Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Lo de Siria es “sencillísimo”, o bien…”demasiado complicado”

Michel Collon

Cuando se habla de Siria suelen haber dos versiones. O bien es “sencillísimo” y estamos muy bien informados. Entonces, tenemos que creer a los medios cuando nos dicen: “Estados Unidos quiere llevar la democracia a Siria” ¿De verdad? ¿Será con la ayuda de Arabia Saudí y de Qatar?

¿Te cabe alguna duda, lector? Existe una segunda versión: “Estados Unidos nos protege contra las armas de destrucción masiva” ¿De verdad? ¿A pesar de ser el país que más las ha usado? Armas nucleares sobre Hiroshima, napalm en Corea, en Camboya y en Vietnam, armas biológicas contra Cuba, uranio empobrecido, minas antipersonas y bombas de fragmentación por casi todas partes. Y no hablemos de las doscientas cabezas nucleares entregadas a Israel.

¿Sigues sin estar convencido? Tercera variante: “Estados Unidos combate el terrorismo”. ¿De verdad? ¿Armando a Ben Laden contra Afganistán, luego a una sección de Al-Qaeda contra Libia y por fin a Al-Nusra y al Daesh contra Siria? ¿Organizando atentados con bombas en aviones y hoteles cubanos y a continuación dando protección a los autores de esos atentados, bien cobijados en Florida, y acabando por encarcelar de por vida a los “Cinco Cubanos de Miami”, esos cinco agentes del contraespionaje cubano encargados de impedir nuevos atentados? Y éstas sólo son unas pocas de las tantas proezas de esa CIA tan “demócrata”…

O bien, entonces, nos explican que todo eso resulta “demasiado complicado de entender para vosotros”. Vosotros, el público, no sois capaces de ver claro en esa maraña de líos y en ese caos que son Iraq, Libia, Siria y etcétera. ¡Dejad todo eso para los “expertos”!

¿Y si lo que pasa fuera que algunos tienen interés en que no entendamos nada y que, desanimados, demos por imposible tratar de entenderlo? Eso es lo que afirman Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan en este libro. Y lo van a demostrar.

¿Quién tiene interés en que nos quedemos quietos?

¿Quién tiene interés en que sigamos sin entender y sin intervenir? En el 2003 éramos millones manifestándonos contra la guerra del petróleo que asolaba a Iraq. Hoy día, Estados Unidos, a diario, lleva a cabo más guerras y ya nadie se vuelca en las calles. ¿Cómo han conseguido desesperanzar a los pueblos aunque las catástrofes siguen asolando a las poblaciones?

Pero ¿quién cree sinceramente que Estados Unidos ha cambiado? ¿Quién piensa que Washington ha renunciado a dominar el mundo? ¿Quién se imagina que las transnacionales norteamericanas ya no quieren controlar un máximo de riquezas, por lo tanto un máximo de naciones? ¿Quién piensa que el complejo militar-industrial va a entonar “Peace and Love”?

Por eso, la verdadera pregunta que tenemos que hacernos es ésta: ¿puede que Estados Unidos siga apuntando a la misma meta, pero con métodos más astutos? La respuesta es un sí rotundo.

La nueva estrategia de la Casa Blanca ya la describimos en el 2008 (1). Es el “soft power”, literalmente: el “poder blando”. Solo que en este asunto no cabe la menor blandura, simplemente se trata de una manera más discreta de hacer la guerra. La guerra indirecta, la guerra mediante desestabilizaciones organizadas y golpes de Estado. La guerra empujando a un Estado de la zona a agredir al vecino que molesta, o bien armando a movimientos separatistas para que fomenten guerras civiles. O también apoyando organizaciones terroristas para crear el caos.

Total: en lugar de a los G.I’s sobre el terreno, tenemos a la CIA entre bastidores. Un método menos costoso, menos llamativo, menos provocativo. Las masas se tragan la patraña (gracias a los medios y a algunos intelectuales). “Poder blando”. También llamado “smart power”: poder inteligente. Sigue la violencia, pero mejor acicalada y mejor empaquetada.

