Notas sobre las "Tesis de abril"
Manuel Martínez Llaneza
El lanzamiento de las ‘Tesis de abril’, como se conoce popularmente el escrito de Lenin que publicó Pravda el 7 de abril de 1917 con el título ´Las tareas del proletariado en la presente revolución’, se considera uno de los momentos estelares de la humanidad en los que una decisión –asumida por el Partido y las masas- cambia el curso de la historia.
Lenin había escrito al estallar la Revolución de Febrero y antes de regresar a Rusia las
– ‘Cartas desde lejos’ [1]
y en el periodo inmediatamente posterior otros artículos que desarrollan y ayudan a entender las ideas contenidas en las tesis. De ellos, pueden leerse entre otros:
– La dualidad de poderes (9 de abril) [2]
– Las tareas del proletariado en nuestra revolución (Proyecto de plataforma del partido proletario) (escrito el 10 de abril, pero no se publicó entonces) [3]
– Discurso de apertura de la VII Conferencia del POSDR(b). (24 de abril) [4]
Es interesante ver cómo su método y categorías de análisis son los que utiliza Marx en La lucha de clases en Francia, así como el concepto de Estado-Comuna hace referencia a La guerra civil en Francia, también de Marx.
Las ‘Cartas desde lejos’
Las escribe Lenin desde su exilio en Suiza y caracteriza la verdadera situación política tras la revolución de febrero por:
“La monarquía zarista destruida, pero todavía no rematada.
El gobierno octubrista-democonstitucionalista burgués que quiere llevar la guerra imperialista “hasta el final”, agente en realidad de la firma financiera “Inglaterra y Francia”.
El Sóviet de diputados obreros, una organización obrera [reitera], el embrión del gobierno obrero [otra vez], representante de los intereses de todas las masas pobres de la población [por contraste], es decir, de las nueve décimas partes de la población, que lucha por la paz, el pan y la libertad.
La lucha de estas tres fuerzas determina la situación presente, que es el paso de la primera a la segunda etapa de la revolución.
La contradicción entre la primera fuerza y la segunda no es profunda, es una contradicción temporal, suscitada solamente por la coyuntura del momento, por un brusco viraje de los acontecimientos en la guerra imperialista…
Quien pretenda que los obreros deben apoyar al nuevo gobierno en nombre de la lucha contra la reacción del zarismo […], traiciona a los obreros, traiciona la causa del proletariado, la causa de la paz y de la libertad [explica las negociaciones en que están metidos patrocinados por Francia e Inglaterra]
…Porque la única garantía de la libertad y de la destrucción completa del zarismo es armar al proletariado, consolidar, extender, desarrollar el papel, la importancia y la fuerza del Sóviet de diputados obreros.”
Y responde a los del gobierno:
“Nuestra revolución es burguesa, y por eso los obreros deben apoyar a la burguesía”, como dijera ayer Plejánov.
“Nuestra revolución es burguesa”, decimos nosotros, los marxistas, “y por eso los obreros deben abrir los ojos al pueblo para que vea el engaño de los politicastros burgueses y enseñarle a no creer en las palabras, a confiar únicamente en sus propias fuerzas, en su propia organización, en su propia unión, en su propio armamento”.
Las tesis propiamente dichas son diez. Resaltaremos lo más importante desde el punto de vista del análisis político.
La guerra
1. Considera la guerra en curso como imperialista, de rapiña, por lo que es indefendible el ‘defensismo revolucionario’ que sólo tendría sentido tras el paso al poder del proletariado y campesinos pobres, renuncia de hecho a todas las anexiones y rompimiento con los intereses del capital.
Lenin no puede plantear simplemente ‘no a la guerra’ como una postura puramente moral. Su postura es que es imposible salir de la guerra imperialista y conseguir una paz democrática, no impuesta por la violencia, sin derribar el poder del capital.
La situación política en Rusia y sus consecuencias
2. La peculiaridad del momento en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía, a su segunda etapa que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado. Hay que adaptarse a las condiciones especiales de la labor del Partido entre amplias masas del proletariado que acaban de despertar a la vida política.
3. Ningún apoyo al gobierno provisional, que es de capitalistas. Desenmascararlo en vez de ‘exigirle’ que deje de ser imperialista.
4. Reconocer que el Partido está en reducida minoría en la mayor parte de los sóviets, dominados por oportunistas, pero explicar que los sóviets son la única forma posible de gobierno revolucionario. Propugnar la necesidad de que todo el Poder del Estado pase a los sóviets a fin de que las masas corrijan sus errores sobre la base de la experiencia.
El gobierno era de la burguesía, pero el sóviet era socialista. Muchos socialistas sostenían el ‘defensismo revolucionario’, y postergaban a la constituyente la resolución de las tensiones entre los dos poderes en escena. La justificación ‘marxista’ que daban era que, dado que el socialismo es la superación del capitalismo, debía realizarse primero la revolución burguesa y luego la socialista.
Lenin defendía que la revolución burguesa estaba realizada en cierta medida: “El Poder del Estado ha pasado en Rusia a manos de una nueva clase: la clase de la burguesía y de los terratenientes aburguesados. En esa medida, la revolución democrático-burguesa en Rusia está terminada” [3]
Pero sostenía que “en un Estado no pueden existir dos poderes”, y que, por tanto, “la dualidad de poderes no expresa más que un momento transitorio en el curso de la revolución” [4].
