Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Por qué he votado en blanco

Joaquín Miras Albarrán

Deseo escribir en primera persona, porque tengo en cuenta un determinado reproche que en una reunión a la que asistí, se nos hizo en general a los que participábamos: que no revelábamos ni publicitábamos nuestras intenciones de voto. No siento necesidad de hacer proselitismo a nadie sobre cómo debe votar; el voto de cada uno está en relación con razones hondas y no se cambia así como así, sino que, en todo caso, y tras la experiencia, se abre uno a la reflexión; pero sí creo justo que entre los que nos conocemos desde “toda la vida” y formamos parte de lo que queda de los restos del naufragio –ni tan siquiera “balsa de la Medusa” por desgracia- no nos ocultemos nuestras ideas.

Comienzo pues diciendo que yo voto en blanco desde el Referéndum sobre el nuevo estatuto de autonomía para Catalunya, porque me harté de que la izquierda asumiera la ideología de la derecha y burlara lo que es verdaderamente soberanía: mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, aumentar su verdadera capacidad de incidencia política en la realidad social, etc, -crear las bases populares de una realidad social catalana organizada y movilizada…exigiera ésta luego lo que exigiese-, y que tratara de hacer mediante este subterfugio del salto adelante institucional, lo típico de la derecha que consiste en agitar el identitarismo, para tratar de perpetuarse en las instituciones, tal como había hecho CIU, durante 20 años. El experimento, ya cadáver, muestra que salió el tiro por la culata. Las fuerzas que se dicen de izquierda y representantes de los sectores populares son derrotadas en medio del desinterés, de la decepción de la gente. En fin, yo viví así aquello, y desde entonces voto en blanco y a la espera de que algo que valga la pena me lleve a votar en positivo.

Qué esperaría yo de una candidatura de izquierdas. Una previa: con toda probabilidad, el hecho de que desde diversos barrios, localidades, etc lleguen voces que expresan el deseo de que haya una lista electoral de izquierdas, nueva, y además “diferente”, y en la medida que estas voces son expresión popular, y no simple eco de la opinión de grupúsculos políticos “resto de naufragio”, con o sin internacional, o de jóvenes promesas de una nueva clase política futura, esto es señal de que se hace necesario ya comenzar a dar cumplimiento a ese desideratum.

Cómo debería configurarse, en mi opinión. Creo que un proyecto de ese tipo debería tener un cometido prioritario, el de ser ayuda a la organización, a la creación, de verdad “desde abajo”, paciente, de un movimiento popular incipiente: con raíces locales, barriales, incluso de calle ( o de parroquia, cuando así sea, o de escalera de vecinos si a mano viene) si es posible, con implantación fija, etc. Esto es, una organización popular con microfundamentos sólidos, estables, cuyas formas concretas no cabe diseñar a priori desde ningún estado mayor; se trata de aprender de lo que se hace, de lo que surge aquí y allí, -y que está ocurriendo ya- y de potenciarlo, extenderlo, etc.  “Popular” y “movimiento”. Esto es, “popular” o “demos”; por lo tanto, la democracia: el movimiento de la democracia que trata de ser instrumento de soberanía popular –si se quiere hablar de soberanía en Catalunya, esta es la cosa; o: como dirían nuestros padres de veras, hic Rodhus, hic salta-.

Un movimiento de este tipo ha de servir para una doble finalidad inseparable en la práctica. Primero, ha de permitir la autoorganización de “nosotros”, los individuos de las clases subalternas, para actuar: para generar capacidad de control sobre la propia acción, o lo que es lo mismo, para generar Poder. En segundo lugar, ha de posibilitar la tarea de autoilustrarnos. Porque la Ilustración no “te la dan”; por el contrario, es uno mismo quien se autoilustra. Sapere aude, ten la audacia de pensar, sin el médico que te dice cómo vivir, y el maestro espiritual que te dice cómo has de obrar, y el jefe político que te dice qué debes hacer, -discursos que se resumen siempre en la exhortación imperativa a que confiemos ciegamente en ellos-. Salir, en una palabra, de la minoría de edad, como propone el texto clásico, y para eso todos estamos suficientemente dotados y capacitados intelectualmente.

