Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Karel Kosík: Biografía intelectual y moral

Gerard Marin

1ª Parte (1926-1963)

1. Infancia y despertar político (1926-1939)

Karel Kosík nace el 26 de junio de 1926 en Praga, por entonces capital de la joven República Checoslovaca, que había sido fundada menos de una década antes y se encontraba presidida por Tomaš Garrigue Masaryk. Praga: la ciudad de la ironía de Jaroslav Hašek y la angustia de Franz Kafka, muertos ambos poco antes del nacimiento de Kosík, pero también una ciudad capaz de unir y fusionar de forma original y creativa una comunidad de checos, judíos y alemanes; una ciudad “capaz de levantarte el ánimo con sólo pasear por ella, de alegrarte el día con sus esculturas, con sus calles que se convierten en plazoletas, en túneles, en largas escaleras que atraviesan barrios enteros; nunca son del todo rectas y con frecuencia te hacen aparecer en un sitio bastante lejano de aquél al que pretendías llegar.”1

Los padres de Kosík se divorcian pronto, y desde entonces el pequeño vive con su madre en el número 11 de Slezská ulice (calle Silesia). Sin embargo, gracias tanto a su trabajo, costurera, como a su atención no vive una infancia pobre ni precaria y sí, en cambio, tranquila, y puede crecer en un ambiente seguro y decente. A ella, Kosík le dedicará Reflexiones antediluvianas muchos años más tarde. Asiste a la escuela Rais, en la misma calle, y una profesora suya de gran amabilidad, Miličová, se convierte en una figura importante para él. Como su madre, Miličová atiende de tal forma al pequeño Kosík que en una entrevista con Jan Kaspar al final de su vida reflexionará: “Hacer tiempo y tener tiempo es diferente. Hacer tiempo es algo que te hace consciente de que la gracia te es dada. Maestra y madre no me dieron tiempo, siempre lo tuvieron. Esta atmósfera, esta certeza de que los adultos siempre tienen tiempo, es crucial para criar a un niño…”. (Adam, 2010:52). En esta época, Kosík ingresa en Sokol, una organización deportiva de orientación nacionalista y democrática para jóvenes que promueve la igualdad y valores solidarios entre sus miembros independientemente de su condición social, y nace en él la ambición de convertirse en futbolista del AC Sparta de Praga, que por entonces domina el fútbol nacional.

El niño crece. Desde 1937 asiste al liceo Estatal Real Praga XII, en Slovenská ulice (calle Eslovaca), cerca de su casa. A partir, por ejemplo, de lo que se enseña en el liceo, la política comienza a aparecer en su vida –“sabíamos que éramos republicanos y estábamos orgullosos de nuestro pasado, de Hus, de Havliček, de Masaryk”, dirá, de nuevo, más tarde Kosík (Adam, 2010:54)–, pero de forma más bien indirecta, hasta el punto que aparentemente vive sin ser del todo consciente de ello un episodio histórico de grandes consecuencias para su nación y que a posteriori no dejará de tratar, pues ganará una significación central para su ética y su filosofía: la “traición” de Múnich de 1938, es decir, los acuerdos aprobados y firmados en esta ciudad por los jefes de gobierno de Reino Unido, Francia, Italia y Alemania (sin ningún representante de Checoeslovaquia presente en la reunión ni habiéndose consultado en ningún caso al gobierno checoslovaco sobre la cuestión) la noche del 30 de septiembre de 1938. A partir de estos acuerdos, cesión para evitar una guerra por parte de las potencias occidentales a la presión ejercida por Alemania después de que en marzo se anexionara Austria, se reconocen las aspiraciones del Tercer Reich para anexarse los Sudetes, una cordillera que se extiende hasta la ciudad alemana de Dresde desde la Puerta Morava, entonces perteneciente a Checoslovaquia, donde se habían producido conflictos étnicos entre germanohablantes y checos durante años. Pese a contar con un ejército moderno y preparado, ante la falta de apoyo exterior Checoslovaquia decide no resistir y permite la ocupación militar alemana de los Sudetes, que se produce en octubre. Esto provoca que, mientras alemanes residentes en la región se convierten automáticamente en ciudadanos del Tercer Reich, la mayor parte de funcionarios y familias checas que trabajan y viven en el lugar sean expulsados. Edvard Beneš, que había sucedido a Masaryk como presidente de Checoslovaquia en 1935, renuncia a su cargo y se exilia del país. Y, más allá, como veremos, se genera en el pueblo checo un sentimiento general de desengaño que después de la II Guerra Mundial le alejará tanto de las potencias occidentales como de su propia tradición política republicana y le acercará, en cambio, a la Unión Soviética y al socialismo.

En la primavera de 1939, gracias a la posición de fuerza obtenida tras lo acordado en Múnich y a la pasividad general, Alemania invade el resto de Chequia, a la que declara protectorado suyo, y convierte Eslovaquia en un estado títere. Es en este contexto de emergencia nacional cuando con trece años Kosík vive, como un rayo caído en cielo sereno, un “despertar político en la revuelta”. Ocurre el 28 de octubre de ese año, cuando ya empezada la II Guerra Mundial participa fascinado, de la mano de su padre, en la primera manifestación anti-alemana realizada en Praga tras la ocupación nazi. En la procesión, entre banderas y gorras con los colores de Checoslovaquia, cánticos del himno nacional y gritos de libertad, se percata de que el ambiente protector, aparentemente idílico, en el que había crecido no es el único que existe en su país, presa de la brutalidad, y decide no apartar la mirada y enfrentarse de cara a esta nueva realidad, realidad que le repele, ofende el sentido moral en el que ha crecido, pero que a la vez le hace sentir “lo que es el deseo de libertad, lo que es el coraje humano.” (Adam, 2010:51).

Responder a este despertar con una revuelta en lugar de con humillación y colaboración, tal y como de hecho había ocurrido y ocurriría, pese a excepciones, en su país durante el conflicto bélico, se debe según Kosík a la relación con su madre y su maestra –no “héroes”, como quien arriesgando su vida resiste al fascismo, sino “desconocidos, anónimos, cotidianos y simples” que sin embargo “mantienen la decencia elemental sin la cual todo se desintegra” (Kaspar)– y a Sokol. Paradójicamente, ello le hace abandonar sus expectativas de ser futbolista y le empuja, primero, a un acercamiento a la poesía2 y, poco más tarde, a ingresar ya adolescente en el Partido Comunista Checo.

2. Años de adolescencia partisana en la resistencia antifascista (1943-1945)

A partir de septiembre de 1943, mientras es estudiante de secundaria, Kosík actúa como partisano contra la ocupación nazi dentro de la organización revolucionaria juvenil Předvoj (Vanguardia) y ejerce de redactor jefe de la revista comunista Boj mladých (La lucha de los jóvenes), colectivo y publicación ilegales. Como muchos de sus compañeros, que no sobrevivirían a la guerra, por sus actividades en la resistencia el 17 de noviembre de 1944, todavía adolescente, es arrestado por la Gestapo en Praga. Es llevado al Palacio Petschek –por entonces su cuartel general para el protectorado de Bohemia y Moravia–, donde es interrogado, juzgado por alta traición y enviado al centro penitenciario de Pankrac. Su paso por la prisión será breve, pues a finales de enero de 1945 es trasladado al campo de concentración de Theresiendstadt, donde, como otros prisioneros en el campo, se ve sumido a trabajos forzados en la fábrica subterránea Richard II, en la colina de Radobýl, a las afueras de la ciudad de Litomerice. En secreto y bajo tierra, para evitar ataques aéreos del ejército aliado, en Richard II se producen componentes para tanques Panther y Tiger y de electrónica para la marca alemana Osram. El ritmo febril y la atmosfera irrespirable cuestan la vida de miles de presos: sólo en Richard I, otra fábrica similar, mueren 6.000 personas.

En esta situación vive Kosík hasta mayo del mismo año y por si fuera poco, según sus palabras, “de puro milagro” no acaba con su vida el tifus, epidemia que se desencadena en el campo hacia el fin de la guerra.

Mientras tanto, en algún momento durante su reclusión, Kosík consigue establecer correspondencia con el exterior gracias a la complicidad de una empleada alemana de los ferrocarriles del Reich, Marianne Fabian, a la que, de nuevo, recordará con calidez más tarde en su vida, esta vez en un artículo, “El joven y la muerte”, presente en sus Reflexiones antediluvianas. “Hasta el día de hoy sigo viendo su pequeña figura con el uniforme oscuro de los ferroviarios y un largo abrigo de invierno”, dirá. “Un día […] yo saludé a la joven de uniforme. En situaciones similares volvimos a hablar varias veces, hasta que un buen día vino la ferroviaria y me ofreció encargarse de hacer llegar mis cartas a Praga. […] No fueron muchas cartas porque la guerra se acercaba a su fin; pero fueron, y la alemana Marianne Fabian asumía todo el riesgo de su amistoso gesto.” (Kosík, 2012:148).

