está jugando en esta cuestión su pertenencia al área de los países industrializados.

¿No crees que sería útil que el PCI, anticipándose al gobierno, convocara una importante conferencia nacional como toma de contacto con los estudios y análisis sobre el futuro de la Italia electrónica?

Hace aproximadamente año y medio, en el congreso de FGCI, propuse la idea de una conferencia sobre futurología que abordase no solo los problemas de la economía y la industria, sino toda la gama de cuestiones sobre nuestro futuro…

Tal vez elegiste una palabra equivocada: futurología hace pensar más en la ciencia ficción que en una «programación» concreta del futuro…

Usé ese término para señalar que hoy hemos entrado no solo en discusiones sobre las estructuras productivas y las estructuras del capitalismo maduro, sino que nos enfrentamos a una verdadera «crisis del mundo». Vivimos en una época en muchos aspectos suprema en la historia humana, tanto por las posibilidades como por los riesgos. La alarma no es sólo sobre la relación entre el Estado y la electrónica, sino que también concierne a los ríos, lagos, mares, el aire que respiramos, la atmósfera y la toposfera de la Tierra. Finalmente, pesa sobre la humanidad la pesadilla de una creciente escasez de recursos alimentarios. He aquí por qué estaba pensando en una conferencia que reuniera estudios y análisis de áreas diferentes: las ciencias físicas, químicas, biológicas, antropológicas, demográficas, informáticas, médicas. En esencia, por lo tanto, una conferencia que mirase al futuro con un poco de imaginación pero siempre sobre la base de adquisiciones y previsiones de diversas ciencias. Creo que ha sido un error no haber llegado todavía a ella.

¿Y por qué no hemos llegamos?

Las causas son muchas, pero quiero subrayar una. En los últimos años nos centramos acertadamente en la cuestión de la lucha contra la guerra. Y todavía queda mucho por hacer para que se difunda en Italia la conciencia, que en la República Federal Alemana está más extendida que entre nosotros, de que esa guerra es realmente posible. Por otro lado, empero, debemos tener cuidado de que el miedo a la destrucción total no se convierta tan obsesivo y estricto como para comprometer todas las energías e impedir pensar en otra cosa. Esa sería una victoria para los estrategas el terror. Hay, en efecto, quienes tienen interés en hacernos «convivir» con el riesgo perenne de la guerra, impidiéndonos ver no sólo que la guerra se puede frustrar, sino que puede, ya hoy, vivir de manera diferente.

Sigamos insistiendo en el tema de la electrónica. ¿Cómo debe prepararse el partido para enfrentarse a esta nueva época?

En primer lugar, es necesario dominar tanto como sea posible el conocimiento de esos fenómenos. A todos los niveles. Sobre esta base, se deben definir políticas adecuados para estimular, guiar, controlar y condicionar las innovaciones de manera que no se sacrifiquen las necesidades vitales de los trabajadores y los ciudadanos. Pero también debemos ser capaces de ver los problemas que surgen en la composición social del partido. Creo que ahora debemos considerar como hecho inevitable la disminución progresiva del peso específico de la clase obrera tradicional. La coyuntura económica pueden, de vez en cuando, acelerar o desacelerar esta tendencia. Con luchas sindicales y políticas se debe poder intervenir en estos procesos, para evitar que adquieran un carácter salvaje y resulten en un daño a los trabajadores. Pero esa es la tendencia. Algunos sacan de esto la conclusión de que ha muerto la clase trabajadora está y que con ella también muere el impulso principal a la transformación. En mi opinión, no es así. Siempre que sepas identificar y ganar para la lucha por la transformación socialista a otros estratos de la población que también asumen, bajo nuevas formas, la figura de trabajadores explotados como intelectuales, técnicos, investigadores. Ellos también, como la clase obrera, son una fuerza transformadora. Y luego hay las mujeres, los jóvenes…

¿Se puede decir que los trabajadores intelectuales reemplazarán a la clase trabajadora tradicional?

