Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Donde el autor habla en extenso del compañero de Jenny von Westphalen y padre de Tussy Marx, de su amigo Friedrich Engels y de otras temáticas de la tradición marx-engelsiana (y II)

Manuel Sacristán Luzón

Edición de Salvador López Arnal y José Sarrión

Estimados lectores, queridos amigos y amigas:

Seguimos con la serie de materiales de Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) que estamos publicando en Espai Marx todos los viernes a lo largo de 2025, el año del primer centenario de su nacimiento (también de los 40 años de su prematuro fallecimiento). Seguimos esta semana con textos, anotaciones y esquemas suyos sobre Karl Marx (La primera parte en: https://espai-marx.net/?p=18478).

Los materiales ya publicados, los futuros y las cuatro entradas de presentación pueden encontrarse pulsando la etiqueta «Centenario Sacristán» –https://espai-marx.net/?tag=centenario-sacristan– que se encuentra además debajo de cada título de nuestras entradas.

Algunas informaciones

Publicaciones

El Viejo Topo, septiembre de 2025 (Dossier Manuel Sacristán).

Nuestra Bandera, n.º 268, 3er trimestre de 2025. Especial Sacristán en el centenario de su nacimiento (Presentación en la fiesta del PCE: 27 de septiembre, 12:30, espacio Patricia Laita: Marga Sanz, José Sarrión, Eddy Sánchez, Montserrat Galcerán y Francisco Sierra).

Manuel Sacristán Luzón, Seis conferencias, Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (reimpresión; prólogo de Francisco Fernández Buey; epílogo de Manolo Monereo).

Manuel Sacristán Luzón, La filosofía de la práctica. Textos marxistas seleccionados (Irrecuperable, 2025). Edición y prólogo de Miguel Manzanera Salavert, epílogo de Francisco Fernández Buey).

Manuel Sacristán Luzón, Socialismo y filosofía, Madrid: Los libros de la Catarata, 2025 (edición de Gonzalo Gallardo Blanco).

Manuel Sacristán Luzón, M.A.R.X. (Máximas, aforismos, reflexiones, con algunas variables libres), Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (prólogo de Jorge Riechmann; epílogo de Enric Tello; edición y presentación de SLA).

Manuel Sacristán, Filosofía y Metodología de las ciencias sociales III, Montesinos: Barcelona, 2025 (edición de José Sarrión y SLA).

Manuel Sacristán Luzón, Pacifismo ecologismo y política alternativa, Barcelona: El Viejo Topo, 2025. Edición de Juan-Ramón Capella.

Ariel Petruccelli: Ecomunismo. Defender la vida: destruir el sistema, Buenos Aires: Ediciones IPS, 2025 (por ahora no se distribuye en España). «…Recogeré unas cuantas botellas lanzadas al mar por dos de los pensadores más formidables que yo haya podido leer, y que significativamente se cuentan entre los menos frecuentados: Manuel Sacristán y Bernard Charbonneau.»

Intervenciones radiofónicas

Jordi Mir Garcia, Cadena Ser, 5/09/2025. https://cadenaser.com/audio/ (a partir del minuto 39)

Artículos recientes

Adrián Soler Reyes, «100 anys del naixement del filòsof Manuel Sacristán, introductor del marxisme a Espanyahttps://www.rtve.es/television/20250905/cent-anys-naixement-filosof-marxista-manuel-sacristan/16706251.shtml. Incluye el vídeo de una entrevista de 1983.

Juan Dal Maso, «Manuel Sacristán y el marxismo del siglo XXI». https://www.laizquierdadiario.com/Manuel-Sacristan-y-el-marxismo-del-siglo-XXI.

Jordi Cuevas Gemar, «Sacristán: del ostracismo a los altares, o cómo beatificar al disidente sin tomarlo de verdad en serio» https://www.cronica-politica.es/sacristan-del-ostracismo-a-los-altares-o-como-beatificar-al-disidente-sin-tomarlo-de-verdad-en-serio/.

José Luis Moreno Pestaña: «Antonio Gramsci, Manuel Sacristán y la lucha contra la explotación cultural» https://journals.uniurb.it/index.php/igj/article/view/4812/4460

Jordi Sancho Galán, «Manuel Sacristán y el movimiento universitario» https://mientrastanto.org/247/ensayo/manuel-sacristan-y-el-movimiento-universitario/.

Víctor Ríos: «Manuel Sacristán, un pensamiento vivo y actual» https://www.eldiario.es/catalunya/opinions/manuel-sacristan-pensamiento-vivo-actual_129_12304153.html.

SLA, «El impacto político-cultural del Sacristán oral». https://kalewche.com/el-impacto-politico-cultural-del-sacristan-oral/.

Próximas actividades

Se están organizando actos en Badajoz y Sevilla. No tenenos más información por el momento.

1. 4 de octubre, nueva edición de la Fiesta Realitat, coorganizada por la Fundación Neus Català, Comunistes de Catalunya, la revista Realitat y la Joventut Comunista de Catalunya. Plaça de les Treballadores (Trabajadoras) de la Harry Walker (Barcelona). Dos mesas redondas, coordinadas por Víctor Ríos, enfocadas a la vida y legado de Manuel Sacristán).

2. I Congreso Internacional sobre marxismos iberoamericanos. 3-5 de noviembre de 2025. Universidad de Granada. https://blogs.ugr.es/filosofiasocial/i-congreso-sobre-marxismos-iberoamericanos-del-3-al-5-de-noviembre-call-for-papers/ Organizadores: Ana Gallego Cuiñas, José Luis Moreno Pestaña y José Antonio Pérez Tapias.

3. Simposio sobre Manuel Sacristán en Barcelona. Organizadores: Càtedra Ferrater Mora (Universitat de Girona) en coorganización con el Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya y en colaboración con la Fundación Neus Català. Fechas: miércoles 26 (tarde), jueves 27 (mañana y tarde) y viernes 28 de noviembre (mañana y tarde) en el Ateneu Barcelonès (Barcelona).

4. La Virreina, Barcelona. Está previsto que se organice entre el 9 y el 11 de diciembre un simposio con la participación de Constantino Bértolo, Eva Vilaseca, Enric Tello, Nora Miralles, José Luis Gordillo, Montse Santolino, Víctor Ríos, Jordi Mir y Manuel Delgado.

Buena semana, muchas gracias.

INDICE
1. Los últimos años de Marx en su correspondencia
2. Sobre el Marx tardío
3. Escritos sobre Rusia: anotaciones de lectura
4. Examen crítico del marxismo desde el pensamiento español (pasado y perspectivas)
5. Guiones de conferencias
6. Sobre la edición castellana de la obra de Walter Benjamin
7. Respuesta a una carta de Joan Martínez Alier
8. Carta a Ángel Martínez Tablas
9. Marginalia marxista
10. Una carta de José María Valverde
11. ¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?

1. Los últimos años de Marx en su correspondencia

Guion de una conferencia que Sacristán dictó en Madrid el año del primer centenario del fallecimiento de Marx, probablemente en la facultad de filosofía de la Universidad Complutense. Creemos que existe una grabación de su intervención que no hemos sabido localizar. Carlos Taibo, uno de los asistentes, ha hablado en uno de sus libros de esta conferencia y de los apuntes que tomó.

Se incorporan las fichas anotadas que Sacristán usó en su intervención, a las que hace referencia en su esquema.

1. Voy a entender por últimos años de Marx los últimos 10: 1873-83.

1.1. Principalmente porque en 1873 termina lo sustantivo de las luchas de la AIT.

1.1.1. Aunque ésta existió formalmente hasta julio 1876.

2. Y voy a utilizar sus cartas.

2.1. A pesar de la advertencia de Marx.

«(…) dass die brutale Sprache von Briefen nicht “für den Druck” berechnet ist (…) [que el descuidado lenguaje de las cartas no está pensado “para ser impreso”.» (Carta a Engels, 10/9/1870)

2.2. Porque algunas de las principales novedades del pensamiento del viejo Marx se encuentran en cartas, más que en la Crítica del Programa de Gotha o en las Glosas a Wagner, textos que más bien ofrecen afinamientos del modelo macrodinámico que procede de 1847 (Misère y MC)

3. El que la AIT se extinguiera prácticamente en 1873 no quiere decir que terminaran con ella las peleas políticas de Marx.

3.1. Las tuvo aún de herencia de la AIT.

3.1.1. Por ejemplo, en 1878, con Lothar Bucher y George Horwell.

3.1.2. Y a ellas hay que sumar las peleas en el marco del partido alemán, que han producido dos textos importantes: la Carta circular con Engels (redacción de éste) a Bebel, Liebknecht, Bracke, etc.de 1879 y la carta de Marx a Sorge del mismo año y sobre el mismo asunto.

3.2. Esos textos documentan la persistencia del ánimo revolucionario, articulado o no como certeza científica.

3.2.1. La Circular es una intervención contra los «3 de Zürich» –Höchberg, Bernstein y Schramm– y su proyectada revista de partido.

3.2.2. Crítica del reformismo.

3.2.2.1. Crítica o sátira de la actitud reformista.

«El partido muestra precisamente ahora, bajo la presión de la ley contra los socialistas, que no está dispuesto a emprender el camino de la revolución sangrienta violenta, sino que está resuelto…a discurrir por el camino de la legalidad, esto es, de la reforma.» [MSL: Del manifiesto de los 3 de Zürich, Bernstein, Höchberg, Schramm]. «De modo que el que modo que el que los 500.000 o 600.000 electores socialdemócratas dispersos por todo el país, sean lo suficientemente razonables para no tirarse de cabeza contra la pared e intentar una “revolución sangrienta” en la proporción de uno contra diez prueba que renuncian para siempre a provechar algún gran acontecimiento exterior, alguna explosión revolucionaria repentina causada por él, o incluso una victoria del pueblo conseguida en la colisión resultante. Si Berlín volviera a ponerse otra vez tan mal educado que repitiera un 18 de marzo, los socialdemócratas, en vez de intervenir en la lucha como “canallas ansiosos de barricadas”(p.88) deberían emprender el “camino de la legalidad”, quitar hierro a la situación, eliminar las barricadas y, en caso necesario, marchar con el ejército de los señores contra is masas sin visión, groseras e incultas» (Marx/Engels, Circular a Bebel…, 17/18/9/1879).

«No tratan de abandonar el programa [MSL: los tres de Zürich], sino sólo de aplazarlo… hasta una época Indeterminada. El programa se acepta, pero no realmente para uno mismo ni para el tiempo de su vida, sino póstumamente, como legado para hijos y nietos. Y hasta entonces se aplica “toda la fuerza y la energía a minucias y zurcidos de todas clases en el orden social capitalista, para que parezca que se hace algo y al mismo tiempo para no espantar a la burguesía”» (Marx/Engels, Circular a Bebel etc., 17/18/9/1879).

3.2.2.2. Mantenimiento de la tesis y la política de lucha de clases:
«Para quitarle a la burguesía el último resto de miedo, hay que probarle clara y redondamente que el fantasma rojo no es realmente más que un fantasma, que no existe. Pero ¿cuál es el secreto del fantasma rojo, sino el miedo de la burguesía a la inevitable lucha a vida o muerte entre ella y el proletariado? ¿Sino el miedo a la inevitable decisión de la moderna lucha de clases? Elimínese la lucha de clases y la burguesía y “todas las personas independientes” dejarán de “temer ir de la mano del proletariado”. Pero los estafados serían entonces los proletarios.» (Marx/Engels, Circular a Bebel, etc., 17/18/9/1879)

3.2.2.3. Escarnio del parlamentarismo y de la democracia burguesa:

«(…) están tan infectados de idiotismo parlamentario (…)»[MSL: Los de Zürich y los suyos] (Marx a Sorge, 19/9/1879).

«Fingir descaradamente ante los demás y engañarse al mismo tiempo a sí mismo: eso es a sabiduría parlamentaria in nuce» (Marx a Danielson, 19/2/1881).

«Se le reprocha también [a Kirsch] su “rechazo de la democracia burguesa”. ¿Y si tiene que hacer la democracia burguesa en el partido socialdemócrata? Si el partido se compone de “hombres honrados”, la democracia burguesa no puede querer entrar en él (…)» (Marx/Engels, Circular a Bebel, Bracke, etc..17/18/9/1879).

3.2.3. Hasta llegar a conceptuaciones extremistas muy raras en Marx:

«Liebknecht, luego de su gran metedura de pata en la transacción con los lassalleanos, ha abierto de par en par las puertas a todos esos semihombres (los de Zurich y su medio) preparando así, malgré lui, una desmoralización en el partido que sólo se pudo superar por la ley contra los socialistas» (Marx a Sorge, 19/9/1879).

Es una versión grotesca de la tesis del tanto mejor.

3.2.3.1. Y realmente incompatibles con su estilo habitual, que se mantiene hasta el final de su vida:

«En estos últimos tiempos Paul ha escrito sus cosas mejores, con humor y atrevimiento y solidez con alegría, mientras que antes me aburría a veces cierta fraseología ultrarrevolucionaria, pues ésta siempre me parece “el vacío”, y nuestras gentes deberían dejar esa especialidad a los llamados anarquistas, que en realidad son columnas del orden presente y no ponen desorden en nada, ni en sus propias y pobres cabezas pueriles, que ya de nacimiento son el caos; ce n’est pas leur faute.» (Marx a Laura Lafargue desde Ventnor, 14112/1882).

3.3. Hay, pues, sin duda, en el período que estudio unas últimas peleas políticas y doctrinales, como en las cartas recién consideradas o en la Crítica del Programa de Gotha, textos, por lo demás, en los que se expresa una soberbia acritud poco agradable

3.3.1. Que no es el estilo cáustico de siempre, el cual, por otra parte, se mantiene hasta los años 1880, por ejemplo, en este paso de 1877:

«Sobre todo lo que ocurre en el Elysée se sabe diariamente todo en París, porque los tapageurs bonapartistas que entran y salen de él no mantienen la boca cerrada. Mac-Mahon enfadadísimo. Ese animal, cuya primera frase histórica fue J’y suis y reste y segunda C’est assez, pronuncia ahora su última palabra. Dice desde la mañana hasta la noche: Merde» (Marx a Engels, 23//1877).

Viejo estilo.

3.3.2. Sino una acentuación –con la «brutale Sprache» de las cartas– del antipático orgullo teórico de la Crítica del programa de Gotha.

3.3.2.1. Contra los ex-trabajadores escritores:

«(…) si el señor Most no ha notado que no sólo trabajadores corrientes e incluso ex-trabajadores como él, que se imaginan que pueden saberlo todo en poco tiempo y juzgar acerca de todo, sino también gente formada de verdad científicamente pueden aprender mucho de lo desarrollos positivos de Engels, lo siento por su capacidad de juicio» (Marx a Wilhelm Bracke, 11/4/1877).

3.3.2.1.1. Con la punta de irritación dogmática ortodoxa:

«Los trabajadores mismos, cuando, como el señor Most y sus compañeros, dejan el trabajo y se convierten en literatos de profesión, causan siempre desgracias “teóricas” y están siempre dispuestos a adherirse a confusionarios de la casta supuestamente culta». Sobre todo, lo que desde hace decenios habíamos barrido… (Marx a Sorge, 19/10/1877).

Los dos temas.

3.3.2.2. Contra los intelectuales socialistas de origen académico:

[Ficha 238] «Todos esos encantadores escritores de middle-class –cuando no se trata de especialistas– están ansiosos de hacer dinero, nombre o capital político con toda nueva idea que un viento favorable les acerque.»

Se refiere a Hyndman.

Analizar la complicada actitud de Marx en estas cosas: por una parte, es muy aristocrático intelectualmente: desprecia a los intelectuales mezza calzetta. Por otra, lo hace sobre la base de una noción de ciencia vacilante y oscura.

[Ficha 218] «Sería, efectivamente, muy agradable que apareciera una revista social realmente científica. Daría ocasión para críticas o anticríticas en las que podríamos discutir cuestiones teóricas y poner de manifiesto la absoluta ignorancia de profesores y ayudantes, aclarando así, al mismo tiempo, las cabezas del general public, igual trabajadores que burgueses. Pero la revista de Wiede no puede ser sino sham-scientific; los mismos burdos semi-ilustrados y literati que saben las cosas a medias, los que hacen inseguros la Neue Welt, el Vorwärts, ec, constituyen inevitablemente el grueso de sus colaboradores. La falta de contemplaciones –que es la primera condición de la crítica– se hace imposible en semejante sociedad; además, habrá que tener constantemente cuidado, para ser fácilmente comprensibles, esto es: exposición para ignorantes. Imagínate una revista de química cuyo constante presupuesto básico fuera la ignorancia del lector en materia de química» (Marx a Engels, 18/7/877).

3.3.3. Esa acritud y violencia crítica expresa sin duda pasión por el rigor científico, pero es un asunto complicado, porque le subyace la vacilante y oscura noción de ciencia de Marx y la indistinción acrítica entre predicción y programa:

«Es un fenómeno fundado en el curso del desarrollo, un fenómeno inevitable, que también gentes procedentes de las clases hasta ahora dominantes se adhieran al proletariado y le procuren elementos formativos. Lo dijimos claramente ya en el Manifiesto. Pero a este respecto hay que observar dos cosas:

En primer lugar, esas gentes, para ser útiles al movimiento proletario, tienen que aportar elementos formativos reales. Y esto no ocurre en la gran mayoría de los conversos burgueses alemanes. Ni la Zukunft ni la Neue Gesellschaft han aportado nada que hiciera avanzar ni un paso al movimiento. No hay nada de material formativo auténtico, factual o teórico. En lugar de eso, lo que hay es intentos de poner en armonía las ideas socialistas, superficialmente asimiladas, con los más diversos puntos de vista teóricos que esos caballeros traen de la universidad o de donde sea y que son a cual más confuso, a causa del proceso de descomposición en que se encuentran hoy los restos de la filosofía alemana. En vez de empezar por estudiar concienzudamente por si mismos la nueva ciencia, cada cual se la dispuso según el punto de vista que ya traía, se fabricó rápidamente su propia ciencia privada y se presentó con la pretensión de enseñarla. Por eso hay entre esos caballeros aproximadamente tantos puntos de vista cuantas cabezas; en vez de aportar claridad a algo, no han hecho más que crear una lamentable confusión, aunque, afortunadamente, casi sólo entre ellos mismos. El partido puede prescindir perfectamente de semejantes elementos cuyo primer principio es enseñar lo que no han aprendido.» (Marx/Engels, Circular a Bebel etc., 17/18/9/1879).

Es muy buen lugar de la confusión: pathos científico para doctrina revolución

«El sueño de la ruina inminente del mundo animó a los cristianos primitivos en su lucha contra el imperio universal romano y les dió la certeza de la victoria. La comprensión científica de la descomposición inevitable, que constantemente procede ante nuestros ojos, del orden social dominante y las masas cada vez más azotadas en sufrimiento por los viejos fantasmas gubernamentales, así como el desarrollo positivo de los medios de producción, en gigantesco progreso [MSL: ni siquiera las fuerzas productivas, sino los medios], todo eso basta como garantía de que con el momento del estallido de una revolución realmente proletaria quedará dadas también las condiciones de su modus operandi inmediato y directo, que seguro no será idílico.» (Marx a Nieuwenhuis, 22/2/1881)

La curiosa involuntario confesión de la analogía funcional de la religión y su «ciencia».

Y la confusión final: esto está escrito poquísimo antes que la carta a Vera Sasúlich, y lleva el objetivismo hegeliano al máximo. No se puede hablar de cambio.

4. Pero por más que su idea de ciencia siga pecando de la fundamental confusión hegeliana y joven-hegeliana, está fuera de duda que Marx ha vivido el cambio de su situación en este comienzo de los años setenta como una deseada liberación de su tiempo para el trabajo científico.

4.1. En realidad, ha deseado y preparado el cambio desde 1871:

«Ya le dije en Londres que me he preguntado a menudo si no ha llegado el momento de retirarme del Consejo General. Cuanto más se desarrolla la Asociación, tanto más tiempo se pierde, y, en última instancia, tengo que terminar alguna vez El Capital» (Marx, Carta a Cesar de Pape, del 24/11/1871).

«Espero con impaciencia el próximo congreso (La Haya). Ese será el final de mi esclavitud. Luego volveré a ser un hombre libre; no aceptaré más funciones administrativas, ni en el Consejo General ni en el Consejo Federal Británico» (Marx, Carta a Cesar de Paepe, 28/5/1872).

«Estoy tan overworked Carta a Danielsón, del 28%5/1872. Ficha 202.

4.2. Por otra parte, el empeoramiento de su salud le va obsesionando con la necesidad de trabajar:

«(…) eres injusto conmigo si atribuyes mi desidia en el escribir a una causa que no sea el vacilante estado de mi salud, que interrumpe constantemente mis trabajos, y luego aguijonea para recuperar el tiempo perdido descuidando todas las demás obligaciones (incluidas las cartas) y acaba por volverlo a uno malhumorado y perezoso» (Marx a Ludwig Kugelmann, 18/5/1874)

«(…) ir a Karlsbad. Me aseguran que a mi regreso volveré a estar completamente capaz de trabajar, y ser incapaz es realmente la sentencia de muerte para todo ser humano que no sea una bestia» (Marx a Sorge, 4/8/1874).

4.3. Y hasta los razonamientos para justificar la congelación de la AIT tienen cierto aire de racionalización de su deseo de limitarse al trabajo científico:

«Según mi visión de la situación europea, es por completo útil dejar por el momento que la organización formal de la Internacional pase a segundo término, y solo mantener, si es posible, el punto central en Nueva York para que ningún idiota como Perret o aventurero como Cluseret se apoderen de la dirección y comprometan la causa. Los acontecimientos y el desarrollo y la complicación inevitable de las cosas se ocuparán por sí mismos de la resurrección de la Internacional en forma perfeccionada» (Marx a Friedrich Adolph Sorge, 27/9/1873).

4.4. En cierto sentido, ésta es la época más teórica de Marx:

4.4.1. Intentos de formalización matemática de aspectos de su teoría:

«He comunicado aquí a Moore [MSL: Samuel, el matemático] un asunto con el que ya llevo mucho tiempo debatiéndome en privado. Pero él cree que el problema es irresoluble, o, por lo menos, irresoluble pro tempore a causa de los muchos factores, en gran parte aún por descubrir, que intervienen en él. Se trata de lo siguiente: conoces las tablas en las cuales se representan los precios, las tasas de descuento, etc, etc, en su movimiento durante el año, etc., en zigzags ascendentes y descendentes. He intentado muchas veces –para el análisis de las crisis– calcular como curvas irregulares esos ups y downs, y he creído (todavía creo que es posible, con el examen de material suficiente) determinar a base de eso matemáticamente las principales leyes de las crisis. Como digo, Moore considera que por el momento eso es irrealizable, y he decidido abandonarlo por the time being» (Marx a Engels, 31/5/1873).

4.4.2. E incluso de investigación matemática pura

4.4.3. Tropezando en ambos casos con el rechazo de su autoridad, Samuel Moore.

5. Pero los muchos sufrimientos físicos y psíquicos de diez años han ido royendo el alegre ímpetu de esas ganas de dedicarse a la ciencia.

5.1. Coincidiendo con la muerte de su nieto Charles Longuet, hijo de Jenny, a los 11 meses, en agosto de 1874, fuerte acceso de forunculosis, no puede trabajar. Aunque en los primeros meses de ese año había trabajado en El Capital francés.

5.2. En agosto y septiembre de ese año pasa su primera cura en Karlsbad, con Eleanor. Volverá en 1875 y 1876. Los tres años con cura en Karlsbad, más el de 1877, en el que acude, por ahorrar, a Neuenahr, son seguramente los mejores de este período desde el punto de vista de la salud, el humor y la capacidad de trabajo.

5.2.1. En 1875 escribe la Crítica del Programa de Gotha y termina la edición francesa del libro I de K.

5.2.1.1. En la Crítica hay una reafirmación categórica y aproblemática del modelo clásico de Marx:

«“En la medida en que el trabajo se desarrolla socialmente, convirtiéndose en fuente de riqueza y cultura, se desarrollan la pobreza y el abandono por el lado del trabajador y la riqueza y la cultura por el del no trabajador”. Esa es la ley de toda la historia sida hasta ahora. Por lo tanto, en vez de decir generalidades sobre “el trabajo” y “la sociedad”, había que mostrar resueltamente cómo finalmente, en la actual sociedad capitalista, se han creado las condiciones materiales, etc. que permiten y fuerzan a los trabajadores a romper esa maldición histórica» (Kritk des Gothas Programms [Crítica al programa de Gotha], 1875. MEW 19, 17).

La dicción es todavía sin problema, dos años antes de la carta a Otechestvénnie Sapiskie.

5.2.12. La edición francesa de KI ha sido la mejor ocasión que ha tenido de reelaborar su obra, cosa siempre deseada por él, y con varias motivaciones:

5.2.1.2.1. Popularizar:

El sentido que tiene para Marx su reelaboración del cap. I de KI es escribirlo «in einer volkstümlichere Art» (Carta a Paul y Laura Lafargue, del 24 y 25/11/1871).

5.2.1.2.2. Considerar novedades:

«Por lo que hace a la continuación de mi obra, la información de our friend (Lopátin) se basa en un equívoco. He considerado necesaria una reelaboración completa del manuscrito. Además, hasta el momento me faltaban documentos necesarios que me van a llegar finalmente de los United States» (Marx, carta a Danielson, del 13/6/18771).

«La segunda parte del Capital no puede aparecer en Alemania en las presentes circunstancias, lo cual es para mí muy agradable en la medida en que, precisamente, en este momento, ciertos fenómenos económicos han entrado en un nuevo estadio del desarrollo, de modo que requieren nueva elaboración» (Marx a Ferdinand Domela Nieuwenhuis, 27/6/1880).

5.2.1.2.2.1. Como se ve, la preocupación dura toda una época.

5.2.1.2.3. El estudio intenso de datos rusos y norteamericanos que irritaba a Engels.

5.2.1.2.3.1. USA:

«¿Puedo recibir de New York (a mi casa, naturalmente) los catálogos de libros norteamericanos desde 1873 hasta ahora? Se trata para mí (para el volumen segundo de El Capital) de ver qué cosa útil ha aparecido acerca de agricultura norteamericana y situación de la propiedad de la tierra, así como sobre crédito (pánico, dinero, etc. y lo relacionado con ello)?» (Marx a Sorge, 4/4/1876).

«El campo más interesante para los economistas se encuentra ahora indudablemente en los Estados Unidos, y ante todo en el período de 1873 (desde la crisis de septiembre) hasta 1878, el período de la crisis crónica. Transformaciones cuya consumación requirió en Inglaterra siglos se realizaron aquí en pocos años. Pero el observador tiene que mirar no a los estados más viejos del Atlántico, sino a los posteriores (Ohio es un ejemplo característico) y a los más recientes (California, p.e.).» (Marx a Danielson, 15/10/1878).

«En la velocidad del progreso económico los Estados Unidos han superado ampliamente a Inglaterra, aunque todavía está detrás de ella por lo que hace a la santidad de riqueza apropiada; pero, al mismo tiempo, las masas son más activas y tienen en sus manos mayores medios políticos para rechazar la forma de un progreso que se realiza a costa de ellas.» (Marx a Danielson, 10/4/1879).

Ya está desengañado de la clase obrera inglesa.

5.2.1.2.3.1.1. Con frecuentes resultados clarividentes:

«Le premier pays oú les affaires vont suivre la ligne ascendante, ce sont Les Etats-Unis de l’Amérique du Nord. Sólo que el florecimiento empezará allí en condiciones completamente cambiadas, y para peor. El pueblo Intentará en vano liberarse del poder de los monopolios y de la influencia (nefasta por lo que hace al bienestar inmediato de las masas) de las grandes compañías que se han hecho con la industria, el comercio, la propiedad de la tierra, los ferrocariles y las finanzas. [MSL: Cuanto vale el modelo, vale sin más], cada vez más aceleradamente desde el estallido de la guera civil. Los mejores escritores yanquis proclaman en voz alta el hecho tenaz de que la guerra contra la esclavitud, aunque sin duda ha roto las cadenas de los negros, ha esclavizado, en cambio, a los productores blancos.» (Marx a Danielson, 15/11/1878).

5.2.1.2.3.2. Rusia.

5.2.1.2.3.2.1. Aparentemente, sólo por el estudio de la propiedad y renta de la tierra

«Se comprende este interés de Marx por Rusia si se toma en cuenta el papel que atribuía al estudio del desarrollo económico ruso en la elaboración definitiva de los últimos tomos de El Capital. Los datos y ejemplos rusos debían ser utilizados como ilustración del desarrollo de los países agrarios, del mismo modo que los datos ingleses lo fueron en el tomo primero de El Capital para los países de capitalismo industrial» (p. 9).

Es paráfrasis de Engels, y muestra por qué no pudieron dar importancia teórica a la cuestión rusa.

«En el libro II del Capital, en la sección sobre la propiedad de la tierra, me ocuparé muy detalladamente de la forma rusa» (Marx, carta a Danielson, del 12/12/1872).

5.2.1.2.3.2.2. Pero un año antes Marx había expresado su interés por Rusia sin relación con ese tema:

«No sé si le he dicho que desde comienzos de 1870 tuve que estudiar ruso, lengua que ahora leo con bastante facilidad. Ello empezó porque me mandaron de San Petersburgo la importantísima obra de Plerovski sobre “La situación de la clase trabajadora (en especial los campesinos) en Rusia” y también quería conocer las (espléndidas) obras de economía de Chernichevski (en agradecimiento por las cuales está condenado desde hace 7 años a trabajos forzados en las minas de Siberia). El botín merece la fatiga que le cuesta a un hombre de mi edad dominar una lengua tan lejana de los troncos lingüísticos clásico, germánico y románico. El movimiento intelectual que ahora ocurre en Rusia muestra que hay una fermentación profunda. Las cabezas están siempre enlazadas por hilos invisibles al body del pueblo» (Marx, carta a Sigfrid Meeyer, 21/1/1871).

5.2.1.2.3.2.3. Y tempranamente había pensado en la obschchina:

«¿Cómo puede ser que en esa institución (la obschchina) se haya introducido como medida puramente fiscal, como fenómeno concomitante de la servidumbre mientras que en todas las demás partes nació de modo natural y constituyó una fase necesaria del desarrollo de los pueblos libres?» (Marx a Nicolái Franzevich Danielson, 22/3/1873).

Se refiere al Gemeineigentum y discute a Chicherín.

5.2.1.2.3.2.4. Y en todo lo ruso:

«Le agradecería mucho algunas informaciones .de las que usted sin duda dispone como banquero. acerca de la situación actual de las finanzas rusas» (Marx a Danielson, 15/11/1878).

5.2.1.2.3.2.5. Esa dedicación hace posible su completo cambio de opinión sobre el movimiento revolucionario ruso entre 1868 y 1881.

«Hace unos días un editor de San Petersburgo me sorprendió comunicándome que la traducción rusa de El Capital estaba ya en la imprenta; me pedía una fotografía para la viñeta del título. No puedo negarles ese pequeño favor a mis “buenos amigos” los rusos. Es una ironía del destino que los rusos, a los que he combatido ininterrumpidamente desde hace 25 años, no sólo en alemán, sino también en francés y en inglés, hayan sido siempre mis “protectores”. Durante los años 1843-1844, en París, los aristócratas rusos me mimaban. Donde mayor difusión ha tenido mi escrito contra Proudhon (1847), como lo publicado por Duncker (1858), ha sido en Rusia, y la primera nación extranjera que publica El Capital es Rusia. Sin embargo, no hay que hacer demasiado caso de este hecho [MSL: contrario a su esquema de filosofía de la historia]; la aristocracia rusa pasa su juventud estudiando en las universidades alemanas o en París; busca con verdadera pasión todo lo que Occidente le ofrece de extremista, pero es sólo pura gula; del mismo modo actuaba una parte de la aristocracia francesa del sigo XVIII. “Esto no está hecho ni para sastres ni para zapateros”, decía entonces Voltaire hablando de sus propios pensamientos. Si embargo, esto no impide que los rusos, al entrar al servicio del estado, se conviertan en unos canallas» (Marx, carta a Ludwig Kugelmann, del 12 de octubre de 1868).

