Los escritos políticos de Cornelius Castoriadis
Jordi Torrent Bestit
Publicado en Trasversales nº 3, verano 2006. Reseña del libro Cornelius Castoriadis: escritos políticos. Antología. (Edición de Xavier Pedrol.Madrid, Los Libros de la Catarata, 2006)
En pocos pensadores contemporáneos es posible advertir un anudamiento tan estrecho y consistente entre interrogación filosófica e interrogación política como el que se da en la obra de C. Castoriadis (1922-1997). Y ello hasta el extremo de poder conjeturarse que si el discurso castoriadiano propiamente filosófico alcanza tan hondo y singular calado -y se sitúa además en tan inclasificable posición con respecto a los parámetros filosóficos convencionales (incluidos los técnicos)- es a consecuencia de encontrarse todo él animado de una explícita voluntad política. Acaso sea ésa también la razón por la cual cabe aplicarle a Castoriadis, con mayor justeza que a otros, el apotegma de Moritz Schlick: un pensador que tan sólo es filósofo no puede ser un gran filósofo. A nuestro entender, es justamente la dimensión política, inherente a su singular visión ontológica, la que hace de Castoriadis un filósofo de magnitud tan considerable.
La selección de textos realizada por Xavier Pedrol para este breve y substancioso volumen –sin precedentes en lengua hispana-, ofrece la oportunidad de acceder a algunos de los escritos de impronta más ceñidamente política del filosófo de la imaginación radical correspondientes a una prolongada etapa de fértil creación teórica (1960-1990). Apresurémonos a señalar que se trata de una oportunidad harto agradecible si se considera la enorme cantidad de bisutería quiliástica de que viene sobrecargado en el presente gran parte del pensamiento político alternativo.
En el minucioso trabajo introductorio de los textos, el lector hallará una descripción de la andadura personal, política y –objeto de referencia derivada- filosófica de Castoriadis, así como un análisis de su aportación específicamente política desplegado en cuatro apartados temáticos de relativa extensión: el antropológico-filosófico; el de la autonomía; el del poder; y, en fin –pero no en último lugar, desde luego el de la democracia. Es notable la capacidad de concisión con la que logra X. Pedrol no sólo resumir las claves constitutivas de esas cuatro vastas constelaciones característicamente castoriadianas, sino hacer visible también una de sus fuentes nutricias: acción y reflexión políticas son para el filosófo greco-francés manifestaciones del complejo social-histórico, conceptuado éste como forma ontológica cuyo cuestionamiento de sí misma a través de la actividad auto-reflexiva puede generar su alteración explícita (1).
La trayectoria militante e intelectual de Castoriadis queda plasmada en una obra (prosiguen editándose materiales inéditos) asistemática, multidisciplinar y pluriforme, conducida por la aspiración prometeica –el propio filósofo insistió en ello- de reexaminar críticamente la totalidad de lo que él mismo denomina “pensamiento heredado”. Tan singular empeño, materializado en una ingente cantidad de escritos, coloca al antólogo ante serios dilemas de selección, tan sólo resolubles mediante prudente autocontrol, en sí mismo impracticable si no se posee un exhaustivo conocimiento de aquéllos. La mesura con la que X. Pedrol, profesor de Filosofía del Derecho en la UB, ha dispuesto este amplio recorrido textual procede sin duda del interés con el que desde hace años profundiza en la obra de Castoriadis, y del cual dan buena cuenta no sólo los artículos publicados en la revista Mientras tanto -de cuyo consejo editorial es miembro-, sino también, menos circunstancialmente, una tesis doctoral sobre el filósofo, así como una monografía crítica sobre éste, de próxima aparición.
La antología responde a un proyecto bien concebido y cuidadosamente realizado. La abren, según apuntamos ya, unas sucintas páginas destinadas a definir el ámbito de reflexión donde deben situarse los textos -de los cuales, por cierto, se indica en todos los casos fuente y fecha originaria de publicación, sana práctica en creciente desuso-, e incluye además precisas notas complementarias, así como una bibliografía final establecida con buen criterio. La exigente escrupolosidad de X. Pedrol incluso le ha llevado a retraducir la insatisfactoria versión española ya existente en algún caso. El conjunto del trabajo desborda los límites de guia pedagógica que a no dudar habrá de tener igualmente el libro para cuantos lectores se aproximen por vez primera a la obra de Castoriadis, descubriendo en él a una de las figuras mayores del pensamiento de la emancipación.