Es una pregunta que se avanza mucho al tiempo. Tal vez se avanza por unas cuantas décadas. Sin embargo, los procesos industriales ya hoy están presionando para reemplazar con estos estratos sectores considerables de la clase obrera. Sin embargo, me parece que hay que rechazar absolutamente la idea de que estos nuevos procesos constituyen una refutación del marxismo y del pensamiento de Marx en particular. El carácter social de la producción (y también de la información como factor de la producción) sigue en desacuerdo con el carácter restringido de la gestión económica. Esta suposición de Marx no se niega ni siquiera por la revolución electrónica.

¿Pero en un mundo donde la información, incluso la más sofisticada, pueden entrar directamente en las casas de las personas, resistirá el partido de masas? ¿Tendrá todavía sentido un partido que construye su propio sistema autónomo de información con sus miembros? ¿La electrónica no romperá el circuito de participación?

La cuestión está planteada y es incluso más amplia que como la pones. No se trata solo del PCI los partidos de masas, sino del destino y las posibilidades mismas de la asociación colectiva. Francamente, creo que esta necesidad es una necesidad indispensable del hombre y seguirá existiendo aunque sea en formas diferentes del pasado. La lucha, la presión de masas siempre será necesaria. Por supuesto, uno puede imaginar un mundo en el que la política se reduzca sólo a la votación y las encuestas; pero esto sería inaceptable porque significaría distorsionar la esencia de la vida democrática…

Pero ya se habla de «democracia electrónica»: la gente responde desde casa a las preguntas formuladas en el video por la administración…

La «democracia electrónica» limitada a ciertos aspectos de la vida social del hombre también puede ser tomada en cuenta. Pero no se puede aceptar que reemplaza todas las formas de vida democrática. De hecho, creo que debemos estar dispuestos para enfrentar este peligro también en el ámbito legislativo. Necesitamos límites precisos en el uso de computadoras como alternativas a las asambleas electivas. Por cierto, no creo que sea posible nunca entender lo que la gente realmente piensa si la única forma de expresión democrática se convierte en apretar un botón. En cualquier caso, repito: creo que nadie logrará reprimir la tendencia natural del hombre a discutir, reunirse, asociarse. Cada época, por supuesto, tiene y tendrá sus movimientos y asociaciones. Véase, por ejemplo, en la nuestra los movimientos por la paz, los movimientos ecologistas, aquellos que, de una manera u otra contrastan la homologación de gustos y el conformismo: ¿quién podría haberlos imaginado hace cuarenta o incluso veinte años? Claro está, la tarea del partido deberá ser adaptarse a los tiempos y épocas. Aquí es donde se mide su resiliencia: en su capacidad de renovarse.

Así que no crees que también partidos históricos como los de la vieja Europa puedan convertirse en sólo partidos-imagen…

Pueden, por supuesto que pueden. Pero mientras tanto, hay que equiparse para saber ser a la vez partidos de imagen y partidos de opinión. El riesgo es convertirse en solo eso. Porque sería un empobrecimiento no sólo de la vida política, sino de la vida del hombre en general.

El riesgo que señalan los intelectuales que se ocupan de estos asuntos es que la imagen tiende progresivamente a vaciar de sentido las palabras, el contenido, la sustancia de una línea para ajustarla al modelo publicidad. Gana quien tiene el reclamo más eficaz …

Tras éste y otros temores que se señalan con respecto a la revolución electrónica, a menudo hay un sentimiento tradicional de las élites intelectuales que ante todos los hechos que significan socialización de la cultura o la política son retratados con la impresión de que esto termina aplastando la vida del individuo, la creatividad, el arte. Después de todo, así fue para Orwell. Y ni siquiera fue una gran novedad porque había sido precedido por otros que tenían la misma «obsesión» y también eran escritores más refinados que él, como Huxley. Creo que, en líneas generales, uno debe tener una actitud crítica hacia estos sentimientos, que, aun cuando no expresen el deseo de mantener ciertas posiciones exclusivas de privilegio intelectual, terminan oponiéndose a la propagación de la cultura.

