Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Kim Philby, camarada universal

Gonzalo Pérez

Danton: “Audacia, audacia, siempre audacia”.

Intentaremos hacer una pequeña semblanza de un hombre, Kim Philby, que puso sus mejores cualidades y capacidades al servicio del socialismo. Por su origen social y educación estaba llamado a ser un dirigente del todavía Imperio británico, que sabría recompensarle adecuadamente, tanto en lo material como en reconocimiento social. Pero Philby, como muchos otros, no pudo permanecer indiferente ante las injusticias y los fascismos de los años 30, lo que le llevo a tomar un compromiso que no abandonó en toda su vida. El compromiso se plasmó en su trabajo como doble-agente dentro del Servicio Secreto Inglés al servicio de la Unión Soviética. Ha sido reconocido como el mejor espía del siglo XX, y estuvo a punto de ser nombrado jefe del Servicio Secreto Inglés. El devenir de su vida está jalonado por los acontecimientos más importantes del siglo pasado: la subida del nazismo en Alemania; el golpe de Estado en Austria (1934); la guerra civil española; la 2ª Guerra mundial; la “Guerra Fría”, y los conflictos de Oriente Próximo. En todos ellos estuvo presente y aunque en su momento pareciera que estaba en el otro lado de la barricada, sus aportaciones fueron muy valiosas, para lograr que la URSS siempre estuviera informada de las conspiraciones que urdía el mundo capitalista contra ella.

Philby nació en 1912, el día de Año nuevo, en Ambala, en el Punjab que entonces era, como toda la India, una colonia británica; hijo de un extravagante funcionario y aventurero inglés, St. John Philby, que tuvo una relación muy estrecha con el mundo árabe (fue asesor de la casa de Saud),  y realizó reconocidos estudios sobre arqueología, geografía y lingüística árabe. Después de la 1ª Guerra mundial, cuando Gran Bretaña no cumplió los acuerdos que había firmado con los árabes, para luchar contra el Imperio Otomano, St. John les siguió asesorando, y confirmó la idea de que no podía confiarse en los gobernantes de su país. Kim, a los siete años se traslada a Inglaterra donde después de seguir una brillante carrera escolar, en el mismo colegio que su padre, Westminster, ingresa en 1929 en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, que era y es, una de las principales canteras de los dirigentes y las élites gobernantes británicas.

Es en el contexto de los primeros años 30 cuando Kim comienza a tomar conciencia del mundo que le rodea y de los graves problemas que se suceden (crisis del 29, fracaso del laborismo en Inglaterra con la traición de MacDonald, auge de los fascismos en Europa…). En un principio se introducirá en un grupo socialista de la Universidad (Cambridge University Socialist Society, CUSS), mientras que algunos de sus futuros compañeros en el servicio secreto “doble”, como Guy Burguess y MacLean, militan en grupos mucho más a la izquierda que él, y el prestigioso profesor de economía, Maurice Dobb, era el dirigente del partido comunista en Cambridge. En estos años, la actividad izquierdista en Cambridge se desarrolla fuertemente, y a mediados de 1933, a la pequeña célula comunista creada por Maurice Dobb, se unen la CUSS, los Heréticos (una sociedad anticlerical fundada en los años 20) y The Outpost (un periódico radical independiente).

En cuanto a Kim, su búsqueda de compromiso se resume en esta frase: “La pregunta que me hacía continuamente era qué podría hacer yo para que cambiaran las cosas”. En 1933 viaja por Europa (Alemania, Hungría y Francia), y es testigo del ascenso del fascismo en Europa, e incluso participa en alguna pelea callejera entre nazis y comunistas, durante la campaña electoral de 1933, que terminaría con el triunfo de Hitler. Todas estas vivencias hicieron que Philby fuera adquiriendo cada vez un mayor compromiso contra el fascismo; y en esta batalla se encontró que la única base sólida era la URSS. Los fascismos, tanto el de Italia como el de Alemania, no sólo eran considerados todavía regímenes respetables, sino que incluso eran vistos con simpatía por muchas de los partidos liberales y derechistas de la época, pues los consideraban un baluarte contra las fuerzas izquierdistas y revolucionarias, que desde la Revolución de octubre de 1917, se habían ido extendiendo por Europa.

