Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Adrià Casinos sobre Genética y estalinismo (II)

«Parece que Lysenko profesaba un profundo odio hacia Vavilov, quizá acompañado también de envidia. Todo lo justificaba o disfrazaba en términos de origen social, de clase.»

Adrià Casinos es profesor emérito de la Universidad de Barcelona. Genética y estalinismo (Vilassar de Dalt: Editorial Montesinos, 2021) es el resultado de una colaboración de decenios con Jean-Pierre Gasc (París, 1937). Fruto también de dicha colaboración son los diversos artículos publicados en revistas especializadas sobre la morfología funcional de los vertebrados.

Nos habíamos quedado en este punto. Insisto en un punto que ya hemos comentado. En «Justificación a modo de prólogo» hacéis referencia a la epigenética. ¿Qué es la epigenética? ¿Qué relación tiene esta disciplina con el asunto Lysenko?

Aunque el término epigenética se remonta al siglo XVIII, el concepto actual que expresamos con dicho término fue establecido por el genetista británico Conrad Waddington. Sería la parte de la genética que estudia el conjunto de pasos que tiene lugar a lo largo del desarrollo de un individuo, más allá de la información contenida en el ADN. Parte del hecho de que la expresión génica es variable, porque hay mecanismos que así lo permiten. Por ejemplo, cualquier organismo pluricelular parte de una única célula, el zigoto, que se divide en dos. Sucesivamente se pasa por el estadio de cuatro células, ocho,… Estas células son al principio iguales. Las podríamos calificar de totipotentes. Pero paulatinamente se van diferenciando, tanto estructural como funcionalmente, en las que conforman los diferentes tejidos; se pierde la totipotencia y se llega a la especialización, dando origen a tipos tan diferentes como una neurona, una fibra muscular o un osteocito. Los mecanismos que llevan a esa diferenciación son de tipo epigenético.

Os cito: «Aparte de los que por miedo o buena fe creyeron en la “nueva biología” o en el “darwinismo creativo” hubo toda una cohorte que se podría llegar a calificar de asociación de malhechores, de la que Trofim Lysenko fue solo el miembro más conocido». ¿Cómo consiguió esa asociación de malhechores vencer a un nutrido y sólido colectivo de científicos que no cayeron en ningún desvarío? Habláis de «dimensiones sin precedentes», de la historia de «una fenomenal estafa».

Sin duda el problema fue el dogmatismo que se impuso en materia ideológica, que permitió que una serie de oportunistas se reclamaran de la aplicación del llamado materialismo dialéctico a la ciencia. En realidad ocultaban su ignorancia refugiándose en el dogma. Como he dicho anteriormente, en los primeros años de la Unión Soviética el análisis marxista iba dirigido a explicar los condicionantes socioeconómicos en que se había desarrollado tal o cual teoría científica, es decir, si se quiere, en términos de materialismo histórico. Por ejemplo, la delegación soviética, patrocinada por Bujarin, que asiste al II Congreso de Historia de la Ciencia y la Tecnología celebrado en Londres en 1931, despierta con sus comunicaciones un gran interés entre los asistentes. El caso quizá más claro es el del físico Boris Hessen sobre las raíces sociales y económicos de los Principia de Newton. Hessen fue uno de los tantos científicos eliminados durante las grandes purgas por discrepar del dogmatismo del supuesto materialismo dialéctico imperante, que no era más que un acúmulo de supercherías con pretensiones filosóficas que producirían risa si no fuera por las trágicas consecuencias a las que fueron ligadas. El propio Bujarin, e incluso Trotsky, eran de la opinión que se tenía que dejar a los científicos completa libertad en su labor, sin coacciones de supuesta filosofía de poca monta. La cadena represiva que instaura el estalinismo provoca que cualquier científico pueda ser denunciado por no adecuarse al materialismo dialéctico ni a los objetivos de lo que se supone que ha de ser la construcción del socialismo. Como he adelantado antes, no solo la genética, sino muchas ciencias vieron coartada la libertad de investigación.

Por ejemplo…

Por ejemplo, los ecólogos fueron también represaliados, por oponerse al crecimiento y a la explotación del medio sin límites. Tan solo ciertos campos de la física se sustrajeron a la situación, a causa de las necesidades de la industria militar, pero la física teórica fue también objeto de fuertes limitaciones.

Hay que tener en cuenta lo ya dicho: que en cualquier cuestión, científica como de otro tipo, Stalin tenía la última palabra, que era ley. Los rotundos fracasos en muchos aspectos de la economía, lo hacían proclive a aceptar supercherías de supuestos efectos inmediatos, casi milagrosos, como fue el caso de Lysenko.

