Sobre manuales, diamat, y ‘leyes de la dialéctica’
Manuel Monleón
En una intervención de Roberto Fineschi recientemente reproducida en estas páginas (https://espai-marx.net/?p=16958) se asume un relato sobre lo que fue el diamat y su relación con Engels que, no por repetido un sinnúmero de veces, deja de poder ser corregido. Según él (las citas son de su texto, que aquí tomo como ejemplo) el diamat fue «una operación que Stalin llevó a cabo» en la «obra canónica “Materialismo dialéctico y materialismo histórico” (1938) … basado en las tres leyes universales indicadas por Engels en la Dialéctica de la Naturaleza: “la ley de la conservación (sic) de la cantidad en la cualidad y viceversa, la ley de la interpenetración de los opuestos, la ley de la negación de la negación”». Ahora bien, resulta que, si uno coge el texto de Stalin, se encuentra que allí no hay ni una sola mención a “leyes de la dialéctica”, y que la dialéctica aparece en él siempre como un “método” definido por un conjunto de rasgos en número de ¡cuatro!, en vez de las tres leyes engelsianas. Y aún más: entre esos cuatro, no aparece nada que pueda asimilarse a la “negación de la negación”. Tampoco encuentra uno ahí los 16 (¡!) “elementos de la dialéctica” con que Lenin acaba su lectura de la Ciencia de la Lógica de Hegel en los Cuadernos filosóficos, ni encuentra uno en Lenin las “tres leyes de la dialéctica”, pues Lenin no conoció la Dialéctica de la naturaleza de Engels… Los comentarios que siguen están motivados por este relato, canónico en el ‘marxismo occidental’. Evito entrar en valoraciones porque ello requeriría un libro, y pretendo ser sólo informativo, más que entrar en profundidades.
1. Conviene no olvidar que lo que se ha dado en llamar diamat fue una “filosofía de manual” y “de partido” que originó en la URSS, dirigida a un público potencial muy amplio, con unos objetivos bien determinados, y en unas circunstancias históricas concretas. Al lado de esa filosofía “de manual” existió siempre en la URSS una producción filosófica “académica” marxista por otros autores (desde Asmus a Naumenko, pasando por Kopnin, Zinov’ev, Il’enkov, Rubinstejn, Ojzerman, Kedrov, Rozental’, Narskij, Milyuhin, Lektorskij, Sviderskij, Orudzhev…) que ha tenido mucha menos trascendencia, lógicamente. Holz (de quien Fineschi dice que fue el marxista occidental que más estudió a Lenin) justifica así la aparición de esta “filosofía de manual”: «[E]n las condiciones de la construcción del Estado socialista, esta triple tarea requería el desarrollo de un sistema de arquitectura sencilla que pudiera servir de marco y apoyo a la educación popular. El hecho de que la misma exigencia surgiera también en la III Internacional de la internacionalización de la lucha de clases y estuviera relacionada en todas partes con el rápido crecimiento de los partidos comunistas fue asumido por las mentes teóricas del movimiento obrero y sus aliados como un reto que debía ser enfrentado» (Holz, Theorie…, 149). Más sobre “manuales”, abajo al final.
2. Si se mira la literatura divulgadora surgida en la órbita de los PPCC sobre tema “materialismo dialéctico” se puede observar cierta evolución. En un texto como el de Thalheimer (1928) se habla de filosofía griega, india, china, aparecen citados Bergson o Schiller, y aparecen ya las “tres leyes” (la Dialéctica de la naturaleza de Engels se publica en 1925), aunque no son llamadas “leyes” (Gesetze) sino Hauptsätze, que puede traducirse por “leyes”, pero que es literalmente “enunciados capitulares” (los alemanes tienen muchos matices entre Gesetze, Hauptsätze, Grundsätze, Lehrsätze… La oscilación en el uso de estos términos es indicativa del concepto de “ley” que tiene el que escribe, que no es el nuestro de hoy). Un texto de 1934 de Adoratskij (del que hubo traducción al inglés, Dialectical materialism) no contiene, sin embargo, las “tres leyes” (Adoratskij fue quien sustituyó a Ryazanov al frente del Instituto Marx-Lenin, y fue el encargado de la edición de las obras completas de Marx y Engels hasta su muerte al inicio de la guerra). De 1934 es también un Aspects of dialectical materialism que contiene un capítulo de J D Bernal, “Dialectical materialism”, en el que tampoco aparecen las “tres leyes”. Holz considera que hay una convergencia de puntos de vista en la necesidad sistematizadora, etapas de la cual (anteriores a Stalin) serían Max Raphael y Georges Politzer; en un determinado momento «se vuelve posible emprender una sistematización de la dialéctica que sea no sólo descriptiva sino también fundamentada, y tal sistematización se asienta en los cuatro rasgos básicos tal como fueron casi axiomatizados por Max Raphael (Zur Erkenntnistheorie der konkreten Dialektik, 1934), Georges Politzer (Principes élémentaires de philosophie, 1935/36) y Josef Stalin (1938)» (Holz, Weltentwurf, 601). Ninguno de estos libros se estructura en torno a las “tres leyes”. [Nota aparte: ¡Max Raphael, figura singular y olvidada del pensamiento marxista! ¿Hay algo traducido al español de él?]
