Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Lucha de clases agraria y formación de estado en el Pakistán post-colonial, 1959–1974: contingencias del Mazdoor Kisan Raj

Noaman G. Ali

INTRODUCCIÓN

El 13 de enero de 2014, una multitud de campesinos de una aldea del distrito de Charsadda en el noroeste de Pakistán «sitiaron la residencia» de un terrateniente. El fuego cruzado fue tan intenso que aunque «[un] gran número de policías apoyados por vehículos blindados de transporte de personal llegaron al lugar… para rescatar al terrateniente y a su familia… no consiguieron entrar en la zona de lucha» (Dawn, 2014). Dos vecinos murieron, y cuatro personas resultaron heridas. Unos dos meses antes yo había entrevistado a funcionarios de rango superior del distrito, quienes me dijeron que en ese momento, había 800-900 casos sobre tierras en los tribunales, la mayor parte de ellos por conflictos entre terratenientes y arrendatarios.

La conducta combativa y litigante de los arrendatarios es un legado del que se podría decir movimiento campesino más grande y más efectivo de Pakistán, surgido en Charsadda en 1970 bajo el liderazgo del Mazdoor Kisan Party (MKP, Partido de Obreros y Campesinos) de orientación marxista-leninista y que se extendió a otros distritos de la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP por sus siglas en inglés, ahora Jaiber Pajtunjuá [Khyber Pakhtunkhwa en inglés]; véase Figura 1). El movimiento surgió ante el telón de fondo de reformas de la tierra limitadas (introducidas en 1959 y de nuevo en 1972) y la introducción de nuevas tecnologías agrarias diseñadas para intensificar las relaciones capitalistas en la agricultura «desde arriba» (Byres, 1996; Herring, 1979). En cambio, especialmente en el área del norte de Hashtnagar de Charsadda, el movimiento fue capaz de efectuar reformas importantes en los derechos sobre la tierra y arrendamientos «desde abajo», pues los terratenientes vendieron sus parcelas a precios bajos o detuvieron completamente las expulsiones (deshaucios).

No obstante, más que una contribución a la literatura clásica sobre la lucha campesina (por ejemplo, Akhtar, 2006) o los debates sobre la transición agraria al capitalismo (Bernstein, 2006; Byres, 1996; Lerche, Shah, & Harriss-White, 2013; Patnaik, 1990), este estudio examina la dimensión política de cómo la lucha de clases agraria interactúa con el poder del estado y contribuye a la formación de estado, entendido como la «reconfiguración de las jerarquías locales y las relaciones de dominio» (Lentz, 2011, p. 561), y a la construcción de estado, el «proceso por el que las instituciones de la administración pública se fortalecen en su alcance y penetración en la sociedad» (Kurtz, 2013, p. 56). Las reformas de la tierra y los arrendamientos «desde abajo» engendradas por la lucha campesina en Charsadda nos proporcionan un camino para para examinar los cambios en la institucionalización del poder no solo porque se socavó el poder directo de los latifundistas sino también porque las reformas tuvieron lugar, como veremos, debido a la intervención significativa del estado en favor de los arrendatarios. Pero este tipo de reformas económicas políticas desde abajo y este tipo de intervención estatal en favor de los arrendatarios había sido rara en otras partes de la Frontera, por no hablar de Pakistán en general. ¿Cómo y por qué, por tanto, adquirió el estado en partes del noroeste de Pakistán en los años 70 la autonomía y la capacidad para intervenir, aparentemente en favor de los arrendatarios?

Siguiendo el argumento de Charles Tilly (1985) de que los estados adquieren la capacidad de intervenir en sociedad como consecuencia de que haya funcionarios del estado que buscan extraer recursos de sus poblaciones para financiar la guerra, los estudiosos han tendido a centrarse en las relaciones entre élites locales y estatales para explicar la variación en la formación de estado, incluidas las variedades subnacionales (Migdal, 1988; Migdal, Kohli, & Shue, 1994). La cuestión no es simplemente la capacidad institucional del estado para intervenir en sociedad sino también las formas en que los actores que no son formalmente el estado (actores no estatales, para resumir) ejercen el poder en concierto o competición con funcionarios estatales. En el contexto del oeste de África, Catherine Boone (2003) ha argumentado que la forma que toma el estado local es el resultado de cómo las élites del estado central negociaron o coercionaron dominios indirectos ya existentes, si, de hecho, estas élites locales ya existían, para empezar. El supuesto metodológico de Boone sigue el supuesto teórico de Tilly y Joel S. Migdal de funcionarios estatales autónomos buscando ampliar su poder a través de los límites territoriales del estado, particularmente para aumentar los ingresos (véase también Bates, 2008; Herbst, 2000). Las relaciones inter-élite son por tanto un foco importante de la literatura sobre la formación y construcción de estado en las sociedades postcoloniales, no solo porque las élites locales tiendan a predominar como detentadores del poder con los que los funcionarios estatales deben competir sino también porque sociológicamente tienden a apropiarse del excedente (agrario) que constituye la base de los ingresos del estado. Sin embargo, como demuestra la experiencia del poder terrateniente en Pakistán, los funcionarios estatales no están siempre interesados en ampliar su poder o intervenir contra las élites locales.

De hecho, la idea de un estado autónomo interviniendo contra las élites locales en favor de arrendatarios se compadece mal con una comprensión académica alternativa de un estado postcolonial dominado por las élites terratenientes, y no autónomo de ellas. El dominio indirecto, en el que los sujetos son gobernados por «instituciones específicamente ‘nativas'» (Mamdani, 1996, p. 7) en lugar de directamente por el estado colonial, a menudo ha sido preservado y transformado de diversas maneras para adaptarse a las necesidades de los órdenes postcoloniales, dando también como resultado una considerable variación subnacional en la forma y el contenido del estado (véase también Naseemullah y Staniland, 2016). La mayor parte de los estudios sobre el poder en el Pakistán rural examinan cómo las élites con tierras que una vez practicaron legamente el dominio indirecto se han aferrado a su compromiso privilegiado con el estado a pesar de las transformaciones en la ley y las relaciones agrarias de producción, o respondiendo a ellas (Javid, 2011; Malik y Malik, 2017). Las élites con tierras buscan sus propias ventajas imponiendo, socavando o ignorando la ley: en el distrito de Okara, el estado (militar) posee tierras y hace cumplir sin compasión la ley contra un movimiento arrendatario (Akhtar, 2006); las élites con tierras han subvertido la aplicación de las leyes de reforma agraria (Herring, 1979); y como observó Haroon Akram-Lodhhi (2001) en su trabajo de campo en Charsadda en los 90, las élites con tierras a menudo ignoran la ley ejerciendo su propia coerción extrajudicial contra los arrendatarios –lo que supone deshaucios sumarios, palizas públicas e incluso asesinatos (véase también N. Martin, 2016)–. Visto desde la perspectiva de las clases subordinadas, es especialmente evidente que la «línea entre el estado y la sociedad se traza internamente, dentro de la red de mecanismos institucionales mediante los que se mantiene un determinado orden social y político» (Mitchell, 1991, p. 90). Muy apropiadamente, el estado en Pakistán parece ser instrumental para el poder de las élites con tierras.

FIGURA 1 North-West Frontier Province (NWFP) [Provincia Fronteriza del Noroeste] y Federally Administered Tribal Agencies (FATA) [Agencias Tribales Administradas Federalmente], Pakistan, ca. 1972. Fuente: Adaptado de Khan, I. & Abdul Wadud, K. (1977). Drug abuse policy in Pakistan. Bulletin of Narcotics (4), 21–40. Recuperado el 23 de mayo de 2019, de https://www.unodc.org/unodc/en/data-andanalysis/
Mi estudio defiende que el auge del poder organizativo de los arrendatarios y los trabajadores sin tierra bajo el liderazgo centralizado del MKP llevó no solo a la redistribución de la tierra y a derechos de arrendamiento sino también a cambios significativos en la formación y construcción del estado. En particular, el artículo demostrará cómo la lucha de clases agraria debilitó el dominio indirecto de las élites con tierras en las aldeas, desplazando el equilibro institucional de poder hacia las instituciones campesinas organizadas por el MKP por un lado y el aparato coercitivo del estado por otro. Amenazada por la autoridad del MKP, y sacando ventaja de las contradicciones dentro del movimiento campesino, fracciones de la clase dominante usaron entonces el aparato del estado contra las élites con tierras, fortaleciendo momentáneamente instituciones de la administración pública para intervenir en las disputas de tierras y fallando estas disputas en términos favorables a las clases en movilidad ascendente del campesinado. En otras palabras, más que dar por sentada la autonomía de los funcionarios estatales, o explicar esta autonomía en relación principalmente con las luchas inter-élite, mostraré cómo el estado adquirió una mayor autonomía relativa como consecuencia de la lucha de clases y fue arrastrado a intervenir contra las élites con tierras y en favor de determinados arrendatarios. También mostraré cómo el proceso de cooptación transformó las identidades políticas de muchos arrendatarios a medida que el estado bendecía normas individuales liberales de propiedad privada y de ciudadanía y imposibilitaba prácticas más igualitarias de derechos de propiedad y ciudadanía que habían surgido en el curso del movimiento. En otras palabras, el resultado de la lucha no estuvo predeterminado por procesos de cambio agrario sino que implicó una considerable contingencia.

