Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Tristeza, vergüenza y esperanza

Jaume Tafalla

Plataforma per Catalunya obtuvo un concejal en las recientes elecciones municipales en Badia del Vallès. Este artículo fue escrito la misma noche de las elecciones tras conocerse este resultado.

Somos un pueblo de trabajadores. Gente que tuvo que dejar atrás a sus familias y amigos para encontrar y ganarse el pan de sus hijos: mi pan y el de tanta gente que ha crecido junto a mí. Vinimos a una tierra entonces extraña en condiciones penosas y fuimos construyendo un futuro para ellos. Un futuro para mí, para nosotros.

Algunos nos sentimos repudiados y despreciados porque éramos extraños y porque aceptábamos menos dinero por el mismo trabajo, así como los trabajos que los trabajadores catalanes no querían hacer. Y lo hacíamos contentos porque era el pan de nuestros hijos y porque en el lugar de donde veníamos escaseaba el pan, como tantas otras cosas. En aquellos tiempos y entre los trabajadores locales corrían también bulos y malas palabras sobre nosotros (éramos «els mursianus»): que si éramos ladrones, que si éramos ruidosos, que si olíamos mal o que si éramos analfabetos. Pero los trabajadores locales supieron ver que ahora éramos trabajadores locales; que lo que ellos, sus padres y sus abuelos habían sufrido era lo mismo que sufríamos nosotros, que ahora “nosotros” éramos “todos” y que todos éramos trabajadores catalanes. Y todos juntos luchamos por un futuro para nuestros hijos: por mi futuro y por el de tanta gente que ha crecido junto a mí.

Y lucha que lucharás conseguimos nuestras casas, conseguimos un ambulatorio que daba envidia, conseguimos escuelas públicas en condiciones y tantas otras cosas por las que valió la pena luchar. Conseguimos el pan… y el futuro de nuestros hijos. Ese mismo futuro que ahora nos roban porque ya no somos “nosotros” sino que somos “uno” y “otro” y “otro”.

Ese futuro, este presente, por el que ahora debemos luchar. Nos lo roban y nos dicen que la culpa es de otro. La culpa es del gobierno o de quien gobernó. Y cuando no, la culpa es nuestra porque no nos «adaptamos al mercado» (como han hecho ellos también). Un mercado que (dicen) no es de nadie y contra el que no podemos luchar porque (dicen) no se puede nada contra él. Y como no se puede nada, no toca otra que apretarse el cinturón una y otra vez.

Y aprieta que apretarás ya casi no respiramos. Nos ahogamos mientras ellos se han dedicado y se dedican a gastar nuestro aire a toneladas con sus pulmones de gigante, sus dedos de gran político y su corazón inexistente.

Mientras en nuestra desesperación algunos caemos en la cuenta que no somos “uno” y “otro” y “otro” sino que al juntarnos volvemos a ser “nosotros”, otros se tragan mentiras dictadas por los mismos que nos quitaron la voz durante tantos largos años de hambre y silencio, que aún con piel de cordero siguen siendo lobos. Mentiras que hablan de aquellos quienes vienen a una tierra extraña en condiciones penosas, dejando atrás a familias y amigos para ganarse el pan y el futuro de sus hijos. El pan y el futuro de sus hijos y el de tantos otros que van a crecer junto a los míos.

¿Es que no tenemos memoria? ¿No sabemos quiénes somos? ¿No sabemos que “ellos” somos “nosotros” y que todos somos trabajadores catalanes? Bancos y grandes empresas, con el beneplácito de muchos políticos y la aceptación de muchos otros, siguen y seguirán ganando; mientras ellos ganan nosotros nos comemos la crisis con patatas. Frente a esto algunos descargamos nuestra impotencia contra nuestros iguales, pero otros nos reagrupamos para volver a ser nosotros y para tener un poco de dignidad en lugar de tener que justificar una vergüenza transformada en voto.

Miremos a nuestros hijos jugar en los colegios y decidamos si queremos que cuando sean mayores se odien entre ellos o luchen juntos por sus casas, por un ambulatorio que dé envidia, por unas escuelas públicas en condiciones y por tantas y tantas cosas por las que valdrá la pena luchar… por el pan y por el futuro de nuestros hijos y nietos.

Ellos no me representan,

nosotros nos representamos

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