Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Europa S.A.

Joaquín Arriola

Del comportamiento de los actores europeos en la guerra de Irak podemos sacar una conclusión económica: la fase de la “globalización” (o sea de la integración de los mercados internacionales bajo la hegemonía de Estados Unidos) la hemos dejado ya atrás. Acabó probablemente en 2000, con las iniciativas del gobierno norteamericano en defensa de su industria del acero, y con el fracaso del Diálogo Transatlántico, que todavía algunos lobbies empresariales se empeñan en resucitar (y que tendrá en la cumbre EEUU-UE del próximo 25 y 26 de junio en Dromoland Castle, Irlanda, una prueba de fuego).

La realidad con la que nos enfrentamos ahora es por el contrario la de una “competencia global”, un conflicto en torno al dominio del mundo entre diversos países y áreas monetarias, que refleja el apego al territorio de origen de gran parte del capital productivo, y el papel de los grandes estados en la defensa corporativa de sus propias multinacionales. En este contexto se inscribe la introducción del euro, que representa un serio desafío al predominio monetario del dólar a escala mundial (un predominio gracias al cual EE.UU. ha podido permitirse, entre 1982 y 2002, un déficit de la balanza de pagos en relación al resto del mundos de 3.204.214 millones de dólares).

En este contexto se inscribe así mismo el reciente ingreso en la Unión Europea de nuevos países procedentes de la Europa central y oriental. Solamente razones políticas y estratégicas pueden explicar la relativa rapidez con la cual se ha llevado a cabo la integración de los países ex – socialistas cuando no se encontraban en situación de responder a todos los requisitos previstos para la adhesión a la UE. La ventaja estratégica de los nuevos adheridos es evidente: el capital europeo podrá asegurarse nuevos mercados emergentes, mano de obra especializada a bajo costo además de acceder más fácilmente a un área de gran importancia estratégica en la cual se concentran enormes recursos petrolíferos y de gas que los geopolíticos denominan Eurasia. En la división del trabajo interna a la Unión Europea, a los nuevos países miembros se les asigna la función de periferia interna, en la cual se consumirán productos de alta y media tecnología fabricados en los países de Europa central y del norte, y se producirán productos maduros (que, de paso, competirán con muchas de las producciones de países como Italia o España).

Todo esto, tan ajeno por lo visto y lo escuchado, a las preocupacioines de los candidatos a diputados europeos y a sus respectivos partidos políticos, es la realidad de Europa. La Europa del euro, la Europa del Tratado Consitucional (en la cuerda floja a la vista de los resultados de las recientes elecciones), a despecho de las afirmaciones ideológicas y (quizás) de las intenciones de sus valedores, no es una “Europa social”: en ella predominan la precarización de las relaciones laborales, los ataques al salario, las privatizaciones; al tiempo que están ausentes las políticas sociales coordinadas.

No es por casualidad, sino por las hipotecas políticas que establece el consenso neoliberal, que la propuesta de dejar constancia en el tratado constituyente del compromiso de desarrollo de la Europa social al mismo nivel que la Europa de los equilibrios presupuestarios, promovida por un grupo de socialistas franceses, con Jacques Delors y Michel Rocard a la cabeza, no ha encontrado ningún eco entre los jefes de gobierno y a lo que parece, tampoco entre los socialistas hispanos. Así, el presidente Rodríguez Zapatero se ha mostrado como un verdadero europeísta, pero ha perdido la oportunidad de revelarse también como un europeísta de izquierda. En la reunión de jefes de estado que aprobó el Tratado constitucional el gobierno español no ha dicho esta boca es mía para promover nada parecido a un desarrollo del concepto de la Europa social, ni tampoco para defender el rechazo constitucional a la guerra como medio para dirimir diferencias entre países.