Tras sus reflexiones sobre su niñez de más arriba, vemos de nuevo a Kosík, pues, rememorar una experiencia de su pasado, incluso con una atención al detalle que puede llegar sorprender. Este acto de memoria no es, “ya desaparecido [al cabo de medio siglo] el terror que iba ligado a la simple pronunciación del nombre de aquella institución” (Id.:147) donde estuvo encerrado, una señal de obsesión personal; sino, tal y como se seguirá viendo más abajo, la transformación consciente por parte de Kosík de ciertos actos y hechos de su vida, de su país y del mundo en una herramienta reflexiva, ética y filosófica, que mantiene su importancia en cada presente para su liberación.

En este sentido el “espíritu de Munich”, analizado en “Los círculos infernales”, otro artículo coetáneo, como “el repliegue y la capitulación ante el mal, a cuya agresividad se rinden en sacrificio el territorio, la soberanía, la libertad, el honor y la solidaridad con la injustificada esperanza de que el agresor se harte y se detenga” (Id.:125), no desaparece con el fin de la II Guerra Mundial para Kosík, quien puede hablar, en diferentes momentos, de un segundo y un tercer Munich. En general, de hecho, al final de su vida considera que tal espíritu “no se ha detenido después de noviembre de 1989, sino que más bien ha proseguido e incluso se ha profundizado. En efecto, es ya manifestación de una nueva falsificación y de una nueva mistificación el hecho de que la ideología actual del gobierno hable de años nefastos o perdidos. Decisivo es el periodo de cincuenta y cinco años, desde 1938 hasta hoy, que en tierras checas es una época de devastación moral y de vacuidad espiritual, interrumpida sólo temporalmente y durante lapsos muy breves por realizaciones y acciones destacadas en las que tomaban la palabra el espíritu y la moral, que luego serían una vez más excluidas de la escena por intérpretes sin alma, inmorales o débiles y titubeantes.”3.

Pero la validez del pasado en el presente para Kosík, sin embargo, va más allá de elementos o casos puntuales y aislados, y también sus intenciones al llevarlo a la mente superan su mera documentación o actualización, que relaciona con el “recuerdo”. En efecto, el repetido acto de memoria es una marca en coherencia con la constatación, por parte de Kosík, de que el “pasado es para el hombre algo […] que forma parte constitutivamente de su presente, como naturaleza humana que se crea y forma” (1967:166), es decir, que muestra y reproduce la “sustancia” histórica del hombre, o bien, el llevar a la mente “quién es en realidad como hombre” (2012:80)4.

Un hombre capaz de todas esas “realizaciones y acciones destacadas”, incluso en situaciones extremas, que Kosík rescata con sus actos de memoria, y que ayudan a “despertar al presente” (Id.:143) al desencadenarlo de lo dado y su apariencia natural, inmediata, pues recuerdan que “la vida no es algo obvio y que ante cualquier situación puede distinguirse entre el bien y el mal, que ante la opresión y la injusticia puede optarse siempre “por la resistencia o el colaboracionismo” (Id.:208). En el reconocimiento claro de esta disputa se abre el cuestionamiento crítico5, y, a través de un acto de autonomía que puede llevar al sacrificio, la posibilidad de salvar a la vez al individuo y a la comunidad, de abrir una perspectiva emancipatoria y lograr una existencia humana plena y libre: “En los casos excepcionales extremos el riesgo de la muerte es la única opción que permite que la patria no se deshaga y no se hunda […]. La muerte heroica es un juramento y convoca a jurar, funda una comunidad de hombres libres. De ella nace la comunidad.” (Id.:167-168). La otra alternativa es conocida: “Sin Múnich no habría habido Auschwitz”.

3. Formación y radicalismo juveniles (1945-1954)

Terminada la guerra en verano de 1945, después de recuperarse en el hospital de la fiebre tifoidea producto del encierro en Theresiendstadt, Kosík finaliza sus estudios de bachillerato, a mediados de septiembre. Entonces decide estudiar Filosofía, Historia y filosofía y Sociología en la Universidad Carlos de Praga, que había permanecido cerrada durante los seis años de conflicto y, acabada de reabrirse, muestra su difícil situación al verse obligada a ofrecer algunas de sus conferencias en una carpa de circo. En ella Kosík pasa dos años, hasta 1947.

Durante este período, entabla contacto con el filósofo Jan Patočka, que había sido alumno de Edmund Husserl y Martin Heidegger y tras la guerra enseña el pensamiento de ambos filósofos en la universidad. Más de una década después la figura de Jan Patočka, como filósofo y profesor pero también como personalidad con la que dialogar críticamente, llegaría a ser de gran importancia no sólo para Kosík sino para toda una generación de intelectuales checos nacidos en las décadas de los veinte y treinta, con quienes mantendría multitud de seminarios y charlas, en público y también en privado, cuando durante las décadas de 1950, 1960 (de 1951 a 1968) y 1970 (de 1972 hasta su muerte) viera prohibírsele la docencia (Robertson). A pesar de mantener siempre diferencias filosóficas y políticas, Patočka desarrollaría una verdadera estima personal por Kosík, su “amigo marxista”, del que más tarde dirá ser “el más importante representante de la filosofía checa de la época actual” (Löwy y Tarcus). Tal estima personal sería sinceramente correspondida.

Sin embargo, se hace evidente que, para estos primeros momentos de su relación, las mencionadas diferencias entre Patočka y este todavía jovencísimo Kosík debían ser infinitamente más profundas de lo que llegarían a ser años después, cuando podemos observar una progresiva influencia que analizaremos más adelante. En efecto, como otros de sus compañeros de generación que habían pasado por la experiencia de la resistencia anti-nazi, al final de la guerra Kosík acoge con gran entusiasmo el establecimiento de una nueva sociedad socialista en Checoslovaquia, y sus textos “como uno de sus más activos miembros” en el semanal cultural comunista Tvorba Creación), encabezada por un jefe del departamento de cultura y propaganda del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia, Gustav Bareš, demuestran una rápida y completa interiorización de los principios filosóficos y políticos del estalinismo6. Por eso, a estos jóvenes radicales se les llamará la generación de las “camisas azules” (parte del uniforme de los svazáci, el Komsomol checo) o la generación de la “juventud comunista” (mládí komunismu) (Kopeček, 2019:354). De hecho, las organizaciones juveniles comunistas pueden ser consideradas uno de los medios a través del cual el control del Partido penetró en la institución universitaria, causa de la eliminación de su independencia académica y, con ella, la transformación de los planes de estudio (que introducirían especialmente cursos de marxismo-leninismo y suprimirían el estudio de disciplinas como la psicología o la lógica matemática, consideradas no-marxistas), y la depuración de profesores como Patočka en la universidad (Neri, 2015:17).

En 1968, mirando atrás, Kosík considerará que, “a partir de 1948”, la “situación mundial y normal de las ideas fue abolida brutalmente”, y lamentará que eso comportara a su país rebajarse “al último nivel del pensamiento y a la altura de una provincia”: “la filosofía, como la cultura, representa un área en la que no se pueden resolver las cosas por la fuerza o mediante la mentira. La máxima de la filosofía prescribe la evolución a través del diálogo, el enfrentamiento con las ideas o –si esto puede parecer idealista– el choque del pensamiento con la realidad.” De hecho, con la prohibición de las corrientes consideradas no marxistas y la instauración de un monopolio absoluto en materia de opiniones, para este Kosík, se dictó “la orden de sentencia” de la propia “filosofía marxista” (Liehm, 1968:242).

Así, mucho más que Patočka, es posible pues conjeturar que en la universidad fuera otro miembro del Comité Central del PCCh, Arnošt Kolman, matemático y filósofo, quien representó la principal influencia para Kosík7. Considerado “el único profesor verdaderamente bolchevique de la Universidad de Carlos tras 1945” (Kopeček, 2019:354), Kolman, que había nacido en Praga pero sólo había vuelto recientemente al país tras décadas enseñando en la Unión Soviética, empieza a dar cursos y seminarios sobre marxismo inmediatamente después de la reapertura de la universidad, y se erige como maestro de los jóvenes radicales. Algunos de sus planteamientos son una defensa de la unidad entre ciencia y política o una refutación de la filosofía de T. G. Masaryk (Hruby, 1980:187). Además, en este último sentido Kosík sería influido por textos históricos y periodísticos de los años 1920 y 1930 como los del comunista Jan Šverma –que también había participado en la resistencia anti-nazi hasta su muerte mientras lideraba una insurrección, y era considerado un héroe nacional–, entre otros, que durante el período de entreguerras habían cuestionado las raíces ideológicas de la República Checoslovaca y el proyecto nacional y político de Masaryk.