Resulta bastante fácil entender por qué Washington ha cambiado de estrategia. Acordaos… En 2001, Bush decidió atacar a siete países después de Afganistán: Iraq, Siria, Líbano, Somalia, Sudán, Irán como declaró el general Wesley Clark (2). Pero Bush fracasó patéticamente: apenas dos guerras y ambas perdidas, tanto la una como la otra.

Investig’Action expuso los mecanismos de la nueva estrategia en el libro: La Estrategia del Caos, que escribí en colaboración con Grégoire Lalieu en 2011. ¿Su idea principal? “Lo que no seas capaz de controlar, ¡destrúyelo!” En varias regiones estratégicas para sus intereses, Estados Unidos ha sembrado el caos.

Más eficaz que el método Bush, el método Obama planteaba, sin embargo, nuevos problemas: ¿cómo controlar los elementos desestabilizadores que uno ha puesto en marcha? Y más que nada, cuando se es una gran potencia en declive ¿cómo impedir que progrese el nuevo frente amplio en contra de la hegemonía: la alianza de Rusia, China, América Latina y dentro de poco otras naciones?

Todas esas naciones se están aliando para resistir a la agresividad de los “dueños del mundo”. En definitiva, Washington no ha solucionado su problema, más bien lo ha desplazado y tal vez lo haya empeorado.

Claro, el problema también se le planteará al presidente que venga. O mejor dicho, ya que el presidente no es más un empleado de lujo, el problema estrátegico se le planteará a la élite estadounidense, a los dirigentes de las transnacionales y a los think tanks encargados de aconsejarlos.

El trabajo llevado a cabo por Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan es pues indispensable para que entendamos bien los verdaderos engranajes de la política internacional de Estados Unidos y vislumbremos en qué dirección habrá de ir, probablemente.

Al exponer con claridad los acontecimientos que se verificaron en Siria y en Egipto, al ir sacando a luz los “acontecimientos perdidos”, o mejor dicho acallados, por los medios dominantes, nos dan a conocer el trasfondo de esas dos revoluciones secuestradas.

Lejos de la narración simplista que se oye en todas partes, descubrimos en este libro no sólo las contradicciones de clase que conocen estos dos países sino también la acción secreta y subterránea de Estados Unidos en la región. Cómo, desde el principio, Estados Unidos secuestró las legítimas protestas en Siria, prolongando así los preparativos que, en realidad, empezaron mucho antes del 2011; cómo, desde el principio, Estados Unidos se apoyó en extremistas despiadados y lo que codicia en realidad es ese país trágicamente agredido a sangre y fuego.

En lo que concierne a Egipto, los autores nos desvelan hasta qué punto Estados Unidos siempre consideró que ese país le pertenecía, cómo se las apañó para controlarlo estrechamente y cómo, por lo tanto, lo ha sumido en la pobreza y la dependencia y, por fin, qué poco le importa a Estados Unidos que gobiernen los Hermanos Musulmanes o unos jefes militares con tal que nada fundamental cambie en el seno del mundo árabe. Al explicarnos también que los egipcios aún no han terminado de escribir su historia, los autores nos permiten entender lo que todavía puede suceder en un futuro cercano.

Yihad made in USA explica el verdadero papel desempeñado entre bastidores por las diferentes potencias regionales, cómo se vale Washington de Arabia Saudí y de Qatar, con qué cinismo se han quitado de encima a los jóvenes “euroyihadistas”, por qué Irán es el blanco tras Siria, qué intereses mueven a Israel y a Turquía en el asunto de Siria.

Las alianzas sorprendentes se hacen y deshacen, pero si examinamos con atención esos intereses dejamos de sorprendernos. Tratándose de esos dos países, entendemos perfectamente para qué proyecto han sido útiles los llamados “islamistas”. Pero ¿qué significado exacto tiene esta palabra?

