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La hora 25 de la muerte de Matías Díaz Padrón, la anticlerical iglesia cubana y Canarias libre por Emilio Díaz Miranda

Emilio Díaz Miranda

Los humanos de todas las culturas buscamos o inventamos un orden, Ese orden establecido nos da relativa seguridad y facilita el entendimiento. Los sistemas de orden no son siempre iguales y de ahí provienen el disenso e incluso enemistades y odios entre distintas comunidades.

Unas culturas convirtieron al Sol y a la Luna en dioses. Y posiblemente, a partir de tal endiosamiento, la division del día en horas, etc. Asímismo cada día de la semana romana estaba dedicado a un Dios romano. En Occidente el día se dividió en 24 horas. No existía la Hora 25.

 

En la noche del 22 de Noviembre de este conflictivo año 2022 murió Matías Díaz Padrón. Curiosamente hace años, otro 22 de noviembre, Franco era inhumado en el Valle de los Caídos, por decisión del entonces rey Juan Carlos, rey institucionalizado como heredero del Generalisimo, firmaba como “yo el rey”. Algunos han pensado que tal acto era la forma de calmar a los generalotes y militares franquistas ante el riesgo de una nueva Guerra Civil. Muchos de aquellos militares eran participantes en la Guerra Civil del 1936 y, según los republicanos, traicionaron a España y se jubilaban con pensiones pagadas de los impuestos de todos los españoles. El Ejercito que deberíamos poder llamar “Nuestro“ está actualmente profesionalizado y europeizado y, no

gran cosa, pero importante, no canta el Cara al sol aunque no está libre de franquistas, como tampoco lo está nuestra Sociedad.

Como escribió José María Calleja: “Y lo mejor de todo, es que Franco sigue muerto”.

Si la Muerte del Dictador produjo alegría en muchos o indiferencia, en el caso de nuestro amigo Matías toca en el corazón de los que le conocimos. Y si lo mejor de la Muerte de un Dictador fascista es que siga muerto, lo peor del fallecimiento de Matías Díaz Padrón es que no podrémos charlar con él, ni gozar de su culta y amena conversación.

LA SINCRONÍA DE CARL JUNG

La sincronicidad es parte de la Psicología Analítica desarrollada por Carl Jung. Se refiere a la ocurrencia simultánea de dos acontecimientos que, aunque parezcan no tener vínculos causales directos entre ellos, una vez asociados adquieren un significado para la persona que los observa. La coincidencia de fechas iguales en el mes, la Muerte de Matías y el colocar el cadaver de Franco en el Valle de los Caídos, están distanciadas en muchos años y no es un caso de sincronía, pero me trae el recuerdo de nuestra juventud en la anticlerical Iglesia Cubana.

La idea de sincronicidad se considera parte de un subconsciente colectivo formado por arquetipos. Jung observó que ciertos pacientes suyos tenían una vida completamente regulada por el tiempo, sus sueños o por un «tema» específico. A nuestro grupo juvenil se le consideraba un hatajo de locos. Pero ninguno era paciente de Carl Jung ni de cualquier otro psiquiatra, Nuestra “locura“ era estar contra el poder y orden establecidos por la Dictadura clerical-franquista. Las sincronicidades cotidianas plantean un verdadero desafío a la idea de que todo tiene CAUSA y es hijo de la causalidad. Pero la CASUALIDAD que produce originalidades es algo más que un salto de letras en la palabra y no está prevista en ningún sistema dogmático. Cuando experimentamos un momento de sincronización, puede hacernos sentir incómodos, o abrir las puertas a otros puntos de vista de los paradigmas que nos rodean.

MI AMIGO MATIAS HA MUERTO

Mi amigo Matías ha muerto: Un mazazo en el corazón. Su sobrina Jahel, también historiadora de Arte como él, me lo comunicó el 23 en un sentido y breve whatsapp: “Emilio, Matías murió anoche a la diez y cuarto. Su cuerpo se incinera mañana y el sábado se colocan sus cenizas junto a sus padres en Madrid. Todo en la intimidad de la familia. Gracias por ser su amigo. Te mando un gran abrazo.“