Siguiendo estas perspectivas, con la vista puesta en el centenario de la revolución checa de 1848 Kosík comienza a interesarse, investigar y escribir sobre la que llegará a ser una de las cuestiones cardinales de su reflexión, que irá reformulando con los años pero que ya no abandonará nunca: la cuestión nacional checa. Por ahora, en artículos como “Třídní boje v české revoluci 1848” (Luchas de clases en la revolución checa de 1848), de 1948, Kosík condena el proyecto político nacional de František Palacky y Karel Havliček, entendidos éstos como ideólogos de la burguesía y creadores de una alianza con la nobleza y la monarquía, y en cambio realza la importancia de demócratas radicales e internacionalistas como Josef Václav Frič, Karel Sabina o Emanuel Arnold, a quien admira enormemente (Adam, 2010:62). Esta facción del movimiento nacional, menos influyente en el caso checo que sus correspondientes en los casos polaco o ruso, representa para Kosík la predecesora directa del movimiento socialista de los trabajadores soviéticos, vanguardia cuyos miembros tuvieron la desventaja de vivir demasiado temprano. En un sentido parecido, Kosík empieza una agria polémica con la figura de Masaryk y el movimiento conocido como masarykismo que mantendrá hasta tan tarde como 1953 y 1954, años en que participará en una campaña anti-Masaryk organizada por el Partido con un texto en Filosofický časopis como “O sociálních kořenech a filosofické podstatě masarykismu” (Sobre las raíces sociales y la naturaleza filosófica del masarykismo). E, incluso, en 1958 todavía percibirá el masarykismo como una “ideología liberal, pseudo-democrática”, y como “el climax del pensamiento burgués en el siglo XIX” (Barnard, 1991:151).

Pese a que, en contraposición a otras figuras de la tradición nacional, ciertos aspectos en Masaryk –como, por ejemplo, la defensa del derecho universal de voto– pudieron ser considerados progresistas por otro joven marxista, Milan Machovec, para Kosík, cargado por las experiencias que hemos visto, todo se reducía a una “postura parasitaria-oportunista” de quien temporalmente “fluye” con el movimiento para “salvar el capitalismo”, y cualquier evaluación positiva de las visiones políticas, el rol histórico o la postura filosófica del primer presidente de su nación significarían formas inaceptables de “conciliación teórica” y una “renuncia al partidismo proletario”. Kosík critica el concepto de Masaryk de “humanidad”, que sustituye por el de lucha de clases y revolución; reniega de la noción tradicional de “renacimiento” o “despertar” nacional, en beneficio de la categoría de “lucha por la liberación nacional” (Trencsényi y otros, 2018:348-9); y rechaza la visión de Checoslovaquia como un “puente entre el Oeste y el Este”. Además, Kosík considera que, durante la década de los treinta, el masarykismo había enmascarado “el proceso de fascistización de la burguesía checa” y que posteriormente devendría el arsenal de la ideología contra-revolucionaria del “socialismo democrático” (Hruby, 1980:187).

La radical separación de Kosík y su generación, una vez terminada la guerra, respecto de una tradición política nacional que un día habían hecho suya no es sin embargo, como se ha avanzado más arriba, una realidad aislada: en toda Checoslovaquia se vive durante estos tiempos un sentimiento de rechazo parecido. Al respecto, Jean-Paul Sartre llegaría a afirmar que, “en el 45, nadie quería restaurar la primera República.” Se había “derrumbado antes de la ocupación: en Múnich.” Como para los jóvenes radicales, para gran parte de la ciudadanía “los principales culpables de la capitulación no eran solamente sus Aliados, sino, en primer lugar, la propia burguesía nacional. El humanismo de Benès sólo había sido una máscara de escayola pulverizada. Detrás ni tan siquiera había un despiadado rostro humano; sólo un simple mecanismo. Una prueba: ¿por qué el pueblo no se había levantado unido, en el 38, contra el diktat alemán? ¿Hubiera resultado inútil? ¿Hubiera quedado ahogada en sangre la insurrección? Quizá. Pero quizá también la sublevación hubiese obligado a los Aliados a revisar su política. De todas formas, la resistencia vale más que la pasividad. […] Cuando, después de la liberación, tomaron el poder los resistentes, se juraron que no volverían a aquella sociedad de la impotencia […]; esta unidad nacional que no había podido hacerse cuando las circunstancias lo exigían, se obtendría en caliente confiando el destino de todos en manos de todos” en el socialismo venido de la URSS (Liehm, 1972:10-11)8. No en vano, en las elecciones parlamentarias de 1946 en Checoslovaquia, los Partidos Comunistas de Checoslovaquia y Eslovaquia arrollan con un 38% (31,2% y 6,9% respectivamente) de los votos totales, los mejores resultados para un partido checoslovaco hasta el momento.

No sólo filosófica y políticamente, también físicamente se acerca a la URSS Kosík: en 1947, de nuevo en un acto generacional típico (Mervart, 2019:103), se marcha a estudiar a la Unión Soviética. Entre este año y 1949 continúa su formación filosófica en la Universidad de Leningrado, primero, y la Universidad Lomonosov de Moscú, después. Pese a que Kosík, pues, se encuentra a centenares de kilómetros cuando en febrero de 1948 el Partido Comunista Checoslovaco realiza un golpe de estado y meses después Klement Gottwald, hasta entonces Primer Ministro, toma el poder como Presidente, se mantiene estrechamente ligado y en comunión con la dirección general de los acontecimientos, comienzo de lo que se ha llamado segunda realización socialista tras la de 1917.

En una situación parecida a la de 1917, los comunistas toman el poder del país no sólo “sin necesidad de recurrir a la coacción exterior” (Hajek, 1979:30), sino también “sin derramar una gota de sangre ni necesidad de usar la violencia, sino aclamados aproximadamente por la mitad de la población.” (Id.:17-18). “Febrero de 1948 fue nuestra revolución”, escribiría en esta línea Antonin J. Liehm casi veinte años después, “nuestro octubre de 1917. Vivimos aquellos días de la misma manera que habíamos vivido los de mayo de 1945, sin sueño, gravemente, con todo nuestro corazón. A mitad de camino entre veinte y treinta años, cada uno supo responsabilizarse de su sector. Durante aquellos días maduramos.” (Liehm, 1972:48).

El país se une pues a las filas de otras democracias populares en la órbita soviética, como Polonia, Rumania, Bulgaria y Hungría; tras las primeras desilusiones de los años veinte y treinta en la URSS la filosofía de la revolución parece volver a tomar forma en la realidad, y Kosík lo celebra.

Cuando vuelve a Praga, el joven ejerce como aprendiz-oficial en la secretaría regional del Partido Comunista, y empieza a trabajar como profesor (Lektor) de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Carlos, donde realiza ejercicios sobre cuestiones como la ciencia soviética y la terminología profesional rusa. Poco después, concluye sus estudios en esta misma universidad, donde realiza sus exámenes en filosofía (velké rigorosum) y sociología como disciplina secundaria (malé rigorosum), y a finales de junio de 1950 se gradúa como “doctor en filosofía” tras presentar una tesis titulada “Algunas cuestiones sobre la democracia popular como una forma particular de la dictadura del proletariado” (Nekteré otázky lidové demokracie jako zvláštní formy diktatury proletariátu) ante Ludvík Svoboda y Ladislav Rieger (bisnieto de František Palacký), autores de las primeras contribuciones a la filosofía marxista-leninista en Checoslovaquia. Su promotor es Bohumil Ryba.

Otros tipos de formación espiritual complementan, en paralelo, la universitaria. Un poco antes de graduarse, en 1948, Kosík había hecho un largo viaje de vacaciones que, partiendo de Moscú, le había llevado a Stalingrado, Astrakhan, a través de las estepas de Kalmyk, Vladikavkaz, Tbilisi, Sujumi y Odesa, para volver de nuevo al punto de partida. Por otro lado, se dice que el filósofo Ludvík Svoboda, ante quien Kosík presentaría su tesis, le enseña, además de conocimientos científicos, algunas “habilidades extraprofesionales” necesarias para la vida, como el tabaco y el alcohol. Durante esta época, en la universidad, Kosík también conoce a quien será su primera mujer y gran amor, Růzena Grebeníčková, historiadora y teórica de la literatura, futura ganadora del importante Premio Herder, con la que tendrá tres hijos: Antonín, Irena y Štepán. Finalmente, entre octubre de 1950 y octubre de 1952, Kosík realiza el servicio militar. Hasta qué punto, aparentemente, vive con orgullo y fervor patriótico este deber puede verse en la carta que envía a la periodista Jiřina Dumasová, donde describe la “camaradería” y el “extraño encanto” de los duros ejercicios militares en el bosque, a la luz de la luna9 (Adam, 2010:59-60).

Si bien esto pronto cambiará, su compromiso con el régimen establecido es tal que, según podemos leer, mientras se encuentra haciendo la mili este joven aprueba y aplaude, incluso, las purgas producidas en el partido bajo el mando de Gottwald durante los primeros años de la década de los cincuenta. En estas, se cesa inicialmente a los dirigentes políticos no comunistas y, posteriormente, se juzga y ejecuta por “alta traición” y “llevar a cabo acciones conspirativas contra el Estado” al secretario general del Partido Comunista Checoslovaco Rudolf Slánský, entre otros miembros de la burocracia del partido (ministros, viceministros y otros altos cargos) procesados –la gran mayoría judíos, como el mismo Slánský. Purgas que tiempo después se probarán una farsa y supondrán un punto de inflexión hacia la crisis de 1968. Así, entre otros, en 1951 Kosík publica el siguiente texto, cuyo tono y vocabulario son por lo demás inequívocos de su postura en ese momento: “¡Tal es la lógica de la historia! Quien no sirve fielmente al pueblo, se convierte en un lacayo de traficantes de esclavos. Tal es el destino de los arrendamientos burgueses, tal es el destino de los traidores de la clase trabajadora –de Slánský, Šling y cía. También para estos monstruos valen las palabras que Stalin dedicó a la banda de espías Trotskysta-Bukharinista… Solo bandidos cosmopolitistas del tipo de Slánský, Svermova, Šling y cía., que la gente se sacó de encima, podrían atreverse a cuestionar nuestra alianza con la Unión Soviética. Estamos liderados por el más grande alumno de Stalin y el mayor hombre de nuestra nación, el querido camarada Gottwald.” (Hruby, 1980:189).

