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Salvar el capital europeo: un reto existencial

Michael Roberts

Hace aproximadamente un año, la Comisión Europea pidió a Mario Draghi que redactara un informe histórico sobre el futuro de la economía europea. Draghi es un antiguo banquero de Goldman Sachs, ex director del banco central italiano y luego Presidente del Banco Central Europeo, antes de convertirse brevemente en Primer Ministro de Italia. Así que, a ojos de la Comisión, era claramente idóneo para buscar formas de evitar que el capital europeo se quedara rezagado respecto al resto del mundo.

Esta semana se ha publicado el informe de Draghi, en un momento en que las principales economías europeas están en recesión (Alemania, Suecia, Austria) o estancadas (Francia, Italia). Casi ninguna economía de la UE crece por encima del 1% anual y la media de la zona UE/EZ es de apenas un +0,2%.

El informe, titulado The future of European Competitiveness (El futuro de la competitividad europea), consta de 600 páginas y ofrece un panorama desolador pero preciso del declive relativo de las economías de la UE en cuanto a crecimiento de la producción y la productividad, nivel de vida y progreso técnico en comparación con Estados Unidos y Asia.

Europa salió de una terrible guerra en 1945 que diezmó a su población y su economía. Pero durante los 50 años siguientes del siglo XX experimentó una rápida recuperación económica (al menos en los países centrales de Europa), llegando a rivalizar en producción y nivel de vida con Norteamérica y Japón. Estableció nuevas instituciones destinadas a integrar las economías nacionales de la región y evitar más guerras en su interior.

Según el informe, «el modelo europeo combina una economía abierta, un alto grado de competencia en el mercado y un sólido marco jurídico». Ha construido un «Mercado Único» de 440 millones de consumidores y 23 millones de empresas, que representa en torno al 17% del PIB mundial, al tiempo que logra tasas de desigualdad de ingresos inferiores en unos 10 puntos porcentuales a las observadas en Estados Unidos y China.

Al mismo tiempo, la UE ha obtenido resultados punteros en materia de gobernanza, sanidad, educación y protección del medio ambiente. De los diez países del mundo con mejor puntuación en la aplicación del «Estado de Derecho», ocho son Estados miembros de la UE. Europa aventaja a Estados Unidos y China en esperanza de vida al nacer y baja mortalidad infantil. Los sistemas europeos de educación y formación ofrecen un alto nivel educativo, con un tercio de los adultos con estudios superiores.

La UE también es líder mundial en sostenibilidad y normas medioambientales, está respaldada por los objetivos mundiales más ambiciosos de descarbonización y puede beneficiarse de la mayor zona económica exclusiva del mundo, que abarca 17 millones de kilómetros cuadrados, cuatro veces la superficie terrestre de la UE.

Y en el informe, Draghi repasa sin pausa la lamentable historia de los resultados económicos relativos de Europa en el siglo XXI, de hecho desde que se lanzó la moneda única euro.

El crecimiento económico de la UE ha sido persistentemente más lento que el de EE.UU. en las dos últimas décadas, mientras que China ha ido recuperando terreno rápidamente. La diferencia entre el PIB de la UE y el de EE.UU. en 2015 ha pasado gradualmente de algo más del 15% en 2002 al 30% en 2023. En términos per cápita, la diferencia ha disminuido, ya que EE.UU. ha experimentado un crecimiento demográfico más rápido, pero sigue siendo significativa (34% en la actualidad). El principal motor de esta evolución divergente ha sido la productividad. Alrededor del 70% de la diferencia de PIB per cápita con EE.UU. se explica por la menor productividad de la UE.

Muchas economías de la UE han prosperado y dependen de la expansión del comercio mundial. Pero la época de rápido crecimiento del comercio mundial ha pasado: el FMI prevé que el comercio mundial crezca sólo un 3,2% anual a medio plazo, un ritmo muy inferior a su media anual de 2000-19 del 4,9%. De hecho, la cuota de la UE en el comercio mundial está disminuyendo, con una caída notable desde el inicio de la pandemia.