En París trabaja para la “Comisión Mundial de Ayuda a las víctimas del fascismo alemán”, y luego, a través de la sección francesa del Komintern, se traslada a Viena donde gobernaba el canciller Dollfuss con un régimen autoritario, aunque no nazi, que había suprimido la Constitución y clausurado el Parlamento en 1932, pero que todavía tenía enfrente a una de las clases obreras más combativas y mejor organizadas de toda Europa. En febrero de 1934, Dollfuss da un golpe de Estado y declara ilegal al Partido Socialdemócrata, lanzando una feroz represión contra los barrios obreros de Viena  que concluye con más de mil muertos. Philby está en casa de Litzi Friedmann, una militante comunista, con la que se casará para poderla librar de la represión y salir de Austria. Al mismo tiempo, trabaja con una organización clandestina llamada “Socialistas Revolucionarios”, principalmente como correo, viajando a la vecina Hungría, aprovechando su pasaporte inglés.

En mayo, Litzi y Kim salen para Londres y entonces Philby es reclutado por los Servicios de Inteligencia Soviéticos, que le encomendarán la misión de su vida: infiltrarse en el Servicio Secreto inglés. Desde la Revolución de octubre de 1917, Gran Bretaña, había sido uno de los países más beligerantes con la URSS, incluso se sospecha que el atentado cometido contra Lenin, por la social-revolucionaria Dora Kaplan, fue inspirado por el Servicio Secreto inglés. Para la URSS, infiltrarse en el Servicio Secreto inglés se había convertido en una prioridad y también en un difícil reto, pues habría que reclutar a jóvenes ingleses de clase alta debido a la propia idiosincrasia del Servicio inglés, cuya endogamia y clasismo eran conocidos. Esperaron hasta que en el año 1934 vieron la posibilidad con Philby y con los otros tres compañeros de Cambridge, que también fueron captados: Guy Burguess, Donald Maclean y Anthony Blunt.

A partir de ese momento, Philby tiene que hacer olvidar todas sus veleidades izquierdistas e ir creándose una fachada políticamente correcta. Para empezar, junto con su compañero Guy Burguess, se hace socio de la Hermandad Anglo-Germana, nido de la más rancia aristocracia británica, que simpatizaba abiertamente con el nazismo. Burguess también había comenzado a desandar su particular recorrido ideológico y aprovechó su vuelta de un viaje a Moscú, para declarar públicamente su desilusión por el régimen de la URSS y su admiración por el régimen de Mussolini. A Philby, su implicación en la Hermandad Anglo-Germana, le permitió dar ya las primeras informaciones útiles a su contacto ruso, pues le permitía saber los distintos contactos que había entre Gran Bretaña y Alemania, e incluso se entrevistó varias veces con el embajador alemán Von Ribbentrop.

Al comenzar la guerra civil española, los rusos tienen necesidad de información de primera mano, y preparan el desembarco de Philby en España, donde había estado ya, en los veranos de 1934 y 1935. A la URSS le interesaba saber todos los movimientos que tanto alemanes como italianos, estaban realizando en España. Como cobertura consigue que una pequeña agencia de prensa, la London General Press, le otorgue una acreditación como periodista. Kim llega en febrero de 1937 a España y empieza a escribir artículos desde el lado de los fascistas. Estos artículos los mandaba a “The Times” con el fin último de que lo contrataran, cosa que consiguió en mayo de 1937, cuando es nombrado segundo corresponsal en el campo franquista. Durante su estancia en España pasa por varios momentos peligrosos, en los que gracias al azar y a su propia inteligencia puede salir airoso. El primero en Córdoba cuando es registrado por unos guardias civiles, mientras en uno de sus bolsillos tiene instrucciones para el uso de un código del servicio secreto ruso. Lo resolvió sacando su billetera y dejando que se cayera, lo que hizo que los tres guardias civiles pusieran toda su atención en ella, momento que Philby aprovechó para sacar el papel del bolsillo y tragárselo. En diciembre de 1937, estando en Teruel, un proyectil impactó en el coche donde estaba junto a tres periodistas norteamericanos que fallecieron, saliendo él indemne y condecorado personalmente por Franco.

