Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Algunas reflexiones sobre la vivienda

Preámbulo.

El presente artículo tiene por objeto lanzar algunas reflexiones en torno al llamado problema de la vivienda y si es posible abrir el debate sobre este y otros temas. En un momento que se palpa la debacle en el seno de la izquierda en Catalunya, con un sentimiento generalizado de vacío, de tierra arrasada, de falta de propuestas y alternativas propias ajenas a un capitalismo de última generación que pretende perpetuarse muchos años.

Se trata de un artículo abierto y en buena parte inacabado. Lejos de pretender dar lecciones a nadie sobre este problema, entiendo que no es bueno que el debate se reduzca a resolver el tema en unas jornadas o conferencia, escuchar las ponencias de varios «especialistas» y adaptar luego nuestra práctica política a sus conclusiones. Hemos de participar «todos» en el debate no solamente de manera formal, cada uno aportando desde su visión, su posición. La manera de hacer las cosas es importante, tanto como los resultados, alejándonos de la ola de posibilísmo que nos envuelve. Solo así podremos generar experiencias que construir eso de la sociedad civil alternativa.

Esta propuesta va en la línea de estudiar y trabajar todos aquellos temas que forman la espina dorsal de la vida cotidiana de las personas, que les preocupan, les afectan y les condicionan. Plantear propuestas globales y en lo concreto, sin que finalmente quedarse en el mero análisis sociológico. Hay que poner en práctica nuestras propias iniciativas que sirvan primero de prueba para después convertirlas en verdaderos reflejos de la alternativa de sociedad que pretendemos alcanzar. Si queremos salir del túnel y de la vía muerta en que nos encontramos, se tendrá que dejar de lado este politicismo convulsivo y desacerbado que nos ha conducido hasta aquí.

La vivienda en un derecho no un privilegio, esta ha sido una consigna largamente repetida durante años por la izquierda. Pero cuando se ha tratado de analizar el origen del problema, entender los mecanismos que rigen la industria inmobiliaria y sobre todo cuando hay que aportar alternativas al llamado «problema de la vivienda», nos hemos limitado a ofrecer análisis superficiales, declaraciones de buena voluntad similares a las de los documentos de principios de cualquier ONG y finalmente cuando se acercan períodos electorales, hemos elaborado unos programas «de oído», donde reclamábamos vivienda pública y digna para todos. Esperando que una vez ganadas las elecciones y alcanzado un hipotético poder político todo era que las administraciones se encargaran de solucionar este problema, dejando su solución en manos de los profesionales de la política. Nada o poco, muy poco de crear sociedad alternativa, de lanzar experiencias asociativas que ayudaran a solucionar este y otros problemas fundamentales.

1.- Un acercamiento al problema de la vivienda.

Históricamente, los ciudadanos se han buscado unos a otros para la resolución de sus problemas, agrupándose para tratar de dar soluciones comunes a los problemas comunes. Así se crearon sindicatos y agrupaciones obreras para defender los derechos de l@s trabajador@s, la falta de infraestructuras básicas y las malas condiciones en que se encontraban los barrios potenciaron la crearon y el fortalecimiento de asociaciones de vecinos principalmente durante la década de los 70, surgen asociaciones de mujeres en lucha contra el patriarcado, se crean colectivos de solidaridad con algunos pueblos en lucha y hasta surgen asociaciones de parados. Un problema común a muchos como la falta de algo tan básico como vivienda, no ha llevado consigo la formación de agrupaciones de ciudadanos con el mismo problema para tratar de buscar soluciones comunes. Se vive de forma individual, experiencias reivindicativas o de cooperativas son muy escasas y agrupan solo a una pequeña parte de los afectados.

En la actualidad se pueden destacar tres colectivos afectados de una forma más acuciante por la falta de vivienda en nuestro país:

–         Un primer colectivo formado por todas aquellas personas que no disponen de una vivienda propia. En este se encuentran los jóvenes que no pueden emanciparse y viven dentro del núcleo familiar. En los últimos veinte años la edad de emancipación ha ido creciendo paulatinamente, sobre todo en aquellos períodos en que el precio de la vivienda era mas alto. Por este uno de los colectivos más importantes se dedica un apartado específico mas adelante.