He llegado a esta conclusión mediante el estudio detallado de registros estatales hasta ahora básicamente no estudiados en el Directorio de Bibliotecas y Archivos de Jiber Pastunjuá en Peshawar, un archivo documental original de boletines del MKP y literatura reunida de miembros que quedan del partido por todo Pakistán, e historias orales que reuní durante cuatro meses de trabajo de campo etnográfico en el distrito de Charsadda. Mi estudio pone estas fuentes en conversación con las literaturas emergentes sobre intersecciones entre formación de estado y variaciones subnacionales (Naseemullah y Staniland, 2016), contestación agraria (Lund y Boone, 20013; Lund y Eilenberg, 2017) y el papel interpretado «no solo por las élites sino también por las masas» (Vu, 2010, p. 149; véase también Slater, 2010).

A continuación, reconstruyo cómo el movimiento campesino de la Frontera impulsó transiciones entre diferentes «regímenes de tenencia de la tierra» en el norte de Charsadda. Un régimen de tenencia de la tierra, según el uso que le da Boone (2014, p. 64), es una configuración institucional que implica a la autoridad política que asigna y reconoce los derechos económicos de la tierra, los grupos sociales que reclaman derechos sobre la tierra, y la distribución de derechos políticos y económicos entre ellos (v.gr. la ciudadanía).[1] La sección 2 describe el régimen de tenencia de la tierra del khanismo, en el que una distribución «semi-feudal» de los derechos de la tierra garantizaba la autoridad política de los khanes (élites con tierras)[2] que atravesaban los aparatos formales de poder del estado y los apartos informales de la dominación de los khanes. La sección 3 examina cómo el movimiento campesino bajo el liderazgo del MKP no solo socabó el khanismo sino que también experimentó para construir sus propias formas de autoridad política —mazdur kisan raj (gobierno obrero-campesino)– en la asignación de derechos sobre la tierra y la generación de nuevas formas de identidad política colectivista y de ciudadanía. La sección 4 describe cómo la fracción centralizadora de la clase dirigente organizada por el Partido Popular de Pakistán (PPP) incrementó la fuerza del aparato de estado para formalizar los derechos sobre la tierra de los arrendatarios, cooptandolos para su proyecto hegemónico y reconstruyendo su identidad política como la de individuos con derechos liberales patriarcales de propiedad privada. El nuevo régimen de tenencia de la tierra fue así hegemónico y liberal e impidió la autoridad y formas de soberanía emergentes que suponía el mazdur kisan raj.

2. KHĀNISMO, 1959-1969

La gente en el norte de Charsadda, también conocido como Hashtnagar norte, me decía con frecuencia que antes del movimiento campesino había «khanismo» un sistema que supone una relación directa entre el poder económico, político y sociocultura de las élites con tierras. Fredrik Barth (1959) defiende en su obra clásica sobre la sociedad pastún en Swat que el dominio político de los khanes (un término que él define como un jefe de alto rango) se deriva de su capacidad para persuadir a los aldeanos para que les sigan –una persuasión basada en el control de los khanes de la tierra y la riqueza (p. 76)–. Sin embargo, el ejemplo de Charsadda da mayor apoyo a la interpretación de Talal Asad, es decir, que el dominio de los khanes tenía menos que ver con la persuasión y más con su «control de tierra escasa» y consiguientemente «ser miembro de una clase políticamente dominante» (Asad, 1972, p. 85). En Charsadda, los khanes no solo poseían grandes extensiones de tierra y por tanto asignaban los derechos de tenencia, sino que también disfrutaban de derechos económicos suplementarios. Dominaban la política mediante aparatos informales de poder y los aparatos formales del estado. Además, los propietarios de tierras pertenecían mayoritariamente a la «tribu» Muhammadzai[3], mientras los arrendatarios tendían a pertenecer a diversas tribus que habían emigrado desde la Agencia Mohmand hacia el oeste, es decir, el trabajo era tratado como mercancía sobre la base de la diferencia de tribu. La propiedad de la tierra no era por tanto una simple contradicción económica, sino, como en Swat y otras partes, estaba «sobredeterminada» (coconstituida) por cuestiones de status y pertenencia.[4] No obstante, este régimen de khanismo en Charsadda no era estático, y la introducción de reformas sobre la tierra y las tecnologías de la Revolución Verde la prepararon para que fuese alterado.

El khanismo era en cierta manera la continuación del régimen de tenencia de la tierra establecido en la región durante el colonialismo e incluso bajo el orden precolonial, donde el poder político era «distribuído entre diferentes capas de autoridad legítima extendiéndose desde la aldea, o localidad al nivel micro» a la autoridad del estado central (Kaviraj, 2010, p. 20). Los khanes eran un componente integral del bloque de poder colonial[5]; la administración británica dependía del dominio indirecto para gobernar las aldeas y controlar las regiones fronterizas epónimas del NWFP (o Frontera) con sus propios grupos de hombres armados contratados (Rittenberg, 1988, p. 44). No obstante, una discontinuidad crucial del imperialismo capitalista supuso dividir las tierras en común y asignar a veces miles de acres a  «dirigentes» como su propiedad privada (Dane, 1898, p. 15). Siguiendo dos grandes proyectos de canalización, los funcionarios de hacienda británicos afirmaban que «hay muy pocas zonas en India o de hecho en cualquier país donde las condiciones sean tan favorables para una agricultura con éxito como en Charsadda» (Wylie, 1926, p. 27). Los khanes gobernaban sus fincas como soberanos locales, no solo apropiándose del excedente de los arrendatarios mediante las rentas sino también ejerciendo funciones judiciales sobre ellos. Este dualismo legal, que entrelazaba jurídicamente el aparato burocrático de las instituciones formales del estado con el llamado aparato «de costumbres» consuetudinario del poder de los khanes, se suponía que debía haber terminado con la independencia en 1947, pero en lo fundamental siguió.

En los años 60, el poder de los khanes se basaba en su control de la tierra y de los mercados en la economía agraria, lo que el MKP describía como «semi-feudalismo».[6] En la Frontera del Noroeste en su conjunto, la distribución de la propiedad de la tierra era extremadamente asimétrica (véase la Tabla 1). Pero el cuadro era quizás aún peor en Charsadda, donde un pequeño número de khanes poseía miles de acres: Por ejemplo, en 1971, solo cuatro familias terratenientes poseían 11.250 acres de tierra en el norte de Hashtnagar,[7] el  5,64% de un total de área cultivable de 199.162 acres en toda Charsadda (Agricultura Census Organization, 1972, p. 28).[8] Por debajo de los khanes había muchos propietarios, que no tenían aldeas enteras ni vastos territorios, pero algunos de los cuales tenían suficiente tierra como para llevar una vida confortable. La mayoría de las tierras en el valle de Peshawar[9] eran cultivadas por arrendatarios. Las rentas a menudo suponían la mitad de la cosecha (por encima del 40% legal) o aumentos constantes de las tasas de arrendamiento en efectivo. Además, los khanes literalmente dominaban el mercado, de manera que los arrendatarios tenían que vender su producción en almacenes aprobados o propiedad de los khanes. Un antiguo arrendatario me dijo que «No había mercado, los khanes lo eran todo […] El khan se embolsaba todo el dinero, nos pagaba justo lo suficiente por el trabajo […] Él era el contable, él era el mayorista.»[10]

Tabla 1. Distribución de la propiedad de la tierra en la Provincia de la Frontera Noroeste, 1972

Tamaño de la propiedad Número de propietarios Área poseída Porcentaje de propietarios Porcentaje de área poseída Área media por propietario
5 acres o menos 1.558.047 2.816.220 80,33 33,80 1,81
5 a 25 acres 346.761 2.969.122 17,88 35,63 8,56
25 a 10 acres 30.623 1.332.306 1,58 15,99 43,51
100 acres y más 4.056 1.214.987 0,21 14,58 299,55
Total 1.939.487 8.332.635 100,00 100,00 4,30

Fuente: Compilado de la Agricultural Census Organization (1972). 1972 Pakistan census of agriculture: All-Pakistan report (Vol. 1, p. 181). Lahore: Government of Pakistan.