¿Se trata acaso de objetivos maximalistas o utópicos? Los objetivos que proponen los signatarios de la petición para el establecimiento de un verdadero tratado constituyente de la Europa social son ciertamente mínimos: unos objetivos cuantitativos vinculados a la calidad de vida y del empleo; la aplicación de la mayoría cualificada a las decisiones relativas a la harmonización fiscal; reconocer junto al principio de competencia, el principio del interés general y la utilidad de los servicios públicos; el principio de igualdad de acceso a los servicios de interés general; el encargo al Parlamento Europeo de elaborar una Carta para el Desarrollo Sostenible; el reconocimiento europeo del derecho de los pueblos la autosuficiencia alimentaria y la declaración de que la política comercial de la Unión se fundamenta en los principios de reducción de las desigualdades internacionales, la solidaridad y el desarrollo sostenible.

Read more

Eurolandia a la deriva

Joaquín Arriola

A pesar de las expectativas levantadas, la cumbre de Lisboa ha servido fundamentalmente para poner en evidencia –para aquellos que han sido capaces de bucear por debajo del ruido mediático del bombo y platillos- la ausencia de consenso entre los actuales gobiernos de la UE sobre cual pueda ser el modelo de desarrollo más adecuado para Europa. El lugar elegido simboliza una de las preocupaciones de los dirigentes comunitarios: ¿como preparar a la economía europea para competir en mejores condiciones con el socio político y sin embargo rival económico del otro lado del Atlántico, los Estados Unidos de América (EUA)?

En principio, parece existir un consenso en torno a varios puntos: la economía en Estados Unidos se comporta mejor que en Europa; las nuevas tecnologías de la información son el sector productivo estratégico para las próximas décadas; la economía europea tiene en la falta de flexibilidad del mercado de trabajo uno de sus mayores problemas. ¿Será cierto todo esto? Vamos por partes

¿Crece EUA más y mejor que la UE?

Desde los años sesenta la Comunidad Europea crecía más que la economía norteamericana. Entre 1960 y 1969, la economía de los cuatro principales países europeos (Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia) crecío un 1,3% más al año; entre 1970 y 1979, un 3,9% más al año; en la década de los ochenta, un 2,1% más al año… pero desde 1992, la economía norteamericana crece más que los principles países de la UE todos los años menos en 1995. Esta evolución de los años noventa contrasta con lo que venía siendo una norma, es decir, algo asumido como normal, y de ahi viene el “complejo de inferioridad” de los líderes europeos.

La economía norteamericana crece más que la de Eurolandia. Este es un dato incuestionable. Pero ese mayor crecimiento se basa en tres cosas: la venta de automoviles y electrodomésticos, la venta de ordenadores y software y el consumo de productos importados.

Los bienes duraderos (automóviles, ordenadores, electrodomésticos) estos productos, que presentan unas elevadísimas tasas de crecimiento, representan el 20% del PIB, y aportan 2,4 puntos de los 4,2 de crecimiento del PIB:

Read more

El nuevo anticomunismo de la nueva derecha post-antifascista europea

Luciano Canfora

29/01/06|

"La recuperación historiográfica de una parte más o menos grande de la experiencia fascista y la consiguiente demonización martilleante de la experiencia comunista no son una operación erudita: son una operación política que pretende resultados de todo punto políticos. De lo que se trata es de destruir la noción positiva de antifascismo (concepto que asume el fascismo como mal principal), y de fundar un orden constitucional conforme a las aspiraciones de aquellos estratos que en su momento no vacilaron en avalar precisamente al fascismo como remedio"

Hace una pocas semanas, un "nuevo filósofo" francés, el exmaoísta Alain Finkielkraut, declaró, a cuenta de los disturbios vividos el pasado otoño en París, que "el antirracismo será en el siglo XXI lo que ha sido el comunismo en el siglo XX", es decir, en su opinión, una ideología totalitaria peligrosa que ha de ser combatida con todos los medios: finalmente, los inmigrantes y sus hijos "odian trabajar", y "sólo quieren dinero y ropas de marca". Pocos tomaron demasiado en serio las declaraciones de este pícaro mediático habituado, exactamente igual que sus equivalentes –"filósofos" o "historiadores"— en España y en otros países, a exhibir con dosificada astucia su nuevo extremismo oligofrénico bajo la patente de perito en legitimación de lo existente que le conceden los grandes medios de comunicación del sistema. Pero como decía Bertolt Brecht, los excesos revelan la esencia del fenómeno. En esta semana que, a propuesta del Partido Popular Europeo, se debate en el Parlamento europeo una moción de condena del "totalitarismo comunista", nos ha parecido oportuno reproducir este lúcido y analítico discurso pronunciado por el historiador Luciano Canfora en Rímini [como invitado a la tribuna de oradores durante el III Congreso del Partido de los Comunistas Italianos, celebrado en febrero de 2004] sobre el significado político del revisionismo histórico anticomunista y de la paralela reorientación de la actual derecha italiana y europea en un sentido post-antifascista.