Günter Grass, en su artículo dice: sí, por otra parte los intelectuales están dispuestos para argumentar lo contrario el día después de que se produzcan las revoluciones…

No, no estoy acusando a los intelectuales de oportunismo. Solo estoy diciendo que, en general, el intelectual no acepta voluntariamente los fenómenos de socialización y teme a menudo, pero sinceramente, de buena fe, que la masificación pueda conducen a una caída en el «tono» de la civilización. Después de todo, eso ya sucedió en la historia. La entrada de nuevas masas en la historia a veces ha producido ciertamente la caída de civilizaciones enteras. En el fondo ¿ no fue el Imperio Romano barrido por los bárbaros que eran precisamente «pueblos nuevos»? Pero era un hecho ineluctable. No se puede oponerse a acontecimientos de este tipo poniéndose del lado de lo «viejo» o tratando de mantener un carácter cerrado en el patrimonio cultural. Porque, llevado al extremo, eso se convierte en una posición reaccionaria. Los períodos de gran transformación también pueden implicar, temporalmente, una disminución del nivel cultural, de la creatividad, de creación artística pero, juntos, ponen en marcha nuevas energías, nuevos intelectos, nuevas fuerzas. Lo decisivo es la capacidad de orientar y gobernar estos procesos.

Renzo Vespignani dice: la computadora matará el arte y la creatividad. Y creo que, de manera más general, podemos acoplar a esta observación el miedo a la nueva soledad, a nuevas alienaciones que en general acompañan cualquier progreso técnico.

Pero cada avance técnico también crea nuevas necesidades y nuevos fenómenos de asociación y solidaridad. Al menos así sucedió en la primera y la segunda revolución industrial.

De acuerdo ¿pero te gusta imaginar una vida en la que pases horas y horas en casa frente a una pantalla gigante, en la cual tienes a tu disposición de cintas de vídeo que quizás también hagan inútil la escuela tal como es? ¿Cómo te imaginas la vida encasillada de los niños, estudiantes, empleados que encontrarán todas las formas de sociabilidad listas dentro de su casa?

Hay que ver cuáles son los contenidos de estas transmisiones recibidas en casa. El contenido puede ser tal que empuje a los hombres a una situación de mayor soledad, de mayor frustración, de mayor hostilidad frente a los otros, o puede ocurrir lo contrario. Yo digo que depende mucho de esto. Por supuesto, si estas herramientas se convierten en una expresión de un impulso que tiene como objetivo fortalecer los sentimientos egoístas será algo muy negativo

Así que dices: presta atención al contenido. El medio en sí no tiene poderes …

No, el medio también cuenta. Es evidente que no ir a la escuela en absoluto o ir allí tal vez solo por una hora cambiará la vida de las personas Pero esos aspectos son difíciles de imaginar hoy en día. Tomemos el ejemplo de la escuela y el libro: por supuesto, ahora diría que la lectura del libro es irremplazable y, de hecho, debe ser aún más importante. Y sostendría lo mismo para la escuela, por supuesto una escuela muy renovada. Sin embargo, incluso aquí, no me apetece hacer declaraciones absolutas. Es difícil imaginar una computadora que cree poesía real o una obra de arte y desde ese punto de vista es difícil no tener en cuenta el grito de alarma al que te referías, el de Vespignani. Sin embargo, no se puede excluir la hipótesis de que el mismo medio de la televisión puede producir cosas de la más alta calidad que satisfagan incluso las necesidades más refinadas y creativas.

En resumen, la tecnología no destruirá al individuo…

Ninguna época ha alcanzado jamás la realización del individuo, de la mayoría de individuos. En el pasado, muchas personas han sido «destruidas» no sólo en el plano moral sino también en el plano físico. Piensa en los esclavos de la antigüedad o los negros secuestrados y transportados a América ¿Cuántas personas lograron convertirse en «individuos» en el pasado? Muchas menos que hoy. ¿Pero también en el sistema capitalista, la muerte temprana como consecuencia del trabajo infantil en la primera revolución industrial no fue una Destrucción? Y hoy no son «destruidos», niños, hombres, mujeres, que se están muriendo de hambre o permanecen analfabetos en el Tercer Mundo De hecho, en estos casos ni siquiera podemos hablar de destrucción sino de real impedimento para el crecimiento y la vida del individuo.