En ‘La dualidad de poderes’ [2], responde a su misma pregunta de si se debe derribar inmediatamente al Gobierno Provisional con “1) se le debe derribar, pues es un gobierno oligárquico …que no puede dar ni paz, ni pan, ni plena libertad, 2) no se le puede derribar inmediatamente… por el pacto con los Sóviets….; 3) ”, por lo que “Para convertirse en Poder, los obreros conscientes tienen que ganarse a la mayoría” y añade explícitamente: “No somos blanquistas, no somos partidarios de la toma del poder por una minoría”.
Pero señala asimismo [4] que el despertar de las masas ha arrastrado al movimiento un número inmenso de pequeñoburgueses que confían en los capitalistas, mientras que el proletariado es numéricamente débil, con insuficiente conciencia de clase y deficiente organización. Es necesaria la crítica y esclarecimiento de los errores de los primeros.
Las tareas
5. No a una república parlamentaria, sino a una República de los Sóviets. Supresión de la policía, el ejército y la burocracia. Funcionarios elegibles y amovibles con remuneración no superior al salario medio de los obreros.
6. Confiscación de las tierras de los terratenientes, nacionalización de todas las tierras del país de las que dispondrán los sóviets de diputados braceros y campesinos.
7. Fusión de todos los bancos en uno bajo el control de los Sóviets. (medida que se ha hecho en estados burgueses durante la guerra [4]).
8. No ‘implantación’ inmediata del socialismo, sino del control de la producción social y de la distribución de los productos por los sóviets.
El carácter del sistema a establecer está claramente definido. Volver a la república parlamentaria sería dar un paso atrás respecto a la República de los Sóviets, pero no se puede ‘implantar’ el socialismo sin resolver el problema agrario que, en estos momentos, requiere “trasladar el centro de gravedad a los Sóviets de diputados braceros”. Entre tanto, se avanza a un estado de fuerte control popular.
El carácter ‘no socialista’ de la revolución fue uno de los temas de debate político y teórico que enfrentó a Lenin con los defensores de la revolución socialista obrera ‘pura’, en muchos casos para justificar no hacer revolución ninguna.
En [2] define el nuevo poder de los sóviets como “un Poder del mismo tipo que la Comuna de París de 1871” que caracteriza por 1) La fuente del Poder no está en una ley previamente discutida y aprobada por el Parlamento, sino en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo; 2) sustitución de la policía y del ejército, como instituciones apartadas del pueblo y contrapuestas a él, por el armamento directo de todo el pueblo; 3) los funcionarios y la burocracia son sustituidos también por el poder directo del pueblo. “En eso, y sólo en eso, radica la esencia de la Comuna de Paría como tipo especial de Estado”.
El marxismo se distingue del anarquismo porque reconoce la necesidad de un Estado durante la transición al comunismo, y se distingue del ‘socialdemocratismo’ pequeño burgués porque el Estado que considera necesario no es como el Estado de la república parlamentaria, sino un Estado del tipo de la Comuna de París.
El Partido
9. Celebración inmediata de un Congreso del Partido; modificación del Programa en lo referente a la guerra imperialista y al programa mínimo, anticuado, reivindicación de un Estado-Comuna en vez de una república parlamentaria; cambio de denominación del Partido (comunista).
10. Renovación de la Internacional.
Lenin no tenía un ‘modelo’ inmutable de Partido, ni siquiera el suyo, pero sostiene que hay que constituir un partido comunista proletario, dado el carácter pequeñoburgués de la socialdemocracia, cuyo internacionalismo no es más que una fachada falsa, y a la que califica de enemigo de clase. “Sólo hay un internacionalismo efectivo, que consiste en entregarse por completo al desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio país…” [4]. Plantea la necesidad de la III Internacional; el nombre debe ser Partido Comunista por razones que se salen del alcance de estas notas.
¿Por qué lanzó esas tesis nada más llegar? Porque la situación no estaba clara ni siquiera en el Partido.
Las tesis fueron muy mal acogidas por la derecha y por los mencheviques (Plejánov calificó su discurso de “delirante”), pero también por sectores de los bolcheviques, que, apegados a la idea de la ‘escalera’ de revoluciones, no admitían la toma del poder por parte del proletariado (con o sin los campesinos, eso fue otro duro debate) hasta que no hubiera madurado la revolución burguesa o bien temían el aplastamiento por muchos años de la revolución y el Partido (Kámenev era el más destacado representante de esta postura).
Lo que pasó después, y cómo se confirmaron las descripciones y previsiones de Lenin, lo sabemos y seguiremos analizándolo durante este año del centenario.
Lenin era duro, pero no sectario; flexible en los métodos, pero inflexible en el objetivo de la toma del poder por la clase obrera.
Ser leninistas, en mi opinión, no es suscribir el concepto de Partido desarrollado en el ‘Qué hacer’, ni la evolución del Estado en el ‘Estado y la Revolución’, ni su filosofía de ‘Materialismo y Empiriocriticismo’, bueno es repetir su cita de que «El error principal de los que hoy polemizan con el QH consiste en que desligan por completo esta obra de una situación histórica determinada -largo tiempo atrás- de un período concreto del desarrollo de nuestro Partido».
Ser leninistas es estar convencidos de que, en la Rusia de 1917, hubiéramos compartido su análisis y defendido la toma del poder por los Sóviets, y hoy intentamos pensar y actuar como él para acabar con el capitalismo y la explotación. Tan lejos del dogmatismo como del oportunismo.