La hora de nuestra entrada en el mundo está acreditada en nuestra Partida de Nacimiento, clínica o estatal hoy, parroquial en los años franquistas. Desde el Concilio Vaticano hubo ciertas modificaciones en la meticulosa ordenación de los horarios eclesiásticos de rezos y cantos. Dispuso el Concilio Vaticano II que «la hora llamada de maitines, aunque en el coro conserve el carácter de alabanza nocturna, ha de componerse de manera que pueda rezarse a cualquier hora del día y tenga menos salmos y lecturas más largas» (SC 89). Este oficio de lecciones y salmos tiene un carácter propio. A diferencia de las otras Horas del Oficio divino no está ligado de suyo a una hora del día. Es una hora especialmente centrada en la lectura de la Palabra de Dios y de textos elegidos de la Tradición de la Iglesia. Y su estructura la hace propicia para la meditación. Los responsorios, con frecuencia muy bellos, son la respuesta comunitaria a la Palabra escuchada, pero también hay silencios sagrados en los que «la semilla germina y crece, sin que el hombre sepa cómo» (Mc 4,27).

Y si la Iglesia Católica y Vaticana tenía sus horas, la rebelde Iglesia Cubana de aquellos jóvenes inquietos, anticlericales inventó o se apoderó de determinadas horas de especial significado y sus semillas antidogmáticas germinaron y dieron nacimiento a otras posibilidades no sacrales: Como la Hora 25.

La hora 25 es la hora, que aunque no exista en el calendario físico, siempre esperamos. De algún modo todos nos hemos encontrado amenazados, hemos sentido temor y alentado esperanzas. La hora 25 puede ser la hora en que la guerra nos envuelve y donde el soldado o individuo debe decidir: matar o morir. Porque ya no hay tiempo, la hora 24 ha terminado. Es decir el tiempo cronológico de vida terminó.     La esperanza de que al terminar las 24 horas del día, todavía exista una hora adicional que permita prolongar la vida aunque sea por tan solo esa hora para soñar estar alejado de las pesadillas de la Guerra, del presidio politico o del bombardeo propagandistico de los noticieros manipulados y manipuladores. Esa es la Hora 25.

La historia nos aparece a veces como pura confusión y desconcierto. Parece moldeada por los caprichos de los gobernantes del momento que deciden ayudar al exterminio y buscar beneficios políticos y económicos. Nada mejor que la historia concreta de Matías y sus amigos de juventud y formación en la Iglesia Cubana primero y en el Movimiento de Canarias Libre después, para ilustrar como las decisiones de los “grandes” aunque influyen de tal manera en la vida de una persona y destruyen existencias que, entre miles de seres humanos son insignificantes, también, pese a todo y aunque para muchos casos afectados significan el fin del mundo, al mismo tiempo la voluntad individual de algunos y de pequeños grupos muestra cómo por las curvas del camino histórico y los vericuetos y entramados sociopolíticos es posible nadar contra corriente a esos individuos y grupos que se salvan de la catástrofe y emprenden nuevas rutas y alcanzan nuevas orillas.

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO: SAN AGUSTIN, EL OBISPO PILDAIN Y LA DIGNIDAD

Arnold Toynbee escribió desde un punto de vista “crístiano“ sobre Cultura y Civilización especialmente Estudio de la Historia (22 volúmenes) contra el pesimista Oswald Spengler y su “Decadencia de Occidente“. El libro de Spengler junto a las obras de Ortega y Gasset formaban parte de nuestros libros de cabecera.

Toynbee ha dicho: “El valor es algo relativo y aquello que tiene valor puede intercambiarse por algo de igual valor (ésta es la función de la moneda). En cambio, la dignidad (u honor) es absoluta, no relativa; y no hay nada, por valioso que sea, que pueda cambiarse por la dignidad o el honor… La pérdida de la dignidad y del honor es el precio de la cobardía moral y física“. En Matías y el grupo nuclear de la Iglesia Cubana la dignidad era junto a la camaradería una base de nuestra rebeldía.

Yo conocí a Matías a fináles de los años 50 del siglo pasado, siendo él estudiante universitario y yo estudiante de Ingeniero Industrial y nadador juvenil y siendo Obispo de la provincia de Las Palmas don Antonio Pildain y Zapiain.