–         Junto a los jóvenes otros colectivos como los inmigrantes, los nuevos núcleos familiares monoparentales formados por hombres y sobre todo mujeres solas normalmente con hijos y un colectivo mucho más heterogéneo en que se incluyen todas aquellas personas que son desahuciadas de sus viviendas por no poder hacerse cargo del pago mensual del alquiler. “… cada día se desahucian de media unas veinte viviendas en Barcelona y su entorno. Por tanto, al año, más de 3.000 familias deben dejar sus viviendas” 1.

–         Los “sin techo” que se vemos deambular cada día por nuestras ciudades cargados con todos sus enseres y que forman las principales bolsas de lo que se viene denominando cuarto mundo. Son personas que poco a poco se han ido abandonando. Han perdido la confianza en ellos mismos y en los demás, no siendo capaces ya de realizar ningún esfuerzo para salir de esta situación. “… en Barcelona y su área metropolitana hay más de medio millón de pobres. Se considera pobre a quien tiene unos ingresos inferiores a 45.000.- pesetas.”1. Forman parte del llamado cuarto mundo del que tan poco nos hemos preocupado.

–         Un segundo colectivo que dispone de vivienda propia, pero que esta no se encuentra en buen estado. Formado principalmente de ancianos que viven en los barrios más deteriorados de nuestras ciudades, son en su mayoría edificaciones de más de 50 años que se encuentran en condiciones muy precarias, a quienes la falta de recursos económicos no permite la rehabilitación y el acondicionamiento de sus viviendas. En su mayoría viviendas de alquiler, el alto precio que ha alcanzado el suelo los hace aún más vulnerables, ya que son acosados por los propietarios de los edificios que intentan sacarlos de sus viviendas y así poder vender estos a las inmobiliarias.

–         Un tercer colectivo que vive en régimen de alquiler con dificultades para pagar a final de mes. Son los afectados por la entrada en vigor de la Ley de Arrendamientos Urbanos, LAU, que acaba con la congelación de los arrendamientos que suben cada año en función del IPC. Este colectivo se dividiría a su vez en dos, uno de personas que hoy no pueden pagar el alquiler y son desahuciados y otro que aunque actualmente puede pagar el alquiler se encontrará con dificultades para pagarlo en los próximos años. Seria el caso de aquellas parejas de ancianos que cobraban su pensión y en los que el fallecimiento de uno de ellos los coloca en una posición muy difícil al dividirse su renta a la mitad. Junto a estos, otros núcleos familiares que no pueden incrementar sus ingresos y que ven como el alquiler mensual les sube cada año hasta que se hace imposible su pago y pueden acabar siendo desahuciados.

2.- El mercado de la vivienda.

En el momento de realizar el presente documento, la promoción inmobiliaria vive momentos de euforia. Pasear por cualquier población del área metropolitana de Barcelona es divisar una gran cantidad de grúas por todas partes, unas aisladas entre edificios existentes como apéndices que de repente parece que le han salido a la ciudad, otras formando pequeñas agrupaciones y hasta nos encontramos con verdaderos bosques de grúas pertenecientes a alguna de las grandes promociones inmobiliarias que se llevan a cabo en estos días.

No es un fenómeno centrado exclusivamente en las poblaciones que forman la connurbación de la Gran Barcelona, si recorremos las provincias de Girona o Tarragona nos sorprenderemos de la gran cantidad de edificaciones en construcción y nos daremos cuenta de que la gran euforia constructiva se extiende a lo largo y ancho de todo el país.

En el año 1999 se iniciaron en Catalunya cerca de 75.000 viviendas, mientras que en el estado español se llegó a las 467.000. Se trata de cifras muy altas que no se alcanzaban desde el año 75, una vez pasada la crisis del petróleo, en plena etapa desarrollista. Ni Alemania, que prácticamente dobla en número de viviendas a España, superó este volumen de producción. Sin embargo a pesar de las grandes cifras, solo un 7,9% del total de las viviendas construidas son viviendas protegidas, las denominadas VPO (Viviendas de Protección Oficial,), cuyo precio de venta máximo está regulado por el estado y que deberían de servir para asegurar el acceso a una vivienda para una mayoría de ciudadanos y ciudadanas.

