Sobre “La paradoja de la globalización” de Dani Rodrik (I)
Albert Medina
Tiempo atrás, un productor de bolígrafos turco cayó en gracia cuando su empresa logró aumentar beneficios gracias a un aumento de las barreras comerciales. Cualquier economista convencional opinaría que la decisión del Gobierno turco fue equivocada; que los valores del libre comercio son los estamentos básicos para la prosperidad y la paz, en contraste con el proteccionismo, que son políticas asociadas al atraso económico y al populismo.
No obstante, la intervención del Estado en asuntos comerciales permitió al productor de bolígrafos ahorrar para poder financiar los estudios en Ciencias Económicas de su hijo en la prestigiosa Universidad de Harvard. A día de hoy, su hijo, el distinguido especialista en comercio internacional Dani Rodrik, puede usar esta curiosa paradoja biográfica para mostrar a sus alumnos de la Kennedy School lo variante que puede ser el término “prosperidad” según a quién preguntes.
“La paradoja de la Globalización” de Dani Rodrik (Antoni Bosch editor, 2012) es una obra divulgativa que pone en duda el relato y la deseabilidad de la globalización como fenómeno irreversible. El autor, que no se lo puede considerar un activista antiglobalización, cataloga las dos grandes transformaciones del capitalismo en las últimas décadas y explica de forma convincente los peligros de una globalización no armonizada con los Estados.
En primer lugar, menciona al Capitalismo 1.0, el mundo pre-Bretton Woods, comprendido entre el ascenso y las consecuencias de la I Globalización donde el Estado jugaba un papel discreto en la economía. Y en segundo lugar, el Capitalismo 2.0, que se establece en Bretton Woods y que acaba mutando en las políticas dirimidas en el Consenso de Washington donde, con matices, el Estado juega un papel más protagónico en los asuntos económicos.
El devenir de los acontecimientos de las últimas décadas ha puesto fin a una era y, según Rodrik, nos encontramos en el momento de definir el “Capitalismo 3.0”. El autor se plantea el qué hacer bajo una construcción teórica, fuertemente inspirada en la Trinidad Imposible, que define como “El Trilema de la Globalización”. Éste, consiste en que el mundo actual es incompatible con la convivencia de tres fenómenos: la Hiperglobalización, el Estado-nación y la Democracia. De este modo, el “Capitalismo 3.0” tendrá que escoger entre dos de estos tres factores.
Aunque los entusiastas de la Globalización se ocupen de obviarlo, Rodrik relaja los supuestos de los fuertes beneficios a escala de una mayor integración económica y establece que, para él, el Capitalismo 3.0 debería estar caracterizado por fuertes Estados-nación bajo el control de democracias consolidadas, es decir, una globalización “atemperada”. De este modo, el prestigioso economista rechaza frontalmente -por no deseable ni realista- la idea de la liquidación del Estado-nación y la llegada de la “Gobernanza Global” para la próxima era.
Donde el mainstream a izquierda y derecha observa la Globalización como un proyecto irreversible el autor ve, simplemente, diferentes estrategias económicas. Para él, la estrategia de “mayor integración, mayor crecimiento” ha mostrado un pobre desempeño económico por lo que hace a la evolución de la desigualdad y el crecimiento económico. A la vez, la presenta como una propuesta con poco recorrido debido a que un aumento total del aperturismo comercial sólo nos llevaría a un incremento de un tercio del 1% del PIB mundial a diez años y seguiría sin solucionar la cuestión clave: el aumento de las desigualdades.
Rodrik abre horizontes alternativos a los hegemónicos mostrando estrategias de desarrollo que se han dado o se están dando en el mundo. En esencia, la panorámica que nos deja ver es que ahí donde ha habido mayor participación del Estado, ahí donde se ha protegido temporalmente a la industria menos competitiva, es donde a largo plazo se ha mantenido un desempeño macroeconómico más saludable. Es decir, aquellos países que mejor se han globalizado son aquellos que, vía otro equilibrio Estado-mercado, han mejorado su capacidad productiva antes de dejar entrar la competencia internacional.
De forma escueta y poco clara, Rodrik considera que la Unión Europea es harina de otro costal. Afirma que las diferencias que hoy hacen imposible la Gobernanza Global no son tan elevadas en el caso europeo. Las interesantes disquisiciones del autor se emborronan entorno a la proyección teórica y la realidad práctica. Rodrik mezcla su optimismo analítico para Europa con ejemplos prácticos contradictorios con el mencionado optimismo, por ejemplo, el caso de la crisis de capitales lituana. ¿Qué hacer ante una crisis de capitales si se persigue ciegamente la gobernanza europea? ¿Los problemas de la Eurozona pueden esperar a que Europa se constituya en nación? Si el Estado puede gozar aún de buena salud, ¿por qué no plantear escenarios alternativos al federalismo europeo? El economista turco se queda a medio camino de resolver nuestra particular paradoja europea.
Finalmente, el autor traza a grandes rasgos lo que debiera ser el próximo orden económico internacional ante el pobre desempeño de la economía internacional incluso después de la creación de la prometedora Organización Mundial del Comercio (OMC). Estas propuestas, aún a falta de ser desarrolladas con mayor consistencia, diseñan un mundo donde los nuevos acuerdos internacionales -inspirados en la lógica de la segunda posguerra- dibujan un mundo donde los Estados-nación aún tienen margen para realizar políticas económicas propias que permitan la democracia y la reducción efectiva de las desigualdades: toda una oda a que los Estados persigan sus propios objetivos nacionales. Sin duda, el autor nos plantea reflexiones pertinentes para tiempos cambiantes.
Fuente: http://amedcat.blogspot.com.es/2016/09/sobre-la-paradoja-de-la-globalizacion.html