¿Tuvieron algún éxito en la práctica algunas de las ideas y experimentos sugeridos y practicados por Lysenko y sus seguidores? ¿Afectaron a la agricultura soviética y al desarrollo económico de la Unión Soviética?

Yo no creo que se pueda hablar de éxito en ningún caso. La única técnica de las que propuso que digamos funcionó es la vernalización. Consiste en someter semillas que normalmente se siembran en otoño, previamente humedecidas, a bajas temperaturas. De esta manera se consigue plantarlas al principio de la primavera, reduciendo considerablemente el ciclo y evitando que se puedan malograr debido a los rigores invernales. De hecho, la técnica no era original suya. Se demostró inviable para grandes extensiones agrícolas.

Sostenéis en varios momentos que, desde vuestro punto de vista, la filosofía debe inspirar a la ciencia. ¿Qué tipo de inspiración? Lysenko y sus partidarios, como has señalado, también afirmaban que la filosofía del «materialismo dialéctico» inspiraba y era consistente con su ciencia, con su «ciencia alternativa y proletaria».

Inspiración desde el punto de vista metodológico. Por ejemplo, promoviendo un empirismo razonable o el método experimental, o la eterna discusión entre inductivismo y deductivismo.

El llamado materialismo dialéctico, que era una imposición, ni siquiera implicaba una metodología particular. Era un conjunto de frases huecas, que se pretendía materialista, pero que no era otra cosa que una lectura simplista del idealismo hegeliano.

Para la ortodoxia marxista-leninista, señaláis, no había diferencia entre «educar» a los ciudadanos para la consecución del Homo sovieticus y «educar» a las plantas con el objetivo de que contribuyeron a las necesidades sociales de la Unión Soviética. ¿Cómo se puede explicar, en qué mal cabeza cabe un dislate de estas dimensiones?

Como he dicho antes, por la creencia en una transmisión sin base genética. Supuestamente no había diferencia entre la selección de las mejores variedades de trigo, por ejemplo, y la selección social: un proletario transmitiría a su progenie la conciencia de clase, Como consecuencia, un científico de extracción obrera haría «ciencia proletaria», utilitarista, mientras que otro de origen burgués produciría una ciencia no útil, en el mejor de los casos, ya que era un saboteador en potencia de los logros de la «ciencia proletaria».

En el fondo esa ideología obrerista, que implicaba la transmisión de los caracteres «proletarios», podía llevar a la conclusión de que el hijo de un obrero heredara indefectiblemente no solo la conciencia de clase sino los resultados físicos e intelectuales de las condiciones de miseria en las que habían vivido sus antepasados.

Eso ya fue denunciado por Hermann J. Muller, un genetista progresista que, voluntariamente, se trasladó a la URSS para ayudar al desarrollo científico.

Habláis de resentimiento al referiros a Lysenko. ¿De qué? ¿Por qué?

Supongo que él era muy consciente de su falta de formación y por supuesto de sus embustes. Parece que profesaba un profundo odio hacia Vavilov, quizá acompañado también de envidia. Todo lo justificaba o disfrazaba en términos de origen social, de clase. Habría que saber detalles de sus primeros años de vida, que sin duda fueron muy duros, para conocer en profundidad el origen de su resentimiento; pero que era un resentido, es evidente.

Mi opinión particular es que además debía ser una persona acomplejada, insegura, de psicología muy retorcida. Por ejemplo, es difícil explicar por qué no fue nunca militante del PCUS a pesar de sus protestas dogmáticas de marxismo-leninismo. Posiblemente se sintió siempre un marginado. Ni siquiera parece que Stalin lo tuviera demasiado en cuenta, más allá de aceptar sus propuestas «científicas». Los dictadores acostumbran a respetar más en algunas ocasiones a las personas íntegras que a los serviles.

No se puede rechazar la posibilidad de que la muerte, casi asesinato, de Vavilov no hubiera tenido lugar sin la inquina de Lysenko. Hubo algún caso de científicos que, atacados por los serviles dogmáticos, se quejaron de la persecución de que eran objeto a Stalin y sobrevivieron. Lysenko fue un personaje totalmente deleznable, un claro ejemplo de maldad.

Apuntáis que hubo también otras aberraciones pseudocientíficas en lo que respecta a la biología en la Unión Soviética durante el estalinismo. ¿Alguna que merezca mención especial?

