Actitudes comunistas ante el hecho nacional
Joan Tafalla
( Amayuelas, 1 de julio 2006)
“El planteamiento abstracto del problema
nacional en general no sirve para nada.”
V.I. Lenin
“La nación, categoría histórica, solo
puede ser definida históricamente”
Pierre Vilar
(*) Las 7 tesis comprendidas en el presente texto, dialogan, debaten y/ o polemizan preferentemente con el comunismo independentista existente en diversas naciones sin estado comprendidas dentro de España. Recientemente he publicado un artículo de debate con el comunismo nacionalista español por lo que no incluyo aquí esta polémica, si no colateralmente[1].
El texto presente se inscribe en la comprensión de la urgencia de la reconstrucción de una organización comunista internacional ( lo que no quiere decir centralista) en el marco de lucha de clases determinado aún por las fronteras del actual estado que se autodenomina España. Por tanto pretende hacer una contribución al debate y al diálogo entre comunistas ante el nuevo escenario político.
1.- Nuestra relación con los clásicos.
La relación entre los comunistas y los clásicos siempre ha sido problemática. La utilización de la cita del clásico, fuera de contexto y con objetivos polémicos ha sido y es habitual. Actualmente, una vez caídos el muro y con él, el socialismo autodenominado “real”[2], la costumbre no sólo no ha decaído, cómo era de esperar, si no que se extiende.
Un clásico no puede ser para un comunista un autor o un texto sagrado intocable. Un clásico es alguien quién, a pesar del tiempo pasado desde su actividad revolucionaria, aún nos ayuda a pensar en los problemas de hoy, aunque sea sin adorar el tenor escrito de su obra.
Citar un clásico, reduciendo su pensamiento, sin analizar el contexto, y sin distinguir sus afirmaciones esporádicas y tácticas de aquellas con contenido sustantivo y trascendente, significa una actitud religiosa contraria a lo más profundo del pensamiento de Marx y Lenin.
Tras el famoso “dictadura ni la del proletariado” ( 1976), los clásicos quedaron en España en el baúl de los recuerdos. Algunos intentos actuales de recuperación del comunismo en España ( me refiero al territorio europeo comprendido entre la frontera con Francia y Portugal) pecan de hacer una reacción de péndulo ante ese abandono: pecan de adoración libresca de los clásicos y de tratar de resolver los problemas políticos a golpe de cita.
Estos fenómenos suelen producirse en todas las casas. En el comunismo independentista[3], también.
2.- Un juego de espejos deformantes.
Veamos algún ejemplo de lo dicho en relación al tema nacional. Es conocida la deformación gran-nacionalista española o internacionalista abstracta que recorta el párrafo del Manifiesto que empieza con la frase: “Los proletarios no tienen patria”. Suele ser utilizada por los comunistas internacionalistas abstractos o cosmopolitas o por los comunistas nacionalistas españoles, para negar de forma abstracta la realidad y la influencia del hecho nacional. Hemos polemizado repetidas veces con esta posición[4].
Menos conocida y, por ende, menos criticada es la deformación del pensamiento de Marx y Lenin que acentúa solamente aquellos aspectos favorables a la liberación de las naciones oprimidas sin relacionarla con las tesis centrales de Marx, Engels y Lenin sobre el tema: la división de toda nación en clases antagónicas, el contenido internacional y la forma nacional de la lucha de clases, la sumisión de la lucha nacional a la estrategia revolucionaria de superación del capitalismo y la organización internacional de los comunistas.
No pretendo situarme en un “justo centro”. Solamente quiero señalar que ni una ni otra posición, a mi modesto entender, mantienen una posición adecuada con el pensamiento de nuestros clásicos. Podemos o no estar de acuerdo con Marx y Lenin. Podemos considerar que este u otro aspecto de su pensamiento no está acorde ni con el aire de los tiempos presentes, ni con la experiencia trágica del siglo XX, ni con los avances de las ciencias sociales. Yo así lo creo en algunos puntos a los que me referiré más adelante. Una relación crítica con nuestros clásicos no nos transforma en menos comunistas
Lo que no podemos hacer es adorar, sea religiosa o ( peor) instrumentalmente, una visión reductiva y selectiva de su pensamiento tomado en prudentes dosis de citas extrapoladas y extraídas de su contexto, para apoyar una determinada propuesta política. Lo más grave es que, a menudo, se cree a pies juntillas que esa forma de argumentar o de citar nos ayudará a resolver los problemas de hoy. Los problemas reales están ahí y no se resuelven a base de citas.
3.- Marx, Engels y el hecho nacional.
Detengámonos por un momento en la posición de Marx y de Engels sobre el hecho nacional. Digamos de entrada que es imposible encontrar en MyE una posición o definición simple y presta a ser aplicada cual bálsamo de Fierabrás a cualquier situación, en cualquier parte del mundo y en cualquier momento.
