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Territorios de la vida: pasado, presente y futuro de la conservación en el Planeta

Ashish Kothari

En el imaginario urbano popular, la conservación de la vida salvaje y de la biodiversidad se equipara con los parques nacionales, los santuarios de la vida salvaje y similares, que uno puede visitar para disfrutar de un tiempo de paz en la naturaleza o para echar un vistazo a lo que queda de los animales y plantas salvajes de la Tierra. Desde la creación del Parque Nacional de Yellowstone en EE.UU. en 1872, el movimiento para establecer este tipo de zonas protegidas se ha extendido por todo el mundo, con cerca del 15,67% de las zonas terrestres y el 7,65% de las marinas notificadas como tales por los gobiernos.

Pero mientras este fenómeno ha ganado una importante atención pública y mucho apoyo de los gobiernos y organismos internacionales, un proceso más silencioso, con impactos potencialmente más dramáticos, que hasta ahora ha sido dejado de lado, está cobrando impulso. En todo el mundo, los pueblos indígenas y otras comunidades locales que han estado practicando la silvicultura, la pesca, la agricultura, la caza-recolección, la cría de animales, la artesanía y otros medios de vida similares, están gobernando o gestionando al menos una quinta parte de la superficie terrestre del mundo. Toda esta vasta área ya está bajo conservación efectiva de la biodiversidad, o podría llegar a estarlo rápidamente, si se reconoce y apoya. A esto hay que añadir la regeneración y conservación de los ecosistemas naturales incluso en contextos más «modernos» -ciudades y zonas industrializadas- por parte de ciudadanos que quieren devolver algunos elementos de la naturaleza a su entorno.

Grupo de tuktuit (caribú) en territorio indígena inuit, Canadá © unsplash.com / mlharing
Reconocimiento como fenómeno globalAunque este fenómeno tiene, en muchos casos, miles de años de antigüedad, no empezó a ganar adeptos en los círculos internacionales de conservación hasta la década de 1990. Algunas de nosotras, familiarizadas con muchos ejemplos de bosques, humedales, praderas, zonas costeras y marinas protegidas por las comunidades, llevamos el debate sobre ellos a la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde hace algunas décadas, la UICN se considera la voz autorizada en la ciencia de la conservación y tiene una influencia considerable en las políticas mundiales y nacionales. Defendimos que el fenómeno de las «áreas conservadas por la comunidad» (CCA), un término originario de la India, debería ser reconocido como equivalente a las áreas protegidas establecidas por el gobierno. Esto tuvo que superar la dura resistencia de muchos conservacionistas convencionales, para quienes era impensable que los habitantes de las aldeas, sin formación en «ciencia de la conservación» o sin formar parte de las burocracias oficiales de medio ambiente, pudieran estar protegiendo la naturaleza, salvo quizás de forma inadvertida en algunos lugares. Pero a medida que íbamos presentando más y más pruebas, y que íbamos acumulando voces y hechos a través de lo que entonces se llamaba el Tema sobre Comunidades Indígenas y Locales, Equidad y Áreas Protegidas (TILCEPA) dentro de la UICN, esta resistencia se fue rompiendo (ayudada en parte por otros en los círculos de la conservación mundial que sí reconocían y respetaban este fenómeno). El propio término evolucionó de CCA a ICCA (ACIC «Áreas Conservadas por Indígenas y Comunidades» y luego iteraciones posteriores para la actual palabreja, territorios y áreas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales), ya que los pueblos indígenas insistieron en que el término «comunidades» no los define adecuadamente, y que gobiernan territorios enteros como entidades políticas, no sólo áreas como espacios físicos.

Las ICCA, que ahora se denominan más sencillamente Territorios de Vida, es un término paraguas que engloba (y no sustituye) una gran diversidad de fenómenos y términos locales. En general, estos territorios y áreas tienen tres características

  • existe una conexión estrecha y profunda entre ellos y el pueblo indígena o la comunidad local que los custodia, generalmente arraigada en la historia, la identidad social y cultural, la espiritualidad y/o la dependencia de la gente del territorio para su bienestar material e inmaterial (aunque también hay muchas situaciones de relaciones recientemente establecidas, por ejemplo, en zonas urbanas o para poblaciones migrantes)
  • la comunidad de custodia toma y aplica (sola o junto con otros actores) decisiones o normas a través de una institución de gobernanza operativa y autodeterminada, que puede ser reconocida o no por personas ajenas al territorio o por el derecho estatutario del país correspondiente
  • esta gobernanza y gestión contribuyen positivamente a la conservación de la naturaleza y a los medios de vida y el bienestar de la comunidad.
El langur de cabeza blanca, en peligro crítico de extinción, está protegido en el territorio indígena zhuang de Qunan, China © Jipeng Liang