Islamismo: un concepto «cajón de sastre’» que desactiva nuestras neuronas

Incesantemente, los medios machacan ese vocablo tan mal escogido: “islamistas”. En realidad, el vocablo designa realidades totalmente contradictorias:

— Arabia Saudí, siendo “islamista”, colabora con Estados Unidos e Israel. Pero Hezbolá, siendo “islamista”, los combate.

— En Egipto, los Hermanos Musulmanes pactan con Washington y Tel-Aviv. Política que es contraria a la de Hamás, que sin embargo es heredero de esos mismos Hermanos Musulmanes.

— En nombre del “combate por la democracia”, los jóvenes euroyihadistas islamistas, franceses y belgas, fueron aplaudidos cuando marchaban a Siria (el mismo ministro belga de Asuntos exteriores quería “erigirles una estatua”), pero han sido detenidos e incluso metidos en la cárcel al regresar.

Pero ¿no será el vocablo “islamismo” un cajón de sastre que hace que nuestra reflexión entre en un callejón sin salida? Mohamed Hassan nos explicará cómo el vocablo “islamismo” encubre en realidad cinco corrientes políticas muy diferentes que la propaganda amalgama tontamente. Era indispensable que Mohamed Hassan aclarara los historiales y recorridos contradictorios de todas esas corrientes para descifrar la enrevesada estrategia de Estados Unidos en su porfía para controlar el tablero de Oriente Medio.

Ninguno de esos matices, ninguna de esas interrogaciones han sido expuestos por los grandes medios. Y sin embargo ¿no pretenden dichos medios ayudarnos a descifrar la política internacional de Estados Unidos? Pero entonces ¿por qué nunca se refieren a estas importantísimas declaraciones de dos altos responsables norteamericanos?

En 1996, James Baker, el entonces ministro norteamericano de asuntos exteriores, declaró: “No existe país musulman más integrista que Arabia Saudí (…) y sin embargo ese país es a la vez un amigo y un país importante para Estados Unidos. (…) Sólo tenemos que combatir el integrismo en la medida exacta en que lo exijan nuestros intereses nacionales”. (3) En 2012, Hillary Clinton confiesa llanamente: “Estados Unidos fue quien creó Al-Qaeda”(4)

¿No bastan esas declaraciones para entender cómo Estados Unidos utiliza las más peligrosas herramientas para asentar su control sobre ciertas regiones estratégicas: Oriente Medio, pero también Cáucaso, Asia del Sur y del Centro, Cuerno de África y también África Central? He ahí lo que explica la historia confusa de varios conflictos de estos últimos decenios: Afganistán, Yugoslavia, Chechenia y más ampliamente el Cáucaso, Iraq, Libia, Siria, pero también Argelia, Congo RDC, Sudán del Sur, Costa de Marfil, Malí, Centroáfrica, los Tigres tamiles, etc…. Según sus intereses, Estados Unidos se alía hoy con unos terroristas a quienes combatirá mañana, antes de volver a reconciliarse con ellos pasado mañana.

Entender todo esto resulta crucial: con esas puñaladas traperas y esas alianzas indignas es cómo Estados Unidos ha empezado a poner patas arriba el gran tablero de Oriente Medio para volver a organizarlo a su antojo. Todo ello con el telón de fondo de la Gran Guerra del petróleo y del gas, clave de la dominación del mundo. En realidad, Yihad made in USA desvela uno de los aspectos esenciales de esta gran batalla para dominar el mundo, es decir: debilitar a China y a Rusia y controlar Europa. Una batalla que nos concierne por todas partes.

Ninguna improvisación, sólo la realización de unos planes muy viejos…

Suelo decirlo a menudo: cada vez que la tele nos cuente que Washington reacciona ante acontecimientos espontáneos acaecidos en algún lugar del mundo, siempre tenemos que empezar por preguntarnos qué ha hecho anteriormente Estados Unidos en lo que se refiere a ese país. El presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt decía: “En política, nada sucede nunca por casualidad. Cada vez que ocurre un acontecimiento, uno puede estar seguro de que estaba ya previsto que ocurriera tal y como ocurre.”