A pesar de las cifras actuales de producción, cuando el sector ha estado viviendo lo que se denomina un momento «dulce» los últimos años, con una demanda de compradores que parecía inagotable, los precios de las viviendas han seguido subiendo. Tratar de explicar la actual situación del sector y caer en simplismos seria un error en el que no debemos de caer, solo un análisis riguroso nos permitirá entender que está ocurriendo y por que. Varios son los factores, la suma de los cuales ha llevado a que se den las actuales cifras de construcción y el precio alcanzado por las viviendas:

Una demanda de viviendas que se arrastra desde los años 80.

En los años 80 los jóvenes siguieron viviendo en casa de los padres a causa de la dificultad para acceder a una vivienda asequible, si en el año 81 la edad de emancipación era de 26 años, en el año 91 la edad de emancipación, es decir la edad a la que los jóvenes abandonan el núcleo familiar adquiere una vivienda y se independizan de sus padres subió hasta los 29 años. Estos datos se pueden apreciar en el cuadro siguiente, que muestra la evolución de la edad de emancipación de los jóvenes en el estado español al relacionarla con la edad del primer matrimonio.

Durante la década de los 80, debido al alto coste que tenía la adquisición de una vivienda por un lado, a la falta de viviendas de alquiler asequibles y a otros factores como las altas cifras de paro y la precariedad laboral, se fue formando una gran bolsa de jóvenes demandantes de vivienda. Muchos continuaron en esta situación hasta finales de los noventa, a la espera de que el precio de estas se situara dentro de unos márgenes, que les hiciera posible el acceso a las mismas.

Edad del primer matrimonio en el estado español entre 1950-1991

Año

Hombres

Mujeres

1950

28,97

26,43

1960

28,8

26,1

1970

27,53

23,66

1975

26,73

23,23

1980

25,8

23,4

1981

26,01

23,6

1985

26,4

24,2

1986

26,7

24,5

1987

26,8

24,6

1988

27

24,8

1989

27,1

25

1990

27,4

25,3

1991

28,44

25,99

Fuente: INE, EUROSTAT, Estadisticas Demográficas, 1994.

Bajada generalizada de los tipos de interés.

El tipo de interés de los prestamos hipotecarios tiene una importancia fundamental a la hora de explicar las tendencias de compra de viviendas. Al ser muy alto el precio de la vivienda, la practica totalidad de los que se plantean su compra deben de ayudarse de un préstamo hipotecario. El coste de una vivienda se puede dividir a su vez en dos, por una parte la entrada que se ha de pagar a la firma del contrato de compra – venta y que representa alrededor del 20% del total y una segunda parte de hasta el 80% del total que se acaba reduciendo la posibilidad o no de la compra, a poder pagar la cuota mensual del préstamo.

Analizando la evolución de los tipos de interés de los últimos quince años, se puede comprobar la influencia que estos tienen en el acceso a una vivienda. El año 1991, en pleno período de crisis económica, los tipos de interés de los préstamos hipotecarios estaban al 16,66%, si el precio medio de una vivienda de nueva construcción en el área metropolitana de Barcelona era de unos 17,3 millones de pesetas, esto suponía que se tenia que pagar una cuota mensual de unas 210.00 pesetas. En el año 1999, en la cresta de la ola del ciclo económico, el tipo de interés bajó hasta el 4,75%, el precio medio de la vivienda había subido hasta llegarse a una media de unos 18,5 millones de pesetas, lo que supone una cuota mensual de unas 95.641 pesetas.

Fuente: Banco de España La simple comparación de ambas cifras que sin duda representa un descenso considerable del coste de amortización de la vivienda respecto a años anteriores, descenso fundamental cuando se trata de un bien tan caro para la inmensa mayoría.

Descenso de las cifras de paro y sensación de bonanza económica.

Estos factores, a pesar de su aparente subjetividad, tienen una gran importancia a la hora de marcar tendencias, como podría ser el lanzarse a la compra de una vivienda.

En los períodos cíclicos de bonanza-crisis-bonanza del capitalismo, el factor subjetivo adquiere una gran importancia. Tienen un efecto similar al que produce el aire al entrar en un motor de gasolina de un automóvil, por si solo no produce la combustión, pero su entrada hace que se incremente de una forma importante el proceso. El descenso de las cifras de paro, aunque este no suponga una disminución de la precariedad en el empleo, ha relanzado positivamente al sector, ya que esta «sensación generalizada» hace que muchas personas se lancen a la compra de una vivienda sin pensar en el coste final de esta, como llevadas de manera convulsiva por una especie de fiebre del oro generalizada.

