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Teatro: Madre coraje y sus hijos de Bertolt Brecht

Antonio Ruiz

Brecht, ser universal

Bertolt Brecht (1898/1956), hijo de familia acomodada, tuvo una buena preparación intelectual que se vio interrumpida por la Gran Guerra. Desde la secundaria, como estudiante brillante, destacó por su criterio inalienable y personal del mundo en el que vivía. Una de sus manifestaciones de esa época es: «La guerra es el campo de los muertos» y, en un ensayo al poeta Horacio, «glorificó la lucha por la patria pero huyó de la guerra».

Le atraen las artes: pintura, música, poesía y, sobre todo, escribir desde muy joven dramaturgia sobre lo que siente y vive. Una vez emancipado de su familia, se introduce en una vida bohemia donde conoce a jóvenes intelectuales. Mujeriego, padre prematuro e inconformista con las costumbres establecidas, que para él no representan la realidad de su tiempo, se va impregnando de lo que acontece en su país. Conoce a Piscator, importante precursor de la técnica teatral, y pronto decide centrarse en crear un arte dramático que ayude a formar una nueva sociedad, a la vez que desarrolla su compromiso político.

Con poco más de veinte años consigue estrenar su primer drama: Tambores en la noche (sobre la revolución alemana, liderada por los espartaquistas).Un trabajo anti-bélico y pro-vida, sobre los jóvenes que mueren en la guerra y donde ya se aprecia un lenguaje dramatúrgico nuevo.

Cierto día, después de ver una película sobre La madre de Gorki, sale con una idea: «esa madre que ha perdido a su hijo, se ha de convertir en la madre de todos los hijos que sufren». Años después realizará uno de sus más célebre dramas: Madre coraje y sus hijos.

Tras el incendio del Reichstag en 1933, con Hitler en el gobierno alemán, los amigos le aconsejan que se exilie, sabedores de que figura en la lista negra del nuevo régimen. Deambula por varios países europeos y finalmente acaba en USA. Allí vuelve a ser perseguido por sus ideas políticas siendo interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas. Después de 15 años regresa a su país, a donde siempre quiso volver, y se instala en el Berlín oriental de la RDA. En dicha ciudad forma un grupo teatral estable, al que dedicará el resto de su vida, creando, montando y representando su peculiar estilo y visión del arte dramático.

Brecht y su teatro

Las obras teatrales de Bertolt Brecht tienen identidad propia, cuestión que ha generado cierta diversidad de criterios a favor y en contra. En mi opinión tienen cierta complejidad, por la combinación de elementos artísticos: música, poesía, canciones. Lo más significativo es captar el sentido de la totalidad, lo que el autor quiere exponer en cada pieza escrita que nos ha legado. Si se aprehende la esencia del drama, se verá que esta es intemporal y universal, a la vez que es el requisito para que sea arte y pueda llegar al público.

Brecht parte de una idea y desarrolla la obra genéricamente, pero la va determinado y corrigiendo durante los ensayos con los intérpretes en vivo. Les invita a que improvisen, les corrige y finalmente modifica o no el texto o la composición de la escena, siempre en consonancia con la idea del conjunto de la obra.

Brecht indica con firmeza a los actores durante el montaje que controlen los sentimientos emotivos, no exteriorizarlos en las escenas fuertes, para no condicionar al espectador dejando que este juzgue por sí mismo la situación. A esta técnica se le ha dado en llamar “efecto de distanciamiento”.

El teatro de Brecht no es sencillo, a veces puede parecer desarticulado por sus giros, hace pensar, cada escena tiene un sentido dentro del conjunto y, si está bien representado, durante el desarrollo de la obra se van ensamblando las piezas y se aprecia el sentido de lo que se quiere exponer.

MADRE CORAJE Y SUS HIJOS

Montaje: Grupo Atalaya de Sevilla. Teatro: Romea de Barcelona del 21 al 25 de abril de 2021.

Argumento: Durante la larga guerra religiosa –católica protestante– del siglo XVII en Europa, una madre con tres hijos se dedican a visitar los pueblos de la zona en conflicto en un carro, su única propiedad, realizando cambalache como medio de vida.

Brecht acaba de escribir esta obra, que ya tenía en la cabeza, poco después de abandonar Alemania en 1933, previendo el devenir bélico en que podía desembocar su país con el nuevo régimen de Hitler y en contra del mismo. Su estreno público fue en Zúrich en 1941, pero a su regreso, cuando creó el Berliner Ensamble, realizo algunas modificaciones. Mientras vivió, el personaje de Madre fue siempre interpretado por Helene Weigel, su esposa.

Esta obra se encuentra entre las más representadas de su autor, y en ella, muestra la sin razón de toda guerra y el negocio que la encubre; el poder, de un tipo u otro. Mientras que las victimas y siempre perdedores es; el pueblo, los seres humanos. Un tema hoy imperecedero.

El montaje que nos presenta el grupo Atalaya tiene una riqueza añadida; es vivo, dinámico e intemporal. Merece un apartado comentar el hacer de este grupo (no lo considero como compañía teatral al uso) que proviene de mitad de los años ochenta como Colectivo de teatro callejero, bastante común en varias ciudades españolas de principio de los setenta a los ochenta.

A pesar de las limitaciones que, a mi entender, tiene una sala “a la italiana” (escenario frontal), y más, si no es amplio y profundo, este montaje está bien resuelto y consigue transmitir la esencia del autor, con un simple carro y siete interpretes. Por cierto, el texto de las canciones (recurso común en Brecht) lo hacen en alemán, y algunas la inician en este idioma y las continúan en español, no es casualidad, tiene su sentido.

Resumiendo: una obra digna bien realiza. El próximo sábado veré un segundo montaje de este grupo en el mismo teatro: El rey Lear.

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