QUERRÍA EMPEZAR recordando una verdad elemental, a saber: que la historia la escriben los vencedores. Y puesto que la larga guerra europea, y luego mundial, comenzada en 1914 y desarrollada luego en varias fases, terminó, tras varias vueltas, paces aparentes y cambios de frente, con la derrota de la Unión Soviética en 1991, es evidente que, por ahora, y por mucho tiempo aún, la historia que prevalecerá será la que escriban los enemigos de la Unión Soviética, y por ende, del antifascismo.

Read more

Good Morning Lenin!

Alemania 2004

Alemania, centro dominante de la Unión Europea, atraviesa crecientes dificultades económicas y políticas, la euforia de comienzos de los años 90 quedó atrás. La “unificación alemana“  presentada como la expresión de la victoria definitiva de la economía de mercado, y el  fracaso final del comunismo, se ha convertido en una acumulación de desilusiones, especialmente en el Este, la ex República Democrática Alemana, donde la desocupación se acerca al 20 % de la población económicamente activa, el doble que en el Oeste. Y donde el viejo bipartidismo, alternancia entre socialdemócratas y demócratas cristianos (con complementos verdes y liberales) se deteriora rápidamente.

Las últimas elecciones  regionales en Brandeburgo y Sajonia, estados federales del Este expresaron no solo dicha degradación sino además el avance espectacular de los neocomunistas  (el Partido del Socialismo Democrático) que quedaron como la segunda fuerza en ambos casos (con 28 % y 23 % de los votos respectivamente). La prensa occidental por lo general ocultó el hecho poniendo el énfasis en el avance de la extrema derecha (9% de los votos en Sajonia y 6% en Brandeburgo).

La caída de los dos grandes partidos tradicionales ya fue visible en las elecciones para el parlamento europeo a mediados de este año cuando el oficialismo, la socialdemocracia, obtuvo apenas el 21 % de los votos a nivel nacional, pero como la asistencia electoral fue muy baja (43 %) de hecho logró solo el 9 % del total del electorado. Los demócratas cristianos también retrocedieron, perdieron 1, 7 millones de votos con relación a la última elección europea.

 

Todo empezó en Madeburgo

Read more

“Festung-Europa: Notas sobre la constitución europea”

Nicolás González Varela

“Desobediencia es mi palabra favorita”

(Philip Marlowe)

Proemio

La hipótesis de una “guerra global permanente” (GGP) tiene una ventaja y muchas hipotecas ocultas. La ventaja es obvia: es un concepto altamente comprensible, una etiqueta de fácil explicación, harto evidente y fácil de digerir. A esta facilidad semántica se le contrapone problemas diríamos de introspección nacional: queda constreñida a un “revival” de la vieja categoría “militarismo” del siglo XIX, donde el peso excesivo recaía sobre la esfera de la política externa, dando por consabido o supuesto las determinantes internas, sistémicas, la lucha de clases en la propia nación. Quiero abordar el tema de la Constitución europea en sentido inverso, pensando la GGP como la primacía de la política interna, como el desarrollo larvado de figuras de la lucha de clases (pasadas y futuras), como presunciones de guerra civil y dominio de clase. La constitución entendida como sistema de mediaciones y equilibrio entre el capital y el poder obrero coagula niveles de violencia al mismo que diseña nuevas figuras de comando político que tendrán profunda incidencia en la morfología de la lucha de clases.