La contradicción entre terratenientes y arrendatarios no era simplemente una cuestión de derechos sobre la tierra determinados por relaciones económicas o contractuales, sino a menudo superdeterminadas o coconstituidas por contradicciones tribales respecto a la propiedad. Bajo la colonización británica, el trabajo se había convertido en una mercancía sobre la base de las diferencias tribales. La región de Hashtnagar de Charsadda se suponía que era la tierra ancestral de la tribu Muhammadzai, que contaba con propietarios grandes y pequeños. Mientras tanto, «los campesinos [eran] miembros de tribus que están separadas de las tribus de los khanes, y a los que los khanes consideran por debajo y miran con desprecio» (Bacha, 1973, p. 12), en su mayoría tribus pertenecientes a la Agencia Mohmand al oeste de Charsadda. De hecho, los hermanos Feroz y Shahzullah Safi, antiguos activistas del MKP que pertenecían a la tribu Safi, me dijeron que los propietarios de tierras Muhammadzai trataban a los Safis, Mohmands, Utman Khels y otros migrantes que habían residido allí durante más de 50 años como si fuesen khanah badosh, itinerantes.[12] No obstante, no todos los migrantes llegaron con  formas similares de capital y algunos, aunque no la mayoría, fueron capaces de establecerse como propietarios de tierras independientemente de los khanes (más que como arrendatarios) o combinaron la tenencia con pequeñas propiedades de tierra. Por tanto, habia diferenciación de clase dentro y entre los arrendatarios y dentro de una tribu. Además, en muchas áreas como el vecino distrito de Mardan, donde tanto los terratenientes como los arrendatarios pertenecían a la misma tribu, estos últimos rechazaban reconocer a los primeros el derecho a reclamar la tierra –aquí la diferencia no era necesariamente de tribu per se sino de linajes de parentesco superiores e inferiores dentro de una estructura tribal–. La contradicción arrendatario-terrateniente era, por tanto, una cuestión de clase, pero la forma específica de su sobredeterminación por contradicciones étnicas puede ayudar a explicar por qué el movimiento empezó en el norte de Hashtnagar.

Aunque el dualismo legal se suponía que había sido suprimido, persistió sustancialmente en los años 60 bajo la forma de khanismo. En la época colonial, el derecho legal de los khanes a asignar derechos de tenencia estaba envuelto con una serie de obligaciones que les debían los arrendatarios y trabajadores que estaban codificadas en la ley consuetudinaria (Nichols, 2001, p. 171). Estas obligaciones suponían una apropiación de excedente adicional bajo la forma de begar (trabajo no pagado) y como censos y servicios. Las mujeres proporcionaban formas específicas de begar por género en los hogares de los khanes, especialmente limpiando grano, ropas y hogares, haciendo frente por tanto a una triple carga –trabajar dentro de su propio hogar, en su propia granja y haciendo trabajo no pagado para el terrateniente-. Los censos a menudo suponían colectas para un regalo en metálico o en especie, por ejemplo, cuando un arrendatario o un khan se casaba, o en el Eid. Los arrendatarios y los trabajadores sin tierra me expresaron un odio casi universal por el trabajo no pagado y los censos. Una serie de legislaciones tras los movimientos campesinos en los años 30, 40 y 50 prohibieron estas obligaciones[13], pero su práctica continuó.

Además, el dualismo persistió especialmente porque los khans continuaron ejerciendo una soberanía de facto, implícita en la capacidad de castigar y disciplinar con impunidad (Hansen y Stepputat, 2006). Las disputas entre arrendatarios se llevaban normalmente a sus khanes para su resolución, quien podía imponer castigos que incluían multas. En un caso, un antiguo arrendatario me dijo que unos arrendatarios discutían por la aplicación de agua de riego, y uno de los administradores de los khanes, un nazir, murió en el fuego cruzado. «El terror del khan fue tan aplastante que los arrendatarios y sus hermanos fueron expulsados. Un hombre murió, cinco hogares fueron desplazados.»[14] En lugar de campesinos resolviendo sus distputas mediante sus propios jirgahs, un modelo escalable de asambleas de ancianos o personas respetadas, los khanes reforzaron sus propias posiciones como árbitros de paz y orden, a la vez que fragmentaban la solidaridad de arrendatarios y trabajadores. Los arrendatarios y los trabajadores se suponía que eran, como cualquier propietario, ciudadanos del estado jurídicamente iguales, pero en la práctica eran súbditos de los terratenientes.

El dominio de los khanes se basaba en un aparato de vigilancia e imposición dirigido por los nazires (supervisores), quienes gestionaban las fincas de los khanes tanto económica como políticamente. Aunque Chakrabarty (1989, p. 68) sugiere que el domino precapitalista «podía funcionar sin un conocimiento detallado de los dominados», los nazires interpretaban un papel extenso e intenso en las vidas de los campesinos para generar este conocimiento. Había que hablar con los nazires antes de plantar; supervisaban el proceso y la división de cosechas y regulaban a qué mercados iban los productos. Imponían el begar, movilizando el trabajo de los dependientes para los deseos y necesidades de los khanes, así como los censos y otros servicios, por lo tanto haciendo seguimiento de las bodas y otros eventos de la vida. Además, los nazires eran la primera línea de defensa de los khanes contra la resistencia y organización de los arrendatarios. Eran quienes golpeaban a los arrendatarios y, si era necesario, los llevaban ante el khan para recibir justicia de estos últimos. El dominio de los khanes se basaba en un conocimiento detallado de los dominados, un «poder infraestructural» que era gestionado, proporcionado e impuesto por los nazires.

Los nazires pueden haber sido claves importantes en la mediación de las diferencias culturales y de clase entre los khanes y sus subordinados, asegurando un consentimiento parcial de los dominados. Algunos nazires estaban integrados en las relaciones de parentesco, matrimonio y otras prácticas culturales con arrendatarios y trabajadores. Pueden haber ayudado a los campesinos a acercarse a los khanes por favores y beneficios –los khanes daban caridad, como zakat (limosnas) y ropas usadas a los trabajadores pobres (Kallu, 1970, p. 33). Algunos nazires pueden haber sido genuinamente populares, por ejemplo, Adam Khan de Shakur, quien trabajaba para Usman Ali Khan (propietario de 3.500 acres), había sido elegido en las Democracias Básicas introducidas por el régimen militar en 1959. Más tarde desertó para convertirse en un miembro crucial del MKP. Por tanto, aunque el khanismo estaba estructurado básicamente como un «dominio sin hegemonía» (Guha, 1997), había mecanismos para generar algún tipo de consenso.

La autoridad de los khanes operaba en íntima conjunción con los aparatos formales del estado. Muchos burócratas eran contratados en familias khan. Ameer Rehman Khan, un khan relativamente pequeño (su padre poseía 270 acres), me dijo que uno de sus parientes había llegado a ser subinspector y otro inspector general de la policía en las administraciones colonial y postcolonial.[15] Latif Afridi, un conocido abogado que cooperó con los campesinos radicales en los años 60, explicaba que los khans poblaban el aparato judicial, y los que estaban fuera tenían «relaciones [con los jueces], se intercambiaban regalos, iban a las mismas fiestas y encuentros… Conseguían fallos a su favor.» En conscuencia, «conseguir justicia para los campesinos… era como sacar agua de una piedra.»[16] El imperio de la ley simplemente no importaba, aunque esto cambiaría pronto.

Más cerca de las aldeas, el acceso a los funcionarios también estaba mediado por los khans. La comisaría de policía más cercana en el norte de Hashtngar estaba en la ciudad de Tangi, a distancia de muchos otros pueblos, y los funcionarios de policía operaban desde las hujras o bungalows de los khans, pero también lo hacían los recaudadores de impuestos (patwaris), a pesar de que supuestamente tenían su puesto entre los aldeanos (Census Organization, 1961). Muhammad Ishaq, un antiguo arrendatario en Arhat Kali, describió así la mediación de los khanes: «No inportaba reunirse con el patwari o el SHO [Station House Officer, inspector o subinspector de policía a cargo de una comisaría de policía] nos dirigiríamos incluso ante un agente como khan. El SHO era informado por el khan para hacer esto y lo otro y de tal y cual cosa- –delitos que no se habían cometido– pero como el khan lo había dicho, [era investigado].»[17] Ameer Nawaz Khan (su familia poseía 2.250 acres) explicaba que esto era así simplemente porque los khanes tenían hujras donde los funcionarios podían quedarse y descansar, mientras los arrendatarios no. Aunque hubo funcionarios, quizá de familias no khan de clase media, que tenían simpatías por los campesinos,[18] eran relativamente raros.

Los khans también dominaban la política representativa formal al controlar directamente cómo votaban sus dependientes mediante los nazires. «Hubieramos votado por cualquiera que el khan nos dijese que votásemos. Aunque pusiese un buey, votaríamos por el buey», me dijo el anciano Haji Nowrooz Khan.[19] Además, los khanes podían haber desplegado campesinos como candidatos en las Democracias Básicas –la relación de Adam Khan con los khanes puede haber ayudado a esta elección– mientras ellos se presentaban para cargos más altos. En consecuencia, ya perteneciese a la faceta representativa del estado a a su faceta administrativa, al buscar justicia en los tribunales o fuera de ellos, para los dependientes de los khanes, estos últimos eran el estado.[20] La autonomía «sobredesarrollada» del estado respecto a las clases dominantes (Alavi, 1972) no podía ser identificada cuando se veía desde dentro del khanismo.