En realidad, hace ya mucho tiempo que Estados Unidos y sus amigos tienen proyectado hacer estallar en varios pedazos a Siria y a la mayoría de los países de Oriente Medio.

Así fue cómo, tras la “Guerra de los Seis Días”, en 1967, el ministro norteamericano Kissinger fijó como prioridad, para Estados Unidos, reforzar a Israel. Y para conseguirlo quería dividir Oriente Medio en un mosaico de pequeños Estados débiles que se hicieran la guerra unos a otros y que cada uno necesitara a Estados Unidos para sobrevivir. Este Plan Kissinger (idéntico al Plan Rogers de unos años antes) apuntaba a usar y acrecentar los conflictos interárabes para volver a diseñar las fronteras de varios países: Líbano, Siria, Jordania, Iraq. Su meta era permitirle a Washington, con la ayuda de Israel y del Sha de Irán, controlar toda la producción de petróleo de la región.

Con la misma lógica, en 1982, Oded Yinon, un antiguo funcionario de Asuntos Exteriores de Israel, publica “Estrategia para Israel en los años 1980”: “Siria va a partirse en varios Estados conforme a sus comunidades étnicas de tal manera que la costa vendrá a ser un estado alauí chií; la región de Alepo un estado suní; en Damasco, otro estado suní hostil a su vecino del Nort : los drusos formarán su propio Estado, que se extenderá por nuestro Golán tal vez, y ciertamente por Haourán y por la Jordania del Norte. Este Estado garantizará a largo plazo la paz y la seguridad en la región: es un objetivo que a partir de hoy está a nuestro alcance.”(5) Israel sabe lo que busca: desmantelar a sus vecinos.

Más tarde, la CIA elaborará el Plan Syriana, que desvelará su ex agente Robert Baer. También se trata de descuartizar a todos los Estados poco dóciles para neutralizar la resistencia árabe en el conjunto de Oriente Medio. Y siempre para reforzar a Israel.

En junio del 2006, precisamente en Tel-Aviv, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, justifica con ese mismo cinismo la sangrienta destrucción de Líbano por los ataques israelíes: “Presenciamos aquí, por decirlo así, el crecimiento –los dolores del parto– de un Nuevo Oriente Medio y todo lo que nosotros, Estados Unidos, hacemos es conformarnos con empujar hacia adelante para no retornar al antiguo modelo.” (6) El “Nuevo Oriente Medio”, conforme con los intereses de Exxon y Chevron, pasa pues por el sufrimiento de los pueblos agredidos.

Durante ese mismo mes de junio del 2006, el teniente coronel Ralph Peters, jubilado de la Academia Nacional de Guerra, desvela los pensamientos secretos de Rice y Bush: publica en el Armed Forces Journal (7) un mapa futurista de Oriente Medio diseñado según los sueños de Washington: Turquía aparece amputada a favor de un “Gran Kurdistán”; Iraq pierde a sus kurdos y aparece dividido en un Estado chií y un estado suní; Siria queda reducida a poca cosa; Pakistán pierde el Baluchistán (y, por consiguiente, pierde Gwadar, su puerto estratégico), Arabia Saudí queda partida mientras crece Jordania. Dividir para reinar más fácilmente…

Un mapa de misma índole fue publicado por el New York Times en septiembre del 2013.(8) ¿Para preparar las mentes?

A sabiendas de todo lo que antecede, entendemos por qué la presente explosión en Iraq, en Libia y en Siria (¿y, pronto, en otros países?) no es de ninguna manera una sorpresa.

Es pues totalmente posible entender Oriente Medio. Basta con apagar la tele y leer documentos serios. Por ejemplo, los documentos verdaderamente importantes de los estrategas norteamericanos (que dicen exactamente lo contrario de lo que nos cuenta la tele). O bien lo que escribe Mohamed Hassan cuando nos explica la verdadera historia de la región y todas las maniobras que se traman entre bastidores.