Marx y Engels como intelectuales orgánicos de un movimiento real, no trataron de encontrar tal o cual fórmula curalotodo si no que fueron elaborando, a demanda del desarrollo histórico concreto, hipótesis explicativas y respuestas concretas que estaban lejos de ser una teoría completa ni coherente. Sin embargo, podemos afirmar que se atuvieron siempre a una determinada posición ético- política proveniente de la tradición de la que formaban parte: la tradición democrático jacobina. Solo podré mencionar 6 temas y señalar ( a pié de página) lecturas posibles.
a.- Democracia y cuestión nacional. Empecemos por una afirmación normativa de Marx en la relación entre los pueblos que creo va más allá de la táctica o de la circunstancia: llamando a la unidad en la lucha entre el proletariado inglés y el irlandés, Marx recoge la antorcha democrática de Robespierre[5]: “El pueblo que oprime a otro pueblo forja sus propias cadenas”[6]. Esta afirmación conlleva implícita la relación estrecha entre la liberación nacional y la de clase. Se apoya la liberación nacional en tanto que facilita la liberación de clase. Eso queda claro en el caso de Polonia: “Por eso, al trabajar para romper las cadenas de Polonia, los socialistas rusos se plantean la generosa meta de destruir el régimen militar, condición esencialmente necesaria para la liberación general del proletariado europeo”[7]. También en el caso de Irlanda: “La condición preliminar de la emancipación de la clase obrera inglesa es la transformación de la actual unión coercitiva, es decir del avasallamiento de Irlanda, en alianza igual y libre, si es posible, o en una separación completa, si hace falta”[8].
b.- Los pueblos sin historia. Sin embargo, no lancemos las campanas al vuelo. M y E, llevaron esta concepción a un extremo que quizás hoy no compartamos. La relación que siempre establecieron entre los intereses de la revolución democrática y la lucha de los pueblos, llevó a Engels, en 1948, a determinar que los eslavos del sur y del centro de Europa eran pueblos reaccionarios y a denominarlos “pueblos sin historia” : “Por pueblos ‘sin historia propia’ Engels entendía pueblos que en su pasado no consiguieron crear sistema estatal vigoroso y de tal modo, según Engels, ya no poseían fuerza alguna par obtener su autonomía nacional en el futuro”[9]. Es preciso centrar este “episodio” en el contexto de la revolución europea de 1848, y en el hecho de que el despotismo austriaco o ruso utilizasen a algunos de estos pueblos ( Checos, eslovacos, eslovenos, croatas, servios, y ucranianos) contra las revoluciones democráticas. Rosdolski opina que en las posiciones de Engels pudiera haber prejuicios nacionales alemanes, o bien una concepción excesivamente darviniana y progresista de las relaciones entre los pueblos[10]. No es esta la opinión de Michael Lowy : “Sin embargo esta actitud no estaba relacionada de forma orgánica a una determinada filosofía ‘evolucionista, economicista y eurocentrista’, más bien fue el producto de su miedo obsesivo a la contrarrevolución zarista, así como de la instrumentalziación del paneslavismo por el zar. A partir de que se empiezan a materializar perspectivas revolucionarias en Rusia ( después de 1870), esta esimación negativa desaparece”[11]. No puedo extenderme en el tema, pero era preciso exponerlo como contrapunto a visiones demasiado simplistas del pensamiento de MyE
c.- Centralismo y democracia. Sólo es preciso leer a Marx, a Engels, o a Lenin, herederos de la tradición jacobina, para comprender que su modelo de socialismo dista mucho de considerar progresista la centralización feudal de los Estados del absolutismo durante el antiguo Régimen ( cómo la de Felipe V en España o la de Luis XIV en Francia), ni el centralismo de la tercera república francesa. Aún menos consideran el centralismo como una de la características del socialismo[12]. Recomiendo la lectura de las obras citadas a pié de página y me limito a citar un paso poco conocido y menos reconocido de Engels, en la crítica al programa de Erfurt: “ Así pues, república unitaria. Pero no en el sentido de la presente República francesa ( la tercera república, nota de j.t.), que no es otra cosa que el Imperio sin el emperador fundado en 1798. De 1792 a 1798, cada departamento francés, cada comunidad poseían su completa autonomía administrativa, según el modelo norteamericano, y eso deberíamos tener también nosotros. Norteamérica y la primera República francesa nos han mostrado y probado cómo se debe organizar esa autonomía y como se puede prescindir de la burocracia …”[13]. El anti-estatismo y el anti-centralismo burocrático del viejo Engels era claro, acababa proponiendo que se incluyera en el programa la siguiente medida: “ Administración autónoma completa en la provincia, el distrito y la comunidad a través de funcionarios elegidos sobre la base del sufragio universal. Supresión de todas las autoridades nombradas por el Estado”. Se pueden reseguir en las obras citadas de Marx, Engels y Lenin, multitud demuestras de este anti-centralismo.
d.- Intuiciones geniales de el Manifiesto. Hemos hablado de la deformación gran nacionalista del Manifiesto. Volvamos por un momento a ello, citando la globalidad del párrafo que los nacionalistas españoles o los cosmopolitas abstractos suelen censurar: “ También se ha reprochado a los comunistas que querían abolir la patria, la nacionalidad. / Los obreros no tienen patria. No es posible quitarles lo que no tienen Puesto que el proletariado aún debe conquistar en primer término, la hegemonía política elevarse a clase nacional ( ed. De 1888. “a clase dirigente de la nación”), constituirse a sí mismo en cuanto nación, aún es nacional, aunque en modo alguno en el sentido que le da burguesía. / Las segregaciones y contradicciones nacionales de los pueblos desaparecen cada vez más ya con el propio desarrollo de la burguesía, con la libertad de comercio, con el mercado mundial, la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de vida correspondientes a ellos. / La hegemonía del proletariado las hará desaparecer aún más. La acción unificada, cuando menos en los países civilizados, es una de las condiciones primordiales de su liberación. En la misma medida en que se deroga la explotación de un individuo por otro, se deroga la explotación de una nación por otra”[14]. El resumen es claro y no voy a hacerlo yo. Nos lo ha dado Pierre Vilar y aún me parece el mejor que he encontrado: “ Analicemos: 1) la nación existe. 2) Es un hecho político. 3) Toda clase dominante se erige en clase nacional. 4) Toda clase nacional se identifica con la nación. 5) La burguesía lo ha hecho; el proletariado puede pretender hacerlo. 6) El hecho nacional puede cambiar de sentido, según la clase que lo asuma”[15]. Eso nos lleva, al tema de la hegemonía, que es tema leninista y gramsciano por excelencia, que como vemos , tiene sus orígenes bien claros en el Manifiesto.