3. La opinión de Holz, sin embargo, es matizable. Según la soviética Historia de la dialéctica marxista en 4 volúmenes (cito según la edición alemana: Geschichte d marxist Dial, Die Leninsche Etappe, 304), lo que se considera el primer manual de materialismo dialéctico en la URSS aparece en 1934, obra de un colectivo dirigido por Mark Mitin (Dialekticheskij i istoricheskij materializm). [Como muestra del tono de este escrito: «De igual modo que la dialéctica materialista es el fundamento metodológico de la línea general del Partido, la metafísica y la lógica formal, en las condiciones soviéticas, son el fundamento metodológico del oportunismo derechista e “izquierdista” y del trotskismo contrarrevolucionario» (Mitin, 224).] Este primer manual ya está estructurado en torno a las “tres leyes”. También lo está uno de 1937, traducido al inglés por John Lewis y editado en el glorioso Left Book Club de Victor Gollancz (Shirokov, A textbook of marxist philosophy). Y esa estructuración es la que hemos conocido en España procedente de tantas traducciones de manuales de los años 60 y 70 en editoriales latinoamericanas (Platina, Grijalbo…). Mitin fue la cabeza de la revuelta de los jeunes enragés que se hicieron con el poder filosófico en 1930 desbancando a la vieja guardia que había dominado los medios de expresión [revistas: no había entonces aún influencia comunista en instituciones como la Academia de Ciencias o cátedras universitarias] durante los 1920s: Deborin, Ryazanov, Luppol, Hessen, Sten… John Somerville escribe su Soviet philosophy después de una estancia en la URSS de 1935 a 1937 en la que se entrevista con todos los protagonistas de la escena filosófica del momento (Deborin, Mitin, Yudin…), a quienes da voz en su libro aquí y allá. La influencia del grupo (de geometría variable) en torno a Mitin llega hasta los 80s. Pero hay un paréntesis en esta trayectoria, que se produce tras la aparición y canonización de texto Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, atribuido a Stalin. Como se sabe, este texto es un capítulo de la Historia del PC(b) de la URSS (1938), encargada a un colectivo de autores y aprobada oficialmente por el CC del PC(b) de la URSS. A pesar del carácter en principio anónimo, o cuanto menos colectivo, de la obra, lo cierto es que Stalin dejó que ese capítulo se incluyera en su compilación de escritos Cuestiones del Leninismo, que iba apareciendo en sucesivas ediciones actualizadas y ampliadas, de modo que oficialmente la obra se atribuye a Stalin ya en vida. Sin embargo, ha podido haber dudas sobre ello. Alfred Kosing, uno de los “cuadros filosóficos” de la extinta RDA, y él mismo autor y coautor de varios manuales introductorios a la filosofía marxista, cuenta que Mark Mitin le dijo personalmente que el capítulo había sido escrito por un colectivo de autores bajo su dirección (de Mitin), y que Stalin sólo lo había ‘revisado’ [redigiert] (Kosing, 85). Si fue así, la intervención redaccional de Stalin hubo de ser realmente sustantiva, ya que el texto no se parece a lo que antes había escrito Mitin, ni a lo que siguió escribiendo luego del paréntesis de influencia staliniana: no están en el capítulo ni las “tres leyes” ni el propio concepto de “leyes de la dialéctica”, no está la “negación de la negación”… Después del periodo de lo que se llama la “revolución cultural” y el velikij perelom (“gran transformación”, o “gran vuelco”) de 1929-1931 hay ya presencia comunista en las instituciones. A partir de ese momento, los actores en el campo de la filosofía (y en otros campos) han de jugar a tres bandas: el Departamento de Ideología y Propaganda del CC, los Institutos de Filosofía de la Academia, y las cátedras universitarias. Las relaciones entre ellos no carecen de fricción. Tras los procesos de 1936-38 el Departamento de Ideología del CC está dirigido por G F Aleksandrov y una serie de jóvenes que él ha promocionado de entre sus alumnos: Fedoseev, Ilichyov, Kruzhkov… En sus memorias (The Kremlin’s scholar, 75-88) Shepilov narra el intento de A A Zhdanov de poner orden