Un hito importante en el camino hacia el reconocimiento internacional de las ICCA fue el Congreso Mundial de Parques celebrado en Durban en 2003, en el que TILCEPA permitió a más de 150 representantes de pueblos indígenas y comunidades locales presentar sus propias historias. Esto llevó a la UICN a adoptar algunas políticas y programas pioneros, sobre conservación comunitaria, gestión colaborativa de áreas protegidas y otros que establecieron firmemente el papel crucial de las comunidades, así como el reconocimiento de sus conocimientos y derechos, en las políticas formales de conservación de los gobiernos nacionales. Un año más tarde, en 2004, un Programa de Trabajo sobre Áreas Protegidas (PoWPA) en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU puso un sello oficial a la necesidad de reconocer y apoyar las «áreas conservadas por las comunidades indígenas y locales». Reuniones mundiales posteriores, como el Congreso Mundial de la Naturaleza y el Congreso Mundial de Parques que la UICN organiza una vez al decenio, y la adopción de varias decisiones en el marco del CDB, continuaron este importante cambio de paradigma en la política de conservación mundial y en la legislación sobre biodiversidad.

Pero mientras la política mundial cambiaba, en casa, donde importa, la conservación de estilo colonial y neocolonial seguía siendo el enfoque predominante en la mayoría de los países. Era necesario un impulso mucho mayor de lo local a lo global para las ICCA. La UICN tenía limitaciones para conseguirlo debido a su condición de organismo que también contaba con la participación formal de los gobiernos nacionales. Por ello, muchos de los que participamos en TILCEPA decidimos en 2008 crear un organismo independiente, el Consorcio ICCA, con una membresía cada vez mayor de organizaciones de pueblos indígenas y comunidades locales, pequeños grupos de la sociedad civil e individuos que trabajan en o sobre las ICCA. A lo largo de la última década, el Consorcio se ha consolidado como una importante fuerza mundial en la interfaz de la conservación, los derechos y los medios de vida. Ha elaborado una serie de informes creíbles, estudios de casos, documentos de orientación y datos sobre la difusión y el valor de las ICCA, ha realizado actividades de promoción a nivel nacional y mundial para su reconocimiento y ha generado alertas y solidaridad a nivel mundial para los pueblos y lugares amenazados por la minería, las presas, las industrias, los complejos turísticos, las designaciones inapropiadas de áreas protegidas y otras amenazas similares. En mayo de 2021, cuenta con 179 miembros organizativos y 415 miembros honorarios individuales de más de 80 países.

Lago frío en el Territorio de la Vida de la comunidad Tsiafajavona, Madagascar © JRR

Territorios de vida: un informe mundial

En un informe muy bien elaborado, publicado a finales de mayo, el Consorcio ICCA ha proporcionado más pruebas de la importancia mundial de los Territorios de la Vida. Esta publicación, «Territories of Life: 2021 Report«, contiene 17 estudios de casos de territorios específicos, seis análisis a nivel nacional y regional, y un análisis espacial global de la parte de la tierra que probablemente se encuentra bajo dichos territorios.

Los 17 lugares que aparecen en el informe van desde una arboleda sagrada de 50 hectáreas en Rajastán (India occidental) llamada Adawal ki Devbani (uno de los quizás 25.000 orans (arboleda sagrada) de este tipo que hay en el estado), hasta un territorio de 18 millones de hectáreas que los indígenas inuit han propuesto para su protección en Qikiqtaaluk (Isla de Baffin), Canadá. En conjunto, estos 17 lugares abarcan más de 21 millones de hectáreas. Además de estas dos, las ICCAs incluyen:

  • Kawawana, en Senegal, donde un ecosistema costero-marino de 9.665 hectáreas con una importante biodiversidad de manglares costeros-marinos ha sido regenerado por la comuna de pescadores de Mangagoulack, y ahora proporciona importantes beneficios para el sustento y la protección contra la erosión del mar.
  • Kisimbosa, la «fértil tierra ancestral» de 5572 hectáreas, un territorio de los pueblos indígenas Bambuti-Babuluko de Walikale, en la República Democrática del Congo. Importante para el sustento de la comunidad basado en el bosque, la zona también alberga grupos reintroducidos de chimpancés y otra fauna importante.
  • El estanque Yogbouo de Gampa, en la República de Guinea, está protegido como lugar sagrado por el pueblo manons como parte de su patrimonio tradicional que conecta su pasado, su presente y su futuro. Varias especies importantes de plantas y animales encuentran aquí su hogar, incluidos los hipopótamos y los chimpancés.
  • El pueblo manobo de las aldeas de Sote y Baguis, en la isla de Mindanao (Filipinas), conservan un territorio de 6996 hectáreas llamado Pangasanan. Además de alimentos silvestres, los bosques les proporcionan diversas plantas para curar enfermedades del cuerpo, la mente y el espíritu, y las vías para conectar con los antepasados y el mundo espiritual.
  • El valle de Tsum, en el Himalaya nepalí, con una extensión de 54.417 hectáreas, alberga ciervos almizcleros, cabra salvaje del Himalaya (Tahr) y leopardo de las nieves, y unas 2.000 especies de plantas. Los pueblos indígenas de Tsumba han gobernado las zonas como Shyagya, una zona no violenta basada en los principios budistas.