4. Primeras contradicciones. Hacia 1956 (1955)

Una vez terminados sus estudios, a finales de 1952 Kosík es empleado como investigador científico en el Gabinete de Filosofía (más tarde Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de Checoslovaquia), donde desarrollará diversas funciones durante un lustro. Este trabajo le permite dedicarse por completo a los diferentes temas de su interés. Un año más tarde, en 1953, sus investigaciones sobre los demócratas radicales de 1848 dan como fruto un artículo, “Visiones políticas de Emanuel Arnold” (Politické názory Emanuela Arnolda) en Cuadernos filosóficos y, especialmente, su primera publicación en forma de libro, Demócratas radicales checos (Čeští radikální demokraté), colección de textos de los revolucionarios mencionados más arriba y otros, como Karel Sladkovský, editada por él, con el mismo objetivo de poner en valor sus figuras y proyectos, temática que, como veremos, proseguirá estudiando. Además, edita una obra sobre J. V. Frič (J. V. Frič básník a revolucionář) cuyo prefacio escribe Růžena Grebeníčková.

Algunos autores han considerado este año, el de la muerte de Stalin, como el punto de partida de las desilusiones de la generación de jóvenes radicales respecto del régimen, que como veremos llevaría más tarde a varios de ellos, con Kosík al frente, a una confrontación con el partido tras el XX Congreso del PCUS en 1956. En efecto, empiezan en este momento a emerger distintos movimientos en la cultura checoslovaca que desplazan su foco crítico de la burguesía del pasado y su cultura al estado presente, y que reivindican una mayor independencia respecto de las restricciones culturales del Partido así como una revaluación del realismo socialista. Dentro del Partido mismo, empiezan a organizarse diferentes grupos en lo que se refiere a su perspectiva de la política cultural: una parte de éstos trata de enlentecer y corregir cualquier conato de disidencia cultural-ideológica pero, por otro lado, de las antiguas vanguardias comunistas de entre-guerras, junto a diferentes escritores que se reúnen en torno al recientemente fundado Literární noviny (“Periódico literario”)10, nace una corriente en sintonía con esta nueva realidad emergente. Sin embargo, tal y como hemos visto hasta ahora, en estos momentos todavía podemos considerar problemático situar en Kosík una transformación filosófica y política que le separara drásticamente de su estalinismo juvenil y del proyecto hegemónico en el Partido y el Estado. Puede contribuir además a defender esta tesis el hecho de que en noviembre, en el castillo barroco de Liblice, un pequeño pueblo situado unas decenas de kilómetros al norte de Praga, que acaba de convertirse en sala de conferencias de la Academia de Ciencias de Checoslovaquia, Kosík pronuncia una conferencia sobre algunas cuestiones sobre la lucha por la liberación nacional de los pueblos checo y eslovaco en que toma como referencia el trabajo de J. V. Stalin.

Dicho esto, pese a que es muy difícil capturar los momentos específicos en que ocurre, sí que podemos encontrar, poco después, indicios de que comienzan a producirse cambios importantes en Kosík. Por ejemplo, en una conferencia de 1955 organizada por la Academia de las Ciencias en que Kosík rompe con su visión anterior, en concordancia con la ortodoxia hegemónica en el Partido, y reivindica el papel de la filosofía como una instancia autónoma respecto de la ideología partidista (Cesana y Preve, 2012:145), algo que podemos considerar, de fondo, como un intento de liberarla de su función apologética de las relaciones de poder hegemónicas y de posibilitar un acercamiento crítico al presente establecido.

¿Por qué estos cambios, en cualquier caso? Para empezar, mientras se encuentra concentrado en sus estudios Kosík comienza a darse cuenta de que el cuerpo de pensamiento marxista, tal y como él lo conoce, no puede medir y dar razón adecuadamente de personalidades como las de Frič, Arnold y Sabina. Se le descubre a sus ojos una realidad filosófica más complicada de lo previsto, y percibe sus limitaciones conceptuales, pero también las de la filosofía imperante, que se ve obligado a reconsiderar y reconsiderará, cada vez con mayor vigor, en los años siguientes, y que acompañará con una crítica progresivamente más radical al estado de cosas de su nación. Así, el 5 de abril de 1955 escribe un informe administrativo al Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias sobre la implementación de su plan de trabajo para el primer trimestre de este año en que explica su “fracaso” a la hora de cumplir con los plazos, causado por el crecimiento inesperado del volumen de sus escritos, el descubrimiento de nuevos materiales a procesar y su incapacidad para centrarse y acabar con la “fragmentación significativa” existente en el trabajo. Y, en el informe para el cuarto trimestre, da cuenta de un nuevo “retraso” debido al replanteamiento de “puntos de vista incorrectos” (Adam, 2010:63). Las siguientes líneas metodológicas de un texto de Kosík de 1961 sobre los “enigmas” de la figura de Jan Neruda, poeta checo coetáneo de los demócratas radicales, que también trata de Havlicek y Palacký, pueden ser interpretadas como la maduración y resolución de estas dudas en una nueva perspectiva de la tradición política de su país, de la que hablaremos más tarde: “Las épocas revolucionarias […] no gustan del ambiente de los museos. Revalúan todo aquello que ha sido evaluado, prueban todo aquello ya probado, desacralizan lo consagrado, rompen con el orden establecido, revelan lo nuevo, desconocido, o medio olvidado, y plantean ante la ciencia “enigmas” –digamos el “enigma” de Palacký y el “enigma” de Havlicek. La esencia de estos “enigmas” era la inadecuación y el conflicto entre la concepción general y ciertos hechos –revelados o presentados como problemáticos– que no se correspondían a tal concepción.11.

Igualmente, es probable que tenga mucho que ver con este cambio la entrada, este mismo año, en el Consejo de Redacción del mencionado Literární noviny, donde escribirá numerosos textos polémicos durante los años siguientes y se convertirá, casi inmediatamente, en una de sus mayores figuras públicas, junto con el filósofo Ivan Sviták.

La actividad de Kosík como intelectual durante 1955 no termina aquí, pues en este año también pasa a formar parte del Consejo de Redacción de Filosofický časopis (Revista Filosófica) y de SNPL, así como del Consejo Científico del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de Checoslovaquia. Y, en cierto momento, viaja a Alemania para dar conferencias en Berlín, Leipzig, Dresde y Jena. Los temas, “Algunas cuestiones sobre el pensamiento filosófico y político checo” (Některé otázky českého filosofického a společensko–politického myšlení) y “La democracia revolucionaria europea del siglo XIX y su importancia” (Evropská revoluční demokracie 19. století a její význam).

5. 1956, primer estallido de una crisis de larga duración

Los movimientos de renovación cultural y política existentes hasta entonces en Checoslovaquia toman al fin expresión detonante en 1956. El XX Congreso del PCUS, celebrado en febrero, el primero tras la muerte de Stalin y en cuya sesión de clausura el nuevo secretario general Nikita Khruschev pronuncia el “discurso secreto” que denuncia el culto a la personalidad hacia Stalin y la represión ejercida bajo su mando y anuncia el advenimiento de una nueva época en la URSS, es crítico y precipita los acontecimientos. En lo que puede considerarse una “revuelta”, dos meses después, en el II Congreso de escritores Checoslovacos, celebrado nada menos que en el parlamento, “escritor tras escritor” –entre otros František Hrubín, Dominik Tatarka y Jaroslav Seifert– se levanta “para condenar las malas prácticas y humillaciones de la era estalinista; para confesar cómo habían tenido que distorsionar la realidad para poder ver publicadas sus obras”, y para demandar libertad creativa y “justicia para los colegas que habían sido conducidos al aislamiento y encerrados en prisión”. No es el único país donde ocurre algo así. Al contrario, la revuelta checa es muy tímida en comparación a las protestas masivas que se producen en Polonia, en junio y octubre, y en Hungría, entre octubre y noviembre.

Las consecuencias no se hacen esperar: los líderes del PCCh niegan las acusaciones e inician una contraofensiva contra las influencias “perniciosas” entre los escritores, y en junio el secretario general y futuro presidente Antonín Novotný condena su “liberalismo sin principios” y sus ataques contra el “sistema democrático popular” (Taborsky, 1961:576-577). La maquinaria cultural del Partido, así mismo, encarnada en medios como el periódico Rudé právo (“El derecho rojo”), denunciará durante los siguientes meses que el término “desestalinización” aviva las “fuerzas de la reacción” (Magnet, 2015:171).