Los libros, investigaciones, publicaciones, artículos y catálogos de Matías se cuentan por centenas con algunos títulos que van desde Van Dyck a Jordaens pasando por Rubens, Murillo… Uno de sus últimos descubrimientos fue un “San Agustín“de Rubens, pieza principal del altar mayor de la iglesia de los Agustinos Recoletos de Salamanca.   ¿Era posible descubrir todavía un Rubéns pese a estar todo catalogado y registrado? Sólo una mente esceptica a los juicios y autoridades anteriores le permitIeron adentrarse y arriesgarse. Unos treinta años estuvo nuestro investigador Díaz Padrón buscando las claves hasta que encontró su origen, procedencia y destino. No solo de su buen ojo clínico en las pinturas, sino que buscaba el dato documental que lo corroborase. Toda su investigación era navegación por mares desconocidos y sus viajes a los archivos españoles o belgas eran una odisea.

La investigación sería el humus de la obra de nuestro Matías Díaz Padrón. Y varios amigos le animaban a escribir sus memorias, pero con una sonrisa se negaba diciendo que perdería el tiempo que necesitaba p

ara investigar. Hubiera sido interesante poder leer sus reflexiones sobre aquellos tiempos. También a mí me lo han pedido muchos, pese a no tener yo el renombre ni la importancia de nuestro Matías. Pero en mi caso no es la investigación, sino la indisciplinada inconstancia lo que me impide escribirlas.

Algunas líneasescribo, pese a todo, para iluminar el periodo en Las Palmas de los 50 y 60 cuya narración todavía queda pendiente. Otros han escrito sobre su largo periodo en Madrid y sus méritos y gloria como Conservador del Museo del Prado, así como profesor de Historia del Arte en la Universidad Complutense, donde dejó una estela de alumnos y donde- según una articulista- resultaba imposible pasear con él, sin que alguno de ellos, más bien alumnas, se le acercase y saludase con afecto, al tiempo que le recordaba su nombre, pues nuestro sabio profesor despistado con todo lo que no fuera su investigación, no siempre era capaz de recordar un nombre.

“La historia no la hacen los hombres, sino que la soportan, como soportan la geografía. Y la historia, por lo demás, está en función de la geografía.” En un viejo artículo recordé esta cita de Giovanni Guareschi, autor del conocido Don Camilo, pues me pareció adecuada para caracterizar el provincianismo que caía como”panza de burro teocrático” sobre los años 50 del pasado siglo en Las Palmas de Gran Canaria. La bota militar pisoteaba las libertades españolas ayudada ideológicamente por el nacional-catolicismo de la Iglesia Católica.

El Obispo Pildain era una excepción por ser vasco y haber sido diputado del nacionalismo vasco conservador durante la República. Pero si políticamente no era franquista y no comulgaba con la consigna suprema del raquítico y capitidisminuido franquismo que proclamaba:”Por el Imperio hacia Dios”, Pildain sufría una obsesión por la sexualidad y los Mandamientos católicos parecían reducirse al Sexto Mandamiento en la vida social, cultural y política. Era aquella una interpretación de la religión concentrada en el sexto mandamiento, o sea, en la sexualidad en todas sus manifestaciones, tanto en las camas matrimoniales, cuyo uso estaba reservado a fines exclusivamente procreadores, como en la vestimenta. Así apareció preconizado por las “Hojas de la Parroquia” el “bañador católico” consistente en un modelo antediluviano con falda suplementaria que cubría a las bañistas femeninas hasta las castas rodillas. Ciertamente que esta atención especial al anti-sexo no sucedía en Tenerife ni en otras provincias y se debía al Obispo Pildain y Zapiain que regía en aquellos años la moral y las costumbres grancanarias. Se podría decir que Pildaín era el enemigo más íntimo de la Iglesia Cubana ya que eramos más partidarios del amor libre que de la represión, aunque ello quedase más en la teoría y en las contenidas ganas que en la práctica.       

Como ha escrito Agustín Millares Cantero en su prólogo al libro de Arturo Cantero Sarmiento: Vida, hechos y Milagros de la famosa “Iglesia Cubana“: El obispo don Antonio Pildain y Zapiain ha sido uno de los personajes maìs singulares y complejos del siglo XX canario. En 1950 tuvo el valor ciìvico de cerrar a Franco los portales de la Catedral y, a raiìz del Vaticano II, adoptoì una posicioìn de vanguardia en el proceso renovador alentado por Juan XXIII. Su lucha denodada por librar al «Corredera» del garrote vil en 1959, significoì mucho maìs que un gesto misericordioso. Y las pastorales donde abordoì la temaìtica social estuvieron entre las más progresistas del episcopado español de la época”.