En resumen ¿el «hombre omnilateral» de Marx y Gramsci puede nacer incluso desde el ordenador?

Digámoslo de esta manera: todos esos medios dan una mejor oportunidad para llegar auna dimensión omnilateral del hombre, precisamente porque son portadores de un enorme enriquecimiento de conocimientos, y ofrecen la posibilidad de una cultura politécnica.

Carlo Bernardini escribe: «El tiempo para los pensamientos largos ha terminado». Elmar Altvater añade: no hay ya más fuerzas en Europa capaces de expresar grandes utopías sobre la sociedad y sobre el Estado ¿Compartes estas opiniones?

Creo yo tambien que existe una creciente necesidad de reinvertir la política con « pensamientos largos», con proyectos. Por supuesto, estos pensamientos deben ser apoyados por un análisis científico de la realidad, de lo contrario los proyectos se convierten proclamas retóricas vacías. Pero hay que añadir una cosa: el pensamiento y la acción del movimiento socialista en Italia (y también en todos los países europeos) fueron influenciados por una visión que no era propia de Marx y que venía en parte de la ilustración y luego del positivismo. Sobre esa base , la historia de la humanidad fue concebida como un progreso continuo hacia objetivos cada vez más altos de bienestar, cultura, de democracia. En algunos aspectos, incluso la ideología capitalista en los años del «boom» intentó dar a entender que habíamos entrado en una fase de progreso imparable. Todas estas ideologías han resultado ser falaces: no han faltado nunca en el pasado, y no faltarán en el futuro de la historia del hombre, interrupciones bruscas, rupturas, incluso involuciones. Y, fueron posibles también períodos de tiranía oscura, fanatismo y opresión. Hoy hablamos de Orwell pero recuerdo antes que él a un escritor quizás aún más válido como Jack London imaginar en el Talón de Hierro un largo periodo en el que todo el mundo civilizado volvería a condiciones de absoluta tiranía. Debemos ser conscientes de que estos peligros existen y también de que siempre se repetirán en una forma diferente del pasado. Pero también debemos tener el coraje de una utopía que funciona en el « tiempo largo» para lograr el objetivo de utilizar siempre los nuevos descubrimientos científicos con el fin de mejorar la vida de las personas y, al mismo tiempo, liderar conscientemente procesos económicos y sociales. ¿Qué es el socialismo sino eso? Es el liderazgo consciente y democrático, por lo tanto no autoritario, no represivo, de los procesos económicos y sociales con el objetivo de un desarrollo equilibrado, justicia social y un crecimiento e del nivel cultural de toda la humanidad.

Al principio dijiste que no ves el escenario catastrófico del futuro por causa de la electrónica sino de la guerra. Te haré una pregunta que habrás recibido cientos de veces. ¿Realmente crees en la posibilidad de una guerra nuclear global?