en ese departamento y de ‘limpiarlo’ del grupo de Aleksandrov (Shepilov fue hombre de la confianza de Stalin en los últimos años de la vida de éste; Stalin consideraba muy malo el nivel de los manuales de Economía Política que producía el Departamento de Propaganda del CC, y encargó personalmente a Shepilov la confección de un nuevo libro de texto). De hecho, un libro de historia de la filosofía escrito por Aleksandrov es uno de los objetivos atacados en el famoso discurso de Zhdanov de 1947 (el que desencadena la zhdanovshhina). El manual de diamat del Instituto de Filosofía de la AC de 1948 (Leonov, Ocherk dialekticheskogo materializma) ya no sigue el esquema de Mitin, sino el de 1938 de Stalin (Leonov dice en el prólogo que ha tenido en cuenta los resultados de la discusión del año anterior sobre el libro de Aleksandrov). Cuando (muerto ya Leonov) el libro se reedita en 1953, con el mismo índice, con nuevo título Dialekticheskij materializm, la obra aparece bajo autoría de un colectivo bajo la dirección de… ¡Aleksandrov! Zhdanov había muerto en 1948, y el grupo de Aleksandrov, Mitin, Yudin, Fedoseev (que llegó a director del Instituto Marx-Lenin y a vicepresidente de la Academia de Ciencias) prevaleció y se fue adaptando a los tiempos de Stalin, Jrushchov, Brezhnev … Gorbachov. Con la “desestalinización” de los 60s los manuales de diamat abandonaron el molde del texto de 1938 y volvieron al esquema de Mitin, basado en las “tres leyes”, con “negación de la negación”; así los famosos de Konstantinov (de 1958 y reediciones posteriores modificadas). Sólo en los 1980s encuentra uno textos con índices “creativos”, completamente fuera de la tradición (el último que yo conozco en ese sentido es una Materialisticheskaya dialektika en 5 volúmenes de 1981, por un colectivo coordinado por el mismo Konstantinov).
4. Y, a todo esto, ¿cuál es el origen de “las tres leyes de la dialéctica”? El concepto de “ley dialéctica”, o de “leyes de la dialéctica” no aparece en Hegel. El primer autor en introducir la idea de una “ley de la dialéctica” es… Marx. No es Engels. En una carta a Engels de 22 de junio de 1867 (MEW 31, 306) le dice a su amigo (refiriéndose al Capital): «Verás al final de mi capítulo III, donde se trata de la conversión—en virtud de cambios meramente cuantitativos—del maestro artesano en capitalista, que cito en el texto el descubrimiento de Hegel de la ley de la transformación de cambios meramente cuantitativos en cambios cualitativos, como ley igualmente válida en la historia y en la ciencia natural». El pasaje de El capital (1867) al que se refiere Marx es: «El sistema gremial de la Edad Media impidió por la fuerza la transformación del maestro artesano en capitalista limitando a un máximo muy bajo el número de trabajadores que un maestro artesano podía emplear. El propietario de dinero o de mercancías sólo se transforma realmente en capitalista cuando la suma mínima adelantada para la producción supera con creces el máximo medieval. Aquí, como en la ciencia natural, se demuestra la exactitud de la ley descubierta por Hegel en su Lógica, según la cual los cambios meramente cuantitativos en un determinado punto se convierten en diferencias cualitativas» (MEW 23, 326-7). Y en una carta a Dietzgen de 8 de mayo de 1868 está el famoso pasaje «Cuando me haya quitado de encima el peso de esta economía escribiré una “dialéctica”. Las leyes correctas de la dialéctica ya están contenidas en Hegel, aunque en una forma mística. Hay que despojarlas de esa forma» (MEW 32, 547). Estas son las primeras apariciones de la locución “leyes de la dialéctica”: 1867, 1868. En ningún escrito de Engels hay rastro de tal concepto o término hasta 1876, ni lo vuelve a haber después de 1880 (Engels fallece en 1895). La historia es conocida: tras la aparición de El capital uno de los primeros críticos de la obra fue un tal Eugen Dühring. En su reseña, reprocha a Marx, precisamente, haberse apoyado en pretendidas “leyes dialécticas” para explicar fenómenos económicos (el pasaje arriba citado). Con el paso del tiempo el