e.- Resaltemos que el desarrollo de la obra de MyE, no quedó parado aquí. En la última fase de la misma debemos resaltar el interés por la antropología en ambos autores. Ese interés se plasma en Engels en el “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”[16] y en Marx, entre los años 1880 y 1883 ( en que murió) su dedicación a la lectura y sus cuadernos de notas sobre etnología[17]. Ello nos lleva al problema del estudio de las mentalidades colectivas, que Marx siempre abordó como análisis concreto de la realidad y, lejos del economicismo cómo elemento determinante.
En este desarrollo, incluso dispersión, y a veces incoherencia, en este proceso de construcción de la obra de MyE y de acompañamiento y apoyo del desarrollo del movimiento obrero y democrático en el siglo XIX, encontramos más lecciones de método y de perspectiva que si ME hubieran intentado dejarnos en este tema como en cualquier otro un decálogo inmortal sobre la cuestión nacional.
4.- Lenin y la cuestión nacional
Quien dio un salto adelante en la elaboración de un posicionamiento comunista ante la realidad de las naciones fue, sin duda, Lenin. Señalemos aunque brevemente, algunas de las líneas maestras de esta elaboración que constituyen, me parece, un punto de partida común para cualquier debate sobre el tema entre comunistas. El conjunto de textos de Lenin y las ocasiones en que se refiere al tema son numerosos. No podía ser de otra manera si tenemos en cuenta el carácter de cárcel de los pueblos que tenía Rusia, el desarrollo del imperialismo al que prestó gran atención y el papel del nacionalismo en el desarrollo de la primera guerra mundial. No podemos separar su elaboración teórica y política de este contexto, si no queremos traicionar lo más vivo de su pensamiento.
Prestaremos atención a tres textos que tienen fechas muy cercanas y que corresponden al contexto del que hemos hablado en el párrafo anterior. Son: “Notas críticas sobre la cuestión nacional” (octubre-diciembre de 1913)[18], “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación” ( febrero-mayo de 1914)[19] y “El socialismo y la guerra” ( julio-agosto de 1915)[20]. Las posiciones defendidas en estos textos muestran una coherencia interna importante, y están inscritas en un mismo contexto de debate. Es por ello que me referiré a cuatro temas extrayendo la posición de Lenin del conjunto de esta elaboración.
a.- La importancia de la cuestión nacional en la fase imperialista.
“El imperialismo es una época de opresión creciente de las naciones del mundo entero por un puñado de ‘grandes’ potencias, en virtud de lo cual la lucha por la revolución socialista internacional contra el imperialismo es imposible si no se reconoce el derecho de las naciones a la autodeterminación”[21].
b.- La solución del problema nacional es para Lenin un problema de democracia sustantiva:
“La consigna de la democracia obrera no es ‘la cultura nacional’, si no la cultura internacional del democratismo y del movimiento obrero universal… el obrero consciente responderá ( a la burguesía): solo hay una solución al problema nacional (…) y esta solución es el democratismo consecuente… El programa nacional de la democracia obrera: ningún privilegio para ninguna nación, ni para ninguna lengua; solución del problema de la libre disposición política de las naciones, es decir de su separación y de su constitución en Estado, por la vía perfectamente libre y democrática; promulgación de una ley general del Estado, en virtud de la cual toda disposición ( de un zemstvo de la municipalidad, de la comunidad, y sigue) que otorgue en lo que sea privilegios a una de las naciones, que violase la igualdad de la naciones o los derechos de una minoría nacional, es declarada ilegal y no vigente…” [22].
“Seria pecado creer que la lucha por la democracia puede desviar al proletariado de la revolución socialista, o eclipsarla, obscurecerla, etc. Por el contrario, del mismo modo que es imposible un socialismo victorioso que no realizase la democracia integral, igualmente, el proletariado no puede prepararse para la victoria sobre la burguesía si no desarrolla una lucha revolucionaria, amplia y consecuente por la democracia”.[23]
c.- La postura política de los comunistas en un estado plurinacional.
“Los socialistas no pueden alcanzar su magno objetivo sin luchar contra toda opresión de las naciones. Por eso deben exigir obligatoriamente que los partidos socialdemócratas delos países opresores ( sobre todo de las llamadas grandes potencias) reconozcan y defiendan el derecho delas naciones oprimidas a la autodeterminación, y, precisamente en el sentido político de la palabra, es decir, el derecho a la separación política. El socialista de una gran potencia o de una nación poseedora de colonias que no defienda este derecho será un chovinista./ La defensa de este derecho, lejos de fomentar la creación de pequeños estados, lleva, por el contrario, a la formación más libre, más audaz y, por tanto, más amplia y extensa de grandes Estados y de federaciones de Estados, más beneficiosos para las masas y más en consonancia con el desarrollo económico./ A su vez, los socialistas de las naciones oprimidas deben luchar incondicionalmente por la unidad plena ( incluida la unidad orgánica) de los obreros de las naciones oprimidas y de las naciones opresoras. La idea de la separación jurídica de una nación de otra (la llamada “autonomía cultural-nacional preconizada por Otto Bauer y Renner) es una concepción reaccionaria.”[24].