¿Cómo podría una candidatura ayudar a este cometido, colaborar al desarrollo de una movilización estable, ser instrumento de su impulso? Creo que las ideas y principios de esa venerable tradición que es la democracia, que se ha ido reinventando una y otra vez a sí misma a partir de la inspiración en un patrimonio histórico común preservado y transmitido, cada vez que ha surgido en Europa un movimiento popular, posee suficiente bagaje ya creado. En concreto estoy pensando en la asamblea y en el sorteo, que son los dos elementos clave de la democracia desde Grecia. Un candidatura que hubiese salido –esto es; una candidatura que pueda llegar a salir, en 2 o en 6 años- de una asamblea compuesta por individuos pertenecientes a asociaciones vecinales, a organismos barriales a asociaciones deportivas y recreativas, a comités de empresa, etc, esto es, de gente real, de vida real. Una asamblea que se constituyese en instrumento de creación y control permanente de una posible lista electoral, y que eligiese tanto sus órganos de coordinación internos como las listas electorales mediante el sorteo, podría ser de gran utilidad en este sentido. En primer lugar por ser elemento fundamental de autoilustración, y un escándalo que impone parón y reflexión sobre cómo se hace y qué es en verdad la política que hay. Es decir el sorteo es ya en sí mismo, un elemento que de verdad obliga a la autoeducación, que incita a intervenir en las deliberaciones, que da medida de que lo que uno –cada cual, no importa quién- expresa en público sí es importante, y que uno debe ilustrarse. Este expediente electivo, que nos convierte a todos realmente en iguales, garantiza además que el movimiento que emerja sea siempre, de veras, democrático, y no quede parasitado por caudillos, infeudado a personas, a caciques locales. Este instrumento es fundamental y debe ser sostenido como elemento innegociable y “para siempre”. Este expediente no declara iguales todas las opiniones; sólo dice que el que sepa más lo demuestre convenciéndonos a todos de la bondad de lo que dice, y una vez nos haya convencido, ya lo interpretaremos los demás, lo elaboraremos en debate público, y luego, aquel que por azar reciba la responsabilidad de ser portavoz de esa opinión pública deliberada, sabrá representarlo

En segundo lugar, este instrumento ayuda a superar el estado de radical desconfianza que existe entre quienes somos de izquierda y tenemos ojos en la cara y dos dedos de frente: porque ya estamos hartos de que se hagan con el santo y la limosna personas que aspiran a ser clase política, y sabemos que eso se da una y otra vez. Que algo que en la tradición res publicana era considerado alta traición, y castigado con la muerte –que el representante se prevalga de su cargo como si fuese su cortijo y haga, diga y vote lo que quiera en contra de la voluntad de sus electores- sea hoy la norma “totalitaria” y sin  excepción en la política es algo que clama al cielo y que todos sabemos que pasa. Es precisamente lo que hace que la izquierda haya sido aniquilada. El sorteo, la dependencia de la candidatura respecto de la asamblea –la firma de cartas de dimisión del cargo electo con fecha en blanco –da la posibilidad de que gentes de lugares diversos, que no se conocen y que poseen una experiencia de infidelidades y traiciones por parte de los políticos que se decían sus representantes que generan inseguridad y recelos, puedan confiar mutuamente en ellos; la democracia es la medicina.

Además el proceso de formación de esa lista, el trabajo electoral democrático, basado en deliberaciones, en el sorteos, etc, una vez terminado el proceso electivo, habría dejado un poso de nuevas bases organizativas creadas, de cimientos nuevos de tejido social; habría servido para hacer crecer, de veras, otro poco, el propio movimiento estable.

Precisamente por todo esto, creo que des de baix no es, no podía ser un fermento de este tipo. Y esto por una doble razón que es simplemente la consecuencia de la doble razón que acabo de exponer.