«¿Has seguido el juicio de San Petersburgo contra los autores del atentado [MSL: contra Alejandro II]? Son gente muy capaz, sin actitudes melodramáticas, simples, objetivos y heroicos. Gritar y hacer son contrarios inconciliables. El comité ejecutivo de San Petersburgo, que opera tan enérgicamente, publica manifiestos de refinada “moderación”.» (Marx, carta a Jenny Longuet, del 11 de abril de 1881).

5.2.1.2.3.2.6 Y una gran esperanza sobre Rusia

«Que las derrotas de los rusos en la Turquía europea llevan directamente a la revolución en Rusia, queda ya probado, incluso para Lavrov y Lopatin, por las explosiones de la prensa Rusia con motivo de las failures en Armenia, sin que ninguna censura pueda reprimirlas» (Marx a Engels, 18/7(1877).

«Todos los sectores de la sociedad rusa están en completa desintegración económica, moral e intelectual. Esta vez la revolución empezará en Oriente, que ha sido hasta ahora fortaleza inexpugnable y ejército de reserva de la contrarrevolución.» (Marx, carta a Sorge, de 27 de septiembre de 1877)

5.2.1.2.3.2.7. Con gran satisfacción por su influencia en ella:

«Some recent Russian publications» (Marx a Laura Lafargue, desde Ventnor, 14/12/1882) F 249

6. El gran interés por las cosas rusas cuaja en 1877, último de sus benéficas curas en el continente, en la redacción (a pesar de los frecuentes insomnios y el sufrimiento que Marx describía como presión en la cabeza) de su colaboración al Anti-Dühring y su importante carta a Otechestvennie Sapiski (Anales de la Patria).

6.1. Ocasión: Mijailosvki sobre Shukovski en el nº 10, de octubre de 1877:

[Ficha 13] Marx escribió la carta a la redacción de la revista Otechestvennie Sapiski poco después de la aparición del artículo del ideólogo de los populistas N.K. Mijailovski «Karl Marx ante el tribunal del señor J.Shukovski».» (publicado en el nº 10 de O.S. de octubre de 1877).

Marx no envió la carta. Engels la encontró, a la muerte de Marx, entre los papeles de éste, hizo copias y mandó una de ellas, con una carta de 6 de marzo de 1884, a Vera Ivanovna Sasúlich, que pertenecía al grupo Liberación del Trabajo.

Traducida al ruso, la carta se publicó en el nº 5 del Vestnik Naordnoi Voli y en octubre de 1888 en el Yuridicheski Vestnik. Una traducción alemana apareció en el Sozialdemokrat del 3 de junio de 1887 en Zurich.

Extractos de la carta publicó Engels en traducción alemana en su epílogo a «Soziales aus Russland (…) Nota MEW a la carta de Otechestvennie Sapiski» . MEW 19, 558.

6.2. La carta de Marx, aunque no enviada, se conoció no mucho después de su muerte –1887, 1888–, pero no se registró su importancia:

[Texto anterior 6.1.]

6.3. La carta:

Estructura de la carta a Otechestvennie Sapiski de noviembre (?) de 1877: 1. Entradilla sobre la polémica de Mijailovski y Shukovski (luego cajero del Banco de Rusia). 2. Tesis. 3. Limitación de su modelo a historia. 4. Recusación de la filosofía de la historia.

6.4. Particular importancia de la recusación de la filosofía de la historia, que da mucha transcendencia a la discusión sobre la obschchina.

«Acontecimientos de llamativa analogía, pero que se desarrolla en un milieu histórico diferente, condujeron, pues, a resultados completamente diferentes. Si se estudia cada uno de esos desarrollos por sí mismo y se compara luego unos con otros, se hallará fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ellos con la clave universal de una teoría de filosofía de la historia cuya mayor excelencia consiste en ser suprahistórica» (Carta a Otechestvennie Sapiski , nº (?), 1877, MEW 19, 112).

Como lo sería la dialéctica.

6.4.1.Recordar a Bobbio y la dialéctica fuerte de la negación, que es filosofía de la historia.

6.4.2. La novedad era grande:

«En resolución, como no me gustaría dejar “nada por adivinar”, voy a hablar sin reservas. Para poder estimar con pleno conocimiento de causa el desarrollo económico de Rusia he aprendido ruso y luego he estudiado a lo largo de muchos años los impresos oficiales y no oficiales referentes al mismo. El resultado al que he llegado es este: si Rusia sigue avanzando por el camino que emprendió en 1861, desperdiciará la posibilidad más hermosa que la historia haya ofrecido jamás a un pueblo, y a cambio de ello atravesará todas las fatales vicisitudes del sistema capitalista» (p. 108).

Es la tesis de la carta.

El condicional da muy bien la naturaleza teórica del modelo aplicado. No pura empiria.

El que Rusia tuviera esa posibilidad excluye la negación de la negación, la evolución por dialéctica interna. Se podría sostener que el resultado del proceso indicado por Marx, aún sin haber pasado por la negación del punto de partida (la obschina), es, sin embargo, negación de la negación de ésta. Pero de modo descriptivo sólo, no dinámico.

6.4.2.1. La carta abandona la tesis del desarrollo de las contradicciones:

«La industria moderna no considera ni trata nunca la forma existente de un proceso de producción como definitiva. Por eso su base técnica es revolucionaria, mientras que la de todos los modos de producción anteriores fue esencialmente conservadora (…) Con eso revoluciona no menos constantemente la división del trabajo en el interior de la sociedad, y lanza incesantemente masas de capital y masas de trabajadores de una rama de la producción a otra. La naturaleza de la gran industria condiciona, por ello, el cambio de trabajo, el flujo de la función, la omnilateral movilidad del trabajador [MSL: contra Gorz]. Por otra parte, en su forma capitalista reproduce la vieja división del trabajo, con sus anquilosadas particularidades (…) esa contradicción absoluta termina con toda la tranquilidad, la solidez, la seguridad de la situación vital del trabajador, amenaza constantemente con arrancarle de la mano, al mismo tiempo que el medio de trabajo, el medio de vida (…) Este es el lado negativo. Pero si bien el cambio de trabajo se impone hoy día sólo como ley natural aplastante y con el efecto ciegamente destructor de una ley de la naturaleza que por todas partes tropieza con obstáculos, la gran industria, por sus mismas catástrofes, convierte en una cuestión de vida o muerte el reconocer el cambio de los trabajos y, por lo tanto, la mayor multilateralidad posible de los trabajadores como ley social general de la producción, y el adecuar la situación a su realización normal. Ella convierte en una cuestión de vida o muerte el substituir la monstruosidad de una población obrera mísera, disponible, mantenida en reserva para las alternantes necesidades de explotación del capital, por la disponibilidad absoluta del ser humano para cambiantes exigencias del trabajo, y el individuo parcial, mero portador de una función social de detalle, por el individuo totalmente desarrollado [MSL: continuidad con Grundrisse], para el cual diferentes funciones sociales, son modos de actuación que se suceden unos a otros [MSL: Viene el tema de la conversión del individuo, en más positivo] la inevitable conquista del poder político por la clase trabajadora conquistará también para la instrucción tecnológica, teórica y prácticamente, el lugar que le corresponde en las escuelas obreras, Tampoco cabe ninguna duda de que la forma capitalista de la producción y la situación económica de los trabajadores que le corresponde está en la más diametral contradicción con esos fermentos transformadores y su objetivo, la abolición de la vieja división del trabajo. Pero el desarrollo de las contradicciones de una forma histórica de producción es el único camino histórico de su disolución y nueva configuración.» (K I, OME 41, pp.123-125)

6.4.2.2. Y para llegar a su tesis Marx tenía que superar también obstáculos psicológicos muy importantes para él:

[ficha 88] Carta a Johann Philipp Becker, 2/8/1870. Nota de MEW.

6.5. La novedad de la tesis de la carta a 0.S. resalta mucho sí se la compara con las opiniones profundas de Engels, a pesar del esfuerzo de éste por coincidir en este punto con Marx:

6.5.1. Con las opiniones de Engels coetáneas de la carta a 0.S.

6.5.1.1. Mantenimiento estricto del modelo y del eurocentrismo:

«La revolución a que aspira el socialismo moderno consiste, brevemente hablando, en la victoria del proletariado sobre la burguesía [MSL: con eso se coloca en un plano diferente del de Marx] y en una nueva organización de la sociedad mediante la liquidación de las diferencias de clase. Para eso se precisa, además de la existencia del proletariado, que ha de llevar a cabo esta revolución, la existencia de la burguesía, en cuyas manos las fuerzas productivas de la sociedad alcanzan ese desarrollo que hace posible la liquidación definitiva de las diferencias de clase» (p. 71).

a) Mantenimiento estricto del modelo.

b) Verdad literal historicista por «moderno»

c) En cambio, si se amplia «socialismo», sofisma: supone que un efecto sólo puede tener una gestación.

6.5.1.2. Imprescindibilidad de la revolución europea para la obschchina.

«Está claro que la propiedad comunal en Rusia se halla ya muy lejos de la época de su prosperidad y, por cuanto vemos, marcha hacia la descomposición. Sin embargo, no se puede negar la posibilidad de elevar esta forma social a otra superior, si se conserva hasta que las condiciones maduren para ello y si es capaz de desarrollarse de modo que los campesinos no labren la tierra por separado, sino colectivamente. Entonces, este paso a una forma superior se realizaría sin que los campesinos rusos pasasen por la fase intermedia de la propiedad burguesa sobre sus parcelas. Pero ello únicamente podría ocurrir si en la Europa Occidental estallase, antes de que esa propiedad comunal se descompusiera por entero, una revolución proletaria victoriosa que ofreciese al campesino ruso las condiciones necesarias para este paso y, concretamente, los medios materiales que necesitaría para realizar en todo su sistema de agricultura la revolución necesariamente a ella vinculada» (Engels, «Soziales aus Russland», 1875. MEW 18, p.80).

Versión más eurocéntrica de la tesis conjunta con Marx de 1882.

6.5.1.2.1. Tesis «oficial» ortodoxa de los dos: el prólogo a la 2ª ed. rusa de MC, que hace «autoridad» marxista porque es de enero de 1882.

6.5.1.2.1.1. Estructura:

Esquema del prólogo de Marx/Engels a la 2ª edición rusa del MC. 21 de enero de 1882: 1. Cambio de sentido del MC entre la primera y la segunda ediciones rusas: de pura curiosidad a publicación importante. 2. Cambio de situación desde diciembre de 1847 del movimiento obrero. 3. Cambio de papel de los USA 4. Cambio del papel de Rusia. 5. La cuestión de la obschchina.

6.5.1.2.1.2. La tesis:

«El Manifiesto Comunista tenía como misión la de proclamar la próxima e inevitable disolución de la propiedad burguesa moderna. Pero en Rusia encontramos, frente a la especulación capitalista en rápido florecimiento y una propiedad burguesa de la tierra que empieza a desarrollarse, que la mayor parte del suelo es propiedad colectiva de los campesinos. La cuestión es: la obschchina rusa, que es una forma, aunque desvirtuada1 de la propiedad colectiva arcaica de la tierra,¿puede pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva comunista? ¿O tiene, por el contrario, que recorrer primero el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórica del Occidente?

La única respuesta posible hoy posible es la siguiente: si la revolución rusa se convierte en la señal para una revolución proletaria en Occidente, de tal modo que ambas se complementan, entonces la actual propiedad colectiva rusa de la tierra puede servir de punto de partida de un desarrollo comunista» (Marx/Engels, Prólogo a la 2ª edición rusa del MC, 21 de enero de 1882, MEW 19, p.296).

(1) Concepto no marxiano, a tenor de la teoría histórica de los borradores a V.S.

Esta versión es la última de la tesis. Luego hace autoridad. En ella es manifiesta la relación con el resultado del modelo europeo –aunque en la forma de acción recíproca, no en la engelsiana de acción de Europa occidental sobre Rusia–, pero también la admisión de un desarrollo propio, no por negación y negación de la negación, sino positivo, «natural».

Como en otras ocasiones, el sentido común de Engels y su realismo llevan razón políticamente, concretamente. Pero ese llevar razón le impide ver la problemática de fondo, y salirse del esquema, cosa que puede hacer Marx.

6.5.1.2.1.3. La confianza en la revolución rusa:

«Hoy (…) Rusia constituye la vanguardia de la acción revolucionaria en Europa» (Marx/Engels, Prólogo a la 2ª edición rusa del MC, 21 de enero de 1882, MEW 19, p. 296).

Muestra de lo que inspiraba a Marx la revolución rusa, tan poco afín a su modelo eurocéntrico.

Por lo demás, es una constatación política, fuera de deducciones a partir del modelo teórico. Engels renegó completamente de esta tesis, llamándola absurda, en 1893-1894.

6.5.1.2.2. Pero lo que nos interesa no es esa autoridad conjunta, que es compromiso, sino la profunda diferencia.

6.5.1.2.2.1. Sin pretender separarlos.

6.5.2. Opiniones de Engels tras la muerte de Marx (1893, 94)

6.5.2.1. Aparente adhesión al Marx de la carta a O.S.:

«No hay duda de que la comuna, y en cierta medida el artel, contenían gérmenes que en ciertas condiciones podrían haberse desarrollado ahorrando a Rusia la necesidad de pasar por los tormentos del régimen capitalista. Suscribo sin reservas la carta de nuestro autor [Marx] sobre Zhukovski. Pero para él tanto como para mí, la primera condición que se necesitaba paa realizar esto era el impulso desde el exterior, el cambio del sistema económico en Europa occidental, la destrucción del sistema capitalista en sus países de origen» (Engels, carta a Nikolai Fransevich Danielson, 24/2/1893).

6.5.2.2. Oposición a Marx respecto del artel y las cooperativas europeas:

«(…) el artel es una forma primitiva y por ello poco desarrollada, de asociación cooperativa, sin nada exclusivamente ruso o eslavo. Estas asociaciones se forman en todas partes donde son necesarias: en Suiza, en la industria lechera; en Inglaterra, entre los pescadores y aquí reviste las formas más diversas. Los peones de pala de Silesia (los alemanes, no los polacos [eslavos]), que tantos ferrocarriles alemanes construyeron en la década de los cuarenta, estaban organizados en auténticos arteles. El predominio que esta forma tiene en Rusia prueba, naturalmente, que en el pueblo ruso alienta una acusada tendencia a la asociación, pero no demuestra, ni mucho menos, que este pueblo pueda saltar, ayudado por esta tendencia, del artel a la sociedad socialista. Para este salto se precisaría ante todo que el propio artel fuera capaz de desarrollarse, que se desprendiese de su forma primitiva –en la cual (…) es más beneficioso para el capital que para los obreros– y que se elevase, por lo menos, al nivel de las asociaciones cooperativas de Europa Occidental» (pp. 76-77)

Oposición a Marx: a) en la estimación del artel; b) en la valoración de instituciones de la economía capitalista, como las cooperativas; c) el razonamiento no por posibilidad.

Este texto de 1875 se debe confrontar con Marx 1877. Y el poscriptum de 1894 con Marx 1881.

6.5.2.3. La tesis «ortodoxa», incluso con acentuación del eurocentrismo:

«Si es que se puede, en general, plantear la cuestión de saber si a la comunidad rusa le espera un destino mejor*, la causa de ello no radica en ella misma, sino únicamente en que en un país europeo ha conservado cierta fuerza vital hasta una época en la que en la Europa Occidental la producción mercantil y su forma última y superior –la producción capitalista– ha entrado en contradicción con las fuerzas productivas creadas por ella misma, una época en que resulta incapaz ya de dirigirlas y perece a consecuencia de dichas contradicciones internas y los conflictos de clase condicionados por estas últimas. Ya sólo eso prueba que la iniciativa de semejante transformación de la comunidad rusa únicamente puede partir del proletariado industrial de Occidente, y no de la comunidad misma» (pp.87-88) [cursiva MSL]

(*) Cuestión que Marx no sólo planteó, sino que resolvió también afirmativamente.

Esa es la versión ortodoxa hecha coherente; muy lejos de Marx.

6.5.2.4. Negación de la viabilidad de la obschcina:

«(…) a Rusia no le quedaba más que dos caminos: o desarrollar la comunidad agrícola para convertirla en una forma de producción de la que estaba separada por varias etapas históricas y para cuyo establecimiento ni siquiera en Occidente habían madurado entones las condiciones –una tarea evidentemente imposible–, o elegir el camino del desarrollo capitalista. ¿Qué otra cosa podía hacer más que seguir este último camino?» (Engels, carta a Danielson del 17/10/1893).

6.5.2.5. Reafirmación de la filosofía de la historia:

«(…) es históricamente imposible que una sociedad que se halla en un grado de desarrollo económico inferior tenga que resolver problemas y conflictos que surgen y pueden surgir sólo en una sociedad que se halla en un grado de desarrollo mucho más alto» (p. 89).

Recuperación contra el Marx viejo del Marx clásico y el fatalismo del modelo filosófico-histórico o dialéctico.

«Mucho me temo que esta institución (la obschchina) esté condenada a desaparecer. Mas, por otra parte, el capitalismo ofrece nuevas perspectivas y nuevas esperanzas. Véase lo que ha hecho y lo que está haciendo en Occidente (…) Ninguna gran calamidad histórica deja de tener por compensación un progreso histórico. Lo único que varía es el modus operandi. Que les destinées s´accomplissent.» (Engels, carta a Danielson del 17/10/1893).

Ya es hegelismo de derecha.

7. Pero esos últimos textos de Engels, de 1893 y 1894, se comparan más adecuadamente no con el Marx de 0. S. (noviembre de 1877), sino con el de la carta a V.S. y sus borradores, de febrero-marzo de 1881.

7.1. La carta de Vera Zasúlich:

«Una de dos: o bien esta comuna rural, libre de las exigencia desmesuradas del fisco, de los pagos a los señores de la administración arbitraria, es capaz de desarrollarse en la vía socialista, o sea, de organizar poco a poco su producción y su distribución de los productos sobre bases colectivistas, en cuyo caso el socialismo revolucionario debe dedicar todas sus fuerzas a la manumisión de la comuna y a su desarrollo.

O si, por el contrario, la comuna está destinada a perecer no queda al socialista, como tal, sino ponerse a hacer cálculos, más o menos mal fundados, para averiguar dentro de cuántos decenios pasará la tierra del campesino ruso de las manos de éste a las de la burguesía, y dentro de cuántos siglos, quizá, tendrá el capitalismo en Rusia un desarrollo semejante al de Europa occidental. Entonces deberá hacer su propaganda tan sólo entre los trabajadores de las ciudades, quienes continuamente se verán anegados en la masa de los campesinos que, a consecuencia de la disolución de la comuna, se encontrarán en la calle, en las grandes ciudades, buscando un salario» (Vera Ivanóvna Zasúlich, carta a Marx, del 16/2/1881. En Aricó 29).

V.S. ha suministrado a Marx el planteamiento y el punto de partida de la idea de condiciones normales y desarrollo natural. Además, el tono no-revolucionario para la hipótesis ortodoxa engelsiana.

«En los últimos tiempos hemos solido oir que la comuna rural es una forma arcaica que la historia, el socialismo científico, en una palabra, todo cuando hay de indiscutible, condenan a perecer. Las gentes que predican esto se llaman discípulos por excelencia de usted: “marxistas”. El más poderoso de sus argumentos suelen ser: “Lo dice Marx”».

«Pero, ¿cómo lo deducen ustedes de su Capital? No trata en él la cuestión agraria, ni habla de Rusia», se les objeta.

«Lo habría dicho si hablara de nuestro país», replican sus discípulos, quizá con demasiada temeridad. Comprenderá entonces, ciudadano, hasta qué punto nos interesa su opinión al respecto y el gran servicio que nos prestaría exponiendo sus ideas acerca del posible destino de nuestra comuna rural y de la teoría de la necesidad histórica para todos los países del mundo de pasar por todas las fases de la producción capitalista.

Me tomo la libertad de rogarle, ciudadano, en nombre de mis amigos, tenga a bien prestarnos este servicio.

Si el tiempo no le permite exponer sus ideas sobre estas cuestiones de modo más o menos amplio, tenga al menos la bondad de hacerlo en forma de una carta que me permita traducir o publicar en Rusia.

Reciba usted, ciudadano, mis respetuosos saludos. Vera Zasúlich.»

Final de la carta a Marx, del 16/2/1881. [cursiva MSL]

La idea de la teoría ortodoxa.

7.1.1. Plantea la cuestión de la filosofía de la historia.

7.1.2. Y la del desarrollo «natural»

7.2. La penosa elaboración de la respuesta de Marx: los cuatro borradores largos y su notable dimensión teórica.

7.2.1. Historia de su hallazgo:

Riazánov encuentra los borradores de la carta a V.S. en 1911, entre los papeles de Lafargue. Escribe a Plejánov y a V.S., tal vez incluso a Axelrod, pero ninguno recuerda la correspondiente carta de Marx.

El mismo Riazánov recuerda viejos rumores –que le parecen increíbles– sobre un choque entre Plejánov y Marx sobre la obschchina, con Plejánov en el papel de marxista y Marx en el de populista.

En el verano de 1923, Riazánov se entera por Nicolaievski que en al archivo de Axelrod se ha encontrado una carta de Marx a V.S. Compara con los borradores y establece los hechos: el cuarto borrador es ya casi la carta.

Sólo entonces publica Riazánov, después de 1924, el conjunto: carta de V.S., borradores de Marx, carta de Marx. No dice por qué prefirió esperar a la publicación de la carta.

7.2.2. El primer borrador, el más completo: estructura y resumen:

+ Esquema del primer borrador a V. S. Febrero-marzo de 1881. Esquema de Riazánov desarrollado por mí:

1. Planteamiento de la cuestión.

1.1. Planteamiento básico sobre el modelo del Capital. Irresolución.

2. Análisis de la tesis de la disolución irremediable de la obschchina.

2.1. El argumento por analogía histórica con Europa.

2.2. La réplica de Marx (anticipa el punto 3).

2.2.1. Inciso teórico. Repeticiones.

3. El medio histórico específico (Consideración teórica).

3.1. En Rusia misma.

3.2. En el mundo. Repeticiones.

3.3. El medio político interior ruso.

3.4. El medio exterior: la crisis del capitalismo.

3.5. Repeticiones.

4. La crisis de la obschina (Consideración práctica)

5. Necesidad de la revolución.

5.1. Facit no teórico.

5.2. Repeticiones.

5.3. Perspectiva revolucionaria.

7.2.3. El segundo borrador:

+ Esquema del segundo borrador de V.S. Febrero-marzo de 1881. Inspirado en el de Riazánov para el primero:

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital.

2. Sobre marxismo.

3. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina.

3.1. El argumento histórico.

3.1.1. Una dilucidación no exactamente coincidente con el primer borrador.

3.2. La réplica de Marx, por el medio interno y externo de la comuna.

4. Tratamiento teórico de la cuestión.

5. Tratamiento empírico: crisis de la obschchina.

+ Otra esquematización posible:

1. Limitación del modelo del Capital a Europa y razón de ello.

1.1. Condicionalidad del modelo y empiria.

2. Rechazo de los marxistas.

3. Perspectivas de la comunidad aldeana.

3.1. Diferencia con Europa. Mantenimiento del modelo. Formulación drástica del eurocentrismo.

3.2. Formulación de la tesis sobre la perspectiva.

4. Teoría de la comuna arcaica. Tratamiento teórico del caso ruso.

5. Planteamiento político-económico.

5.1. Coda final de mucho interés teórico.

7.2.3.1. Más eurocéntrico o engelsiano:

«Si Rusia estuviera aislada en el mundo, si tuviera que desarrollar por su propia cuenta los logros económicos que la Europa Occidental no consiguió sino atravesando una carga serie de evoluciones, desde la existencia de sus comunidades arcaicas hasta su estado actual, entonces no habría duda alguna, al menos en mi opinión, de que sus comunas estarán inevitablemente condenadas a sucumbir con el desarrollo de la sociedad rusa. Pero la situación de la comuna es por completo diferente de la situación de las comunidades arcaicas en Occidente. Rusia es el único país de Europa en el que la propiedad colectiva se ha sostenido en escala grande, nacional; pero, al mismo tiempo, Rusia existe en un milieu histórico moderno, es contemporánea de una cultura superior, está unida al mercado mundial en el que predomina la producción capitalista» (Segundo borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p.398) [cursivas de MSL]

La tesis es la misma, pero el acento se ha hecho más preservador del modelo y más eurocéntrico. Todo es más dialéctico en sentido fuerte. Queda, sin embargo, que el desarrollo sería directo, no por negación.

7.2.4. El tercer borrador, en la línea del primero:

+ Esquema del tercer borrador a V.S. febrero-marzo de 1881. Sobre el de Riazánov para el primero.

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital. Irresolución.

2. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina. 2.1. El argumento histórico analógico. 2.2. El inciso teórico. 2.3. La réplica de Marx. 2.3.1. Tesis general. 2.3.2. Análisis más o menos teórico. 2.3.2.1. Con un punto nuevo. Interrupción.

7.2.5. El cuarto borrador.

7.3. Notable es que no manda esas muchas páginas desarrolladas, sino la breve página que es la carta: estructura y resumen

+ Estructura de la carta a Vera Ivanovna Sasulich de 8 de marzo de 1881.

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo de El Capital. 1.1. Limitación del modelo y su razón. 1.2. El modelo del Capital no resuelve la cuestión de la obschchina.

2. Tesis y su condición.

7.4. Con rasgos bastante sorprendentes para la primera ortodoxia marxista:

7.4.1. Rebajamiento displicente de la teoría:

«(…) mi supuesta teoría» (Carta a V.S., 8/3/1881. MEW 19, 242).

7.4.2. El argumento no tiene dialecticidad fuerte:

«La “inevitabilidad histórica” de ese movimiento está, pues, explícitamente limitada a los países de la Europa Occidental. »El fundamento de esta limitación se aduce en el siguiente paso del cap.XXXII [MSL: francesa]:

«La propiedad privada fundada en trabajo personal… es desplazada por la propiedad privada capitalista, que se funda en la explotación del trabajo ajeno, en el trabajo asalariado» (Carta a V.S., 8/3/1881. MEW 19, pp.242-243).

Sigue:

«En el caso de este movimiento en el oeste se trata de la transformación de una forma de la propiedad privada en otra forma de la propiedad privada. En el caso de los campesinos rusos, por el contrario, se transformaría su propiedad colectiva en propiedad privada».

La razón tomada del modelo es poco convincente: el modelo, en su anterior versión ingenua (de filosofía de la historia) diría que de la propiedad colectiva se pasa a la privada o personal, y de ésta a la capitalista. Y así se mantiene en esta misma época en otros pasos de los borradores.

Pero es claro que lo que Marx quiere negar aquí es la necesidad del primer paso, del paso de la «formación primaria» a la «secundaria», como dice hegelianamente en los borradores.

No puede funcionar la escapatoria de mantener la dialéctica para el paso al socialismo y no para otros pasos. Eso no sería dialéctica en sentido fuerte.

7.4.3. El modelo del Capital no decide el caso.

«El análisis dado en El Capital no contiene, pues, ninguna prueba, ni a favor ni en contra, de la vitalidad de la comuna aldeana» (Carta a V.S., 8 de marzo de 1881, MEW 19, 243).

En El Capital quizás no, pero si en Misère y en el MC.

7.4.4. Por el laconismo mayor radicalidad que en los borradores:

«(…) pero el estudio especial que he llevado a cabo sobre ello, y para el cual me ha procurado material de fuentes originales, me ha convencido de que esa comuna es el punto de apoyo del renacimiento social de Rusia (…)» (Carta a V.S., 8 de marzo de 1881. MEW 19, 243)

Formulación más radical que en los borraadores.

7.4.5. La idea «proudhoniana» del desarrollo natural:

«(…) pero para que [MSL: la comuna aldeana] pueda actuar en este sentido, habría que eliminar antes las influencias destructivas que la acosan por todas partes, y luego asegurarle las condiciones normales de un desarrollo natural» (p. 243).

No menciona la variable externa de la revolución occidental, como tampoco en la carta de 1877 (nov?).

Y lo decisivo es la idea de evolución natural fuera del modelo europeo, es decir, no por dinámica interna negativa.

En conjunto, la conclusión o tesis de esta carta es la más radicalmente opuesta a la vulgata marxista.

7.4.5.1. Tal como estaba en los borradores: es de los pocos elementos analíticos recogidos en la breve carta:

«Contesto: porque en Rusia, gracias a una coincidencia única de circunstancias, la comuna aldeana, que aún existe a escala nacional, puede liberarse paulatinamente de sus rasgos primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente sobre la base de su coetaneidad con la producción capitalista puede apropiarse de los logros positivos de ésta sin atravesar sus terribles vicisitudes» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 385).

Desarrollo directo es desarrollo positivo, no por el zigzag de la negación de la negación.

«(…) si todos esos gastos hubieran servido para el ulterior desarrollo * de la comunidad aldeana, nadie rumiaría hoy lo de la “inevitabilidad histórica” de la aniquilación de la comuna: todos reconocerían en ella el elemento del renacer de la sociedad rusa y un elemento de superioridad respecto de los países todavía esclavizados por el régimen capitalista» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p.385) [cursiva MSL]

(*) Evidentemente, no por negación, sino positivo.

Además de la posibilidad de desarrollo sin negación de la negación, la hipótesis valora formas sociales por su calidad, no por su posición en el modelo dialéctico.

Valoración contrapuesta a a la de Engels.

«(…) la familiaridad del campesino con las relaciones del artel le facilita la transición del trabajo parcelario al cooperativo (…)» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 389).

La comuna rusa «Puede, pues, ser el punto de partida inmediato del sistema económico al que se inclina la sociedad moderna y empezar una nueva vida sin suicidarse. Habría que empezar, por el contrario, por ponerla en una situación normal» (Primer borrador a V.S., febrero.marzo de 1881, MEW 19, 391).

Esta aquí todo el abandono de la dialéctica: el desarrollo directo o positivo, «sin suicidio» (sin negación); y la situación normal, que es una idea por así decirlo proudhoniana (mantener el lado bueno), contraria a la tesis dialéctica del lado malo.

7.4.5.2. Y tal como estaba esbozado en la carta a O.S.:

«Este [MSL: Chernichevski, punto de partida] ha tratado en notable artículos la cuestión de si Rusia tiene que empezar por la destrucción de la comuna campesina, como lo postulan los economistas liberales, y luego pasar al régimen capitalista, o si, por el contrario, sin atravesar los tormentos de ese sistema puede apropiarse de todos los frutos del mismo, desarrollando sus propios presupuestos históricamente dados» (pp. 107-108).

Ya aquí, en 1877, está la inconsecuencia bajo la aparente sencillez de la cuestión: una cosa es aprovechar lo que un inevitable capitalismo ya ha hecho en otro sitio, para acelerar la negación de la negación, y otra desarrollar en continuidad positiva presupuestos no capitalistas. Lo segundo no es dialéctico, ni desarrollo por el lado peor.

La idea del aprovechamiento por la comuna rusa de los frutos el capitalismo podría dejarlo todo en una trivialidad, si no fuera por la otra idea de que la aldea desarrolla sus propios presupuestos positivamente. Esto es lo que se aparta del esquema dialéctico.