La coherencia absoluta de Lenin en defensa de estas posiciones es innegable. Tras la toma del poder mostró que estas posiciones no eran simple propaganda destinada a derribar el zarismo. Para Lenin esta era la política que debía aplicar la Rúsia revolucionaria y que se aplicó mientras Lenin fue presidente de la misma. Podemos constatarla en la independencia de Finlandia, Lo podemos ver en la defensa de la autodeterminación de los nacioanes frente a la autodeterminación de los trabajadores defendida por Bujarin en el VIII Congreso del Partido ( marzo de 1919).
Podemos ver esa coherencia, finalmente, en dos episodios diferentes en la etapa en que ya estando gravemente enfermo no podía actuar de la forma enérgica que le caracterizaba contra los abusos del nacionalismo gran-ruso. Sin embargo, dió la batalla hasta el final:
a- El primer episodio fue en septiembre-octubre de 1922, en el proceso de formación de la URSS, cuando Stalin, comisario de las nacionalidades pretendía la incorporación de las repúblicas independientes en el seno de la RSFSR, a lo que Lenin se oponía proponiendo la creación de la URSS. Para ello, se alió con Zinoviev y Kamenev y obligó a Stalin a hacer concesiones. En carta a Kamenev de 26 de septiembre de 1922 afirmaba: “ Espero que el espíritu de esta concesión esté claro: nos declaramos iguales en derechos con la RSS de Ucrania y con las otras, y juntas, en igualdad con ellas, entramos en una nueva unión, en una nueva federación, la ” Unión de Repúblicas Soviéticas de Europa y de Asia”[25]. Es en el contexto de este debate que Lenin lanzó su famoso ex- abrupto: “Declaro una guerra a muerte al chovinismo ruso. Lo comeré con todas mis muelas sanas en cuanto me libre de la maldita muela”[26].
b- La segunda fue en diciembre del mismo año cuando en una reunión en Georgia, Ordjonikidze golpeó a un miembro del CC del partido georgiano, acusado de nacionalismo. La narración de los hechos por parte de Dzerjinski, agravó la enfermedad de Lenin y lo llevó varios días después a redactar su desesperado “Acerca del problema de las nacionalidades o sobre la ‘autonomización’”[27]. En las tres notas que Lenin pudo dictar a sus secretarias en los días 30 y 31 de diciembre de 1922 podemos leer negras premoniciones de aquello que pasaría en años venideros y que unos setenta años más tarde será una de los elementos desencadenantes de la caída de los regímenes socialistas. Elegiré sólo un párrafo significativo: “… el planteamiento abstracto del problema nacional en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de una nación opresora y el nacionalismo de una nación oprimida, entre el nacionalismo de una nación grande y el nacionalismo de una nación pequeña … Por eso, el internacionalismo de la nación opresora, o de la nación “grande” ( aunque solo sea grande por sus violencias, grande como un esbirro) debe consistir no sólo en observar la igualdad formal de las naciones, sino también esa desigualdad que, por parte de la nación opresora, de la nación grande compensa la desigualdad real que se da en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la actitud verdaderamente proletaria ante el `problema nacional; sigue sosteniendo, en el fondo, el punto de vista pequeño-burgués, y por ello no puede menos de pasar a cada instante al punto de vista burgués”[28]. Lenin murió el 21 de enero de 1924.
5.- Las definiciones de Trotski y de Stalin y el agua pasada bajo los puentes entre 1913 y 2006.
Sigamos con otros ejemplos de relación inadecuada con los clásicos. Los trotskistas[29] suelen ignorar la incidencia real que la famosa definición de nación realizada por Stalin en 1913 ha tenido en las posiciones de los partidos comunistas y en las luchas de liberación nacional en el conjunto del mundo, durante el siglo XX. Tal parece que lo que Stalin hiciera después de tomar el poder ya estuviera prefigurado en el conjunto de su obra. Tal parece que citar o tener en cuenta el papel de Stalin en un tema determinado ya fuera identificarse con el conjunto de su obra. Por su parte, los estalinistas suelen afirmar que esa definición es válida íntegramente y permite comprender actual y enteramente el problema nacional. En mi opinión esa afirmación peca de dogmática y no puede sostenerse hoy, tras la experiencia de construcción y de la caída de URSS. Algunos comunistas independentistas, mantienen una relación instrumental con esa definición: cuando sirve a su política, la usan; cuando no, la ignoran.
Recordemos el tenor de la definición estaliniana de nación: “La nación es una comunidad humana, estable, históricamente constituida, nacida sobre la base de una comunidad de lengua, de vida económica y de formación psíquica que se traduce en una comunidad de cultura. De ello se deduce que la nación, como cualquier fenómeno histórico, esta sometida a la ley del cambio, que tiene su historia, su inicio y su fin”[30].
Hay que reconocerle a la definición de Stalin la ventaja de incluir el aspecto psicológico, la existencia de una mentalidad colectiva que perdura en el tiempo y la inclusión de la cultura, tema en el que coincide plenamente con Lenin dentro de la definición de nación[31]. También el situar la nación, contra todo nacionalismo, como una construcción histórica correspondiente a una determinada fase histórica. Analizar un fenómeno social como histórico es decir, como producto de la lucha de clases y sujeto a cambio, supone la crítica más dura que se pueda infligir a cualquier esencialismo etnicista o nacionalista. En eso, Stalin se limitó a seguir fielmente la opinión de Marx y el guión preparado por Lenin, sin caer en un estrecho determinismo economicista.