Apagar la tele y volver a enchufar el cerebro

Al leer este libro apasionante seguramente te preguntarás, amigo lector ¿por qué todo esto no aparece nunca en los medios? ¿por qué, según esos mismos medios, todo siempre parece “demasiado enrevesado”?

Efectivamente, y aunque unos pocos periodistas consiguen a duras penas hacer circular algunas noticias u opiniones (a menudo a horas muy tardías de la noche), tenemos que constatar que los telediarios expresan las opiniones de sus respectivos gobiernos sin la menor oposición. Y, también, que casi la totalidad de las emisiones con la calificación de “debate” se limitan a presentar las únicas opiniones compatibles con los intereses imperantes.

Esos debates ¿presentan tal y como petenden una pluralidad de opiniones tal como pretenden? Sí y no. En esos debates se pueden oír varios pareceres sobre la mejor manera, para Estados Unidos y Europa, de conseguir sus metas en política internacional. Entonces, puede debatirse sobre el “¿cómo? ”. Pero nunca sobre el “¿por qué?”. Queda prohibido discutir la cuestión esencial: los Estados Unidos y sus aliados ¿tienen o no, moralmente, el derecho de imponer sus opiniones y sus intereses a la totalidad de los países del Sur que tanto padecen su política? ¿Tienen el derecho de hacer la guerra con nuestro dinero para servir a las multinacionales? Un tema tabú.

Por haber intentado hacerlo a pesar de todo y sin rodeos en ocasión de tres debates televisivos en Bélgica, en el otoño del 2011, me hallé muy rápidamente arrinconado y sin que se me dijera el por qué, al igual que otros tantos periodistas que no entraban en “el molde”. El pluralismo tiene sus límites ¡no fastidien!

Nada tiene que ver con el “complotismo”

Yihad made in USA también aporta una explicación completa, matizada y accesible, de los acontecimientos que ellos nos encubren o que son, dicen, “demasiado enrevesados”. Grégoire Lalieu rechaza tanto la teoría del “gran complot” según la cual Washington lo planifica y manipula todo, como la teoría ultra-ingenua según la cual Estados Unidos estaría defendiendo unos valores morales y nos diría toda la verdad. Por eso querido lector, Yihad made in USA te ayuda a liberar tus neuronas frente a las propagandas simplistas.

Yihad made in USA no tiene nada que ver con una “teoría del complot”. Sí, los estrategas estadounidenses elaboran planes al servicio de la élite, al servicio del 1%, y no se habla de ellos en la tele. No, esos planes no son totalmente secretos; existe sobre ellos una documentación especializada que podemos consultar si nos lo proponemos con tesón y aplicación. Sí, los estrategas estadounidenses manipulan a los pueblos. Pero no, no siempre lo consiguen; sus planes pueden ser combatidos por la resistencia de los pueblos y por la intervención de los ciudadanos en el debate.

Entonces, cuando los voceros de Estados Unidos o de Israel, cuando un Henri Guaino (consejero de Sarkozy), o una Caroline Fourest, o un Bernard Henri Lévy nos llaman “complotistas”, en realidad ocultan que les falta valor para debatir sobre el fondo del asunto porque saben que no tienen argumentos y que los hechos desmienten sus aserciones. Que algunos que pretenden ser de izquierdas vengan repitiendo esas estupideces de derechas es harina de otro costal, un problema que más bien tiene que ver con el psicoanálisis. O con el soborno de las conciencias.