En el pasado, Europa podía satisfacer su demanda de energía importada adquiriendo abundante gas por gasoducto a Rusia, que representaba alrededor del 45% de las importaciones de gas natural de la UE en 2021. Pero tras el conflicto de Ucrania, esta energía barata ha desaparecido con un coste enorme para Europa. La UE ha perdido más de un año de crecimiento del PIB, al tiempo que ha tenido que reorientar ingentes recursos fiscales a las subvenciones energéticas y a la construcción de nuevas infraestructuras para la importación de gas natural licuado. Aunque los precios de la energía han bajado considerablemente desde sus máximos, las empresas de la UE siguen teniendo que hacer frente a precios de la electricidad entre 2 y 3 veces superiores a los de Estados Unidos y a precios del gas natural entre 4 y 5 veces superiores.

Lo más importante para Draghi es que la posición de Europa en las tecnologías avanzadas que pueden impulsar el crecimiento futuro está disminuyendo. Solo cuatro de las 50 mayores empresas tecnológicas del mundo son europeas, y la posición de la UE en el mundo de la tecnología se está deteriorando: de 2013 a 2023, su cuota en los ingresos tecnológicos mundiales cayó del 22% al 18%, mientras que la de Estados Unidos aumentó del 30% al 38%.

El retraso en el crecimiento de la productividad es lo más perjudicial para el futuro de la capital europea. La UE está entrando en el primer periodo de su historia en el que el crecimiento no se verá respaldado por el aumento de la población. De aquí a 2040, se prevé que la población activa se reduzca en cerca de 2 millones de trabajadores al año . No se menciona en el informe, pero un nuevo estudio reciente concluye que el envejecimiento de la población europea «provocará enormes vientos en contra para el crecimiento económico» Aunque el cambio demográfico ha contribuido antes positivamente al crecimiento económico per cápita, en las próximas décadas reducirá la tasa de crecimiento de las economías del G4 europeo entre 0,3 y 1 punto porcentual al año.

Draghi concluye: «Tendremos que apoyarnos más en la productividad para impulsar el crecimiento. Pero si la UE mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad desde 2015, solo bastaría para mantener constante el PIB hasta 2050, en un momento en que la UE se enfrenta a una serie de nuevas necesidades de inversión que deberán financiarse con un mayor crecimiento».

El problema es que el bajo crecimiento de la productividad se debe a la escasa inversión en sectores productivos, sobre todo en nuevas tecnologías. La diferencia entre inversión productiva y PIB en EE.UU. y Europa es de aproximadamente un 1,5% pts del PIB cada año.

El informe sólo hace referencia en una nota a un estudio del Banco Europeo de Inversiones (BEI ) sobre el origen de esta brecha en la inversión productiva. Ese estudio muestra que la tasa global de inversión respecto al PIB en la UE es en realidad superior por término medio a la de EE.UU. Parte de la razón es que en los años de la Larga Depresión, de 2010 a 19, el PIB de EE.UU. creció más rápido que en la UE. Así, aunque la inversión en EE.UU. creció más rápido que en la UE, la tasa de inversión respecto al PIB de EE.UU. siguió siendo inferior a la de Europa.

Además, una vez que se comparan adecuadamente los deflactores de precios de la inversión real para las dos regiones y se excluye la inversión inmobiliaria y en construcción (el 50% de la inversión en la UE frente al 40% en EE.UU.), la diferencia en las tasas de «inversión productiva» se invierte. Por término medio durante el periodo 2012-2020, la diferencia media en términos reales fue de 2,6 pp del PIB. Quince países tenían un déficit de inversión con respecto a EE.UU. superior a la media de la UE, incluidas algunas de las economías más grandes, como Países Bajos (2,7 pp), Alemania (2,8 pp), Italia (4,0 pp), Francia (2,5 pp) y España (4,3 pp), es decir, el núcleo de Europa.

El BEI constató que el déficit de inversión de la UE se producía en gran medida en «activos intangibles», es decir, patentes, propiedad intelectual y software, etc. En estos ámbitos, EE.UU. estaba muy por delante. Las empresas de la UE se especializan en «tecnologías maduras en las que el potencial de avance es limitado, gastan menos en investigación e innovación (I+i): 270 000 millones de euros menos que sus homólogas estadounidenses en 2021. Los tres principales inversores en I+I en Europa han estado dominados por empresas automovilísticas durante los últimos veinte años. Lo mismo ocurría en EE.UU. a principios de la década de 2000, con las empresas automovilísticas y farmacéuticas a la cabeza, pero ahora las tres primeras son tecnológicas».