Europa. Historia conceptual de una ideología:

El proyecto de unidad europea El anhelo de unidad europea es más antiguo que la corona de Carlomagno, decía clarividente Jünger en 1944, el nacional-bolchevique amigo de Heidegger, pero nunca ha sido tan apremiante y ardiente como en nuestro tiempo. Europa es una suerte de enigma, un enigma que arrastra desde su propio nombre equívoco. Euro, el antiguo viento del sudoeste, hijo de Eos y de Tifón. Europa, mitológica heroína oriental que termina nombrando y renombrando un apéndice geográfico, la joven amada por Zeus e hija de Agenor, rey de Fenicia; la seducida y montada en un toro, tal como se puede ver en una antigua metopa del templo de Seminonte. Europa, una metáfora semítica del espacio entre el Atlántico y los Urales, una región que los antiguos relacionaban con el sol poniente al norte de la Hélade, la Grecia clásica, tal como la nombraban Esquilo y Eurípides.

Read more

Reflexiones marginales sobre el significado económico-político de la Constitución Europea actual, y de la futura

Diego Guerrero Jiménez

http://pc1406.cps.ucm.es

Enero de 2005

[1. Introducción, p. 1; 2. La CE, entre la política y la economía, y la lucha competitiva mundial, p. 2; 3. El poder constituyente europeo, p. 9; 4. La Constitución Europea: ¿mercado o democracia?, p. 12; 5. La constitución europea del futuro, p. 15; Referencias, p. 19]

Aunque este breve artículo tiene que ver con la Constitución Europea (CE), en él no se van a comentar las declaraciones y prescripciones que la misma contiene, ni siquiera aquellos de sus artículos que recogen las normas de mayor contenido económico. En realidad, este artículo podría haberse escrito sin haber leído siquiera esta Ley de leyes que están a punto de aprobar los ciudadanos de la Unión Europea (UE).

Lo único que se pretende hacer es calibrar el alcance histórico de este importante paso en la construcción político-económica mundial desde un punto de vista mucho más general y sistémico, sobre todo en relación con lo que dicho paso supone y supondrá en la debatible marcha del capitalismo en dirección hacia el comunismo.

No hará falta por consiguiente entrar en el detalle de los derechos y deberes de contenido económico que quedarán garantizados o meramente recogidos en la CE, ni en el recuento de los órganos e instituciones que se encargarán de poner en práctica las diferentes actuaciones de política económica, ni en el tipo de relaciones que existirán entre ellos, etcétera, porque partiremos del supuesto de que, aunque muy novedosa por el ámbito de vigencia de esta nueva norma, desde el punto de vista de su contenido esta Constitución no puede sino ofrecer un carácter fundamentalmente continuista, como corresponde a todas las normas supremas de que se han ido dotando los países capitalistas en los dos últimos siglos o, con mayor exactitud, desde la instauración y consolidación en ellos del régimen capitalista.