Sin embargo, el conjunto de la definición de Stalin nos aparece hoy como epistemológicamente débil, a pesar de la autorizada opinión de Pierre Vilar. Sobretodo, si pretende aplicarse de forma mecánica y aislada de su contexto. La necesidad de que todos los elementos de la definición estén presentes para que una determinada formación social se denomine nación le da a la aplicación de la misma un tono dogmático, sobretodo si se quiere desprender mecánicamente de ella, la definición del sujeto nacional protagónico del derecho de autodeterminación, sin atender al contexto geopolítico existente, ni a la correlación de fuerzas sociales, ni simplemente, a qué clase social beneficia. Esa adoración beata y dogmática por el derecho de autodeterminación ha tenido consecuencias gravísimas por ejemplo en Yugoslavia. Luego me referiré a ello.
Además en la construcción de la URSS ante la imposibilidad de aplicar el principio territorial de forma mecánica y en todos los casos, hubo que recurrir aunque fuera a medias y de forma vergonzante a criterios como el tan criticado de Otto Bauer de autonomía nacional. La vida es mucho más rica que cualquier teoría.
Por su parte, la definición de Trotski, pasó de sostener en su época menchevique un internacionalismo abstracto, a apoyar sin reticencias la política leninista sobre cuestión nacional al ingresar en el bolchevismo. Su aportación teórica al tema no supera la posición de Kautsky de 1908, en que el éste, frente a Bauer, define la nación como una comunidad de lengua[32]. La definición de nación contenida en su “”Historia de la revolución rusa”, aparece hoy manifiestamente insuficiente como elemento explicativo del hecho nacional y también como elemento que ilumine la elaboración de línea política.: “La lengua es el instrumento más importante de contacto entre los hombres y, por tanto, de vinculación de la economía. Se convierte en lengua nacional con la victoria de la circulación mercantil que unifica la nación. Sobre esta base se establece el Estado nacional, que es el terreno más cómodo, ventajoso y normal para las relaciones capitalistas … la época de la formación de las naciones burguesas en Europa occidental ha comenzado con la gran revolución francesa, y en lo esencial termina aproximadamente un siglo después con la constitución del Imperio alemán”[33].
6.- La tradición comunista española y la cuestión nacional.
El resultado de la transición, con la derrota del bloque que defendía la ruptura democrática, o dejó de tener consecuencias en el tema nacional. El resultado fue un estado de las autonomías, en que ni las nacionalidades históricas ( siento decir que esta expresión me parece poco o nada afortunada) obtuvieron el ejercicio del derecho de autodeterminación, ni el conjunto de los pueblos de España gozaron de un avance democrático y descentralizador que hubiera supuesto la proclamación de una República federal.
La derrota del proyecto democrático- rupturista comportó la crisis, la división y la lenta pero inexorable reducción del PCE y del PSUC, principales protagonistas de la lucha antifranquista. También la de otros grupos comunistas que si bien eran críticos con la política del PCE en la transición, no fueron capaces de construir ninguna alternativa real a la misma.
Treinta años más tarde, a ello se ha sumado unos cambios importantísimos en la composición de la clase trabajadora, producto del nuevo impulso de la mundialización capitalista y de la tendencia a la superación, en nuestro país, de la etapa fordista. Para los comunistas, se ha producido un salto generacional al vacío. Se ha roto la cadena de transmisión de la tradición que ni el franquismo logró romper. Fruto de ello es el afloramiento de tendencias nacionalistas gran españolas en el PCE y, como reacción el crecimiento del comunismo independentista en Catalunya, Euskadi, Galicia y, últimamente, en Andalucia.
Los sectores independentistas, suelen partir del desconocimiento puro y simple de la historia del comunismo español cuando afirman que el comunismo español no tuvo nunca una política nacional. Esa afirmación no se compadece con la realidad que, en la diversidad más absoluta de tendencias y grupos muestra un buen abanico de autores y de obras que aquí solo puedo mencionar. Para los años treinta podemos mencionar a: Joaquin Maurin[34], Joan Comorera[35], Andreu Nin[36], en el caso de Catalunya[37], Pero también Dolores Ibárruri[38], José Díaz[39] y Palmiro Togliatti[40] para el caso de España nos muestran un abanico importante de elaboración que merece y necesita ser estudiado. La bibliografía al respecto es abundante, si bien no fácilmente accesible. La creación de una base de textos en internet, de estos y otros autores es imprescindible para que no desaparezca de la memoria histórica toda una tradición de la que podemos, y debemos sentirnos orgullosos. La traducción al castellano de muchos de los textos también sería importante para evitar que nos vendan gato por liebre. Soy consciente de la pluralidad de opciones políticas mencionadas. Pero una refundación comunista hoy, no puede partir de la exclusión de ninguna aportación y debe saber trabajar críticamente teniéndolas todas presentes.