En primer lugar porque está sometida a la dinámica endemoniada del acuerdo cupular entre las direcciones de los pequeños grupúsculos que dan vida a la candidatura. Des de baix es, en realidad, no una experiencia “desde abajo”, sino una creación cupular fraguada por acuerdo de diversos grupúsculos políticos, Revolta global, Corriente Roja, Lucha internacionalista. Está sometida a los acuerdos y equilibrios de los mismos entre sí. Es decir, en lo que hace a sus fundamentos organizativos, o características organizativas de partida, es un proyecto que no solo no va en la dirección que yo creo necesaria, sino que, surge del mismo tipo de crisol que otros proyectos con los que compite, pero de los que, por su forma de estar constituida, no se diferencia: ICV, IU, Euia –y aún otras pequeñas candidaturas electorales-. Y precisamente por esa forma de estar organizados, no solo no ayudan a avanzar en la organización popular, sino que la bloquean, ciegan la posibilidad de su existencia, reproducen el desconcierto y el desaliento que generan los sectarismos

En segundo lugar por el tipo de programa que ha elaborado des de baix, y que el lector puede encontrar en la red en forma de manifiesto. El resumen del mismo, expresado en una frase del documento es: “Una Catalunya anticapitalista, sobirana, ecologista, feminista, antiracista i internacionalista”.

En principio lo que parece haberse pretendido con esta retahíla de términos es hacer una demostración de firmeza ideológica. Sucede que estas palabras que aparentemente son estruendosas, carecen de sentido actualmente para la mayoría inmensa de los trabajadores, de los autónomos, de los pequeños propietarios y tenderos, de los pequeños empresarios, etc., sean mujeres u hombres. Es decir, es una fraseología huera para la inmensa mayoría de las personas a las que la candidatura, oficialmente, pretende interpelar. Basta con salirse una miaja de la relación endogámica entre militantes de grupos de izquierda para percatarse de que esas consignas carecen de enganche con las experiencias, las preocupaciones, los padecimientos enormes, reales, de las gentes. En realidad es este un fraseo radical, -eso sí, mucho-, que tiene una doble finalidad real: desarrollar empatía lingüística con la cultura de los antiguos restos de serie de las viejas militancias, tales como yo mismo, y servir como banderín de enganche para jóvenes airados. Lo hayan hecho aposta, o no, sus creadores, éste es un discurso inmediatista que pretende trincar voto en esos ámbitos, que se desenvuelve, por lo tanto, en el cortoplacismo electoral y punto. Un nuevo electoralismo más. Es también un discurso fracasado porque entre muchos de mi edad y experiencia cultural está ya muy arraigada, se puede decir ahora que ya de antiguo y por experiencias vividas en carne propia que, contra toda evidencia empírica, en política “el papel lo aguanta todo”; creo que lo propio se podría decir sobre las declaraciones escritas en las páginas electrónicas.

Creo que, por el contrario, un programa político “a la altura de las circunstancias” –eso es lo difícil- debería partir de la experiencia real de la gente común, o sea, de nosotros mismos auto entendidos y auto interpelados por nosotros mismos como gente común, y no de nosotros mismos auto considerados tan solo por nosotros mismos como poseedores de los doctrinas esotéricas y saberes sublimes que lo aclaran todo, lo saben todo, lo pronostican todo; esto es auto interpelados como personas que sabemos no saber y revelamos en esto de veras conocernos a nosotros mismos –al menos “un poco”- tal como lo aconsejan las máximas de la filosofía clásica.

Vuelvo pues al punto anterior. Las gentes tienen –tenemos- preocupaciones de grueso calado. Se abre paso el saber que no va a haber Sanidad pública o que ésta corre gravísimo peligro; el saber del crecimiento verdadero de las listas en la sanidad reducidas sobre el papel –nuevamente, en política el papel lo aguanta todo- por esas luminarias que nos han trajinado desde la Generalitat. El saber del deterioro de las Escuela y la Universidad popular, el saber de la pretensión en marcha de liquidar o reducir a la caricatura las pensiones de vejez, el saber de la prolongación de la jornada laboral. El saber de la falta de empleo, y de que ésta ha venido para quedarse, el saber de los desahucios etc Las preocupaciones por las condiciones de nuestra vida real, y por las de nuestros hijos y su futuro