Read more

Los provocadores son gente sensible

Gregorio Morán

11/02/2006 No sé si somos conscientes de que estamos metidos en uno de los líos más graves desde 1914, cuando un descapotable rodaba amablemente una mañana de verano sobre uno de los coquetos puentes que jalonan el Miljacka a su paso por Sarajevo . Excelsa comitiva porque se trataba del viaje de bodas morganáticas del Príncipe Francisco-Fernando, heredero del imperio Austrohúngaro, interrumpido porque un chaval, estudiante de no sé qué llamado Gavrilo Princep, le descerrajó un par de tiros y lo destripo. El muchacho era un independentista serbio y los muertos principescos, un heredero y su señora, Sofía, duquesa Hohenburg; ambos un desastre de la postrera generación del reino de Kakania conocido como Austrohungría. Es posible que nadie derramara una lágrima por la pareja baleada. Da lo mismo, meses más tarde empezarían a llorar por turnos y luego a coro de millones. El incidente del puente sobre el río y el audaz muchacho con la pistola en ristre inauguraba una época, y al decir de muchos historiadores competentes, el siglo XX. Acababa de empezar la Primera Guerra Mundial. Recuerdo que cuando estuve en Sarajevo, durante el período en que la ciudad estaba sitiada y masacrada por los serbios, descendientes de aquel independentista simplón que fue Gavrilo Princep, el magnicida, busqué ansioso el Puente Latino donde empezó la historia. Estábamos en 1992, con la ciudad rodeada de francotiradores, serbios como Gavrilo, pero con fusiles de mira telescópica que te liquidaban como quien caza gamos, y Sarajevo era entonces ciudad de mayoría musulmana y bosnia, por más señas, y cuando yo preguntaba por el puente que había dado lugar a la Primera Gran Guerra de la humanidad, mis anfitriones musulmanes no entendían nada. No había ni siquiera una lápida para conmemorarlo; la habían retirado los bosnios porque homenajeaba a un serbio. Fleming Rose tiene 47 años y no sufre demasiado de las meninges pese a asumir la responsabilidad del suplemento cultural del diario Jyllands Posten. Es hombre de opiniones contundentes porque su experiencia de tres años como corresponsal danés en Washington le hace admirar Estados Unidos con pasión ferviente, igual que su otra experiencia en la Rusia soviética también de corresponsal, siete años, le convence de que los islamistas son lo mismo que los bolcheviques que él conoció; dogmáticos, fanáticos y poseedores de la verdad manipulada. A él se debe una iniciativa singular que sería la que iba a generar el comienzo de esta guerra que aún no sabemos a dónde va a llegar. En su condición de jefe de la sección cultural del diario danés se encontró ante un dilema que afectaba a su conciencia. Dinamarca es un país muy restrictivo en cuanto a la emigración – no llegan a doscientos mil los musulmanes en su territorio-, relajadamente pietista en su evangelismo protestante que tanto impresionó a nuestro Unamuno que se propuso estudiar danés para entender a quien él consideraba su alga gemela, aquel hirsuto e intratable Sören Kierkegaard. Lo que afectó a Fleming Rose en su conciencia de ciudadano libre de un país pequeño que le ha costado mucho sobrevivir ante los colosos que lo rodean, eran los tres o cuatro incidentes que demostraban el miedo que les entraba a las gentes de oficios artísticos cuando debían afrontar asuntos musulmanes. Un escritor de narraciones para niños no daba con ningún osado dibujante que ilustrara un cuento sobre Mahoma, una traductora del libro de la diputada holandesa Ayaan Hirsi Ali se negaba a poner su nombre en los títulos por temor a represalias… Una reunión de los redactores del suplemento cultural dio una pista de una audacia temeraria, por más que periodísticamente fuera impecable. Se trataba de pedir a los más notables ilustradores de Dinamarca un mono sobre Mahoma. De la solicitud que se hizo a 40 respondieron afirmativamente sólo 12, número con pretensión profética en el cristianismo, por aquello de los doce apóstoles. Y ahí empezó todo. De las caricaturas mahometanas he de decir, porque las he visto, que hay de todo; mientras que la denostada imagen del Profeta con turbante dinamitero carece de la más mínima gracia, hay una genial en la que Mahoma recibe en el cielo a un puñado de fundamentalistas y les advierte que el cupo de vírgenes se ha terminado; sarcástica respuesta humorística a las huríes prometidas por tantos imanes a quienes se inmolen en actos terroristas. El humor y la religión son literalmente incompatibles. En España, la única publicación capaz de superar cualquier barrera es la menos citada, me estoy refiriendo a esa revista insólita titulada El Jueves,que en un rasgo de humor memorable aparece los miércoles, y cuya sección ¡Dios mío! es un hallazgo para cualquier creyente desinformado. Fuera de eso no hay nada que juegue con esa goma-dos inmanejable que es el humor religioso. No hay que olvidar que estamos en un país, donde las revueltas se iniciaban quemando iglesias y