Sin embargo, los cambios en la economía política, concretamente la introducción de la reforma de la tierra y las tecnologías de la Revolución Verde, se encontraron con agitaciones a nivel nacional causadas por perder una guerra que crearon la posibilidad de que el khanismo fuese interumpido. La reforma de la tierra se introdujo en 1959, no para desafiar la posición de las élites con tierras en el bloque de poder[21], sino para incentivarlas a cultivar sus granjas intensivamente mediante la mecanización, particularmente la tractorización (A. Khan, 1968, pp. 20-22), así como mediante tecnologías de la Revolución Verde introducidas a finales de los años 60.[22]

Estas innovaciones exacerbaron las desigualdades rurales. Los khanes empezaron a recuperar tierras arrendadas en aras del autocultivo mediante trabajo contratado (F. Ahmed, 1984), esto es, a través de la «acumulación por desposesión» (Harvey, 2003) de los arrendatarios.[23] Los pequeños campesinos propietarios y los arrendatarios también sufrieron presiones si no podían permitirse nuevos insumos para seguir siendo competitivos. Los organizadores campesinos del Comité Campesino [Kisan Committee], de los que hablaremos más abajo, observaron a mediados de los 60 que el coste de los fertilizantes químicos para una granja de 12,5 acres era el insumo más caro aparte del transporte y la renta (Bacha, n.d.). A medida que los arrendatarios eran expulsados de sus tierras, las oportunidades de trabajo alternativas eran más insuficientes. En una aldea en Charsadda, solo siete familias de 113 poseían tierra en 1968, mientras las retantes habían sido expulsadas recientemente de sus tierras y ahora estaban siendo expulsadas «incluso de sus casas» (Bangash, 1972a, p. 15). Las distinciones entre aquellos arrendatarios que poseían tierras y aquellos que estaban siendo desposeídos no parece que se correspondan a una diferencia basada en el parentesco o la tribu. Como observó el líder del MKP Afzal Bangash, «un hermano es un trabajador agrícola, otro hermano es un arrendatario, mientras otro pariente es un arrendador» (Bangash, 1972a, p. 15). Dicho esto, y como veremos, las contradicciones entre arrendatarios y trabajadores sin tierras se harían más agudas  y los primeros podían ahora contratar a los últimos con salarios más bajos. De hecho, aquellos arrendatarios que se podían permitir los nuevos insumos posiblemente avanzaron e incluso compitieron con muchos propietarios campesinos o los superaron. Sin embargo, sus perspectivas para una movilidad ascendente estaban restringidas por el control de los khanes de los mercados y por la alta apropiación de excedente. Así, la introducción de reformas de la tierra y nuevas tecnologías exacerbaron las desigualdades rurales, tanto entre aquellos con tierras y aquellos sin ellas, como entre aquellos con más capital y aquellos con menos.

Estas desigualdes iban en paralelo con las crecientes desigualdades urbanas, donde, aunque la modernización había producido un crecimiento de la industria y de la población obrera, se había concentrado la riqueza y aumentado el coste de la vida (Noman, 1988). Mientras tanto, tras perder la guerra India-Pakistán de 1965, el régimen se enfrentaba también a una crisis de legitimidad cuando los funcionarios empezaron a renunciar como protesta. Las aperturas políticas moderadas que habían sido permitidas en 1962-1963 dieron rienda suelta a frustraciones patrióticas, que se combinaron con crecientes desigualdades urbanas para impulsar el discurso del socialismo en el país (T. Ali, 1970, Shaikh, 2012). Manifestaciones masivas de grupos estudiantiles se unieron a huelgas generales obreras, y cuando Ayub Khan dimitó ante otro gobernante militar el 25 de marzo de 1969, las clases trabajadoras rurales también prestaron atención.

3 MAZDŪR KISĀN RĀJ, 1970–1973<

El MKP buscaba establecer el mazdur kisan raj (gobierno obrero-campesino) en Pakistán, y cuando las acciones de masas o armadas del movimiento Hashtnagar expulsaron a los khanes de las aldeas, parecía que hubiesen tenido éxito hasta cierto grado en esas áreas de influencia. Los aparatos formales e informales de la autoridad de los khanes se evaporaron, siendo reemplazados por la autoridad campesina. Los khanes perdieron sus derechos económicos ilegales y obtuvieron los legales solo a merced del movimiento. El MKP promovió nuevas identidades políticas colectivistas, mientras los arrendatarios, trabajadores sin tierras  y el liderazgo del MKP disputaban y negociaban asignaciones de derechos sobre la tierra entre ellos mismos. Sin embargo, a medida que el nuevo equilibrio de fuerzas de las clases rurales socavaba y fragmentaba el khanismo, los aparatos represivos del estado se volvían más sobresalientes. Además, los intereses de clases divergentes dentro del bloque mazdur kisan hicieron que su unidad fuese incierta  y vulnerable a la cooptación.

Las contradicciones que se desarrollaron en los años 60 entre los habitantes rurales del valle de Peshawar y más allá no se hubieran convertido necesariamente en el ampliamente extendido movimiento sin el andamiaje proporcionado por el MKP. El MKP surgió del Comité Campesino [Kisan Committee] dirigido por comunistas del National Awamy Party (NAP), él mismo una alianza inestable entre fracciones regionalistas de las élites con tierras de Pakistán, buscando más autonomía de los centralizadores, y comunistas de clase media. Iniciado en 1963, el Comité Campesino hizo principalmente peticiones reformistas entre los pequeños propietarios y arrendatarios más ricos, pero sus actividades generaron antagonismo con los khanes en el NAP de la Frontera a causa de sus movilizaciones contra los desahucios. Los organizadores del Comité Campesino fueron expulsados del NAP en 1968 y formaron el MKP en mayo de 1968 (Bacha, 1968). A causa de sus demandas radicales de la tierra para el que la cultiva, el MKP inicialmente se enfrentó al rídiculo e incluso hubo «fatwas por descreimiento contra nosotros».[24] Pero las agitaciones urbanas y la dimisión de Ayub Khan llevó a los campesinos a recurrir al MKP.

El MKP unificó una capa de los pequeños cultivadores propietarios y los arrendatarios más ricos, especialmente la juventud influenciada ideológicamente, con campesinos más pobres y trabajadores rurales, para luchar contra los desahucios y el aumento de las rentas. El hecho de que los arrendatarios y trabajadores perteneciesen a tribus y linajes similares ayudó a la organización, pues el formar parte de un linaje o grupo de parentesco tendía a corresponderse con la población de una aldea. Los mayores de un linaje o grupo de parentesco (un malik o mashar) podían convocar una reunión de los hombres emparentados para discutir si afiliarse al movimiento, y los organizadores del MKP viajaron de aldea en aldea para animar específicamente a los mayores a hacerlo.[25] El MKP integró campesinos y trabajadores agrícolas en una mayor coordinación a través de comités de aldea, regionales y de distrito. En abril de 1970, cuadros del partido convencieron a los mayores de las aldeas a quedarse fuera de sus campos durante un día justo antes de la temporada de la cosecha y a plantar banderas rojas en sus hogares para señalar su intención de resistir los desahucios (Kallu, 1970; Pakistan Mazdur Kisan Parti, 1970). Los arrendatarios fueron a partir de ahí animados a rechazar el pago de la renta a los terratenientes ante la ausencia de recibos. Es importante destacar que rechazaron realizar begar o pagar censos. Para ponerlo en perspectiva, los desahucios totales en Pakistán puede que se incrementasen después de que el presidente Zulfikar Ali Bhutto promulgase la Regulación de Reformas sobre la Tierra, 1972. (Herring, 1979, p. 545; Hussain, 1984). Pero en el NWFP, el movimiento campesino impuso un bloqueo efectivo a los desahucios a partir de 1970.

Los khanes respondieron a los campesinos fundamentalmente con la fuerza, pero la resistencia campesina llevó a que su autoridad se desmoronase completamente. Los khanes traían matones, policías y paramilitares para hacer cumplir las órdenes de desahucio, mientras los campesinos se reunían en grandes números, a veces desde muchas aldeas, para superarlos –cada vez con más frecuencia, con armas de por medio–. Después de que las primeras grandes confrontaciones forzasen a las fuerzas de los terratenientes a huir, el MKP anunció que «se establecía el Awami raj [gobierno del pueblo] en el norte de Hashtnagar» (Pakistan Mazdur Kisan Parṭī, 1970, p. 2).  Los terratenientes estaban menos entusiasmados, como me contó Ameer Nawaz Khan: «Empezó como terrorismo, dispararon a los khanes, había tiroteos, ocuparon las tierras, no pagaban en metálico o en especie la renta… Rechazaron permitir que nosotros o nuestros nazires fuesemos a nuestras tierras, los mataban o los acosaban. Yo tenía 80-100 hombres armados para mi seguridad. Había escaramuzas tres o cuatro veces al día… Toda el área era roja –cubierta con banderas rojas–.» De hecho, muchos nazires habían desertado al MKP, como el influyente Adam Khan de Shakur, mientras los terratenientes huían a la seguridad de las ciudades. Hasta la autoridad del estado formal significaba poco cuando los arrendatarios conseguían reunir suficiente poder. En las reveladoras palabras del arrendatario Muhammad Ishaq, «En aquellos días, los tribunales dictaban sus fallos [en favor de los terratenientes], pero los campesinos señalaban con el dedo [a los khanes] y los desafiaban: ‘¿Vas a tomar posesión de estos campos o no? Lo veremos. Nosotros dictaremos el fallo allí.’ Nadie aceptaba los fallos de los tribunales.» Esto no significa, como veremos, que el imperio de la ley no le importase a los campesinos.