¿Cuáles son las explicaciones de Draghi para los bajos niveles de inversión productiva en Europa, especialmente en tecnología? Como buen banquero, Draghi echa la culpa a la «falta de financiación» y al fracaso a la hora de fusionar empresas en multinacionales a gran escala que puedan competir con Estados Unidos. «Europa está atrapada en una estructura industrial estática, con pocas empresas nuevas que surjan para perturbar las industrias existentes o desarrollar nuevos motores de crecimiento. De hecho, no hay ninguna empresa de la UE con una capitalización bursátil superior a 100.000 millones de euros que se haya creado desde cero en los últimos cincuenta años, mientras que las seis empresas estadounidenses con una valoración superior a 1 billón de euros se han creado en este periodo».

Draghi afirma que una razón clave de la menor eficiencia de la «intermediación financiera» en Europa es que los mercados de capitales siguen fragmentados y los flujos de ahorro hacia los mercados de capitales son menores. Es necesario que haya un mercado de capitales a escala de la UE y un capital riesgo con sede en la UE que no dependa de EE.UU. A saber: «muchos emprendedores europeos prefieren buscar financiación de inversores de capital riesgo estadounidenses y crecer en el mercado estadounidense. Entre 2008 y 2021, cerca del 30% de los ‘unicornios’ fundados en Europa -empresas que pasaron a estar valoradas en más de 1.000 millones de dólares- trasladaron su sede al extranjero, y la gran mayoría a Estados Unidos».

Según Draghi, «los hogares de la UE aportan amplios ahorros para financiar una mayor inversión, pero en la actualidad estos ahorros no se canalizan eficientemente hacia inversiones productivas. En 2022, el ahorro de los hogares de la UE ascendía a 1,390 billones de euros, frente a los 840 billones de euros de EE.UU»..

Pero, ¿es la ineficiencia de los mercados de capitales de la UE la causa de la menor inversión productiva en Europa? El informe insinúa la causa real cuando afirma que los costes de financiación privada son demasiado elevados en comparación con los rendimientos que el sector capitalista de la UE necesita para aumentar la inversión productiva, frente a la inversión en activos inmobiliarios o financieros. La causa real radica en la menor tasa de rentabilidad del capital europeo en comparación con EE.UU. Este es el caso en particular desde 2017 (en este ejemplo a continuación de la rentabilidad de EE.UU. y Alemania).

Fuente: AMECO

Aunque no figura en el informe, tal vez sea relevante el hecho de que en la UE hay muchas más empresas pequeñas cuya rentabilidad es baja, mientras que en Estados Unidos una mayor concentración de capital ha disparado los beneficios de las pocas megatecnológicas que están en la cima. Desde 2000, las tasas de beneficio bruto en Estados Unidos han aumentado y la concentración de la industria se ha disparado, pero estas tendencias no se dan en la Unión Europea.

Draghi concluye que «el ciclo resultante de escaso dinamismo industrial, baja innovación, baja inversión y bajo crecimiento de la productividad en Europa podría caracterizarse como «la trampa de la tecnología media». Pero, en mi opinión, esto es producto de la «brecha de rentabilidad».

Draghi afirma que «se necesita una inversión adicional anual mínima de entre 750 000 y 800 000 millones de euros, lo que equivale al 4,4-4,7% del PIB de la UE en 2023. A título comparativo, la inversión realizada en el marco del Plan Marshall entre 1948 y 1951 equivalía tan solo al 1-2% del PIB de la UE. Para lograr este aumento sería necesario que el porcentaje de inversión de la UE pasara del 22% del PIB actual al 27%, invirtiendo así un declive de varias décadas en la mayoría de las grandes economías de la UE». Se trata de un aumento de la inversión respecto al PIB que no se veía desde la Edad de Oro de los años 50 y 60, cuando Europa se expandió rápidamente tras la guerra.

¿Es factible esperar que el capital europeo pueda o quiera restaurar esas décadas doradas de inversión 50 años después? Como reconoce el informe «Históricamente, en Europa, alrededor de cuatro quintas partes de la inversión productiva han sido realizadas por el sector privado, y la quinta parte restante por el sector público», por lo que en una Europa capitalista, corresponde a los capitalistas invertir más para lograr la mayor productividad necesaria en las áreas clave. El sector público no puede hacerlo y la Comisión Europea y Draghi ciertamente no quieren que la inversión pública sustituya al sector capitalista a través de la propiedad pública y la planificación de las «alturas de mando» de las economías europeas.