El periodo en España afianza su fachada derechista lo que provocó que algunos antiguos amigos de su etapa izquierdista, se quedaran desconcertadas y renegaran de él. Philby pasó situaciones muy desagradables que interiormente le debieron de desgarrar, como cuando tuvo que visitar en la cárcel a miembros de las Brigadas Internacionales, algunos de ellos de su misma nacionalidad. Todas estas situaciones le cambiaron el carácter haciéndole más duro y disciplinado. Pero también su trabajo en España hizo que el Servicio Secreto inglés se fijara en él y en su más que probable fichaje.

Vuelve a Londres en agosto de 1939, y casi inmediatamente es enviado a Francia a cubrir el inicio de la guerra con Alemania. Durante los nueve meses siguientes, se vive la llamada “extraña guerra”, en la que no hay operaciones militares por ninguno de los bandos, lo que en más de un caso desesperaba a los corresponsales, cuyas noticias se circunscribían al parte meteorológico o a la ingesta de alcohol por parte de los oficiales. En general se respiraba un ambiente optimista y se confiaba en que la “Línea Maginot” disuadía al enemigo. Sin embargo, en mayo de 1940, los alemanes atacaron y el  21 de junio Francia se rendía. En poco más de un mes, Alemania había invadido Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia; su guerra relámpago (“Blitzkrieg”), dejó a Gran Bretaña, sola en su combate contra la Alemania nazi. Es importante señalar, que Donald Maclean, otro de los cuatro de Cambridge, trabajaba en la embajada inglesa en París, y pudo informar con anticipación a la URSS, de la actitud francesa de desistimiento que les condujo a la rendición.

Philby vuelve a Londres donde, casi inmediatamente, es reclutado por el Servicio Secreto (SIS), gracias a su amigo Burguess, que también trabajaba para los rusos, y que entró en el SIS en 1939. Burguess, compañero en Cambridge, era una persona muy brillante y expansiva, pero con una tendencia cuasi-natural a los excesos, lo que más de una vez trajo problemas (Philby llegó a decir “puedo atribuir todos mis problemas a una amistad imprudente”). Burguess, desde 1936, tenía un programa muy popular en la BBC (“The week in Westminster”), que le hizo entrar en contacto con los círculos políticos, conociendo así por ejemplo, a Churchill. Como hemos dicho, en 1939 fue fichado por el SIS, y a través de él, entraron Philby y Blunt, en 1941. En un periodo corto, poco más de siete años, Philby había conseguido el objetivo de infiltrarse en el SIS, lo que le abría las puertas de todos los secretos del servicio de inteligencia.

Su primer destino dentro del SIS es la Península Ibérica debido a la experiencia que ya había obtenido durante la guerra civil española. Era un terreno complicado pues, aunque tanto España como Portugal eran países neutrales, las verdaderas simpatías de sus gobiernos estaban con los países del Eje, y los agentes alemanes tenían muchas facilidades para actuar. Rápidamente Philby obtiene diversos éxitos y desenmascara a varios  espías alemanes, lo que hace que su popularidad dentro del Servicio Secreto vaya en aumento. En estas fechas también conoce a Graham Greene con quien mantendrá una amistad hasta su muerte. Greene trabajó para el servicio secreto inglés durante la 2ª Guerra mundial y será luego uno de los pocos que comprenderán la postura de Philby.

