Thomas Sankara: «No importamos nuestra revolución»
Thomas Sankara (1949-1987), al que a veces se le llama el «Che Guevara africano», fue el líder marxista-leninista de la Revolución de Burkina Faso desde 1983 hasta su asesinato en 1987, que por fin se está investigando [1]. Sankara hizo importantes contribuciones a la lucha antiimperialista y anticolonial, a la defensa de la autodeterminación nacional, a la construcción del internacionalismo socialista, a la liberación de la mujer, a la lucha contra la destrucción del medio ambiente provocada por el capitalismo y a muchos otros frentes importantes de la lucha de clases mundial[2].
El texto que sigue fue publicado originalmente en L’Humanité, un periódico con fuertes vínculos históricos con el Partido Comunista Francés, antes de ser republicado en ThomasSankara.net[3].
El 23 de enero de 1984, el jovencísimo Presidente del Consejo Nacional Revolucionario de la República del Alto Volta fue «el invitado de L’Humanité». Lea la entrevista completa en la que Thomas Sankara decidió decir la verdad.
Es un hombre sonriente, relajado, con buen humor, franco, que nos recibió largamente, un domingo por la noche, en su despacho del Consejo de la Entente, al final de una estancia de doce días en el Alto Volta [el país tomaría el nombre de Burkina Faso en agosto de 1984 – nota del editor], que nos permitió encontrarnos con él en tres ocasiones. Insistió en decirnos, tras la entrevista, que hacía mucho tiempo que conocía nuestro periódico y que aprovechaba la ocasión para «saludar a todos nuestros compañeros lectores».
André Brecourt: Se ha escrito mucho sobre la joven revolución del Alto Volta. Su estilo es sorprendente y perturba a mucha gente. ¿Puede decirnos por qué?
Thomas Sankara: Es cierto que nuestra revolución molesta y sorprende a un gran número de personas. Es sorprendente en el sentido de que rompió muy claramente con los clichés generalmente aceptados, que convierten la llegada de los militares al poder en un banal golpe de Estado. Lo que se consiguió aquí no fue lo que se podría llamar un golpe de estado. Hubo una insurrección popular minuciosamente preparada en la que progresistas, revolucionarios y demócratas se unieron para acabar con un régimen de sumisión al imperialismo. Esto es lo que ha sorprendido a los que no quieren entender la dirección en la que evoluciona la historia de los pueblos de África. Lo que también sorprende es que los soldados voltaicos están lejos de ser los pobres soldados brutos que la gente conoce en otros lugares, o que algunos imaginan aquí. La gran mayoría de los soldados voltaicos están muy politizados. Están vinculados a su pueblo y comparten sus aspiraciones y luchas diarias. Saben quién es su principal enemigo y cómo combatirlo.
Si nuestra revolución preocupa a algunos, es sobre todo por el ejemplo que puede dar, y no sólo en nuestra subregión. No hemos importado nuestra revolución, y mucho menos hemos decidido exportarla. Es el resultado de un proceso histórico –científicamente verificado e inevitable– en la transformación de las luchas que las clases sociales tienen que librar entre sí para lograr esta forma de revolución que sólo pide ser perfeccionada, las mismas causas que producen los mismos efectos sin importar el cielo bajo el que uno se encuentre.
André Brecourt: Usted pretende avanzar rápidamente. Sin embargo, el feudalismo en el campo sigue siendo poderoso, y lo mismo ocurre con la burguesía compradora. Ambos conservan el dominio de la economía. ¿Qué medidas piensa tomar para limitar su poder?
Thomas Sankara: Hay una primera medida, que consiste en dictar decretos y ordenanzas; la rechazamos porque es esencialmente burocrática. El segundo consiste en sacar a las masas populares del oscurantismo. Esa es la medida que nos esforzamos por emprender.
Luchar contra el oscurantismo significa permitir que cada individuo del Alto Volta eleve su nivel de conciencia política. Significa ser un pueblo para sí mismo [un peuple pour soi] y no para los demás [pour autrui], y esto no es fácil en la medida en que el acceso al conocimiento sigue siendo controlado por la burguesía y las fuerzas feudales. Estamos decididos a enfrentarnos a ellas, y para ello nos proponemos acelerar el proceso de democratización para expulsarlas.
Esto no ocurre sin excesos; pero ¿cómo podría ser de otra manera? Nos alegramos de las actualizaciones sobre lo que ocurre en el campo. Por primera vez, los campesinos se atreven a informar a las autoridades de los abusos que sufren. No lo vemos como un acto de chivateo, en contra de ciertas afirmaciones, sino como el inicio de una toma de conciencia entre nuestros campesinos, que ahora pretenden participar efectivamente en la gestión diaria del poder.