El “islamismo”, un fantasma muy eficaz

Yihad made in USA tiene un título bastante provocador, es cierto. Pero al reunir esos dos términos aparentemente contradictorios, este título nos anima precisamente a reflexionar más allá de las apariencias y los clichés simplistas. ¿Quién se aprovecha de la manipulación de ese “islamismo”? En cualquier caso, tenemos que constatar que los resultados son notables en el Oriente Medio, pero también en Europa. En Oriente Medio, con la partición sistemáticamente organizada, Estados Unidos ha conseguido dar al traste los intentos de las naciones árabes de unirse para ser más independientes, para negociar mejor el precio del barril de petróleo, para liberarse del monarca-dólar, para invertir los beneficios del petróleo conforme sus intereses, para resistir a Israel. Pero, hoy día, no hay nada de todo eso, ni siquiera la sombra de recuerdo, en Oriente Medio; impera la ley de todos contra todos; los pueblos pagan y los emires descorchan el champán. Muy eficaz, el “islamismo”.

Pero el islamismo tiene efectos perversos también en Europa. Debido a una escenografía de tal tamaño, hoy en nuestras naciones europeas el islamismo equivale a barbarie. A pesar de algunas protestas hipócritas el mal se ha hecho; los musulmanes son señalados con el dedo y más que nunca diabolizados. Se sospecha de pactos con el fanatismo y el terrorismo y se les intimida para que se distancien de Daesh. Por ejemplo, mostrando un cartel que diga “Not in my name” (No en mi nombre)

¡Increíble! ¿Por qué pedírselo sólo a los musulmanes? ¿Se le pidió a los cristianos que se desolidarizaran de George Bush cuando masacraba en Iraq? ¿No le incumbe a todo hombre y a toda mujer, sea cual sea su religión o sus convicciones, denunciar unidos esa política bárbara ya venga de Estados Unidos, ya venga del Daesh, de Arabia Saudí o de Israel?

Segundo efecto perverso: en el momento en el que los costosos fracasos de las intervenciones militares de Occidente en Afganistán, Libia y Siria hacían que la opinión europea estuviera cada día más reticente frente a nuevas aventuras guerreras, la escenografía del islamismo ha cambiado el paisaje. Una escenografía hipócrita y racista, ya que cuando el Daesh y las otras milicias perpetraban sus atrocidades masivamente contra la población siria, Occidente hacía la vista gorda. Pero el asesinato de unos cuantos occidentales provoca en el acto una movilización planetaria y costosa para nuestros presupuestos.

Cuando un país como Bélgica o Francia compra un bombardero, podría, con ese mismo presupuesto, crear escuelas para 1.300 niños y niñas. Todos tenemos que apretarnos el cinturón, salvo la industria del armamento, a la que nos piden financiar con generosidad. ¿Vamos a consentir que Estados Unidos nos arrastre a una guerra inacabable que finalmente nos enfrentará con Rusia y China?

¿Vamos a aceptar que Europa obedezca servilmente a ese delirio guerrero? O bien ¿vamos a reaccionar y abrir un debate ciudadano: “¿qué mundo queremos para nuestros hijos?” El libro de Grégoire Lalieu es una ayuda valiosa para emprender ese debate : calibra muy bien el tema de la desinformación; demuestra cómo se las ingenian para que el razonamiento quede sumergido por la emoción y anodadado por la fabricación del miedo.

La fabricación del miedo

La amenaza islamista primero fue ocultada y luego, de repente, inflada. Pero ha sido cuidadosamente aislada de su contexto y de la implicación de Estados Unidos en el mismo. Y la cosa funciona: la opinión podría de nuevo desembocar en el consentimiento resignado o indignado: “Bien, tenemos que hacer algo contra esos peligrosos fanáticos”.

No es ninguna casualidad si los medios vienen poniendo en primer plano con tanta constancia y aplicación a “los islamistas” como único elemento explicativo. Como escribe el sociólogo Saïd Bouamama: “La fabricación del miedo funciona a pleno rendimiento con sus dos consecuencias lógicas: primero, el público renuncia a una explicación racional en provecho de reacciones emocionales y, segundo, aparece una demanda de seguridad aunque sea a cambio de un atentado contra las libertades fundamentales. Más allá de los blancos actuales, la lógica seguritaria es la que impera más hondamente en nuestra sociedad. Las apuestas del petróleo, del gas y los desafíos geoestratégicos desparecen totalmente del debate y sólo dan cabida a la urgencia de un consenso ‘anti bárbaros’.”