A partir de 1944 se empiezan a respirar los primeros aires de “Guerra Fría” y todos los simpatizantes comunistas que trabajaban en el SIS son expulsados, como James Klugman, creándose una sección dedicada a operaciones anticomunistas, que paradójicamente es dirigida por Philby. Desde esta posición privilegiada, Philby pondrá sobre aviso de todos los sabotajes y operaciones encubiertas que se planean contra la URSS (especialmente operaciones en Ucrania y en las naciones bálticas) y los países del Este de Europa. Una de las principales operaciones que gracias a Philby se logró desbaratar, fue la invasión de Albania, en 1950. Estados Unidos y el resto de las potencias occidentales pensaron que si hacían caer uno de los regímenes comunistas del Este de Europa, el resto seguiría el mismo camino. Como se puede imaginar, el intento de invasión resulto un absoluto fracaso y todos los participantes fueron muertos o apresados.

Mientras, Philby seguía su carrera ascendente dentro del SIS. En 1947 fue trasladado a Estambul, un lugar estratégico por ser encrucijada entre el área socialista y el bloque occidental; por otro lado, también era la entrada a Oriente Medio. De todos modos, desde 1945 Philby tuvo que comenzar a estar alerta, pues las deserciones de algunos agentes soviéticos como Gouzenko (Canadá), o Volkov (Turquía), le obligaban a actuar con pies de plomo. Sin embargo, en el SIS seguían confiando plenamente en él  y prueba de ello, es que en 1949 se le ofrece la representación del SIS en Estados Unidos, lo que conllevaba un trabajo conjunto con la CIA y el FBI. Para muchos esto era una señal de que se le estaba preparando, si no para ser el jefe del Servicio “C” (Contraespionaje),  para ser uno de los subjefes o asistentes del jefe.

Maclean había sido enviado a Washington en 1944 como primer secretario, proporcionando informaciones cruciales a sus contactos rusos: desde las opiniones de Churchill y Truman al final de la guerra, lo que proporcionó cierta ventaja a Stalin en las conversaciones de Yalta, hasta asuntos relacionados con la energía atómica, o también el nuevo proyecto de defensa occidental que cristalizó en la OTAN. Sin embargo el doble rol que tenía que representar le empezaba a pasar factura y cada vez más se refugiaba en el alcohol y en actitudes autodestructivas que reflejaban el deterioro de su estado anímico.

En 1948 fue trasladado a El Cairo, donde siguió montando escándalos, hasta que en 1950 se le trasladó a Londres, argumentando que sufría un colapso nervioso, y se puso en manos de un psiquiatra del Ministerio de Asuntos Exteriores. Después de un tiempo de tratamiento, volvió al servicio como jefe del departamento norteamericano en Londres, lo que le permitió informar a la URSS de temas tan importantes, como que el presidente Truman le había confirmado al primer ministro inglés Attlee, que los Estados Unidos no pensaban usar armas nucleares en Corea. Objetivamente, y en la situación bélica que había, esa información daba una ventaja estratégica muy importante a la URSS. Sin embargo, desde 1948, los americanos sabían que habían tenido un topo inglés en Washington (“Homer”) y el cerco se iba estrechando alrededor de Maclean. La ventaja es que Philby estaba al tanto de dichas investigaciones y llegado el momento, pondría en marcha el plan de huida de Maclean.

Otra complicación mayor fue la llegada de Burguess a Washington en 1950 como primer secretario. Una vez allí se fue a vivir a casa de Philby y su segunda mujer Ailee, con la que ya tenía cinco hijos. Philby intentó tenerlo controlado, pero al final su falta de adaptación a Estados Unidos, sus escándalos y borracheras, le pusieron en entredicho, y en 1951, volvió a Londres. Lo peor estaba por llegar. En mayo de 1951, el SIS iba a interrogar a Maclean sobre el caso “Homer”, por lo que se empezó a preparar su huida, pero lo que no estaba previsto es que Burguess se marchara con él. Este paso le costó la carrera a Philby. Posteriormente, al preguntarle a Philby cuál fue el mayor error que cometieron, dijo: “Escapar fue el error de todos, incluido Maclean. Yo había visto las pruebas contra él y sabía que no podían sostenerse ante la corte.” Fiel a este principio, Philby aguantó toda la presión y sospechas que cayeron sobre él, sin derrotarse. Pero su carrera quedo comprometida al haber estado viviendo con Burguess, bien porque era un cómplice, o bien porque no era un agente tan brillante como se suponía.

