Joaquín Miras
Somos seres culturales. Vivimos conforme a principios y expectativas, actuamos conforme a saberes de actuación. Hemos producido el mundo objetivo a partir de la materia, pero según normas, según pensamientos en los que se determinan o coagulan los saberes; saber hacer, saber producir, saber emplear, saber planear, saber de los fines. El ser humano se objetiva. Si partimos de esta idea, a saber, la de que la cultura humana es objetivación nuestra, esperamos que sea fácil deliberar colectivamente sobre el cómo cambiar de cultura. Tratamos de invitar a la gente a ello –una objeción previa: ¿lo hacemos? ¿de verdad lo hacemos? ¿Tenemos instancias dedicadas a sugerir, a promover el debate sobre los usos, sobre los hábitos de vida? ¿tenemos instituciones que ayuden en el nivel cotidiano y micro a construir, a organizar, entre varios, nuevas instancias directas de pensar para hacer, y de ejecutar, allí donde se pueda, aquello que es posible? ¿De darse esta circunstancia, podríamos ser ya, al menos, el 20%, el 15, el 10% –el 16% en 1977 en Cataluña- de la sociedad? ¿Quizá, un “simple”, “solo” 5% de seres humanos organizados en nuestra sociedad? Puede que, si acaso esto no se hace, si estas instituciones no existen, antes de pasar a un segundo considerando debiéramos detenernos aquí y reflexionar sobre ello. Es un primer nivel a superar. Segundo nivel: podemos percatarnos de que sólo pocos de entrada se suman a la cosa. Podemos preguntarnos: ¿por qué? Y concluir, entonces, -no antes-, reflexionando sobre la maldad de la naturaleza humana, naturaleza egoísta, que sólo vela por lo suyo. Pero, ¿es egoísta y vela por lo suyo quien destruye bienes finitos, recursos limitados…etc? Cabe detenerse un momento antes de dictar la conclusión, y plantearse aunque solo sea especulativamente, y para nuestra tranquilidad de alma: ¿hay acaso otra respuesta? ¿Cómo, si no es por el egoísmo, podemos explicar ese hacer?
Busquemos la respuesta en la humilde escoba. Interpelémosla como si fuese un dios. Leámosla. Si leemos la escoba, si nos concentramos en su ser escobil, en su trascendente aseidad [1] de escoba –risum teneatis; voy en serio-: si le preguntamos a alguien cualquiera sobre lo que es la escoba, nos dirá: “es una cosa que sirve para barrer”. Pero, ¿Es eso así?
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