Resulta difícil creerlo hoy, pero el ethos dominante entre la élite educada fue alguna vez el servicio público. Como documentó el historiador Tondy Judt en Algo va mal, la principal ambición entre los graduados en los años 50 y 60 era, a través del gobierno o las profesiones liberales, servir al país. Su enfoque podía ser patricio y a menudo estrecho de miras, pero sus intenciones eran principalmente públicas y cívicas, no privadas y monetarias. Hoy, la idea de servicio público parece tan pintoresca como una oficina local de correos. Esperamos que quienes nos gobiernan arramblen con lo que puedan, permitiendo que bancos y empresas depredadoras esquilen el ámbito público, y luego cobren su recompensa bajo la forma de lucrativos cargos de dirección.
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