En este ambiente, el 17 de noviembre Kosík publica en Literární noviny “Hegel y nuestro tiempo” (Hegel a naše doba). Considerado el texto con el que se da a conocer ampliamente, despierta agudas objeciones y suscita una intensa discusión, tanto dentro de las páginas de Literární noviny como fuera. Pese a que lo único que se suele destacar de él en los someros apuntes biográficos existentes sobre Kosík es que se refiere a Hegel en el contexto de un debate sobre filosofía marxista, lo cierto es que se trata de un texto de intervención filosófica y política de notable amplitud, cuyas aportaciones e implicaciones no pueden cerrarse de ninguna manera en tal descripción, y que no puede comprenderse sin los eventos recientes observados más arriba en la URSS y otros países del Bloque del Este, incluida Checoslovaquia, que Kosík considera expresión del “espíritu del movimiento obrero internacional”, ocupado en un gran proceso de auto-renovación. Por su parte, y aunque no se refiera a estos eventos explícitamente, es posible considerar que el objetivo de fondo de Kosík es alertar sobre la necesidad de actuar no de forma puramente represiva y negativa, parcial, unilateral, ante la diversidad que se manifiesta dentro del campo socialista –al que pertenece Checoslovaquia–, sino de manera que logre integrar la creatividad específica subyacente en cada uno de los movimientos y naciones en una totalidad orgánica, enriquecida y libre.

Kosík abre su escrito con una cita de Lenin que podría considerarse de autoridad, tal y como Khruschev había utilizado su figura en el XX Congreso para denunciar las políticas de Stalin. Sin embargo, el Lenin de Kosík es, ante todo, el Lenin que al final de su vida, en 1922, escribe que se debe “organizar un estudio sistemático de la dialéctica de Hegel con un punto de vista materialista”12. Arropado por estas palabras, la defensa que en estas páginas Kosík traza de Hegel como pensador y figura histórica, contra quienes le han malinterpretado y menospreciado, considerado un “perro muerto” y un “reaccionario”, tanto durante el siglo XIX como durante el siglo XX, es furibunda, heridora. Y la hace llegar hasta el mismísimo Stalin, de quien Kosík dice que se rumorea que fue el verdadero y original autor de ese “pobre” tipo de ataques en el siglo XX.

Sin embargo, contrariamente a lo que se puede entender leyendo comentarios sumarios sobre el texto, su objetivo no es, según Kosík –y podemos pensar que lo cree ciertamente, una mera defensa de Hegel como pensador, o una propuesta a volver a un “hegelianismo”. Más bien, el hecho denunciado había impedido, por un lado, comprender la misma filosofía y proyecto político de Marx. Por eso, la otra cita de Lenin en el texto de Kosík es aquella, tan conocida, que reza: “¡No es posible entender El Capital de Marx…Sin haber entendido toda la Lógica de Hegel!”. Y es que Kosík propone una lectura de Marx que no pretende tanto inventarlo sino, como en el caso de Hegel y a través de Hegel, volver a interrogarlo, partiendo del presente y con la vista en el presente, para descubrir su verdad. Algo que había sido considerado “un insulto y una ofensa”, aunque lo que se condenaba como “hegeliano” –como en el caso de Korsch– a menudo era solo “una forma externa de desarrollo creativo de la filosofía marxista.”

Al mismo tiempo, por otro lado, la lucha por la recuperación de Hegel y de Marx es sobre todo una lucha por la filosofía, por la verdad. Así, escribe al inicio de su texto: “El interés en Hegel es […] solo un testimonio de que tratamos de entender nuestro tiempo filosóficamente, es decir, de que tratamos de penetrar en su esencia.” La llamada “unión de la filosofía con la política” es ya para este Kosík “una filosofía que no investiga la realidad en sus relaciones más íntimas y que, en cambio, se adhiere a la banalidad más superficial”, “una filosofía que ha renunciado a su carácter crítico-revolucionario en nombre de la apología y cree tontamente que defiende el socialismo y sirve al partido al observar el desarrollo con el punto de vista del momento dado y de la necesidad dada, mientras que la dialéctica real revisa el momento dado y la necesidad dada desde el punto de vista del desarrollo y las contradicciones contenidas en la situación histórica dada”. Y una filosofía tal “no solo debe caminar cojeando detrás de la vida, no es solo una filosofía que no es una defensa del Partido y el socialismo (porque la única defensa digna del comunismo es un ataque, es decir, el desarrollo del movimiento revolucionario y el marxismo), sino que tal filosofía indulgente deja de ser una filosofía en absoluto.” Prefigurando su obra posterior ya hasta su muerte, desde Dialéctica de lo concreto hasta sus textos de los años 90, cuando profundizará y enriquecerá estas ideas, ante la filosofía queda la “ideología”, un pensamiento parcial, ecléctico, incapaz de comprender la realidad en su totalidad y que la presenta de forma “distorsionada” e “invertida”.

Y en este punto se encuentra el elemento clave para captar el sentido profundo del texto de Kosík. Pues la “ideología”, en su incapacidad de comprender la realidad, no es capaz de comprender tampoco correctamente las relaciones entre pensamiento y materia. Kosík cierra el texto con el siguiente fragmento: “Una de las tareas más importantes de la filosofía marxista es averiguar por qué y cómo ha surgido una forma de pensar dogmática y rastrear la historia de su superación y extrusión. La ideología ve categorías, ideas, conceptos como algo separado, autosuficiente, absoluto, mientras que para la teoría marxista categorías e ideas son la expresión teórica de la realidad, ya que expresan “formas de ser, condiciones de existencia”13 de la realidad misma. Es por eso que la crítica marxista de categorías, ideas, predicaciones morales y sentimientos de vida es simultáneamente una crítica de las condiciones sociales que las originaron.” Sin otra perspectiva de Hegel y Marx, sin otra concepción filosófica que realmente cancele, supere los resultados filosóficos pasados, no es posible comprender adecuadamente la posición histórica del presente.

Llegados a este punto puede observarse con otros ojos la acogida recibida por el texto. Pues Kosík no hace sólo un retrato de Stalin como ser falible o pernicioso, individuo portador del mal; ni siquiera plantea una crítica a la “ideología” estalinista, al “culto a la personalidad”, como algo separado de la realidad o como una mera “deformación” de un socialismo originalmente sano. Sus palabras, el “espíritu del movimiento obrero internacional” del que hablábamos más arriba, expresado en Polonia, Hungría y en la misma Checoslovaquia y no “creado por individuos”, espíritu que el Partido debería comprender y liderar14, superan sus conclusiones en su XX Congreso –las cuales podrían ser consideradas igualmente ideológicas, incapaces de captar la realidad de forma no “distorsionada” o “invertida”–, y en cambio exigen otra respuesta a “por qué han surgido recientemente tantos problemas que no vimos antes, por qué concebimos el socialismo de manera unilateral, seca”15, observar en la totalidad de relaciones sociales materiales su necesidad relativa y la posibilidad de su superación.

Por desgracia, entendido o no, el contenido del texto de Kosík no es integrado. Al contrario, es simplemente etiquetado dentro de una “tendencia pseudomaterialista”, y combatido junto a otras nuevas muestras de “revisionismo”16 de la vida cultural y científica, como las presentes en Ivan Sviták, Robert Kalivoda y Jindřich Fibich, a quienes se unirá Ladislav Tondl dos años después. Las consecuencias serán trágicas: doce años más tarde, en plena Primavera de Praga, a las puertas de la misma represión ante la diversidad que en 1956, Kosík mirará atrás y habrá de repetir “que no se trataba, que no se trata, de deformaciones o abusos de algo que no era ni deformado ni ambiguo, sino de algo que, a todas luces, era más serio: a saber, que el stalinismo no era la deformación de una cierta concepción del socialismo, sino la realización de una visión del socialismo basada sobre presupuestos que ni ella misma ni sus ideólogos o practicantes, habían calado claramente. […] El stalinismo no es únicamente un sistema de represión, de métodos brutales y de terror, […] es todo conjunto producto y productor de una cierta forma histórica de sociedad de masas, es decir, de una sociedad en la que el lugar de las personas responsables, que piensan y actúan de acuerdo a un pensamiento crítico, está ocupado por el anonimato de una masa irresponsable y donde se sustituyen las relaciones interpersonales entre los hombres –relaciones basadas en la posibilidad de diálogo, de la inteligencia mutua, de los encuentros, del juego, etcétera– por la manipulación universal y la disposición de seres y cosas. En este sentido, el stalinismo se asemeja a una apisonadora que aplasta tanto al individuo como la nación.” (Liehm, 1972:240-245).