7.4.5.3. Y esa concepción no dialéctica fuerte se presenta como «teoría»: Llama «puramente teórico» a un punto de vista analítico nada dialéctico y del que se desprenderá la vitalidad de la comuna:

«Para estimar desde un punto de vista puramente teórico, esto es, siempre en el supuesto de condiciones de vida normales, los posibles destinos de la comuna aldeana (…)» (Primer borrador a V.S., febrero.marzo de 1881, MEW 19, 387)

7.4.6. La negación de la necesidad histórica del modelo es la formulación más explícita del abandono de la dialéctica fuerte

7.4.6.1. De un modo que incluso mina la tesis sobre Europa:

«Lo que amenaza la vida de la comuna rusa no es ni una necesidad histórica ni una teoría: es la opresión por parte del estado y la explotación por intrusos capitalistas que se han hecho poderosos gracias al mismo estado y a costa y cargo de los campesinos» (Segundo borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 400. última frase del borrador).

MSL: Exactamente igual que en Europa…

7.4.6.2. Explicación empírica y hasta exógena de la ruina de la comuna arcaica:

Toda la teoría histórica de la comuna primitiva tiene la finalidad de probar su «matürliche Lebensfähigkeit [viabilidad natural]» (p. 387).

Lo más importante es que incluso la explicación de la ruina de la comuna en Europa o fuera de Rusia, o en general, se da sin dialéctica, por empiria histórica, y por causas hasta completamente exógenas, aunque luego hable del «dualismo» interno de la forma más tardía (la agrícola):

«(…) Pero en todo caso la investigación ha avanzado lo suficiente para confirmar. 1º, que la capacidad de supervivencia de las comunidades primitivas fue incomparablemente mayor que la de las sociedades semíticas, griegas, romanas, etc y a fortiori que la de las modernas sociedades capitalistas; 2º, que las causas de su decadencia procede de la circunstancias económicas que les impidieron rebasar un determinado estadio de desarrollo, que proceden de milieus históricos que de ningún modo coinciden con el milieu histórico de la comuna aldeana rusa de hoy día» (p. 386)

Hay que entender que aquellas comunidades no dispusieron de alguien que les diera las técnicas necesarias para aumentar su productividad sin cambiar la estructura social.

La cosa no está claramente pensada, pero si más o menos oscuramente, como lo refuerza, si no lo confirma incluso, la manera crítica como se refiere, en el párrafo siguiente, a las leyes de la economía, haciendo que la política decida sobre ellas:

«Sin Henry Maine, por ejemplo, que un activo colaborador del gobierno inglés en su obra de destrucción violenta de las comunas indias, nos asegura hipócritamente que todos los nobles esfuerzos del gobierno por conservar aquellas comunas fracasaron ante la fuerza espontánea de las leyes económicas» (p. 386).

Y el mismo sentido tiene la idea de que la comuna se extinguió por muerte violenta:

«De un modo u otro esta comuna [MSL: la germánica arcaica] sucumbió en las guerras exteriores e internas; probablemente murió de muerte violenta» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 387).

7.4.6.3. Negación rotunda de la necesidad con aceptación de posibilidades alternativas:

El punto crucial de la ausencia de dialéctica necesidad hegeliana:

«Pero significa eso que en cualesquiera circunstancias el desarrollo de la “comuna agrícola” haya que tomar ese camino [de la disolución]?. De ninguna manera. Su forma básica admite esta alterativa: bien el elemento de propiedad privada contenido en ella vencerá sobre el elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del milieu histórico en que se encuentre… esas dos soluciones son a priori posibles, pero evidentemente cada una de ellas tiene por presupuesto un milieu histórico completamente diferente» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 388-389).

Es que el juego hegeliano es inaplicable. La negación de la comuna (la comuna = tierra colectiva [y] casa propia) sería: tierra privada o casa colectiva…

«Pero, ¿quiere eso decir que el recorrido histórico de la comuna agrícola tiene que conducir a ese resultado? De ninguna manera. Su dualismo interno permite una alternativa: o bien su elemento de propiedad triunfará de su elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del medio histórico en el que se encuentre» (Tercer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 404) [cursiva MSL].

Este concepto del medio, que es precisamente lo que enlaza su respuesta heterodoxa sobre la comuna rusa con la ortodoxia del modelo, es precisamente la destrucción de la dialecticidad fuerte del modelo, porque quita el protagonismo a la estructura y la dinámica interna por negación de las formaciones.

Si alguien arguye que hay que tomar todo el cosmos como campo, se responderá: entonces hay que añadir una visión más bien darwiniana, no hegeliana. Selección, valor de supervivencia. Adaptación.

7.4.7. El abandono efectivo de la dialéctica fuerte se revela también en la ausencia de léxico hegeliano en contextos en los que sería de uso obvio:

7.4.7.1. Apoyo en la ciencia positiva:

«Otra circunstancia favorable para la conservación de la comuna rusa (en su desarrollo) es que no sólo es contemporánea de la producción capitalista e incluso ha sobrevivido al período en el que ese sistema social se mostraba todavía intacto, sino que ese sistema social se encuentra hoy en Europa occidental igual que en los Estados Unidos en lucha contra la ciencia, contra las masas populares y contra las fuerzas productivas que engendra. En una palabra, encuentra al capitalismo en una crisis que no terminará sino con su abolición, con la vuelta de las sociedades modernas al tipo “arcaico” de propiedad colectiva o, como lo dice un autor norteamericano que no es nasa sospechoso de tendencias revolucionarias y que tiene en sus investigaciones el apoyo del gobierno de Washington, el nuevo sistema al que tiende la sociedad moderna “será un renacimiento del tipo social arcaico en una forma superior”.» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 386).

Un esquema totalmente hegeliano está dado sin Hegel, y con una autoridad positiva.

7.4.7.2. «Dualismo» en vez de «contradicción»:

Interesante y sorprendente desaparición del léxico hegeliano en un contexto muy adecuado para el mismo: la comuna agrícola no es «contradictoria», sino que presenta un «dualismo» fecundo y peligroso. Esta dicha la idea de la posible ruptura de la homeostasis, pero eso no es Hegel: Hegel sería la necesidad de eso por razones «lógicas»:

«Es fácil entender que el dualismo interno de la “comuna agrícola”» puede llenarla de gran vitalidad (…). Pero no es menos evidente que ese mismo dualismo puede convertirse con el tiempo en una fuente de descomposición» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881, MEW 19, p. 338).

«(…) el mismo dualismo [MSL: que el da vitalidad] puede convertirse con el tiempo en un germen de descomposición. Prescindiendo de todas las influencias dañinas que le llegan de fuera, la comuna lleva en su propio interior los elementos que la destruyen» (Tercer borrador a V.S. febrero-marzo de 1881, MEW 19, p. 404).

No se abandona la visión de la inestabilidad, pero si a) el léxico hegeliano para su descripción; b) la necesidad del cambio y su dirección.

La verdad es que siempre le obligó a eso el sentido común político-histórico: lo mismo dice lo de la ruina de las clases en lucha del M.C.

7.4.7.3. «Incompatibilidad»

«Por una parte [la producción capitalista] ha desarrollado notablemente fuerzas productivas sociales, pero, por otra parte, ha mostrado su propia incompatibilidad (Unvereinbarkeit) con las fuerzas engendradas por ella misma. Su historia no es sino una historia de antagonismos, crisis, conflictos y catástrofes (Antagnismen, Krisis, Konflikten und Katastrophen)» (Segundo borrador a VS., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 397).

Léxico no hegeliano para asuntos muy hegelianizables.

También «dualismo» (p. 399).

7.4.8. El poco o ningún uso de la dialéctica fuerte en la tesis sobre la obschchina va acompañado de un estilo inductivo:

«Desde el punto de vista histórico [MSL: ¿y por qué no dialéctico?], el único argumento serio que se podría aducir en favor de la disolución inevitable de la comuna de los campesinos rusos es el siguiente: si se mira a un pasado muy remoto, se encuentra por todas partes en la Eurooa occidental la propiedad colectiva de un tipo más o menos arcaico; esa propiedad ha desaparecido en todas partes con el progreso social. ¿Por qué habría de sustraerse a ese destino sólo en Rusia?» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, pp. 384-385).

7.4.9. Y, sobre todo, por una tendencia a ver la teoría como un modelo hipotético:

«Así, pues, en el caso de este movimiento en el oeste se trata de la conversión de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. En cambio, en el caso de los campesinos rusos habría que transformar su propiedad colectiva en propiedad privada. Se afirme o se niegue la inevitabilidad de esa transformación, las razones en favor o en contra no tienen nada que ver con mi análisis de la génesis del orden capitalista. Lo más que se podría inferir de él es que, a la vista de la situación presente de la gran mayoría de los campesinos rusos, el acto de su transformación en pequeños propietarios no sería más que el prólogo de su rápida expropiación» (Tercer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 401).

Este tercer borrador vuelve a posiciones del primero, incluso más radicalmente: el modelo es condicional sólo aplicable al paso de propiedad privada personal a propiedad privada capitalista: no dice nada sobre paso de propiedad colectiva a propiedad privada, sobre lo que Marx no tenía «ninguna duda» en el borrador segundo.

7.4.10. En el mismo sentido no incluido en el modelo dialéctico se mueven ciertas argumentaciones técnicas:

«Incluso desde el punto de vista puramente económico, Rusia no puede salir del callejón sin salida en que se encuentra su agricultura más que mediante el desarrollo de su comuna aldeana; sería un vano esfuerzo la de intentar salir de él mediante la relación capitalista inglesa de arrendamiento: todas las condiciones agrícolas del país se oponen a eso» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 391).

Razonamiento por economía en sentido técnico, sin dialéctica histórica.

7.5. Pero ese eclipse de la dialéctica fuerte –que, como veremos, es problemático– no es la única dificultad que plantea el análisis por Marx del caso ruso y sus tesis al respecto.

7.5.1. Como ya he sugerido, su explicación del caso ruso mina su explicación del occidental:

«Tras la sedicente emancipación de los campesinos el estado puso a la comuna rusa en condiciones económicas anormales, y desde ese momento no ha dejado de oprimirla con ayuda de las fuerzas sociales concentradas en sus manos» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p. 393).

Es muy significativo que llame «anormales» a las condiciones obviamente dadas en un desarrollo capitalista incipiente.

«(…) los portavoces de las “nuevas columnas de la sociedad” describen las heridas que ellos mismos han infligido a la comuna como síntomas naturales de su decrepitud» (Primer borrador a V.S, febrero-marzo de 1881, MEW 19, p. 394).

Lo mismo habría sido posible decir de la Europa occidental, destruyendo el modelo suyo. Pues es claro que lo ascendente en Rusia eran «las nuevas columnas de la sociedad».

Diferencia entre pasado y presente.

Observación sobre Sir Henry Maine y la aldea india.

7.5.2. La justificación de su tesis rusa le obliga a presentar a posteriori su modelo europeo unas veces como idiográfico. Otras como nomotético hipotético.

7.5.2.1. Pero con el muy interesante producto de una explicación causal de lo singular histórico, ya desde la carta a O.S:

«El capítulo sobre la acumulación originaria se propone sólo describir el camino para el cual en la Europa Occidental el orden económico capitalista nació del seno del orden económico feudal» (Carta a O.S., nov 1877, MEW 19, p. 108).

«¿Qué aplicación a Rusia podría hacer mi crítico de ese esbozo histórico [MSL: Del capítulo sobre a acumulación originaria]? Simple y exclusivamente ésta: si Rusia aspira a convertirse en una nación capitalista según modelo europeo1 –y en los últimos años ha estado dispuesta a cargar con mucho esfuerzo en este sentido–, no conseguirá sin transformar antes una buena parte de sus campesinos en proletarios; y entonces, una vez arrastrada al torbellino de la economía capitalista, tendrá que soportar las leyes implacables2 de ese sistema, exactamente igual que los demás pueblos profanos3. Eso es todo. Pero demasiado poco para mi crítico. El está absolutamente obligado a transformar mi esbozo histórico del origen del capitalismo en Europa occidental4 en una teoría filosófico-histórica del proceso evolutivo general, prescrito por el destino a todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas en que se encuentren, para llegar finalmente a la formación económica que, con el florecimiento máximo de las fuerzas productivas del trabajo social, asegura el desarrollo más omnilateral del ser humano.Pero que me perdone(Esto es hacerme al mismo tiempo demasiado honor y demasiado agravio). Tomemos un ejemplo» (Carta a O.S., nov 1877, MEW 19, p. 111).

1) El condicional muestra que eso no es inevitable y, por lo tanto, que tampoco lo son las etapas del camino, ni el camino mismo, sino que aquí sólo hay un modelo hipotético, teórico.

2) El «implacable» no debe ocultar su naturaleza de evitables.

3) Resto de polémica antiesclavista.

4) Reducido a eso, su modelo no tiene necesidad de Hegel.

Sigue el caso romano, como en El Capital, pero con comentario. El ejemplo de Roma hace realmente al modelo un modelo histórico, no repetible, explicación (no «comprensión»), de algo singular. Eso si que es destrucción de la dialéctica, porque los términos o categorías que usa, principalmente «milieu», no estaban dados en el modelo dialéctico.

El ejemplo romano lleva una coda metodológica. V. ficha 12.

[Ficha 12] Tesis teórico-metodológica más profunda, que sigue al ejemplo de Roma:

«Acontecimientos de llamativa analogía, pero que se desarrollan en un milieu histórico diferente, condujeron, pues, a resultados completamente diferentes. Si se estudia cada uno de esos desarrollos por sí mismo y se comparan luego unos con otros, se hallará fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello con la clave universal de una teoría de filosofía de la historia cuya mayor excelencia consiste en ser suprahistórica» (Carta a O.S., nov 1877, MEW 19, p.112).

Como lo sería la dialéctica.

8. La reacción de la ortodoxia en formación fue la minimización

8.1. Empezando por Engels:

«Dada la multiplicidad de formas tanto de la propiedad de la tierra como de la explotación de los productos agrícolas en Rusia», escribió Engels en el prólogo al libro tercero del Capital, «en la sección sobre la renta de la tierra, Rusia tenía que desempeñar la misma función que Inglaterra en el libro primero, a propósito del trabajo asalariado industrial» (Karl Marx, Das Kapital, Band 3, Berlin 1959, p. 8).

Engels ha empezado esta lectura minimizadora, cosa muy natural: él cree estar editando un pensamiento acabado, según lo mejor de la crítica que le hace Rubel.

8.1.1. Con justificación en Marx:

«Me había mandado desde San Petersburgo todo un paquete de libros y publicaciones oficiales, pero ha sido robado, probablemente por el gobierno ruso. (…) material absolutamente necesario para el capítulo del volumen segundo en el que estudio la propiedad de la tierra, etc, en Rusia» (Marx a Piotr Lavrovich Lavrov, 11/2/1875).

Justificación de la opinión ortodoxa sobre la posición de Marx acerca de Rusia.

8.1.2. Y afirmación rotunda en el dogmatismo oficial:

«A principios de los años setenta emprende Marx un estudio intensivo de fuentes originales rusas acerca de la propiedad de la tierra y de las condiciones agrícolas en general. El análisis de la economía rusa, particularmente en el de la producción agrícola, ocupó un lugar muy importante en los trabajos preparatorios de Marx para el libro tercero del Capital.» (MEW 19, prólogo editores, XXIII).

Ya esta presentación es una manera de minimizar el asunto: el estudio de Marx se debería sólo –eso es lo que se sugiere– a que tiene que tratar los problemas de la renta de la tierra. Se ignora la pregunta político-teórica de Vera Sassúlich y los problemas teóricos de la respuesta.

«[…] En 1877 la caída del zarismo le parecía a Marx inminente. Pensaba que la revolución rusa crearía condiciones favorables para la victoria del proletariado europeo occidental*, mientras que, por su parte, el proletariado europeo occidental podría ayudar a evitar a Rusia el camino de desarrollo capitalista. Esta concepción de Marx no tenía nada en común con el sueño de los populistas** de llegar al orden social sin desarrollo de la gran industria, sólo con la ayuda de la comunidad aldeana rusa» (MEW 19, Prólogo editores, XXIX)

(*) Interpretación falsa, por asimilación con Engels 1875 y Marx/Engels 1882.

(**) Sus propios corresponsales.

Minimización máxima. El vicio fundamental es dar por clara y segura la doctrina de Marx al respecto. Luego, el pasar por alto la cuestión del estatuto de la teoría que «no es clave». Luego, el pasar por alto la recusación de la filosofía de la historia. Por último, ocultar la oposición de todo eso a la vulgata marxista.

8.2. Pero ya antes, el primero que, sin oficialismos, escribió sobre la carta a V. S: Boris Nicolaievski.

8.2.1. Subrayado de los pasos ortodoxos, con identificación Marx-Engels:

«Las dos explicaciones [MSL: prólogo de 1882 a la 2ª edición rusa del MC, y siete años antes, la polémica de Engels en Tkachov] muestran en su conexión interna que tanto Marx como Engels rechazaban las ideas, representadas por los revolucionarios rusos denominados narodniki, de que Rusia podía por sí sola, sin ayuda de la revolución de los trabajadores europeos, realizar ese salto» (Boris Nicolaievski, «Marx und das russische Problem», Die Gesellschaft año 1, nº 4, julio de 1924. En Aricó, 10).

8.2.2. Sin embargo, registra que la tesis ortodoxa no está en Marx:

«Esta concepción precisa [MSL: la ortodoxa de la ficha 56] no se halla todavía en el escrito marxiano de 1877 [MSL: que es posterior a Engels 1875], donde Marx se contenta con alusiones generales a la posibilidad de que Rusia pudiera obviar el estadio del capitalismo.» (B. Nicolaievski, Aricó 11)

No son alusiones generales: son afirmaciones claras, pero sin justificación por su propia teoría –ni siquiera la justificación posterior–, lo que molesta a B.N. y lo que hizo tal vez que Marx no enviara la carta (como tampoco, luego, la teoría escrita para V.S. Marx no estuvo nunca satisfecho de su razonamiento al respecto).

8.2.1.1. Pero falsea la cronología:

«La carta [MSL: a Otechestvennie Sapiski] no da ningún informe de las condiciones que permitirían a Rusia decidir el camino que había tomado desde 1861. Pero se puede suponer que esta explicación general obedecería a las mismas consideraciones contenidas ya en las citadas manifestaciones de Marx y Engels» (B. Nicolaievski, Aricó11).

Mal razonamiento: no hay tal ya para Marx, que no había escrito aún sobre Rusia, sino sólo para Engels 1875.

«La carta de Marx [MSL: a Vera Zasúlich] muestra que en su primitiva formulación de la cuestión del desarrollo social en Rusia había un nuevo matiz. Como esta carta no estaba destinada a su publicación, naturalmente no influyó en ella consideración de ningún tipo relacionada con la censura. Sin embargo, no hay en ella ni una palabra acerca de la revolución de los trabajadores en Occidente» (B. Nicolaievski, Aricó, pp.12-13).

La observación es importantísima, pese al error del «nuevo matiz»: era nuevo para Engels 1875, no para Marx 1881. Por lo demás, en los borradores ignorados por B.N. la cosa es muy complicada: la revolución europea aparece enérgicamente en el 2º., pero no en el 1º ni en el 3º.

La mala interpretación de B.N. se traiciona en el absurdo de hablar de matiz nuevo en una formulación primitiva.

Por su incapacidad de admitir la tesis de Marx, B.N. tiene que construir la fantástica explicación que refutaría Riazánov.

8.2.3. Da malas lecturas:

«La intencional oscuridad [MSL: de la carta de Otechestvennie Sapiski]de esta parte de la carta tal vez deba atribuirse a que estaba dirigida a una revista que aparecía legalmente en San Petersburgo, donde, por razones de censura, era evidente que no podía hablarse de revolución de los trabajadores» (B. Nicolaievski, Aricó,11).

La estimación es falsa y contradice al tenor literal de la carta.

8.2.4. Aunque reconoce honradamente la novedad:

Más todavía, el tono general de la carta contiene cierta gravedad polémica contra quienes ponían en duda la evolución socialista de la comunidad campesina rusa. Al contrario de sus anteriores declaraciones al respecto [MSL: en realidad, de la evidencia de su modelo] observa firmemente Marx a finalizar su carta que su especial estudio de esta cuestión le había llevado a la convicción de que «esa comuna es el punto de apoyo para la regeneración social en Rusia».

Para entender este matiz en la respuesta de Marx debemos examinar brevemente su posición respecto del movimiento revolucionario ruso.

Esta posición varió con el tiempo. En los sesenta Marx no creía en la seriedad del movimiento ruso» (B. Nicolaievski, Aricó,13)

La observación es muy importante: no creía [en la seriedad del movimiento ruso], por antieslavismo y por la fuerza de su modelo de filosofía de la historia.

8.2.5. Que intenta explicarse con una fabulación, tanto le padece inadmisible lo que dice Marx:

«En estas circunstancias [Marx] tenía que ser particularmente cuidadoso al tratar cuestiones en que sus ideas de apartaban de las de los revolucionarios rusos [MSL: ¡Pero sí se opone a los marxistas!]. No cabe ninguna duda de que en el estudio de la forma que daría a la carta a Vera Zasúlich influyó mucho el escribirla en un momento en que la lucha terrorista en Rusia alcanzaba un punto culminante y los ojos de todo el mundo estaban fijos en el movimiento revolucionario ruso. También Eduard Bernstein en sus recuerdos señala que en sus últimas conservaciones con Engels había sacado la impresión de que tanto éste, como Marx, por respeto a la ideología de la revolucionaria rusa», disimulaban de momento su escepticismo acerca de las posibilidades de evolución socialista de las comunidades campesinas rusas. La misma impresión produce varias observaciones de Engels en su advertencia final a Soziales aus Russland.» (B. Nicolaievski, Aricó,15)

Engels produce esa impresión. Los ortodoxos tuvieron que cegarse o sentirse traicionados por Marx.

[Ficha 64] La especulación [policíaca] que refutará Riazánov: Vera Zasúlich, Axelrod y Plejánov, como miembros del Cherny Perediel, escindido de la Naródnaia Vólia, serían para Marx enemigos.

«Todas estas circunstancias determinan la actitud de Marx en su carta a Vera Zasúlich. No podía dejar sin respuesta a Vera, que había atraído hacia sí la atención del mundo entero con su atentado contra el general Trepov, capitán de la guardia urbana de San Petersburgo. Pero le contestó con suma reserva, lacónica y cautelosamente; al parecer temía dar argumentos a aquellos que consideraba sus contrarios, contra las personas que entonces eran sus íntimos.

Estas son las causas, hasta donde se puede asegurar actualmente, que hicieron a Marx responder como lo hizo a Vera Sasulich. Para otra explicación, como por ejemplo, que Marx estaba entonces dispuesto a hacer concesiones esenciales a las concepciones de los narodniki, no hay ninguna razón» (B. Nicolaievski, Aricó, p. 16)

Con la ortodoxia fijada, el pensamiento de Marx puede parecer concesión a concepciones no marxistas. Claro que ésa era una línea de desarrollar una tradición.

Nicolaievski, aunque muy interesante, ignora todo lo decisivo:

– ¿por qué no envió Marx la carta a O.S y desechó los borradores a V.?;

– ¿qué pasa con la necesidad interna dialéctica?,

– ¿Cómo estimar el zurcido de la inconsecuencia teórica?

8.3. Riazánov.

8.3.1. Observa que la ortodoxia reprimió el recuerdo de la carta de Marx a V.S.:

«Hay que reconocer que este olvido, precisamente teniendo en cuenta el especial interés que tal misiva debía haber provocado, tiene un carácter muy singular y probablemente ofrece a los psicólogos de profesión uno de los más interesantes ejemplos de las extraordinarias insuficiencias del mecanismo de nuestra memoria.» (David Riazánov, «Vera Zasúlich y Karl Marx», en Aricó, 22/23).

Altro ché…

8.3.2. Refuta la fabulación de Nicolaievski:

[Ficha 70] «Como se deja ver en los borradores que publicamos, [Marx] tuvo el propósito de responder ampliamente [a V.S.]. La opinión de Nicolaievski de que su descontento con el grupo del Cherny Perediel le había hecho abstenerse de una respuesta, después pública y extensa es pues, manifiestamente errónea. Su toma de posición respecto de los partidarios de Cherny Perediel tampoco habría influido en Marx aunque hubiera sabido que Zasulich pertenecía a ese partido. Ni Hartmann ni N. Morosov, que informaron a Marx acerca de la escisión de «Tierra y libertad» podían comunicar nada desfavorable acerca de Vera Zasúlich. Por eso me atengo a la suposición, que ya manifesté en mis conferencias sobre Marx y Engels, de que sólo su capacidad de trabajo, que se iba reduciendo, como puede observarse en los borradores, le impidió contestar tan ampliamente como había pensado al principio» (David Riazánov, «Vera Zasúlich y Karl Marx», en Aricó, p.23).

La razón es admisible, pero incompleta. Rehúye el problema teórico y su otro síntoma: ¿por qué escribió, pero no envió, cuatro años antes, la carta de mismo tenor a O.S.?

8.3.3. Tesis propia: Marx no ha redondeado los borradores y ha renunciado a su envío por falta de capacidad de trabajo:

[Ficha 70: texto anterior de Riazánov]

8.3.4. Minimización elegante de la cuestión:

«Más razón tenía Bernstein cuando afirmaba que Marx y Engels “durante cierto tiempo con esa expresión disimularon su escepticismo”, para no decepcionar demasiado a los revolucionarios rusos que, como ellos sabían, “atribuían una gran importancia a la cuestión de la propiedad comunal”. En los borradores que aquí publicamos este escepticismo se manifiesta con bastante claridad» (D. Riazánov, en Aricó, p. 24).

En primer lugar, eso no es la cuestión que me importa, sino la filosófica-científica.

Además, no estoy de acuerdo: primero Marx no sólo es escéptico sobre la obschchina –como lo es sobre toda la izquierda rusa, por prejuicio germánico–, sino que ignora la cuestión. Luego cambia, cosa que no hace Engels.

8.4. La tesis de Riazánov posibilita una respuesta –que no me convence– a una cuestión de la mayor importancia: ¿por qué no envió Marx sus borradores a V.S.?

8.4.1. Cuestión deformada por MEW

«Como se puede ver por (…) los borradores (…) de la respuesta a Vera Sassúlich, Marx sopesó del modo más cuidadoso cada formulación antes de redactar su respuesta definitiva, relativamente breve» (MEW 19, prólogo editores, XXV).

Puro falseamiento para evitar la evidente vacilación de Marx.

8.4.2. Pero no contesta a la pregunta: ¿Y por qué no envió la carta en limpio a O.S.?

9. Mi opinión: inseguridad de Marx acerca de sus argumentaciones, no de sus tesis.

9.1. El abandono del fatalismo dialéctico, que Engels mantiene, y del consiguiente eurocentrismo no es consecuentemente pensado, ni tal vez del todo consciente.

9.2. El argumento por el milieu es sin duda una búsqueda de consistencia teórica.

9.2.1. Aun reforzada por la interpretación de las posibles alianzas de clases en Rusia:

Razón de carácter revolucionario del desarrollo de la comuna rusa sobre su base, o directamente:

«Pero frente a ella se yergue la gran propiedad que tiene en sus manos casi la mitad del suelo, y precisamente la parte mejor, por no hablar de los dominios estatales. Precisamente por eso la conservación de la “comuna aldeana” en el camino de su ulterior desarrollo coincide con el movimiento general de la sociedad rusa, cuyo renacimiento sólo se puede conseguir a ese precio» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, pp.390-391).

9.3. Además, Marx ha mantenido el modelo histórico-universal: simpliciter:

«En cuanto última fase de la formación primitiva de la sociedad, la comuna agrícola es, al mismo tiempo, una fase de transición a la formación secundaria, esto es, transición de la sociedad fundada en propiedad colectiva a la sociedad fundada en sociedad privada» (Tercer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 404)

Manifiesta formulación de un modelo universal:

Hay que trabajarlo todo dentro de ese marco. Una versión conservadora u ortodoxa diría:

«No hay nada nuevo; simplemente, algunas sociedades pueden saltar directamente de la formación primaria a la terciaria (y obsérvese lo hegelianamente triádico que sigue siendo Marx), si son coetáneas de sociedades secundarias bien desarrolladas». No hay duda de que el mismo Marx construye ese argumento –que es el de Engels– sobre todo en el segundo borrador y, con Engels, en el prólogo a la 2ª edición rusa del MC. Pero ocurre que tanto en el primer borrador cuando en el tercero, Marx lanza su pensamiento por otro rumbo, abandonando resueltamente la necesidad unívoca del camino de la negación y la negación de la negación, porque está admitiendo una entidad evolutiva, no dialéctica. Esto es muy natural, porque ha admitido previamente (por constatación empírica) una entidad intermedia, precisamente la comuna agrícola, con propiedad colectiva (de la tierra, bosques, baldíos, etc) y privada (de casa y aperos), y otra entidad también intermedia, la nueva comuna germánica. ¿Qué sería la negación de eso? Depende, no hay necesidad dialéctica, no hay determinación puede imponerse cualquiera de los dos rasgos o elementos constituyentes de la entidad intermedia, sin ninguna logicidad, sin más necesidad interna que la búsqueda de un equilibrio cualquiera.

9.3.1. Aunque con presentación más bien inductiva:

«La “comuna aldeana” se encuentra también en Asia, entre los afganos, etc, pero en todas partes representa el tipo más reciente, última palabra, por así decirlo, de la formación arcaica de las sociedades*» (Tercer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, p.403).

(*) Está suponiendo un modelo histórico universal.

Es de toda evidencia que sigue sosteniendo un modelo universal. Hay que distinguir , pues, entre universalidad y dialéctica o filosofía de la historia. Lo segundo implica lo primero pero no al revés. La afirmación de un modelo universal puede ser también inductiva.

«La “comuna agrícola” fue la primera agrupación social de hombres libres no estrechada por lazos de sangre» (Tercer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 403).

La dicción supone modelo universal.

9.3.2. Y como modelo:

Clara persistencia de la validez del modelo del Capital, pero obviamente condicional, «tendencial»:

«¿Por qué quieren [MSL: los miembros de “las nuevas columnas de la sociedad”] matar la gallina de los huevos de oro [MSL: la obschchina]?

Sencillamente porque los hechos económicos, cuyo análisis me llevaría demasiado lejos, han revelado el secreto de que el estado actual de la comuna no se puede ya mantener, y que ya por el mero curso necesario de las cosas [cursiva MSL], dejará muy pronto de ser concorde con los tiempos la presente manera de explotar a las masas populares. Por consiguiente, hace falta algo nuevo, y esa novedad insinuada bajo las formas más diversas desemboca siempre en lo siguiente; abolir la propiedad colectiva, constituir como clase media rural la minoría más o menos acomodada de los campesinos y transformar en proletarios corrientes a la gran mayoría de los campesinos» (Primer borrador a V.S., febrero-marzo de 1881. MEW 19, 394).

El paso es de la mayor importancia: a) mantiene el modelo europeo como modelo no-europeo (no «histórico»· singular), sino teórico o hipotético; b) pero lo presenta no como algo que se hace sin saberlo, según la célebre fórmula del Capital, sino como algo buscado conscientemente por la clase ascendente; c) la condicionalidad del modelo lo exime de filosofía de la historia.

9.4. Y ha sido, al menos en la intención, hegeliano hasta el final: la valoración de la Misère:

«Lo que nos ha decidido a reimprimir este libro, cuya primera edición está agotada, es el hecho de que contiene los gérmenes de la teoría desarrollada en El Capital después de veinte años de trabajo. Por consiguiente, la lectura de la Misère de la philosophie y del Manifiesto del Partido Comunista, publicado por Marx y Engels en 1848, puede servir de introducción al Capital (…)» (Marx, nota para la edición de la Misère de la philosophie en L’Egalité, marzo de 1880. MEW 19, 229).