El caso más flagrante quizá fue el de Olga Lepeshinskaya que afirmaba haber conseguido crear células a partir de simple materia orgánica, lo cual en el fondo implicaba volver a las ideas de generación espontánea. Consideraba que el principio de que toda célula procede de otra era «idealista», mientras que ella estaba dando una explicación materialista. Era un fraude absoluto. Se ha comprobado que llegó a alterar películas para «demostrar» su teoría. Su propio marido decía de ella que no tenía ni idea de biología. Tuvo todo el apoyo de Lysenko.

La supuesta contraposición entre las explicaciones materialistas que se generaban gracias a la aplicación correcta del materialismo dialéctico y el idealismo precedente estaba en boca de toda esa pléyade de embaucadores. El, digamos. apoyo teórico de todos esos disparates lo proporcionaba un tenebroso personaje de nombre Isaak Prezent, titular de una cátedra de Dialéctica de la Naturaleza y Evolución en la Universidad de Leningrado. Fue un represor primero de los ecólogos y luego de los genetistas en nombre de la «ciencia proletaria». Vavilov lo incorporó al instituto de investigación que dirigía confiando en su supuesta valía. Pero pronto se dio cuenta que era un falsario y prescindió de él. Algo que probablemente Prezent nunca le perdonó.

¿Cuáles fueron las principales consecuencias de la sesión de la Academia Lenin de 1948? ¿Fue decisiva esa sesión?

Fue muy decisiva. Vavilov ya había sido eliminado, pero quedaban muchos genetistas, o biólogos en general, con formación mendeliano-morganista (genética clásica). Muchos se retractaron, otros fueron reducidos al ostracismo, unos terceros pagaron con su vida o con largos años de prisión. Fue el triunfo absoluto de Lysenko.

¿Por qué apostó tanto Stalin por la figura de Lysenko? ¿Le parecía acaso que la «ciencia lysenkista» era más dialéctica, más próxima a las ideas y tesis del marxismo?

De entrada, por origen de clase, por obrerismo. Dada su extracción social, tenía que ser mejor científico que Vavilov. Sus teorías necesariamente habían de estar más ligadas a las necesidades de la construcción del socialismo, ya que habría «heredado» la conciencia de clase, como he apuntado antes. Hay una imbricación total entre la tendencia obrerista y la creencia en que los caracteres adquiridos se heredaban. Además, necesitaba desesperadamente mejorar la producción agrícola. Los trabajos de lo genetistas clásicos le parecían un simple «divertimento» que retrasaban sine die la solución de los problemas que tenía la agricultura soviética, que no tenían otra causa que la colectivización forzosa.

La aplicación de las técnicas de Lysenko no solo no solucionó la situación, sino que la empeoró.

¿La situación cambió con la llegada de Jruschov al poder?

La situación no mejoró con su sucesor, Jruschov, que ni siquiera tenía la cultura de Stalin. Era un ignorante. Y la conjunción de dogmatismo e ignorancia le permitió a Lysenko seguir medrando. Seguramente si Stalin hubiera vivido más, se hubiera descubierto su estafa y acabado como tantos otros. La catastrófica situación de la agricultura soviética, fruto en gran parte de las ideas lysenkistas, fue una de las causas de la caída de Jruschov.

Hay quien apunta que, además del factor obrerista, veía en Lysenko un ucraniano como él.

¿Cuándo se dio por superada en la Unión Soviética la discusión sobre la ciencia proletaria versus ciencia burguesa?

En la práctica durante el mandato de Brézhnev. Y digo en la práctica, porque a nuestro parecer se impuso el pragmatismo, debido a la situación desastrosa de la agricultura, y se relajaron o anularon las limitaciones digamos «teóricas» impuestas al desarrollo científico. Pero nunca se llevó a cabo una autocrítica de los errores cometidos, se echó tierra sobre el asunto. En otros campos de la ciencia se dio una situación parecida. Es más, se persiguió los escasos intentos de revisar como la aplicación del «Diamat», el materialismo dialéctico, había impedido el desarrollo científico. La persecución a que fue sometido el biólogo Jaurès Medvedev es un buen ejemplo. Ya no se le acusó de desviacionismo ideológico, como en los viejos tiempos, sino que se le aplicó la ley antilibelo. En definitiva, se le presentó como un calumniador.

Descansemos un momento.

De acuerdo.

 

Fuente: Una versión parcial de esta entrevista apareció en El Viejo Topo, enero de 2022.

Primera parte de la entrevista:  https://espai-marx.net/?p=11129

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