6. Luchas como “revisionista” (1957-1959)

El 24 de marzo de 1957 el Comité Central del KSČ publica una resolución, el “Informe sobre la Situación Actual de la Filosofía”, para investigar las tendencias revisionistas congregadas alrededor de Literarny Noviný. Se concluye que existe una confusión ideológica entre los filósofos que debe esclarecerse con la práctica, a partir del trabajo conjunto durante unos años con la clase trabajadora (Adam, 2010:130). Así, por esta época Kosík es, por primera vez, despedido de su trabajo en el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias y castigado con un año de trabajo en la fábrica. Resulta irónico que, como señalan Costanzo Preve y Linda Cesana en su trabajo conjunto sobre Kosík, bajo un régimen comunista donde la clase obrera había tomado supuestamente el poder, “el castigo máximo para los disidentes sea el trabajo de un obrero, que es caracterizado como algo similar a una prisión.” (2012:145-6). No obstante, Kosík sigue escribiendo, sin abandonar la postura crítica que de momento da al traste con su carrera en la universidad. Si el mismo marzo de 1957, poco antes de ser expulsado, publica en dos partes “Ilusiones y socialismo” (Preludy a socialismus), en junio vería la luz “Sobre la burocracia, esta vez polémicamente” (O Byrokracii, Tentokrát Polemický); todo en Literarny Noviný. Y cuando, un año después, en 1958, se le exija en una gran asamblea que se retracte de su afirmación “la dominación de la ideología ha terminado, comienza la época del pensamiento crítico”, será en vano.

1958 significa, de hecho, otro punto de inflexión importante, tanto para la sociedad checoslovaca como para Kosík.

Por un lado, en Checoslovaquia a partir de este año puede empezarse a observar un cierto “deshielo cultural”, inevitable pese a la férrea línea política que pretende mantener Antonín Novotný, proclamado nuevo presidente de Checoslovaquia meses antes. Comienzan a traducirse al checo obras de numerosos autores condenados hasta entonces como “idealistas” o “burgueses” por la burocracia, desde Heidegger hasta Sartre, pasando por Kierkegaard, y la intelectualidad del país vira entonces –al menos fuera de las instituciones académicas– hacia el existencialismo en busca de nuevas fuentes de inspiración (Magnet, 2015:174). El filósofo Jan Patočka también es “redescubierto” hasta cierto punto por el ambiento filosófico, y podemos aventurar que en este momento, por un lado, Kosík se reencuentra con él con posibilidad de mantener un diálogo creativo y, por otro, Patočka percibe que existe un talento generacional significativo en Kosík. En efecto, junto con Josef Zumr comienza a visitar con regularidad a Patočka para leer y comentar juntos textos de Martin Heidegger, y a partir de aquí su filosofía se enriquece con nuevos matices existenciales y fenomenológicos, que tratará en un artículo publicado ya a comienzos de la siguiente década y desarrollará con profundidad en Dialéctica de lo concreto (Adam, 2010:65-66).

En este sentido, es preciso destacar ante todo que en 1958 Kosík participa, a mediados de abril, en una conferencia llamada “La filosofía en la historia del pueblo checo” (Filosofie v dejinách ceského národa), donde pronuncia un texto que más tarde citará en Dialéctica de lo concreto, precediéndolo filosóficamente: “Historia de la filosofía como filosofía” (Dějiny filosofie jako filosofie), publicado poco después este mismo año. Su intervención contribuye de forma importante a la reforma en la filosofía marxista, pues en ocasiones será considerada como el final “del largo intermezzo, que podríamos llamar la “respuesta” del proceso de destalinización en el entorno científico y cultural checo” (Adam, 2010:26) e incluso el primer anuncio de la Primavera de Praga (Hruby, 1980:190). Se trata de un intento de fundamentar una historia de la filosofía en oposición a otras concepciones preponderantes en el Partido Comunista de Checoslovaquia KSČ, como la de Zdeněk Nejedlý, que desde 1946, año de publicación de su obra Comunistas, los herederos de las grandes tradiciones de la nación checa, había determinado las bases de investigación sobre esta materia. Pese a aceptar las narrativas estalinistas de la lucha de clases y la dictadura del proletariado, Nejedlý consideraba que tal perspectiva debía integrarse en una “revolución nacional y social” más amplia, que integrara la tradición patriótica de su país. De este modo, la atención de los historiadores debía dirigirse a “personalidades progresistas” de la historia de la ciencia, la cultura y la política checas, como el primer Masaryk, Jan Hus o Jan Žižka, que en el presente se encontraría –según él– muy cercano al partido comunista; así como a la línea supuestamente progresista de los movimientos históricos del “pueblo checo” (český lid). Como hemos visto, en cambio, pese a su evolución filosófica, para Kosík durante la década de los cincuenta la herencia nacional estaba lejos de tener tal significación.

Más allá, durante 1958 Kosík tiene tiempo todavía de publicar otros textos, al menos uno de ellos de gran importancia: el 4 de enero, “El mañana está en nuestras manos” (Zítřek je v našich rukou), breve texto en la primera página de Literární Noviny; “Clases y estructura real de la sociedad” (Třídy a reálná struktura společnosti), un artículo extenso para Cuadernos filosóficos (Filosofický časopis, 6); y, en especial, Democracia Radical Checa. Contribución a la historia de las controversias ideológicas en la sociedad checa del siglo XIX (Česká radikální demokracie. Příspěvek k dějinám názorových sporů v české společnosti 19. století), libro de carácter histórico, continuación y superación de su antología sobre los revolucionarios de 1848 y síntesis de casi una década de estudios y análisis sobre las raíces democráticas checas durante el siglo XIX que ha sido llamado “la Biblia del radicalismo comunista izquierdista checo”, aunque Michal Kopeček prefiere considerarlo “la biblia de la nueva historia marxista checa de las ideas” y conectarlo con su trabajo sobre la “historia de la filosofía como filosofía” (2019:375). En esta obra, Kosík continúa resaltando la importancia de la contribución de los demócratas radicales para la historia nacional checa, en oposición a las figuras burguesas del renacimiento nacional y a las interpretaciones de Nejedlý, si bien trata de aprehenderlas en su contexto propio y su especificidad histórica y las presenta como un fenómeno universal europeo más que ligadas a una tradición oriental o soviética. Su publicación supone un punto y aparte en su estudio sobre la cuestión nacional checa, que pese a excepciones en general no volverá a tocar hasta una década después, en los alrededores de 1968, y se centra en esas cuestiones propiamente filosóficas.

En septiembre, participa del XII Congreso Internacional de Filosofía, celebrado en Venecia, donde presenta “La alienación y la libertad” (L’aliénation et la liberté), texto publicado dentro del séptimo volumen de las Atti del Congreso en 1961. En él, vuelve a la discusión sobre Hegel, Marx y Lenin. A través, en este caso, de una consideración de sus defensas respectivamente del “renacimiento de la polis griega”, la “Comuna” y los “Soviets”, Kosík establece entre ellos, de nuevo, una “continuidad dialéctica”, a través de la cual, no obstante, se llegarían a deshacer “deficiencias”, “contradicciones” y “utopismo” (como las que podrían encontrarse, también, en el republicanismo de Rousseau). En relación, Kosík atiende a un debate del momento sobre el significado de la alienación, que no considera un “estado” “inseparable” de toda objetivación sino, al contrario, expresión de unas “relaciones alienadas” producto de la destrucción de la comunidad y de la reducción de los hombres a “hombres-átomos”. Para Kosík, la realidad en la cual los productos humanos se forman a espaldas de los hombres y pasan a oponerse a sus creadores como fuerzas autónomas, como fuerzas naturales y extra-sociales, es solo una etapa histórica, una posibilidad del “hombre social en toda su totalidad como ser que se produce en sociedad”, que posee una visión y tiene cuidado de la totalidad. Como tal, sin embargo, en el hombre también existen las condiciones para una transformación revolucionaria, proceso en que se apropia “de su mundo social mediante una actividad social” y humaniza y libera el “mundo objetivo mismo”, fundando así una “individualidad libre”17.

Sobre la base de su trabajo sobre los demócratas radicales checos, el 15 de junio de 1959 Kosík recibe el rango científico de Candidato de Ciencias Filosóficas. Y encuentra trabajo como investigador en el Instituto de Filosofía de la Academia Checa de Ciencias hasta 1963, cuando se convertirá en profesor de filosofía de la Universidad Carlos de Praga. Más tarde, Kosík encabezará la sección de materialismo dialéctico en el Insituto de Filosofía, cuyo director hasta 1963, cuando se retirará e irá a vivir a Moscú como pensionista, es su antiguo profesor Arnošt Kolman.