A partir de este momento Philby vuelve a Gran Bretaña y es sometido a varios simulacros de juicio por parte del MI5 (Servicio Secreto), hasta que en 1955 es absuelto públicamente y da una rueda de prensa donde de un modo distendido, cortés y encantador, va negando todas las acusaciones y enmarca el caso “Burguess” en un problema de amistad: “Hay amigos para los buenos ratos y amigos para los malos ratos, y prefiero pertenecer a la segunda categoría.” Ni la CIA ni el FBI, ni el MI5 habían conseguido prueba alguna inculpatoria sobre Philby.

En 1956 se establece en Beirut, donde trabajará como periodista para “The Observer”, hasta su huida en 1963. En  1960 el SIS le vuelve a contratar, no se sabe bien si para aprovecharlo o para tenderle una trampa definitiva. En 1961 cae George Blake, oficial del SIS, que trabajaba para los rusos en Berlín oeste. Comienza para Philby la etapa más vulnerable, que tendrá reflejo en su estado físico: cae en la bebida, tiene insomnio, etc… A principios de 1963 el SIS, con nuevas pruebas, intenta que confiese ofreciéndole la inmunidad. Philby no lo ve claro y decide huir. Más tarde el mismo Philby habla de que el Servicio Secreto, en realidad, prefería que huyese, pues su procesamiento en Londres habría constituido un escándalo.

El 27 de enero de 1963 llega a la Unión Soviética, donde permanecerá hasta su muerte en 1988. Al principio trabajará con su contacto para darle toda la información sobre los Servicios Secretos occidentales, vaciando toda su mente, y luego trabajará en el KGB sobre asuntos africanos. Sin embargo no todo será idílico. Durante una temporada, hasta 1971, el KGB prescinde de él. Era la época de Brezhnev y refiriéndose a él, Philby diría “todos sufrimos bajo su influencia plúmbea y embrutecedora”. En 1987, preguntado sobre la invasión de Afganistán, contestó: “No pidieron mi opinión sobre Afganistán. Si me hubiesen preguntado, les hubiera aconsejado no intervenir, por meras razones históricas (guerras y fracasos de Gran Bretaña)”.

Su defensa de la URSS no le impedía ver los defectos y errores, o ser consciente de la corrupción institucionalizada. Preguntado también por la oscura etapa del estalinismo, cuyas purgas llegaron a afectar a personas que trabajaron al principio con él, Philby nos responde desde el pragmatismo y desde el idealismo que él, tan bien supo combinar. Por un lado, las opciones que tenía eran limitadas: la primera era abandonar la política, algo que para su proyecto de vida era inconcebible; la segunda, era seguir en la política pero sobre una base diferente, cuyos ejemplos, podían ser Koestler o Muggeridge, quejándose y atacando al movimiento que habían abandonado, y por tanto, objetivamente pasarse al enemigo; y la tercera, que fue por la que optó, “era resistir en la confiada fe de que los principios de la Revolución superarían a las aberraciones de los individuos, por enormes que éstas fueran. Fue el camino que elegí, guiado en parte por la razón, en parte por el instinto”.

Lo que también podemos añadir es que, el de Philby no fue el camino más fácil, y tanto él como sus compañeros de Cambridge, sufrieron las consecuencias de una vida esquizofrénica, aparentando servir a unos intereses, mientras luchaban por otros muy distintos.

Es curioso que uno de los cuadros que tenía Philby en su despacho en Moscú, era el de “Che Guevara”, por el que sentía admiración. Ambos quizás representaran las dos formas más distantes de luchar por el socialismo: el Ché con su guerrilla internacionalista, creando uno, dos, tres… muchos Vietnam, siempre a cielo descubierto, atacando desde la periferia; mientras, Philby representa la lucha en la penumbra, pero en el mismo corazón de la bestia, intentando que los zarpazos de ésta sean al aire. Philby, seguramente, anheló el tipo de lucha directa, clara, que el Ché desarrolló, pero él sabía que a veces el lugar de combate no se puede elegir, el compromiso sí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *