Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Eurolandia a la deriva

Joaquín Arriola

A pesar de las expectativas levantadas, la cumbre de Lisboa ha servido fundamentalmente para poner en evidencia  –para aquellos que han sido capaces de bucear por debajo del ruido mediático del bombo y platillos- la ausencia de consenso entre los actuales gobiernos de la UE sobre cual pueda ser el modelo de desarrollo más adecuado para Europa. El lugar elegido simboliza una de las preocupaciones de los dirigentes comunitarios: ¿como preparar a la economía europea para competir en mejores condiciones con el socio político y sin embargo rival económico del otro lado del Atlántico, los Estados Unidos de América (EUA)?

En principio, parece existir un consenso en torno a varios puntos: la economía en Estados Unidos se comporta mejor que en Europa; las nuevas tecnologías de la información son el sector productivo estratégico para las próximas décadas; la economía europea tiene en la falta de flexibilidad del mercado de trabajo uno de sus mayores problemas. ¿Será cierto todo esto? Vamos por partes

¿Crece EUA más y mejor que la UE?

Desde los años sesenta la Comunidad Europea crecía más que la economía norteamericana. Entre 1960 y 1969, la economía de los cuatro principales países europeos (Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia) crecío un 1,3% más al año; entre 1970 y 1979, un 3,9% más al año; en la década de los ochenta, un 2,1% más al año… pero desde 1992, la economía norteamericana crece más que los principles países de la UE todos los años menos en 1995. Esta evolución de los años noventa contrasta con lo que venía siendo una norma, es decir, algo asumido como normal, y de ahi viene el “complejo de inferioridad” de los líderes europeos.

La economía norteamericana crece más que la de Eurolandia. Este es un dato incuestionable. Pero ese mayor crecimiento se basa en tres cosas: la venta de automoviles y electrodomésticos, la venta de ordenadores y software y el consumo de productos importados.

Los bienes duraderos (automóviles, ordenadores, electrodomésticos) estos productos, que presentan unas elevadísimas tasas de crecimiento, representan el 20% del PIB, y aportan 2,4 puntos de los 4,2 de crecimiento del PIB:

Crecimiento anual de la economía de EUA  y sus componentes

1997 1998 1999 % 1999
PIB 4.2 4.3 4.2 100

Consumo privado

Bienes duraderos (coches, muebles, electródomésticos)

3.4

(6.6)

4.9

(11.3)

5.3

(11.5)

68

(9)

Inversión bruta

Ordenadores y software

Estructuras (fábricas, edificios comerciales)

11.5

(11.5)

(8.5)

11.7

(15.8)

(4.1)

5.8

(12.2)

(-2.4)

19

(11)

(3)

Gasto público 2.2 1.7 3.7 17
Exportaciones 12.5 2.2 3.8 12
Importaciones 13.7 11.6 11.7 -15

Fuente: Bureau of Economic Analysis, gobierno de EUA

Por lo tanto, el mayor crecimiento de EUA se basa en los bienes duraderos que consumen los hogares y las empresas, en particular el consumo de automóviles, de ordenadores y de programas para estos. Este consumo se basa en mucha mayor medida que en Europa en el crédito: crédito a las familias, crédito a las empresas y crédito externo (brecha comercial).

Pese a todo, los gobernantes de Europa sí parece que se han dado cuenta del filón que ha encontrado y explota EUA: el software y el equipo electrónico se ha convertido en el producto comercial estrella, el segundo motor (el primero son los coches) que está moviendo la economía norteamericana. Pero no en la forma en que nos lo cuentan los medios de comunicación (el comercio electrónico y el trabajo via internet etc.) sino porque se trata de un producto caro, que se renueva cada poco tiempo: un  producto que junto al automóvil, es el auténtico descubrimiento de la sociedad de consumo: una sociedad que si en lugar de cambiar de coche y de ordenador cada tres o cuatro años lo hiciese cada diez años, provocaría una catástrofe económica ¡esto es el capitalismo!

Por otra parte, está la cuestión de la distribución de ese mayor crecimiento. Como señala Noam Chomsky en una entrevista a propósito del poder de Microsoft (www.lainsignia.org/2000/marzo/cyt_003.htm):

“Usted puede leer en el New York Times… que América es próspera y feliz. Si usted mira a los norteamericanos de los que están hablando, resulta que no son las casi dos terceras partes de la poblacion cuyos ingresos están estancados o disminuyendo, son la gente que posee el capital. Asi pues, de aeeurdo, lo están haciendo indudablemente bien, excepto porque cerca del 1% de las familias posee cerca del 50% del capital, y lo mismo pasa con otras posesiones. La mayor parte del resto de cosas es propiedad del 10% de la población. Asi es seguro que América es feliz, y América es próspera, si América significa loq ue el New York Times entiende por tal, es decir, los pequeños grupos de la élite, es de quienes y para quienes están hablando… Tendría que leer no solo los titulares que dicen que la economía de mercado ha triunfado, sino que tendría que leer a Alan Greenspan, el presidente de la Reserva federal, cuando habla internamente: cuando dice que el estadod e la economía depende de una maravillosa conquista que hemos logrado, llamada “inseguridad laboral”. Ese es su término. Inseguridad laboral, que es no saber si vas a tener trabajo mañana. Es una gran bendición para la salud de la economía porque mantiene los salarios bajos. es estupendo: mantiene los beneficios altos y los salarios bajos.”

Por lo tanto, Estados Unidos crece, pero reparte muy mal los beneficios de ese crecimiento, que se alimenta a costa de la producción del trabajo del resto de los paises. Y el nivel de endeudamiento interno es ya muy elevado:  por lo tanto, la carga de la deuda puede ser a corto plazo un peso insoportable para esa economía. Fijémonos en el mal comportamiento de la inversión en nueva planta del último año, que probablemente nos está indicando un ralentizamiento del crecimiento, que puede prefigurar un escenario de recesión a corto plazo.

¿Tiene ventajas EUA en las nuevas tecnologías?

Desde 1971 Estados Unidos ha visto como su competitividad exterior, en términos del comercio de bienes, se iba deteriorando poco a poco: si en dicho año el déficit de bienes alcanzó los 2.300 millones de dólares, este déficit se elevaba a 198.000 millones en 1997 y 411.000 milones de dólares en 1999. Durante un tiempo, la venta de servicios (turismo, ingenierias y consultoría, servicios bancarios etc.) permitió enjuagar el exceso de compras de bienes. Pero desde 1979, ya no es suficiente, ni siquiera añadiendo los ingresos por repatriación de beneficios de las multinacionales norteamericanas. En los años 80 y 90 el déficit por cuenta corriente (los ingresos menos los pagos que no son por inversiones de capital) ha crecido como la mala hierba: 24.000 millones de dólares en 1979, 105.000 millones en 1989, 200.000 millones en 1999.

Ahora bien: en el terreno de la producción de bienes con altas tecnologías no hay quien les gane a los norteamericanos. Los ingresos por ventas de tecnología de EUA superan a los de la UE y Japón juntos. En 1994 EUA tenía una balanza tecnológica superavitaria por valor de 17.000 millones de dólares, mentras que la de Japón solo presentaba un superavit de 900 millones de dólares, y la de Alemania, Francia e Italia era negativa. ¡El saldo de la balanza tecnológica de los cuatro principales países de la UE era negativa por un valor de 3.300 millones de dólares, y la de Eurolandia, por un valor de 5.500 millones de dólares! (el saldo negativo de España, por cierto, es el segundo más abultado, después del de Alemania).

Es en estas actividades donde la famosa “flexibilidad” de la economía norteamericana gana por goleada a la europea. Pero atención: no se trata ni por asomo de la tan cacareada “flexibilidad laboral”, panacea para los males del capital que se receta un dia sí y otro también por los dueños (que no responsables) de la economía y de la política. Por el contrario, la flexibilidad del la economía nortemericana se encuentra sobretodo en la financiación y en la producción de la innovación, es decir en el sistema financiero y en las empresas. En EUA, el capital está acostumbrado a asumir mayores riesgos que en Europa, y de este modo, la creación de nuevas empresas en sectores emergentes es mucho más fácil y dinámica que en nuestro continente, donde solo se establece un nuevo sector productivo si cuenta directa e indirectamente con el apoyo del sector público.

De este modo, EUA ha sabido mantener su supremacía tecnológica tambien en la inversión en investigación: entre 1988 y 1997, EUA invirtió más de 1.668 mil millones de dólares de 1992, en investigación, mientras que la “banda de los cuatro” europea tan solo inviertiron 928 mil millones. Pero además, el esfuerzo inversor de EUA (el peso del gasto en I+D sobre el PIB) es mayor y más constante que en Europa: en el trienio 1989-1991, EUA gastaba 2,7 dólares de cada 100 producidos en I+D, y los cuatro principales de la UE,  2,2. Pero en el trienio 1995-1997, EUA seguía gastando 2,6 dólares de cada cien en investigación, mientras que Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia habían reducido su participación ponderada a tan solo 1,9 dólares de cada 100 de valor añadido.

¿La economía norteamericana tiene menos desempleo?

Aparentemente el crecimeinto de EUA genera más puestos de trabajo que el crecimiento de la UE, pero no todo es tan claro como se nos dice desde los medios de comunicación por los partidarios del empleo barato. En primer lugar, el paro se mide de forma diferete en unos y otros países. Tal como señala el profesor Diego Guerrero de la Universidad Complutense, en un manuscrito no publicado:

“Sin negar la mayor capacidad de los Estados Unidos para crear nuevos puestos de trabajo –aunque todos sabemos en qué condiciones–, no está de más recordar el famoso estudio de una institución nada sospechosa de heterodoxia como es el American Express Bank, donde se señalaba, al comparar los datos de desempleo de los cinco principales países capitalistas (el grupo G-5), que «la inclusión de los trabajadores desanimados en los datos puede cambiar la posición del desempleo de forma completa. Usando los datos sobre la proporción de desanimados en el total de los desempleados ofrecidos en dos estudios de la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, se puede calcular una medida aproximada de la ‘auténtica’ tasa de desempleo» (The AMEX Bank Review, p. 4), y, según la tabla confeccionada en esa época (enero de 1994), los datos son los siguientes:

Tasa de desempleo
Sin ajustar Ajustada
Estados Unidos 6.4 9.3
Japón 2.7 9.6
Alemania 9.1 ..
Francia 12.0 13.7
Reino Unido 9.8 12.3

La doble conclusión final es que, por una parte, «los ajustes parecen reducir muy considerablemente la dispersión en las tasas de desempleo dentro del grupo de los cinco», y, en segundo lugar, que «la tasa efectiva de desempleo para todo el grupo ronda el 10%» (ibidem. pp. 2 y 4).

Es decir, que el desempleo real en los EEUU se situa en torno al 10%, no muy por debajo de la media europea. ¿Y todo ello, a que coste?; el sistema social norteamericano incluye como una característica etructural el racismo, que actua a la manera del sistema de castas en la India. Mentras que en Europa una parte sustancial de los jóvenes blancos están en paro, en EUA los jóvenes blancos están trabajando. Son los negros e hispanos los que no encuentran ocupación laboral. Pero en el sistema social norteamericano, eso no es un problema económico: es un problema social. De esta forma, la depresión económica se limita oficialmente a aquellas escasas zonas del país donde los blancos se han quedado sin trabajo como consecuencia de la crisis industrial. Un sistema económico que no permite a varios milloones de personas escapar de la pobreza a través del trabajo, no porque carezcan de este como en Europa, sino porque la remuneración es excesivamente baja. Y la posible contestación social, se disuelve en un sistema represivo que mantiene a más de un millón de ciudadanos en la cárcel y a 5 millones bajo libertad vigilada. No es en el terreno del empleo donde tiene ventaja EUA, sino en el de la producción de ganancias para el capital.

La posición de la UE

La ventaja de la economía norteamericana sobre la europea radica en tres factores: el dominio tecnológico, la flexibilidad del sistema de crédito, que favorece una más rápida introducción de innovaciones en el sistema productivo y facilita un mayor nivel de consumo a crédito, y una clase obrera controlada y fragmentada,de forma que junto a sectores fuertemente regulados (automovil, minería, contrucción, transporte) otros, en particular los que producen bienes de consumo obrero (textil, alimentación, servicios a las familias) se alimentan de un flujo permanente de inmigrantes que mantienen bajos los salarios y altas las jornadas de trabajo, es decir, elevada la explotación y bajos los precios.

El sistema tecnológico europeo no logra articular la inversión pública y la privada con la eficiencia que lo hace el norteamericano, donde el gasto público en innovaciones (desde la máquina herramienta con control numérico, hasta internet, pasando por los ordenadores o los motores a reacción) se ejecuta en las empresas privadas y se traslada rápidamente a bienes de consumo privado. El sistema económico europeo tiene en la rigidez financiera su principal debilidad. En la UE, solamente son sujetos de crédito los ciudadanos con trabajo y las empresas con activos y beneficios: uno tiene que probar previamente su rentabilidad para acceder al crédito pra el consumo y para la acumulación, mientras que en EUA el sistema fiananciero actua con mayor soltura ante las expectativas de ganancias y rentas futuras. El sistema laboral europeo, que garantiza una cierta correspondencia entre productividad y salarios no permite alimentar los beneficios de la simple explotación del trabajo en sectores de baja productividad y bajos salarios de forma comparable a como ocurre en la economía norteamericana.

Sin embargo, de la cumbre de Lisboa, tan solo ha salido una propuesta consensuada en materia de flexibilización: la del denominado “mercado de trabajo”. Por si había alguna duda de hacia donde apunta la “tercera via” dominante en Europa, se quiere hacer recaer sobre los trabajadores lo que los gobernantes son incapaces de demandar a las empresas y al sector público. Con una dificultad añadida: en Europa, no hay suficientes ciudadanos negros e hispanos (los árabes son “extranjeros”) para imitar al modelo norteamericano.

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