Valencia
José Luis Pagan
Uno de los compañeros que participa en nuestro grupo de debate, miembro también de Bombers Indignats, acaba de volver de un viaje como voluntario para paliar los daños producto de la DANA en el sur de Valencia. Dado el interés de la experiencia y de sus reflexiones hemos creído útil publicarlo también en este medio.
Volvimos el domingo de Valencia después de contribuir con un granito de arena a poner en orden en ese desastre.
Fuimos Edu español y yo, dos bomberos indignados, veteranos, que no fuimos en calidad de bomberos sino como mensajeros en bici. La bici ha sido, dado el colapso general, un medio de transporte ideal para moverse en la zona cero y llevar productos de cualquier índole a aquellas personas con dificultades. Hay que contar que las calles y los bajos de todos los edificios estaban devastados. También llevamos y pusimos en marcha un generador y ayudamos a los vecinos en tareas de búsqueda de personas aisladas en sus domicilios en las localidades de Massanassa y La Torre.
Durante estos días hemos observado como la organización vecinal es la que ha funcionado para dar respuesta a la emergencia. Muchos de los vecinos en los municipios afectados son de origen humilde, abundan los guetos lo cual no ayuda en la organización, el tejido humano en los barrios ha cambiado durante los últimos años y la gente ya no se conoce, de ese modo difícilmente se sabe a ciencia cierta quién está aislado o es vulnerable.
A pesar de eso, la vecindad ha trabajado duro y se ha organizado utilizando los medios a su alcance, en las parroquias, en colectivos con organización previa como el de Parque Alcosa, que ya trabajaba contra la exclusión, pero también, como vimos en Massanassa, en una horchatería en unos bajos afectados pero que habían adecentado como almacén y oficina de coordinación. Desde estos lugares los vecinos cogieron el toro por los cuernos dándose cuenta de que nadie más estaba haciendo lo que ellos hacían. Mantenían contacto con la administración con la que frecuentemente estaban enfadados pues se daban cuenta de la inutilidad de la burocracia. Trabajando con ellos en el descarte de los vulnerables o aislados nos dimos cuenta cómo aprendían rápido a recoger información y así a distribuir los productos según las necesidades.
Es una lástima la escasa presencia de ganchos organizativos y políticos previos, partidos u organizaciones sindicales que aunaran esa masa de gente trabajadora. Esperemos que la experiencia sirva como ejemplo de que las cosas se pueden hacer desde abajo sin la injerencia de políticos. Hablando con algún activista en el centro de distribución de La rambleta en Valencia nos decían que los valencianos de las zonas afectadas eran en su mayoría votantes del PP así que los descartaban como colectivo del que se pudiese obtener un cambio. Nosotros pensamos que no es así pero sabemos que será difícil hacer visible lo que han conseguido esos votantes del PP actuando colectivamente.
En cuanto a los servicios de emergencia públicos, coincidimos con muchos compañeros bomberos de otros lugares de España, todos han acudido de forma voluntaria. Algunos de ellos, como en el caso de una unidad de búsqueda de Baleares, con unidad canina, drones, etc habían tenido que cambiar sus guardias con algún compañero para poder acudir. El resumen es que la palabra «voluntariado» es lo que sostiene las emergencias en España. La prevención y la pedagogía para la población es escasa por no decir inexistente.
Un ejemplo están dando los voluntarios de todas partes que trabajan en las calles y bajos de las casas, gente muy joven que han transmitido y contagiado optimismo a todos. A destacar la presencia de mujeres que abundan tanto o más que los hombres en esas tareas duras.
Bueno, hasta aquí este breve reporte de la experiencia. Gracias amigos de Espai Marx por el interés.
José Luis