profesor Dühring y sus ideas adquirieron ascendiente sobre Bebel y otros dirigentes del partido socialdemócrata, y ello le pareció peligroso a Wilhelm Liebknecht, quien escribió a Marx urgiéndole a intervenir desenmascarando la inconsistencia doctrinal de Dühring. Marx, muy ocupado como siempre, se hizo el remolón, pero ante la insistencia de Liebknecht, le escribió a su amigo Fred para que, one more time, le sacara las castañas del fuego y le pidió que fuese él (Engels) quien escribiese algo contra el Sr Dühring. Engels le dijo al principio que también él tenía otras preocupaciones (estaba enfrascado en la Dialéctica de la naturaleza), y que lo último que le apetecía era desviarse de ellas para polemizar con el tal Dühring. Pero la insistencia de Marx y de Liebknecht acabaron haciéndole ceder. “Señor, aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”… (todo esto está en la correspondencia; yo lo he contado abreviadamente). Y así nació el Anti-Dühring, por encargo de Marx. Engels tuvo que leerse los escritos de Dühring, y encontrar argumentos para defender a su amigo. Y entre las trincheras a defender estaba ahí la mención a “leyes dialécticas”. El término y el concepto aparecen así en el Anti-Dühring, que Engels escribe entre 1876 y 1878. Y no sólo como referencia a la conversión (Umschlag) de cambios cuantitativos en cualitativos, sino también a la “negación de la negación”, pues Marx también había hecho uso de esa locución para referirse a un proceso real (en el cap 24 del Capital: MEW 23, 791): ello mereció el reproche de Dühring, y motivó la consiguiente defensa de Engels (AD, XIII). No aparece en el Anti-Dühring, sin embargo, mención alguna a “tres leyes de la dialéctica”, ni su listado. Las “tres leyes de la dialéctica” se encuentran en dos de las notas escritas por Engels en esos años y que fueron publicadas dentro de la recopilación conocida como Dialéctica de la naturaleza, recopilación, como se sabe, que él no llegó a preparar para su publicación en vida, y que apareció póstumamente en 1925 (la DN contiene anotaciones escritas entre 1873 y 1883, el año de la muerte de Marx: a partir de ese año, las obligaciones autoimpuestas para con la edición de la obra y la memoria de su amigo le impidieron continuar el trabajo en ella). La nueva MEGA2 ha publicado los fragmentos de la DN de dos maneras, la “sistemática” en que era conocida (en las MEW, vol 20), y de manera también cronológica, lo que permite ver la evolución del pensamiento y datar simultaneidades. Gerd Pawelzig, uno de los dos redactores (la otra, Annliese Griese) que prepararon la edición del AD y la DN en el vol I/26 de la MEGA2, precisa: «Engels habla de leyes de la dialéctica explícitamente sólo a partir de 1876/77, mientras defiende la dialéctica del Capital de Marx contra Dühring» (Pawelzig, 24). El reciente estudio de Kaan Kangal (Friedrich Engels and the Dialectics of Nature), que sigue la evolución de Engels desde el periodo del AD hasta el del final de la DN, muestra la parquedad en el uso del concepto “leyes de la dialéctica” (reducido al periodo del AD) y su desaparición en todas las notas y escritos de Engels posteriores a 1880. Lo mismo había señalado ya Sven-Eric Liedman: «El concepto de ley dialéctica no tiene soporte en la Lógica de Hegel, su único e inmediato precedente se encuentra en El capital de Marx. Engels elaborará a continuación este concepto, pero no hará uso de él más que por un periodo relativamente breve, antes de dejarlo de lado» (Liedman, 271) [de Liedman se tradujo recientemente al español una gruesa biografía de Marx, y Brill tradujo al inglés en 2023 su fundamental estudio sobre Engels, The game of contradictions, que existía hasta entonces sólo en sueco y en versión abreviada alemana de 1986]. Tanto Liedman como Kangal coinciden en que donde hay que buscar la dialéctica de Engels es en su concepción de las categorías ‘movimiento’ (Bewegung), ‘forma de movimiento’ (Bewegungsform), ‘interacción’ (Wechselwirkung), Zusammenhang (interrelación, plexo relacional, contexto), Verhältnis (relación).
