Lección de realismo búlgaro
Antonio Ruiz
Crítica de la película: Las lecciones de Blaga (Urotcite na Blaga) Dirección y guion: Stephan Komandarev. Producción: Bulgaria- Alemania, 2023.
Argumento: Blaga, profesora de 70 años. Se acaba de morir el marido y ha sido incinerado, como él quería. Pero Blaga desea poner las cenizas en una tumba del cementerio local para estar juntos cuando ella muera. El nicho en el lugar deseado tiene un precio alto por la especulación del momento, pero ha vendido todo lo no necesario y ahorrado los últimos años para conseguir su único deseo. Un día antes de formalizar la compra y reunir todo su capital en casa, sufre un fraude-robo y lo pierde todo. Pero no su deseo… La acción se sitúa en la ciudad búlgara de Shumen en la segunda mitad de los años noventa.
Esta película, que yo sepa, no se ha estrenado en salas comerciales. Se presentó en el certamen de Gijón hace un año y este mes la estrena la plataforma (Filmin). Este hecho puede no ser casual. La trama expuesta tiene su importancia en sí misma, pero además, está ubicada en una época y lugar concreto; el acelerado cambio sistémico de Bulgaria socialista al capitalismo occidental, y el conflicto bélico (OTAN-ONU) de los noventa en los Balcanes, como expone un personaje del largometraje. Temas que, obviamente, no son bien vistos en la actual estructura dominante europea. Tampoco es frecuente que nos llegue cine de estas características, y menos, bien realizado.
El arte cinematográfico es muy dúctil, se trata de narrar una historia en la que los seres humanos nos veamos, de una u otra manera, reflejados. En el presente caso, se trata de mostrar una ficción basada en la realidad vivida por otros. Pero lo que no es tan fácil es crear un «clima» suficientemente realista para penetrar en él como espectador sin ser consciente hasta su reflexión posterior. La que comentamos lo consigue.
La historia nos hace un planteamiento cotidiano en los primeros minutos, pero pronto ocurre un hecho escénico que afecta al más profundo sentir de la protagonista: externo e interno. Algo ha cambiado en ella, pero aún no lo sabe. Lo verá al final del recorrido cuando ya lo ha vivido. Todo hacer tiene una motivación; sentimiento, impotencia, rabia. Lo que va aconteciendo a partir del hecho negativo vivido nos puede sorprender, como le sorprende al final a la protagonista. Ella solo quiere cumplir su sencillo deseo y ya no comprende el mundo que le rodea.
Al director y guionista, se le ve la intención en estos giros del personaje central. En su recorrido, el guion nos va mostrando las escenas realistas y directas de la ciudad y los cambios sociales en el comportamiento de los personajes. Unos, que cada día se identifican menos con el entorno de nuevas formas sociales, y otros, los más «vivos», y posiblemente menos inteligentes, priorizan la especulación material a las personas. Su dominio del medio y el realismo de su exposición nos revela: su técnica en el hacer, sus propias vivencias de la época, y el sentido ético social que un ser humano puede desarrollar ante la adversidad de un mundo que le es extraño y no tiene donde agarrarse para no frustrar su deseo final. Todo ello realizado con un realismo escénico y ambiental que se asemeja a un documental. Con las escenas mínimas y explícitas necesarias para mostrar y seguir a la protagonista, que expresa más con su rostro y miradas que en lenguaje. Un tipo de cine que, desgraciadamente, apenas nos llega. No solo por el tema social humano que plantea, también, por la falta de calidad artística en guiones, montaje, escenas sin sentido u otras banalidades al servicio de los tiempos y consumo volátil. En los primeros minutos de la película, el guion, pone en boca de la protagonista una frase que nos indica por donde irá la narración,…a mi marido le quita la cruz. En su lugar le pone una estrella roja, creía más en Lenin que en Jesús…
Stephan Komandarev (Sofía, 1966), es director, guionista y productor de cine, que se inició en documentales y ha realizado una docena de largometrajes. Las lecciones de Blaga, es la última de una trilogía sobre realismo búlgaro que ha realizado. Yo, es la primera que veo de él y solo se han exhibido dos. En algunas frases de las entrevista que realizo en Gijón expone su opinión como cineasta y ciudadano, «si queremos cambiar la realidad con nuestras películas, tenemos que hacer un diagnóstico adecuado», «vivo en un país con enormes problemas y desigualdad social, así que no creo que en ese contexto pueda hacer comedias románticas.»
Eli Korcheva es la protagonista absoluta. Está ante la cámara la practica totalidad del tiempo y su actuación es uno de los valores de la película. Fue la estrella del cine búlgaro hasta los noventa, cuando el nuevo Estado eliminó la financiación pública para la cultura y ella se desentendió del cine. Treinta años después, Komandarev, consiguió convencerla. Ambos ganaron con este acuerdo, y los espectadores también.