La creación del PSUC en 1936[41] reveló por un lado la corrección del VII Congreso de la Internacional en su política de unificación orgánica del proletariado enmarcada dentro de la política de Frente Único y de Frente Popular. Pero además fue una contribución clave para que la cuestión nacional catalana fuera abordada por fin por un partido marxista que llegó a ser de masas en el transcurso de la guerra. Durante la clandestinidad el PSUC llegó a ser “el partido”. Su aportación a la cuestión nacional ha sido inestimable[42]. La prensa comunista catalana, “Lluita”, “Treball”, más adelante “Nous Hortizons” fue durante muchos años la casi única expresión periódica en catalán. A pesar de la crisis entre Joan Comorera y el resto de la dirección del PSUC, que restó fuerzas al proyecto comunista catalán, el PSUC desarrolló una línea política nacional adecuada a la situación y llegó a ser un elemento clave de la unidad de las clases subalternas, en un proceso que llevó a la formación de la Asamblea de Catalunya, a grandes huelgas generales como las de Cerdanyola ( 1974), Sabadell ( 1976) y Bajo Lloobregat ( 1976)[43]. Luchas y procesos que fueron truncados por la salida reformista de la transición. La elaboración política del problema de la emigración por parte del PSUC, consiguió que ese proceso social se saldase con una más que notable integración de la clase obrera inmigrada en la sociedad catalana. La derrota en la transición inició la larga crisis del PSUC y del PCE, que continua aún. Una de las expresiones de esta crisis es el crecimiento actual de organizaciones comunistas independentistas en el marco del Principado. Durante el franquismo y la transición estas organizaciones eran algo testimonial. Hoy son realidades con las que cualquier intento de refundar el comunismo en Catalunya debe dialogar y debatir.
7.- La cuestión nacional en España hoy.
El problema nacional existe en España porque hay dos problemas interrelacionados. Por un lado, la existencia de naciones oprimidas, por otro el centralismo borbónico, agudizado por cuarenta años de fascismo. Un centralismo muy funcional a los intereses de una parte de las clases dominantes españolas que entra en confrontación con las intereses de las clases dominantes catalanas y vascas. Un centralismo no sólo contrario a los intereses de las clases subalternas de las naciones oprimidas si no a los intereses del conjunto de la clase obrera y sectores populares españoles.
En España existen tres naciones ( Galicia, Euskadi y Catalunya) cuyas clases subalternas ( obreros, campesinos, pequeña burguesía) han sido doblemente oprimidas históricamente: en tanto clases subalternas y en tanto que miembros de una nacionalidad no reconocida como tal. El reconocimiento de esta opresión nacional no niega, en absoluto, el sufrimiento y la opresión de las clases subalternas del centro y del sur de España. Por el contrario son dos sufrimientos y dos opresiones que están estrechamente relacionados por darse en el seno de un mismo estado, representante de un bloque histórico dominante muy complejo y con grandes contradicciones internas. Negar cualquiera de las dos opresiones ( la de clase y la nacional), nos colocaría en el terreno de la respectiva burguesía ( sea la periférica catalana o vasca o la española).
Las clases dominantes de estas tres naciones oprimidas, han formado y parte de las clases dominantes del Estado Español, tanto en la época de la monarquía borbónica como en la época de la dictadura franquista. Las clases subalternas de estas tres naciones normalmente han luchado codo con codo con el resto de las clases subalternas de España contra el conjunto del bloque dominante: Las clases dominantes de las naciones oprimidas (primordialmente las burguesías catalana y vasca) han formado parte del bloque en el poder en España. Aunque muchas veces han tenido problemas con este bloque en el poder, que ha sido en muchas ocasiones un freno al desarrollo económico capitalista industrial, apoyando y gestionando los intereses de lo que los comunistas siempre habíamos llamado la “oligarquía financiera y terrateniente”. En el caso de Catalunya, cuando la burguesía catalana ha chocado con la política económica del estado español, o bien cuando ha fracasado en sus intentos para dirigir España, ha tratado de usar el movimiento de las clases populares en defensa de sus propios intereses. Pero nunca ha podido hacerlo plenamente. Con razón Niceto Alcalá Zamora le dijo a Cambó en 1917: “ Usted no puede ser al mismo tiempo el Bolívar de Catalunya y el Bismarck de España”.
La política nacional de los comunistas debe dar respuesta hoy a problemas inéditos, propias de la etapa de desarrollo del capitalismo que atravesamos. La tradición de Marx y de Lenin nos da claves y puntos de partida, pero no es una tradición dogmáticamente preparada para resolver “urbi et orbe” cualquier problema con arreglo a formulaciones elaboradas por nuestros clásicos en circunstancias, situaciones geográficas y etapas históricas muy diferentes a las actuales. Del mismo modo que con el desarrollo del imperialismo, Lenin no se conformó por lo escrito por Marx en El Capital y se lanzó al estudio de la nueva fase del capitalismo sin despreciar los avances de las ciencias sociales de su época, hoy no podemos, en el tema nacional o en cualquier otro prisioneros de unos textos[44].
Hago una lista provisional e incompleta de preguntas a las que deberíamos dar respuesta, no abstracta, si no concreta: ¿cómo avanzar en el marco europeo hacia la mayor unidad de los obreros de todas las naciones que forman la Europa de los 25? ¿Cómo garantizar el derecho a la autodeterminación de las naciones avanzando hacia una federación de estados europeos, que pueden coincidir o no con los estados que heredamos de las vicisitudes de los siglos XIX y XX? ¿Cómo avanzar en la negociación y el desarme en conflictos nacionales como el de Euzkadi o el de Irlanda del Norte o el de los Balcanes? ¿ Como hacer posible la mayor descentralización posible con la construcción en común de un espacio europeo cuyos ciudadanos sean libres e iguales? Los movimientos migratorios imparables, producto de la globalización económica configuran sociedades cada vez más plurales en su interior. En este contexto se desdibuja la idea de un sola nación, un estado. La aplicación mecánica de esta idea ha dado resultados negativos en la antigua Yugoslavia, y en algunos estados nacidos de la antigua URSS. En las sociedades europeas del siglo XXI vamos a convivencias cada vez más complejas y difíciles de gestionar si se aplican criterios comunitaristas y etnicistas de convivencia. El único criterio defendible desde una perspectiva internacionalista es el derecho de suelo (como decíamos los comunistas catalanes en los años sesenta: “es catalán quien vive y trabaja en Catalunya”) frente al derecho de sangre del nacionalismo (“ es catalán aquel que es hijo de catalanes, o quien “se siente catalán”). La gestión de la pluralidad nacional no solo territorial sino en el interior de cada territorio nacional, será el principal problema político con que vamos a enfrentarnos en los próximos tiempos. La diversidad étnica dentro de la clase obrera producirá y produce momentos de competencia interna y de conflicto que retrasará la reconstitución del proletariado en clase.