Creo que una fuerza política que surgiera desde abajo como expresión de la organización popular en desarrollo, debería partir en su reflexión y deliberación de esa realidad recogida en la experiencia de la gente –o sea de nosotros mismos también junto a otros muchos-. Debería también tener en cuenta lo que he escrito sobre la auto autoilustración y recordar que el proyecto político no debe salir de la mente de los técnicos sabios que elaboren programas para la plebe, sino que el programa electoral, como, por lo demás, el resto del programa de acción imprescindible –aún más importante- para un movimiento real de la plebe organizada, del demos, debe salir del debate público y de la constitución de la gente en “Opinión Pública” en sentido estricto del término. Por eso se trataría de abrir paso a la reflexión sobre las condiciones de posibilidad que permitieran a una sociedad política prestar sanidad, escuela, pensiones; crear y distribuir empleo, tener cubiertas las necesidades mínimas en calefacción, agua potable, electricidad, ropa, cultura…Sería necesario solicitar la ayuda de economistas, pero no para que nos hicieran en un decir Jesús un programa político económico más hermoso que un sanluis, con sus enaguas de encaje almidonadas y planchadas, y de paso nos volviesen a explicar una vez más que esta vez , sí, el capitalismo está en las últimas, sino para explicarnos qué es lo que está en relación con la situación actual y cómo se pueden tomar medidas que permitan recuperar soberanía económica. En mi opinión es “el Euro”; esto es: es el proyecto martingala que se ha encubierto con el nombre de “Europa” lo que debe ser abandonado, porque es la versión más acabada y perversa del neoliberalismo. Y ese debería ser el objetivo de lucha. Pero esto requiere de un debate, requiere que los técnicos informen y pongan a nuestro alcance medios para auto ilustrarnos y poder deliberar en público entre todos, y no traten de sustituirnos. Requiere que se explique si va a ser posible nunca jamás volver a este despilfarro de ipods, teléfonos móviles, renovaciones de coches particulares, vacaciones en Cancún etc, y si sostener el consumo ese no resulta incompatible con el disfrute de bienes públicos que nos garantizan la vida buena. Requiere saberse si, una vez un país como España se desenganchase de tal proyecto, habría posibilidades verosímiles de encontrar créditos en alguna parte; porque un país que se salga del euro estará crujido, pero necesitará unas ciertas finanzas; pero un país que se salga del euro es un país que como sociedad habrá declarado, de veras, la guerra de clases a nivel internacional –y “europeo”, a Francia, a Alemania, a Inglaterra- porque eso sí que es abrir la guerra de clases y no el proclamar una retahíla de palabras altisonantes.

Por lo demás, este debate tiene su ritmo. Puedo yo equivocarme mucho, pero tras Irlanda, le tocará probablemente el turno a Portugal; luego a nosotros, -aló España-. Y cuando nos toque no creo que haya aún opinión pública organizada ni preparada para adoptar otras medidas que las que impongan los gobiernos de turno que serán idénticas a las adoptadas por el irlandés ¿O el PSOE o IU están ya en plena agitación al respecto?.