Las fluctuaciones cíclicas del sector.

Se trata de una tendencia histórica del sector de la construcción, a moverse en constantes oscilaciones con subidas y bajadas muy fuertes en forma de ciclos económicos. En estos ciclos económicos los períodos de bonanza o expansión duran aproximadamente unos cuatro años. Acaban agotándose, porque el constante aumento de los precios de las viviendas acaba con la capacidad de compra de los posibles compradores que ya no pueden llegar a los precios en los que se sitúa la vivienda. La crisis posterior acostumbra a prolongarse unos seis años hasta que el mercado se recupera, y después, vuelta a empezar.

Este ciclo perverso de la construcción se acostumbra a cumplir casi matemáticamente, es un ejemplo de la desregulación del sector y del componente especulativo de muchas de las inversiones en este sector en momentos de expansión económica.

Falta de voluntad de las administraciones para solucionar el problema de la vivienda.

Las viviendas de protección oficial tendrían que jugar un papel de mecanismo regulador y control de los precios del mercado de la vivienda, la caída en picado de las cifras de construcción de esta tipología de viviendas en los últimos años pone de relieve el verdadero papel que las administraciones conceden a estas.“ Las actuales políticas de vivienda no pueden ser consideradas como una vía para la solución de las necesidades sociales, sino como un instrumento dinamizador del mercado, al servicio de los promotores, en fases recesivas.”2

En períodos de expansión económica como en el que parece que todavía nos encontramos, los promotores privados han construido y vendido viviendas libres, mientras que la construcción de viviendas protegidas ha quedado en manos de las pocas promotoras públicas y de algunas cooperativas de viviendas. Los años de recesión económica o a la baja, los gobiernos abren un poco el grifo de las ayudas públicas a la vivienda social con el objetivo de reactivar el mercado y para conseguir que las promotoras privadas se vuelvan a interesar por la vivienda protegida, asegurando un volumen de trabajo a las constructoras. Conviene recordar la importancia histórica del sector de la construcción en el total de la economía de nuestro país y el papel que juegan los grandes grupos constructores ligados a las principales entidades bancarias en esta.

3.- Acceso de los jóvenes a la vivienda.

Los jóvenes son uno de los colectivos con mayor dificultad para acceder a una vivienda digna. El alto coste de la vivienda y sus propias características como grupo social, con una incorporación al mercado de trabajo marcada por la precariedad y unas altas cifras de paro crean en estos incerteza ante el futuro a corto y medio plazo, por lo que la emancipación del domicilio materno necesita de la independencia económica. Junto a otros grupos sociales en continuo aumento en los últimos años, como los ancianos que viven solos, los inmigrantes o las familias monoparentales, forman el grueso de las personas con más problemas para acceder a una vivienda digna.

La ciudad de Barcelona adquirió el pasado año 1999 el triste récord convertirse en la ciudad más cara para adquirir una vivienda nueva del estado español, con un precio de 297.000 pesetas el metro cuadrado de media, por encima de capitales como Donosti o Madrid. Para hacernos una idea de lo que estas cifras significan, una vivienda de unos 80 metros cuadrados costaba a finales del 99 unos 24 millones de pesetas. El futuro no es nada halagüeño, ya que la previsión es que este año los precios de las viviendas sigan subiendo hasta alcanzar cifras en torno al 5% en Barcelona ciudad.

En Barcelona se está produciendo una expulsión, principalmente de los jóvenes, por falta de viviendas a un precio asequible. Los altos precios y la falta de recursos los están obligando a trasladarse a otras poblaciones del área metropolitana, que forman las primeras coronas de la connurbación de la Gran Barcelona, donde el precio de estas es un poco más asequible están absorbiendo a la mayor parte de esta población.