5. Resumen. El término “ley dialéctica” es introducido por Marx en El capital (1867), Engels lo adopta por primera vez en el AD (1878), y en dos notas de las que tras su muerte serán recogidas en la DN enuncia las “tres leyes de la dialéctica” (la nota “esbozo de plan”, y la nota “Dialéctica”, de 1878 y 1879). Ahí las llama Hauptgesetze (leyes principales o, literalmente, “capitulares”) y Gesetze (leyes), resp. No vuelve a hacer uso de ese concepto desde 1880 hasta su muerte. ¿De dónde saca Engels las tres leyes? Y ¿qué entiende él por “ley” en este contexto? En la citada nota “Dialéctica” Engels dice que las tres leyes han sido desarrolladas por Hegel como puras leyes del pensamiento en su Lógica: la primera en la ‘Doctrina del Ser’, la segunda en la ‘Doctrina de la Esencia’, y la tercera, dice, «figura como ley base [Grundgesetz] de la construcción del sistema en su totalidad». Es decir, Engels no toma formulaciones de Hegel directamente, sino que resume en esos tres enunciados lo que extrae, de su lectura de la Lógica toda, como principios rectores. Algo no muy diferente de lo que hoy hace Enrico Berti con la dialéctica de Aristóteles (e g, Berti, 97: también tres), u otros han hecho. «Quien conozca al menos un poco de Hegel sabe que Hegel aduce en centenares de pasos los más impactantes ejemplos, sacados de naturaleza e historia, de esas leyes dialécticas», dice Engels en la citada nota. Y “ley” no es para él algo que pueda ser “impuesto” [aufoktroyiert] a historia o naturaleza, algo que «se aplica a todo conocimiento», como dice Fineschi; «eso es un error», dice explícitamente Engels en esa nota. “Ley” está siendo entendida como un patrón que se encuentra en (no que se impone a) las cosas, que se reconoce en ellas. Sólo después de una investigación empírica o histórica, de reconocimiento, puede decirse que el fenómeno se asimila a la “ley”: eso es lo que repite también en el AD, cada una de las dos veces que defiende a Marx de las imputaciones de Dühring. Revelador de la diferente semántica que “ley” tiene para Engels y para nosotros hoy es que en muchos pasajes la “ley” es demostrada (Beweis) por hechos (así, e g, AD, XII). Para nosotros hoy una ley no es demostrada, sino que es asumida como base, principio, de demostraciones; la terminología de Engels nos parece hoy inapropiada desde la epistemología desarrollada en el siglo XX. También la escolástica aristotélica tardomedieval llamaba demonstratio quia al primer paso del regressus demonstrativus, algo que hoy no consideramos ‘demostración’ en sentido técnico (sólo la demonstratio propter quid nos parece hoy ‘demostración’). En otra nota de la DN dice Engels, acerca de la “universalidad” de las “leyes”, que si se busca algo que sea aplicable siempre y a todas las cosas no encuentra uno más que «una exposición histórica de los cambios sucesivos que tienen lugar en un sistema-mundo [Weltsystem] desde su origen hasta su desaparición, es decir, una historia en la que diferentes leyes, es decir, diferentes manifestaciones del mismo movimiento universal, prevalecen en cada etapa, de modo que, de validez universal, no queda nada—más que el movimiento» (MEW 20, 506).