¡Qué cómodo! desde luego: gracias a los medios ya no hay en Oriente Medio un conflicto entre clases sociales a propósito de las injusticias entre ricos y pobres, ya no hay colonialismo israelí violando el derecho internacional, ya no hay injerencia imperial norteamericana permanente con toda clase de puñaladas traperas…No, ya sólo hay una guerra entre varias religiones con buenos y malos. Y los buenos siempre somos “nosotros”, claro.

Y nos pueden venir con ese cuento en otros muchos lugares. Lo maravilloso del pretexto terrorista es que Estados Unidos puede utilizarlo absolutamente en todas partes: desde Iraq hasta Nigeria, desde el Cáucaso hasta el Congo, desde Ucrania hasta Malí; se pueden encontrar terroristas donde se necesiten, esto es, jamás muy lejos del petróleo y del gas o de otras riquezas estratégicas. Incluso Estados Unidos se las puede apañar para que sus amigos se los traigan. ¡Qué práctico!

Gracias, Grégoire

En 2009, el entonces muy joven Grégoire Lalieu ingresaba en Investig’Action para unas prácticas de periodismo en el marco de sus estudios. Y ya nunca se marchó. Lo contraté como redactor de nuestra página web en internet, cargo que asume con mucho talento. En 2011 redactamos juntos el libro La Estrategia del Caos, una serie de entrevistas con Mohamed Hassan para explicar las maniobras de Estados Unidos y de Europa en el mundo arabo-musulmán. Tres años después, Grégoire escribe ya solo este nuevo libro: Yihad made in USA, con el que consigue explicar con claridad lo que se empeñan en presentarnos como incomprensible: Siria, Egipto, el islamismo y todo el tablero de Oriente Medio. Gracias, Grégoire. Estoy muy orgulloso de este brillante relevo. Después de todo, cuando fue fundado Investig’Action, hace exactamente diez años, mi deseo era formar un equipo capaz de localizar los embustes de los medios y de combatirlos con una información independiente y valiosa. Nuestra tarea es amplia y no resulta fácil –sobre todo porque carecemos de recursos financieros– pero ya hemos conseguido algunos resultados y hemos sensibilizado a gran número de personas. Nuestro objetivo es aún más ambicioso para los años venideros: Investig’Action quiere ayudar de varias maneras (sitios, artículos, libros, películas, canal vídeo, formaciones), ayudar a crear un auténtico movimiento ciudadano en favor de la información, para que cada ciudadano pueda defenderse y ser actor en este combate en pro de la verdad. Mi esperanza es que otros jóvenes imiten el ejemplo de Grégoire.

En adelante, lector, vas a poder comprobar que su libro es una valiosa contribución para suministrar armas para ese combate.

¡Que disfrutes con tu lectura, amigo lector!

Fuente: http://www.investigaction.net/es/lo-de-siria-es-sencillisimo-o-bien-demasiado-complicado-prefacio-de-yihad-made-in-usa/

Notas:

1. Michel Collon, ¿Cuál será mañana la política internacional de Estados Unidos? , Investig’Action, septiembre 2008

2.Michel Collon, Libia, Otan y mentiras mediaticas, Ediciones Investig’Action, 2011.

3. www.humanite.fr/node/95432

4. www.youtube.com/watch?v=Dqn0bm4E9yw

5. Ver, por ejemplo el sitio Information Clearing House, “The Zionist Plan for the Middle East”.

6. Mahdi Darius Nazemroaya: El proyecto de un “Nuevo Oriente Medio”, Mondialisation.ca, diciembre del 2006

7. idem

8. Robin Wright, Imagining a Remapped Middle East, New York Times, 28 de septiembre del 2013

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