Pretendemos desmitificar esas fuerzas del pasado y presentarlas tal como son a nuestro pueblo. Por eso estamos a favor de una prensa responsable y militante, de un servicio de radio que nos permita ser escuchados en los lugares más alejados del país y en las lenguas que entienden nuestros compatriotas.
André Brecourt: Su país vive la hora de los «Comités de Defensa de la Revolución». Sin embargo, parece que éstos también sirven de refugio a los contrarrevolucionarios. ¿Cómo piensa limpiar las filas de los CDR para que puedan desempeñar realmente su papel?
Thomas Sankara: Es cierto que en los CDR se encuentra un poco de todo. Te encuentras con reaccionarios, que se han integrado hábilmente, así como con oportunistas de izquierda. El problema no se limita a estas dos categorías. Es esencial comprender que los CDR constituyen el arma principal, las tropas de choque de primera línea en la batalla que permitirá el triunfo de nuestra revolución. Por lo tanto, estamos trabajando para purificarlos, es decir, estamos trabajando para deshacernos de los elementos contrarrevolucionarios. Esto sólo puede hacerse con el desarrollo paciente pero decidido de la democratización de nuestras estructuras.
Ya hemos observado algunos resultados.
Así es como algunas viejas autoridades fueron depuestas, sobre la base de hechos irrefutables presentados por los CDR. En cambio, otros CDR han visto condenadas sus prácticas y se han visto obligados a reelegir a sus delegados y a sustituir a su personal de oficina. También hay todo tipo de excesos. Esto es normal y era previsible.
Entre el ejecutivo voltaico, un intelectual, que deja su medio social pequeñoburgués para unirse a la revolución, y el obrero voltaico que ha vivido durante veintitrés años bajo un régimen neocolonial, entre estas dos personas la comprensión de la revolución, así como la práctica, no son las mismas. Uno pretende llevarla a cabo con guantes blancos, y el otro piensa que la revolución debe darle la libertad de satisfacer todos sus caprichos. Nosotros entendemos muy bien estos comportamientos.
Nuestra revolución ha derrotado al fatalismo. El pueblo, hoy, tiene la posibilidad de expresarse. Hoy liberan sus instintos. Mañana, será su conciencia la que se libere, la que se movilice.
André Brecourt: ¿Cuál debería ser, en su opinión, el lugar de los sindicatos en el proceso actual?
Thomas Sankara: Los sindicatos del Alto Volta tienen una larga tradición de lucha, aunque no son homogéneos. Hemos tenido sindicatos progresistas y también reaccionarios. Estos últimos eran los brazos seculares de ciertos líderes bajo regímenes anteriores. En la hora de la revolución, no tenemos elección. No podemos escatimar esfuerzos para bloquear el camino de los reaccionarios, sea cual sea la organización en la que se refugien, ya sean sindicatos o partidos clandestinos, porque sabemos que no escatimarán esfuerzos en sus intentos de destruirnos.[4] Además, poco después del 4 de agosto de 1983, un funcionario de estos «sindicatos» proclamó alto y claro que combatiría nuestra revolución con la espada desenvainada si fuera necesario.
En cuanto a los sindicatos progresistas cuyas acciones sirven a los intereses de las masas, contamos con su apoyo para avanzar. Por su capacidad de movilización, ocupan un lugar destacado en nuestro proceso revolucionario. Sin embargo, no queremos que se desarrolle una rivalidad entre estos sindicatos y los CDR. Estamos en contra de eso. Por ahora, no creemos que pueda haber, desde el punto de vista de los principios revolucionarios, ninguna oposición entre estos sindicatos y los CDR. En cambio, estamos convencidos de que puede haber, desde el punto de vista subjetivo, oposiciones, y tendremos el valor de combatirlas a plena luz del día, porque las denunciaremos como prácticas del oportunismo de izquierda.
André Brecourt: El 28 de octubre, poco antes de su partida hacia Niamey, usted denunció, en una declaración muy publicitada, que había habido intentos de desestabilización en el estado del Alto Volta. ¿Podría decirnos algo más sobre esto?
Thomas Sankara: No, no quiero hacer eso. No queremos enfrentar a nuestro pueblo con otros pueblos. Pero las actividades subversivas contra el Alto Volta son muy reales, constantes. Son tanto nacionales como internacionales. Tenemos pruebas de ello. Pero no nos parece oportuno divulgarlas en este momento, pues no queremos crear un ambiente de xenofobia entre nuestro pueblo.