Así que la respuesta de Draghi es la habitual solución proempresarial. Debe haber incentivos monetarios y fiscales por parte de los gobiernos para «animar» a los capitalistas a invertir. En primer lugar, debe haber menores costes de financiación, pero «lograr una inversión privada de alrededor del 4% del PIB sólo a través de la financiación del mercado requeriría una reducción del coste privado del capital de aproximadamente 250 puntos básicos en el modelo de la Comisión Europea» . Difícilmente posible en el actual entorno inflacionista. Y de todos modos, «aunque se espera que la mejora de la eficiencia del mercado de capitales (por ejemplo, a través de la realización de la Unión de Mercados de Capitales) reduzca los costes de financiación privada, la reducción será probablemente sustancialmente menor. Por lo tanto, parecen necesarios incentivos fiscales para desbloquear la inversión privada a fin de financiar el plan de inversión, además de la inversión pública directa».

Así que los gobiernos de toda la UE deben aportar más fondos públicos. Pero esto lleva a otro problema. Los gobiernos de la UE, sobre todo los de la Europa central, se guían por la necesidad de «equilibrar el presupuesto» y no aumentar la deuda pública ni gravar demasiado. Ahí están las normas fiscales de la UE, ¡que no se pueden incumplir!

Draghi quiere más «préstamos conjuntos», es decir, que la UE emita más deuda respaldada por la UE para financiar proyectos. Pero esto es un gran tabú en la UE. Alemania y Holanda tienen bajos niveles de deuda pública y se resisten a respaldar a sus vecinos más endeudados. Menos de tres horas después de que Draghi terminara su presentación, el Ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, dijo que «Alemania no estará de acuerdo» con el «endeudamiento conjunto», ya que éste «puede resumirse brevemente: Alemania debe pagar por los demás. Pero eso no puede ser un plan maestro».

Draghi sugiere más impuestos a escala de la UE para aumentar el tamaño de la Comisión Europea, que es demasiado pequeña y concentra el gasto en «cohesión social», subvenciones regionales y agricultura en lugar de en «inversión productiva».

Draghi quiere recortar el gasto público de la UE en las áreas existentes y pasarlo a la tecnología. « Si el gasto público relacionado con la inversión no se compensa con ahorros presupuestarios en otros ámbitos, los saldos fiscales primarios podrían deteriorarse temporalmente antes de que el plan de inversión ejerza plenamente su impacto positivo sobre la producción» .

En resumen, el informe Draghi expone el grave declive del rendimiento competitivo del capital europeo en el sigloXXI en comparación con EE.UU. y Asia. Se trata de un «desafío existencial» que sólo puede superarse con un aumento masivo de la inversión, principalmente en nuevas tecnologías. Esto sólo puede lograrse si el sector capitalista invierte más. La inversión pública es demasiado pequeña y, de todos modos, los gobiernos proempresariales de la UE no quieren hacerse cargo de las grandes empresas privadas y han planificado la inversión pública en su lugar, lo que supondría el fin de la Europa capitalista.Eso sería el fin de la Europa capitalista. Por eso Draghi dice que lo que tienen que hacer es animar a las grandes empresas europeas a invertir más con créditos más baratos, mercados desregulados y mayores incentivos fiscales gubernamentales para «desbloquear la inversión privada». Sin embargo, las posibilidades de que los gobiernos de los Estados miembros de la UE acepten gastar más para ayudar suficientemente a las empresas de la UE son escasas.

La única forma de que se produzca el enorme repunte necesario de la inversión productiva es que la rentabilidad del capital europeo dé un salto adelante. Pero eso no se conseguirá abaratando los costes del crédito, sino sólo con un fuerte aumento de la explotación de la mano de obra en Europa y con la «destrucción creativa» de la «tecnología intermedia» para reducir costes. Si eso no ocurre, el declive relativo de la UE a nivel mundial continuará e incluso se acelerará.

Fuente: blog del autor, 12 de septiembre de 2024 (https://thenextrecession.wordpress.com/2024/09/12/saving-european-capital-its-an-existential-challenge/)

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