El partido también utilizó símbolos en un intento de forjar nuevas identidades políticas, que a veces escapaban de su control. De hecho, como observó el líder del MKP Afzal Bangash (1972a, p. 15), «la palabra Kisan [campesino] no pertenece al idioma pastún» pero llegó a remitir a los miembros del MKP. La bandera roja (con una estrella blanca) se plantaba en las casas para declarar kisani, que significa «actividad campesina» en urdu pero en el pastún del valle de Peshawar se había convertido en sinónimo de ocupación forzosa. Los campesinos y los trabajadores agrícolas se reunían con bastones rojos durante las acciones de masas. Pero el aparato organizativo del partido no siempre podía seguir el paso de cómo utilizaban los campesinos estos símbolos. Por ejemplo, siendo contrario a la política del MKP, muchos arrendatarios tomaban como blanco a los pequeños terratenientes como objetivos fáciles. El MKP, por tanto, se convirtió «más en un movimiento que en un partido» (Bangash, 1972a, p. 15).

Este movimiento se extendió de manera desigual en el valle de Peshawar y más allá –desde el norte al sur de Hashtnagar, Mardan al este, Malakand al norte, y tan lejos como Swat y Chitral– pero produjo nuevos equilibrios de poder de clase por doquier.[26] Haji Mohammad Tahir Khan de Gulabad en el sur de Hashtnagar me contó que su abuelo y tío abuelo (propietarios de 500 acres) consultaron con los arrendatarios cuando las batallas dirigidas por el MKP consumían las aldeas vecinas, diciéndoles que «sois como nuestros hijos […] Nosotros no nos uniremos a otros khanes y vosotros no os unireis a los otros arrendatarios».[27] Su paternalismo quizá los salvó de mayores problemas –no tuvieron «pérdidas u ocupaciones forzosas, y no hubo reforma de la tierra.–» Esto sugiere que incluso cuando los arrendatarios no ocupaban a la fuerza las tierras, se encontraban con más respeto y poder de negociación que antes.

Un aspecto importante del poder campesino fue la creación de aparatos alternativos para la resolución de disputas. Los cuadros del MKP habían convencido a arrendatarios y trabajadores agrícolas de dejar de ir a los khanes para las  resoluciones de disputas y en cambio «jurar que resolverían pacíficamente sus contradicciones internas» (Pakistan Forum, 1972, p. 20). En una aldea, a principios de 1970, cuando un terrateniente  decidió desahuciar a los actuales arrendatarios y alquilar a nuevos, el Comité Campesino del MKP «formó su propio tribunal y dictó un fallo según el cual cualquiera que violase el fallo del Comité Campesino  y consiguiese la tierra de otro arrendatario sería multado con un toro y seis maunds de arroz [un maund equivale a 40 kg.]. De esta forma se está formando una atmósfera de confianza mutua y autoconfianza entre los campesinos» (Kallu, 1970, p. 15). Estos «tribunales campesinos» parecen haber llegado a tener una cierta extensión pues, por ejemplo, unos dos años más tarde en la Agencia Malakand, Syed Nazeef Khan Kaka, presidente del MKP de Malakand, presidió un caso de apelación entre dos arrendatarios, fallando en contra del demandante (Kakaḵẖel, 1972).  En muchas aldeas, por tanto, era la autoridad del partido la que reinaba y/o los ancianos formaron sus propias jirgahs, deshaciendose de la sujección a los khanes.

Aunque el movimiento había socavado la autoridad de los khanes, la prominencia del aparato de estado aumentó debido a una mayor represión policial-paramilitar y una mayor litigación sobre los arrestos. La lucha adquirió el carácter de un conflicto de baja intensidad. En su apogeo durante 1972-1973, «se desplegaron 65 pelotones de la Policía de Frontera [Frontier Constabulary] en tareas de patrulla» (Government of N.W.F.P., 1976, p. 86). Los jóvenes eran reclutados en la Naujaw an Tanzim (Organización Juvenil), la fuerza paramilitar del partido, donde recibían entrenamiento militar y tenían su propia cadena de mando. En un incidente en junio de 1973, un grupo paramilitar de los khanes y la fuerza formal paramilitar Malakand Levy intercambiaron 3.000 disparos de rifle durante casi 11 horas contra una milicia campesina de 1.000-1.200 miembros dirigida por el MKP. Murieron dos hombres y siete fueron heridos (Government of Pakisgan, 1973, p. 5).

Los khanes suplicaron ayuda repetidamente al estado –en junio de 1973, el secretario jefe observó a un recién instalado gobernador y ministro principal lo prominente que se había vuelto la policía: «Las fuerzas civiles armadas, particularmente la policía, se utilizaban invariablemente en todos los casos de desahucio mientras, según la ley, [solo] se podían utilizar en circunstancias excepcionales…» (Minallah, 1973, p. 77). Más de 100 miembros del MKP fueron asesinados, miles arrestados, y el MKP proclamaba que «no solo han sido incendiadas las casas de los campesinos y se han pasado tractores sobre ellas, sino que muchos lugares de culto como mezquitas también han sido reducidos a cenizas» (Tabqatī nafrat, yarg̲ ẖal, sazish???, 1972).  En este punto, tanto los arrendatarios como los terratenientes se estaban saltando la ley, pero los aparatos armados del estado se volvieron más prominentes a través de una agenda de mantenimiento de la «ley y el orden» que favorecía a los khanes.

Aún así, el MKP también veía la ley como un campo para la lucha, aunque esto complementaba la ilegalidad. El MKP agitaba para que las leyes o al menos las políticas cambiasen en beneficio de los arrendatarios y los trabajadores rurales (Bangash, 1972b) y más generalmente, animaban a los arrendatarios a que apelasen por los desahucios. Los arrendatarios y trabajadores agrícolas se hicieron cada vez más litigantes a medida que disponían de más ingresos y aumentaba la posibilidad de acceso a abogados, a menudo líderes del MKP como Bangash o Sher Ali Bacha mismos, trabajando sin cobrar. En unos pocos casos, los arrendatarios siguieron pagando rentas, no a los khanes sino a los tribunales de recaudación. La ley prohibía cargar una tasa superior a la del año anterior en ausencia de un contrato o decreto de un tribunal, pero los arrendatarios rechazaban los aumentos. Si, a medida que los casos se eternizaban, los terratenientes rechazaban recibir o admitir recibos por el pago de la renta en metálico, la ley permitía a los arrendatarios depositar las rentas con un recaudador de impuestos para un posterior acuerdo. Los tribunales de hacienda se vieron cargados con toda esta litigación (Law Department, 1973, p. 9), y el aparato judicial del estado se volvió más prominente en la vida cotidiana de los arrendatarios, cada vez más «interpelados» como sujetos legales (Althusser, 2014).

Pero las provisiones en la ley que beneficiaban a los arrendararios fueron entendidas completamente como una consecuencia del cambio en el equilibrio de fuerzas de clase fuera de la ley. El imperio de la ley no era del todo un «bien humano incondicional» (Thompson, 1975, p. 266); más bien, la lucha armada ilegal creó las condiciones bajo las que el «imperio de la ley» en realidad empezó a importar, al menos a los terratenientes. Esto subraya la importancia del poder organizado de las clases subalternas como condición necesaria tanto para la «política de los gobernados» que ve como se inventan «nuevos términos de justicia política» ante las demandas excepcionales que los grupos subalternos hacen fuera de lo legal (Chatterjee, 2004, p. 25) como para los enfoques de «imperio de la ley» que sostienen que «hasta una ley profanada es mejor que ninguna ley en absoluto para establecer estándares de justicia» (Sundar, 2011, p. 427). En efecto, el movimiento de Hashtnagar consiguió una muy contingente reforma de la tierra fuera de la ley, donde los pagos de la renta cesaron completamente, y la reforma de los arrendamientos a través de la Ley de Arrendamientos, 1950, cuando muchos rechazaron pagar rentas más altas. En cualquier caso, los terratenientes ya no podían disponer de la tierra a su voluntad.

Sin embargo, este equilibrio de las fuerzas de clase estaba supeditado a su interrupción de dos maneras. Primero, el equilibrio de fuerzas entre propietarios de tierras y campesinos sin tierras cambiaba de caso en caso. En la aldea de Ghalla Dher en el distrito de Mardan, por ejemplo, 88 familias arrendatarias rechazaron abandonar tras la finalización de su contrato de arrendamiento en mayo de 1971, lo que llevó al Nawabzada de Toru a contratar un pelotón de la policía de noviembre de 1971 a abril de 1972 para hacer cumplir su posesión de la aldea. Pero los antiguos arrendatarios «tomaron posesión de la tierra por la fuerza tan pronto como la fuerza fue retirada», forzando a los nuevos arrendatarios a abandonar «a punta de pistola» (Governor’s Secretariat, NWFP, n.d.) (El Nawabzada pidió a la policía que devolviese el dinero). Estos tira y afloja eran comunes y la única forma de superarlos era que de alguna manera se ganase a los muy numerosos pequeños propietarios al lado del MKP. Sin embargo, muchos arrendatarios estaban, ciertamente y en contra de la política del MKP, acosando a los pequeños propietarios como blancos fáciles (Mazdur Kisan Parṭī aur Sarḥad Kisan Tahrīk, 1973, pp. 3–4).  Estos últimos, que pertenecían a las mismas tribus que los khanes y ya tenían suspicacias respecto a los arrendatarios y trabajadores agrícolas, apoyaron por tanto, e incluso pidieron, la represión del gobierno. Pero mientras los arrendatarios permaneciesen unidos y los trabajadores sin tierra estuviesen de su lado, el efecto total era de tablas.