Hasta al final está manteniendo conscientemente Marx a Hegel como base de la teoría del Capital.

10. Por tanto, no se puede hablar de cambio filosófico realizado plenamente por Marx: se ha sentido teóricamente inseguro, y por eso no ha enviado sus desarrollos teóricos, sino sólo sus conclusiones políticas.

10.1. Pero para la posteridad eso indica claramente posibilidades de reconstrucción no hegeliana, no dialéctica fuerte, sin resto de fatalismo y «destinos» a lo Engels o a lo Heidegger.

10.2. Y Marx mismo, ¿por qué descontento de sus argumentos, se ha satisfecho, en cambio, con su toma de posición?

10.2.1. Por politicismo.

10.2.2. Como lo percibió Nicolaievski:

«Su posición respecto del movimiento ruso se modificó decisivamente cuando los revolucionarios rusos pasaron a la lucha política directa contra la autocracia. Marx vio mejor que ningún otro la importancia internacional de la caída de la autocracia rusa y por eso, a partir de 1879*, se convirtió en apasionado defensor del movimiento revolucionario ruso o mejor del partido Naródnaia Vólia (La Voluntad del Pueblo), que trataba de orientar el movimiento hacia la lucha política. Marx siguió atentamente todos los detalles del movimiento, mantuvo correspondencia con el comité ejecutivo de los terroristas rusos (el “comité de San Petersburgo”», en la carta supra) y tuvo trato personal con los representantes de este comité que moraban en el extranjero. Muestra hasta qué punto se interesaba Marx en el movimiento ruso el ejemplar, procedente de su biblioteca y actualmente en el archivo del partido alemán, de los miembros proletarios del Naródnaia Volia. El ejemplar contiene abundantes notas y subrayados de Marx, testimonio de que estudió muy a fondo este importantísimo documento histórico» (B. Nicolaievski, en Aricó, 14).

(*) Pero la carta a O.S. es de 1877.

Interesante para la clave política.

10.2.3. Y como lo expresó el viejo Marx en la Crítica del Programa de Gotha (1875):

«Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas» (Marx, Kritik der Gothaer Programmas. Carta a Bracke del 5/5/1875. MEW 19, 13).

10.3. En cuanto a la concepción de ciencia del Marx viejo, sigue teniendo, como he dicho, la oscuridad del idealismo hegeliano y joven-hegeliano.

10.3.1. Que el último Colletti ha visto tardíamente, tirando el niño con el agua del baño, al hablar de esterilidad científica de Marx:

«Esta doctrina [el marxismo] unió justamente aquello de cuya separación nació –en un parto lago y doloroso– el pensamiento crítico moderno1. Dicho de otro modo, el marxismo conjugó y mezcló “ciencia e ideología”, “conocimiento” y “esperanza”, “hechos” y “valores”. Y figura hoy como la más ambiciosa tentativa de discutir el resultado más alto de la cultura contemporánea, lo que Max Weber llamó el “«desenlace del mundo”: la tensión y la oposición irreductible que separan la racionalidad moderna de la primordial exigencia “narcisista” o “antropocéntrica” (la “vieja alianza” de que hablaba Jacques Monod) de una representación del mundo hecha en función del acuerdo con el “deseo de salvación” del hombre y de sus exigencias de “seguridad” ontológica. Justamente lo que constituyó la causa de la íntima incoherencia del marxismo y su esterilidad cognoscitiva es, pues, la razón primera de su éxito y de su eficacia histórica» (Lucio Colletti, «Marx, ¿profeta o científico?», Vuelta, nº 79, junio de 1983, p. 33).

(1) La descripción es mala, porque eso ocurrió después.

Es exagerado lo de la esterilidad. Cfr. Schumpeter, Miroshima, etc.

El viejo Marx, al renunciar a la filosofía de la historia, modifica en mucho el arranque, evidentemente pre-crítico, de su pensamiento.

En cuanto a Colletti, su posición ahora es de una reaccionaria negativa al programa de una política socialista de base científica. Es el fundamento político de su negativa implícita, en el campo conceptual, a traducir a Marx a lenguaje empírico claro y valorativo claro.

10.3.1.1. Por ignorancia, sin duda, y por el burdo positivismo de segunda mano y retrasado que ha adoptado en su tardía conversión.

10.4. Pero, en cambio, la práctica científica de este viejo Marx arroja claramente una ganancia de espíritu empírico en unión con las motivaciones políticas.

11. El importantísimo conjunto de borradores y cartas sobre la obschchina no es el único caso de revisión interesante del viejo Marx. Hay otros de interés:

11.1. Por ejemplo, sobre la relación entre guerra y revolución, 1874, 1880:

«La situación europea general es tal que empuja cada vez más a una guerra europea general. Tenemos que pasar por ella antes de poder pensar en cualquier eficacia externa decisiva de la clase trabajadora europea» (Marx a Sorge, 4/8/1874)

«Me habían mandado desde San Petersburgo todo un paquete de libros y publicaciones oficiales, pero ha sido robado, probablemente por el gobierno ruso (…) material absolutamente necesario para el capítulo del volumen segundo en el que estudio la propiedad de la tierra, etc. en Rusia» (Marx a Piotr Lavrovich Lavrov, 11/2/1875)

Justificación de la opinión ortodoxa sobre la posición de Marx acerca de Rusia.

11.2. También hay otros contextos de ampliación de su interés más allá de su teoría «ortodoxa»:

11.2.1. Atención a revoluciones ajenas a su modelo:

Ficha 243. Carta de Marx a Laura Lafargue desde Argel, 13-14/4/1882.

¿En qué tipo de movimiento revolucionario pensaba?

11.2.2. Análisis físico-económico de las crisis agrícolas:

«Por lo que hace a la crisis agraria, se desarrollará, cobrará intensidad e irá acercándose a un punto culminante para acarrear una revolución completa de las relaciones de propiedad en el campo, con entera y completa independencia respecto de los ciclos de las crisis comercial-industriales» (Marx a Danielson, 12/9/1880).

«Como el suelo está agotado y no recibe las sustancias que necesita –mediante abonos artificiales, vegetales y animales–, arrojará de acuerdo con el cambiante favor del clima, o sea, en circunstancias independientes de la influencia humana, cosechas de dimensiones muy diferentes, aunque, si se considera todo un período, por ejemplo, el de 1870-1880, se manifiesta concluyentemente el carácter estancado de la producción. Dados esos supuestos, unas buenas condiciones climáticas, a causa de asido consumo y de la liberación del abono mineral aún presente en el suelo, preparan el camino a un año de hambre, mientras que, viceversa, un año de hambre, y todavía más una sucesión de años malos, hacen que vuelvan a acumularse los minerales en el suelo y que ejerzan su efecto al reanudarse las condiciones climáticas favorables. Semejante proceso ocurre, como es natural, en todas partes, pero en otras se regula por la intervención correctora del agricultor. Mas donde el hombre –por falta de medios– ha dejado de ser una “fuerza” ese proceso se convierte en el único factor regulador.« (Marx a Danielson, 19/11/1881.

12. Las principales novedades –incluidos los borradores y la carta a V.S., de febrero-marzo de 1881– son de años de pésima salud y de muerte. En la correspondencia de la época es frecuente el testimonio de la decadencia física y psíquica:

12.1. Desde la muerte de su mujer en diciembre de 1881, además de empeorar físicamente, entra en una melancolía que él mismo llamó profunda, como en la carta desde Argel del 1 de marzo de 1882:

«Insomne, inapetente, mucha tos, algo perplejo, no sin sufrir de vez en cuando accesos de una profunda melancolía, como el gran Don Quijote» (Marx a Engels, desde Argel, 1/3/1882).

12.2. A menudo se encuentra en estados de irritación que exasperan la aspereza de un carácter que siempre fue agrio, excepto para sus hijas y su mujer:

12.2.1. Incluso contra Engels:

Ficha 240.

«(…) mi salud mejoró tanto que las gentes se asombraban cuando volvía Londres. Pero entonces, en Ventnor, tenía tranquilidad; en Londres, por el contrario la agitación de Engels (también Lafargue, que es un charlatán, sostenía que lo único que me hacía falta era “pasear”, aire fresco, etc.) me ha desequilibrado en realidad: me di cuenta de que no podía aguantarlo más; de ahí mi impaciencia por marcharme de Londres a toda costa. Las personas de pueden asesinar a uno por puro sincerisimo amor; y nada más peligroso en estos casos para un convaleciente.» (Marx a Jenny Longuet desde Argel, 2713/1882)

Depresión y autoengaño («convaleciente»)

12.2.2. O contra sus yernos:

«Lafargue tiene la fea cicatriz de la raza negra: no tiene ningún sentimiento de vergüenza, quiero decir, vergüenza de ser ridículo.” (Marx a Engels desde Ventnor, 11111/1882).

Además de la irritación final contra sus íntimos, el prejuicio.

«Longuet último proudhonista y Lafargue último bakuninista. Que le diable les emporte!» (Marx a Engels desde Ventnor, 11/11/1882)

El resentimiento contra los inmediatos, y la soberbia intelectual y el profetismo apologético.

12.3. Hay incluso un período de obnubilación en los primeros meses de 1882, del que se da cuenta:

«Mon cher, a ti, como a otros family members, os llamará la atención mis faltas de ortografía, construcción, mala gramática; siempre me doy cuenta, como estoy tan distraído, post festum. Shows you que en cuanto a sana mens in sano corpore todavía algo cojear. By the by, seguramente se hará la reparación» (Marx a Engels desde Argel, 28-31/3/1882).

«Cuando escribí al curita holandés lo tenía todo presente; luego está toda mi enfermedad y la pérdida de mi mujer; un período de largo oscurecimiento de la cabeza.» (Marx a Engels desde Vetnor, 8/11/1882).

12.4. Y una final necesidad intimista

12.4.1. Con precedentes:

«Me habían mandado desde San Petersburgo todo un paquete de libros y publicaciones oficiales, pero ha sido robado, probablemente por el gobierno ruso (…) material absolutamente necesario para el capítulo del volumen segundo en el que estudio la propiedad de la tierra, etc en Rusia.» (Marx a Piotr Lavrovich Lavrov, 11/2/1875).

Justificación de la opinión ortodoxa sobre la posición de Marx acerca de Rusia.

12.4.2. Que se frustra por la muerte de su hija Jenny

«Necesito descanso absoluto, sólo con tu familia, nº 11, Boulevard Thires. Tuyo, O (ld=) N (ick)».

«Entiendo por “descanso”, “vida familiar”, el “ruido de los niños”, ese “mundo microscópico” que es mucho más interesante que el “macroscópico”» (Marx a Jenny Longuet, desde Cannes, 4.6.1882).

Una macroscópico y microscópico con tono emocional contrapuesto incluso al uso de «microcosmos» en los borradores da Vera Zasúlich.

13. El viejo Marx vive intensamente la frustración final:

13.1. La irresolución teórica del complejo obschina lo revela.

13.2. Igual que el testimonio de Tussy. «Hacer algo»

13.3. Para honra suya.Y fecundidad posterior de alumnos, no de discípulos (Alfons Barceló).

Nota edición: Alfons Barceló fue compañero de Sacristán en la Facultad de Economía y Empresa. En 1972, jugó un papel decisivo en su reincorporación (momentánea, un curso) a la Facultad. Véase A. Barceló, «Noticia y recuerdo de Manuel Sacristán» https://mientrastanto.org/243/ensayo/noticia-y-recuerdo-de-manuel-sacristan/.

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2. Sobre el Marx tardío

Las siguientes anotaciones de Sacristán en torno el volumen 19 de MEW [Marx-Engels-Werke] sobre el Marx tardío.

I. DEL VORWORT [PRÓLOGO] DE LOS EDITORES

1. Y afirmación rotunda en el dogmatismo oficial:

«A principios de los años setenta emprende Marx un estudio intensivo de fuentes originales rusas acerca de la propiedad de la tierra y de las condiciones agrícolas en general. El análisis de la economía rusa, particularmente en el de la producción agrícola, ocupó un lugar muy importante en los trabajos preparatorios de Marx para el libro tercero del Capital» (MEW 19, Prólogo editores, XXIII).

Ya esta presentación es una manera de minimizar el asunto: el estudio de Marx se debería sólo —eso es lo que se sugiere— a que tiene que tratar los problemas de la renta de la tierra, y no a revisiones de su anterior pensamiento. Se ignora la pregunta político-teórica de Vera Zasúlich y los problemas teóricos de la respuesta.

2. «Dada la multiplicidad de formas tanto de la propiedad de la tierra como de la de los productos agrícolas en Rusia», escribió Engels en el prólogo al libro tercero del Capital, «en la sección sobre la renta de la tierra Rusia tenía que desempeñar la misma función que Inglaterra en el libro primero, a propósito del trabajo asalariado industrial» (Karl Marx, Das Kapital, Band 3, Berlin 1959, s. 8).

Engels ha empezado esa lectura, cosa muy natural: él cree estar editando un pensamiento acabado: esto es lo mejor de la crítica de Rubel a Engels.

3. «[…] En 1877 la caída del zarismo le parecía a Marx inminente. Pensaba que la revolución rusa crearía condiciones favorables para la victoria del proletariado europeo occidental*, mientras que, por su parte, el proletariado europeo occidental podría ayudar a evitar a Rusia el camino de desarrollo capitalista. Esta concepción de Marx no tenía nada en común con el sueño de los populistas** de llegar al orden social sin desarrollo de la gran industria, sólo con la ayuda de la comunidad aldeana rusa» (MEW 19, Prólogo editores, XXIV-XXV)

(*) Interpretación falsa, por asimilación con Engels 1875 y Marx/Engels 1882.

(**) Sus propios corresponsales. Minimización máxima. El vicio fundamental es dar por clara y segura la doctrina de Marx al respecto.

Luego, el pasar por alto la cuestión del estatuto de la teoría que «no es clave». Luego, el pasar por alto la recusación de la filosofía de la historia. Por último, ocultar la oposición de todo eso a la vulgata marxista.

II. KARL MARX, KRITIK DES GOTHAER PROGRAMMS [CRÍTICA DEL PROGRAMA DE GOTHA], CON CARTA A BRACKE DEL 5/5/1875.

Observación: En la CPG Marx recupera su condena de las «medias» ricardianas, pero sin mala teoría de la ciencia: es la crítica de la igualdad jurídica como desigualdad concreta o material.

1. «En la medida en que el trabajo se desarrolla socialmente, convirtiéndose en fuente de riqueza y cultura, se desarrollan la pobreza y el abandono por el lado del trabajador, y la riqueza y la cultura por el del no trabajador». Esa es la ley de toda la historia sida hasta ahora. Por lo tanto, en vez de decir generalidades sobre ‘el trabajo’ y ‘la sociedad’, había que mostrar resueltamente cómo finalmente, en la actual sociedad capitalista, se han creado las condiciones materiales, etc. que permiten y fuerzan a los trabajadores a romper esa maldición histórica» (p. 17).

La dicción es todavía sin problema, dos años antes de la carta a O.S. (Anales de la Patria).

2. «El mero hecho de que los representantes de nuestro partido fueran capaces de cometer un atentado tan monstruoso contra la comprensión difundida en la masa del partido, ¿no basta por sí mismo para probar la ligereza, la (falta de conciencia) con que obran al redactar el programa de compromiso?»

De acuerdo con mi vieja experiencia de que muchas veces el sufrimiento, el esfuerzo y, en general, el mérito no mejoran al individuo, sino que lo empeoran, Marx había sufrido y se había esforzado tanto que era un endiosado insoportable.

3. El desarrollo de la p. 28 tiene bastantes consecuencias, sobre todo para la relación base-sobrestructura: una base puede soportar varios estados; ergo, puede haber diferentes dictaduras del proletariado.

III. KARL MARX, CARTA A LA REDACCIÓN DE OTETSCHESTWENNYIE SAPISKI [LOS] (ANALES DE LA PATRIA), NOVIEMBRE 1877.

1. La estructura es simple, mucho más que los borradores de 1881: 1) Entradilla sobre la polémica de Mijailowski. 2) Tesis. 3) Limitación o reducción de su modelo a historia. 4) Recusación de la filosofía de la historia.

2. «Este <MSL: Chernichevski, punto de partida> ha tratado en notables artículos la cuestión de si Rusia tiene que empezar por la destrucción de la comuna campesina, como lo postulan los economistas liberales, y luego pasar al régimen capitalista, o si, por el contrario, sin atravesar los tormentos de ese sistema puede apropiarse de todos los frutos del mismo, desarrollando sus propios presupuestos históricamente dados» (pp. 107-108).

Ya aquí, en 1877, está la inconsecuencia bajo la aparente sencillez de la cuestión: una cosa es aprovechar lo que un inevitable capitalismo ya ha hecho en otro sitio, para acelerar la negación de la negación, y otra desarrollar en continuidad positiva presupuestos no capitalistas. Lo segundo no es dialéctico, ni desarrollo por el lado peor. La idea del aprovechamiento por la comuna rusa de los frutos del capitalismo podría dejarlo todo en una trivialidad, si no fuera por la otra idea de que la aldea desarrolla sus propios presupuestos positivamente. Esto es lo que se aparta del esquema dialéctico.

3. La tesis:

«En resolución, como no me gustaría dejar ‘nada por adivinar’, voy a hablar sin reservas. Para poder estimar con pleno conocimiento de causa el desarrollo económico de Rusia he aprendido ruso y luego he estudiado a lo largo de muchos años los impresos oficiales y no oficiales referentes al mismo. El resultado al que he llegado es este: si Rusia sigue avanzando por el camino que emprendió en 1861, desperdiciará la posibilidad más hermosa que la historia haya ofrecido jamás a un pueblo, y a cambio de ello atravesará todas las fatales vicisitudes del sistema capitalista» (p. 108).

El condicional da muy bien la naturaleza teórica del modelo aplicado.

No pura empiria. El que Rusia tuviera esa posibilidad excluye la negación de la negación, la evolución por dialéctica interna. Se podría sostener que el resultado del proceso indicado por Marx, aún sin haber pasado por la negación del punto de partida (la obschchina), es, sin embargo, negación de la negación de ésta. Pero de modo descriptivo sólo, no dinámico. Se podría decir, pero vacuamente.

4. La idea de aprovechamiento por la comuna rusa de los frutos del capitalismo podría dejarlo todo en una trivialidad, si no fuera por la otra idea de que la aldea desarrolla sus propios presupuestos (p. 108). Esto es lo que se aparta del esquema dialéctico.

5. Mantiene, por cita, la «negación» como dinámica del sistema capitalista (p. 108).

6.«¿Qué aplicación a Rusia podría hacer mi crítico de ese esbozo histórico [1]? Simple y exclusivamente ésta: si Rusia aspira a convertirse en una nación capitalista según modelo europeo [2] —y en los últimos años ha estado dispuesta a cargar con mucho esfuerzo en este sentido—, no conseguirá sin transformar antes una buena parte de sus campesinos en proletarios; y entonces, una vez arrastrada al torbellino de la economía capitalista, tendrá que soportar las leyes implacables [3] de ese sistema, exactamente igual que los demás pueblos profanos [4]. Eso es todo. Pero demasiado poco para mi crítico. El está absolutamente obligado a transformar mi esbozo histórico del origen del capitalismo en Europa occidental [5] en una teoría filosófico-histórica del proceso evolutivo general, prescrito por el destino a todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas en que se encuentren, para llegar finalmente a la formación económica que, con el florecimiento máximo de las fuerzas productivas del trabajo social, asegura el desarrollo más omnilateral del ser humano. Pero que me perdone (esto es hacerme al mismo tiempo demasiado honor y demasiado agravio). Tomemos un ejemplo» (p. 111).

(1) Del capítulo sobre a acumulación originaria.

(2) El condicional muestra que eso no es inevitable y, por lo tanto, que tampoco lo son las etapas del camino, ni el camino mismo, sino que aquí sólo hay un modelo hipotético, teórico.

(3) El «implacables» no debe ocultar su naturaleza de evitables.

(4) Resto de polémica antiesclavista.

(5) Reducido a eso, su modelo no tiene necesidad de Hegel.

Sigue el caso romano, como en El Capital, pero con comentario.

7. El ejemplo de Roma hace realmente al modelo un modelo histórico, no repetible, explicación (no «comprensión»), de algo singular (p. 111). Eso sí que es destrucción de la dialéctica: los términos o categorías que usa estaban dados en el modelo dialéctico, pero no el «milieu», que es otro concepto, no de su sistema teórico, sino empírico. El ejemplo romano lleva una coda metodológica.

8. Particular importancia de la recusación de la filosofía de la historia, que da mucha transcendencia a la discusión sobre la obschchina. Tesis teórico-metodológica más profunda, que sigue al ejemplo de Roma:

«Acontecimientos de llamativa analogía, pero que se desarrollan en un milieu histórico diferente, condujeron, pues, a resultados completamente diferentes. Si se estudia cada uno de esos desarrollos por sí mismo y se comparan luego unos con otros, se hallará fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello con la clave universal de una teoría de filosofía de la historia cuya mayor excelencia consiste en ser suprahistórica» (p. 112).

Como lo sería la dialéctica. El original es francés. Tenerlo en cuenta por «milieu».

IV. CARTA A VERA IVANOVNA ZASÚLICH. 8/3/1881.

1. La estructura es muy simple:

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo del capital.

1.1. Limitación del modelo y su razón.

1.2. El modelo del Capital no resuelve la cuestión de la obschchina.

2. Tesis, y su condición.

2. Rebajamiento displicente de la teoría: «(…) mi supuesta teoría» (p. 242).

3. El argumento no tiene dialecticidad fuerte:

«La ‘inevitabilidad histórica’ de ese movimiento está, pues, explícitamente limitada a los países de la Europa Occidental. El fundamento de esta limitación se aduce en el siguiente paso del cap. XXXII <MSL: francesa>: “La propiedad privada fundada en trabajo personal… es desplazada por la propiedad privada capitalista, que se funda en la del trabajo ajeno, en el trabajo asalariado”» (pp. 242-243).

Sigue:

«En el caso de este movimiento en el oeste se trata de la transformación de una forma de la propiedad privada en otra forma de la propiedad privada. En el caso de los campesinos rusos, por el contrario, se transformaría su propiedad colectiva en propiedad privada» (pp. 242-243).

La razón tomada del modelo es poco convincente (consistente): el modelo, en su anterior versión ingenua (de filosofía de la historia) diría que de la propiedad colectiva se pasa a la privada o personal, y de ésta a la capitalista. Y así se mantiene en esta misma época en otros pasos de los borradores. Pero es claro que lo que Marx quiere negar aquí es la necesidad del primer paso, del paso de la «formación primaria» a la «secundaria», como dice hegelianamente en los borradores.

No puede funcionar la escapatoria de mantener la dialéctica para el paso al socialismo y no para otros pasos. Eso no sería dialéctica en sentido fuerte. No dialéctica como visión general.

4. El modelo del Capital no decide el caso:

«El análisis dado en El Capital no contiene, pues, ninguna prueba, ni a favor ni en contra, de la vitalidad de la comuna aldeana.» (p. 243).

En El Capital quizás no, pero si en Misère y en el MC [Manifiesto Comunista].

5. La idea «proudhoniana» del desarrollo natural:

«(…) pero para que [la comuna aldeana] pueda actuar en este sentido, habría que eliminar antes las influencias destructivas que la acosan por todas partes, y luego asegurarle las condiciones normales de un desarrollo natural» (p. 243).

No menciona aquí la variable externa de la revolución en Occidente, aunque puede estar incluida en el último párrafo. Como tampoco en la carta de 1877 (¿noviembre?). Pero lo decisivo es la idea de evolución natural fuera del modelo europeo, es decir, no por dinámica interna negativa (no por negación). En conjunto, la conclusión o tesis de esta carta es la más radicalmente opuesta a la vulgata marxista.

La gran cuestión es: ¿por qué no envió sus desarrollos de los borradores? No por las razones de Nikolaievski, claro; pero tampoco por las de Riazánov. Sino por duda de la consistencia. Se limitó a la política.

V. MARX, ENGELS: PRÓLOGO A LA 2ª EDICIÓN RUSA DEL MANIFIESTO DEL PC., 1.1.1882.

1. «Hoy (…) Rusia constituye la vanguardia de la acción revolucionaria en Europa» (p. 296).

Muestra de lo que inspiraba a Marx la revolución rusa, tan poco afín a su modelo eurocéntrico. Por lo demás, es una constatación política, fuera de deducciones a partir del modelo teórico. Engels renegó completamente de esta tesis, llamándola absurda, en 1893-1894.

2. «El Manifiesto Comunista tenía como misión la de proclamar la inminente e inevitable disolución de la propiedad burguesa moderna. Pero en Rusia encontramos, frente a la especulación capitalista en rápido auge y a la propiedad burguesa de la tierra que apenas si está en desarrollo, la mayor parte del suelo en propiedad común de los campesinos. Cabe preguntarse ahora: ¿puede la comunidad rural rusa —aun cuando es una forma fuertemente socavada de la antiquísima propiedad común del suelo [1]— convertirse directamente en la forma superior de la propiedad común comunista? ¿O, por el contrario, deberá recorrer primeramente el mismo proceso de disolución que constituye la evolución histórica del Occidente?…» (p. 296).

(1) Concepto no marxiano, a tenor de la teoría histórica de los borradores a V.Z. Esta versión es la última del problema. Luego hace autoridad.

En ella es manifiesta la relación con el resultado del modelo europeo —aunque en la forma de acción recíproca, no en la engelsiana de acción de Europa occidental sobre Rusia—, pero también la admisión de un desarrollo propio, no por negación y negación de la negación [sino positivo, «natural»], salvo en un sentido puramente descriptivo y metafórico, no dinámico. La negación de la negación no sería el dinamismo de ese proceso.

Como en otras ocasiones, el sentido común de Engels y su realismo llevan razón políticamente, concretamente. Pero ese llevar razón le impide ver la problemática de fondo, y salirse del esquema, cosa que puede hacer Marx.

El esquema del prólogo es así:

1. Cambio de sentido entre la primera y segunda edición rusas del MC: de curiosidad a cosa importante.

2. Cambio de situación desde diciembre 1847 del movimiento obrero.

3. Cambio del papel de los USA.

4. Cambio del papel de Rusia.

5. La cuestión de la obschchina.

VI. PRIMER BORRADOR A VERA ZASÚLICH (FEBRERO-MARZO 1881)

1. El esquema de Riazánov: 1. Planteamiento de la cuestión. 2. Análisis de la tesis de la decadencia irremediable de la obschchina. 3. El medio histórico específico. 4. La crisis de la obschchina. 5. Necesidad de la revolución.

2. Elaboración mía del esquema del Riazánov:

1. Planteamiento de la cuestión.

1.1. Planteamiento básico sobre el modelo del Capital. Irresolución.

2. Análisis de la tesis de la decadencia inevitable de la obschchina.

2.1. El argumento por analogía histórica con Europa.

2.2. La réplica de Marx (anticipa el punto 3).

2.2.1. Inciso teórico. Repeticiones.

3. El medio histórico específico (Consideración teórica).

3.1. En Rusia misma.

3.2. En el mundo. Repeticiones.

3.3. Medio político interior ruso.

3.4. Medio exterior: crisis capitalista.

3.5. Repeticiones.

4. La crisis de la obschchina (Construcción práctica).

5. Necesidad de la revolución.

5.1. Facit no teórico.

5.2. Repeticiones.

5.3. Perspectiva revolucionaria.

3. Otra esquematización:

1. Limitación del modelo a Europa Occidental y explicación de ello.

1.1. Condicionalidad del modelo.

2. Perspectiva de la obschchina.

2.1. El argumento analógico contra su supervivencia.

2.2. Primera circunstancia en contra: la coexistencia con el capitalismo.

2.3. Segunda circunstancia: crisis del capitalismo.

2.4. Inciso teórico.

3. El caso ruso.

4. La situación de la obschchina.

5. Perspectiva revolucionaria

5.1. Primera versión.

5.2. Segunda versión.

5.3. Tesis.

Como dice Riazánov, es el mejor borrador.

4. «De este modo ocurre aquí en última instancia la transformación de una forma de propiedad privada a otra forma de propiedad privada. Pero como la tierra no se encuentra en manos de los campesinos no ha sido nunca propiedad privada suya. ¿Cómo se les puede aplicar ese proceso?» (p. 384).

Hay un truquito en no recordar que el modelo era más amplio, y abarcaba también en su dialecticidad los estados anteriores. En cambio, va a presentar este asunto no como dialéctico-necesario, sino como empírico-contingente, mediante un razonamiento por analogía. El poco o ningún uso de la dialéctica fuerte en la tesis sobre la obschchina va acompañado de un estilo inductivo:

«Desde el punto de vista histórico <MSL: ¿y por que no dialéctico?>, el único argumento serio que se podría aducir en favor de la disolución inevitable de la comuna de los campesinos rusos es el siguiente: si se mira a un pasado muy remoto, se encuentra por todas partes en la Europa occidental la propiedad colectiva de un tipo más o menos arcaico; esa propiedad ha desaparecido en todas partes con el progreso social. ¿Por qué habría de sustraerse a ese destino sólo en Rusia?» (pp. 384-385).

5. Tal como estaba en los borradores: es de los pocos elementos analíticos recogidos en la breve carta:

«Contesto: porque en Rusia, gracias a una coincidencia única de circunstancias, la comuna aldeana, que aún existe a escala nacional, puede liberarse paulatinamente de sus rasgos primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente sobre la base de su coetaneidad con la producción capitalista puede apropiarse de los logros positivos de ésta sin atravesar sus terribles vicisitudes.» (p. 385)

Desarrollo directo es desarrollo positivo, no por el zigzag de la negación de la negación.

6. «(…) si todos esos gastos hubieran servido para el ulterior desarrollo* de la comunidad aldeana, nadie rumiaría hoy lo de la ‘inevitabilidad histórica’ de la aniquilación de la comuna: todos reconocerían en ella el elemento del renacer de la sociedad rusa y un elemento de superioridad respecto de los países todavía esclavizados por el régimen capitalista.» (p. 385)

(*) Evidentemente, no por negación, sino positivo.

Además de la posibilidad de desarrollo sin negación de la negación, la hipótesis valora formas sociales por su calidad, no por su posición en el modelo de desarrollo. Valoración contrapuesta a la de Engels.

7. Lo más importante es que incluso la explicación de la ruina de la comuna en Europa, o fuera de Rusia, o, en general, se da sin dialéctica, por empiria histórica, y por causas hasta completamente exógenas, aunque luego hable del «dualismo» interno de la forma más tardía (o agrícola):

«(…) Pero en todo caso la investigación ha avanzado lo suficiente para confirmar 1º, que la capacidad de supervivencia de las comunidades primitivas fue incomparablemente mayor que la de las sociedades semíticas, griegas, romanas, etc y a fortiori que la de las modernas sociedades capitalistas; 2º, que las causas de su decadencia proceden de las circunstancias económicas que les impidieron rebasar un determinado estadio de desarrollo, que proceden de milieus históricos que de ningún modo coinciden con el milieu histórico de la comuna aldeana rusa de hoy día» (p. 386).

Hay que entender que aquellas comunidades no dispusieron de alguien que les diera las técnicas necesarias para aumentar su productividad sin cambiar la estructura social. La cosa no está claramente pensada, pero si más o menos oscuramente, como lo refuerza, si no lo confirma incluso, la manera crítica como se refiere, en el párrafo siguiente, a las leyes de la economía, haciendo que la política decida sobre ellas:

«Sin Henry Maine, por ejemplo, que un activo colaborador del gobierno inglés en su obra de destrucción violenta de las comunas indias, nos asegura hipócritamente que todos los nobles esfuerzos del gobierno por conservar aquellas comunas fracasaron ante la fuerza espontánea de las leyes económicas» (p. 386).