6. Curiosa. «Engels habló de tres categorías, pero, en lo que a mí hace, yo no creo en dos de ellas. La unidad de los opuestos es la ley más básica. La transformación mutua de la cualidad y la cantidad es la unidad de los opuestos cualidad y cantidad, y la negación de la negación no existe en absoluto. (…) Solía decirse que hay tres grandes leyes de la dialéctica, luego Stalin dijo que hay cuatro. En mi opinión sólo hay una gran ley de la dialéctica, y es la ley de la contradicción» (Mao, 226; 240). Balibar está de acuerdo (Balibar, 28, 60). Lucien Sève también considera que hay sólo una “categoría base” de la dialéctica, la contradicción, y que la ‘ley’ del salto de la cantidad en cualidad es un hecho empírico (científico) que la ejemplifica; y la “negación de la negación” es «no otra cosa que un elemento dialéctico de racionalidad profana en procesos naturales de todo tipo» (Sève, 618). Tampoco al Lukács maduro le gusta la “negación”, ve en ella el instrumento de la operación hegeliana de sacar la realidad por desenvolvimiento del ‘ser’ indeterminado (Lukács, 113-7). Candel (“El bucle dialéctico”, 13) parece concordar con Engels al dar por genuina la estirpe hegeliana de las “tres leyes”, y considera a la ley de la “negación de la negación” «la más propiamente dialéctica»; también para de Waele es ella «el núcleo de la dialéctica» (“Note sur l’origine de la négation de la négation”). «Estoy bastante de acuerdo con el Dr. Lerner en que la negación de una negación puede significar varias cosas bastante diferentes. ¿Y por qué no? Si una fórmula ha de ser aplicable a hechos naturales en las esferas de la física, la química, la biología, la psicología y la economía, y también a nuestro pensamiento sobre ellos, entonces debe ser elástica. Precisamente porque cubren un campo tan amplio, los principios dialécticos básicos son tan extremadamente útiles, por un lado, y, por otro, tan difíciles de aplicar en detalle sin un conocimiento considerable de los detalles» (Haldane, 241).
7. Sobre manuales. Por nuestros lares, algún académico se atrevió con manuales (Bermudo, 1976). Sobre los manuales y su necesidad dice Machado: «Juan de Mairena lamentaba la falta de un buen manual de literatura española. Según él, no lo había en su tiempo. Alguien le dijo: “¿Y también usted necesita un librito?” “Yo—contestó Mairena—deploro que no se haya escrito ese manual, porque nadie haya sido capaz de escribirlo. La verdad es que nos faltan ideas generales sobre nuestra literatura. Si las tuviéramos, tendríamos también buenos manuales de literatura y podríamos, además, prescindir de ellos. No sé si habrá usted comprendido… Probablemente, no”» (Machado, 384). Epicuro en su carta a Herodoto defiende la necesidad de ‘compendios’ o ‘resúmenes’ de una doctrina «también [para] que aquellos que se encuentran ya suficientemente avanzados en el estudio de toda mi doctrina recuerden el esquema de su contenido reducido a sus principios esenciales. Pues a menudo necesitamos una comprensión del conjunto, pero no tenemos igual necesidad de la de sus particulares (…) Porque el fundamento de un conocimiento preciso, para quien ha alcanzado la madurez reside en saber utilizar con rapidez las aprehensiones, reducidas a fórmulas sencillas y a máximas elementales. Puesto que no es posible que posea una suficiente comprensión de la teoría quien no sea capaz de resumir en su mente, mediante sencillas máximas, aquello que ha conocido en sus aspectos particulares» (Epicuro, 8). Es pertinente la reflexión de Gramsci: «La debilidad de las filosofías inmanentistas en general consiste precisamente en no haber sabido crear una unidad ideológica entre lo alto y lo bajo, entre los intelectuales y la masa (…) La pregunta es: un movimiento filosófico ¿es tal sólo en la medida en que se empeña en desarrollar una cultura especializada para un grupo restringido de intelectuales, o, por el contrario, lo es en la medida en que, en el trabajo de elaboración de un pensamiento superior, articulado científicamente, no olvida nunca permanecer en contacto con los “simples”, e incluso encuentra en éstos la fuente de los problemas a estudiar y resolver?» (Gramsci, 2, 1070-1).
Referencias
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