7. Camino a Dialéctica de lo concreto (1960-1963)

Mientras tanto, en 1960 Kosík inicia un período de conferencias y publicaciones en que comienzan a aparecer ya perfectamente definidas las “ideas fundamentales” de la que será considerada, por unanimidad, su gran obra: la ya mencionada Dialéctica de lo concreto. En el número del 6 de febrero de Literární Noviny, por ejemplo, sale a la luz un breve artículo sobre la vida cotidiana y la historia (Všední život a dějiny) cuyo tema será reflexionado luego, con mayor extensión y profundidad, en esa obra. Con una intervención en el Coloquio Internacional sobre la dialéctica celebrado entre el 19 y el 23 de septiembre en Royaumont, Francia, anticipa el primer capítulo del libro. Su objetivo, como explicará más tarde en el libro, es responder polémicamente a las posturas que escinden erróneamente, de forma no dialéctica, la “totalidad” y las “contradicciones”, ya sea señalando la primacía de la “totalidad” o a la inversa, que había llevado incluso a una división en dos campos opuestos por parte de los marxistas (1967:73). Esta aparición despierta inmediatamente un gran interés en Italia, a través de la figura de Enzo Paci y la izquierda husserliana situada alrededor de la revista Aut-Aut. Sabemos que Paci asiste al coloquio de Royaumont, pues en su Diario fenomenologico escribe el 23 de septiembre: “las discusiones de Royaumont sobre dialéctica me han convencido de dos cosas: de la necesidad de reestudiar a Marx (y de la importancia de Sartre). Ciencia y dialéctica de la naturaleza.” (Kosík, 2013:14). Aunque no tenemos, pues, noticia directa de que Paci escuche la intervención de Kosík o trate con él, el hecho de que en mayo del año siguiente se publique en Aut-Aut el texto como “La dialéctica de la totalidad concreta” parece corroborar que ocurre.

La relación de Kosík con Italia, en este período, no se termina aquí. Durante los primeros años de la década de 1960 realizará diversos viajes a este país, que comentaremos más tarde. Ello tendrá consecuencias filosóficas importantes, pues a partir de ello puede aventurarse que Kosík entra en contacto y se familiariza con la obra de los marxistas hegelianos Antonio Labriola y Antonio Gramsci (Piccone, 1977:4718). Sin ir más lejos, en Dialéctica de lo concreto podemos encontrar ya, por ejemplo, citas de ambos pensadores. Y sobre el último de ellos escribirá explícitamente en 1964, 1967 y 1968, durante la Primavera de Praga.

Todavía, no obstante, en 1960, en noviembre, Kosík vuelve a Liblice para otro evento, la Conferencia nacional checoslovaca sobre lingüística marxista, donde interviene con una comunicación titulada “Problemas filosóficos de la estructura y el sistema”, que también aparecerá más tarde en forma escrita en el volumen publicado por la Academia Checoslovaca de Ciencias y que igualmente incorporará en el libro en vías de creación. Por último, un mes después, en diciembre, Kosík pronunciará en el Club de Escritores Checoslovacos una conferencia sobre “Marxismo y existencialismo” en que se ocupará, según sus propias palabras, “del descubrimiento de algunos aspectos de la subterránea y secreta polémica filosófica de Heidegger con el marxismo”, intentando “un diálogo fecundo entre el marxismo y el existencialismo” (1967:100). Es aparentemente el primer fruto explícito de sus encuentros y debates con Patočka.

Conocemos poco más de la vida de Kosík durante los años inmediatamente anteriores a 1963, otro año clave tanto para su vida como para su pensamiento. Sabemos que prosigue publicando artículos, como “Filosofía e historia de la literatura” (filosofie a dějiny literatury) o “Praga tiene otra estación de autobuses” (“Praha má další autobusové nádraží”), en los números 4 y 8 de Plamen III, en 1961. Este último lo firma como “jn”, iniciales de Jan Navrátil, pseudónimo que durante esta época utiliza también en otros textos. Por ejemplo, un año después vuelve a hacerlo al publicar en Plamen IV (Za Prahu ošklivější), y también firma así un texto introductorio a la edición en checo de Las ensoñaciones del paseante solitario de Rousseau titulado “La crítica de la cultura de Rousseau” (Rousseauova kritika kultury).

Finalmente, 1963 se abre con un simposio internacional sobre la vida y la obra de Franz Kafka, de nuevo en Liblice, en enero. Mayoritariamente y durante largo tiempo, Kafka había sido considerado un autor decadente bajo el prisma del “realismo socialista” defendido por las autoridades comunistas. Pese a haberse publicado una traducción al checo de El Castillo durante la República Checoslovaca, en 1935, hasta 1958 no había aparecido en esta lengua El proceso, y solo cuatro años más tarde, en 1962, lo haría América. Como vemos, pues, únicamente poco antes del simposio había comenzado a revisarse esta perspectiva, que entraría definitivamente en polémica como consecuencia de un discurso de J.-P. Sartre en la Conferencia de Paz de Moscú en 1962 en que expresó la necesidad de interpretar la figura de Kafka a través de categorías marxistas (Tava, 2018:1-2). Es posible considerar este viraje como un nuevo intento del régimen para mostrar una cierta apertura cultural y política y disminuir la presión de las diferentes voces críticas existentes (Magnet, 2015:175), ya anticipada con las traducciones de autores occidentales.

En el simposio, Kosík presenta un texto, “Kafka y Hašek o el Mundo Grotesco” (Kafka a Hašek neboli groteskní svět), que será publicado inmediatamente en Plamen 6. En él, defiende la figura de Kafka como “importante crítico de la cultura” y la relaciona con la de Jaroslav Hašek, un escritor que, pese a haber nacido en la misma ciudad y el mismo año, hasta entonces era considerado como lejano o contradictorio con respecto a Kafka. Hruby afirma que en el texto Kosík consigue “expresar con llaneza lo que en su trabajo filosófico se encontraba a menudo escondido en una jerga hegeliana y existencialista.” (1980:192). Podemos cuestionar que en algún pasado hubiera “escondido” su postura pero, efectivamente, su análisis sobre Kafka y Hásek sirve para revelar y criticar la existencia de «un fenómeno de alcance mundial», un mismo mundo de mistificación, motivo que ya había tratado anteriormente y que trataría también en Dialéctica de lo concreto. De este modo, mientras el primero expresaría «el mundo de la impotencia del hombre en una realidad cosificada, alienada», «en la red de la maquinaria burocrática, de los aparatos», en medio del cual «se pregunta permanentemente y con inconmovible apasionamiento, qué es la verdad»; el segundo mostraría la «dimensión inmensa» del hombre, que en última instancia «no es calculable» ni integrable por el sistema, «que no puede ser reducido a cosa y es siempre más que el sistema de relaciones fácticas en las que se mueve y por las que es movido».  Uno daría la «dimensión negativa del humanismo», el otro su dimensión «positiva» (Kosík, 1986:35-7). Y, en otro orden, más tarde Kosík reconocerá asimismo que el texto no es tanto “un ensayo literario” como “una declaración programática”, cuyo objetivo es poner en evidencia “que Europa Central es un ámbito histórico, cultural y espiritual, el lugar en que se relacionan, se enfrentan y se influencian muchas naciones y nacionalidades y que por eso, si no quiere perder su carácter creativo y sintetizador, no puede aceptar el dominio monopólico de una nación sobre las otras” (2012:24).

Vista de esta última forma, la reivindicación de Kafka y Hašek no estaría tan lejos de la que hiciera de Hegel en 1956. De hecho, la discusión filosófica y literaria en Liblice continúa, durante un tiempo, en la prensa checa, y en debate con Jean-Paul Sartre, Ernst Fischer, Eduard Goldstucker y otros en el mensual Plamen, Kosík prosigue con su refutación de la filosofía política soviética y su modelo de gobierno tal y como se aplica en Checoslovaquia. Sin embargo, su postura extremadamente beligerante de la década anterior contra la concepción de Masaryk de su nación como un “puente entre el Oeste y el Este” puede verse ya implícitamente matizada aquí19. Y, por otro lado, el enriquecimiento filosófico acumulado con el paso de los años, que analizaremos con mayor detenimiento al tratar Dialéctica de lo concreto y que puede explicar el propio interés en Kafka, es innegable. Escribe Kosík: “La esencia de la técnica no son las máquinas ni los autómatas sino la razón técnica que planea la realidad como un sistema de disponibilidad, perfectibilidad y objetivación… El hombre no está amenazado por las máquinas… El hombre está amenazado cuando la razón técnica se identifica con la razón misma, cuando la razón técnica se queda a cargo de la realidad humana hasta tal punto que todo lo no-técnico, lo no-disponible, lo incalculable e inadecuado a la manipulación es opuesto a ella.” (Hruby, 1980:193).

En abril de este año se produce una revelación que supone una nueva bomba para la percepción que de sí mismo tenía el grueso de los pueblos de la Unión Soviética y la nación checa en particular, y que podemos suponer que afecte directamente a Kosík: se hace público que el proceso Slánský, ya mencionado con anterioridad, por el que diez años antes se había ejecutado al checo Rudolf Slánský entre otros dirigentes comunistas, había sido una farsa similar a aquellos que habían tenido lugar en la Unión Soviética a finales de la década de 1930. Ahora, Slánský y otros son rehabilitados.

Por último, también en 1963 y todavía con menos de 40 años, Kosík publica Dialéctica de lo concreto (Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo), texto que de alguna forma culmina y sintetiza su evolución filosófica hasta el momento y lo consagra como figura de relevancia filosófica no ya nacional sino internacional.

Bibliografía consultada

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1 Fernando de Valenzuela, traductor de Kosík al castellano y amigo suyo, pone estas palabras en boca de Kosík en una reciente novela filosófica, Un largo hilo verde (2018:76).