Sobre los socialistas excuso extenderme en argumentaciones, pues ellos han sido creadores, protagonistas del himeneo en el que se engendró esta canallada, y son defensores acérrimos del descarado proyecto neoliberal europeo, forman parte de la Comisión europea, cuentan entre sus miembros conspicuos al actual jefe del FMI Strauss Kahn, sucesor de Rato, etc. Pero entre los lectores que eventualmente puedan sentirse interpelados por este escrito cabe la pregunta ¿Por qué no IU? Me permito una breve respuesta. No hace un mes todavía –o al menos eso le parece a mi memoria- su coordinador general Cayo Lara, que es un hombre honesto, se atrevió a declarar en público que IU debía revisar las alianzas electorales que había sostenido en muchas localidades con el PSOE, que habían acarreado la consecuencia de que IU fuese vista como un apéndice de la otra fuerza, y que asumiese en la práctica el programa neoliberal impuesto por los otros. Puro sentido común. Sopló entonces un potente viento desde el paraíso que se enredó en las alas de nuestro estupefacto ángel bueno empujándole en una fuga hacia adelante, y –cuál no sería el ímpetu de su violenta fuerza divina- no habían pasado cuarenta y ocho horas cuando el coordinador actual matizaba públicamente sus palabras: había sido tan solo un comentario, una reflexión genérica – casi, solo, un hablar por hablar, vaya-. En fin, que, de lo que les ocurre a los tribunos de la plebe cuando se enfrentan con los que comen de la política son buen ejemplo Anguita y Beiras, ambos hermosos tribunos de la plebe de verbo florido, fundidos en el intento de controlar la corrupción política institucional de una clase política desvergonzada y sin principios cuyos intereses particulares son los que rigen sus acciones. Y dejo aquí la digresión.

Solo como consecuencia de todo lo expuesto más arriba a título de posible como escenario político probable de futuro, se darán las condiciones para abrir un debate real general y público, capaz de provocar un terremoto en el mundo político, si es que existen bases intelectuales y deliberaciones ya en marcha, desde luego. Se trata de haber ayudado a crear en el ínterin las bases de un nuevo movimiento popular, el movimiento de la democracia, y de su embrión intelectual, y de haberlo creado no para que pueda servir de masa de choque de una fuerza política, sino para convertirlo en el sujeto político nuevo

Por eso, más que la frase ditirámbica y sonora, el eslogan rotundo, la amalgama de consignas, debemos ayudar a abrirse paso en nuestra cabezas las nuevas ideas, debemos auto ayudarnos a la ilustración organizativamente e intelectualmente.

El programa, repito, deberá ser elaborado por los electores. Jamás en la historia de las elecciones y de la existencia de cámaras de representación –las de los patricios, las de los nobles, las de los burgueses…- el elegido elaboraba el programa, sino que era tan solo el encargado fiduciario del mismo con mandato imperativo. El programa no puede surgir como elaboración deductiva de tipo deontológico, imperativo, desde el saber teórico, desde la pretendida, previa, auto atribuida, auto otorgada y auto preconizada, excelencia intelectual, ya sea ésta excelencia moral o excelencia científica, o una presuntuosa y pretenciosa suma de ambas, que declara sus conclusiones a priori imperativas y excluyentes, y no es otra cosa que fruto arbitrario de la libertad imaginaria del que posee la razón teórica –una “positividad”-. Eso dará siempre el poder a los aristoi, y se contradice con la hermosa idea de la ilustración como sapere aude. Y eso será siempre un tapón al desarrollo de la razón práctica, esto es del pensamiento de todos, de ese pensar desde el que actuamos, trabajamos, vivimos, con el que contribuimos a producir y reproducir el mundo humano, a crear el ethos que nos hominiza. De ese pensar que orienta nuestra actividad y que es el que genera en nosotros la experiencia de vida, a partir de la cual todos podemos reflexionar sobre ella poniendo en obra dentro de nuestras mentes, la práctica de esa reflexión o saber segundo sobre nuestro hacer y nuestro vivir: el filosofar; un filosofar sobre la praxis; la filosofía de la práctica.

Unas personas –nosotros al lado de otros- que se organicen y generen, gracias a ello, posibilidades reales nuevas de acción, desarrollaremos nuevas capacidades reales y nuevas exigencias reales, necesitaremos de saberes nuevos que nos ayuden a reflexionarnos y a saber más del mundo. Y ese es el proceso que debemos aspirar a crear….

Entre tanto yo he votado nuevamente en blanco: así, mi protesta queda escrita en las inmaculadas alas de los cisnes tan ilustres como Júpiter. Sé que para muchos mi actitud sonará tan cursi como les puede sonar quizá esta frase de Darío; y sin embargo está en el prólogo del libro en el que, entre otros, Darío escribe el poema de denuncia contra Theodore Roosevelt, el tirano imperialista. Porque el blanco del voto, el mío, es un canto de vida y esperanza

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