conventos, cosa que parecen olvidar los sesudos comentaristas del liberalismo postfranquista. Las bestialidades a las que llegaron mis paisanos asturianos durante las revoluciones de 1934 o 36 sobre monjas, curas y edificios religiosos revelan una fijación obsesiva y patológica que sólo acababa con la exasperación de la muerte; no se trataba sólo de matar curas y monjas sino además de hacerlo de tal modo que fueran actos rituales de barbarie. Excuso decir lo que luego hicieron con los mineros supervivientes las gentes de orden y comunión diaria; bastaría decir que en la cuenca minera era habitual colgar de un gancho para el despiece del ganado a los detenidos, hasta que morían, como se hacía con las reses, sólo que a las vacas se las mataba antes y a los hombres se les colgaba vivos para que expiaran sus pecados. El fanatismo no distingue credos. El humor y la religión son incompatibles por naturaleza; porque a los cristianos les parece un exceso que los musulmanes se enerven por las representaciones chistosas del Profeta, pero saldrían a la calle si algún diario dibujara una felación de María Magdalena a Cristo, o como escribía un palestino, el acoplamiento de Jesús con Juan el Evangelista. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Nadie admite bromas sobre su religión, ¡porque es la verdadera!. No tiene ningún sentido, salvo el de la provocación, ponerse a orinar en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén. En este terreno aún habitamos en la Edad Media y con gran contento de las jerarquías religiosas que apuntan sus mayores temores hacia el laicismo, no a cualquier competidor gremial. Lo laico puede matar el negocio, la fe lo renueva e incluso dinamiza el ejercicio de la competencia. Por eso no extraña que fuera el imán palestino Ahmed Abu Laban, un cínico de primer orden cuyas declaraciones muestran el doble lenguaje de estos tipos que afirman vivir para consagrarse a Dios y que son incitadores al odio entre los hombres. La raza de los Rouco, esa especie de individuos torvos hoy en plena expansión, que parece nacida para amenazar, chantajear y presionar con voz meliflua y apelaciones al amor que no cataron nunca. El imán Abu Laban, al que acogió Dinamarca y no precisamente como emigrante laboral, montó una manifestación que logró reunir a más de tres mil personas en Copenhague, pero no contento con eso e imbuido de la misión que el Profeta y los dioses en sesión plenaria le habrían encomendado, presionó a los embajadores árabes en Dinamarca que en número de 11 exigieron una rectificación al Gobierno, al periódico y hasta a la sociedad. Y como el asunto no funcionó y para ganarse aún más el cielo se desplazó a los países musulmanes e inició la cruzada al revés, menester nada difícil teniendo en cuenta que cualquier musulmán, cualquier árabe en general, tiene multitud de razones para rebelarse contra Occidente. De septiembre, que se reunieron los cerebros del suplemento cultural del Hyllands Posten,hasta esta segunda semana de febrero en que estamos al borde del colapso, han pasado cinco meses, y lo que habría que diferenciar, si a estas alturas es posible, es la desvergüenza de los regímenes criminales de los países árabes y la responsabilidad no menos criminal de las potencias occidentales que los sustentan. Con esa jeta de hormigón armado que utilizan los autoenviados de los dioses, ya sean católicos o mahometanos o del Septimo Día, el imán Abu Laban afirma que siente mucho la violencia que él ha promovido. A mí me remueve los interiores escuchar a los representantes religiosos, ya sean católicos o musulmanes, defender sus creencias como ofrenda de paz entre los hombres al tiempo que animan a la liquidación del adversario. En su condición de capellanes de la muerte su impostura debería ser desenmascarada. Ahora bien, no sé qué podemos hacer cuando los provocadores se han vuelto sensibles y aseguran que ellos no querían más que amor y comprensión. No es verdad que la profesión más vieja de la humanidad sea la prostitución, antes existieron los sacerdotes y fueron ellos los que predicaron que las prostitutas les habían precedido. La solución para estos nuevos profetas de la guerra santa está en hacer como que no ves lo que no debes ver, o lo que es lo mismo para el imán Abu Laban "si nos olvidamos de los profetas y de Dios al hacer caricaturas no perderemos nuestra libertad de expresión". Sería inútil recordarle a este imán y a muchos obispos, que si nos olvidáramos de muchas cosas volveríamos a tiempos oscuros donde no queremos volver por más que a ellos les gusten. Para estos tiempos de cuaresma laica, sobre la que volveremos, les sugiero que en vez de asaltar mezquitas, iglesias o embajadas, acérquense al quiosco más cercano y compren el último número de El Jueves. Exhibe una portada emblemática: "Íbamos a dibujar a Mahoma… ¡pero nos hemos cagao!". Eso sí, llévatelo a casa, porque en público la única risa socialmente admitida para asuntos de religión es la de la hiena.

Read more

El racismo de Estado en Francia

Alain Vidal

De las leyes antiárabes a las leyes antijudías

El racismo de estado, de Jules Ferry al mariscal Petain.

El 28 de junio de 1881, Francia instituía oficialmente el racismo de Estado. Bajo la autoridad de Jules Ferry, entonces jefe de Gobierno, fue promulgado el Código del indigenismo. En aquella época, Argelia, formaba parte integrante del territorio de Francia, todos sus habitantes eran franceses. Con este Código, más de dos millones de franceses quedaron relegados "legalmente" al estatuto de sub-hombres.

Los Árabes de los tres departamentos de Argelia serán sometidos a una legislación racial. Reina desde ese momento, un estado de excepción permanente. Este Código transformó arbitrariamente al árabe, en un siervo de la gleba imponiéndole tallas y corvéas. En esa época, políticos y eminentes juristas, se elevaron contra ese "monumento de monstruosidad jurídica », pero fue en vano.

Con Jules Ferry triunfa « un principio jerárquico y racial que destruye el propio concepto de humanidad y de universalismo » proclamado en 1789. Es, sin reconocerlo, una puesta en cuestión radical de las ideas de la Revolución consideradas por los republicanos moderados como peligrosas para los intereses de la burguesía para el poder, peligrosas para la grandeza ( la "grandeur") de Francia. Digno heredero del Código Negro promulgado bajo Colbert, el Código del indigenismo hace regla de la excepción, con el fin de mantener un estado permanente de miedo en una población presuntamente culpable de todos delitos presentes y futuros. Delitos y penas instituidos son competencia directa de la administración, al margen de cualquier injerencia judicial.

Read more

El comunismo condenado

Carlos Taibo

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha sido en las últimas semanas el escenario de agrias disputas sobre si convenía o no formalizar una condena de los regímenes llamados ‘comunistas’. Vaya por delante que todo me invita a concluir que hay razones sobradas para repudiar esos regímenes, protagonistas en el pasado de crímenes execrables, tanto en la URSS -y me ciño ahora al teatro europeo– como en sus satélites de la Europa central y balcánica. Agregaré, para dejar las cosas aún más claras, que me preocupan poco las discusiones relativas a si unos regímenes fueron más benignos que otros. Los crímenes deben ser condenados sean cuales sean los condicionantes comparativos que uno quiera invocar.

Aclarado lo anterior, hay que poner los puntos sobre las íes, sin embargo, en lo que se refiere a la presumible intención política y, en su caso, a la terminología comúnmente empleada por quienes están detrás de la iniciativa que nos ocupa. La tarea correspondiente reclama, como poco, cuatro precisiones que afectan a otras tantas cuestiones importantes.

La primera de ellas subraya lo que entre nosotros parece evidente: no puede colocarse en el mismo saco a los regímenes objeto de nuestro interés, por un lado, y a los partidos comunistas occidentales, por el otro. Fueren cuales fueren las dobleces de estos últimos –y las hubo, y muchas- parece fuera de discusión que configuraron instancias decisivas en la lucha contra los fascismos de entreguerras y en el derrocamiento de dictaduras de muy diverso corte.

No está de más recordar, por añadidura, que muchos de los militantes de esos partidos se dejaron la vida en ese empeño. Tampoco parece fuera de lugar la mención de que muchos comunistas disidentes se opusieron con coraje a los propios sistemas de tipo soviético.

Vaya una segunda consideración: mi percepción de siempre ha sido la que sugiere que es un craso e interesado error seguir etiquetando de ‘comunistas’ a lo que acabo de llamar, de manera más neutra, sistemas de tipo soviético. Y ello es así, en primer y marginal lugar, porque, aunque a menudo se olvide, esos sistemas rechazaron para sí la marca correspondiente: las más de las veces argüían que el comunismo era un objetivo final que se antojaba lejano. Mayor relieve tiene el hecho de que existen distancias alarmantes entre lo que una plétora de pensadores del XIX, con Marx a la cabeza, entendió que era el comunismo y la presunta concreción de éste en la Europa oriental del siglo siguiente. No nos engañemos mucho al respecto: si la idea comunista es muy anterior a los sistemas de tipo soviético -si así se quiere, es uno de los vectores siempre presentes en el pensamiento político occidental-, lo suyo es que convengamos que sobrevivirá también a esos sistemas, de la mano, acaso, de una crítica radical de lo que fueron.

Recelemos, en tercer lugar, de una palabra que aparece por doquier en estas discusiones:

Read more

Le thé au harem d’ Archiméde

Carlos M. Gutiérrez.

¿Que está pasando en Francia?

El título de este artículo, que hace referencia al de una interesante película francesa de 1984, dirigida y escrita, con tono autobiográfico, por el francés nacido en Argelia Mehdi Charef, trata de apuntar y describir la clave de los acontecimientos que están sucediendo en los últimos días en Francia.

Las conmovedoras y duras imágenes del film nos muestran la historia de dos adolescentes, uno un inmigrante de origen magrebí y el otro de origen francés, que viven y luchan en esos auténticos ghettos de marginalidad y exclusión que fueron levantados en los años sesenta-hasta un total de 750 en toda Francia-, y que algunos llaman cités, y que han sido rebautizados, de modo ciertamente eufemístico, como "zonas urbanas sensibles".

En el pasaje más impactante de la ya antigua película se nos muestra la impotencia y la rabia del muchacho inmigrante al recibir toda la burla e incomprensión de sus compañeros de clase y de su propio maestro. El chico es interpelado por su profesor a escribir en la pizarra el Teorema de Arquímedes (Le théoréme d¨Archimede). Con mano temblorosa e insegura, el joven magrebí traza sobre el tablero la frase: "Le thé au harem d’ Archimede (El té en el harén de Arquímedes). Todo un signo de falta de integración cultural y fracaso del sistema educativo, y una clara muestra de cómo el repliegue en las propias señas culturales sirve como barrera y como defensa ante un entorno que se percibe como hostil y extraño.

En un momento en el que la prensa europea está usando parecidos métodos de descalificación a los que estamos habituados por estos pagos: vándalos, delincuentes, traficantes de drogas o radicales islámicos, no está de más recordar que éste fenómeno, la exclusión y la represión de los inmigrantes, pobres, por supuesto, no es nuevo en Francia ni en el resto de Europa. Las imágenes que nos han llegado por medio de la televisión en los últimos días nos mostraban como abigarrados policías, armados hasta los dientes, efectuaban auténticas razzias en las que se apuntaba directamente contra pacíficos vecinos que estaban en sus portales, ¿en este caso está "en suspenso" el sacrosanto derecho a la propiedad privada?, ¿para los pobres no rige el derecho de inviolabilidad del domicilio?. Las imágenes eran muy claras para todo el que tenga ojos y quiera ver, los elementos que determinaban hacia donde apuntaban los agentes sus armas eran muy claros: el color de la piel y la posición en la escala social.

Cualquiera que simplemente tenga un mínimo de sensibilidad, verá claro, también, el paralelismo entre estas incursiones punitivas de los cuerpos de seguridad franceses, fuertemente penetrados de elementos fascistas y racistas, como en los casos italiano y español, y las que, hace bastante más tiempo, efectuaban las SS en los numerosos ghettos, fundamentalmente de Europa Oriental, a la caza de judíos, o también, a las más recientes expediciones de castigo que continúa llevando a cabo el ejercito israelí contra el pueblo palestino. En el caso de los ghettos de los años 40 y en el más actual del pueblo palestino existen muros en el sentido físico de la expresión, en la Francia y en la Europa actuales esos muros son seguramente, al menos, igual de infranqueables, aunque su visibilidad sea menor. Unos muros que se basan en la exclusión social y cultural, en una polarización social cada vez más acusada y en un moderno modo de exclusión espacial a través de la privatización y la precarización del transporte urbano y de la construcción de diversas barreras arquitectónicas.

Read more