Algunas poblaciones del área metropolitana, que forman las primeras coronas o anillos de la connurbación de la Gran Barcelona, están absorbiendo a esta población expulsada. Ciudades como Mollet, Sant Feliu, Esplugues, Viladecans, Gavá, Sant Boi, Terrassa, Cerdanyola o Ripollet han sufrido un importante aumento de población en los últimos años. Según fuentes de la Dirección General d’Aquitectura i Habitatge de la Generalitat, en el año 2000, poblaciones como Badalona o Mataró han tenido un incremento de población superior al 25%, y municipios como Cerdanyola, l’Hospitalet, Vilafranca o Vilanova, lo han hecho alrededor de un 20%. Este incremento de demanda ha contribuido a que los precios de venta de viviendas en estas poblaciones fueran subiendo de forma proporcional a la misma.

Durante 1999, en poblaciones como Castelldefels el precio de la vivienda de nueva construcción se ha incrementado un 20%; en Cedanyola y Sant Boi, un 16% y en Badalona, un 11%. Las alzas son también importantes en ciudades como Mataró, con un 20%; Terrassa, con un 18% y Sabadell y Granollers, con un 19%. Los próximos años son inciertos para todos aquellos jóvenes que aspiren a conseguir una vivienda digna y es posible que se repitan los efectos de los años 80.

4.- La vivienda de alquiler.

La vivienda de alquiler ha sido uno de los grandes caballos de batalla, que la izquierda ha mantenido a la hora de defender sus propuestas en la lucha por el derecho a una vivienda digna, al menos sobre el papel.

El parque de viviendas de alquiler en el conjunto del estado se encuentra en la cola si lo comparamos con otros países europeos. El siguiente cuadro refleja los índices de vivienda de alquiler respecto del total de vivienda en algunos países europeos hace 5 años. En este tiempo algunos de estos países han perdido parte de su parque de viviendas de alquiler, el estado español también.

En muchas ocasiones se ha lanzado el debate sobre la necesidad de viviendas de alquiler como alternativa a la vivienda de compra, sobre todo para los jóvenes. No tardan en surgir las voces que afirman en los países del sur de Europa, existe una tendencia cultural a la adquisición de la vivienda, por lo que no tiene sentido construir viviendas de alquiler, como es norma habitual en otros países del norte donde el alquiler es la forma más usual de acceder a una vivienda para la mayoría.

Como diría aquel ministro de propaganda nazi Goebels, las mentiras o las medias verdades a base de repetirse durante mucho tiempo, llegan a ser asumidas colectivamente como verdades irrefutables. Tanto ha sido así que parece que en lugar de entrar en el debate y tratar de desmontarla, nos hemos llegado a creer esta explicación. La falta de construcción de viviendas de alquiler en la mayoría de los municipios donde la izquierda ha tenido y tiene alcaldías en estos últimos años me inclina a pensar esto último. Pero la realidad es tozuda, y cuando el ayuntamiento de Barcelona decide realizar 400 viviendas de alquiler para jóvenes a precios asequibles, se encuentra sobrepasado con el gran número de peticiones unas 2600, que rompiendo esta tendencia «cultural» solicitan poder acceder a una de ellas. Mientras que en algunos países europeos la media de viviendas de alquiler está alrededor del 60% del total del parque de viviendas existentes, en Catalunya actualmente estamos alrededor de un 15%, cifras que nos tendrían que hacer pensar y mucho.

Si analizamos los datos estadísticos que relacionan el parque de viviendas existentes en Catalunya, con los porcentajes de viviendas de alquiler y de propiedad en los últimos 40 años, podremos entender el porque de las cifras actuales. En 1950 existían en Catalunya un total de 752.390 viviendas, de las cuales 559.026, es decir el 74,3%, eran de alquiler y el resto, un 25,7%, de propiedad. Había un parque de viviendas de alquiler muy importante que venia en buena parte de los tiempos de la República. Es a partir de los años 60 y sobre todo entre los 70 y los 80 que esta tendencia cambia de manera notable.

Con la inmigración los problemas de falta de vivienda se acentuaron mucho y el franquismo puso en marcha la creación de un gran número de polígonos de viviendas, sobre todo en Barcelona y los municipios de su área metropolitana. Durante esos años, y los que los siguieron hasta hoy, apenas se construyeron viviendas en régimen de alquiler por lo que las cifras se fueron invirtiendo hasta llegar a las cifras de 1991, con un parque de viviendas ocupadas de 2.356.288 viviendas de las cuales son de alquiler solo 487.280, (menos de las que habían en 1950), lo que demuestra que en esos 40 años nada se ha hecho desde las administraciones por promover y potenciar la vivienda de alquiler.

5.-Buscando alternativas.

Las alternativas al problema de la vivienda no vienen solas, por muy bien que estudiemos el problema, y por muy acertadas que acaben siendo nuestras conclusiones, de poco servirán si no somos capaces de ponerlas en práctica articulando alternativas que puedan ser contrastables con otras y a su vez con la base teórica de las que surgen y con la que se debe retroalimentar.

Cuando la izquierda trata este tema en sus documentos políticos, a menudo cae en el error de reducir su solución a reclama que las administraciones construyan viviendas sociales a precios asequibles. En primer lugar porque las administraciones, como señalaba anteriormente, no han tenido ni tienen como prioridad la resolución de los problemas de falta de vivienda. Desde los años del desarrollismo franquista, las políticas de viviendas no se han hecho en función de las necesidades sociales, sino siguiendo los intereses de los grandes grupos constructores e inmobiliarios. Con esto no estoy argumentando que hay que olvidarse de reclamar a las administraciones públicas solución a la falta de vivienda. Estas deberían jugar un papel central en la resolución promoción de viviendas sociales, sobre todo de alquiler y para los colectivos más desfavorecidos. No se debe esperar a conseguir un supuesto poder político para cambiar los objetivos y las prioridades en materia de vivienda, hay que presionar a los poderes públicos que intervienen hasta lograr cambiar sus políticas viviendas. Esta presión ha de llevarse a cabo desde una sociedad civil organizada en forma de entidades que luchen por este y otros derechos de los ciudadanos.

A este respecto se está dando un fenómeno interesante en los últimos años en nuestro país, se trata de Plataforma Per al Dret a un Habitatge Digne, que formada por entidades como Justicia i Pau, la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona, CONC y otros, trabaja con el objetivo de concienciar y presionar a las administraciones públicas para que estas se involucren firmemente en la potenciación de políticas de vivienda pública. En el tiempo que lleva funcionando la plataforma ha servido como un elemento de presión y de denuncia hacia los poderes públicos, que se han visto forzados a realizar alguna pequeña concesión.

Aunque interesante, la experiencia parte con algunos problemas de principios que le condicionan tanto la efectividad como el futuro de la misma. En primer lugar el grado mas que dudoso de implicación de algunas de las entidades que la componen y su dependencia política y/o económica de las administraciones, esta relación de subsidiareidad las coloca en una posición de extrema debilidad a la hora de poner en práctica formas de presión con la suficiente intensidad y tenacidad necesarias. El carácter “temporal”, característica de este tipo de plataformas, le genera otra contradicción. Representantes de una serie de asociaciones o entidades se unen para conseguir un objetivo concreto, a medida que pasa el tiempo, si como decía Lenin en su Que hacer; no se consiguen éxitos cada día, las fuerzas de debilitan y si los objetivos y las estrategias a corto y medio plazo no son claras, las entidades acaban olvidándose incluso de su participación en las plataformas quedando en manos de la voluntad de las personas que las representan.

Se hace necesario un movimiento de base que desde los barrios y las poblaciones afectadas aune a todas aquellas personas afectadas, con el objetivo de arrancar de las administraciones las medidas necesarias para resolver la falta de viviendas dignas. La situación en que se encuentran actualmente los movimientos sociales en Cataluya no es la mas optimista para creer que este pueda desarrollarse con la suficiente fuerza y convicción en los próximos tiempos.

Los ayuntamientos que son los que nos quedan más cerca, salvo en contadas excepciones, no se han diseñado verdaderos programas de construcción de viviendas sociales, que partiendo de un estudio previo de necesidades sirvieran para programar el suelo necesario, evitando que este quedara en manos de los promotores privados o especuladores. El desarrollo de la política de suelo ha sido con el único objetivo de aumentar las arcas municipales, en parte para pagar las numerosas deudas que arrastran la mayoría de los municipios.