Esto señalaba la segunda vulnerabilidad, porque la alianza entre arrendatarios y trabajadores sin tierras se vio bajo una creciente presión. Para la mayoría de los arrendatarios, y en el discurso del MKP, «revolución» significaba tierra para el que la cultivaba. El eslogan no tenía en cuenta las diferencias en posesión de tierra y capital, por no hablar de aquellos que no poseían tierra en absoluto. Los arrendatarios, especialmente los arrendatarios más ricos, habían estado dirigiendo el movimiento, contribuyendo con fondos y organizadores destacados; pero en noviembre de 1972, muchos empezaron a negociar acuerdos con los khanes en secreto, nerviosos por tener que pagar tres años de rentas no pagadas si el movimiento finalmente fracasaba. Esto dejaba a un más numeroso campesinado pobre vulnerable y desafiaba la unidad campesina. El MKP «publicó la linea según la cual las rentas no debían ser pagadas en secreto e individualmente, sino que los compromisos debían ser alcanzados mediante el partido» (Bacha, 1974, p. 14).

Las contradicciones con los trabajadores sin tierras, mientras tanto, habían surgido en etapas tempranas. En una aldea, solo siete familias de 113 poseían tierra en 1968, mientras las demás habían sido desahuciadas de sus tierras y estaban siendo ahora expulsadas «hasta de sus casas» (Bangash, 1972a, p. 15). El MKP consiguió impedir las expulsiones, pero los arrendatarios pagaban a los trabajadores agrícolas salarios bajos, y los khanes buscaron tomar ventaja de esta contradicción separando a los dos grupos. Si los trabajadores agrícolas no se unían a las movilizaciones contra los desahucios, los arrendatarios no tendrían garantizada su posesión. El MKP, por tanto, negoció, primero, un aumento de salario y, después, una redistribución menor de tierras de arrendatarios a trabajadores agrícolas. De aqui en adelante, si había un conflicto, «los campesinos y los trabajadores agrícolas negociarían colectivamente con los terratenientes. Los campesinos también acordaron en términos inequívocos que si la revolución triunfaba, la tierra sería de nuevo redistribuida y esta vez sería una distribución igualitaria» (Bangash, 1972a, p. 16). Estos dos episodios ilustran cómo el MKP buscó afirmar su autoridad en la asignación de derechos sobre la tierra, negociando entre arrendatarios, trabajadores sin tierras, e incluso khanes. Esto sugiere las posibilidades de una situación de  «poder dual» de un gobierno de las clases dominantes con un «gobierno» de clases dominadas (Lenin, 1964), pero la autoridad basada en el campesinado era muy difícil centralizarla y mantenerla unida –después de todo, nadie sabía cuando tendría éxito la revolución.[28] Así, estos episodios también sugieren que las aspiraciones de los arrendatarios de seguridad en la posesión los hacían vulnerables a la cooptación.

De hecho, una condición crucial para la posibilidad de un frágil régimen de posesión de la tierra de mazdur kisan raj entre 1970 y 1973 parece haber sido el enfoque represivo de, primero, el régimen militar bajo Yahya Khan (1969-71), y, luego, el gobierno provincial democráticamente elegido del NAP del que el MKP se habia escindido. El NAP formó una coalicion con el Jamiat Ulema-e Islam (JUI)  en mayo de 1972, pero su proyecto económico político hegemónico parecía estar limitado a unir los intereses de los grandes y los muy numerosos pequeños propietarios de tierras en el valle de Peshawar. El gobierno hizo dos intentos de establecer un comité de conciliación con el MKP, en junio y en agosto de 1972, pero ambos lados se acusaron mutuamente del fracaso (Bacha, 1972, p. 2; Bangash, 1972b, p. 1; S. Khan, 1972a, p. 13).  El gobierno continuó ejecutando órdenes de desahucio, arrestando arrendatarios y trabajadores agrícolas e intensificando las patrullas policiales y paramilitares (S. Khan, 1972b, p. 25, 1972c, p. 99; Tabqatī nafrat, yarg̲ ẖal, sazish???, 1972). Esta represion desanimó a muchos de unirse o permanecer en el movimiento, pero fue también contraproducente en el sentido que los arrendatarios se vieron obligados a defenderse mediante la unidad de trabajadores y campesinos. En general, había tablas entre el bloque de poder trabajador-campesino aspirante y el bloque del poder del estado.

Si el gobierno NAP-JUI no podía hacer los «sacrificios de tipo económico-corporativo» (Gramsci, 1971, p. 161) necesarios para conseguir la hegemonía sobre los arrendatarios debido a su base entre los terratenientes del valle de Peshawar, un gobierno con una base social diferente quizá pudiese. Un gobierno así, dirigido por el PPP, consiguió su oportunidad cuando el gobierno del NAP-JUI dimitió el 15 de febrero de 1973, en solidaridad con el gobierno provincial del NAP-JUI de Baluchistán que había sido destituido por el presidente Bhutto la noche antes. (Este último gobierno había sido acusado de dar apoyo a los insurgentes separatistas baluchis; Aziz, 2014). Vale la pena destacar que el NAP y el JUI no parecían considerar el contratiempo como algo permanente, pues siguieron negociando con el PPP a nivel nacional sobre la finalizada Constitución pakistaní y votaron unánimemente por ella en la asamblea nacional tan tarde como abril (Syed, 1992, p. 175). En otras palabras, la dimisión del NAP-JUI fue un suceso contingente, pero que permitió al PPP gobernar el NWFP y aplicar cambios de largo alcance.

4. HEGEMONÍA LIBERAL, 1973–1974

Aunque el PPP no tenía su base entre los terratenientes del valle de Peshawar, seguía representando los intereses de las élites con tierras en un sentido más general, que buscó combinar en el discurso si no siempre materialmente, con los intereses de los arrendatarios y trabajadores agrícolas.[29] En la NWFP, los líderes del PPP restauraron la normalidad agraria y la primacía de la propiedad privada al suspender el imperio de la ley y movilizar el aparato del estado como la autoridad clave en la mediación de los derechos sobre la tierra, aumentando el poder infraestructural del estado y su autonomía en relación con las élites con tierras. Las negociaciones que organizaron instituyeron a los arrendatarios como propietarios o arrendatarios privilegiados que eran, colectiva e individualmente, jurídicamente iguales a los khanes en un régimen de tenencia de la tierra de propiedad privada liberal. El PPP conseguía así la hegemonía sobre el campesinado a la vez que se impedía la realidad del mazdur kisan raj.

El PPP había conseguido una abrumadora mayoría en el oeste de Pakistán en las elecciones de 1970 pero no tenía virtualmente nada en la NWFP (y Baluchistán), un reto a sus ambiciones centralizadoras que superó creando alianzas locales.[30] En la asamblea de la NWFP, el PPP tenía tres asientos de 42, y su único miembro en la asamblea nacional por esta provincia, curiosamente, había desertado al MKP en 1973 (Governor’s Secretariat, NWFP, 1974a). En algún momento de 1972, el presidente Bhutto se reunió con los líderes del MKP para explorar sus intereses convergentes, concretamente, que el gobierno central no apoyaría al gobierno en la Frontera del NAP-JUI mientras el MKP luchase contra los terratenientes, aunque el MKP no entró en un acuerdo formal (I. Ahmed, 2010, p. 261; Leghari, 1979, pp. 218–219). Tras la dimisión del gobierno NAP-JUI en la Frontera en 1973, el PPP formó una coalición provincial con la Liga Musulmana Qayyum y un grupo de independientes dirigido por Aslam Khattak, que fue nombrado gobernador. Las bases de los dos últimos grupos estaban principalmente fuera del valle de Peshawar. Con su gobierno establecido, el PPP podía ahora minar tanto al MKP como al NAP, no mediante la movilización del campesinado sino precisamente expandiendo el poder de la infraestructura estatal para desmovilizarlo.

Khattak reemplazó la autoridad del MKP al expandir las «capacidades» infraestructurales del estado, los «recursos a disposición del estado para ejercer el control sobre la sociedad» (Soifer, 2008, p. 236). El primer movimiento que hizo su gobierno en 1973 fue decretar que «no tendría lugar ningún desahucio de las tierras hasta nuevas órdenes» (Minallah, 1973, p. 77), suspendiendo la autoridad de los fallos de los tribunales, esperando a la vez que «esto no nos exponga al delito de desacato al tribunal» (Khattak, 1973, p. 77). El aparato de estado se «desautorizó» a sí mismo, pero también redujo el poder de negociación de ambos, los khanes al no imponer su posesión y el MKP al socavar la acción de masas para la validación de la posesión de los arrendatarios. De esta forma, el gobierno expandió la «legitimidad del estado […] para motivar la aceptación de la sociedad» (Soifer, 2008, p. 237). El segundo movimiento fue reinsertar el aparato del estado extralegalmente en ese «vacío» de autoridad.