8. Y esa concepción no dialéctica fuerte se presenta como «teoría»: llama «puramente teórico» a un punto de vista analítico nada dialéctico y del que se desprenderá la vitalidad de la comuna:

«Para estimar desde un punto de vista puramente teórico, esto es, siempre en el supuesto de condiciones de vida normales, los posibles destinos de la comuna aldeana (…)» (p. 387).

9. Interesante y sorprendente desaparición del léxico hegeliano en un contexto muy adecuado para el mismo: la comuna agrícola no es «contradictoria», sino que presenta un «dualismo» fecundo y peligroso. Esta dicha la idea de la posible ruptura de la homeostasis, pero eso no es Hegel: Hegel sería la necesidad de eso por razones «lógicas»:

«Es fácil en tender que el dualismo interno de la “comuna agrícola” puede llenarla de gran vitalidad (…). Pero no es menos evidente que ese mismo dualismo puede convertirse con el tiempo en una fuente de descomposición» (p. 388).

10. Por último, el punto crucial de la ausencia de dialéctica necesidad hegeliana:

«Pero significa eso que en cualesquiera circunstancias el desarrollo de la ‘comuna agrícola’ haya que tomar ese camino*. De ninguna manera. Su forma básica admite esta alternativa: bien el elemento de propiedad privada contenido en ella vencerá sobre el elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del milieu histórico en que se encuentre… esas dos soluciones son a priori posibles, pero evidentemente cada una de ellas tiene por presupuesto un milieu histórico completamente diferente» (pp. 388-389).

(*) ¿De la disolución?

Es que el juego hegeliano es inaplicable. La negación de la comuna (la comuna = tierra colectiva y casa propia) sería: tierra privada o casa colectiva…*

11. Democratización sin capitalismo: cómo superar el aislamiento de la comuna, base del despotismo central:

«Hoy ése es un obstáculo que sería muy fácil eliminar. Bastaría con sustituir la volost, que es una institución del gobierno, por una asamblea campesina que elegirían las comunas mismas y serviría de órgano económico y administrativo de sus intereses» (p. 390).

12. La comuna rusa

«Puede, pues, ser el punto de partida inmediato del sistema económico hacia el que se inclina la sociedad moderna, y empezar una nueva vida sin suicidarse. Habría que empezar, por el contrario, por ponerla en una situación normal» (p. 391).

La idea de ponerla en una situación normal es directamente proudhoniana, contraria a la tesis dialéctica del lado malo. Está aquí todo el abandono de la dialéctica: el desarrollo directo o positivo, «sin suicidio» (sin negación); y la situación normal, que es una idea por así decirlo proudhoniana (mantener el lado bueno), contraria a la tesis dialéctica del lado malo.

13. Razón de carácter revolucionario del desarrollo de la comuna sobre su base:

«Pero frente a ella se yergue la gran propiedad que tiene en sus manos casi la mitad del suelo, y precisamente la parte mejor, por no hablar de los dominios estatales.

Precisamente por eso la conservación de la ‘comuna aldeana’ en el camino de su ulterior desarrollo coincide con el movimiento general de la sociedad rusa, cuyo renacimiento sólo se puede conseguir a ese precio» (pp. 390-391).

Observar el léxico, nada «marxista», del «renacimiento» (Wiedergeburt).

14. «La mejor prueba de que semejante desarrollo de la ‘comuna aldeana’ corresponde al curso histórico de nuestra época es la terrible crisis por la que atraviesa la producción capitalista en los países europeos y americanos en los que tuvo su mayor florecimiento, crisis que terminará con la abolición del capitalismo y con la vuelta de la sociedad burguesa a una forma superior del tipo más arcaico, de la producción y apropiación colectivas» (p. 392).

La crisis del capitalismo prueba que lo que mejor corresponde al curso histórico es no pasar por el capitalismo. Puede entenderse como una respuesta —por lo demás muy plausible— al problema del desarrollo de los pueblos no-occidentales. Además, si, como era el caso, el capitalismo no estaba a punto de derrumbarse, los marxistas rusos tenían razón, y había que pasar al capitalismo. De modo que es posible considerar todo el desarrollo de un modo completamente «ortodoxo». El conjunto sería, además, una prueba de que el marxismo ortodoxo es flexible.

Sin embargo, es obvio que la solución así obtenida da un enorme papel a la voluntad política. Pues no se ve porqué la crisis del capitalismo en USA y Europa impediría un florecimiento capitalista en Rusia.

En cualquier caso, todo desemboca siempre en la anulación de la perspec tiva de filosofía de la historia: el modelo europeo queda en modelo histórico, en explicación histórica. Deja de ser dialéctica en sentido pleno.

15. Cuando empieza el punto 4, el que Riazánov tituló «Crisis» de la obschchina, Marx empezó escribiendo (y tachó):

«Descendiendo de la teoría a la realidad, nadie podrá disimular que la comuna rusa se encuentra hoy frente a una conspiración de fuerzas e intereses poderosos» (Aricó 41).

Eso indica que la mejor división es: tratamiento teórico, tratamiento práctico o empírico.

16. «Tras la sedicente emancipación de los campesinos el estado puso a la comuna rusa en condiciones económicas anormales, y desde ese momento no ha dejado de oprimirla con ayuda de las fuerzas sociales concentradas en sus manos» (p. 393).

Llamar «anormales» a las condiciones naturalmente dadas en un desarrollo capitalista incipiente es muy significativo.

17. El punto quinto de Riazánov empieza con la conclusión no teórica:

«(…) los portavoces de las ‘nuevas columnas de la sociedad’ describen las heridas que ellos mismos han infligido a la comuna como síntomas naturales de su decrepitud» (p. 394).

Lo mismo sería aplicable, lo habría sido, en Europa, reventando todo el modelo suyo. Pues es claro que lo ascendente en Rusia eran «las nuevas columnas de la sociedad».

18. Clara persistencia de la validez del modelo del Capital, pero obviamente condicional, «tendencial»:

«¿Por qué quieren [Los miembros de “las nuevas columnas de la sociedad”] matar la gallina de los huevos de oro [la obschchina]? Sencillamente porque los hechos económicos, cuyo análisis me llevaría demasiado lejos, han revelado el secreto de que el estado actual de la comuna no se puede ya mantener, y que ya por el mero curso necesario de las cosas [cursiva MSL], dejará muy pronto de ser concorde con los tiempos la presente manera de explotar a las masas populares. Por consiguiente, hace falta algo nuevo, y esa novedad insinuada bajo las formas más diversas desemboca siempre en lo siguiente; abolir la propiedad colectiva, constituir como clase media rural la minoría más o menos acomodada de los campesinos y transformar en proletarios corrientes a la gran mayoría de los campesinos» (p. 394).

El paso es de la mayor importancia: a) mantiene el modelo europeo como modelo no-europeo (no «histórico»-singular), sino teórico o hipotético; b) pero lo presenta no como algo que se hace sin saberlo, según la célebre fórmula del Capital, sino como algo buscado conscientemente por la clase ascendente; c) la condicionalidad del modelo lo exime de filosofía de la historia.

19. La decisiva importancia del factor subjetivo es evidente en la tesis final:

«Para salvar a la comuna, hace falta una revolución rusa. Si la revolución se produce en tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre florecimiento de la comuna aldeana, ésta se desarrollará pronto como elemento de la regeneración de la sociedad rusa y cómo elemento de superioridad sobre los países esclavizados por el régimen capitalista» (p. 395, final del borrador)

La revolución es rusa, no europea, según la concepción de Engels. Y la economía estará dirigida por la política, manifiestamente.

VII. KARL MARX: SEGUNDO BORRADOR A VERA ZASÚLICH, FEBRERO/MARZO DE 1881

1. Esquema mío inspirado en el de Riazánov para el primer borrador:

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital.

2. Sobre marxismo.

3. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina.

3.1. El argumento histórico.

3.1.1. Una dilucidación no exactamente coincidente con el primer borrador.

3.2. La réplica de Marx, por el medio interno y externo de la comuna.

4. Tratamiento teórico de la cuestión.

5. Tratamiento empírico: crisis de la obschchina.

2. Otro esquema posible:

1. Limitación del modelo del Capital a Europa y razón de ello.

1.1. Condicionalidad del modelo y empiria

2. Rechazo de los marxistas.

3. Perspectivas de la comunidad aldeana.

3.1. Diferencia con Europa. Mantenimiento del modelo. Formulación drástica del

eurocentrismo.

3.2. Formulación de la tesis sobre la perspectiva.

4. Teoría de la comuna arcaica. Tratamiento teórico del caso ruso.

5. Planteamiento político-económico.

5.1. Coda final de mucho interés teórico.

3. Buena formulación de la condicionalidad del modelo:

«La única consecuencia que tendrían derecho a inferir el curso de los acontecimientos en el oeste es la siguiente: para implantar la producción capitalista en Rusia, habría que empezar por abolir la propiedad colectiva y expropiar a los campesinos, esto es, a la gran masa del pueblo» (p. 396).

4. Léxico no hegeliano para los conceptos más hegelianos:

«Por una parte [la producción capitalista] ha desarrollado notablemente las fuerzas productivas sociales, pero, por otra parte, ha mostrado su propia incompatibilidad con las fuerzas engendradas por ellas mismas. Su historia no es sino una historia de antagonismos, crisis, conflictos y catástrofes (Antagonismes, Krisen, Konflikten und Katastrophen)» (p. 397).

5. El modelo es afirmado con más energía y más eurocentrismo que en el borrador primero:

«Si Rusia estuviera aislada en el mundo, si tuviera que desarrollar por su propia cuenta los logros económicos que la Europa Occidental no consiguió sino atravesando una larga serie de evoluciones, desde la existencia de sus comunidades arcaicas hasta su estado actual, entonces no habría duda alguna, al menos en mi opinión, de que sus comunas estarán inevitablemente condenadas a sucumbir con el desarrollo de la sociedad rusa».

(Es decir, si se cumplieran las condiciones iniciales europeas, el modelo no tiene alternativa. Pero sólo si Rusia tuviera que desarrollar los célebres logros. La inevitabilidad de ese desarrollo parece tácitamente asumida por Marx. En esta versión, se tiene la mayor trivialización de la novedad) (Pero queda que el desarrollo de la obschchina previsto por Marx tiene una «naturalidad» que no es por negación de la negación).

«Pero la situación de la comuna es por completo diferente de la situación de las comunidades arcaicas en Occidente. Rusia es el único país de Europa en el que la propiedad colectiva se ha sostenido en escala grande, nacional; pero, al mismo tiempo, Rusia existe en un milieu histórico moderno, es contemporánea de una cultura superior, está unida al mercado mundial en el que predomina la producción capitalista» (p. 398).

La tesis es la misma, pero el acento se ha hecho más conservador del modelo y más eurocéntrico. Todo es más dialéctico en sentido fuerte. Queda, sin embargo, que el desarrollo sería directo, no por negación.

6. «En el caso de que los entusiastas del sistema capitalista en Rusia nieguen la posibilidad de semejante combinación, tendrán la bondad de probar que, para utilizar máquinas, Rusia se ha visto obligada a atravesar el período de incubación de la producción de máquinas» (p. 398).

Tiene mucho interés el uso de esos términos subrayados [cursiva], que suponen un sutil, pero importante cambio de los conceptos teóricometodológicos más generales y fundamentales: de necesidad a posibilidad, de desarrollo necesario único a combinación posible.

+ El naturalismo de la repetida metáfora geológica.

7. «Llego ahora al núcleo de la cuestión [teórica]. No habría que ignorar que el tipo arcaico al que pertenece la comuna rusa oculta un dualismo interno que en ciertas circunstancias puede acarrear su ruina» (p. 399).

Es posible considerar la nueva teoría como una dulcificación empírica de la dialéctica hegeliana: en vez de contradicción, dualismo; en vez de resultado lógico-ontológico (Lenin, Iliénkov, el mismo Marx), resultado indeterminado según las circunstancias. Pero claro que eso lo cambia todo. No queda más que la dinámica de descomposición interna ni siquiera necesaria, sino posible.

8. Su programa supone acumulación no a costa del campo y gradualismo:

«(…) la sociedad rusa, que tanto tiempo ha vivido a costa y cargo de la comuna aldeana, le debe los primeros y necesarios anticipos para esta transformación. Obviamente se trata sólo de una transformación, paulatina, que tendría que empezar por situar a la comuna en una situación normal sobre su base presente» (p. 399).

La idea de situación normal es proudhoniana, por así decirlo. Según ella, lo normal es la lucha.

9. «Lo que amenaza la vida de la comuna rusa no es ni una necesidad histórica ni una teoría; es la opresión por parte del estado y la por intrusos capitalistas que se han hecho poderosos gracias al mismo estado y a costa y cargo de los campesinos» (p. 400).

Es la última frase de este borrador. Exactamente igual que en Europa…

VIII. TERCER BORRADOR A VERA ZASÚLICH, FEBRERO-MARZO DE 1881

1. Esquema mío inspirado en el de Riazánov para el primer borrador:

1. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital.

2. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina.

2.1. El argumento histórico.

2.2. El inciso teórico.

2.3. La réplica de Marx.

2.3.1.Tesis general.

2.3.2. Análisis más o menos teórico.

2.3.2.1. Con un punto nuevo. Interrupción.

2. Este tercer borrador vuelve a posiciones del primero, incluso más radicalmente: el modelo es condicional sólo aplicable al paso de propiedad privada personal a propiedad privada capitalista: no dice nada sobre paso de propiedad colectiva a propiedad privada, sobre lo que Marx no tenía «ninguna duda» en el borrador segundo:

«Así, pues, en el caso de este movimiento en el oeste se trata de la conversión de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. En cambio, en el caso de los campesinos rusos habría que transformar su propiedad colectiva en propiedad privada. Se afirme o se niegue la inevitabilidad de esa transformación, las razones en favor o en contra no tienen nada que ver con mi análisis de la génesis del orden capitalista. Lo más que se podría inferir de él es que, a la vista de la situación presente de la gran mayoría de los campesinos rusos, el acto de su transformación en pequeños propietarios no sería más que el prólogo de su rápida expropiación» (p. 401).

3. «No querría tener en cuenta ese argumento [1] más que en la medida en que se apoya en las experiencias europeas. Por lo que hace, por ejemplo, a las Indias Orientales, nadie ignora, con la excepción de Sir H. Maine y otras gentes de la misma calidad, que la abolición violenta de la propiedad colectiva del suelo no fue allí sino un acto de vandalismo inglés que lanzó a los autóctonos no hacia adelante, sino hacia atrás» (p. 402).

(1) El histórico de los tres borradores.

También es importante, porque supone que no es necesariamente el proceso social, con una dinámica interna, el que destruye la propiedad colectiva, y sugiere un posible desarrollo no por negación de ésta hacia adelante.

4. La interesante diferencia de talante con el antieslavismo de Engels y de su propia juventud se manifiesta en los borradores primero y tercero en la disculpa sutil por tratar de la comuna germánica:

«La ‘comuna aldeana’ se encuentra también en Asia, entre los afganos, etc, pero en todas partes representa el tipo más reciente, última palabra, por así decirlo, de la formación arcaica de las sociedades*. Para subrayar esos hechos he entrado en algunos detalles respecto de la comuna germánica» (p. 403).

(*) Está suponiendo un modelo histórico universal. Es de toda evidencia que sigue sosteniendo un modelo universal. Hay que distinguir, pues, entre universalidad y dialéctica o filosofía de la historia. Lo segundo implica lo primero pero no al revés. La afirmación de un modelo universal puede ser también inductiva.

5. «(…) el mismo dualismo <MSL: que le da vitalidad> puede convertirse con el tiempo en un germen de descomposición. Prescindiendo de todas las influencias dañinas que le llegan de fuera, la comuna lleva en su propio interior los elementos que la destruyen» (p. 404).

No se abandona la visión de la inestabilidad, pero si a) el léxico hegeliano para su descripción; b) la necesidad del cambio y su dirección. La verdad es que siempre le obligó a eso el sentido común político-histórico: lo mismo dice lo de la ruina de las clases en lucha del M.C.

6. Manifiesta formulación de un modelo universal:

«En cuanto última fase de la formación primitiva de la sociedad, la comuna agrícola es, al mismo tiempo, una fase de transición a la formación secundaria, esto es, transición de la sociedad fundada en propiedad colectiva a la sociedad fundada en sociedad privada» (p. 404).

Hay que trabajarlo todo dentro de ese marco. Y no es fácil. Pero tampoco muy difícil. Una respuesta conservadora u ortodoxa diría: «No hay nada nuevo; simplemente, algunas sociedades pueden saltar directamente de la formación primaria a la terciaria (y obsérvese lo hegelianamente triádico que sigue siendo Marx), si son coetáneas de sociedades secundarias bien desarrolladas». Y no hay duda de que el mismo Marx construye ese argumento —que es el de Engels— sobre todo en el segundo borrador y, con Engels, en el prólogo a la 2ª edición rusa del MC. Pero ocurre que tanto en el primer borrador cuando en el tercero, Marx lanza su pensamiento por otro rumbo, abandonando resueltamente la necesidad unívoca del camino de la negación y la negación de la negación, porque está admitiendo una entidad evolutiva (no dialéctica). Esto es muy natural, porque ha admitido previamente (por constatación empírica) una entidad intermedia, precisamente la comuna agrícola, con propiedad colectiva (de la tierra, bosques, baldíos, etc) y privada (de casa y aperos), y otra entidad también intermedia, la nueva comuna germánica.

¿Qué sería la negación de eso? Depende, no hay necesidad dialéctica, o la necesidad dialéctica no está determinada (todo lo contrario de lo que decía Althusser); puede imponerse cualquiera de los dos rasgos o elementos constituyentes de la entidad intermedia. Sin ninguna logicidad, sin más necesidad interna que la búsqueda de un equilibrio cualquiera.

7. «Pero, ¿quiere eso decir que el recorrido histórico de la comuna agrícola tiene que conducir a ese resultado? De ninguna manera. Su dualismo interno permite una alternativa: o bien su elemento de propiedad triunfará de su elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del medio histórico en el que se encuentre» (p. 404) [cursiva MSL].

Este concepto del medio, que es precisamente lo que enlaza su respuesta heterodoxa sobre la comuna rusa con la ortodoxia del modelo, es precisamente la destrucción de la dialecticidad fuerte del modelo, porque quita el protagonismo a la estructura y la dinámica interna por negación de las formaciones.

Si alguien arguye que hay que tomar todo el cosmos como campo, se responderá: entonces hay que añadir una visión más bien darwiniana, no hegeliana. Selección, valor de supervivencia. Adaptación.

8. El punto nuevo, p. 406, es la cuestión de la gran división de los campos que fueron comuna (concentración parcelaria).

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3. Escritos sobre Rusia. Anotaciones de lectura

De carpetas depositadas en BFEEUB y de fichas comentadas de conferencias de 1983, las siguientes observaciones de Sacristán en torno a «Apuntes de Karl Marx, F. Engels: Escritos sobre Rusia. II: El porvenir de la comuna rusa. Traducción de Félix Blanco; preparación, revisión y notas de José Aricó. Ediciones de pasado y presente, México, 1982».

I. BORIS NICOLAIEVSKI [BN], «MARX Y EL PROBLEMA RUSO» («MARX UND DAS RUSSISCHE PROBLEM»), DIE GESELLSCHAFT [LA SOCIEDAD], AÑO I, JULIO DE 1924, PP. 359-366.

1. Nicolaievski observa que hasta ahora se conocían de Marx sobre Rusia la carta a OS de 1877 y el prólogo a la 2ª edición rusa del MC [Manifiesto comunista], y que ahora también la carta a V. Z. [Vera Zasulich, posterior (21.1.1882 el MC y 8.3.1881 V.S.)]. Planteamiento de B.N.:

«La cuestión a la que trataban de dar respuesta Marx y Engels era la siguiente: ¿debe Rusia, en su camino hacia el socialismo, pasar necesariamente por el estadio del desarrollo capitalista o puede, apoyada en los restos de la propiedad común conservados en la aldea rusa, llegar al ‘estado del futuro’ sin pasar por el capitalismo? Y si éste fuera el caso, ¿cuáles serán las condiciones en que resultaría posible tal salto?» (p. 10).

(*) Éste también en la polémica con Piotr Tkachov de 1875.

2. «Las dos explicaciones* muestran en su conexión interna que tanto Marx como Engels rechazaban las ideas, representadas por los revolucionarios rusos denominados narodniki, de que Rusia podría por sí sola, sin ayuda de la revolución de los trabajadores europeos, realizar ese salto» (p. 10).

(*) Prólogo al MC ruso y, seis años antes, la polémica de Engels con Tkachov. Pero a continuación reconoce, sin darse cuenta de lo que implica por las fechas. Sin embargo, registra que la tesis ortodoxa no está en Marx:

«Esta concepción precisa no se halla todavía en el escrito marxiano de 1877, donde Marx se contenta con alusiones generales a la posibilidad de que Rusia pudiera obviar el estadio del capitalismo» (p. 11).

No son alusiones generales: son afirmaciones claras, pero sin justificación por su propia teoría —ni siquiera la justificación posterior—, lo que molesta a B.N. y lo que hizo tal vez que Marx no enviara la carta (como tampoco, luego, la teoría escrita para V.Z. Marx no estuvo nunca satisfecho de su razonamiento al respecto).

3. Flagrante paralogismo de B.N.:

«La carta no da ningún informe de las condiciones que permitirían a Rusia decidir el camino que había tomado desde 1861. Pero se puede suponer que esta explicación general obedecería a las mismas consideraciones contenidas ya en las citadas manifestaciones de Marx y Engels*. La intencional oscuridad ** de esta parte de la carta tal vez deba atribuirse a que estaba dirigida a una revista que aparecía legalmente en San Petersburgo, donde, por razones de censura, era evidente que no podía hablarse de revolución de los trabajadores» (p. 11).

(*) Mal razonamiento: no hay tal ya para Marx, que no había escrito aún sobre Rusia [hasta 1881], sino sólo para Engels 1875.

(**) Falsa estimación, contradictoria del tenor literal de la carta.

4. «La carta de Marx [MSL: a Vera Zasúlich] muestra que en su primitiva formulación de la cuestión del desarrollo social en Rusia había un nuevo matiz. Como esta carta no estaba destinada a su publicación, naturalmente no influyó en ella consideración de ningún tipo relacionada con la censura. Sin embargo, no hay en ella ni una palabra acerca de la revolución de los trabajadores en Occidente» (pp. 12-13).

La observación es importantísima, pese al error del «nuevo matiz»: era nuevo para Engels 1875, no para Marx 1881. Por lo demás, en los borradores ignorados por B.N. la cosa es muy complicada: la revolución europea aparece enérgicamente en el 2º, pero no en el 1º ni en el 3º. La mala interpretación de B.N. se traiciona en el absurdo de hablar de matiz nuevo en una formulación primitiva. Por su incapacidad de admitir la tesis de Marx, B.N. tiene que construir la fantástica explicación que refutaría Riazánov.

5. «Más todavía, el tono general de la carta contiene cierta gravedad polémica contra quienes ponían en duda la evolución socialista de la comunidad campesina rusa. Al contrario de sus anteriores declaraciones al respecto [MSL: ¿Cuáles?] observa firmemente Marx al finalizar su carta que su especial estudio de esta cuestión le había llevado a la convicción de que ‘esa comuna es el punto de apoyo para la regeneración social en Rusia’.

Para entender este matiz en la respuesta de Marx debemos examinar brevemente su posición respecto del movimiento revolucionario ruso.

Esta posición varió con el tiempo. En los sesenta Marx no creía en la seriedad del movimiento ruso» (p. 13).

La observación es muy importante: no creía [en la seriedad del movimiento ruso], por antieslavismo y por la fuerza de su modelo de filosofía de la historia.

6. Que intenta explicarse con una fabulación, tanto le parece inadmisible lo que dice Marx. Asombrosa ceguera para lo que dice Marx, con la clave al final:

«En estas circunstancias tenía que ser particularmente cuidadoso al tratar cuestiones

en que sus ideas se apartaban de las de los revolucionarios rusos*. No cabe ninguna duda de que en el estudio de la forma que daría a la carta a Vera Zasúlich influyó mucho el escribirla en un momento en que la lucha terrorista en Rusia alcanzaba un punto culminante y los ojos de todo el mundo estaban fijos en el movimiento revolucionario ruso. También Eduard Bernstein en sus recuerdos señala que en sus últimas conservaciones con Engels había sacado la impresión de que tanto éste, como Marx, por respeto a la ideología de la revolucionaria rusa, disimulaban de momento su escepticismo acerca de las posibilidades de evolución socialista de las comunidades campesinas rusas. La misma impresión producen varias observaciones de Engels en su advertencia final a [ilegible]…» (p. 15).

(*) ¡Pero sí se opone a los marxistas!

Engels produce esa impresión en todo su escrito. Los ortodoxos tuvieron que sentirse traicionados por Marx. Por lo demás, Nicolaievski puede creer honradamente en la completa falsificación porque ignora los borradores.

7. La especulación [policíaca] que refutará Riazánov: Vera Zasúlich, Axelrod y Plejánov, como miembros del Cherny Perediel, escindido de la Naródnaia Vólia, son para Marx enemigos (ver refutación por Riazánov):

«Todas estas circunstancias determinan la actitud de Marx en su carta a Vera Zasúlich. No podía dejar sin respuesta a Vera, que había atraído hacia sí la atención del mundo entero con su atentado contra el general Trepov, capitán de la guardia urbana de San Petersburgo. Pero le contestó con suma reserva, lacónica y cautelosamente; al parecer temía dar argumentos a aquellos que consideraba sus contrarios, contra las personas que entonces eran sus íntimos.

Estas son las causas, hasta donde se puede asegurar actualmente, que hicieron a Marx responder como lo hizo a Vera Zasúlich. Para otra explicación, como por ejemplo, que Marx estaba entonces dispuesto a hacer concesiones esenciales a las concepciones de los narodniki, no hay ninguna razón» (p. 16)

Con la ortodoxia fijada, el pensamiento de Marx puede parecer concesión a concepciones no marxistas. Claro que ésa era una línea de desarrollar una tradición.

Nicolaievski, aunque muy interesante, se salta [ignora] todo lo decisivo: ¿por qué no envió Marx la carta a O.S. y desechó los borradores a V.? ¿Qué pasa con la necesidad interna dialéctica? ¿Cómo reconstruir la inconsecuencia teórica? ¿Cómo estimar el zurcido de la inconsecuencia teórica?

8. Tres cartas de Marx importantes para el contexto: carta a Kugelmann, 12.10.1868; carta a Sorge, 27.9.1877; carta a Jenny Longuet, 11.4.1881.

II. DAVID BORÍSOVICH RIAZÁNOV [R], «VERA ZASÚLICH Y KARL MARX»

1. R. encuentra los borradores de la carta a VZ en 1911, entre los papeles de Lafargue. Escribe a Plejánov y a VZ, tal vez incluso a Axelrod, pero ninguno recuerda la correspondiente carta de Marx.

El mismo Riazánov recuerda viejos rumores —que le parecen increíbles— sobre un choque entre Plejánov y Marx sobre la obschchina, con Plejánov en el papel de marxista y Marx en el de populista.

En el verano de 1923, Riazánov se entera por Nicolaievski que en el archivo de Axelrod se ha encontrado una carta de Marx a V.Z. Compara con los borradores y establece los hechos: el cuarto borrador es ya casi la carta.

Sólo entonces publica Riazánov, después de 1924, el conjunto: carta de V.Z., borradores de Marx, carta de Marx. No dice por qué prefirió esperar a la publicación de la carta.

2. Refuta la fabulación de Nicolaievski:

«Como se deja ver en los borradores que publicamos, Marx tuvo el propósito de responder ampliamente. La opinión de Nicolaievski de que su descontento con el grupo del Cherny Perediel le había hecho abstenerse de una respuesta, después pública y extensa es pues, manifiestamente errónea. Su toma de posición respecto de los partidarios de Cherny Perediel tampoco habría influido en Marx aunque hubiera sabido que Zasúlich pertenecía a ese partido. Ni Hartmann ni N. Morosov, que informaron a Marx acerca de la escisión de ‘Tierra y libertad’ podían comunicar nada desfavorable acerca de Vera Sassúlich. Por eso me atengo a la suposición, que ya manifesté en mis conferencias sobre Marx y Engels, de que sólo su capacidad de trabajo, que se iba reduciendo, como puede observarse en los borradores, le impidió contestar tan ampliamente como había pensado al principio» (p. 23).

La razón es admisible, pero incompleta. Rehúye el problema teórico y su otro síntoma: ¿por qué escribió, pero no envió, cuatro años antes, la carta a O.S.?

3. Minimización elegante de la cuestión:

«Más razón tenía Bernstein cuando afirmaba que Marx y Engels ‘durante cierto tiempo con esa expresión disimularon su escepticismo’, para no decepcionar demasiado a los revolucionarios rusos que, como ellos sabían, ‘atribuían una gran importancia a la cuestión de la propiedad comunal’. En los borradores que aquí publicamos este escepticismo se manifiesta con bastante claridad» (p. 24).

En primer lugar, eso no es la cuestión que me importa, sino la filosófica-científica. Además, no estoy de acuerdo: primero Marx no sólo es escéptico sobre la obschchina —como lo es sobre toda la izquierda rusa, por prejuicio germánico—, sino que ignora la cuestión. Luego cambia, cosa que no hace Engels.

III. VERA IVANÓVNA ZASÚLICH, CARTA A MARX, DEL 16/2/1881

1. La carta de Vera Zasúlich:

«Una de dos: o bien esta comuna rural, libre de las exigencias desmesuradas del fisco, de los pagos a los señores de la administración arbitraria, es capaz de desarrollar se en la vía socialista, o sea, de organizar poco a poco su producción y su distribución de los productos sobre bases colectivistas, en cuyo caso el socialismo revolucionario debe dedicar todas sus fuerzas a la manumisión de la comuna y a su desarrollo.

O si, por el contrario, la comuna está destinada a perecer no queda al socialista, como tal, sino ponerse a hacer cálculos, más o menos mal fundados, para averiguar dentro de cuántos decenios pasará la tierra del campesino ruso de las manos de éste a las de la burguesía, y dentro de cuántos siglos, quizá, tendrá el capitalismo en Rusia un desarrollo semejante al de Europa occidental. Entonces deberá hacer su propaganda tan sólo entre los trabajadores de las ciudades, quienes continuamente se verán anegados en la masa de los campesinos que, a consecuencia de la disolución de la comuna, se encontrarán en la calle, en las grandes ciudades, buscando un salario» (p. 29).

V.Z. ha suministrado a Marx el planteamiento y el punto de partida de la idea de condiciones normales y desarrollo natural. Además, el tono no-revolucionario para la hipótesis ortodoxa engelsiana.

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4. Examen crítico del marxismo desde el pensamiento español (Pasado y perspectivas)

Guion de una intervención de Sacristán en una mesa redonda sobre «Examen crítico del marxismo desde el pensamiento español (Pasado y perspectivas)» celebrada el 25 de octubre de 1983 en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. No hemos podido localizar la grabación de las Jornadas, probablemente perdida. No hemos conseguido más documentación sobre una intervención que creemos de sumo interés.

1. Nada seguro de entender lo que eso quiere decir.

2. Sólo puedo entender «español» descriptivamente, como accidente.

3. Y en ese caso no es raro empezar con la constatación de un inglés, Perry Anderson: «No hay crisis del marxismo, sino del movimiento socialista».

