Diálogo si, expulsiones no
Doris Ensinger
El artículo “Aulas secuestradas”, del compañero Culla, publicado en El País el 12 de diciembre, me induce a las siguientes consideraciones:
No puedo evitar recordar los años sesenta y el movimiento estudiantil que entonces sacudió las universidades alemanas, europeas, de todo el mundo, y también las sociedades. Unas autoridades autoritarias, las políticas y académicas, se negaron “sistemáticamente” a discutir sobre “el sistema”, sobre las estructuras universitarias, formas y contenidos académicos, la validez de exámenes… Y entonces, una “pequeña minoría radical” tomó la iniciativa y con sus reivindicaciones consiguió que cada vez más estudiantes tomaran consciencia de la situación y apoyaran el movimiento con sus exigencias de una reforma más que necesaria del sistema universitario y político-social. Además, el movimiento estudiantil este tomó mayor envergadura como consecuencia de las intervenciones policiales cada vez más violentas que culminaron con la muerte del estudiante Benno Ohnesorg, el 2 de junio de 1967, en Berlín-occidental a manos de los disparos de un policía. En aquel entonces, los políticos, la gente de la calle, los medios decían lo mismo que se puede escuchar y leer hoy: que los estudiantes (titulados entonces ‘monos de melena larga’) estudien y que no se paseen por las calles y que no despilfarren el dinero del contribuyente. Las autoridades creían tener la razón y “no cedieron ante las coacciones y las piedras”. ¿Cómo terminó todo esto? Al final, el gobierno de Willy Brandt, a partir de 1970, asumió todas y cada una de las reivindicaciones del movimiento estudiantil. Además, asumió sus propios errores, tanto policiales como judiciales, decretando la amnistía de todos los estudiantes condenados por daños, desorden público, resistencia contra la autoridad etc.
Las discusiones sobre “Bolonia” se tendrían que haber iniciado hace años, no en el momento de la implantación de la reforma, y por cierto impulsadas por los propios rectores, decanos y profesores y no esperando las movilizaciones de los estudiantes. Se tendrían que haber analizado con calma todos los cambios que implica este Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Así se hubiera podido analizar y discutir sosegadamente sobre las consecuencias de esta reforma: que no sólo ofrece la homologación de títulos (ya se verá si es tan automática) y la movilidad (ya se verá quien la podrá costear), sino que lleva consigo la conversión del actual sistema universitario en un sistema escolar, en una “fábrica de pensamiento” dominado por el mercado y la economía, vaciada por completo de todo lo que hasta ahora significaba una universidad, puesto que el pensamiento libre, crítico y analítico, la investigación en búsqueda de la verdad científica ya no cabrán en un espacio dominado por el máximo rendimiento (económico) y la competencia y una “hiperburocratización” (control absoluto de todo y todos, evaluación continua con el efecto psicológico para muchos estudiantes de miedo continuo).
Una parte de los estudiantes, “la minoría ocupante”, según dice el profesor Culla en su artículo, ante la imposibilidad de ser escuchados y la falta de diálogo entre todos los estamentos implicados, no tuvieron otra opción que ocupar para ser escuchados. En vez de dialogar todos para encontrar soluciones a los problemas que trae consigo esta “reforma”, se les advierte de que “Bolonia” fue aprobado por los parlamentos europeo, español, catalán y que, por lo tanto, se deberá cumplir. Con todo mi respeto por los parlamentarios, este argumento significa conceder la infalibilidad a los políticos, pero ¿no es cierto que la “crisis financiera” y económica actual son consecuencia del fracaso estrepitoso de toda la clase política y por consiguiente de su ‘falibilidad’? El profesor Culla pide “la firmeza y la autoridad democráticas” ante el “bloqueo y secuestro de las aulas” por los alumnos, es decir la desocupación, ¿o está insinuando el uso de la fuerza policial para acabar con tal anómala situación? Sr. Culla, ¿no es más sensata la posición del rector de la Universidad de Barcelona y del decano de la Facultad de Traducción e Interpretación de la UAB, al decir ellos que hay que mantener la paciencia, que usar la fuerza, otra vez? Democracia significa, por encima de todo, participación, dialogo, compromiso. Y en este sentido propongo que se constituya una comisión arbitral para encontrar una solución al conflicto que originó las actuales ocupaciones, es decir la ocupación de abril/mayo de la Facultad de Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona que acabó con la intervención de la policía y la amenaza de las expulsiones de los estudiantes implicados. Expulsar a los 29 estudiantes de la universidad será el mal mayor que se debe evitar porque 1) hay alternativas para este conflicto, pues siempre existe otra manera de actuar, porque 2) provocaría más movilizaciones y porque, al fin y al cabo, siempre se debe aprender de la historia, por ejemplo de los acontecimientos que he relatado al principio de este escrito, y actuar consecuentemente.
Doris Ensinger
Profesora de la Facultad de Traducción e Interpretación
Universidad Autónoma de Barcelona
14 de diciembre de 2008