Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Manuel Sacristán, mientras tanto y el pragmatismo

Salvador López Arnal

Antonio Maestre [AM] publicó el pasado 30 de mayo un artículo (“Sin hambre el patrón no paga miseria” https://www.eldiario.es/zonacritica/hambre-patron-paga-miseria_6_1032806717.html) a favor del ingreso mínimo vital, criticando, con razón y razones, el insulto aporafóbico que subyace al calificativo de “paguita” usado por las derechas que, en su opinión (que comparto sin vacilación), “nace de un profundo odio de clase integrado en la ideología neoliberal”.

Ninguna objeción tampoco a otras ideas en defensa del ingreso mínimo que van en la línea de defensa de la renta básica incondicionada (sobre la que no tengo opinión definitiva). Sí unos matices (desde una perspectiva afín) a un fragmento de su escrito. El siguiente:

Manuel Sacristán, señala AM, “uno de los marxistas de referencia olvidados de nuestro tiempo, fue vilipendiado por rechazar el dogmatismo” y también por “enarbolar la utilidad pragmática para conseguir avances sociales mientras no se había alcanzado el socialismo”. El mientrastantismo, prosigue, “era aquella idea que buscaba cómo ser útil en las democracias liberales hasta lograr los postulados marxistas”. El ingreso mínimo vital, en su opinión, “es mientrastantismo en esencia pura: usar una situación coyuntural como la pandemia para cambiar sustancialmente un problema estructural apabullando a la crítica que de otra manera hubiera sido furibunda y ahora es solo una muestra de estertores liberales”.

No estoy tan seguro de que a día de hoy Manuel Sacristán sea un marxista de referencia olvidado. En mi opinión, espero no confundir deseos con realidad, cada día se le recuerda (e incluso se le lee) más y el hecho de que AM lo cite es un ejemplo que hay que agradecer. El autor de “Panfletos y materiales” fue y es uno de nuestros clásicos.

Sacristán, por otra parte, no sólo fue vilipendiado por rechazar el dogmatismo (¿qué marxista, qué filósofo, qué comunista, qué ciudadano/a crítico que se precie puede defender dogmas o pasarlos por alto?) sino, esencialmente, por ser un luchador antifranquista, nada silencioso, desde mediados de los cincuenta hasta el final de sus días (agosto de 1985) y un defensor (a veces incómodo para muchos) del comunismo democrático. Con pensamiento propio y documentado.

El que fuera miembro del comité ejecutivo del PSUC fue, sin ningún género de dudas, un realista en política. Conviene serlo. Pero no un pragmático propiamente. Aunque el pragmatismo, como el Ser, la dialéctica, la justicia o la libertad se dicen y declinan de muchas maneras, el traductor de El Capital (y de más de 100 libros, unas 30.000 páginas en total) no renunció nunca a los principios emancipartorios, a las finalidades (renovadas) de la tradición, nunca pensó que todo valía para conseguir pequeños avances (no despreciables), que el movimiento lo era todo y los objetivos finales nada, que las “ensoñaciones utópicas” eran para los fines de semana y las reuniones de amigos. De hecho, desde su marco conceptual y político, el socialismo, el comunismo, no eran tan solo una meta, una finalidad a muy largo plazo, sino un hacer, una praxis social, cultural, política, que no perdía el sentido esencial de su lucha ni en las conquistas más cotidianas. Había socialismo, había comunismo, tenían presencia, debían tener presencia las finalidades de la tradición, en la lucha para conseguir, por ejemplo, una sanidad pública y universal a la altura de las circunstancias.

El mientrastantismo no era, exactamente, “aquella idea que buscaba cómo ser útil en las democracias liberales hasta lograr los postulados marxistas”. El término “útil” puede dar pie a equívocos. El nombre de la revista que él fundó, junto a su compañera Giulia Adinolfi, Paco Fernández Buey, Toni Domènech y otros amigos, tenía otro sentido, un sentido que uno de los fundadores, el filósofo y traductor Miguel Candel, expresa en estos términos: “para indicar que la situación no permitía avanzar gran cosa en el proceso emancipatorio general y entrábamos, por tanto, en un compás de espera y reflexión. Lo que no imaginábamos era que, además de no avanzar, retrocederíamos tanto” [1].

Compás de espera y reflexión que no les impidió ser parte activa, muy activa (todos ellos eran filósofos de la praxis, Gramsci fue uno de sus grandes clásicos), del potente movimiento antinuclear de aquellos años, del movimiento antiotánico (Miguel Candel es el autor del tema: “OTANOTANOTAN”), de la lucha por una enseñanza pública y democrática, de las luchas obreras anticapitalistas, de la lucha contra una guerra nuclear en territorio europeo (hipótesis en absoluto descabellada en aquellos años… y ahora, en Europa y en otras zonas) y del movimiento ecologista-racionalista y socialista en general. Y en ocasiones, en algunas ocasiones, en minoría de muy pocos por la novedad y originalidad de sus planteamientos (por ejemplo, en asuntos de política de la ciencia y en su crítica a la desmesura y al desarrollismo alocado).

Muchos pensamos durante años que el nombre de la revista era un homenaje a Lorca, a aquellos versos inolvidables de uno de los grandes poemas comunistas -“Grito hacia Roma”, Poeta en Nueva York– de la literatura universal de todos los tiempos:

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los
directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Seguro que también AM quiere que se cumpla la voluntad de la Tierra, que da y debe dar sus frutos para todos. Sin exclusiones. De ahí el apoyo, nuestro apoyo, a medidas que piensen, que ayuden, que protejan a los sectores más vulnerables de nuestras sociedad.

Nota:

(1) Comunicación personal, 3 de junio de 2020.

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