La resolución de estos problemas se da aún en un único marco estatal de lucha de clases que se llama España. Un marco estatal que, manteniéndose como elemento dominante, se difumina por un lado ante el desarrollo de marcos autónomos de lucha de clases (Catalunya, Euskadi, Galicia…) y por la creación del nuevo polo imperialista europeo, configurado como nuevo estado en construcción. La combinación de los tres marcos de lucha de clases y su correlato organizativo no es un tema fácil en la fase actual. Conviene huir de simplificaciones y es preciso abrir un proceso de elaboración política comunista, autónomo en que los comunistas españoles debemos tener en cuenta y dialogar con aportaciones hechas desde otros ámbitos de la izquierda, pero en la que no partimos de cero. Partimos de una gloriosa tradición, una tradición rica y plural de la que nos sentimos crítica y autocríticamente herederos.
Oix – Sabadell 24-29 de junio de 2006.
Un debate reciente sobre este problema:
Diego Guerrero “Nación y clase”
Joan Tafalla “Comunismo y cuestión nacional en España”
Puedes encontrarlo en Espai Marx: http://www.moviments.net/espaimarx/ .
[1] Véanse los artículos “Nación y clase” de Diego Guerrero, y “ Comunismo y cuestión nacional en España” de Joan Tafalla, , en Proteo nº 2, 2006, revista del Centro di Studi per la Transformazione Sociale, Roma. Pueden encontrarse en: http://www.moviments.net/espaimarx/ .
[2] Menuda autocrítica involuntaria, la del inventor de la expresión “socialismo real”.
[3] Me refiero básicamente comunismo independentista catalán, que conozco algo. Conozco menos las elaboraciones del independentismo comunista vasco y casi nada la de los gallegos y andaluces.
[4] Artículo citado.
[5] “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano propuesta por Maximilien Robespierre, impresa por la convención nacional”, artículo xxxvi : “ Aquel que oprime una nación, se declara enemigo de todas”, 24 de abril de 1793, en la Convención Nacional. En: “Por la felicidad y por la libertad”, discursos de Robespierre, El Viejo Topo, Barcelona, 2005.
[6] Karl Marx, “Extracto de una comunicación confidencial”, 28 de marzo de 1870. Se trata de una circular en que Marx polemiza contra la influencia bakuninista en el Consejo federal de la suiza francesa. Los bakunistas no comprendían la importancia del movimiento de liberación nacional irlandés y su relación con la lucha del proletariado inglés. Se puede encontrar el texto en “Obras Escogidas de Marx y Engels”, Tomo II, página187, Editorial Progreso, Moscu, 1976.
[7] Karl Marx, “El consejo general de la AIT a los miembros de la sección rusa en Ginebra”, 24 de marzo de 1870. Obras escogidas de Marx y Engels en tres Tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1976. Tomo II, pag. 182.
[8] Karl Marx, “Extracto…”, ob cit. Pag. 187.
[9] Roman Rosdolski, “El problema de los pueblos sin historia”, editorial Fontanamara, Barcelona 1981, pag. 8.
[10] El propio Rosdolski no deja de ver en estas posiciones un episodio de un proceso de aprendizaje/ error en Marx y en Engels, proceso que llevaría hasta la posiciones de Lenin sobre la cuestión nacional: “No es maravilla que a Lenin le fuese dado superar las unilateralidades tanto de la concepción engelsiana como también de la bakuniniana y tender un puente entre ellas”, ob.cit., pag. 164.
[11] Michael Löwy, “Patries ou planète? Nationalismes etinternationalismes de Marx a nos jours”. Cahiers Libres, Editions Page deux, Lausanne, 1997.
[12] Por ejemplo Marx en “La guerra civil en Francia” (1871) “Obras escogidas de Marx y Engels”, Tomo 2, páginas 214 a 259, Editorial Progreso, Moscu, 1976; Lenin en “El Estado y la revolución” (1917), en Obras Completas, tomo 33, o en “Contribución al problema de la naciones o sobre la ‘autonomización’ ” ( 1922), Obras Completas Tomo 45, Editorial Progreso, 1987. En estos escritos, nuestros autores describen un modelo de socialismo que poco tiene que ver con el desarrollado en los países del llamado “socialismo real” durante el siglo XX. Si algo se ha agotado no son las ideas de Marx y Lenin sobre el socialismo. Lo que está irremisiblemente amortizado por la historia son el estatismo y el centralismo burocráticos.
[13] Federico Engels, “Contribución a la crítica del programa socialdemócrata de 1891”, escrito entre 18 y 29 de junio de 1891. Más conocido como “Crítica al programa de Erfurt”.
[14] Manifiesto del Partido Comunista en Obras de Marx y Engels, Tomo 9, Ed. Critica, Grupo editorial Grijalbo, Barcelona, 1978, pag. 154.
[15] Pierre Vilar, “sobre els fonaments de les estructures nacionals”, in “Estat, nació, socialisme”, Ed. Curial, Barcelona 1981.
[16] Obras Escogidas en tres tomos, Tomo 3, pág. 202, en adelante.