Sí, creo que es realmente posible. No hay ley histórica que pueda decir: es imposible. Por mucho que la mente se detenga, absolutamente horrorizada, ante la eventualidad del fin de la civilización humana, ésta no es una razón suficiente para detener la posibilidad de guerra. Y yo diría que, en los últimos tiempos, el peligro se ha vuelto más real. De hecho, mientras que en un momento dado, el llamado «equilibrio del terror» funcionó como disuasión, hoy comienza a no ser así. El riesgo ha empeorado especialmente debido a la creciente incontrolabilidad de los procesos económicos y políticos mundiales. Al mismo tiempo ha habido un nuevo salto en calidad y sofisticación tecnológica de las armas. Se han gastado ríos de tinta, por académicos y estrategas, para describir esas innovaciones: cuando hay herramientas con las que puedes golpear al adversario en pocos minutos eso puede dar lugar a la tentación de lanzar el primer ataque. O puede hacer surgir el miedo a recibirlo y por tanto, como reacción, la tentación de lanzarlo primero. Y luego está la posibilidad, ahora verificada, del error que muchos científicos han demostrado repetidamente que es real. Errores, por ejemplo, en los sistemas de avistamiento: leí que en Estados Unidos ha habido varios de estos errores, que todos se corrigieron después de unos minutos. Y es concebible que lo mismo sucedió en la URSS. En estos tiempos, con nuevos misiles y con otras armas, todavía pueden reducirse pero puede llegar el día en que el error ya no se pueda corregir a tiempo. Y que los misiles, una vez lanzados, no se pueden detener. Pero es más: siento que hoy se empieza a hablar de «guerra nuclear limitada» o «guerra nuclear victoriosa». Ya es una señal muy seria que estemos hablando en esos términos, que estemos hablando de creer que puedes salir victorioso de una confrontación nuclear. Y también que alguien piense que pueda salir ileso. Esa es una concepción muy peligrosa. Recuerdo una película de los años 60: La última playa[3], de Stanley Kramer. Se desarrollaba en Australia. Una Australia que era la única tierra que se había salvado de un conflicto nuclear. Luego, al final, todos se vieron obligados a tragar una pastilla para suicidarse y evitar el sufrimiento atroz causado por la radiación nuclear que, lentamente, se acercó incluso a esa última playa, en esa última tierra del mundo. Ya a lo largo de los años 60 se sabía que un conflicto nuclear no daba tregua a nadie. Figurémonos si no hemos de tener esa conciencia viva hoy.

He aquí que la utopía vuelve a tener poco espacio, presionada por la angustia de la catástrofe…

No, hoy estamos luchando por objetivos que también podemos llamar «limitados», es decir, para detener la nueva escalada de armamentos. Pero digamos que necesitamos llegar a etapas más avanzadas: la congelación, la reducción progresiva hasta la prohibición completa de las armas nucleares, de las biológicas, químicas ¿El desarme total puede considerarse una «utopía»? Yo digo que no. Técnicamente hoy en día es posible controlar el desarme, mientras que en el pasado no era así. Yo digo que se convertirá en una necesidad, no sólo para sobrevivir, sino también para resolver problemas de la humanidad, empezando por los del desarrollo. Por supuesto hoy el mundo parece ir en otra dirección, pero creo que ésta que ha sido una utopía típica del movimiento socialista es ahora muy actual.

Un eslogan que forma parte de la cultura socialista y comunista habla del «Sol del futuro». Que hay que alcanzar, conquistar, en el que hay que creer. En una civilización en la que la angustia y los signos de muerte parecen prevalecer ¿este eslogan todavía tiene sentido?

Hay una paradoja: en el sol del futuro hoy discuten más los científicos que los comunistas: de hecho, uno de los horizontes más ricos que se pueden abrir para el hombre surge precisamente de la posibilidad de la plena utilización de la energía solar. ¡He aquí una forma científica de referirnos de nuevo a la idea del «Sol del futuro»! Pero quitado todo lo que hay de utópico, de milenarista que incluso en el pasado expresaba este eslogan, creo que no está enterrado. ¿Cuáles eran , de hecho, los objetivos por los que surgió el movimiento socialista? El objetivo de superar todas las formas de explotación y de opresión del hombre por el hombre, de una clase sobre otras, de una raza por otra, del sexo masculino sobre el sexo femenino, de una nación sobre otras naciones. Y luego: la paz entre los pueblos, el acercamiento progresivo entre gobernantes y gobernados, el fin de toda discriminación en el acceso al conocimiento y la cultura. Pues bien, si miramos la realidad del mundo de hoy ¿podría decir que esos objetivos ya no son válidos? Hemos superado muchas incrustaciones ideológicas (también algunas del marxismo); pero no los motivos, las razones profundas de nuestra existencia, esas están presentes siempre y nos llevan a una acción cada vez más incisiva en Italia y en el mundo.

Notas

[1] Luciano Barca, Cronache dall’interno del vertice del PCI, vol. II Rubbettino Editore, Soveria Mannelli, 2005
[2] Entrevistador y entrevistado utilizan el término inglés con que se denomina a las islas Malvinas
[3] En España se proyectó con el título de La hora final, el mismo que se dio a la novela de Nevil Shute, sobre la que se basó la película de Kramer rodada den 1959

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