Entre los propósitos de la antología está también -de modo nada accesorio- el de subrayar la coherencia alcanzada por el esfuerzo reflexivo castoriadiano, durante décadas centrado en tratar de liberar el proyecto de autonomía de cualquier atadura teórico-especulativa derivada de las distintas variantes de la ontología de la determinación, labor imprescindible para despejar de “ideas que reinan de un modo soberano en las penumbras de lo implícito, pero soportan difícilmente la luz del día” (2) el horizonte político hacia el cual conviene dirigir mirada y acción con urgente apremio. En este sentido, los textos de madurez del filósofo recogidos en el libro van perfilando un recorrido intelectual siempre a contracorriente y con frecuencia asistido de razón anticipada.
Desde la segunda mitad de los años cincuenta del pasado siglo Castoriadis venía dedicando su trabajo teórico a la crítica del marxismo, del que señala su torpeza -de orden interno- para advertir y confrontar las nuevas realidades sociales y económicas impuestas por la modernidad capitalista. Y, sobre todo, subraya que el propio corpus de ideas marxiano se halla impregnado en irreductible medida por el mismo imaginario de dominación que mueve al capitalismo, lo cual hace incompatible su orientación con la del proyecto revolucionario de autonomía. Si falta le hiciera, el lector impaciente por calibrar de una ojeada la manera cómo Castoriadis replantea los enormes problemas sociales, políticos y económicos generados por el capitalismo contemporáneo, no tiene más que dirigirse directamente a las dos últimas páginas de la antología. De manera apretada, constatará en ellas el lúcido esfuerzo que alienta en el contenido del libro.
La crítica radical del marxismo y de sus resultados históricos efectivos desemboca en la crítica radical de la democracia representativa (el fragmento seleccionado por X. Pedrol correspondiente a una conferencia titulada “¿Qué democracia?” (1990) es al respecto modélico). El sistema social y económico de dominación capitalista, recubierto por el espejismo pseudo-democrático, se dispone a consolidar un nuevo tipo de espécimen antropológico enteramente moldeado por el imaginario de la ilimitación y desentendido por completo de cualquier actividad relacionada con la participación activa en la configuración de un espacio público no sometido a heteronomía alguna. Castoriadis formula la crítica de tan estremecedora realidad desde la perspectiva de la revalorización política de un proyecto de emancipación asentado fundamentalmente en los procedimientos de democracia directa. Como es bien sabido, fueron los antiguos griegos quienes hicieron germinar por primera vez tales procedimientos, de importancia decisiva, según el filósofo, para el proyecto de autonomía. Sobre este último extremo, X. Pedrol ha incorporado a la antología un amplio fragmento de “La polis griega y la creación de la democracia”, una de las intervenciones más bien construidas -ya clásica en teoría política- de Castoriadis, y donde aparece con suma nitidez el vínculo de unión entre la célebre “ruptura griega” y la reflexión orientada hacia el horizonte político al cual nos hemos referido con anterioridad.
Hay también en Castoriadis una coherencia –una fidelidad- de origen probablemente más antiguo, que alguno de los textos seleccionados permite asimismo reconocer. En el aludido fragmento sobre la polis griega, por ejemplo, se cita la “Oración fúnebre” de Pericles a modo de genuina muestra de sabiduría democrática alejada de las falsas oposiciones establecidas por “la filosofía política moderna” (individuo versus sociedad, sociedad versus Estado, etc.). El poeta R.M. Rilke –por cuya obra expresó alta estima Castoriadis- señala que las cosas sólo poseen algún sentido cuando se ha nacido con ellas. Sin necesidad de evocar categorías de índole alegórica, tal vez quepa engarzar la pasión por la libertad desde la que Castoriadis desarrolló su trabajo de reflexión filosófico-política con el hecho de que la “Oración” estuviera prohibida por la censura durante el régimen dictatorial de Metaxas. Quién sabe si tal vez no fue ahí, en la tierra de sus ancestros, donde, entre las “cosas” que tempranamente comenzaron a cobrar sentido para un joven militante trotskista llamado Castoriadis, no se abrió paso también la convicción de que, al hilo de las propias palabras del filósofo, aquello que da sentido verdadero a la política, su objetivo mayor, no es la felicidad, es la libertad.
NOTAS
(1). Un único punto en el trabajo preliminar de X. Pedrol suscita nuestra reserva. Castoriadis juzgaba el pretendido “derrumbamiento de la filosofía del sujeto” como una de las expresiones políticamente más reaccionarias alumbradas por la galaxia foucaldo-althusseriana; de hecho, consideraba toda la retórica en torno a la “muerte del sujeto” como pieza esencial de lo que él mismo denomina irónicamente “ideología francesa”. Es probable que la intención de X. Pedrol al señalar que Castoriadis “trata de escapar de la filosofía del sujeto” apunte hacia otro fin, pero ello no impide estimar desafortunada tan equívoca y confusa afirmación.
(2). C. Castoriadis: La experiencia del movimiento obrero. Vol. 1: Cómo luchar, Tusquets, Barcelona, 1979. p.10