Un punto de encuentro para las alternativas sociales

El nuevo orden que sopla desde París

Joan Tafalla

Hay que luchar. Las caras tristemente sonrientes de tres entretenedores acostumbrados a generar sonrisas inteligentes concluyen en torno a esta afirmación ‘indiscutible’. Fabio Fazio, Michele Serra, Massimo Gramellini acompañan desde hace décadas la construcción de un imaginario democrático, antiberlusconiano, anti-racista, tolerante. Ellos son la cara de ‘bon ton’ de un Partido Democrático que ha demostrado otras, como los que participan en la investigación de la mafia de capital y / o la cara arrogante de Renzi, mientras farfulla en la televisión que hay que ‘cambiar de dirección’ y de noche se mueve la ‘manita’ para salvar a su amo de Mediaset.

Hay que luchar. Es el fin de las distinciones, de las dudas, del rechazo de la violencia en sentido general, moral, ético. Es la otra cara de la desvergüenza fascio-liguista-lepenista, que cabalga el espíritu de la época, con el aire de quien ‘ya habíamos dicho.’ Una distinción entre las dos facciones dominantes: Demócratas combatientes respetables confían plenamente en la inteligencia para llevar a cabo una guerra de cuyas técnicas no saben nada o no quieren saber nada (Abu Ghraib aún perturba su conciencia …), los segundos piden que los dejaran ‘actuar’ libremente, sin inteligencia, descargando sobre los inmigrantes en general – sin molestarse en hacer distinciones para ellos demasiado complicadas como nacionalidad, origen, religión, etc. – una ansia de batallas de ‘victoria fácil’. Al final, como siempre, los segundos serán las tropas a sueldo de los primeros.

Hay que luchar. El ‘enemigo exterior’ es casi perfecto para el propósito, esta vez. Es un enemigo que se identifica como totalmente diferente de nosotros, que no hace distinciones de ‘subjetividad’ (entre los conformistas y los ‘anarco-trotskistas’, para citar las palabras infames de Jean-Marie Lepen), que combatió antes a los ‘comunistas’ en Afganistán, después a los estadounidenses liberales y europeos un poco en todas partes, siempre a los musulmanes de otras observancias en su casa. ¿Qué mejor momento para revivir el ‘gran alianza democrática contra la barbarie’, como lo fue para la Segunda Guerra Mundial? También lo intentaron tras el 11 de septiembre, con algunos resultados, pero no con la victoria completa.

Hay que luchar. Sin saber por qué, para qué. A lo sumo, para seguir siendo lo que somos, para la ” identidad ‘occidental y liberal. Aunque los valores de Occidente están un tanto abandonadas por el propio Occidente (aparte de la libertad de empresa o la sátira, pero sólo si esto apunta a ‘el enemigo’). Sin preguntarse cómo hemos llegado a este punto, ni que orígenes tiene ese enemigo y por se enfrenta tanto a ‘nosotros’. Sin recordar que el integrismo islámico tomó forma y la forma sólo en los años 80, después de la invasión soviética de Afganistán; cuando se creó la momentánea, pero para ellos utilísima alianza entre los servicios secretos (intelligence) occidentales y los combatientes extranjeros (foreign fighters) sunitas-wahabitas; o mejor dicho, entre el capitalismo occidental y las petromonarquías del Golfo.

Hay que luchar. Sobre todo, debemos delegar en los aparatos capacitados la conducción de la guerra. ‘Nosotros’ no sabríamos cómo y qué hacer, ellos si. ‘Nosotros’ no sabríamos la diferencia entre un limpiacristales normal y un jihadista potencial, ellos sí. Así que luchar significa permitir que los aparatos hagan, que cambien las reglas de nuestra vida civil (leyes, controles, poderes de intrusión, limitaciones a la ‘crítica’ y a la información, etc.), dispongan de nosotros (los del ‘mundo de abajo ‘) como mejor les parezca.

Hay que luchar, no cuestionar. Si después vamos a tener de vérnoslas con Rusia a partir de la cuestión ucraniana, o con alguien más, ya veremos. No es para nosotros, aquí abajo, para conocer y comprender. Tendremos que aceptar la idea de que ‘ahora hay que luchar.’ Y pagar el precio, en términos de ataques bajo la casa y de los ‘créditos de guerra’.

Si hay que luchar, la democracia es un estorbo. Hablamos de la democracia real, no su simulacro abstracto, ‘auto-certificado’. Hablamos de una democracia en la que el trabajo de los vértices (el ‘mundo superior’) podrá ser sancionado por la eliminación de las propias cumbres. Pero ahora vemos un régimen en el cual la ‘gobernabilidad’ debe garantizarse independientemente, y por tanto las leyes electorales se deben cumplir principalmente para limitar la aparición de opciones alternativas. Hablamos de una democracia en la que la ‘soberanía popular’ (no la ‘nacional’, fijaros) es libre de decidir cómo y para qué producir riqueza, como redistribuirla, como regular la vida social garantizando el bienestar y los derechos para todos; y en su lugar se convirtió en régimen en el que las órdenes de ‘reforma’ que viene de una Troika de los centros decisionales que nadie puede elegir o quitar.

Si hay que luchar, en esta sociedad, hay que delegar todo. Para ‘defender nuestra forma de vida’ vamos a aceptar plenamente el fin de ‘nuestra forma de vida’, la centralidad del mando político y militar de las operaciones encomendadas – al menos en parte – a los poderosos que hoy en París se pondrán a la cabeza de una manifestación consigue participación en el dolor de todos, pero está sabiamente encaminada a la imposición del ‘nuevo orden’ de los pocos.

Hay saber y entender que son estos ‘líderes’ son los principales responsables de una guerra de décadas de duración que ahora – sólo ahora, después de tanto ‘reubicación’ – está de vuelta con un impacto devastador en nuestra casa. Y que nunca tendremos paz – ni prosperidad generalizada y duradera – hasta que aceptaremos pasivamente una manera de producir riqueza que genera, el asesinato, la pobreza, la discriminación, la desigualdad, la tortura bajo el paraguas de las ‘libertades’; y luego también reacciones airadas, ciegas, devastadores bajo la cobertura de la propaganda.

La guerra, incluso la de ‘civilización’, por muy asimétrica que sea, se libra entre dos sujetos. Y antes o después entrará en tu casa.

Traduttore/tradittore: Zero a sinistra

Fuente: Contropiano: Il nuovo ordine che soffia da parigi 11 gennaio 2015

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