  • Komon Juyub, el bosque comunal de los 48 cantones de Totonicapán, en Guatemala, está gobernado por el pueblo maya k’iché con su cosmovisión de 5 siglos de equidad, inclusión y principios de sostenibilidad. Contiene más de 1.500 fuentes de agua que abastecen a las comunidades.
  • El Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis se ha propuesto proteger un territorio ancestral de más de 1,3 millones de hectáreas en el norte de la Amazonia peruana, según sus propias prioridades de desarrollo.
  • El pueblo de Homoródkarácsonyfalva, en los Cárpatos de Rumanía, tras recuperar los derechos comunales sobre los pastos y los bosques que antes estaban en manos del Estado, ha gestionado una superficie de 1.098 hectáreas para la conservación de la naturaleza (incluida la amenazada cigüeña negra, el oso pardo y el lobo gris) y los medios de vida sostenibles.
Homoródkarácsonyfalva, el pueblo de la Navidad, en los Cárpatos, Rumanía © George Iordachescu
El informe también contiene varias evaluaciones a nivel nacional. Algunas de las cifras que aparecen son asombrosas. Por ejemplo
  • en Irán, los territorios de los pueblos nómadas indígenas cubren casi el 60% de la tierra del país, incluyendo 34 millones de hectáreas de pastizales o praderas;
  • en Filipinas, se estima que el 75% de los bosques restantes se solapan con los territorios de los pueblos indígenas y el 29% de las áreas clave para la biodiversidad se encuentran dentro de los territorios legalmente reconocidos de los pueblos indígenas
  • en Indonesia, se estima que los pueblos indígenas y las comunidades locales conservan más de 3 millones de hectáreas de diversos ecosistemas
  • en Ecuador, cinco territorios indígenas inscritos en el Registro mundial de ICCA (albergado por el PNUMA-WCMC) cubren más de 1,79 millones de hectáreas de selva tropical, bosque seco y vegetación arbustiva; y un total de más de 104 millones de hectáreas (el 73% de las cuales son bosques amazónicos) son territorio indígena o de comunidades locales
  • en Madagascar, una red nacional de casi 600 comunidades (TAFO MIHAAVO) apoya la gobernanza consuetudinaria de unos 3 millones de hectáreas de bosques. Además, más de 200 áreas marinas gestionadas localmente cubren aproximadamente el 17% (1,75 millones de hectáreas) de las zonas costeras y marinas del país.

En general, el informe afirma (con datos considerables que lo respaldan) que «los pueblos indígenas y las comunidades locales están conservando activamente al menos el 21% de las tierras del mundo (aproximadamente el tamaño de África). Esto supera la extensión de las áreas terrestres protegidas gobernadas por los Estados». Se trata de la primera evaluación exhaustiva de la cobertura espacial mundial estimada de las ICCA; una estimación anterior en la que participé sólo abarcaba un puñado de países, aunque incluso utilizando eso ya afirmábamos que estos territorios cubren una parte mayor de la tierra que las áreas protegidas oficiales.

Este informe y otros anteriores han establecido que los pueblos indígenas y las comunidades locales son actores cruciales en la conservación de una enorme parte de la biodiversidad mundial. Su papel va mucho más allá de sus propios territorios, ya que prestan a toda la humanidad un servicio incalculable en cuanto a la estabilidad del clima, los ciclos hidrológicos, los alimentos, el agua dulce y muchas otras cosas. También son el corazón de la diversidad cultural, alimentaria, de conocimientos y lingüística del planeta.

Lago Natsilik en el territorio indígena inuit, Canadá © Michael Ferguson

La necesidad de un mayor reconocimiento

Sin embargo, por desgracia, los Territorios de Vida siguen sin ser reconocidos o lo son de forma inadecuada en las leyes y políticas de la mayoría de las naciones y, por consiguiente, también están amenazados por todo tipo de actividades. Entre ellas se encuentran los usos destructivos de la tierra y el agua, como la minería, las megapresas, los complejos comerciales, las industrias y otras actividades similares. También incluyen la imposición de políticas de conservación neocoloniales y verticalistas que desplazan o despojan a las comunidades correspondientes. De hecho, como muestran este informe y un informe político anterior del Consorcio ICCA, muchas áreas protegidas oficiales se han establecido sobre los territorios de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la mayoría de las veces a la fuerza, y les han quitado el papel de gobernanza o custodia que estaban desempeñando.