3.1. El marxismo, superado el mero filosofismo, produce hoy mucha investigación seria.

4. Estoy de acuerdo.

5. Pero enseguida he de añadir que el registro de ese hecho me resulta problemático, en vez de concluyente.

5.1. Por la relación teoría-práctica.

5.1.1. Que, desde luego, no es la de las excomuniones dogmáticas.

5.2. Pero sí tiene que ver con la naturaleza del marxismo.

6. Es claro que hay una relación interesante para nuestro asunto entre teoría y práctica.

6.1. Lo teórico que queda falseado por el fracaso predictivo es la filosofía de la historia, el evolucionismo (aunque revolucionario) a la antigua, lineal y sin aleatoriedad, que se expresa del modo más pintoresco en una lamentable frase de Engels a Danielson, pero igual se podría documentar con Marx: «Que les destinées s’accomplissent!»

6.2. Y eso era conscientemente básico en los clásicos y en cierta línea predominante.

7. La perspectiva depende del juicio de uno acerca de la reconstrucción sin filosofía de la historia: O con otra, claro.

7.1. Colletti.

7.1.1. Y de la actitud político-moral.

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5. Guiones de conferencias

De la carpeta «revisionismo» de BFEEUB, esquema de una posible conferencia del autor sobre este concepto marxista y sus relaciones con términos afines como «reformismo» y «oportunismo». Guion no fechado.

1. Gran confusión.

1.1. No sólo en el conferenciante.

1.1.1. Es muy corriente el uso mezclado, vacilante, incoherente de tres términos: revisionismo.

(Bruno Schoenlank, Breslau, 1895, reforma agraria: «(…) Bruno Schoenlank fue el primero en usar la palabra ‘revisión’ en este contexto, el año 1895, en el congreso de Breslau, en el que dijo que las propuestas de reforma agraria eran una revisión del programa del partido.» (Peter Neltl, Rosa Luxemburg, Köln-Berlin, 1967, p. 202); ‘reformismo’, ‘oportunismo’.

1.1.2. El primero es el más en uso, por su eco, «la disputa del revisionismo», Bernstein.

1.1.2.1. Muy susceptible de aprovechamiento polémico.

2. Merece aclaración: Mao y el simplismo:

«Lenin dice que el análisis concreto de la situación concreta es “lo más esencial del marxismo, el alma viva del marxismo”. Muchos de nuestros camaradas, poco acostumbrados a pensar en forma analítica, no quieren analizar y estudiar repetida y profundamente las cosas complejas, sino que prefieren formular conclusiones simplistas que son absolutamente afirmativas o absolutamente negativas […] Debemos estudiar este estado de cosas», Mao Tse-Tung, «Nuestro estudio y la actuación actual», OE III, 1944.

3. No hay ayuda suficiente (aunque sí grande) en los más conocidos clásicos de la cuestión:

3.1. Lenin (Marxismo y revisionismo, 1908).

3.1.1. Definición por los tres puntos de contenido ideológico: a) filosófico: abandono del materialismo por la filosofía; b) económico: abandono de crisis y de teoría valor; c) político: deformación del hecho de la lucha de clases, parlamentarismo aliancista que tiende a «embotar la conciencia de las masas».

3.1.2. Definición de la «esencia del revisionismo» por la frase de Bernstein.

3.1.3. Admisión de revisionismos «de derecha y de izquierda».

Nota: a y b [de 3.1.1.] son recíprocamente independientes. Ejemplo: los anarquistas cumplen a), pero no b).

3.2. Rosa [Luxemburg].

3.2.1. «Revisión» de Bernstein.

3.2.2. Pero también en Engels (prólogo a Lucha de clases en Francia).

3.2.2.1. Lenin igual, sobre Engels.

3.2.3. El malo es práctica sin límites en los principios.

3.2.3.1. En cuanto a determinación por los objetivos (final).

3.2.3.2. En cuanto a determinación de los medios de lucha.

3.2.3.3. En cuanto determinación del modo de lucha.

3.2.4. Eso mismo lo llama también «reformismo» y «oportunismo».

3.2.5. Mao: sólo la contraposición revisionismo-dogmatismo (1964):

«No existen caminos rectos en el mundo» (Mao Tse-Tung: «Sobre las negociaciones…», OE IV, 1945); «Lo que realmente importa en el mundo es actuar a conciencia, y el Partido Comunista es el que más se esfuerza en ese sentido» (Mao Tse-Tung, «Conversación», 1957).

3.2.6. Por eso renuncia Neltl:

«[…] No intento distinguir conceptualmente entre revisionismo, reformismo y oportunismo. En la teoría y al comienzo de las “agitaciones” se entendía por “revisionismo” sobre todo el conjunto de las ideas formuladas por Eduard Bernstein para revisar la dialéctica de Marx […] “Reformismo” aludía a un aspecto más práctico, a saber, el intento de llegar al socialismo mediante reformas, sin revolución. El concepto más desdibujado –y, al mismo tiempo, de sesgo más despectivo– era el de oportunismo; se entendía por él el aprovechamiento de oportunidades tácticas sin consideración de los principios. En el curso de los […] acontecimientos esas palabras se hicieron en gran parte intercambiables. El concepto de oportunismo se convirtió en un gran (?) en el que cabían al final los revisionistas, los reformistas y todos los demás enemigos del que tuviera la palabra […]» (Neltl, Peter, Rosa Luxemburg, Köln-Berlín, 1967).

4. En cambio, Marx es claro

4.1. En los Manuscritos, usa «reformadores»:

«[…] los reformadores en detail, que o bien se proponen elevar el salario para mejorar la situación de los trabajadores, o bien consideran como objetivo de la revolución social la igualdad del salario (caso de Proudhon)», MEW, p.477.

4.1.1. En detail, mejorar salarios

4.1.2. A la Proudhon, igualitaristas del salario.

4.2. En [Crítica al programa de] Gotha, la cuestión del estado de transición:

«Entre la sociedad capitalista y la comunista está el período de transformación revolucionaria de la una en la otra. Le corresponde un período práctico de transición cuyo estado no puede ser otra cosa que la dictadura revolucionaria del proletariado» (MEW 19, 28 (Gotha).

Se opone a la idea de «estado libre» de Gotha, habla de que el estado capitalista ha de ser lo menos libre posible, y lanza la perspectiva final y la de transición.

4.3. Y también lo fue Bernstein: «un partido reformador democrático-socialista».

5. Podría considerarse claro:

5.1. Revisionismo (?).

5.2. Reformismo es claro.

5.3. Oportunismo también, si se prescinde de la demagogia y la retórica.

6. El sentido malo de revisionismo en el de Bernstein-Lenin:

6.1. No se puede imputar al PCF.

6.1.1. precisamente por su insistencia en el socialismo.

7. En sentido de reformismo es socialismo por reformas.

7.1. No depende tanto de los actos.

7.1.1. Construcción de la táctica en democracia formal por Marx, Engels, Lenin, Rosa y Mao (1949):

«Prestar atención a unirse en el trabajo con los camaradas cuyas opiniones difieran de las propias […] Esto también se aplica a nuestras relaciones con las personas no pertenecientes al Partido. Hemos venido desde todos los rincones del país y debemos saber unirnos en el trabajo no sólo con los camaradas que comparten nuestras opiniones, sino también con los que sostienen opiniones diferentes» (Mao Tse-Tung, «Métodos de trabajo de los comités del partido», OE IV, 1949).

7.2. Cuanto de la concepción de los mismos (Rosa).

7.2.1. Dada por la práctica, la propaganda y la doctrina:

«La unificación de la gran masa popular con un objetivo que rebasa todo el orden existente, la unión de la lucha cotidiana con la transformación revolucionaria, eso es la contradicción dialéctica del movimiento socialdemocrático, el cual, por lo tanto, tiene que avanzar trabajosa y consecuentemente a lo largo de todo el camino que se desarrolla entre los dos estados, entre el abandono del carácter de masa y el abandono del objetivo final, entre la recaída en la secta y la caída en el movimiento reformista burgués» (Die russische Revolution [La revolución rusa], 42).

8. El sentido de oportunismo es el «presentismo», tal vez por «fuertísimo» articular lo intermedio.

9.1. Revisionismo.

9.1.1. Puede ser derecha y de izquierda (Parvus).

9.1.2. Acertado o no.

9.1.3. No es el peligro necesariamente.

9.2. Reformismo: es el peligro de las grandes partidos obreros en sociedad capitalista monopolista.

9.2.1. No de palabra –teórica o programática– en PCF.

9.2.2. Más por una propaganda y agitación «embotadora».

9.3. Oportunismo es el de los pequeños que intentan, en realidad, no todavía luchar por los intereses generales del movimiento, sino hacer reclutamiento a costa de los grandes.

9.3.1 Caso «ingenuo»: Krivine.

9.3.2. Caso degradado: Rocard, PSU.

***

Guion no fechado de una posible conferencia de Manuel Sacristán sobre el Frente Popular.

I. EL CONTENIDO DEL VII CONGRESO

1.1. Las tesis Bocca 245

1.2. Detalle resolución Braunthal 493/494

1.3. FP [Frente Popular] y dictadura del proletariado Brauntahl 496

1.4. Formulaciones y razonamiento de Dimitrov.

1.4.1. Por qué privilegiar a Dimitrov (Togliatti)

1.4.1.1. La naturaleza del fascismo D 39, D 40

1.4.1.2. La cuestión esencial, con recuperación parcial de la veracidad D 47

1.4.1.3. Rectificaciones sin autocrítica D 41

1.4.1.3. Rectificación con autocrítica D 51

1.4.1.4. Frente popular antifascista y frente único obrero D 58, 66

2. EL CONTEXTO HISTÓRICO

2.1. Evolución efectiva PCF, como ejemplo. Braunthal 443.

2.2. Otros casos.

9/32 Los italianos a las masas. Brocca, 230

Plebiscito prusiano 1932.

Previsiones de la derecha comunista. Brocca 225

30/1/33 Hitler canciller.

Llamamiento PCI a los alemanes. Brocca 228/229 (12/2/33)

3/33 Elecciones alemanas.

Propuesta PCI al PSI

El CEIC [Comité ejecutivo IC] no se ha enterado aún el 3/3/34. Braunthal 446

6/2/34 Intentona fascista francesa.

12/2/34 Manifestación unitaria francesa.

6/5/34 Insistencia PCF

23/6/34 Conferencia de Ivry del PCF con 1 solo punto OD: «La organización del Frente Unido Antifascista.»

El testimonio Robotti. Brocca 237

2.3. Interpretación socialdemócrata del FP. Braunthal 445

2.4. Mía.

3. COMPLICACIONES TOGLITTIANAS

3.1. Declaración básica. Brocca 239, 244

3.2. Cuestión de la falta de autocrítica.

3.2.1. No verdadera al pie de la letra: Braunthal (Pieck) 495, Dimitrov visto.

3.3. Cuestión del lenguaje real.

3.4. Contra otras irrealidades. (burocratismo, etc).

3.5. Togliatti frena derechismos: Thorez, Grieco. Brocca 247.

4. DESARROLLO DE HECHO

4.1. Del FP de la guerra mundial.

4.2. Pasando por la guerra de España.

4.3. Las esperanzas democráticas de la postguerra y el realismo pesimista militar.

4.3.1. Interpretación anticomunista, pendant de la socialdemócrata sobre los años 30.

4.3.2. Reflexión mía: lo que no se ha tenido es la destrucción de irrealidades.

5. El testamento de Yalta. Brocca 677.

6. Conclusión sobre la lógica de los hechos: el caso Doriot.

Notas manuscritas de Sacristán:

(1) El giro de Salerno.

. Había confianza en la alianza. SC.

+ Pero también el justo miedo.

. ¿Era previsible la guerra fría?

+ El discurso de Fullton era de 1946.

. La liquidación de la guerra fría, ¿da relevancia a la guerra fría?

(2) El XX cambia totalmente la táctica.

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6. Sobre Walter Benjamin

Tres notas de Sacristán, escritas para la editorial Ariel, en torno a la edición de las obras de Benjamin. Son muestra de su faceta de trabajador editorial, tarea principal suya, junto con la militancia política y su gran tarea de divulgación teórica (conferencias), entre 1965 y 1976.

La primera nota («Edición de Walter Benjamin») está fechada en junio de 1969. Dice así:

– Al estudiar la situación de los escritos de Benjamin se llega a la conclusión de que una edición de esos textos no se puede hoy anunciar como completa, a menos que una negociación con Suhrkamp obtenga:

. un informe fidedigno y exacto acerca de los textos inéditos en poder de la editorial, de Adorno o de algún otro.

. Fotocopias de todos ellos,

(Incluso renunciando a llamar completa a la edición hará falta procurarse piezas de anticuariado).

– En el supuesto de que esa gestión dé resultado negativo, o en el de que Ariel no desee realizarla, lo más oportuno parece renunciar a una edición completa, pero no al proyecto de conseguirla un día. Pues Suhrkamp puede en algún momento decidirse a hacerla.

– Por eso, lo más aconsejable me parece una serie titulada vagamente escritos de Walter Benjamin.

– La propuesta de un plan concreto de edición depende de la respuesta de Ariel a esta nota.

– En cualquier caso necesito para trabajar una edición vieja que no tenemos: Walter Benjamin, Schriften, 2 vols., Suhrkamp, 1955.

El interés que tiene esa vieja edición es que la dirigió Adorno, no los textos que contiene (los tenemos prácticamente todos en otras ediciones). Si no se puede comprar porque esté agotada y no se encuentra en anticuariado, se podría pedir prestada a Suhrkamp por un mes.

La segunda nota lleva fecha de 17 de julio de 1969:

-El panorama, finalmente conocido, de la dispersión de los derechos sobre las obras de Benjamin en el área de la lengua castellana asusta a primera vista. La editorial caraqueña [Monte Avila] citada en la carta del agente de 14-VII-1969 tiene un par de cosas importantes. Y [Editorial] Sur lo tiene casi todo. No se comprende como, una vez situada en esa posición contractual, Sur ha perdido dos piezas tan decisivas como el ensayo sobre la tragedia alemana y el escrito sobre la reproducibilidad técnica de la obra de arte.

-Pero, pensando sobre esa situación, sorprende en seguida que no haya prácticamente en el mercado nada de Benjamin. Como le ocurrió a Taurus con el ensayo sobre la tragedia alemana, me parece claro que las dos editoriales suramericanas no consiguen salir adelante eficazmente. Por eso creo que si tomamos medidas para hacer frente al riesgo de que a pesar de todo publicaran alguna traducción decente antes de que pudiera salir nuestro primer volumen o durante nuestra edición, podemos proceder con bastante confianza. Las medidas a que me refiero, y que propongo en serio, son:

-PRIMERA: contratar lo antes posible y hacerse con

(a) el plan de edición detallado de Suhrkamp

(b) todos los textos disponibles, sin esperar la aparición de los volúmenes de Suhrkamp. (Por mi experiencia con Grijalbo, estoy convencido de que nosotros iremos más deprisa).

(c) una información de Suhrkamp acerca de su ritmo de edición

(d) material biográfico sobre Benjamin, del que probablemente dispone Suhrkamp.

(e) la vieja edición dirigida por Adorno y mencionada en mi Nota 1

Sería muy de desear que, si alguien de Ariel va en octubre a Frankfurt, hiciera estas gestiones personalmente o las remachara si ya se hubieran hecho por carta.

Para animar a Suhrkamp se le puede prometer que el primer volumen de nuestras Obras Completas estará a la venta el 1-XII-1970.

-SEGUNDA. Planear la edición de tal modo que sea tanto o más barata que las ediciones de obras sueltas por las dos editoras suramericanas. Hacer normalmente volúmenes de 200-250 páginas, en una serie especial (ni Zetein [de Ariel] ni ninguna otra colección) titulada simplemente «WALTER BENJAMIN. OBRAS COMPLETAS», en rústica y con papel barato. No desdeñar publicar (si eso nos ayuda a defendernos) volúmenes de hasta menos de 100 páginas (esas más o menos tiene el ensayo sobre la obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica).

Nota: Para refresco de la memoria de todos, sería conveniente que Ariel contestara por escrito a mis notas.

El tercer texto («Nota sobre un volumen breve de Benjamin para Ariel Quincenal») lleva fecha de 7/X/1969.

1. La solución en que primero se podría pensar sería publicar el libro relativamente largo y temáticamente unitario Ursprung des deutschen Trauerspiel (Origen del drama alemán). Tiene la ventaja de ser propiamente un «libro», cuando el autor presenta pocas ocasiones de afirmar una cosa así. Tiene el inconveniente de ser difícil y temáticamente (es de presumir) poco o nada atractivo para un público general (Extensión: 270 holandesas apr.)

2. La solución contraria supone construir ura antología interesante y menos difícil. He aquí un intento:

Das Leben der Studenten (La vida de los estudiantes): 20 holandesas

Traumkitsch (Kitsch onírico): 4

Der Surrealismus: 16

Was ist das epische Theater? (¿Qué es el teatro épico?): 9

Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit (La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica): 60

Über die Sprache (Sobre el lenguaje): 35

Geschichtsphilosophische Thesen (Tesis de filosofía de la historia): 20

Über das Program der kommenden Philosophie (Sobre el programa de la filosofía futura): 28

Zur Kritik der Gewalt (Para la crítica de la violencia): 40

Total: 232 holandesas.

3. Como sería un volumen apreciable, probablemente esa elección soportaría prohibiciones de censura sin tener que alterar el plan: haríamos un volumen más delgado de lo previsto.

4. Habría que contar dos o tres holandesas de nota mía.

5. Me parece de interés la sugestión hecha por X.F.[Xavier Folch] de que el volumen se vea favorecido por alguna otra circunstancia extraordinaria (número 100 de la colección)…

Observación: si se decide hacer el Ursprung des deutschen Trauerspiel hay que asegurarse de que Taurus no siga con los derechos.

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7. Respuesta a una carta de Joan Martínez Alier

Escrita en Barcelona, febrero de 1978. Publicada en Materiales, 8, 1978, pp. 123-128.

La carta de Martínez Alier1 me reprocha «tratar el anarco-sindicalismo como disfraz de falangistas» e ignorar que «el marxismo tiene suficientes puntos débiles, o discutibles, como para que uno se declare poco marxista». Las dos críticas me sorprenden.

Por lo que hace a la primera: ni pienso que el anarco-sindicalismo sea disfraz de fascistas ni veo que lo haya dado a entender involuntariamente por defecto de lenguaje. Lo que pienso, y lo digo en la intervención del verano pasado que motiva la carta de Martínez Alier2, es que cierta demagogia fascista puede disfrazarse de anarquismo; después recuerdo que hay precedentes de eso, de los cuales sólo cito a uno (y de los menos inquietantes: no el episodio de Sorel y Mussolini, por ejemplo, sino el mucho más trivial de F. E. [Falange Española] de las JONS)

Tal vez sea útil poner la alusión de entonces en su marco: yo creo que el marxista (por su realismo, por su intención científica, por su inspiración histórica empírica) está condenado a cargar con su reformista burgués, y que, análogamente, el anarquista (por la negatividad y lo especulativo de sus modos de pensar, de su «método») está condenado a cargar con su reaccionario, lo cual quiere decir en nuestro siglo: con su fascista. Pero esa observación –fruto de experiencia frecuente– no significa que el comunista marxista haya de ser un reformista burgués ni que el anarquista haya de ser un fascista. Añadiré que lo burgués reformista no me parece siempre mejor que lo reaccionario. Y, sobre todo, que doy poca importancia a este asunto, porque me parece que, a medida que nos alejamos del capitalismo de los clásicos de la economía, va perdiendo consistencia (aunque todavía tiene alguna) la raíz social de semejantes distinciones entre ideologías burguesas. Tan poca importancia le doy a este asunto, que no ocupa en la redacción publicada más que dos líneas, 23 palabras, de un escrito de 8 páginas, unas 3.700 palabras3.

Todo el resto de la intervención es autocrítica marxista, razón por la cual también me sorprende el segundo reproche de Martínez Alier, lo de que desconozco las dificultades del marxismo. Lo que ocurre es que los puntos críticos que relaciona Martínez Alier –un catálogo bastante completo de la crítica académica del marxismo, e incluso alguna cosa más– no son todos asuntos que interesaran en la ocasión de mi intervención del verano. Aquel día tratábamos sólo una cuestión candente del movimiento.

El catálogo de errores y problemas irresueltos del marxismo que compone Martínez Alier me parece, en general, bueno y suscribible. Tiene, de todos modos, alguna cosa rara: por ejemplo, la simplificación a que somete las ideas sobre el parlametarismo más corrientes entre marxistas; lo mismo digo de la alusión al concepto de valor-trabajo, que parece representado como si fuera una tesis normativa. Es poco probable que entendamos de maneras diferentes unas cosas tan básicas, de modo que aquí debe de haber mala formulación de Martínez Alier o mala lectura mía. Dejo el asunto para otra ocasión, como, en general, tengo que renunciar a tratar punto por punto el catálogo de errores: una lista se puede componer en unos pocos renglones pero la discusión de sus puntos no es cosa que se pueda hacer en una respuesta a una carta. Sólo por no ocultar cómo creo que hay que trabajar estos problemas discutiré brevemente una de las tesis problemáticas, la que afirma que la consciencia espontánea de la clase obrera es sólo reivindicativa de lo inmediato, reformista, no revolucionaria, y que el partido político es imprescindible para que la clase llegue a una consciencia revolucionaria, no subalterna. Esa tesis (de dudosa importancia para el marxismo y, en cualquier caso, no compartida por todos los marxistas, sino contradicha, incluso, por algún clásico importante, señaladamente Historia y consciencia de clase de Lukács) es, en mi opinión, la formulación metafísica, no científica, de una generalización histórica susceptible de formulación empírica, pero vacía. Los usos de esa tesis –ingenuos, o ideológicos, o instrumentales– son semánticamente vacíos, puramente pragmáticos: cuando se afirma hoy (un hoy comenzado hace mucho) que la consciencia espontánea de la clase obrera no es revolucionaria, sino corporativa, se afirma una vaciedad (un «condicional contrafáctico»), porque hace mucho tiempo que no hay consciencia espontánea en la lucha de clases. Tal vez sea verdad que si la consciencia de clase de una clase dominada es espontánea, entonces es reformista: pero esa implicación sirve para poco en el mundo euroamericano, a más tardar desde el libro I del Capital y la I Internacional, y probablemente desde antes. Hoy sirve principalmente para consolidar ciertos poderes políticos (de los gobiernos) o sociales (de los intelectuales).

Ahora bien: ese análisis no me permite afirmar que los partidos obreros sean simplemente aparatos de poder burocrático sobre la clase obrera. La falta de fundamentación metafísica del partido obrero no es falta de fundamentación sin más. El partido obrero tiene un fundamento práctico: es conveniente para la lucha de la clase en una sociedad que es política. Es conveniente pese a todas sus lacras, entendidas no ya con la banalidad de la ingenua propaganda anarquista, sino también con el pesado rigor de los grandes analistas reaccionarios, principalmente Michels y Mosca. A todo lo cual hay que añadir que, como lo enseña con cierta frecuencia la práctica de algunas aguerridas aristocracias anarquistas, la falta de organización política estable de la clase obrera abre camino a una demagogia carismática, caudillista, que maneja a una masa inarticulada y alienada en nombre, para colmo, de su supuesta espontaneidad. La mística del partido profesada por muchos marxistas y la mística antiburocrática profesada por muchos anarquistas se alimentan de reacciones contrapuestas a un mismo fantasma: la espontaneidad. El giro mental marxista que critico aquí sublima en una afirmación absoluta lo que no es más que resultado relativo de una inferencia histórica: el sesgo anarquista consiste en ignorar la realidad, lo empírico, actitud que suele llevar a entender los hechos como fruto de voluntades perversas: el partido obrero no se fundará en rasgos de la vida social moderna, sino en la maldad de unos burócratas, etc.

Cortaré aquí mi discusión. La necesidad de dejar sin discutir los puntos del catálogo de errores se puede admitir resignadamente, porque lo que principalmente importa tener en claro es algo más general, a saber: que la refutación de muchas tesis de Marx o de marxistas no es ninguna prueba de que las maneras marxistas de pensar, el «método» materialista histórico-dialéctico, sean acientíficos, sino, en cierto sentido bastante trivial en filosofía de la ciencia, todo lo contrario. Si el marxismo fuera una filosofía especulativa sistemática, si fuera la suma del diamat y el Histamat de los profesores rusos, entonces sería irrefutable y acientífico, como toda teología. Por otro lado, si el marxismo fuera ciencia en el sentido de la teoría positiva, como un sistema completo y detallado de tesis sobre un trozo de realidad, entonces la refutación de esas tesis, o de algunas de ellas en posición central, determinaría no una condena por acientificidad, sino su abandono en cuanto constricción científica superada. Pero, como escribí hace ya muchos años (por lo que ahorro al lector –y, sobre todo y con perdón, me ahorro a mí mismo–) el aburrimiento de la repetición pormemorizada), yo no creo que esa naturaleza propiamente teórica sea la del marxismo. Por lo demás, en la intervención objeto de esta polémica ni siquiera hablo de ‘marxismo’ a secas (yo me tomo muy en serio el hecho de que Marx no era marxista, según su célebre estallido) y no construyo como sujeto «el marxismo» sino «el comunismo marxista». En mi opinión, el marxismo es propiamente una tradición emancipatoria moderna, una tradición del movimiento obrero, no un sistema teórico; su interpretación y fijación como sistema teórico es un elemento de la ideología legitimadora de varios estados y grupos dirigentes políticos, y una rutina de grupo –también ideológica y legitimadora– de los profesores del este y del oeste, principalmente de los de economía y filosofía.

La empresa del marxismo no es la empresa de la ciencia, ni una empresa científica. Las «sagas de Marx» no se parecen a las de Darwin, como muy bien vio éste y contra lo que muy mal creyó aquél4. Eso no quita que uno de los rasgos característicos de la tradición marxista sea la intención de incorporar ciencia e incluso hacer ciencia ella misma. La mejor manera de caracterizar el lado intelectual de la tradición marxista es verlo como una metódica. El joven Lukács, que no era nada precavido epistemológicamente, decía «método»; me parece interesante que se pueda coincidir en este punto central a pesar de usar instrumentos filosóficos muy diferentes.

Entre los elementos principales de esa metódica se cuentan: el ver la emancipación como un asunto básicamente económico-social y derivativamente ideológico y político («materialismo», visión complicada hoy por la presencia del Estado en la base productiva); el necesitar, sin embargo, una comprensión integrada y autocontenida (sin trascendencia) de los diversos aspectos de la realidad social, la distinción entre los cuales le es, por otra parte, esencial (esta necesidad metódica es «la dialéctica»); el requerir un fundamento empírico-racional de la práctica (es el motivo de la «unión del movimiento obrero con la ciencia»); el no darse a la fabulación de una vida futura, sino trabajar con lo que hay y partiendo de lo que hay (esto es el «principio de la práctica»). Los rasgos característicos de la tradición marxista la predisponen a una abundante producción de hipótesis (históricas, analíticas, prospectivas) y, por lo tanto, a refutaciones frecuentes. En la lista de Martínez Alier falta el caso que ahora me parece más central y más importante de hipótesis marxista comprometida. ¿hasta qué punto o con que reelaboración se puede seguir pensando hoy –cuando las concepciones marxistas más clásicas sobre la ciencia natural, la tecnología y las fuerzas productivas en general muestran inadecuaciones quizás importantes– que la clase de los trabajadores industriales lleva en sí el germen de una sociedad emancipada? Hace tiempo que oigo a Giulia Adinolfi decir que ésta es la cuestión en torno a la cual hay que centrar las discusiones en curso. Yo también lo creo ya.

Muy distinta es la situación de la tradición anarquista5. La tradición anarquista, tal como suele presentarse, no entra en el campo de las hipótesis refutables. Yo creo que el anarquismo ha sido la metafísica del movimiento obrero, el simple enunciado a priori. No porque no haya programado detalladamente –que lo ha hecho, y hasta en demasía–, sino porque su programación no ha solido tener realidad social ni, por lo tanto, contrastación posible. De ahí su irrefutabilidad doctrinal, y su escasa capacidad de enfrentarse con problemas específicos, y también su relativo florecimiento en épocas de crisis de las articulaciones de concepto de intención científica, de crisis de los intentos de conseguir ciencia de la revolución. De ahí, por último, la honrosa condición que ha tenido el anarquismo de depósito de valores de la revolución social.

Digo todas esas cosas en tiempo pasado porque tengo la impresión de que la obligación de contestar a Martínez Alier me ha impuesto una discusión anacrónica. La larga lista de refutaciones lógicas y empíricas de tesis marxistas y la larga historia de empobrecimiento real y pérdida de influencia del anarquismo obrero deberían purificar el pensamiento de ambas tradiciones, eliminar algunos de sus rasgos diferenciadores y promover en todos la convicción (que es la mía) de que una de las tareas más importantes para este fin de siglo sería lo que podríamos llamar (más o menos autoirónicamente, según cada temperamento) la reunificación de la Internacional, que «A.I.T.» pudiera volver a ser una sigla única y que por vez primera llegara a ser universal. No es que me haga ninguna ilusión acerca de la realizabilidad de esa tarea. Ella tropieza, por un lado, con la suficiencia marxista y, por otro, con la obsesión ácrata de hostigar a los partidos obreros, en especial al que un conocido y veterano anarquista llamó hace unos meses en Mataró «el maldito Partido Comunista». De todos modos, ésa sí que me parece empresa importante, por lo menos en España, donde el anarquismo obrero todavía existe de verdad. Una de las primeras condiciones posibilitadoras de la tarea que digo es la vitalidad del anarquismo obrero, y aquí, particularmente, de la CNT. Por lo tanto, hay que defender a la CNT contra el cerco en que el poder está intentando encerrarla6. Dicho sea de paso: para bastantes comunistas españoles intentar contribuir a la pervivencia de la tradición anarquista no es ninguna novedad. Por ejemplo: el primer intento de publicar a Anselmo Lorenzo después de la guerra civil lo hizo en los años 60 una editorial poco después destruida por la censura franquista, la editorial Ciencia Nueva, promovida y dirigida por un grupo de comunistas madrileños (Alberto Corazón, Alberto Méndez, etc). Y en Barcelona, todavía en vida de Franco y antes de que hubiera una actividad editorial anarquista perceptible, Francisco Fernández Buey y yo editamos la Antología ácrata española de V. Muñoz.

Pero el ataque del gobierno no es el único peligro serio que amenaza a la CNT. Hay otro, que consiste en que cierto inconsciente resentimiento antiproletario refugie en ella, más o menos transitoriamente, su odio de clase, polarizado contra los partidos obreros más representativos. Hay que precaverse contra la provocación del poder, pero también contra la acción de personas que aún llevan dentro las enfermizas tensiones de la marginalidad pequeño-burguesa (la «neura» que sabiamente diagnostican los anarquistas de otros tiempos) o arraigados reflejos de las clases dominantes. Me hago cargo de que esas palabras pueden parecer una insinuación contra J. Martínez Alier, razón por la cual niego explícitamente que se refieran a él. Pero la verdad es que las escribo pensando en casos que conozco personalmente. Sobre todo, creo efectivamente que ésa es una de las grandes amenazas que pesan hoy sobre el anarcosindicalismo español.

Notas de edición

1 Fechada en enero de 1978. Fue publicada también en el número 8 de la revista, junto con la carta de Sacristán y la respuesta de Martínez Alier. En el mismo número, una respuesta de Sacristán a una carta de Daniel Lacalle.

2 Verano de 1977, en la Escola d’Estiu (escuela de verano) Rosa Sensat. Sacristán, junto con Antoni Domènech, dirigió un seminario sobre «Problemas actuales del marxismo» (curso 5549). Las cuatro primeras sesiones fueron impartidas por él; Domènech impartió las seis restantes. No se conservan cintas de las sesiones, pero sí la transcripción autorizada por el propio Sacristán de la tercera y cuarta session dedicadas a «Economía y dialéctica» y «Los problemas actuales del comunismo científico».