Hay que recordar que el cerrar la catedral a Franco fue con el pretexto de que se iba a celebrar un baile en el Gabinete Literario y que Pildain prohibía celebración de las fiestas patronales religiosas de los pueblos grancanarios si iban acompañadas de bailes por ser estos motivo de acercamientos corporales y estímulo de pecados carnales. Oficialmente Pildain dijo que estaba enfermo y que no podía oficiar eclesiasticamente.

Esto fue aplaudido por las fuerzas progresistas y naturalmente por los “Cubanos”, pero la lucha político-cultural de los “cubanos” pasaba por combatir la censura eclesiástica que numeraba como peligrosas y prohibía desde los púlpitos películas como Gilda (Rita Hayworth) o Arroz Amargo (Silvana Mangano), e incluso llegó a prohibir bajo pena de excomunión asistir a la inauguración de la Casa-Museo de Benito Pérez Galdós por haber sido éste liberal combatiente contra el clericalismo de su tiempo.

El Real Club Naìutico fue multado con 3.000 pesetas el 25 de febrero de 1950 por celebrar un baile de disfraces sin el correspondiente permiso de la autoridad.

En los primeros anÞos de la deìcada de 1950, en la Universidad de La Laguna (recuerdese que entonces no había Universidad en Las Palmas) se percibía descontento entre el estudiantado, causado por repercusión del clima de tensioìn en otras universidades del Estado, el asco por la saturación ideologica franquista y la subida de los precios de los transportes mariìtimos y urbanos, que causoì conflictos.

Se puede ahora comprender a aquellos jovenes canarios que bajo la Dictadura clericalfascista del General Franco se hacían „invisibles“para combatirla. Lo que conocemos de la Historia de la Humanidad nos ilustra sobre la lucha de minorías que, triunfando o fracasando, han luchado contra las tiranías, la superstición y las discriminaciones. No basta con mencionar la rebelión de los esclavos que encabezó Espartaco, o recordar al grupo en torno a Sócrates frente a la opinión supersticiosa mayoritaria que dictaminara la condena de Sócrates acusado de ateísmo y de corromper a los jóvenes,  condenandole a quitarse la vida con una copa de cicuta, sino que en los orígenes de la Revolución Francesa estaban grupos conspirativos que cristalizaron un nuevo poder (recuerdese a Marat, a Robespierre, a Dantón, etc), asímismo el grupo de jóvenes kantianos en las monarquías de la Alemania no unificada de los años 1790 en cuya correspondencia de 1794-95,  Hegel, Hölderlin y Schelling se describían a sí mismos como una „Iglesia Invisible“ comprometida con la histórica actualización de los ideales kantianos de „Razón y Libertad“ en un nuevo „Reich Gottes“ libre de la ortodoxia asfixiante del luteranismo burocrático.  Guardando las distancias temporales y geopolíticas los ejemplos mencionados son antecedentes históricos que sin explicarlo ayudan a comprender a aquellos jovenes canarios que bajo la Dictadura clericalfascista del General Franco se hacían „invisibles“ para combatirla.

 (La Iglesia Cubana de Parranda :Arturo Cantero, Matías Díaz Padrón. Manolo Bello, Falcón Sanabria y Luis Hernandez Crespo)

Junto a nuestro Matías Díaz Padrón, que llegaría a ser conservador del Museo del Prado y eminencia mundial de la pintura de Rubens, encontramos entre los miembros de

la generación fundadora de la Cubanidad nombres como el de Luis Hernández Crespo, licenciado en Filosofía y Papa de la Cubanidad, a Manuel Bello, farmacéutico, Emilio Guedes, erudito, Juan José Falcón Sanabria, músico y reconocido compositor, Luis Alsó, activo miembro de Canarias Libre y, más tarde, del Partido Comunista y del Grupo cultural Latitud 28, y Arturo Cantero Sarmiento, entrenador de natación, miembro de Canarias Libre, represaliado por ello y autor de la primera historia de la Iglesia Cubana y otros libros.