2 “Ahora es importante leer poetas y no jugar al fútbol”, piensa Kosík en esta época. El aprecio por la literatura y, en especial, la poesía, no desaparecerá sino que, como veremos, a partir de los años 60 comienza a ganar un explícito y reflexionado carácter ético, político y ontológico que se resuelve en una apuesta por “habitar poéticamente la tierra”. Por ejemplo, en “La naturaleza irremplazable de la cultura nacional” (1967) y, más tarde, “La democracia y el mito de la caverna (1993), ambos disponibles en https://decenciaycritica.blogspot.com/.

3 En la entrevista “El hombre, medida de todas las cosas (Cassuti, 1993:51). En relación, puede verse también “¿El tercer Múnich?”, publicado un año antes. Ambos textos están disponibles en https://decenciaycritica.blogspot.com/.

4 Ver también la memoria en Jan Patočka, por ejemplo, en “El platonismo negativo” (2007:93).

5 “¿A quién le correspondrá Bohemia, optará por la resistencia o por el colaboracionismo?” (Kosík, 2012:208).

6 Así, en “Sovetský svaz – basta marxismu-leninismo” (La Unión Soviética – bastión del marxismo leninismo), escrito publicado en noviembre de 1951, se puede leer: “En J. V. Stalin recayó el rol histórico de terminar y culminar el trabajo de época de la revolución socialista comenzado por Lenin. Bajo el ingenioso liderazgo de Stalin fue realizada la industrialización socialista de la Unión Soviética, fue llevada a cabo la colectivización de la agricultura, que iguala por su importancia la Revolución de Octubre de 1917, fue construida la sociedad socialista… La Unión Soviética bajo el sabio liderazgo de Stalin se convirtió en un bastión firme del progreso y la paz… Para todos los países de la democracia popular, pasando al socialismo, la ley de la lucha de clases agudizada es absolutamente vinculante… Las obras de Stalin sobre cuestiones de lingüística [sirven] como un ejemplo inigualable de desarrollo creativo del marxismo.” (Hruby, 1980:188).

7 Otros de sus profesores en la universidad durante este tiempo son Jan Blahoslav Kozák, Ladislav Rieger, Karel Galla, Jiřina Popelová, Otakar Odložilík, Josef Král, Otakar Machotka y Karel Stloukal.

8 En un sentido parecido se manifiesta Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido: “En el año 1939, el ejército alemán entró en Bohemia y el estado checo dejó de existir. En el año 1945, el ejército ruso entró en Bohemia y el país volvió a llamarse república independiente. La gente estaba entusiasmada con Rusia porque había expulsado a los alemanes del país y, como veía en el partido comunista checo el aliado fiel de Rúsia, le traspasó sus simpatías.” (Kundera, 1989:14-15).

9 Termina la mili con rango de teniente, una titulación que, curiosa y significativamente, se verá alterada en el futuro según la situación política del país pese a que Kosík no desarrolle carrera militar: en 1968 será ascendido a mayor en la reserva, para ser degradado a soldado en 1972 y ascendido de nuevo a mayor a mediados de los años 90.

10 Publicación semanal de gran importancia en el contexto de desarrollo cultural checo del momento, y que será uno de los puntales del movimiento de renovación política que desembocará, más de una década después, en la Primavera de Praga –nunca tiró menos de 130.000 copias, llegando a las 300.000 en 1968, números elevados en relación a la población del país (Mervart, 2019:105).

11 Puede encontrarse el texto, en inglés, en la antología de Kosík editada por James H. Satterwhite The crisis of modernity (Kosík, 1995:117-121). La traducción al castellano, propia, puede encontrarse on-line en https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/08/el-enigma-de-neruda.html. Sobre esta cuestión, puede considerarse relacionada también su consideración sobre las “contradicciones”, “tendencias”, “detalles” y “residuos” en el marco de su discusión sobre la totalidad en Dialéctica de lo concreto (1967:70-71).

12 Significativamente, el mismo Lenin (la misma cita de Lenin) que Karl Korsch, filósofo hegelo-marxista denostado por el marxismo oficial, usó para abrir su obra maestra Marxismo y filosofía, un año más tarde, en 1923. Todas las citas extraídas del texto de Kosík son una traducción propia del original en checo, referenciado en la bibliografía al final del trabajo.

13 Cita perteneciente originalmente a Zur Kritik der politischen Ökonomie (Contribución a la crítica de la economía política), de Marx, que a su vez había usado Georg Lukács en Historia y consciencia de clase (1985:49). Aunque en alguna ocasión posterior Kosík quitará importancia como filósofo al marxista húngaro, nunca negará el peso de su influencia en él, y es posible considerar que el uso de la cita se relaciona principalmente con su texto, si bien, comprensiblemente, no se refiera a él. Según Ivan Sviták, compañero de generación de Kosík, una copia de la edición original en alemán del libro, robada de la Biblioteca Universitaria de Praga, había circulado a mediados de los años 50 por el Instituto de Filosofía, y tenido peso en Kosík como en muchos otros de los jóvenes profesores del Instituto (Kopeček, 2019:379). Más allá de esta cita, parece fundado advertir que el foco en alcanzar el “punto de vista de la totalidad” le viene a Kosík en esta época, además de Hegel y de Marx, también de Historia y consciencia de clase. En 1963, en Dialéctica de lo concreto, texto donde trabajará con mayor profundidad estas ideas, escribirá: “Una detallada exposición del “punto de vista de la totalidad” como principio metodológico de la filosofía de Marx es dada por G. Lukács en su famoso libro: Geschichte und Klassenbewusstsein.” (1967:53). Por otro lado, no está de más señalar que es igualmente posible que este texto de Lukács influyera tanto en su visión del propio Marx como de Hegel.

14 Todavía aquí se produce tal apelación al Partido y su función social dirigente, que más tarde desaparecerá (en Dialéctica de lo concreto ni siquiera aparece la palabra, significativamente) y solo durante la Primavera de Praga volverá a introducirse, aunque de forma distinta.

15 En palabras suyas de Dialéctica de lo concreto, “La teoría materialista debe emprender el análisis partiendo de esta cuestión: ¿por qué los hombres han cobrado conciencia de su tiempo precisamente en estas categorías, y qué tiempo se muestra a los hombres en dichas categorías?” (1967:34-35).

16 Esta tendencia revisionista pronto sería dividida en dos corrientes: la primera, encarnada por Kosík y por publicaciones como Literární noviny, Květen o Filosofický časopis y supuestamente focalizada en las esferas del arte y la filosofía, se definiría como “pseudomaterialismo hegelizante”. La segunda, referida principalmente a la concepción filosófica de la ciencia y la metodología general de la ciencia, sería catalogada de “positivista”.

17 El texto original, en italiano, puede encontrarse referenciado en la bibliografía. La traducción al castellano, propia, puede encontrarse on-line en https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/08/el-enigma-de-neruda.html.

18 Según Piccone, su influencia se volverá cada vez más importante hasta dejar en un lugar secundario la figura de Lukács a finales de la década de 1960. La razón: que los análisis de Kosík se encuentran más cercanos a Gramsci, que teoriza sobre el fracaso y el letargo de la revolución, mientras que Lukács lo hizo sobre su advenimiento. Sin embargo, Kosík precisamente conoce su figura, y esta vendría a suceder a Lukács, en los prolegómenos de la Primavera de Praga.

19 A finales de la década de 1960 expondrá una crítica abierta a tal postura, manteniendo, no obstante, observaciones críticas: “A comienzos de los años cincuenta consagré un artículo a Masaryk, que estimo desprovisto de profundidad y además, parcial. […] No puedo deshacerme de la impresión de que Masaryk tiene más vigor como filósofo de la acción política y de la vida práctica, que cuando extiende su reflexión a las cuestiones esenciales de la especulación filosófica.” (Liehm, 1968:243).

5 comentarios en «Karel Kosík: Biografía intelectual y moral»

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  • el 4 junio, 2020 a las 12:52 am
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    Extraordinaria semblanza de Kosik. ¿Dónde puedo encontrar la segunda parte?

    Respuesta
  • el 4 junio, 2020 a las 5:05 pm
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    Muchas gracias por tu gentileza, Araceli. La segunda parte todavía no está redactada, y es difícil que pueda hacerlo en breve: antes tengo que poner orden en los apuntes que tengo del período, y ver si son suficientes. Cuando esté lista, en todo caso, propondré colgarla en esta página. Están pendientes también una nueva versión pulida y más extensa de esta primera parte y unas notas de lectura de Dialéctica de lo concreto extraídas del seminario que hemos estado haciendo en EspaiMarx sobre la obra.

    Un abrazo

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    • el 13 septiembre, 2024 a las 4:09 pm
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      Investigación muy acuciosa sobre Karel Kosík. Nos debe la segunda parte. En mi modesta opinión, Karel Kosík fue un extraordinario filósofo que hoy día puede ser leído con mucho provecho: me fascina su profundidad, su visión universal y la precisión de su lenguaje, a pesar de que a veces esté envuelto por una nube densa. Muchas gracias Araceli, por compartir su investigación.

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