3 Sacristán se refiere al artículo «A propósito del ‘eurocomunismo», publicado en el número 6 de Materiales. Martinez Alier criticaba en su carta esta consideración de Sacristán: la socialdemocratización del partido comunista unida al enquistamiento dogmático de otros grupos marxistas producirían, señalaba Sacristán en su texto, «la neutralización decepcionada de un sector popular que quedará a disposición de sucumbir a demagogos fascistas, tal vez de nuevo disfrazados de anarquistas, al modo como Falange se cubrió en la década de los años 30 con el rojo-y-negro confederal».

4 La inexactitud de Sacristán sobre la relación epistolar entre Marx y Darwin está fechada en el tiempo. Era creencia común en aquellos años.

) En abril de 1983 (La Vanguardia, 5/4/1983), se manifestaba Sacristán en los siguientes términos sobre la tradición anarquista en su entrevista con Joaquim Ibarz: «Antes de entrar en el PSUC, me consideraba un marxista anarquista, un poco al estilo de Rubel (…) Creo que los términos “marxismo”, “comunismo”, “socialismo”, “anarquismo” abarcan ya cada uno de ellos formulaciones con tantos matices diferentes que, en mi opinión, aluden más a tradiciones de pensamiento que a cuerpos doctrinales fijos. Y, además, me parece que eso es un bien, no sólo por lo que tiene de rectificación de posibles esquematismos injustificables, sino porque en esta época de reflujo de las expectativas de cambio social revolucionario esa situación de crisis de estructuras teóricas supuestamente rígidas puede ayudar a remontarse a la fuente común de la que ha salido todas esas tradiciones: socialismo, anarcosindicalismo, marxismo, etcétera (…) En mi concepción, el anarquismo podría identificarse con el principio del placer, del pensamiento revolucionario: el marxismo representaría el principio de realidad. Aunque eso no sea más que una broma didáctica. En cualquier caso, en estos momentos la necesidad de emplear una nueva época del pensamiento revolucionario es tan visible, que lo mejor sería que las disputas de escuela pasaran a último lugar. Y, por otra parte, siempre es bueno hablar sin palabras terminadas en “ismo” enfrentándose directamente con los problemas (…) Ni siquiera se puede olvidar que antes de la revolución rusa a muchas instituciones conservadoras europeas les era sumamente difícil distinguir entre un anarquista y el Lenin de El Estado y la Revolución. Pero no se trata de volver atrás en el tiempo, cosa a la vez ilusoria y poco consistente. Se trata mas bien de proyectar hacia adelante: lo que pasa es que las motivaciones que hay que proyectar tienen esos nombres históricos de socialismo, anarquismo, comunismo,…

6 Recuérdese el caso Scala y las estrategias deconstructivas del entonces ministro del Interior Rodolfo Martín Villa.

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8. Carta a Ángel Martínez González-Tablas

Fechada en Puigcerdà, 5 de agosto de 1980. Entre la documentación depositada en BFEEUB.

Apreciado amigo:

ayer terminé de leer tu trabajo, cosa que he hecho de un tirón, porque me ha interesado mucho, apenas he podido empezarlo […].

Siguiendo tu cordial invitación a opinar, me voy a permitir hacerlo en tres partes: comentando, primero, lo que más me importa y me gusta de tu texto y lo principal que me ha enseñado su lectura; luego, refiriéndome a tres puntos que me satisfacen menos, y, por último, criticando rasgos de estilo que me parecen débiles y corregibles. Esto último me hará parecer más senil y pedantemente profesoral de lo que realmente soy; pero, a partir de cierta edad, se pierde la vergüenza de ser, como viejo, quisquilloso.

Para mí, lo más encomiable del trabajo es lo que podríamos llamar el atrevimiento oportuno que tiene. Somos muchos los que llevamos años dándole vueltas a la crisis del movimiento marxista revolucionario sin atrevernos a una exposición sistemática positiva como lo es la tuya, aunque sea in nuce. En este marco, tus reflexiones sobre la necesidad de una presentación positiva o constructiva del proyecto socialista en la crisis están cargados de razón, y tu intento de satisfacer esa necesidad me parece un buen paso firme y oportuno con el mejor sentido de la palabra: la oportunidad de ser un dique contra el desánimo y una palabra clara dirigida a la clase obrera en medio de este ruidoso mutismo de los grandes partidos de matriz marxista.

Luego, me gusta también mucho, me resulta convincente y me permitiré adoptar sus resultados (citándote, naturalmente) tu tratamiento del problema de la concepción del nexo fuerzas productivas-socialismo-comunismo por los clásicos. Me parece excelente la tentativa con que concluyes de proponer, primero, la sustitución de «liberación de las fuerza productivas» por «racionalización de las fuerzas productivas» y luego, la descripción de la tarea como «liberar las fuerzas productivas en su sentido más profundo, no tanto de las relaciones de producción que las coartan como del patrón de consumo al que sirven» (Aunque en esa formulación te sugeriría corregir así: «liberar las fuerzas productivas en su sentido más profundo y completo, no sólo de las relaciones de producción que las coartan, sino también del patrón de consumo al que sirven». Propongo esta corrección pensando en la fuerza productiva que es la fuerza de trabajo).

En mi opinión, toda tu argumentación al respecto culmina en la noción del «triángulo estratégico fuerzas productivas-necesidades-relaciones de producción». También esta metáfora me parece expresar excelentemente un concepto de suma importancia.

Por último, y aunque sea en un plano más de detalle, en el que tal vez no sea prudente entrar en una carta, creo que es un gran acierto explicitar la consecuencia de que cualquier avance socialista requiere –rebus sic stantibus– desvincularse del sistema capitalista mundial. Yo también creo que, si no estamos de acuerdo con Paramio (por ejemplo), entonces estamos obligados a esa consecuencia, con toda la prudencia del caso.

De los tres puntos acerca de los cuales quería expresarte reservas dos son más importantes que el tercero.

El principal es tu decisión de dejar de hablar de comunismo por el hecho –que admito yo también– de que no se encuentra «en nuestro horizonte histórico», no, al menos, de forma clásica. Es verdad que afirmas la posibilidad lógica y empírica del comunismo. Sin embargo, discrepo de tu solución en este punto por razones análogas a las que a ti te han movido a una caracterización positiva del socialismo, no sólo negativa o via remotionis.

Creo que hay un modo racional de conservar la perspectiva comunista, un modo racional de considerarla incluida en nuestro horizonte. Ese medio consiste, según creo, en añadir a los clásicos factores de la estrategia –los partidos y los movimientos de masas– la función modestamente material, pero tal vez un día importante en lo cultural, de posibles comunidades de vida «diferente», hechas con el mayor número posible de elementos comunistas. Los mismos partidos podrían promover esas comunidades o, por lo menos, contar con ellas1. No tengo ningún reparo en reconocer yo mismo que esta estrategia me viene sugerida por la historia del cristianismo y por el gandhismo2, y que, por lo tanto, conlleva un peligro evidente de elitismo y de «constantinismo» Pero no te estoy escribiendo para exponerte mis fantasías, de modo que volvamos al hilo.

Mi segundo punto importante de desacuerdo queda ya insinuado en lo que acabo de decir. En sustancia, se trata de esto: yo no quisiera que los nuevos movimientos –ecologista y feminista ante todo, respecto de los nacionalismos «históricos» soy mucho más crítico y desconfiado– se redujeran al esquema clásico de los «movimientos de masas». Me gusta entenderlos como potencialmente capaces de cuajar en ese nuevo «monacato anticapitalista» que he sugerido antes.

Por último, también quiero pedirte que reconsideres el asunto de las economías de escala, que, aunque referidas a la economía estatal (no a la mundial), das como cosa obvia. Sospecho que las necesidades ecológicas no van a tolerar siempre la aplicación normal del criterio de las economías de escala. Pero este punto, como ya he dicho, es secundario.

Por lo que hace a cuestiones de estilo, creo que tu trabajo tiene un inconveniente que hay que aceptar sin remedio, porque es el precio de su valioso atrevimiento: ese inconveniente es la inevitabilidad de un desarrollo y una argumentación general de tipo ensayístico, que sería más natural en un texto más breve (por ejemplo, de 50-70 folios, en vez de los 170 que tiene redondeando). Pero repito que, en mi opinión, hay que cargar con eso, porque no puede ser de otra manera. Si acaso, podrías intentar suavizar la cosa, mitigar el ensayismo, introduciendo ejemplos, casos particulares cuyo análisis fuera punto de partida o, por el contrario, ilustración final de tus argumentaciones.

Otras debilidades estilísticas se pueden arreglar fácilmente, y quizá lo hayas hecho tú ya en tus papeles. Por ejemplo, podar el exceso de interrogaciones retóricas, sobre todo en las primeras páginas. O el exceso de anglicismos y galicismos (por ejemplo: «estado-bienestar» como escribes por Welfare-State; me parece que en lenguas latinas ahí es obligada una preposición: estado del bienestar, o si no quieres usar preposiciones, usar dos sustantivos claramente tales: estado providencia, como a veces se escribe; también habría que eliminar el galicismo «reclamarse de» por «profesarse»). También tendrías que corregir algunos solecismos flagrantes, como «en base a» por «sobre la base de» y «cualesquiera» usado como singular, cuando es el plural de «cualquiera». Pero lo más necesitado de corrección (al menos en la copia que me mandaste) es la puntuación.

De todos modos, esas observaciones estilísticas son condicionales: creo en efecto que mi copia es particularmente mala: le falta la nota 51 b, el folio 19 de las notas y las «Reflexiones finales».

Si has llegado hasta aquí, te agradezco la paciencia; espero con ganas la publicación del texto (¿qué editor lo saca?) y, en cualquier caso, quedo a tu disposición por si necesitas algo durante los trabajos de edición.

Con amistad, Manuel Sacristán Luzón

Notas

1 En «La situación política y ecológica en España y la manera de acercarse críticamente a esta situación desde una posición de izquierdas», un escrito de 1981 igualmente recogido en Pacifismo, ecologismo y política alternativa, apuntaba Sacristán de manera consistente con esta consideración: «(…) En mi opinión, y para terminar, esto conlleva un corolario para el militante de izquierda en general, obrero en particular, comunista más en particular: el ponerse a tejer, por así decirlo, el tener telar en casa: no se puede seguir hablando contra la contaminación y contaminando intensamente (…) A la vista de los resultados de una línea sólo politicista, leninista pura, me parece que hoy se puede decir que una cosa así es expresable sin necesidad de ser sospechoso de insania. La cuestión de la credibilidad empieza a ser muy importante, y conseguir que organismos sindicales, por ejemplo, cultiven formas de vida alternativas me parece que es no tanto ni sólo una manera de alimentar moralmente a grupos de activistas sino también un elemento que es corolario de una línea estratégica».

2 En su conversación con Wolfgang Harich de mayo de 1979 (Acerca de Manuel Sacristán, pp. 131-152), señalaba Sacristán: «(…) Pero lo principal es quizás el asimilar una concepción estratégica que solió ser despreciada bajo el rótulo gandhismo. Pues conviene decir crudamente cosas bastantes claras ya; principalmente que a estas alturas del siglo XX, ateniéndonos a los países industriales, esto es, sin pretender incluir en estas consideraciones a los pueblos que soportan en última instancia la opresión y la explotación imperialistas, ha sonado y hasta pasado ya la hora de reconocer que la capacidad revolucionaria, cualitativamente transformadora, de las tradiciones más robustas del movimiento obrero ha resultado escasa. Por decirlo un tanto provocativamente: no se ve que la III Internacional (ni la IV, para el caso) se haya acercado a sus objetivos doctrinales más que el gandhismo a los suyos. Pero, además, el aprovechamiento de experiencias de las que por abreviar estoy llamando gandhianas puede servir para dar forma a la necesaria revisión de las concepciones revolucionarias en un sentido que les añade consciencia de alternativa radical».

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9. Marginalia marxista

Breves anotaciones extraídas de documentos depositados en la BFEEUB

1. Carta a Engels o Lasalle de enero-febrero de 1854: que la apatía de las masas populares no puede superarse únicamente mediante la teoría.

2. M → E [Carta de Marx a Engels), 25/3/1868 sobre Fraas. Interpretación buena del desarrollo de las fuerzas de producción. Esto, más [ilegible] (que, además, se refiere a lo mismo empíricamente) refuta a Martínez Alier.

3. Carta de M → E 14/10/1868. Sobre teoría y práctica, y moral en el Capital.

4. M → Lafargue, 15/2/1869. Sobre la relación con la naturaleza.

5. Engels presuponiendo sentido al cosmos: E → M, 21/3/1869. Y va contra la termodinámica.

6. La Dynamische Stofflehre (1877) de Moses Hess muestra que todos se sintieron atraídos por la cosmología, a causa (a) del [ilegible] grande del 2-XIX, y (b) de su intuibilidad.

7. El asunto Podolinski: E → M, 17/12/1882, 22/12.

8. Sobre el «atraso» político de la burguesía alemana, vale la pena recordar la insurrección de los tejedores silesios en junio de 1844: quizás ahí se entienda que esa burguesía tan atrasada económicamente se adelantó políticamente, al entregar al antiguo poder (no régimen social) su primogenitura.

9. En la S.F. está en germen la doctrina de las ideologías, a propósito del proletariado.

10. El texto de solidaridad de Engels en carta del 22-26/2/45 y 7/3/45, MEW 27, 19.

11. Trabajar los estatutos de 1847, MEW, 4, 596.

12. Recordar cómo en el MC, M-E unen, para la Alemania de 1848, la alianza burguesa con el antiburguesismo franco.

13. Tras la derrota del 48, M-E propugnan los 17 puntos de los comunistas para Alemania.

14. Lohnarbeit und Kapital [Trabajo asalariado y capital] es contemporáneo del MC: manuscrito de conferencias pronunciadas a finales de 1847 en el BDA, redactado en 1849 y publicado por entregas en el NRZ a partir del 5/4/1849.

15. En ese mismo contexto, Marx ha escrito algo teóricamente muy malo, en pugna con los voluntaristas (MEW 8, 412). Es verdad que el [ilegible] limita… Sobre todo, está limitado por la alusión subjetiva, en el mismo texto, al proletariado. También es verdad que la Liga, que siguió la política de Marx, cayó íntegramente bajo la represión.

16. Sobre la periodización de Marx quizás:

1. La formación del revolucionario: 1830-1841; 2. La doctrina revolucionaria: 1841(2)-43/44-1848. 3. El análisis de fundamentos (de algo ya existente, como en las ciencias, incluso como conocimiento): 1850-1859-1867-muerte (1883). 4. El táctico: 1864-1883.

17. El 17/4/1849 la Unión obrera de Colonia elige a Marx entre los miembros de la comisión provincial provisional para el congreso renano-westfaliano de uniones obreras para el 6/5/1849. Todo en el curso de independización de los obreros tras el fiasco de la alianza burguesa de 1848. Interrumpido, por la marcha de Marx, el 20/4/1849.

18. Durante 1848/49 los Marx [ilegible] prácticamente toda la herencia: 7.000 táleros. Para viaje de Colonia, empeño del ajuar de plata de Jenny.

19. Para la miseria londinense, citar la carta de Jenny von Westphalen. Mohr und General 215.

20. Interpretan el período de estudio 1850-1864 como un paréntesis para inventar nueva política, tras el final del período revolucionario. Me parece tontería: se opuso a los ilusos por ilusos; [ilegible] teoría porque ahora podía. De poder, la habría hecho antes también. Pero al final lo dicen muy bien (p. 217).

Pero ahora, releyendo, veo que no estoy tan de acuerdo. 1) Si ‘Begründung’ se tomara en sentido epistemológico, eso es falso. Pero en un sentido amplio se puede admitir. «Fundamentar» sería entonces definir los objetivos y su posibilidad general. 2) Esta es muy buen previsión.

21. Marx dice que Espartaco es un «representante real del proletariado antiguo» (A Engels, 27/2/61). Claro que habría que saber si no es más que una metáfora por «esclavos». Pero tiene interés el uso de «antiguo».

22. Rabel en la Crónica, p. 83; «Agosto-diciembre [1861]. A pesar de algunas inútiles tentativas el trabajo científico ha sido abandonado a partir de 1859. A la vez que reanuda su colaboración con la NYD y escribe pasa Die Presse de Viena, Marx empieza a redactar la continuación de su Crítica… publicada en 1859, es decir, el capítulo sobre la transformación del dinero en capital. Esta primera versión (modernos I al IV) del Capital es, aún actualmente inédita.»

23. El artículo de octubre 1862: «La fabricación del pan» es una muestra más de las anticipaciones de Marx. A su vista da risa el descubrimiento de que la industria se ha hecho cargo del consumo después de la 2ª guerra mundial.

24. En la sesión del Consejo General de la AIT sobre la representación de esta en el Congreso de la Liga de la Paz y la Libertad, Ginebra 9/9, Marx habla oportunamente sobre la naturaleza de los ejércitos permanentes. Agosto de 1867.

25. «En las sesiones del Consejo General [de la AIT], Marx habla del problema de la instrucción pública en la sociedad humana y se pronuncia en favor de la nacionalización de la enseñanza, que, sin embargo, debe escapar al control gubernamental. Solo debe ser de pago la enseñanza superior.»

«Ni en las escuelas elementales ni en la enseñanza superior deben darse materias que admitan una interpretación partidista o de clase» (10 y 17 de agosto [1869])» (Rubel 118).

26. Ahora se me ocurre que el problema transformación es un pseudoproblema de Entwicklung y dialéctica.

27. Las categorías dialécticas, límites del conocimiento. Más allá, la metafísica. Todo lo real es material. Peo no basta esto para conocer una materialidad concreta.

28. La manera como Marx habla de liberación de las fuerzas productivas en la Crítica del Programa de Gotha permite una defensa general de su concepción:

«una vez que las fuerzas productivas hayan crecido con el desarrollo omnilateral del individuo y que todas las fuentes del trabajo cooperativo fluyan más libremente, se podrá rebasar el estrecho horizonte de los medios burgueses, etc.»

Pues las fuentes liberadas son las dimanantes del desarrollo del individuo y de la cooperación.

29. Carta (inglesa) de Marx a Jenny Longuet, 4/6/1882. Aunque creo que nunca llegó a serenidad «sabia», tenía ya ciertos elementos al final. O los tuvo siempre, aunque en contradicción.

30. «Entre la sociedad capitalista y la comunista está el período de transformación revolucionaria de la una en la otra. Le corresponde un período práctico de transición cuyo estado no puede ser otra cosa que la dictadura revolucionaria del proletariado.» (MEW, 19, 28 (Gotha))

Se opone a la idea de «estado libre» de Gotha, habla de que el estado capitalista ha de ser lo menos libre posible, y lanza la perspectiva final y la de la transición.

31. Debates sobre la libertad de prensa (MEW 1).

«El cuerpo humano es mortal por naturaleza. Por tanto, no se puede evitar la aspereza. ¿Por qué la gente está sujeta al médico cuando está enferma y no cuando está sana?…» (59. Rhinische Zeitung, n.º 132, 12/5/1842).

El pensamiento (hegelo-feuerbachiano) es mucho más rico que el de la visión Illich del tema. Es, además, más explícito en su fundamentación –la muerte, el espíritu– La manera de referirse al poder opresivo de la medicalización es muy buena y, además, tiene una motivación más.

A eso habría que oponer: a) que no se trata de luchar contra la muerte, sino por la vida grata, como los griegos; b) que en ese sentido el médico es higienista, a la griega; c) que la solución es todos médicos.

32. Pietro Ingrao, «¿Democracia burguesa o estalinismo? No, democracia de masas», Rinascita, 16/2/1976.

Ingrao no sólo sigue estando en su sitio, sino que, además, construye con mucho sentido de la realidad.

33. Sobre Adorno (Prismas). 1. Notable que el defensor de la «utopía» se consuele con tan poca cosa como la distinción (implícita) entre convención buena y mala. 2. Esa idealización es la utopía –o la voluntad de utopía. 3. Precisamente entre hombres así solo es posible así. Pero no entre obreros, por ejemplo, entre los que sigue siendo posible de otro modo. Y solidaridad, entre estos, es otra cosa, y no incluye por lo general teoría. Es la típica idealización.

34. Fidel Castro, Discurso en el acto central por el 1º de Mayo de 1971.

«Y como en el socialismo se trabaja no para la ganancia, sino para las necesidades, y las necesidades son ilimitadas…» (15).

Ojo.

35. «Está de moda anteponer al estudio de la economía una parte general –y es precisamente la que figura bajo el título de “producción” (…)– en la que son tratadas las condiciones generales de toda producción… Cuando estas trivialidades son recudidas a su contenido real, quieren decir más de lo que saben sus predicadores. A saber: que toda forma de la producción engendra sus propias relaciones jurídicas, su propia forma de gobierno, etc. La tosquedad y falta de comprensión radica en relacionar precisamente de forma fortuita los elementos que forman un todo orgánico, en ponerlos en una mera conexión reflexiva.» (Grundrisse, OME 21, 9-11)

Hegel en los Grundrisse. Dialéctica como búsqueda de la totalidad orgánica.

36. «Relaciones de dependencia personales (en un principio completamente espontáneas) son las primeras formas de sociedad, en las cuales la productividad humana solo se desarrolla en pequeña medida y en puntos aislados. La independencia personal basada en la dependencia material es la segunda gran forma, en la que se constituye por primera vez un sistema de cambio social general, de relaciones universales, de necesidades universales y de capacidad universal. La libre individualidad, basada en el desarrollo universal de los individuos y en la subordinación a los mismos de su productividad comunitaria, social, de su patrimonio social, constituye el tercer estadio. El segundo crea las condiciones de realización del tercero.» (Grundrisse, OME 21, 85/86)

Lo hegeliano es la fuerte abstracción y la presentación de eso como universal o absoluto, lo que luego dará el modelo y más tarde será sustituido por la limitación histórico-geográfica del mismo (O.S, V. S.).

37. «La naturaleza no construye ninguna máquina, ni ninguna locomotora, ni ferrocarril, ni telégrafos, ni telégrafos eléctricos, ni hiladoras automáticas, etc. Son productos de la industria humana; material natural, transformada en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su acción sobre la naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; son fuerza científica objetivada. El desarrollo del capital fijo indica hasta qué grado el saber social general, el conocimiento, se ha convertido en fuerza productiva inmediata [1], y en consecuencia, las condiciones del proceso de vida social han pasado a estar bajo el control del intelecto general y son remodeladas de acuerdo con este. Hasta qué grado las fuerzas productivas sociales son producidas no solo en la forma de ciencia, sino como órganos inmediatos de a praxis social, del proceso de vida real.» (Grundrisse, OME 22, 92).

[1] Acordarse de que el científico es capital fijo.

Arrancando de Hegel, esta exposición casi cientificista, en la que hay que suplir la revolución consistente en resolver la contradicción por la cual el capitalista no puede promover hasta el final la oportuna evolución del capital fijo (especialmente del humano). Hoy solo está claro respecto del humano. Ayuda del anticientificsimo al capital.

38. «Junto con la máquina –y con el taller mecánico basado en ella– el dominio del trabajo pasado sobre el vivo llega a ser no sólo social, expreso en la relación entre capitalista y trabajador, sino también, por decirlo así, una verdad tecnológica.» K. Marx, Capitale e tecnologia (Cuaderno XX, ms. 1861/1863), p. 167.

Para comentario Blaug. Aquí la tecnología consuma el hecho social, no lo origina.

39. «Las ciencias naturales han desarrollado una actividad enorme y se han apropiado de cada vez más materiales. Sin embargo, la filosofía se ha mantenido tan ajena a las ciencias como éstas a la filosofía. Su momentánea fusión solo fue una ilusión de la fantasía (…) Pero tanto más han intervenido prácticamente las ciencias naturales a través de la industria en la vida humana, cambiándola y preparando la emancipación humana, si bien su efecto inmediato ha sido llevar al colmo la deshumanización (…)

La ciencia natural (…) ya se ha convertido en la base de la vida realmente humana, aunque sea en forma enajenada. Poner una base para la vida y otra para la ciencia es de antemano una mentira». (Marx, Manuscritos de 1844, OME 5, 384/385).

Hay que recoger que la fusión de ciencia y filosofía (posterior programa de Engels) fue solo una ilusión; y la única frase.

40. «La lucha por la existencia en la sociedad inglesa –la guerra de todos contra todos, bellum omnium contra omnes– llevó a Darwin a descubrir la lucha por la existencia como la ley que impera en la vida “animal” y vegetal. El darwinismo, por el contrario, considera que eso es una razón decisiva para que la sociedad humana no se emancipe nunca de ser animal.» (Marx a Laura y Paul Lafargue, 15/2/1860; MEW 32, 592)

a) Marx admite que la génesis de la idea de Darwin no empece a su acierto;

b) Distingue tácticamente entre ciencia y política.

c) Rechaza tácitamente la inferencia ab esse ad debet.

41. «Pero a un hombre que intenta acomodar la ciencia a un punto de vista que no provenga de ella misma (por errada que pueda estar la ciencia), sino de fuera, un punto de vista ajeno a ella, tomado de intereses ajenos a ella, a ese hombre le llamo canalla (gemein

No es canallesco en Ricardo el equiparar los proletarios a la maquinaria o el animal de carga, o a la mercancía, porque promueve la producción (desde el punto de vista de Ricardo) el que los proletarios sean mera maquinaria o bestia de carga, o porque realmente sean meras mercancías en la producción burguesa. Eso es estoico, objetivo, científico. Siempre que es posible sin pecar contra su ciencia, Ricardo es filántropo, como lo fue en la práctica.» (Theorien, MEW 26.2, 112).

Este párrafo, que tantas veces he citado, tiene el grandísimo interés de ilustrar a la vez su noción de ciencia [ilegible] del esquema dialéctico y su gran cambio moral (Althusser) respecto de la juventud, simbolizable en la aparición de los estoicos en un lugar de honor. ¿Zenón o Epicuro?

42. «La religión, familia, Estado, Derecho, moral, ciencia, arte, etc. no son sino formas especiales de la producción, hallándose sometidas a su ley general». Manuscritos de 1844, OME 5, 379.

Es realmente sociología de la ciencia. O, como dice Merton, teoría sociológica del conocimiento. Pero hay un fondo de ésta que es fundamento de aquélla.

43. El ocio tiene más importancia de lo que parece en el esquema marxiano de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Cfr. KIII, MEW 25, 274.

44. En la Crítica del Programa de Gotha Marx recupera su condena de las «medias» ricardianas, pero sin mala teoría de la ciencia: es la crítica de la igualdad jurídica como desigualdad concreta o material.

45. «La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, o sea, la naturaleza en cuanto ya no es cuerpo humano. Decir que el hombre vive de la naturaleza es lo mismo que decir: la naturaleza es su cuerpo, con el que tiene que mantenerse en un proceso constante, si no quiere morir. La conexión de la vida física y psíquica del hombre con la naturaleza no quiere decir otra cosa que la conexión de la naturaleza consigo misma, ya que el hombre parte de ella» Manuscritos de 1844, OME 5, 353.

Buena expresión de la fase explícitamente naturalista de los años cuarenta.

46. «Por lo que hace a la idea básica de la cuestión, creo no equivocarme al registrar una laguna manifiesta en las consideraciones expuestas en su prólogo, a saber, que falta la prueba de que el curso de la producción capitalista produce espontáneamente las condiciones materiales necesarias para la emancipación del proletariado». Y tachó a continuación: «y, al mismo tiempo, que la lucha de clases conduce en ultima instancia a la revolución social». Marx a Carlo Cafiero, 29/7/1879.

Se mantiene la idea eurocéntrica, y se limita su ambición.

47. «Nada tan erróneo como el ver como algo “no libre” las corporaciones y los gremios medievales, en los cuales la división del trabajo en artesanías independientes es al mismo tiempo la base de la organización social y política. En esa forma precisamente el trabajo se liberó de la propiedad agraria y, sin duda, ese fue el período en que el trabajo alcanzó el nivel más alto social y políticamente» (K. Marx, Capitale e tecnologia (Cuadernos XIX, ms. 1861/1863), p. 123).

Sobre no tener miedo a la palabra «arcaica».

48. «El desarrollo de la ciencia por sí solo –es decir, de la forma más sólida de la riqueza, al mismo tiempo producto y productor de la misma– era suficiente para disolver esta comunidad [1], pero el desarrollo de la ciencia, de esta riqueza ideal y al mismo tiempo práctica, es solo un lado, una forma en la que se manifiesta el desarrollo de las fuerzas productivas humanas, es decir, de la riqueza.» (Grundrisse, OME 21, 495).

Mucha noción definida económico-socialmente.

49. «En esta transformación, no es ni el trabajo inmediato realizado por el hombre mismo, ni el tiempo que él trabaje, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma a través de su existencia social; en una palabra, el desarrollo del individuo social, el que se presenta como la gran piedra angular de la producción y de la riqueza.» (Grundrisse, OME 22, 90/91).

Desalienación de la ciencia, poco distinguida de la técnica, es desalienación del individuo, constitución del individuo social, que es el hombre genérico de 1844. Desalienación posibilitada por la gran industria, ella misma en interacción de fundamento con la ciencia.

50. «Tan pronto como el trabajo en forma inmediata ha dejado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja y tiene que dejar de ser su medida y, en consecuencia, el valor de cambio tiene que dejar de ser la medida del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza general, así como también el no-trabajo de los pocos ha dejado de ser condición para el desarrollo de las fuerzas generales del cerebro humano [1]. Con ello se derrumba la producción basada sobre el valor de cambio, y el proceso de producción material inmediato pierde la forma de la miseria y el antagonismo [2]. Aquí entra entonces el desarrollo de los individuos y, por lo tanto, la reducción del tiempo de trabajo necesario para crear plustrabajo, sino la reducción en general del trabajo necesario no para crear plustrabajo, sino la reducción en general del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al que corresponde entonces la formación artística, científica, etc. de los individuos gracias al tiempo devenido libre y a los instrumentos creados por todos ellos.» (Grundrisse, OME 22, 91).

(1) Desalienación de la ciencia.

(2) Cientificismo refinado: no habla de revolución. Pero la presupone en la apropiación de la ciencia por el individuo social. El poder burgués es ahora coactivo, puramente político, militar.

51. «Adam Smith tiene ciertamente razón en afirmar que en las formas históricas del trabajo, como esclavitud, trabajo servil o trabajo asalariado, el trabajo se presenta siempre como algo repulsivo, como trabajo coactivo externo, y que, frente al trabajo, el no-trabajo se presenta como «libertad y felicidad». Se trata de dos cosas: de este trabajo contradictorio; y, en conexión con este, del trabajo que no ha creado todavía las condiciones subjetivas y objetivas (o que, en relación con el trabajo pastoril, etc, las ha perdido) para que el trabajo sea atractivo, sea autorrealización del individuo, lo cual en modo alguno quiere decir que el trabajo sea un puro juego, un mero amusement, como lo ha concebido ingenua y muy superficialmente Fourier. Un trabajo realmente libre, como, por ejemplo, componer música, es al mismo tiempo un trabajo condenadamente serio y un esfuerzo sumamente intenso. El trabajo de la producción material solo puede tener ese carácter [1]; 1) si es puesto en su carácter social; 2) si es de carácter científico [2] y al mismo tiempo trabajo general, es decir, si no es esfuerzo del hombre en cuanto fuerza natural adiestrada de una forma determinada, sino si el individuo es puesto como sujeto que en el proceso de producción se presenta no en forma puramente natural, sino como actividad que regula todas las fuerzas naturales [3]» (Grundrisse, OME 21, 569).

(1) Pero puede. (2) Analogía con el componer música. (3) Es decir, con ciencia desalienada.

La esperanza ¿abandonada en KIII? Afecta a la concepción social de la ciencia. Discutir Gorz.

52. De la sección «Ahorro real. Economía = ahorro de tiempo de trabajo = desarrollo de la fuerza productiva. Superación de la antítesis entre trabajo libre y tiempo de trabajo. Comprensión auténtica del proceso de producción social.»