Queremos circunscribir el mal y sus orígenes, y disociar claramente a quienes nos atacan de su pueblo, al que consideramos como nuestros hermanos, nuestros amigos. Por eso no queremos compartir las pruebas, ya que equivaldría a señalar con el dedo a la nacionalidad en cuestión. Dicho esto, confirmo solemnemente la realidad de estas tramas. No se derivan de un simple análisis lógico; esta realidad es evidente para todos, excepto para aquellos que pretenden demostrar su miopía. Se deriva de las investigaciones que hemos realizado y de la información que nos han proporcionado militantes simpatizantes.
Así hemos podido comprobar que una revolución justa nunca está aislada. Y esto es, para nosotros, un gran consuelo.
André Brecourt: ¿Cómo ve su relación con Francia?
Thomas Sankara: Queremos una cooperación dinámica de autorrealización que permita a los franceses y a los voltaicos abrirse mutuamente. Este tipo de cooperación sólo verá la luz si los franceses y los voltaicos se deshacen de los fríos cálculos que se esconden detrás de los intereses de un Estado a otro. Esto sólo ocurrirá si ambos están convencidos de que toda forma de neocolonialismo, imperialismo y paternalismo queda excluida de este tipo de relación.
Esto significa que nuestra dignidad debe ser respetada, así como nuestra soberanía. Esto significa también, y sobre todo, que debemos trabajar esencialmente para acercar a nuestros dos pueblos y no para cultivar relaciones oficiales y formales. Sólo así podremos tener una política sustancial por ambas partes. La Francia que ha surgido del 10 de mayo de 1981 [día en que el Partido Socialista ganó el poder con la elección de François Mittérand como presidente de Francia –nota de los traductores] hace algunas bellas declaraciones que se ganan la simpatía de los pueblos africanos. Pero lo que queremos es que la realidad cotidiana esté a la altura de esas declaraciones, de las promesas hechas. Recuerden las que hizo el Partido Socialista antes del 10 de mayo de 1981 y compárenlas con lo que ocurre concretamente hoy. Ciertamente, no subestimo el peso del capitalismo internacional, con todo lo que ello implica, pero aun así.
El comportamiento del gobierno francés es sorprendente, choca con nuestras convicciones y nuestras esperanzas cuando sigue manteniendo relaciones con Sudáfrica [bajo el régimen del Apartheid en aquella época –nota del editor de L’Humanité], cuando envía sus tropas al Chad para apoyar el régimen de Hissène Habré. Son estos hechos los que nos duelen. Se los contamos a los franceses en un acto de amistad, con toda honestidad, para que nos comprendan mejor, al igual que esperamos que nos critiquen, para que nos digan cómo ser mejor comprendidos por ellos. La cooperación entre Francia y el Alto Volta puede ser hermosa y ejemplar a condición de que aceptemos que se condene a nuestros enemigos sea cual sea el lugar en el que se encuentren, aunque nos perjudique debido a nuestras alianzas paralelas.
[1] Ver Miernecki. Katie. (2021). «34 years after Sankara’s assassination, killers finally stand trial». Liberation News, 15 de octubre. Disponible aquí
[2] Para una visión general de la obra de Sankar, véase Malott, Curry. (2020). «Thomas Sankara: Leadership and action that inspires 71 years later.» Liberation School, Diciembre 21. Disponible aquí; y Bakupa-Kanyinda, Balufu. (2018). «Thomas Sankara: A film by Balufu Bakupa-Kanyinda.» Liberation School, Agosto 23. Disponible aquí.
[3] Esta entrevista se publicó originalmente en francés como Brécourt, André. (2017). «Thomas Sankara: ‘Nous n’avons pas importé notre révolution.» L’Humanité, Octubre 12. Disponible aquí. Ha sido republicada en ThomasSankara.net aquí.
[4] Algunos pasajes en esta entrevista contienen pequeños errores o formulaciones poco claras en el original francés, muy probablemente debido al ser transcritas de un intercambio oral. Aunque algunos errores son fáciles de corregir, la fomulación al principio de esta frase parece contradictoria, y por lo tanto la hemos modificado según el sentido general del pasaje. Literalmente, dice: «No podmos ahorrar, ni bloquear el camino a los reaccionarios [Nous ne pouvons ménager, ne pas barrer la route aux réactionnaires]» – nota de los traductores a la versión inglesa.