En todo el mundo, los custodios de los Territorios de la Vida están oponiendo una valiente resistencia a las amenazas mencionadas; en este sentido, están en primera línea para frenar la apisonadora del «desarrollo» que ha provocado múltiples crisis ecológicas, incluida la climática. Sin embargo, a las fuerzas capitalistas o estatistas que están detrás de estos proyectos de «desarrollo» y «conservación» les resulta difícil tolerar esta resistencia y contraatacan. Según Global Witness, en 2019, 212 defensores del medio ambiente fueron asesinados por tomar partido. Otros miles habrían sido golpeados, acosados, encarcelados, etiquetados como «antinacionales» y «terroristas», y castigados de otras maneras.

Llamar la atención mundial sobre los Territorios de Vida y las amenazas a las que se enfrentan ellos y sus custodios tiene una enorme importancia en la coyuntura actual. Podrían ocupar un lugar destacado en las estrategias relacionadas con la mitigación y la adaptación al clima, y su reconocimiento podría (o debería) ser un componente importante de los debates y las decisiones de la próxima COP21 sobre el clima. En segundo lugar, deberían ser un componente central del Marco Mundial de la Biodiversidad para después de 2020, que se está negociando actualmente bajo los auspicios del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. En segundo lugar, deberían ser un componente central del Marco Mundial de la Biodiversidad para después de 2020, que se está negociando actualmente bajo los auspicios del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU. En el contexto de este marco existe un fuerte impulso para declarar el 30% de la tierra protegida y conservada para 2030, y también se aboga por lo que se denomina «soluciones basadas en la naturaleza». Los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como docenas de organizaciones de la sociedad civil, han afirmado que estas propuestas pueden continuar con un enfoque convencional y antidemocrático de las áreas protegidas. En su lugar, el Marco debería poner en práctica enfoques democráticos, dirigidos por la comunidad y basados en los derechos, incluyendo el autogobierno y la autodeterminación, y la custodia colectiva de la naturaleza. En tercer lugar, los Territorios de la Vida también pueden desempeñar un papel importante no sólo en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible cruciales sobre la conservación, los medios de vida y la equidad, sino en ir más allá de ellos para convertirse en cunas de la transformación radical: enfoques de bienestar que son alternativas a las estructuras de opresión e insostenibilidad, incluyendo el capitalismo, la dominación estatal, el patriarcado, el racismo, el castismo y el antropocentrismo.

Como dice el «Informe Territorios de Vida: 2021»: «En cuarto lugar, muchos de ellos han demostrado una notable capacidad de resistencia en el periodo COVID, salvaguardando su salud, su alimentación y sus medios de vida con una mezcla de enfoques tradicionales y nuevos. Incluso frente a inmensas amenazas, los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen una extraordinaria capacidad de recuperación y determinación para mantener su dignidad y la integridad de sus territorios y zonas. Se están adaptando a contextos que cambian rápidamente y utilizan diversas estrategias para asegurar sus derechos y sus tierras y territorios de vida colectivos. Aunque no sin contratiempos, han logrado avances clave y siguen persistiendo en la búsqueda de la autodeterminación, el autogobierno, la paz y la sostenibilidad.»

(Agradecimiento especial a Holly Jonas por sus aportaciones).

Bosques Fengshui de la comunidad indígena Zhuang de Qunan, China © BRC Qingchuan Song

Ashish Kothari

Miembro fundador de Kalpavriksh; miembro de numerosos movimientos populares. Ha impartido clases en el Instituto Indio de Administración Pública; ha coordinado la Estrategia Nacional de Biodiversidad y el Plan de Acción de la India; ha formado parte de los consejos de administración de Greenpeace Internacional e India y del Consorcio ICCA. Ayuda a coordinar Vikalp Sangam, Global Tapestry of Alternatives y Radical Ecological Democracy.

Coautor/coeditor de Churning the Earth, Alternative Futures y Pluriverse: A Post-Development Dictionary

Fuente: A Planeta (https://aplaneta.org/2021/06/30/territorios-de-la-vida-pasado-presente-y-futuro-de-la-conservacion-en-la-tierra/).Originalmente publicado en inglés en Economy & Politics)

Traducción: A Planeta

Foto de portada: Mujeres indígenas de Sarayaku recogiendo arcilla para cerámica en la Amazonia ecuatoriana © Wachachik

 

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