Khattak expandió las capacidades institucionales del estado al convocar comités de conciliación bajo la autoridad de funcionarios de la administración del distrito. Los comisionados adjuntos de los distritos de Mardan y Peshawar (este último incluía Hashtnagar) y el agente político de la Agencia de Malakand fueron conminados a establecer comités con un número igual de representantes, preferentemente «moderados», de ambos lados para llegar a «soluciones adecuadas rápidas, de manera que estas disputas no estallen un graves problemas de ley y orden» (Salim, 1973, p. 72). Comités ad hoc debían hacerse cargo de «problemas más pequeños, localizados […] antes de que pudiesen crecer hasta convertirse en problemas importantes» (Salim, 1973, p. 72). Se nombraron específicamente dos funcionarios de alto rango para supervisar el proceso en los distritos de Peshawar y Mardan, respectivamente. El comisionado adjunto de Peshawar estableció comités de conciliación a nivel de tehsil (subdistrito), y el comisionado adjunto de Mardan estableció seis comités de este tipo a nivel de comisaría de policía. Estas medidas apuntan no solo a la expansión de  un poder infraestructural sino también su «variación subnacional» (Soifer, 2008, p. 242) –como el MKP observó amargamente, «esta caridad se distribuye solo en áreas donde las masas rurales están organizadas bajo la bandera [del MKP]», mientras en el resto de la provincia los desahucios, begar y violencia continuaban (Yeh ḵẖairat kyun̲ biṭne lagī?, 1973, p. 4).

El poder infraestructural también creció si lo medimos por su «peso», su «impacto en la sociedad» (Soifer, 2008, p. 239), porque la moratoria de desahucios y las conciliaciones tuvieron bastante éxito en la validación del estado como la autoridad que negociaba la asignación de derechos sobre la tierra. A principios de 1974, «de más de 1.800 casos en los distritos de Mardan y Peshawar más de 1.700 se han resuelto» (Khattak, 1974a, p. 165). Las cifras pueden haberse exagerado un poco para impresionar a Bhutto, pero varios documentos del MKP admiten que hubo una disminución clara de la militancia arrendataria. Aparentemente, los campesinos habían recurrido a la autoridad del estado por miles, y el MKP no podía contenerlos.

De hecho, el efecto combinado de las negociaciones llevadas a cabo por el MKP fuera del aparato del estado y también a través de él, fue el establecimiento de la de otra manera contingente reforma sobre la tierra y la propiedad. Los recaudadores de impuestos fueron forzados a registrar información sobre la propiedad basada en sus observaciones en los campos, más que en la connivencia de los khanes en sus hujras, posibilitando mejor que los arrendatarios hiciesen reclamaciones sobre derechos legales. Muchos arrendatarios, especialmente en el norte de Hashtnagar, no habían pagado las rentas durante 3 o 4 años, mientas otros habían afirmado sus de alguna manera derechos legales a que no se aumentasen las rentas sin mutuo acuerdo –los khanes habían perdido mucho dinero que no podían recuperar–.[31]

Muchos khanes rechazaron cobrar las rentas de los tribunales de ingresos y así validar las reclamaciones de los arrendatarios; otros fueron obligados a aceptar tasas nominales muy  por debajo de las tasas de mercado, que solo podían aumentarse por mutuo acuerdo (o el tipo de violencia descrito en el inicio de este estudio). Otros, además, fueron «obligados a vender sus tierras como la mejor salida de la situación», a menudo con importantes tasas de descuento: «Tanto es así que los Hotis [de Mardan], los mayores terratenientes de la Provincia, se comprometieron a la práctica sin precedentes de vender su tierra a los arrendatarios con pagarés –siendo reintegrable el préstamo en un periodo muy largo de tiempo–» (F. Ahmed, 1984, p. 29). Las disputas sobre la tierra no cesaron del todo tras muchos de estos acuerdos en 1974, pero disminuyeron hasta un nivel mucho más manejable, y el movimiento en Hashtngar llegó a una calma escalonada.[32]

Los funcionarios de bajo rango del estado también se volvieron más autónomos de los khanes, adquiriendo una forma de poder no claramente identificable como «despótica» o «infraestructural» (Mann, 1984); esto es, llegaron a ser más permeables al campesinado. El terrateniente Ameer Nawaz Khan me contó, y los arrendatarios lo confirmaron, que desde los años 70 en adelante, muchos arrendatarios, que ahora tenían más dinero, sobornaban a los patwaris para ser registrados como cultivadores de tierras que habían sido catalogadas como de autocultivo o para reducir la cantidad de tasas de arrendamiento registrada. Rápidamente admitió que «No podemos echar la culpa al patwari por apoyar a los kisans. Todo el mundo tiene un estómago. Los kisans daban de comer a los patwaris, pero los khanes también daban de comer a los patwaris— no era algo unilateral. En última instancia, quien controla el palo controla el búfalo.» Otros funcionarios del estado también llegaron a estar menos unidos a los hujras de los khanes y, en la medida en que se tratase de transacciones en efectivo, ser más imparciales. Este aspecto de la «autonomía» del estado no supone la racionalidad burocrática, al menos no si se contradice con la búsqueda de renta. Los comités de conciliación ad hoc no continuaron más allá de 1976-1977, pero desde entonces, los patwaris bien pueden haberse convertido en los mediadores más importantes en las reclamaciones de derechos sobre la tierra porque su control comprable sobre los registros de ingresos constituyen la base de los casos en tribunales o en las intervenciones de funcionarios del distrito.

Aparte de eso, el proceso mismo de mediación entre reclamaciones en disputa de derechos sobre la tierra mediante comités de conciliación y tribunales de ingresos instituían a los arrendatarios como iguales formal y juridicamente a sus anteriores soberanos. Los khanes, que anteriormente resolvían las disputas entre arrendatarios y dirigían la policía, eran ahora suplicantes ante el estado. Formalmente, eran iguales a los arrendatarios en el otro lado de la mesa, y cada acuerdo legalizaba tanto los derechos de los khanes como de los arrendatarios, reforzando la igualdad jurídica y la subjetividad legal. Irónicamente, para instituir a los arrendatarios como iguales jurídicos, los khanes primero tenían que ser despojados de todos sus derechos legales (por no hablar de los ilegales), especialmente la posesión de la tierra. Sin embargo, esta igualdad jurídica tenía como premisa la confirmación de los derechos individuales, patriarcales, de la propiedad privada liberal. Sin duda, esto se correspondía a la concepción normativa pastún de derechos sobre la tierra divididos conferidos a hogares dirigidos por hombres. Pero los comités dirigidos por el PPP separaban a los arrendatarios de las reclamaciones superpuestas sobre estos derechos de trabajadores sin tierras y el MKP mismo. Sus reformas se limitaban a aquellos arrendatarios varones que ya poseían tierras, aunque estuviesen amenazados por el desahucio. El MKP no podía intervenir para garantizar que, por ejemplo, a los trabajadores sin tierras que habían participado en la lucha se les asignasen tierras, aunque en muchos casos se les asignaron casas. La perspectiva de reivindicar formas alternativas de propiedad era un asunto lejano, por no hablar de una política de derechos sobre la tierra para las mujeres.[33] Herring (1979, p. 532) valoraba las reformas legales sobre la tierra de Bhutto como un intento de facilitar la producción capitalista en la agricultura «desde arriba», siguiendo el «modelo prusiano»; las reformas de facto sobre la tierra y la propiedad en la NWFP hicieron lo mismo, pero «desde abajo» junto con un poco de «vía americana» (Byres, 1996).

El logro de la hegemonía del PPP sobre el campesinado a expensas de los terratenientes fue en cierto modo tenue. La estrategia del PPP no era diferente a la de «revolución pasiva» del Congreso Nacional Indio tras la independencia de India. Sus «programas reformistas [tenían] una forma más burocrática que movilizadora […] La tarea política tras asumir el poder era desmovilizar su propio movimiento, no radicalizarlo más» (Kaviraj, 2010, p. 115). Muchos arrendatarios apoyaban ahora al PPP, como el antiguo nazir Adam Khan, que invitó a ser expulsado del MKP al aliarse explícitamente con el PPP (Government of N.W.F.P., 1976, p. 1; Governor’s Secretariat, NWFP, 1974b, pp. 4–5). Mientras tanto, el PPP aumentó la represión sobre el MKP. No obstante, la mayoría de arrendatarios mantuvo un sentido de lealtad hacia el MKP de Afzal Bangash –siempre que no supusiese luchar–. En 1973, los muchos terratenientes privados de sus derechos del valle de Peshawar se unieron al resto de la oposición nacionalmente en contra del gobierno del PPP, culminando en manifestaciones masivas en 1977; pero el desinflado y reprimido MKP no movilizó a arrendatarios en la Frontera, ni era influyente en alguna otra parte, a favor o en contra del PPP. Esto puede haber ayudado a allanar al camino a otro régimen militar.

