Acotaciones al manifiesto del grupo Koiné
Aunque el Presidente Puigdemont haya querido desviar la atención de la carga política del manifiesto, sosteniendo hoy – 6 de abril – en el Parlament que se trata de un debate académico cuya discusión no corresponde a la cámara, lo cierto es que se trata de una declaración política, con intención política, que pretende partir de posiciones académicas para presentarse cargado de razón; por cierto que la interpretación del President Puigdemont puede entenderse como una manera de zanjar un incipiente debate, pero también de cerrarlo aceptando la invocada razón académica. Se trata de una declaración política que pretende intervenir en el debate constituyente abierto en Cataluña – presente también en España se quiera ver o no – marcando un punto que se considera fundamental de esa constitución en marcha, sea legal o material, firmado por algunos filólogos con conocida activa militancia política, y responsabilidades gubernamentales pasadas algunos de ellos (Joaquim Arenas, cap del Servei d’ensenyament del Català durante veinte años después de 1983) y por políticos, también de militancia conocida (Julià de Jodar, las hermanas Blanca y Eva Serra, por citar solo algunos que no pueden negar su larga trayectoria militante). Además el documento no está firmado por cuatro especialistas, sino por una nutrida representación de un sector profesional de la universidad catalana, del Institut d’Estudis Catalans, y de la intelectualidad católica catalanista – algunos dirían montserratina, para precisar más-. La penosa intervención del President ha sido en respuesta a la intervención del diputado de “Catalunya si que es Pot” Lluís Rabel que lo ha calificado de racista; días antes en un editorial de La Vanguardia le atribuyó, con un tono más moderado, un “tufillo etnicista”. Dejando fuera el juego de calificativos, lo cierto es que, cuando menos, la música y gran parte de las letras del documento destilan un argumentario de distinción de poblaciones y de guerra de lenguas que choca con la imagen que se pretende – y algunos seguimos defendiendo – de Cataluña como país integrador y tolerante; e incluso con algunas operaciones políticas recientes de formaciones del proceso independentista, a las que pertenecen – o están vinculados – una parte importante de los promotores y firmantes del manifiesto, como la que ha representado la asociación “Súmate”.
Lo más importante del documento no es la relativamente equívoca proposición final, que elude utilizar expresamente el término de lengua oficial pero que, de acuerdo con la política dominante del eufemismo, adopta el concepto bajo la identificación de una sola lengua como natural del país con plena legitimidad para ser “el eje integrador”; como estamos ante un escrito profesionales de la lengua, el uso del artículo determinado “el” no es en balde, sino representativo de un deseo de exclusividad. Lo más importante, sin dejar de serlo esa propuesta de eje determinado/exclusivo, es la argumentación que se va utilizando a lo largo para llegar a esa conclusión.
El concepto que se tiene de Cataluña y del pueblo catalán es un concepto petrificado, inmóvil, no precisamente republicano, sino de entidad y colectivo formado en todas sus características de una vez para siempre. El trato que se da a la inmigración es sonrojante en muchos sentidos, pero sobre todo en uno: se la trata de población exógena, puesto que es portadora de una lengua exógena, distorsionadora de la cohesión social, instrumento “involuntario”, etc. Etc. Para los autores del manifiesto la evolución histórica de Cataluña desde finales del siglo XIX no ha producido una evolución social paralela, con sus connotaciones culturales incluidas.
Su problema no solo es lo que sostiene, su falta de matiz, su trazo grueso que no se borra con una invocación final, y retórica, al multilingüismo, sino las conclusiones en contrario, las consecuencias lógicas de las argumentaciones que se utilizan; consecuencias que quedan implícitas, sin explicitar, pero que no por ello dejan de estar presentes en su ausencia. Un ejemplo, quizás el de mayor gravedad por las consecuencias que se derivan, o se pueden derivar, es el de la dicotomía endógena-exógena referida a la lengua y asociada a la de población natural-población inmigrada. Por ese camino la integración se convierte en asimilación y abre la puerta a la marginación o exclusión de los no asimilados. Y es de menor trascendencia, aunque significativo de la ligereza con la que se trata de nuestro complejo pasado, su escaso rigor histórico en algunos puntos, como el de la precariedad del bilingüismo hasta 1939.
Entrando en el detalle, algunas de las frases y párrafos del documento, merecen acotaciones concretas (en adelante el texto del manifiesto se reproducirá entre comillas y cursiva). Estas son.
1:“llengua endògena del territori de Catalunya, on s’ha format i ha evolucionat històricament, i des d’on es va estendre (…) la llengua endògena i l’exògena”
Ya he señalado la perversidad de la dicotomía endo/exo. Sólo añado, esa extensión de la lengua hacia el Sur el Norte y el Este, ¿se hizo de manera natural o por imposición política? Parece que sin la “reconquista” y el expansionismo dinástico mediterráneo el catalán difícilmente se hubiera extendido en los términos que lo hizo… La argumentación entra aquí en un círculo vicioso. ¿Qué lengua endógena tendrían que reivindicar los pueblos sobre los que la nueva lengua se extendió? Seguir con ese razonamiento es absurdo; en cualquier caso invocar la historia para remodelar el presente puede tener consecuencias aberrantes, con graves consecuencias para las gentes del presente. El ejemplo actual paradigmático es el de la reconstitución forzada del reino de Israel, hoy, claro está, bajo forma de república.
2. “d’ençà del 1714, el castellà, com a llengua de dominació, li disputa coercitivament aquest estatus de llengua territorial i ha intentat i continua intentant repressivament de desplaçar-la dels àmbits d’ús lingüístic general”
Ese es un ejemplo del tratamiento de la cuestión en términos de “guerra de lenguas”. ¿Es el castellano el que disputa coercitivamente con el catalán? ¿El que reprime al catalán y lo desplaza? Pero una lengua es el instrumento de comunicación propio de las personas ¿Son los inmigrantes lo que ejercen la coerción? Ese párrafo podría haber tenido una redacción que hubiese evitado la formulación de la guerra de lenguas; y que se hubiera mantenido en los términos de la dominación política, de la política de estado- la denuncia inicial, compartible, porque es evidente y condenable que hubo imposición política de un idioma oficial y persecución política de la lengua catalana. Sin embargo no ha sido así, se ha sostenido el argumento de la guerra entre una “lengua territorial” y otra lengua “extra-territorial”; un argumento utilizado de manera deliberada por una comunidad redactora y firmante de primer nivel académico y con voluntad política de configurar un nuevo poder. Uno de los términos en boga desde hace algún tiempo es el del “territorio”, utilizado habitualmente para identificar la Cataluña eterna, inmanente, presente sobre todo en las tierras cismetropolitanas. La “territorialidad” tiene en ese uso popular del término un tufillo, como diría con su cautela interesada habitual La Vanguardia, excluyente, ¿lo tiene también el término de lengua territorial, referido al catalán, con respecto al castellano, que habrá de ser por tanto forzosamente extraterritorial? Parece que no estemos ante una corrección de la persecución política de una lengua, sino ante una propuesta de darle la vuelta a la tortilla.
3. “el mecanisme per a aconseguir la implantació del castellà a Catalunya va ser i continua essent la bilingüització forçosa de la población”
¿Bilinguización forzosa de la población? Pudo haber intenciones políticas en ese sentido, aunque sería más propio decir que las intenciones políticas fueron las de imponer el castellano, sin más, no generar un sistema de dualidad de lenguas. El bilingüismo, como se deduce de la música y de algunos versos del manifiesto está fundamentalmente asociado a la inmigración. El manifiesto rezuma evocaciones de Vandellós, y quizás alguna gota de influencia pompeyana (Pompeu Gener), aunque no se le cite de manera explícita, quizás por no ser políticamente oportuno todavía. Dada la importancia trascendente de la inmigración en la población catalana del siglo XX, los inmigrantes aragoneses, murcianos, gallegos, extremeños y andaluces, al pasar el Ebro tendrían que haber renunciado a su lengua para trabajar en las fábricas, los tajos,…. Se elude el análisis de la realidad, de toda ella, de todo el proceso histórico real, de manera que el único referente de la contemporaneidad parece ser 1714; y se introduce un concepto con gran carga dramática que hace recaer, de forma implícita, la culpa –el término “forzoso” remite a la coerción, es una adjudicación de culpa- el retroceso del uso del catalán a la población inmigrada.
4. “Un procés que va costar segles i que fins el 1939 encara era força precari pel que fa a la major part de les classes populars”
Falso. Se ha pasado de negar que entre las clases populares también se hablaba catalán a sostener que fundamentalmente se hablaba catalán y el uso del castellano era residual. No desde luego en el principal componente de esas clases populares, las clases trabajadores. Aunque, con toda lógica histórica en el mundo campesino, donde la inmigración no tuvo impacto, el catalán siguió siendo la lengua predominante, y no solo entre las clases populares; pero eso siguió siendo así después de 1939, allí donde no alcanzaron las nuevas oleadas migratorias de postguerra. ¿En qué lengua se publicó Solidaridad Obrera? ¿Cuál era la lengua “de uso” de las zarzuelas? ¿Se han leído estos doctos filólogos las actas de las reuniones obreras de los veinte y los treinta? El PSUC tenía un diario oficial en catalán Treball, por la mañana, un diario oficioso, de tarde, en castellano, La Rambla. El diario de la UGT de Catalunya era Las Noticias. Por cierto que la CNT catalana fracasó en su proyecto de llevar adelante un diario propio en catalán, Catalunya, por falta de público. ¿Cuál era la lengua de “La Batalla”? ¿Cómo puede ser tan ignorante gente tan docta? El bilingüismo estaba bien presente, y no de manera precaria, entre las clases populares urbanas de Cataluña mucho antes de 1939. Como consecuencia de la inmigración, no de las políticas oficiales; el factor fundamental fue la inmigración y la resurrección, no confesa, de Vandellós considera la inmigración, el bilingüismo, como un mal, como la base de una guerra de lenguas.
5. “la utilització d’una immigració arribada de territoris castellanoparlants com a instrument involuntari de colonització lingüística”
Es una reformulación vergonzante de la vieja acusación hacia la inmigración como agente de la castellanización. Se ha incluido lo de “involuntario” supuestamente para no ofender; por el contrario, ofende más ya que convierte al inmigrante en una elemento inferior, débil, apto para la manipulación. Una vez más la idea se podía haber formulado de otra manera, pero no se ha hecho. Se habría podido decir que la política franquista de castellanización forzosa –esta sí– se vio beneficiada por la nueva oleada inmigratoria y punto; pero no es eso lo que se sostiene, sino que esa inmigración actuó como instrumento. Nos hemos olvidado de Candel, los otros catalanes y la aportación de la inmigración a la lucha por lo que entonces llamábamos libertades catalanas, por la reivindicación del uso del catalán. Pero esa acción, instrumental si se quiere también, no conviene recordarla, porque distorsiona la linealidad del relato histórico pétreo sobre el que se sustenta el manifiesto.
6. “El règim constitucional del 1978 ha refermat la continuïtat de la imposició politicojurídica del castellà a Catalunya
La legislació de la Generalitat…han servit per a superar en certs àmbits i força precàriament la minorització total soferta pel català a mans del franquisme, però no pas per a revertir la norma social d’ús subordinat del català al castellà que condiciona l’ús lingüístic quotidià de la immensa majoria dels parlants i que porta a una indefectible substitució de la llengua del país per la llengua imposada per l’Estat”
Parece que algunos de los promotores hacen autocrítica de la política de inmersión lingüística y del pacto cultural, que entonces promovieron; pero no la hacen del todo. En los términos victimistas habituales se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Desde 1980 gobierna el país, con un amplio margen para desarrollar políticas lingüísticas –y desplegarlas en medios de comunicación de masas– formaciones políticas que han aportado por la normalización del catalán, su uso social, etc. Etc. ¿No será que esas formaciones han fallado en algo? ¿Qué, a lo peor, el nuevo nacionalismo político ha generado reacciones contrarias a las de los años sesenta? Se habla demasiado castellano en los patios de las escuelas, en el transporte público, en los hospitales públicos metropolitanos,… es una queja frecuente. ¿Es razonable? Esa obsesión por controlar el uso privado de la lengua es extraordinariamente preocupante y no resulta, precisamente, una muestra de criterio democrático; por el contrario es una puerta abierta al totalitarismo comunitario.
Por lo demás, ¿es una situación común a todo el “territorio” o es característico de la gran conurbación de la capital? ¿No subyacerá en esa queja una aspiración de control político del nacionalismo, ni que sea el nacionalismo cultural, de las áreas que todavía no dominan?
7. “la situació actual de la llengua catalana… és extremament crítica (…) camí de convertir-se en una mena de dialecte del castellà”.
Afirmaciones apocalípticas que son, con toda evidencia, demagógicas. La lengua catalana puede tener problemas, ¿pero está en situación crítica? ¿se está convirtiendo en un dialéctico del castellano? Con todos los respectos esas exageraciones bordean la sandez. O son manifestaciones de una aspiración monolingüística -del monopolio de una sola lengua– que no tiene suficiente con la inmersión educativa y persigue una inmersión social, ya; sin considerar las implicaciones y consecuencias. Aunque sí que es cierto que los medios de comunicación de masas públicos habrían de procurar que sus presentadores, en particular de los informativos, atropellasen menos la lengua propia.
8. “Tampoc no és la llengua predominant entre les generacions de la dita «immersió»: en les zones més poblades la coneixen però l’usen mínimament”
¿Y eso se resuelve imponiendo un monolingüismo básico? ¿Mediante decisiones de autoridad o por políticas de consenso? Quizás se tendrán que revisar las formas de aplicación de la política de inmersión y practicar mejor las políticas de consenso, el uso de los medios de comunicación públicos.
9. “Denunciem la ideologia política de l’anomenat «bilingüisme», que s’ha anat inoculant des de les esferes de poder a tota la població catalana d’ençà del 1978”
¿El “bilingüismo” es una ideología? ¿se reduce a una ideología? ¿la misma? ¿cuál? Es decir, que esa parte de la población que es bilingüe, o se considera bilingüe, son un colectivo cobaya que contamina al conjunto de la comunidad. Una vez más, lo peor es el tono de la argumentación.
10. “un dels grans problemes d’estat de la nova república, potser el més important, serà el problema lingüístic, perquè afecta la base mateixa de la cohesió social articular la llengua catalana com a eix integrador de la nostra ciutadania en un marc d’assumpció pública del multilingüisme com a riquesa individual i social”
No sé si será el principal problema. Es mucho suponer y quizás esa afirmación sea un ejemplo de soberbia profesional. La cohesión social se fractura por muchas razones y no solo por la lengua. Sea como sea, esa postulación del catalán como “el eje integrador”, como único eje integrador tal y como ha de deducirse del texto general, no parece que case bien con el multilingüismo que dice respetarse, en una frase sobrevenida al final del documento, quién sabe si añadida para convencer a los que pudieran dudar del tono monolingüística del texto, o para hacer una concesión verbal a la corrección política. A menos que ese multilungüismo sea “subordinado” y, por tanto, en la línea de como argumentan los autores del manifiesto, con menores derechos.
El camino que se propone, una imposición forzosa, constituyente de la nueva república como se pretende, de ese eje integrador parece el más directo para la ruptura de la sociedad catalana en dos comunidades, la integrada y la no integrada; una de las dos dominada por la otra, y en la república independiente la dominada será la no integrada. Proponer una aceleración, de ingeniería socio-cultural, en la cuestión lingüística difícilmente evitará una reacción social cuyo control será problemático; a menos que esa ingeniería socio-cultural se acompañe del uso de la fuerza de la autoridad, más allá de los democráticamente aceptable ¿Los castellanopensantes y bilingüeparlantes que nos consideramos catalanes, aunque no tengamos estirpe que mostrar, porque hemos nacido aquí y son sentimos parte de esta comunidad, nos hemos de sumar a eso también?
Y, por cierto y para acabar, abanderar el multilingüismo y denostar el bilingüismo es una ofensa a la inteligencia y a una buena parte de la población catalana; con todos los respetos para el urdu, el amazhig, el árabe, el wólof y otras lenguas africanas, el peso y uso social del castellano no es comparable a ellas, no es una pieza igual de un supuesto mosaico lingüístico, aunque pudiera llegar a serlo con el tiempo, si nos empeñamos en no cerrar fronteras lingüísticas. El camino no son las fronteras y la asimilación, sino el respeto a la diversidad, los puentes y la integración en la comunidad en pie de igualdad de derechos, culturales también; nunca dividida por sus culturas y tradiciones, de las que solo hay que excluir aquellas que atentan a los derechos individuales, la igualdad y la democracia.