«La auténtica economía –ahorro– consiste en ahorro de tiempo de trabajo (mínimo (y reducción a un mínimo) de los costes de producción); pero este ahorro se intensifica con el desarrollo de la fuerza productiva. No se trata, por lo tanto, de una renuncia a gozar de algo, sino de un desarrollo de las fuerzas, de la capacidad de producción, y en consecuencia, de un desarrollo tanto de la capacidad como de los medios de disfrute. La capacidad de disfrutar es condición parta disfrutar y por lo tato, es su primer instrumento; la capacidad equivale al desarrollo de un talento individual, de la fuerza productiva. // El ahorro de tiempo de trabajo equivale al aumento de tiempo libre, es decir, al aumento de tiempo para el plano desarrollo del individuo, // que a su vez repercute como la fuerza productiva máxima sobre la productividad del trabajo. Desde el punto de vista del proceso de producción inmediato puede ser considerado como producción de capital fijo, siendo el capital fijo el hombre mismo.// El hecho de que además el tiempo de trabajo inmediato no puede permanecer en abstracta antítesis con el tiempo libre –tal como se presenta desde el punto de vista de la economía burguesa– se comprende por sí mismo. El trabajo no puede convertirse en juego, como quiere Fourier (…) El tiempo libre –que es tanto tiempo de ocio como tiempo para una actividad superior– ha transformado materialmente a su poseedor en otro sujeto, y en cuanto tal otro sujeto entre entonces en el proceso de producción inmediato. Y ese proceso [1] es al mismo tiempo disciplina, si se lo considera en relación al hombre que deviene, y ejercicio, ciencia experimental, ciencia materialmente creadora que se objetiva, en relación con el hombre ya devenido [2], en cuya cabeza existe el saber acumulado de la sociedad [3]. Para ambos [4] el trabajo, en la medida en que requiere una actividad manual práctica y movimiento libre, como en la agricultura, es al mismo tiempo ejercicio [5]» (Grundrisse, OME 22, 97/98)

(1) De la transformación del sujeto trabajador.

(2) Luego, la ciencia es ejercicio, placer, cosa sana.

(3) Ciencia desalienada.

(4) El hombre en devenir y el devenido.

(5) Es decir, hecha la transformación del individuo y de la vida social, sobre la base del nuevo proceso material de trabajo, lo que queda de él es, para ese individuo y con esas técnicas, ejercicio.

Es el esquema más detallado de la esperanza ¿abandonada? en KIII. El papel de la ciencia desalienada en ello. Y el ejercicio, es decir, superación de la insulubridad del trabajo intelectual de la división. Recordar comentario sobre «el proletario del Urwald» de Roscher.

Profetismo, metánoia.

53. No determinismo tecnológico.

«Se puede admitir que la lectura de Marx es parcial y subestima la aportación de nuevos recursos energéticos, como el carbón, a la revolución industrial,y que, por consiguiente, descuida algunos sectores, en particular de la industria básica, como la siderurgia, la química, la industria extractiva, y las correlaciones entre esos sectores y el desarrollo de la industria manufacturera; pero precisamente ese enfoque permite e Marx proponer la fábrica como estructura central y problema nodal de la revolución industrial, integrando los aspectos del desarrollo de la técnica en la transformación de las relaciones de producción» Piero Bolchini, «Karl Marx e la storia della tecnica», prólogo a Karl Marx, Capitale e ideologia, Cuadernos V, XIX y XX del manuscrito de 1861-1863), Roma, Editorial Riuniti, 1980, p. 19.

Eso es sobre todo verad desde el punto de vista de la historia de la técnica, y metodológicamente le venía a Marx de Fourier.

54. Revisionismo, reformismo, oportunismo.

Gran confusión. Es muy corriente el uso mezclado, vacilante, incoherente de los términos. El primero es el más en uso, por su eco, «La disputa del revisionismo», Bernstein. Muy susceptible de aprovechamiento polémico. Merece aclaración (Mao y el simplismo). No hay apoyo suficiente (aunque sí grande) en los más conocidos clásicos de la cuestión.

Revisionismo: puede ser de derecha y de izquierda (Parvus). Acertado o no. No es el peligro necesariamente. El sentido malo es el de Bernstein-Lenin. No se puede imputar al PCF, precisamente por su insistencia en el neo-socialismo.

Reformismo: es el peligro de los grandes partidos obreros en sociedad capitalista monopolista. No de palabra, teórica o [ilegible], en PCF.

El sentido de reformismo es socialismo por reformas. No depende tanto de los actos. Construcción de la táctica en democracia formal por Marx, Engels, Lenin, Rosa y Mao (1949).

Oportunismo: es el de los pequeños que intentan, en realidad, no todavía luchar por los intereses grandes del movimiento, sino hacer reclutamiento a costa de los grandes. Caso «ingenuo» (Krivine). Caso degradado: Rocard, PSU.

Es también claro, como el reformismo, si se prescinde de la demagogia y la retórica.

El sentido de oportunismo es el «presentismo», tal vez por «futurismo» sin articular lo intermedio.

Cuanto de la concepción de los mismos (Rosa L).

En cambio, Marx es claro. En los Manuscritos usa «reformadores». En Gotha la cuestión del estado de transición. Y también lo fue Bernstein: «un partido reformador democrático-socialista».

Rosa Luxemburg: «Revisión» de Bernstein. Pero también el Engels (prólogo a Lucha de clases en Francia). Lenin igual que Engels. El malo es practicar sin límites con los principios: en cuanto a determinación por los objetivos (final); en cuanto a determinación de los medios de lucha, en cuanto a determinación del modo de lucha. Eso mismo lo llama también «reformismo» y «oportunismo».

Mao: solo la contraposición revisionismo-dogmatismo (1964).

55. En una carta dirigida a Juan Grijalbo, Barcelona, 25 de marzo de 1971, Sacristán vertía juicios críticos sobre los «manuales rusos» de marxismo:

Amigo Grijalbo:

[…] Me permito opinar sobre la llamada «Enciclopedia de filosofía». Considero mi opinión en este asunto cosa puramente personal, no profesional. Por eso la escribo aquí en vez de en una nota «cobrable». Y es que se trata de una opinión bastante drástica: la Enciclopedia en cuestión me parece una triste confusión editorial. La idea de mezclar como «enciclopedia» unitaria unos cuantos textos clásicos del marxismo con los deficientes y anticuados manuales rusos es bastante lamentable. Comprendo que pueda ser astuto desde un punto de vista comercial. Pero si los pésimos manuales rusos estaban ya amortizados, más valía olvidarse de ellos. En mi opinión, esta falsa «enciclopedia» perjudicará la imagen de la editorial entre las gentes serias de izquierda. Deseo que, al menos y como compensación, haga ganar dinero para hacer cosas más serias1.

Me he llevado una gran alegría al ver que los checos nos ceden el libro de Zeleny2. Le adjunto traducción de la carta y de los contratos. Comentaremos la cosa cuando nos veamos. Yo confío en que el libro sea un verdadero éxito.

Con amistad, Sacristán

Notas de edición

1 Salvo error por nuestra parte, la enciclopedia no llegó a editarse finalmente.

2 J. Zeleny, La estructura lógica de El Capital de Marx. Traducido, anotado y presentado por Sacristán, el ensayo fue publicado en Grijalbo, el número 5 de la colección «Teoría y realidad».

56. CARTA DE JULIO DE 1980

En carta a Joaquín Pérez Martínez, fechada en Barcelona, 7/7/1980, observaba Sacristán:

[…] Su carta se refería principalmente a tres puntos. Respecto del seguro y del tercero –que eran la caracterización del marxismo como teoría de la transformación social radical, de la revolución, y el interés por la problemática nueva (ecología, vida cotidiana)– yo estoy completamente de acuerdo con usted.

En cambio, no estoy seguro de comprender bien la cuestión que usted suscitaba en primer lugar. Escribía usted que «no es posible pretender nuevas lecturas» de Marx o de los clásicos en general. Si (como supongo) eso significa que el intento de nuevas lecturas no es el camino que interesa para la teoría social de tradición marxista, estoy de acuerdo. Pero eso no quiere decir que no sea posible una reconsideración de los clásicos desde un punto de vista simplemente histórico1.

Espero que no tome a mal el que me haya permitido escribirle a pesar del largo silencio y le saludo con amistad.

Manuel Sacristán Luzón

Nota

1 En «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia», señalaba Sacristán: «(…) Si de verdad se despoja uno de todo respeto reverencial por los clásicos (sin dar en la mezquindad de dejar de admirarlos y de aprender de ellos, y sin olvidar la advertencia de Eugenio D’Ors según la cual todo lo que no es tradición es plagio), se puede apreciar que toda esta cuestión de lo lógico y lo histórico, sin duda importante y de mucho interés, como todas las cuestiones metafísicas auténticas, puede dar fácilmente en extravagancia estéril cuando se entiende como asunto de metodología científica». [La cursiva es nuestra]

57. Anotación (26-II-1968)

Uno de los principales equívocos que acarrean a la larga (en el plano teorético) la ideologización del marxismo es el discurso que, tras afirmar que lo que ha dado, con Marx, eficacia al socialismo ha sido el carácter científico del pensamiento de este autor, a la pregunta acerca de en qué consiste esa cientificidad concreta: «en la dialéctica materialista». La respuesta es equívoca (no meramente falsa) porque tiene un elemento bien visto: la cientificidad (la superación del anterior mero moralismo) del socialismo marxiano culmina sobre todo en una previsión posibilitada por la totalización y concreción dialéctica de economía, sociología y política. Pero esa es una cientificidad sui generis, la de la comprensión de lo concreto, y no la cientificidad de la ciencia en general. Esta ha intervenido previamente preparando la totalización dialéctica. Ha intervenido como des-sacralización de las ciencias del hombre (particularmente del derecho) y como «reductivismo» materialista.

58. Anotación (15-VI-1970)

La comprensión sistemática general del marxismo como conciencia programática de la revolución socialista debe servir también para resolver los puntos problemáticos entre Capital I y Capital III, igual que entre el Marx joven y el maduro. Si uno estudia posibilidades de la revolución, es natural que formule, primero, crítica o positivamente, los objetivos; que luego intente un análisis general de la realidad, y que luego, ante nuevas evoluciones, proyecte posibilidades revolucionarias que no habría visto en el análisis básico general de Capital I.

59. Anotación (2-VIII-1971)

Para un libro titulado Ciencia y consciencia que en realidad está motivado por la clarificación de la de la consciencia del marxismo.

El punto de partida es la diferencia de funciones entre la teoría o ciencia en sentido estricto formal y el marxismo. Para precisarlo hay que traducir más opiniones de Marx a léxico epistemológicamente correcto. Por ejemplo, cuando dice que en la «investigación general del modo de producción capitalista» «se presupone siempre y en general que las relaciones reales corresponden a su concepto, o, lo que es lo mismo, las relaciones reales solo se exponen en la medida en que expresan su propio tipo general.» (Kapital, III, MEW, 152), Marx está diciendo que la teoría general es tesis general, y no –inmediatamente– conocimiento de lo real.

La «ciencia» hegeliano-marxista no es solo eso: es circular, porque es consciencia de los límites de la teoría (por de pronto). El marxismo es consciencia del movimiento comunista, en varios sentidos: a) es conocimiento de lo concreto, cosa que no da la ciencia; b) es conocimiento del conocimiento según su utilidad para el movimiento.

Claro que la consciencia repercute en la ciencia. El joven Marx ha escrito sobre eso en la tesis: Cuando se explica la consciencia exotérica de un pensador por su «consciencia interior esencial», se consigue que «lo que aparece como progreso de la consciencia sea al mismo tiempo un progreso del saber». (Apud Lukács, Soziologie und Politik, 512).

Las grandes figuras del camino del saber como consciencia son Platón, Hegel y Marx.

61. Anotación (11/X/1974)

Cuando la interpretación derechista de Marx subraya, con algún determinismo siempre, el nivel de las fuerzas productivas, la ineluctabilidad de determinadas condiciones para la revolución, etc., confunde por regla general el tema de la revolución económico-social (y por lo tanto cultural) con el problema de la toma del poder (problema político primario). Ahora que lo pienso, creo que la fusión de ambos temas (fusión confusa, confusión) no es exclusiva de la derecha. También es característica de la práctica y del pensamiento político de Lenin. Los leninistas (y estalinistas) toman (o tienen) el poder y creen garantizada la transformación social. Los derechistas ven la imposibilidad de tomar el poder y creen en la imposibilidad de una transformación socialista por falta de base social y en la posibilidad de un tertium quid. La dramática situación en que vivimos hace casi superfluo a Marx: pues las «condiciones materiales básicas» de la revolución están dadas hace mucho tiempo. Faltan las políticas. Y de ellas no trata Marx.

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10. Una carta (con poema adjunto) de José María Valverde

Desde Barcelona, 26 de marzo de 1983, José María Valverde escribía a su amigo en los siguientes términos:

Querido Manolo,

Me impresionó mucho tu artículo sobre Marx en El País [«¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?»]: en parte, porque comparto tus pesadillas, y no solo la de la guerra, sino la de un porvenir «faronizado» –por ejemplo, después de barrer el comunismo, vendría la otra guerra de las galaxias entre los tres o cuatro grandes Bancos que quedaran; y mientras, la explotación habría acabado de desangrar a las masas…; yo siempre he pensado que la historia no tiene por qué ir bien, pero –desde hace unos años– pienso que deberíamos hacer als ob, como si Todo dependiera de nosotros. Y eso de que casi nada de lo real es racional, puede ser una suerte, porque puede haber milagros: el capitalismo es absolutamente racional, y el comunismo en cambio es cosa de corazonadas –y las revoluciones ocurren donde y cuando menos deberían… Bueno, te escribo en el revés de un poema que hice ese verano, y que estos días tengo que repasar, angustiado por aquellos amigos – por todos nosotros–.

Me llegan vagas noticias de que tu estancia mexicana va bien –a pesar de los desplomes económicos– y que el curso que viene –dicen– estarás aquí. Por aquí, todo cuesta abajo, pero sin sacudidas demasiado espectaculares. El Gobierno, de lo más bancario –véase caso Rumasa–. Se comprende que quieran aplicar la fórmula española ahora que se agotan los militares del Cono Sur: es la segunda línea del capitalismo.

Bueno, ya contarás cuando vuelvas. Recuerdos de Pilar.

José Mª

CARTA A LUIS ROCHA, EN NICARAGUA
Te escribo desde el aire, Luis, volviendo de ver
Nicaragua, por fin, mi ilusión de muchacho
lírico, lo que había detrás de aquel acento
en voces de poetas que me colonizaban
ayudando a mi voz a sentir el calor
de lo nombrado, el juego de la vida en la lengua.
Nadie esperaba entonces que un día en esa magia
llegara a haber combate y muerte, rebeldía
de pobres oprimidos, milagro de victorias.
A veces los poetas quedamos abrumados
por lo que fue voz nuestra, vuelto contra nosotros:
dichoso y raro el que es digno de su palabra
cuando llega a probarle el ángel de la historia.
Hoy tengo que decirlo: Nicaragua me ofrece,
tras de aquel viejo son, otra lección más alta:
yo nunca había visto la cara de los pobres
con fulgor de esperanza, en lucha tras las muertes;
no les había oído conquistar un lenguaje
como a tientas, probándose altos vocabularios
de nuevas entidades, decisiones, ideas.
Aquí pasó algo siempre increíble: un pequeño
pueblo inerme y hundido venció a su dueño armado,
al siervo de otros siervos de la máquina fría
del capital en marcha, la acumulación ciega
que devora a los hombres para crecer, haciéndolos
esclavos del supremo Faraón automático
levantando pirámides inútiles con su hambre
para redondear la ganancia final.
Porque a eso va marchando –si Dios no lo remedia
con hombres como he visto ahora, y otros hombres
de otros países y años, que han abierto salidas–
la civilización ʺcristiana-occidentalʺ
–«cristiana»–, muchos siglos de golpear con la cruz
para robar al pobre y asesinar al débil-.
Y la máquina, andando, se reviste de gloria,
compra todo lo bueno, lo bello, lo sublime
–aunque después el arte, traidor, hunda en olvido
al vendedor y al dueño, y se vuelva de todos
(o así lo espero yo, vendedor de lenguaje;
o de meta-lenguaje, más bien, porque mis versos
los regalo de balde, a ver si hay quien los quiera).
¿Se va a salvar el hombre, va a poder ir viviendo
mejor o peor, humano, con todo abierto a todos,
sin paraísos, pero con su ración bastante,
en un mundo en que quepa enmendar los errores?
A la orilla del lago –todo un mar–, en San Carlos,
se abría, por la fiesta de cuando huyó el Gran Jefe,
un pobre lavadero, millonario en paisaje,
y, tras los figurones danzantes, iban carros
de bueyes con letreros; y uno, ʺPeor es nadaʺ,
me dio la metafísica de la revolución.
Otras muchas estampas llevo, que me desbordan:
por ejemplo, el abrazo de José Coronel
Urtecho, viejo poeta, saliendo de su selva
por el enorme río, con nueva juventud
de voz y de mirada ahora en la realidad;
o el jefe guerrillero, hoy jefe de cultivos,
que leía a Stendhal en el gran helicóptero
donde íbamos, con niños armados y con poetas;
o la misa, entre madres de muertos, celebrando
tras años de victoria; y cuando me dijeron
que hablara, confesé: Revolución se llama
un alto amor al prójimo, bajo el amor de Dios.
Si esta carta tuviera, Luis, más tranquilo aliento
elogiaría ahora a los que en tales luchas
de la humanidad son los héroes más excelsos:
aludo a los escasos traidores a su clase,
a los nacidos dentro de un mundo a favor suyo,
que un día desertaron, pasando al bando pobre
para ser luz y riesgo, y a la vez cuerpo extraño.
Pero no es el momento de grabar medallones:
mientras regreso, crece la amenaza, el ataque.
El filo de la historia hoy cruza Nicaragua.
Si hay milagros como éstos, otros pueden seguir.

Julio de 1982

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11. ¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?

Publicado en el nº 16-17 de mientras tanto, octubre 1983. Incluido en Pacifismo, ecologismo y política alternativa, Ed. Público-Icaria, 2009, pp. 160-168. Fechado en México, D.F., 6 de febrero de 1983. Se publicó inicialmente en El País (con cortes).

En el siglo XXI se seguirá leyendo a Marx. Para entonces estará claro que el desprecio por Marx de los años setenta y ochenta, nacido del hipermarxismo de 1968, fue sólo, como éste, otro despiste de la misma labilidad pequeñoburguesa. Estará claro, como lo está hoy, que Marx es un clásico. Se seguirá leyendo, si es que algo se lee: si no se produce antes la catástrofe cuyo presentimiento anda reprimiendo tanta gente, con la ayuda del angelical Toller o con la del siniestro obeso Kahn. De todos modos, ni la catástrofe arrinconaría definitivamente a Marx, sino que algún marxólogo extraterrestre que asistiera al espectáculo podría sostener que el desenlace estaba previsto en la «ruina común de las clases en lucha» del Manifiesto Comunista.

Pero no es nada fácil prever qué Marx se leerá en el siglo XXI. Hermann Grimm lo tuvo mucho más llano al preguntarse qué Goethe leeríamos con más gusto en el siglo XX; predijo que no sería el del Werther, ni, menos el de la Teoría de los colores, que ni siquiera consideró, sino el del Fausto, y acertó. La cuestión no se puede plantear así para Marx, aunque los dos casos tienen parecidos. También en la obra de Marx hay ciencia y hay otras cosas, como en la de Goethe, pero las otras cosas son diferentes y, además, están organizadas de otro modo; no es la misma para los dos la relación entre poesía y verdad. Las páginas de Marx que pueden sobrevivir como clásicas ofrecen textos de varias clases: científicos sistemáticos, históricos, de análisis sociológico y político, de programa. Por otra parte, ninguno de esos textos –tal vez con la excepción del Manifiesto Comunista y de algunos trozos de El Capital– es tan bueno literariamente como para perdurar por su sola perfección.

Dentro de veinte años no habrá dificultad en reconocer la dimensión y los límites del núcleo formalmente teórico (de «economía pura», como decía Marx, y también de sociología y de historia) de la obra marxiana; pero se habrá disipado la ilusión de dellavolpianos y althusserianos que hacía de la obra de Marx teoría pura sin mezcla de especulación hegeliana alguna. El periodo en que Marx se ha considerado y ha sido menos hegeliano se sitúa entre 1845 y 1855, es decir, en el umbral de su madurez de autor, que empieza con la recuperación de Hegel. Esa es precisamente la circunstancia que hace tan complicada y oscura la cuestión del elemento científico de la obra de Marx: por un lado, la inspiración hegeliana ignora la naturaleza de la ciencia moderna, pese a la magnitud de las lecturas científicas de Hegel (y pese a los entusiastas esfuerzos de los hegelianos por convencer y convencerse de lo contrario) con la misma tenacidad con que el Vaticano mantuvo hasta bien entrado el pontificado de Pío Xll la pretensión de cientificidad del geocentrismo hoy, en forma de premio a quien lo justificara) ; por otro lado, la inspiración hegeliana ha permitido a Marx reconciliarse con la idea de teoría (a través de la de sistema), y rebasar su anterior programa intelectual de mera crítica de la teoría.

Pero la herencia especulativa de Marx, que ha nacido intelectualmente como filósofo romántico y ha tardado unos veinte años en abrirse camino hasta una noción clara de lo que es trabajo científico en el sentido moderno del término y que, además, se ha puesto a practicar ese trabajo sin abandonar la especulación, no es la única causa de que su obra no sea teoría pura, aun contando con un núcleo que sí lo es. Hay otra causa, y más interesante, que es el proyecto intelectual de Marx, su ideal de conocimiento, por así decirlo, la idea que se hace de su obra. El conocimiento que busca Marx ha de ser muy abarcante, contener lo que en nuestra academia llamamos economía, sociología, política e historia (la historia es para Marx el conocimiento más digno de ese nombre). Pero, además, el ideal de conocimiento marxiano incluye una proyección no solamente tecnológica, sino globalmente social, hacia la práctica. Un producto intelectual con esos dos rasgos no puede ser teoría científica positiva en sentido estricto, sino que ha de parecerse bastante al conocimiento común, o incluso al artístico, e integrarse en un discurso ético, más precisamente político. Es principalmente saber político. Permítaseme repetir –porque cuando uno habla de Marx siempre corre el riesgo de levantar ronchas– que eso no excluye la presencia central de contenidos estrictamente científico-positivos en la obra de Marx. Ellos son imprescindibles en su concepción y la diferencian de las otras épocas de la tradición revolucionaria.

Palabra tan camp como «revolucionario», que acaso se vea como un churrete en esta página (sobre todo en esta época de apoteosis del jerez aguado con gaseosa ), es la que describe más adecuadamente la personalidad de Marx y el asunto central de su obra y de su práctica. Atengámonos a su obra, puesto que nos preguntamos qué Marx será el más leído en el siglo XXI.

Lo más importante y lo más problemático que ha sembrado en la obra de Marx el «Hegel enderezado» es el objetivismo de las «leyes de la historia» que aparece en su idea de la revolución social. Sin duda es una mala lectura la que ve en esa idea un determinismo fatalista; pero ya tiene más justificación la que considera irresuelta la tensión, que está en el centro de la concepción marxiana, entre la acción de los factores objetivos u objetivados y la del subjetivo, entre la eficacia transformadora que tiene el «desarrollo de las fuerzas productivas» en su tendencial choque con las «relaciones de producción» y la afirmada necesidad del desarrollo subjetivamente revolucionario de la clase explotada. Para apreciar lo complicada que es esa concepción –o «teoría»– de la revolución social, hay que tener en cuenta que el factor subjetivo está ya presente antes de que sobrevenga en forma política, entre los factores objetivos, en las fuerzas productivas que son la fuerza de trabajo y el conocimiento científico.

Precisamente el desarrollo de las fuerzas productivas mucho más allá de lo que Marx podía imaginar permite hoy plantear la cuestión de un modo más preciso que en los viejos debates entre marxistas «economicistas» y marxistas «dialécticos». No sólo lo permite, sino que, desgraciadamente, también obliga a ello. El desarrollo de las fuerzas productivas, señaladamente el de ciertas técnicas militares (armamento atómico, biológico y químico), pero también, y no menos profundamente, el de técnicas para la vida civil (desde la producción de energía en gran escala, con fuerte efecto centralizador, hasta la ingeniería genética), se puede integrar perfectamente en una perspectiva política que tiende a eternizar la explotación y la opresión, dando una vuelta más a la triste noria de la historia universal. Esas perspectivas existen ya, y alguna está traducida al castellano, por ejemplo, Los próximos diez mil años, de A. Berry. Si se combina la perspectiva de conquista del cosmos de A. Berry –basada en la energía nuclear, en la unificación autoritaria de la humanidad (previsiblemente mediante una o varias guerras atómicas para la destrucción de la URSS y el sometimiento de los pueblos no blancos) y en la aceptación de la devastación y el abandono de la Tierra– con la que abre la «fuerza productiva», hoy ya casi existente, que fabuló Aldous Huxley en Un mundo feliz, se obtiene un cuadro en el cual el triunfo del progreso consiste en que billones de esclavitos épsilon trabajan servilmente en la Luna, en pedazos de Júpiter y mucho más lejos, sin que sus amos (que seguramente hablarán un inglés simplificado en el Hudson lnstitute) tengan siquiera que azotarlos, La «síntesis dialéctica», la emancipadora «negación de la negación», esperaría en vano, sentada en la Lógica de Hegel, a que el movimiento de la historia (ya que no el de la idea) realizara todos sus desastres previos supuestamente necesarios.

No todo lo real es racional: más bien casi nada.

No me propongo discutir ahora la bondad de la concepción marxiana del papel del desarrollo de las fuerzas productivas: en primer lugar, porque creo que es consistente teóricamente y plausible desde el punto de vista empírico: y, además, porque me apartaría de la cuestión planteada, Lo que interesa para saber cómo se leerá a Marx en el siglo XXI es lo que ha escrito acerca del cambio social que más le importaba: el paso al socialismo. Al plantear así las cosas puede parecer que divido la historia en dos reinos –el pasado y el presente– de frontera muy arbitraria, como hizo en otro tiempo Croce, y precisamente en su crítica del marxismo. Pero no es éste el caso. Admitiendo que el esquema dinámico marxiano no es determinista –ni para el presente ni para el pasado–, la novedad de hoy no afecta a la cuestión teórica de cuál es el modo de validez del esquema, sino a la cuestión política de cómo hay que actuar sobre los datos que satisfacen hoy el esquema para promover la realización de los valores socialistas. Y para contestar a esa pregunta hay que tener en cuenta la peculiaridad y novedad de una fuerza productiva apenas naciente en tiempos de Marx: la tecnociencia contemporánea.

Se encuentra en la obra de Marx, sobre todo a partir de los manuscritos de 1857-1858 –como lo señaló Ernest Mandel–, consideraciones bastante simétricas y completas acerca de la influencia de la ciencia de la naturaleza en el cambio social moderno. Es posible catalogarlas en tres grupos: hay reflexiones visiblemente animadas por una peculiar mezcla del infalibilismo de la dialéctica hegeliana con el optimismo ilustrado dieciochesco que implantaron en Marx su padre y su suegro: éstas se encuentran sobre todo desde los citados Grundrisse hasta finales de los años setenta. Hay otras contrapuestas a las anteriores, en las que Marx estudia y expone los efectos opresivos y destructores del progreso técnico no sólo en la clase obrera, sino también en la naturaleza; estas exposiciones se encuentran dispersas por toda la obra de Marx, pero principalmente en el libro I de El Capital y en los manuscritos de la época en que más química y agronomía leyó (preparación del Libro llI de El Capital): se puede añadir a este grupo algunas reflexiones melancólicas y dubitativas de sus últimos años, por ejemplo, a propósito de la disolución de la comunidad aldeana rusa o de la penetración del ferrocarril por los valles de los afluentes del Rin.

Por último, hay un tercer registro, característicamente «dialéctico», que apunta en el Manifiesto Comunista (1848) y se encuentra plenamente formulado en el manuscrito de 1857-1858, en un paso, bastante citado estos últimos años, que describe la pugna entre progresismo maquinista y reacción medievalizante y afirma que la lucha entre esas dos concepciones igualmente parciales no se resolverá sino con la superación del capitalismo, También la repetida observación marxiana de que en el capitalismo toda fuerza productiva es al mismo tiempo una fuerza destructiva pertenece a esta línea «dialéctica».

Ha habido siempre lecturas de Marx –respecto de esta cuestión crucial de la relación entre revolución y progreso– que acentúan, con mayor o menor inconsistencia y unilateralidad, el Marx dieciochesco de los momentos o las expresiones más confiadamente progresistas. Esa interpretación dominó en la IIª Internacional y domina en la cultura política de la sociedad soviética, en la medida en que ésta vive con la aspiración de «alcanzar y superar a los USA», según !a consigna de Jruschov. Si se sigue avanzando por el camino de devastación de la Tierra que los futurólogos de derecha contemplan con mucha más lucidez y coherencia que los soviéticos, se puede pensar que los épsilones del siglo XXI oirán en el refectorio, a la hora de tragarse sus píldoras alimenticias, versículos del Marx que ensalza la ricardiana «producción por la producción».

Es poco probable que se impongan nunca en la lectura de la obra de Marx –a pesar de que son lo mejor, literariamente hablando– las páginas de condena profética del progreso capitalista. Ningún profesor de economía o de sociología que no sea un poco raro gustará de exponer textos que se parecen más a Isaías que a Durkheim o Walras. Puro moralismo, como dicen.

Queda la lectura más fiel al sistema de Marx y a su estilo intelectual, la que se orienta por la perspectiva dialéctica articulada por vez primera en el manuscrito de 1857-1858, aunque anticipada en el Manifiesto Comunista: la tensión entre la creación y la destrucción, causadas ambas por el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas-destructivas, así como la tensión entre las ideologías correspondientes, no puede resolverse más que con el socialismo. En lo que se refiere a las sociedades conocidas, o en la medida en que niega, la tesis suena realista y los hechos parecen concordar con ella. Pero no da ni una tenue pista para hacerse una idea de por qué y cómo se van a superar esas tensiones en el socialismo. Se puede sospechar que el logicismo de origen hegeliano, «enderezado» y convertido en confianza en las «leyes de la historia» y en la «racionalidad de lo real», es la causa de esa laguna. (Hasta después de muerto Marx no empezará a sospechar EngeIs, cuando contesta a preocupaciones de Kautsky, que a lo mejor Malthus tenía un poco de razón: y sólo entonces deja de confiar en la dialéctica de las leyes históricas y se pone a investigar y argumentar por qué el problema demográfico, «si se presenta», será más fácil de resolver en el socialismo que en el capitalismo).

El que este Marx más completo –aun con su importante laguna– sea el leído en el siglo XXI presupone que sus lectores hayan abandonado la fe progresista en la bondad supuestamente necesaria de toda reproducción ampliada, y hasta del mismo paso del tiempo. Y el que los marxistas del siglo XXI se den cuenta de la laguna que presenta incluso esta que es la mejor de las lecturas presupone que hayan abandonado también la fe hegeliana en la racionalidad de lo real (que vaya usted a saber lo que significa, dicho sea de paso).

El asunto real que anda por detrás de tanta lectura es la cuestión política de si la naturaleza del socialismo es hacer lo mismo que el capitalismo, aunque mejor, o consiste en vivir otra cosa.

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Un comentario en «Donde el autor habla en extenso del compañero de Jenny von Westphalen y padre de Tussy Marx, de su amigo Friedrich Engels y de otras temáticas de la tradición marx-engelsiana (y II)»

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