[17] “Los apuntes etnológicos de Karl Marx”, transcritos, anotados e introducidos por Lawrence Krader, Editorial Pablo Iglesias/ Siglo XXI, Madrid 1988.
[18] En V.I. Lenin, folleto de igual título Editions en Langues étrangères, Moscou, 1954.
[19] En V.I. Lenin, Obras Escogidas en tres tomos, Tomo I, Pág. 615- 669. Editorial Progreso, Moscú 1970.
[20] En V.I. Lenin, “El socialismo y la guerra”, Folleto de Editorial Progreso, Moscú, sin fecha.
[21] “El socialismo y la guerra” , pag.26.
[22] “Notes critiques sur la question nationale”, Moscou 1954, pag 6 y 7.
[23] “La révolution socialiste et le droit des nations a disposer d’elles mêmes” ( Thèses). Tesis 3: la révolution socialiste et la lutte pour la démocratie, Éditions en langues étrangères, Moscou, 1954. pag. 115.
[24] “El socialismo y la guerra” , pag.25.
[25] V.I. Lenin, Obras Completas Tomo 45, Pag. 225. Editorial Progreso, Moscu, 1987.
[26] V.I. Lenin, “Nota a L.B. Kamenev sobre la lucha contra el chovinismo de gran potencia”, 6 de octubre de 1922. Obras Completas, Tomo 45, pag. 228, Moscu, 1987. Por lo visto ni el dolor de muelas hacia renunciar a Lenin a su lucha contra el chovinismo de gran nación.
[27] V.I. Lenin, Obras Completas, Tomo 45, pags. 372 a 379. Moshe Lewin ha contado este episodio con mucho detalle en “El último combate de Lenin”, Editorial Lumen, Barcelona, 1967.
[28] V.I. Lenin, Obras Completas, Tomo 45, pags. 375.
[29] Tal parece que la brillante descripción del papel de la cuestión nacional en la revolución rusa por Trotski en el famoso capítulo de su “Historia de la Revolución Rusa”, sirviera tanto para un fregado como para un barrido. Tomo II, Págs. 267 a 285. Trotski, maniqueamente, ignorar el papel, objetivamente positivo, de la obrita de Stalin sobre la cuestión nacional. Sin embargo, su capítulo sobre el tema nacional en la “Historia…” es del mayor interés para cualquiera que quiera acercarse al tema.
[30] Joseph Staline, “Le marxisme et la question nationale” in, “Principaux ecrits avant la révolution d’octobre”, Editions La Taupe, Bruxelles, 1970.
[31] Esa es la principal ventaja que le encontraba Pierre Vilar. Véase:
[32] Maxime Rodinson, “Nation/Nationalité” en “Dictionnaire Critique du Marxisme” de G. Labica y G. Bensussan, PUF, Paris, 1982, pag. 785.
[33] Libro citado, Pág. 267. Que remarquemos que esta definición no nos parece suficiente precisamente porque ignora el aspecto psicológico y cultural del fenómeno, así como su continuidad histórica. Ello no obsta para que reiteremos que este capítulo debería ser incluido en cualquier antología marxista sobre el tema por la descripción del proceso político del tema nacional en la revolución de octubre.
[34] Joaquin Maurín, “Revolución y contrarevolución en España”, Ruedo Ibérico, Paris 1966.
[35] Joan Comorera, “Socialisme i qüestió nacional” , editorial Undarius, Barcelona, 1977. “Antologia”, a cura de Mquel Caminal, edicions La Magrana, Barcelona, 1987.
[36] Andreu Nin, “Socialisme i nacionalisme” ( 1912-1934). Escrits republicans, socialistes i comunistes. Edicions La Magrana, Barcelona, 1985 y, “La cuestión nacional en el estado español”, editorial Fontanamara, Barcelona, 1979.
[37] Existe una antologia de textos de autores y organizaciones catalanes esencial para mostrar la riqueza de esta elaboració durante los años treinta: Roger Arnau ( seudónimo), “Marxisme català i qüestió nacional catalana. 1930-1936”. Edicions Catalanes de Paris, 1974.
[38] Dolores Ibárruri, “En la lucha”, editorial Progreso, Moscu, 1976.
[39] José Díaz, “Tres años de lucha”, Colección Ebro, Bucaret, 1974.
[40] Palmiro Togliatti, “Escritos sobre la guerra de España”, Editorial Crítica, Barcelona, 1979.
[41] Véase Josep Lluis Matín Ramos, “Els orígens del Partit socialista Unificat de Catalunya ( 1930-1936), Ed. Curial, Barcelona, 1977, y L. V. Ponomariova, “La formación del Partit Socialista Unificat de Catalunya. El proletariado catalán enlucha por su unidad”, Ed. Icaria, Barcelona 1977.
[42] Véase por ejemplo el folleto “El problema nacional català. 1era. Part: antecedents històrics”, Edicions Horitzons, México DF, 1961.
[43] Proporciona mucha información a este respecto los libros de Josep Serradell ( Román) “Clandestinos” y “Salida a la superficie”, editado por el PCC, Barcelona 1995.
[44] Sin poder desarrollar el tema por espacio y tiempo creo que es imprescindible incorporar críticamente las aportaciones de autores como E.J. Hobsbawn,”naciones y nacionalismo desde 1780” Editorial Crítica, Barcelona 1992; “L’invent de la tradició”, Eumo editorial, Vic, 1988. O E. Balibar y I. Wallerstein, Eaza, Nación y clase, IEPALA, Madrid 1991. O finalmente, Mchael Lowy, “Patries ou planète”, ya citado.