Una de las alternativas real al problema están siendo las cooperativas de viviendas, aunque aun son un granito de arena en la inmensidad del desierto, ya que sus cifras representan solamente el 2% del total de viviendas construidas. Su poca incidencia en comparación con el total no les ha permitido hacer una función reguladora en el alza continuada de precios del mercado como pretendían en un principio. Otro de los problemas con los que se encuentran la mayoría de estas es que a pesar de su existencia, los actuales precios de la vivienda son tan altos que hacen que mucha gente no puede acceder a una vivienda promovida por una cooperativa y se queda fuera por falta de medios engordando las cifras de la llamada por los algunos sociólogos «demanda insolvente».

Al apostar decididamente por experiencias cooperativas y de economía social hay que ser conscientes de las importantes contradicciones que estas generan, cuando se desarrollan desde una perspectiva de izquierda transformadora y no posibilista dentro de una realidad económica capitalista. “La relación entre mercado y autogestión es explosiva. La empresa autogestionaria es autogestionaria pero debe ser empresa y esto último es la condición material de su existencia. La necesidad de ser empresa en una economía de mercado conlleva a su vez la necesidad de implementar una organización que garantice su rentabilidad y supervivencia”3. No ser conscientes y asumir estas premisas, traerá como consecuencia el fin de la experiencia por muy interesante que pueda ser esta. Por otra parte, la economía social permite articular una gestión democrática y fomentar la participación de los/as trabadadores/as.

Debemos analizar y cuestionarnos, salidas al problema como las que representan las cooperativas de CCOO o UGT, modelos de los que a mi entender hay mucho que hablar. Aplicando aquello de que «en el reino de los tuertos el ciego es el rey», nuestra falta de experiencias concretas nos hace entender que lo poco que se hace desde la izquierda ya está bien, sin profundizar en él «como se hace». Hay que plantearse si estas representan un ejemplo a seguir por una izquierda que busca señas propias de identidad al margen del sistema, si sirven para organizar a la gente y se fomenta su participación o si por el contrario no son más que meras empresas promotoras trabajando con el dinero de otros que no se plantean ser una alternativa en el modelo de gestión adoptado.

Hay de comparar estas con otras experiencias, que aunque de forma mucho más humilde se están planteando como alternativa a la falta de viviendas. Se están dando experiencias asociativas muy interesantes que trabajan no solo para solucionar la falta de viviendas sino que además ayudan a la organización, a la participación y al apuntalamiento de un movimiento asociativo que se nos muere de inanición.

Existen experiencias, que aunque sin la importancia cuantitativa de otras grandes cooperativas, está realizando una labor muy importante y sin duda innovadora dentro del cooperativismo de viviendas de este país. Entre sus principales características es que los cooperativistas no dejan de ser socios al recibir sus viviendas y se van a casa con «su» problema resuelto, sino que se trabaja para que sigan participando en la misma a través de distintos cauces: participación en las actividades propias de la cooperativa, cooperativa de consumo, organizaciones vecinales, …

Otra experiencia interesante es la de la Cooperativa Juvenil La Forja que trabaja en los municipios de Orcasitas y Vallecas en la provincia de Madrid. Son los jóvenes cooperativistas que se han organizado para gestionar directamente y realizan el mantenimiento de varios inmuebles de viviendas de alquiler construidos por la administración. El desarrollo de la cooperativa ha hecho que de la mera gestión halla pasado a otras áreas hasta contar con todo un proyecto de dinamización Socio-Cultural de los municipios en los que participan, en que los jóvenes son los protagonistas.

Son ejemplos, seguro que hay alguno más, que nos marcan caminos a recorrer y nos demuestran que es posible hacer las cosas de otra manera.

Notas

1.- La Vanguardia, “Vivir en Barcelona”. Domingo, 8 de Abril 2001.

2.- Conclusiones sobre la política de viviendas públicas y protegidas. “Primer Congrés Català per al Dret a un Habitatge Digne”. Celebrado el 23 y 24 de febrero del 2000. Publicadas sus síntesis y conclusiones por parte de la Plataforma Per al Dret a un Habitatge Digne.

3.- Globalización y autogestión es una ponencia presentada por el miembro de la Red Vasca Roja Antxon Mendizabal en el Seminario Internacional “Trabalho e Economia Solidária” en la Universidad Federal de Río Grande do Sul, en Porto Alegre (Brasil) el 22 de noviembre de 2000.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *