El catalán y la página web del Parlamento Europeo
Salvador López Arnal
Corre estos días entre amigos sensibles al tema un correo en que se ruega a la ciudadanía que entre en esta página web del Parlamento europeo y que marque en la pestaña del catalán. Después, si así lo estiman, reenvíen la información a otros amigos y conocidos. Háganlo por favor:
Web del Parlament Europeu. http://www.europarl.cat/
Se añade que si la visita mucha gente probablemente no eliminen la versión catalana. ¿Eliminar la versión catalana? ¿Qué sentido tiene esa afirmación? El siguiente:
El lugar visitado, la página web por ustedes consultada, es una traducción magnífica, perfecta y por lo que parece impecable de la web del Parlamento Europeo fecha por un hábil, resistente y crítico joven informático de Lleida (Lérida). Parece la página oficial, apostaría uno por ello, pero no es realmente una página del Parlamento.
Las personas sensibilizadas por el tema añaden un argumento favorable a su posición crítica. Traduzco literalmente:
A pesar de que el web auténtico está traducido a más de veinte lenguas europeas, muchas de ellas con muchos menos hablantes que el catalán, el Parlamento europeo ha denunciado el plagio y quieren hacer cerrar la versión catalana. Si hasta ahora no lo han hecho es porque se han sorprendido de las numerosas visitas que ha recibido la página.
En nota añaden que lenguas como el letón, el estoniano, el finés o el eslovaco, así como el maltés, con menos de 300.000 hablantes, tienen Estados con lengua oficial en Europa. En cambio, el catalán, con unos 9.500.000 hablantes, siendo la décima lengua europea en importancia, no tiene ningún reconocimiento en el ámbito europeo.
Desconozco la corrección de las cifras apuntadas, pero les confieso que el argumento no me parece bueno y que algunas formas de decir me parecen mejorables. No veo que sea decisivo para esta justa reclamación que el catalán lo hablen 9 o 2 millones de personas, ni que sea la décima “lengua en importancia” o sea, por el contrario, la penúltima lengua europea, o incluso la última, por el número de hablantes. Sea primera o última, muy o poco hablada, no veo que en ello resida la importancia de ninguna lengua. Otra cosa es, claro está, que construyamos puentes entre todos para que las gentes podamos entendernos. Salvador Espriu ya habló de las lenguas diversas y de la diversidad de los hijos e hijas de Separad. La idea, y el sentimiento que en ella subyace, vale para el ámbito europeo.
El texto finaliza con un llamamiento:
Consiguientemente, pasad, por favor, esta información a vuestros contactos: cuántas más visitas, más posibilidades existen de que lo vuelvan a pensar.
Háganlo, por favor, pasen la información a sus amigos. Para ello es independiente que seamos o no catalanes, que lo entendamos o no, que hayas sido envueltos por la lengua de Carner, Rodoreda o Martí i Pol.
Aún más: es un signo de republicanismo socialista (no claudicante) que gentes españolas que no sean (o seamos) catalanas, vascas o gallegas manifiesten abiertamente su simpatía y solidaridad por vindicaciones tan justas como ésta.
PS: Un recuerdo. En los buenos tiempos de la transición, que también los hubo, un 11 de septiembre, en una manifestación en Barcelona a favor de las vindicaciones nacionales (manifestación que no olvidaba entonces el 11 chileno, nunca lo hizo a partir de 1973), un entonces joven madrileño repartía un octavilla en castellano, por él confeccionada, entre los asistentes: Por el derecho de autodeterminación de los pueblos, decía, por una República ibérica que respete las diferencias, se enriquezca de las diferencias y una fraternalmente a la ciudadanía.
Repartía muchas y con excelente acogida. No sé nada de este joven ahora adulto. A él va dedicado este texto.