5. CONCLUSIÓN

Este estudio ha presentado una visión de la política rural pakistaní como algo mucho más contingente, esto es, abierto a posibilidades, que lo que es común en la literatura sobre un país controlado por la élite con tierras. Ha mostrado cómo arrendatarios y trabajadores agrícolas en lo que es hoy Jiber Pajtunjuá formaron y se unieron a una organización dirigida por comunistas revolucionarios para desafiar el dominio histórico de sus terratenientes. Los cambios en el equilibrio rural de fuerzas de clase, a menudo implicando la lucha armada ilegal, socavó seriamente la autoridad formal e informal de los terratenientes, y a medida que las élites con tierras recurrieron a los aparatos formales del estado, este último se volvió más prominente en las vidas de arrendatarios y trabajadores rurales. Al mismo tiempo, la lucha posibilitó que los campesinos afirmasen su propia autoridad, por fin, imponiendo la ley donde les beneficiaba e ignorándola cuando no lo hacía. Estas disputas demostraron también que el aparato del estado, sea militar-burocráctico o la administración local, no era siempre la autoridad predominante que asignaba y reconocía derechos. El alcance de la autonomía del estado depende del equilibrio coyuntural de fuerzas de clase; en otras palabras, «el control sobre la tierra y sobre la identidad política no representa o refleja simplemente la autoridad pre-existente. La produce.» (Lund & Boone, 2013, p. 2)

De hecho, fue el encuentro fortuito de esta lucha de clases agraria con la disputa por la hegemonía entre bloques de poder diferenciados regionalmente a principios de los años 70 lo que llevó a un aumento de la autonomía del estado respecto a las élites con tierras  y a un aumento de los poderes infraestructurales. Las clases enfrentadas fueron obligadas a reconocer la autoridad de este aparato del estado para resolver sus tablas, posibilitando el reconocimiento bajo la hegemonía liberal de los derechos sobre la tierra tanto para muchos arrendatarios como para muchos khanes. Estas conciliacione, empero, impidieron algunas de las posibilidades que se habían abierto por el movimiento campesino. El éxito mismo del movimiento, al menos para muchos arrendatarios, fue también la condición para su desmovilización. Como consecuencia, muchos arrendatarios más pobres y trabajadores sin tierras que habían participado en el movimiento no recibieron la tierra que buscaban, y sus líderes socialistas no consiguieron la revolución que buscaban. ¿Qué podría haber sucedido si el NAP no hubiese dimitido el 15 de febrero de 1973 para entregar el poder en la NWFP al PPP?

Tal como sucedió, al levantamiento subalterno de los años 70, que había perdido su fuerza en las áreas urbanas a mediados de los años 70, le pasó básicamente lo mismo en 1974 en el norte de Hashtnagar. En unos pocos años, el MKP, una organización poderosa y numerosa de trabajadores y campesinos, se fracturó por debates sobre cómo seguir adelante. Sin embargo, como sugiere esta experiencia, una organización centralizada inserta en las luchas de la gente trabajadora es una vía crucial en la que una política emancipadora puede ser preparada para las brechas que nos ofrecen las contingencias de la historia.

RECONOCIMIENTOS

Doy las gracias a Gul Rehman Khan, Hadia Akhtar y Gul Nawaz Khan por la asistencia en la investigación y a Malavika Kasturi, Paul Kingston, Shozab Raza y Haroon Akram-Lodhi por sus críticas y ánimos. Tamién doy las gracias a dos revisores anónimos y al editor asociado. Este trabajo fue apoyado por el International Development Research Centre bajo el Doctoral Research Award 106690-99906075-076  y el Ontario Graduate Scholarship.

 

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NOTAS

[1] Los derechos, aquí, se caracterizan por su ejercicio sustancial y no (necesariamente) por su codificación formal-legal.

[2] “Khan” es un título que se refiere a (grandes) terratenientes, que no debe ser confundido con el apellido común pastún, Khan, que se pronuncia de manera similar.

[3] El término qaum se refiere a comunidad o nación, pero normalmente se traduce como tribu cuando se refiere a los pastunes.

[4] Sobredeterminación se refiere a no solo como una contradicción es inseparable de la «estructura total del cuerpo social en el que se basa» sino también a cómo determina y es determinada por los «diversos niveles e instancias de la formación social que anima…» (Althusser, 2005, p. 101). En este caso, la contradicción terrateniente-arrendatario era determinada por cómo las contradicciones en los niveles económico e ideológico-cultural se articulaban en tre sí, y las determinaba, esto es, la conversión en mercancía del trabajo sobre la base de la tribu. Véase Stuart Hall (1980), y para una discusión más reciente sobre la co-constitución de clase y tribu véase Lerche and Shah (2018).

[5] Un bloque de poder representa una coalición de clases y grupos que poseen o buscan poder estatal (Gramsci, 1971; Poulantzas, 2008).

[6] El MKP se refería a la formación social pakistaní en su conjunto como «semi-colonial, semi-feudal, semi-capitalista» (Pakistan Mazdur Kisan Parṭī, 1973).  Aquí, sigo en líneas generales el uso del término «semi-feudal» para referirme a las relaciones dominantes de producción (o formas de explotación en el uso de Jairus Banaji, 1977) en Charsadda más que entrar en debates sobre el modo de producción, que no es el tema principal de este trabajo.

[7] Special Branch, NWFP (1971); entrevista con Ameer Nawaz Khan, Dakki, 1 de noviembre de 2013.

[8] Desgraciadamente, no encontré datos sobre la distribución del latifundismo a nivel de distrito o subdistrito.

[9] Abarcando los actuales distritos de Peshawar, Charsadda, Mardan, Nowshera y Swabi. Los dos últimos no se vieron seriamente afectados por el movimiento campesino.

[10] Entrevista con Anónimo, Hashimabad, 22 de mayo de 2013.

[12] Entrevista, Safi Bari Band, 19 de mayo de 2013.

[13] NWFP Abolition of the Haq-i-Tora Act, 1946; NWFP Tenancy Act, 1950; West Pakistan Land Reforms Regulation, 1959 (Martial Law Regulation No. 64).

[14] Entrevista con Anónimo, Hashimabad, 22 de mayo de 2013.

[15] Entrevista, Ameerabad, 23 de junio de 2013.

[16] Entrevista, Peshawar, 26 de octubre de 2013.

[17] Entrevista, 21 de mayo de 2013.

[18] Véase Bangash (1972a, p. 15).

[19] Entrevista, Marghan Kali, 5 de junio de 2013.

[20] Cf. Martin (2009, p. 44).

[21] Las reformas sobre la tierra fueron mayoritariamente ignoradas, véase Hussain (1984, p. 47).

[22] Concretamente, variedades de semillas de alto rendimiento y fertilizantes químicos.

[23] Para procesos paralelos en Punjab, cf. Rouse (1983) y Hussain (1984, p. 47).

[24] Entrevista con Musafir Khan, Mandani, 11 de abril de 2013.

[25] Entrevistas con Muhammad Ishaq, Arhat Kali, 21 de mayo de 2013, y Haji Azeem, Zigai, 29 de mayo de 2013.

[26] Desgraciadamente, no he encontrado ninguna estimación cuantitativa sobre las aldeas o área de tierra afectada en los archivos estatales o de partido.

[27] Entrevista, Gulabad, 30 de octubre de 2013.

[28] El MKP no estaba tan avanzado como para conseguir las «soberanías miméticas» de los actuales maoístas en India  (Sundar, 2014).

[29] Véase Jones (2003) y K.A. Ali (2005).

[30] Tampoco habían ganado la mayoría de asientos a nivel de país se se tiene en cuenta Pakistán Este, disparando la crisis que llevó a su separación y la formación de Bangladesh e 1971-1972.

[31] Como observa Burji, «La tasa de inflación que tenía una media anual de un 25% de 1972/1973 a 1974/1975 había disminuido a un simple 6% en 1975» (Burki, 1980, p. 175).

[32] En la División Malakand, sin embargo, las confrontaciones armadas se intensificaron, y el gobernador observó que las disputas estaban «adoptando la forma de un cáncer» ( (Khattak, 1974b, p. 179). Pero estos desarrollos van más allá del objetivo de este estudio.

[33] Las mujeres ni siquiera eran mencionadas en su programa (Pakistan Mazdur Kisan Parṭī, 1973), y no hubo ni un solo análisis respecto a las mujeres en sus documentos, para disgusto de las mujeres miembros (Akhtar, 1977).

Noaman G. Ali
Department of Humanities and Social Sciences, Lahore University of Management Sciences (LUMS), Lahore, Pakistan

Correspondence
Noaman G. Ali, Department of Humanities and Social Sciences, Lahore University of Management Sciences (LUMS), DH.A., Lahore
Cantt. 54792 Lahore, Pakistan.
Email: noaman.ali@lums.edu.pk; noaman.
ali@gmail.com

Fuente: J Agrar Change. 2020;20:270–288. https://doi.org/10.1111/joac.12338

Traducción de Carlos Valmaseda