Desde los años 57, 58 y 59 yo llegaría a ser campeón de España en natación en estilo braza y participaría en la Olimpiada Universitaria de Turin en 1959 y ya en 1960 en la Olimpiada de Roma. En ese tiempo Matías acabaría su doctorado en Historia del Arte.

En 1962 entramos a hacer el servicio militar obligatorio en el Cuerpo de Aviación, yo por la edad y Matías, que era 5 años mayor que yo, por haberse terminado la prórroga solicitada por estudios.

Aquí reaparece la sincronicidad de Carl Jung mencionada al principio. Ocurren simultáneamente dos acontecimientos: las respectivas entradas en Aviación de Matías y mía en La Palmas pese a nuestra diferencia de edad. Aunque parezcan no tener vínculos causales directos entre ellos, una vez asociados adquieren un significado para la persona que los observa.

La prensa oficial llamaba a los paiìses tutelados por la batuta soviética con el dichete del «Teloìn de acero» y a otros, asiáticos, con el «Teloìn de Bambuì», así que maìs tarde la Iglesia Cubana bautizoì nuestro telón carca y franquista como «El Teloìn de incienso», con gran indignacioìn de santurrones y carcomidos. Aquellas actividades de las que formamos parte sería, según opinó Arturo Cantero, con exageración: la primera rebelioìn generacional que hubo en EspanÞa desde la posguerra. Arturo Cantero engendroì un material burletero, no siempre ajustado a la realidad, como una serie periodiìstica que llegoì al puìblico en varias andanadas, después de la entrevista que le hizo Luis Leoìn Barreto para el periódico La Provincia a 9 de octubre de 1983 Esos artículos darían lugar a su libro Las Palmas 1950. Vida, hechos y Milagros de la famosa “Iglesia Cubana

En los tiempos posteriores a la caída de Canarias Libre, la Iglesia Cubana siguió sus informales concilios en la Plaza Hurtado de Mendoza o Plazoleta de las Ranas. En contacto con el grupo de Mujeres en la Isla se organizó unos “Diálogos de Convivencia“, fruto de la actividad de la escritora católica Mariìa Teresa Prats y de los buenos oficios de Manuel Padroìn Quevedo, que tuvieron lugar en la mitad de los sesenta. Yo en el colmo del atrevimiento dí una charla en el Gabinete Literario sobre El Héroe en la Historia. En una urbe sonÞolienta y algo aplatanada a la que habiìa que despertar a aldabonazo limpio, mi charla en que me atrevía a mencionar como héroe al revolucionario fundador de la Unión Soviética, LENIN, era algo inédito, sólo posible gracias al arropamiento de Mujeres en la Isla y a la proverbial ignorancia de la Policía política.

De derecha a izquierda: Emilio Díaz Miranda, Antonio Padrón (pintor), Mercedes González de Linares (escritora de Mujeres en la Isla), Matías Díaz Padrón (conservador del Museo Del Prado), Carmina Miró.

Siempre en contacto con grupos intelectuales Matías y yo conocimos a Mercedes Gonzales de Linares de la que me enamoré perdidamente, pese a los 20 años de diferencia; gracias a ella conocí lo que había sido la Institución Libre de Enseñanza y a Francisco Giner de los Ríos y descubrí mi vocación de maestro y mi inclinación a la Pedagogía. Matías nos acompañó durante la duración del servicio militar y nuestra “pareja“ era un escandalo a sotto voce en la “buena Sociedad“.

Matías tan erudito y penetrante en sus investigaciones era muy discreto en su vida privada, de tal manera que nunca supe directamente de sus amoríos, sino a través de terceros. Permaneció en el celibato matrimonial hasta el día de su Muerte, aunque la doctrina del Amor Libre elaborada en los años sombríos del franquismo y las negras sotanas fuese semioficial en las tertulias de la plazoleta de las Ranas.

No tendrá viuda que le llore, pero sus lectores pueden deleitarse y aprender de sus multiples y doctos escritos, mientras que los pocos que quedamos de aquellos tiempos “cubanos“ y los muchos amigos que le han conocido le recordamos en esta hora 25 que, aunque no aparece en ningún calendario, le llevamos en el corazón…

 

 

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